martes, 4 de agosto de 2009

“Petróleo por préstamos”: trasnacionales anglosajonas vs. empresas estatales chinas


04-08-2009
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada

Las trasnacionales anglosajonas se sofocan por el desplome en su liquidez (The Financial Times; 31.7.09) debido tanto a la disminución de sus ingresos como al precio del petróleo relativamente bajo, mientras las empresas estatales petroleras chinas han salido de compras al mundo gracias a sus excedentes monetarios.

Se quedaron sin dinero las trasnacionales anglosajones a quienes los entreguistas apátridas del PAN, PRI y del PRD desean regalar lotificado el “tesoro” del Golfo de México.

El mundo petrolero refleja exquisitamente el incipiente nuevo orden geopolítico multipolar, concomitantemente al tsunami financiero global donde el G-7 y sus trasnacionales petroleras han quedado averiadas por la “sequía crediticia” cuando la liquidez es emperatriz.

Si es una locura regalar su petróleo y gas al peor postor y al mejor impostor durante el incipiente orden multipolar (esencia de nuestra ponencia en los debates del Senado), constituiría una peor vesania vender activos energéticos cuando las condiciones de compraventa en el mundo han cambiado dramáticamente a favor de los países productores y en detrimento de los importadores: situación que han aprovechado en forma inteligente las empresas estatales chinas para asegurar su abasto energético en el mundo (Wenran Jiang; The Jamestown Foundation; 23.7.09).

En eso versó nuestra ponencia sobre “la renacionalización y la desprivatización del petróleo y el gas” en el incipiente nuevo orden multipolar, con enfoque latinoamericano, el pasado 29 de julio durante el foro internacional “Por la Dimensión Social de la Energía y el Acceso al Agua” convocado por el combatiente Sindicato Mexicano de Electricistas.

El autor sobre “la estrategia” de las recientes compras foráneas de petróleo y gas por las empresas estatales chinas es Wenran Jiang (WJ), académico en Ciencias Políticas en la Universidad de Alberta (Canadá) quien detenta “la cátedra Mactaggart de Investigación”, después de haber sido fundador del “Instituto China”.

WJ afirma que “los recientes acuerdos con Rusia, Kazajstán, Brasil y Venezuela por un valor combinado de US $50,000 millones de capitales chinos indican que los países productores de petróleo han mantenido el control (¡extra-súper-sic!) de sus activos”. Ojalá y esto lo asimilen PEMEX, el PAN, el PRI y el PRD.

China se ha convertido en “el segundo consumidor e importador de petróleo” por lo que su gobierno ha empujado (sic) a sus empresas estatales a implementar una estrategia de salir afuera para asegurar su abasto foráneo de energía”.

Explica que las empresas petroleras chinas, todas estatales, son tres: Corporación Nacional (sic) de Petróleo Chino (CNPC, por sus siglas en inglés), Corporación de Petróleo y Química de China (SINOPEC, por sus siglas en inglés), y Corporación Petrolera Extra-Continental Nacional (sic) China (CNOOC, por sus siglas en inglés).

Llama la atención que WJ no cite a Petrochina, la empresa más rica del mundo en términos de “capitalización de mercado”, quizá debido a ser una filial de CNPC.

Petrochina --que cotiza en las bolsas de Hong Kong, Nueva York y Shanghai--, ostenta un azorante valor bursátil de un millón de millones (trillón en anglosajón), por encima de las trasnacionales anglosajonas y equivalente al PIB de México entero.

Que conste que México tiene prácticamente una producción equivalente a China, lo cual exhibe la mediocridad del manejo petrolero por los apátridas neoliberales “mexicanos” frente al talento financiero de los marxistas-maoístas chinos.

No son tiempos de lamentaciones sobre el cataclísmico ASPAN, sino de exaltar la creatividad de la “nueva estrategia” que ha establecido China, como importador, con las potencias petroleras productoras y exportadoras --básicamente Rusia, Brasil y Venezuela-- bajo la fórmula de “petróleo por préstamos”.

China da prestado dinero, que le sobra (más de dos millones de millones en reservas monetarias), a las empresas de los países que requieren de capitales frescos (Rusia, Brasil y Venezuela) para que sigan produciendo la energía que necesita China y que le será entregada en intercambio.

Esta fórmula ingeniosa es un clásico “win-win” (“ganar-ganar”) que garantiza en forma bidireccional tanto el abasto como la producción sin necesidad de vender los activos de las empresas de Rusia, Brasil y Venezuela --en su mayoría estatales y/o en una dinámica renacionalizadora y desprivatizadora.

El gobierno chino preferiría la adquisición de los activos de las empresas de los países productores: una apuesta muy riesgosa que le podría dejar sin energéticos cuando los dueños del petróleo y el gas están concientes del valor geoestratégico del “oro negro” --por cierto, un gravísimo error de la entreguista dupla panista Fox-Calderón que regaló el gas mexicano a la española Repsol, hoy más atribulada que nunca, en especial, después del “accidente” de su representante en la Secretaría de Gobernación.

Los chinos no son tan depredadores como las trasnacionales anglosajonas o, por lo menos, entienden mejor “los crecientes sentimientos nacionalistas (¡extra-súper-sic!) evocados por los países productores y el uso (sic) de la energía como un instrumento nacional de política exterior”.

Por alguna razón subterránea, los neoliberales “mexicanos” se empecinan en rechazar al petróleo como “arma estratégica” de la mayor jerarquía.

Con la magra excepción de algunas adquisiciones (Kazajstán, África Occidental e Irak), China no podrá conseguir su seguridad energética absoluta por la vía de la adquisición total de los activos ajenos. China aprendió humillantemente que no es fácil adquirir los activos petroleros ajenos, ni aún en los mercados capitalistas anglosajones de “libre (sic) mercado” (v.gr el caso de la estadounidense UNOCAL).

Mediante la fórmula creativa de “petróleo por préstamos” China podrá asegurar una relativa seguridad energética con el “derecho a comprar” y no el “derecho a poseer”.

WJ enfatiza que pese a las condiciones desfavorables del mercado (doble baja del precio y la producción), Rusia, Brasil y Venezuela no han sucumbido a vender alocadamente sus activos y a quienes China “ofrece una alternativa diferente a los mercados anglosajones” lo que les confiere “mayor influencia política (¡súper-sic!) al reducir su vulnerable dependencia con los compradores existentes (Léase: los anglosajones)”.

No sería dañino que PEMEX explorara la aplicación de esta fórmula de “petróleo por préstamos” y se quite los amarres mentales esclavistas del entreguismo catastral que padece desde la etapa aciaga de Adrián Lajous Vargas, vulgar cabildero de las trasnacionales británicas y a quien sería sano realizar una auditoría ciudadana de su “gestión” cuando inició la doble debacle conceptual y estructural de PEMEX.

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