viernes, 12 de junio de 2009

La petrolera Shell llega a un acuerdo con las familias de la victimas de 1995 en el Delta del Niger, pero la guerra se intensifica


Glen Ford
Black Agenda Report
11-06-2009

Casi un quinto de las importaciones de petróleo de EEUU provienen de África occidental, porcentaje que se espera que vaya en aumento. Las compañías petroleras occidentales, principalmente Shell, BP y Chevron han bombeado oro negro por valor de billones de dólares del este de Nigería, que sin embargo continúa siendo uno de los lugares más pobres y contaminados de la tierra.

Aunque los picapleitos de la compañía petrolera han llegado a un acuerdo extrajudicial con los representantes de las familias de unos cuantos de los asesinados la violación despiadada del este de Nigeria continúa.

Ejecutivos de Shell hicieron la afirmación obscena de que el acuerdo fue un ‘gesto humanitario’
La compañía petrolera Royal Dutch Shell pagará 15,5 millones de dólares a las familias del fallecido activista nigeriano Ken Saro-Wiwa y otros ejecutados por el régimen militar nigeriano en 1995. El acuerdo finaliza una demanda judicial, en la que se acusaba a Shell de complicidad en la tortura y asesinato del activista, que protestaba por los crímenes económicos y medioambientales cometidos en contra de los pobladores de la zona rica en petróleo del delta del río Níger.
El acuerdo es inusual en el sentido de que se hizo público la cantidad a pagar y otros términos del acuerdo. Con mucha frecuencia, las partes que llegan a un acuerdo en una demanda judicial acuerdan no divulgar cuanto dinero cambió de manos. Pero este era un caso profundamente político, cuyo resultado fue celebrado por las familias de las víctimas y sus abogados en el Centro para los Derechos Constitucionales radicado en Nueva York.
Algo de los quince millones y medio irán a un fondo para el pueblo Ogoni. Shell puede que creyera que estaba comprando algo de buena voluntad al llegar a un acuerdo con los demandantes Ogoni, pero si es así, la compañía estropeó todo el efecto al continuar asegurando que no tuvo nada que ver con las ejecuciones. Los ejecutivos de Shell hicieron la afirmación obscena de que el acuerdo fue un “gesto humanitario.” Después la empresa llamó la atención sobre los 240 millones de dólares que afirma haber contribuido al llamado “desarrollo comunitario” en el delta del Níger, el año pasado – lo que suena más como una forma fina de describir una parte del masivo presupuesto para sobornos de la compañía. 240 millones de dólares, ya sea in sobornos o fondos para el desarrollo comunitario, podrían haber supuesto mucho en 1995, cuando Saro-Wiwa y sus compañeros fueron asesinados por los socios de Shell en el crimen, el gobierno militar. Hoy en día, los pagos han disminuido mucho por las pérdidas masivas en la producción de petróleo debido a un estado de guerra entre el gobierno y fuerzas rebeldes en la región.
“Cientos de civiles han sido asesinados – nadie sabe con precisión cuantos.”
Desde el 15 de mayo, el gobierno se ha embarcado en una ofensiva militar llamada Operación Acordonar y Buscar, dirigida de forma ostensible a los rebeldes del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger, o MEND. La lucha ha generado numerosas víctimas entre los combatientes, pero el sufrimiento mayor ha recaído sobre los civiles. Se piensa que al menos 20.000 personas han huido de sus hogares. Muchos otros miles languidecen en campos de refugiados, con escasez de alimentos y medicinas. Cientos de civiles han sido asesinados – nadie sabe con precisión cuantos. Los soldados han quemado pueblos enteros, e incluso el palacio de un rey local fue bombardeado por las fuerzas aéreas nigerianas.
La guerra en la región le ha costado a la industria del petróleo al menos 24 millones de barriles en producción, haciendo que Nigeria pase al segundo lugar entre los productores africanos, por detrás de Angola. Sin embargo, esta es básicamente una perdida entre ladrones: los mismos conspiradores nigerianos y de la gran industria del petróleo que decidieron que Ken Saro-Wiwa y su compañeros debían ser colgados hace 14 años por pedir una distribución justa de los beneficios del petróleo, y respeto por la tierra y la gente. Ahora están sufriendo las consecuencias de sus actos en el Delta, por medio de esta venganza.
El tiempo ha mostrado que los crímenes enconados producen frutos amargos. El tema en la región del delta del río Níger se convierte en una cuestión de soberanía que afecta a toda Nigeria. La lección es que ningún régimen tiene el derecho a vender la soberanía y la riqueza nacional, arrebatándoselas en las mismas narices de la gente.
Enlace artículo original:
http://www.blackagendareport.com/?q=content/shell-oil-settles-1995-niger-delta-victims%E2%80%99-families-war-escalates



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El futuro de Israel y la decadencia del imperio de EEUU.


El salario de la arrogancia y la venganza

Arno J. Mayer
CounterPunch
08-06-2009
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Israel está en las garras de una especie de esquizofrenia colectiva. No sólo sus gobernantes sino la mayoría de la población judía albergan falsas ilusiones tanto de grandeza como de persecución, que llevan a una distorsión de la realidad y a una conducta incongruente. Los judíos israelíes se ven y se representan como un pueblo elegido y parte de una civilización occidental superior. Se consideran más cerebrales, razonables, y dinámicos que árabes y musulmanes en general, y palestinos en particular. Al mismo tiempo se sienten como la máxima encarnación del singular sufrimiento del pueblo judío a través de los tiempos, víctimas todavía de constante inseguridad y desamparo ante la amenaza eterna de castigo extremo e inmerecido.

Una psique semejante lleva a la arrogancia y al ansia de venganza, esta última como reacción al perpetuo tormento judío que se dice habría culminado, como por un propósito directivo, en el Holocausto. Recordar la Shoah es el Undécimo Mandamiento de Israel y central en la religión civil y en la percepción del mundo de la nación. La familia, la escuela, la sinagoga, y la cultura oficial propagan su narrativa preceptiva, descontextualizada y cargada de etnocentrismo. La vuelta a memorizar de la victimización es ritualizada en Yom Ha Shoah [el Día del Holocausto] e institucionalizada en Yad Vashem.

Israel utiliza el Holocausto para conjurar el espectro de un peligro existencial eterno, utilizado a su vez para justificar su Estado bélico y su inflexible diplomacia. Al presentarse permanentemente como el David bíblico, imposiblemente vulnerable que enfrenta al Goliat islámico, Israel insiste en que todas sus guerras y operaciones punitivas a través de las fronteras son estrictamente defensivas, preventivas, o profilácticas. Sin embargo, sus dirigentes, muchos de ellos altos oficiales en retiro de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia, atribuyen las hazañas de los militares a armas avanzadas, a estrategas ejemplares, y a soldados-ciudadanos singularmente imbuidos de principios de las formidables “Fuerzas de Defensa” del país, una de las más poderosas maquinarias bélicas del mundo.

Esta auto-congratulación omite la debilidad del “otro” enemigo mientras exagera ampliamente la innata fuerza de Israel hasta el punto de atrofiar el juicio y la acción. Sin el enorme y prácticamente incondicional apoyo financiero, militar y diplomático de EE.UU. y de la Unión Europea, Israel sería un pequeño Estado nación corriente de Oriente Próximo, no una anómala súper-potencia regional. A pesar de ese respaldo extranjero verdaderamente atípico (para no mencionar el de la diáspora global), el Estado judío logra sólo victorias pírricas, porque no puede realzar significativamente su posición estratégica y política en el Gran Oriente Próximo – excepto en el tiempo ganado para la ulterior consolidación y expansión de sus “hechos en el terreno” encarnizadamente disputados en Cisjordania, Jerusalén y en el Golán.

Aunque sus dirigentes evitan decirlo en público, Israel no quiere la paz, o un acuerdo global permanente, excepto si se basa en sus propias condiciones. No lo expresan en público, ya que supone la rendición incondicional del enemigo, incluso una sumisión permanente. En lugar de hacerlo siguen culpando a los palestinos por un estado de guerra crónico que conlleva que Israel se ponga continuamente en peligro y se militarice. La premisa estratégica subyacente de esa política es la necesidad de impedir todo cambio significativo en el equilibrio del poder en el Oeste de Asia.

Pero posiblemente haya otro motivo menos engañoso para su desdeño de toda acomodación o negociación: debido a su historia de exilio y deseo de autogobierno político, los judíos y sus sabios podrían ser insuficientemente conscientes de la teoría y práctica del arte del gobierno soberano. Hay que reconocer que después de 1945 los dirigentes de muchos de los nuevos Estados de los mundos post-coloniales sufrían la misma ignorancia. A diferencia de la mayoría, sin embargo, la clase política y los pensadores de Israel valoran su profunda conexión con Occidente, incluyendo su patrimonio filosófico e intelectual, hasta el punto de colocar la admisión a la Unión Europea por sobre el acercamiento al mundo árabe/musulmán. Sin embargo, no parecen ser versados en las ideas de personas como Maquiavelo y Clausewitz. Respectivamente teóricos de la política y de la guerra, ambos plantean enfáticamente la moderación por sobre el desenfreno. Maquiavelo coloca la ‘virtú’ al centro de su fórmula para el uso del poder y la fuerza. No la interpreta, sin embargo como un principio moral – como virtud – sino como una norma para la prudencia, la flexibilidad, y un sentido de límites sobrios en la política del poder.

Clausewitz teoriza la guerra limitada para objetivos bien definidos y negociables, la disposición al compromiso que varía en una ratio inversa a los objetivos y demandas del vencedor. Advierte sobre todo contra la guerra “absoluta” en la cual se dejan de lado el intelecto, la razón y el juicio. Aunque él y Maquiavelo toman en cuenta la interpretación de la interpenetración de la política interior e internacional, ambos las conciben como dos esferas distinguibles. En Israel, prevalece la política interior, con poca preocupación por la razón de la política internacional.

Estas perspectivas son particularmente relevantes para los Estados pequeños. Pero cegados por su exitoso desafío de los límites y las leyes, los dirigentes ven a su país de siete millones de habitantes (más de un 20% no judíos, en su mayoría árabes) como si fuera una gran potencia a fuerza de sus sobredimensionadas fuerzas armadas y su industria de armamentos. Se engañan al suponer que el apoyo del mundo occidental para sus hipertrofiadas fuerzas armadas sea irreversible. Pervirtiendo la ‘virtú’ lanzan expediciones militares casi absolutas contra la resistencia radical palestina. También consideran ataques al resurgente Irán con los aviones más modernos hechos y financiados por EE.UU., con pilotos israelíes certificados en EE.UU. Tampoco duda Tel Aviv al enviar misiones militares, técnicas y de “inteligencia” encubierta, así como armas, a numerosas naciones en Oriente Próximo, ex parte de la esfera soviética, África, Asia y Latinoamérica, frecuentemente de acuerdo con Washington.

El terror estatal forma parte integral de las últimas armas y tácticas con las que las fuerzas de Israel enfrentan a los combatientes de la resistencia palestina. Por supuesto estos últimos también recurren al terror, sello distintivo de la guerra asimétrica. Pero el que siembra el viento y cosecha la tempestad es Israel. Un interminable ciclo cruento de venganza, impulsado por choques de las fuerzas demasiado seguras de sí mismas, sofisticadas y regulares de Israel contra fuerzas paramilitares inexpertas e irregulares, intensifica aún más la desconfianza entre israelíes y palestinos, incluidos los árabes israelíes, en su mayoría musulmanes.

Aunque tienen el propósito de quebrantar la voluntad de las milicias armadas infligiendo un dolor insoportable a la sociedad anfitriona, como en el Líbano y en Gaza, el daño colateral de las campañas de “choque y pavor” de Israel sólo sirve para avivar la furia vengadora de los que carecen de poder.

Desde la fundación de Israel, el “gran pecado por omisión” del sionismo ha sido que no se haya buscado el entendimiento y la cooperación árabe-judía (Judah Magnes). En cada importante oportunidad desde 1947-1948, Israel ha tenido la ventaja en el conflicto con los palestinos con su predominio al mismo tiempo militar, diplomático y económico. Esa prepotencia se hizo especialmente pronunciada después de la Guerra de Seis Días de 1967. Hay que considerar las anexiones y asentamientos, la ocupación y la ley marcial, los pogromos y expropiaciones de los colonos, los cruces de fronteras y puntos de control, los muros y las carreteras segregadas. No menos mortificante para los palestinos ha sido la cantidad desproporcionadamente grande de civiles muertos y heridos, y los cerca de 10.000 que languidecen en prisiones israelíes.

A pesar de la reciente ignominia de la Operación Plomo Fundido en Gaza, la clase gobernante y dominante de Israel sigue mostrándose imperiosa. Sin embargo, crece la evidencia de que las fuerzas armadas del país están cada vez peor adaptadas a librar la actual guerra irregular descentralizada, mientras su política exterior es cada vez más incoherente y prisionera de las miras estrechas de políticas partidarias que compiten en su intransigencia. Geopolíticamente inestable en su relación con Washington es batida por los mismos fuertes vientos que ahora zarandean el centro y la periferia del imperio estadounidense.

A pesar de ello, envalentonados por armas de punta convencionales y no convencionales, los gobernantes de Israel, desdeñosos hacia la minúscula y comatosa oposición de izquierda en la Knesset [parlamento] y en el país en general, prometen que se aferrarán a la mayor parte del archipiélago de asentamientos y a todo Jerusalén. Prometen de la boca para afuera que están a favor de la solución de dos Estados, pero todo lo que están dispuestos a conceder a los palestinos es un pseudo-Estado abarrotado, con mínima soberanía y Gaza separada de Cisjordania. Si se les presiona podrían estar de acuerdo con un túnel de 50 kilómetros bajo tierra soberana israelí para establecer una contigüidad artificial entre Cisjordania fragmentada y la cercada Franja de Gaza. Pero se proponen controlar todas las fronteras terrestres y marítimas así como el espacio aéreo y las frecuencias electromagnéticas.

Mientras tanto Israel sigue aprovechando las divisiones mutuamente destructivas de la nación palestina y las discordias en el mundo árabe-musulmán. Sus dirigentes temen sobre todo una reconciliación de las dos principales facciones palestinas, Hamás y Fatah; un gobierno de unidad palestino; y una entente cordiale de los Estados árabes, cuyas propuestas de paz, iniciadas por Arabia Saudí en 2002, consideran destinadas a la ruina. El último espíritu maligno es el no-árabe y chií Irán. Si el poder político y la influencia ideológica de Teherán causaran temor en los así llamados Estados árabes en particular en Egipto, Arabia Saudí, y Siria, podrían unirse todos tras la traicionera propuesta de paz árabe. Es muy probable que un tal giro llevara a Irán a aumentar su apoyo al Islam político radical en todo el Gran Oriente Próximo, incluido Hezbolá en el Líbano, Hamás en toda Palestina, y a los talibanes y al Qaeda en Afganistán y Pakistán. Si Israel respondiera sólo con la acostumbrada truculencia, seguiría navegando peligrosamente entre los cada vez más inseguros y desorientados antiguos regímenes del mundo árabe/musulmán y un creciente malestar político cuyos impulsos son tanto seculares como religiosos.

Mientras el país se aferra a la seguridad nacional – y percibe a Irán como la última, e inminente, amenaza existencial – en otros sitios se percibe ampliamente que Israel se encuentra en rápida erosión de lo que queda de su particular capital moral y prestigio internacional. Hay más y más llamados a boicots, embargos, desinversiones, sanciones y procesamientos, mientras los medios otorgan finalmente más espacio y tiempo a voces analíticas y críticas. Dejar de lado o denunciar esta creciente censura de las políticas de Israel como si fuera una expresión del renacimiento del antiguo antisemitismo – supuestamente alentado y legitimado por los desvaríos de judíos que se odian a sí mismos – significa que los árboles no dejan ver el bosque. Lo mismo vale para la disposición de los dirigentes de Israel de estigmatizar a los principales dirigentes contrarios – Nasser, Arafat, Sadam Husein, Ahmadineyad – como si fueran Hitler redivivo.

Pero los viejos reflejos siguen existiendo, y la perspectiva de un Irán nuclear e islamista del que se dice que busca la hegemonía regional los mantiene vivos. Con una población de 70 millones y cerca de un 15% de las reservas probadas de petróleo y gas natural del mundo, Irán es, ciertamente, un Estado a considerar: tiene una larga historia, una fuerte conciencia nacional, y una creciente clase media educada. Sus misiles en dos etapas, con combustible sólido, son capaces de llevar ojivas convencionales y no convencionales a una distancia entre 1.500 y 2.000 kilómetros.

En lugar de sumarse a los que buscan caminos diplomáticos para reconfigurar el equilibrio del poder regional, Israel propugna un embargo económico generalizado de Irán respaldado por la amenaza de ataques aéreos. El objetivo de los partidarios de la línea dura: provocar un cambio de régimen mediante una revolución de color fomentada en secreto por EE.UU. e Israel. Advierten que Tel Aviv cumplirá su amenaza de ataques aéreos contra instalaciones nucleares de Irán para retardar o impedir su desarrollo del arma máxima. Incluso respetados políticos e intelectuales públicos juran que in extremis Israel atacará sin aprobación de Washington, confiado en que EE.UU. no tendrá otra alternativa que suministrar cobertura militar y diplomática, tanto más ahora cuando Israel puede utilizar cinco bases militares de EE.UU. en Tierra Santa como medio de chantaje.

En marzo de 2009, Barack Obama y Shimon Peres saludaron al pueblo y al gobierno iraníes en ocasión de Noruz, el comienzo del año nuevo persa. Obama subrayó la “humanidad común que nos une” e insistió en que es de interés para ambos países que “Irán tome el sitio que le corresponde en la comunidad de naciones.” Peres afectó una nota totalmente diferente. Instó a los iraníes a recuperar su “sitio digno entre las naciones del mundo ilustrado” mientras describía las condiciones en su país: “Hay mucho desempleo, corrupción, mucha droga, y descontento generalizado. No podéis alimentar a vuestros hijos con uranio enriquecido, necesitan un verdadero desayuno. No puede ser que el dinero se invierta en uranio enriquecido y que se diga a los niños que sigan estando un poco hambrientos, un poco ignorantes. Los niños de Irán sufren sólo porque “un puñado de fanáticos religiosos toman el peor camino posible.” En lugar de escuchar al presidente Ahmadineyad, quien en 2006 cuestionó el Holocausto, la ciudadanía debería “derrocar a esos dirigentes… quienes no sirven al pueblo.” Además, “aunque están destruyendo a su [propio] pueblo, no nos destruirán a nosotros.” Las acusaciones son abundantes. Incluso ahora la independencia del aparato judicial israelí está comprometida, el laicismo pierde terreno, la xenofobia es rampante y, todavía y siempre, la minoría palestina es reducida a ser una ciudadanía de segunda clase. Al blandir la amenaza iraní, la clase política, dividida en facciones pero consensual, de Israel, simplemente perpetúa su régimen mediante el miedo que, según Montesquieu, planta las semillas del despotismo.

Los israelíes tienen que preguntarse si hay un punto más allá del cual la cruzada sionista se hace contraproducente por peligrosa, corrompedora y degradante. Aunque el judeocidio marca el nadir de la historia del pueblo judío, no es su momento y experiencia definidores. El mitologizado exilio milenario del pueblo judío no fue otra cosa que un implacable período oscuro: hubo una vida judía vital antes de la Shoah, y se reinició con toda su fuerza después de 1945, tanto en Israel como en la diáspora. No es profanar el Holocausto ni desecrar la memoria de sus 5 a 6 millones de víctimas si se recuerda que forman parte de más de 70 millones muertos durante la Segunda Guerra Mundial, unos 45 millones de ellos civiles. Es simplemente señalar que la catástrofe judía estuvo inextricablemente ligada a la guerra más asesina y cruel de la historia de la humanidad, una guerra singularmente feroz por sus furias típicas de cruzadas, y no por una narrativa divina sobre los judíos.

El Gran Oriente Próximo es un caldero hirviente de conflictos internos e internacionales. Todas las naciones de ese espacio geopolítico eternamente disputado tendrán que ajustarse a la emergencia de un sistema mundial multipolar y a la consecuente decadencia del imperio estadounidense. Ese gran cambio en la política internacional que se acelera coincide con la globalización precipitada de la economía, las finanzas y la ciencia, que subvierte las economías nacionales mientras promueve simultáneamente un nuevo mercantilismo cuyos términos son fijados por un nuevo concierto de Grandes Potencias.

Los dirigentes de Israel se encuentran ante una encrucijada: o se mantienen firmes y son obligados a una realidad geopolítica reconfigurada que no pueden burlar mediante la astucia o dominar, o se deciden por su propia cuenta a calmar su arrogancia y frenar su tendencia a la venganza. ¿Qué debieran preferir en un momento en el que la sociedad israelí enfrenta una disminución de la inmigración judía, un aumento de la emigración judía e israelí, y un aumento en la evasión del servicio militar (para no hablar de cómo esta desilusión pueda estar afectando la fuerte tendencia a la asimilación y a los matrimonios mixtos en la diáspora)?

Para comenzar, los gobernadores y los intelectuales públicos de Israel deberían repensar las premisas, objetivos y estrategias fundamentales de las políticas seguidas desde 1948. Harían bien en recordar una de las primeras ideas de Teodoro Herzl: a cambio de una comunidad judía que sirviera como “un puesto avanzado de la civilización contra la barbarie” en Palestina, que era considerada como un vínculo en el “baluarte contra Asia de Europa,” las Grandes Potencias garantizarían su existencia como “Estado neutral.” Sin duda, incluso para la mayoría de los judíos israelíes, el tosco orientalismo de esta visión está pasado de moda. Pero la noción de un Estado neutral no debiera ser descartada a la ligera. El presente Estado guarnición no está a punto de convertirse, como imaginaba Herzl, en “una luz entre las naciones” y mucho menos de la diáspora.

Luego, podrían aceptar que las naciones pequeñas no tienen la prerrogativa de hablar fuerte y blandir un gran garrote, y que siguen tentando al destino al mantener obstinadamente el camino nuclear de Israel. Ese desafío sólo puede aumentar los peligros de proliferación nuclear en Oriente Próximo y Asia Central ante el cual Israel no será inmune. Arriesgar la seguridad y la supervivencia de un pequeño país sobre la base de una ventaja momentánea en tecnología avanzada en ojivas, aviones, drones teledirigidos, bombas de racimo y armas cibernéticas es, una vez más, una ilusión. Es inevitable que Irán y otros Estados desafíen su arrogancia, exponiendo al hacerlo a toda la región a la impensable doctrina de la destrucción mutuamente asegurada basada en que tanto atacante como defensor tengan un disuasivo infalible en la forma de una capacidad para un segundo golpe nuclear o químico-biológico. Pero Irán tiene dos bazas adicionales: un punto de apoyo cerca de la entrada norte al estrecho de Ormuz, el nudo energético más vital del mundo; y una proximidad geopolítica crítica a Iraq, Afganistán y Pakistán.

En lugar de encabezar la embestida nuclear y biológica regional, Israel debería hacer un llamado por un Oriente Próximo libre de armas nucleares, junto con el anuncio de una importante reducción de su propio sobredimensionado arsenal atómico y de su industria de armamentos, que son ambos contraproducentes y provocativos. Tangible y simbólica, una reducción semejante podría ser combinada con una señal de que Israel está dispuesto a discutir seriamente el problema de los refugiados palestinos. Podría tomar la forma de una expresión de remordimiento y de que se asuma una responsabilidad moral parcial por el éxodo de más de 700.000 palestinos árabes entre 1947 y 1949 y de que se establezca un esfuerzo internacional para reparar el daño en la forma de reparaciones en línea con la Resolución 194 de la Asamblea General de la ONU (Artículo 11).

Después de la sangrienta y destructiva invasión, una conferencia de donantes reunió unos 4.500 millones de dólares para la ayuda y la reconstrucción de Gaza. Aunque la mayor parte de la ayuda fue prometida por los Estados árabes, encabezados por Arabia Saudí, EE.UU. comprometió 900 millones de dólares para la Autoridad Palestina y 300 millones de ayuda para Gaza. ¿Y si esas sumas hubieran sido reunidas anteriormente? Si hubiesen sido invertidas en reparaciones, destacadas como medida de desarrollo de confianza, la región podría haberse librado de las incursiones políticamente tóxicas y letales desde el punto de vista humano en el Líbano y Gaza.

Iniciativas de este tipo, secundadas por otras naciones, podrían ser pasos preliminares para que Israel finalmente especifique líneas de base para un acuerdo negociado de seguridad, fronteras, asentamientos, Jerusalén, lugares santos, y recursos acuáticos. Un cambio y una agenda semejantes significarían la renuncia al inveterado intento de llegar al río Jordán y de basarse en la estrategia de la Cortina de Hierro de los partidarios seculares y religiosos de la línea dura. La busca de la reconciliación y del ajuste con la inquieta clase política palestina, nerviosos regímenes árabes, y el turbulento mundo islámico significa abandonar el sionismo marcial y cerrado al estilo de Josué de Weizmann, Jabotinsky, Ben-Gurion, Begin, Netanyahu, y Barak. Necesitaría y posibilitaría una recuperación del reprimido sionismo humanista y abierto al estilo de Isaías de Ahad Haam, Martin Buber, Judah Magnes, Ernst Simon, y Yeshayahu Leibowitz sea para dos Estados desmilitarizados o para un solo Estado binacional de dos pueblos con fronteras abiertas, la separación de la religión y el Estado, derechos civiles y sociales universales, y una reciprocidad cultural ecuménicamente informada. La lechuza de Minerva extiende sus alas sólo al anochecer para protagonistas políticos así como para filósofos. Los dirigentes de Israel, al reflexionar de modo más crítico sobre la creencia de Herzl en un mecenas imperial, deben comprender las implicaciones de la incipiente decadencia del imperio estadounidense para el futuro de Israel. Paradójicamente, es probable que la disminución de la hegemonía de Washington en el Gran Oriente Próximo corrija el orgullo de Israel y dé nuevas esperanzas a un sionismo ilustrado y cosmopolita, por difícil que sea. Pero en la medida en que EE.UU. combata encarnizadamente su decadencia, es más probable que la elite del poder de Israel siga mostrándose implacable, con todos los riesgos y peligros que representa para su propio país y la diáspora.

……… Arno J Mayer es profesor emérito de historia en la Universidad Princeton. Es autor de: “ The Furies: Violence and Terror in the French and Russian Revolutions” y de “Plowshares Into Swords: From Zionism to Israel” (Verso).

http://www.counterpunch.org/mayer06042009.html

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Un Estado de palestinos enjaulados


Lina Suleiman
Palestine Think Tank
10-06-2009
Traducido para Rebelión por S. Seguí

La retórica estadounidense está llena de un lenguaje político engañoso. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, en una entrevista con Al Jazira, de 19 de mayo, confirmó que “Estados Unidos va a impulsar la solución de dos estados, que, como su nombre indica, implica el establecimiento de fronteras que habrán de determinarse.”

Ahora bien, ¿por qué las fronteras han de negociarse y determinarse? ¿Acaso no están ya fijadas por las resoluciones de la ONU? ¿Acaso estas resoluciones caducan en razón del tiempo transcurrido? ¿Acaso no deberían Estados Unidos y sus aliados impulsar el cumplimiento del Derecho Internacional como hicieron en los casos de Iraq y Líbano? ¿Y quién habrá de negociar con quién? ¿Con el corrupto, aprovechado, incompetente e ilegítimo gobierno de Abbas y Salam Fayyad? ¿Tendrían la CIA y el presidente Obama que confiar sólo en este último como impulsor del nuevo gobierno palestino? Con ello, tenemos que agradecer al actual gobierno estadounidense que las actuales conversaciones sobre la unificación se hayan convertido de nuevo en hostilidades. Les va de maravilla tanto a Israel como a Estados Unidos para mantener sus eslóganes propagandísticos de que “No hay un interlocutor real para la paz” y de que “Los palestinos son incapaces de gobernarse.” Pero, ¿debería sorprendernos todo esto? ¿No fue acaso el gobierno Bush el que azuzó la división entre los palestinos según el viejo dicho de “divide y vencerás?” Según Vanity Fair, una iniciativa secreta para provocar la guerra civil entre palestinos fue aprobada por Bush y puesta en práctica por la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el asesor adjunto de Seguridad Nacional Elliot Abrams. El plan consistía en que los gobiernos árabes moderados crearan una fuerza para deponer el gobierno democráticamente elegido de Hamás. Por consiguiente, ¿por qué deberíamos creer la mendaz reclamación de Estados Unidos y los denominados árabes moderados de una posterior unidad palestina?
La prédica de la secretaria de Estado Clinton continuó así: “Estoy convencida de que Hamás debe cumplir no sólo con los principios del Cuarteto sino también con los principios de base de la Iniciativa Árabe de Paz.”
La ministra estadounidense de Asuntos Exteriores extrae de la Iniciativa lo que le conviene y descarta lo que no le gusta. La Iniciativa pide la retirada completa de Israel de todos los territorios árabes ocupados desde junio de 1967 y el cumplimiento de las Resoluciones del Consejo de seguridad 242 y 338. Pero parece que estos puntos fueron dejados de lado adecuada y voluntariamente cuando le preguntaron por las fronteras de dicha solución de dos Estados.
La secretaria de Estado Clinton continuó: “No podemos esperar que tanto Al Fatah como los israelíes o los árabes que desean ver resuelto este asunto con la solución de los dos Estados colaboren con un grupo que no cree en el resultado de este empeño.”
La honorable dama volvió a su ceguera sobre algunas cuestiones que sería necesario evocar si su gobierno está realmente preocupado por el futuro de los niños palestinos, como dijo más tarde durante la entrevista. En primer lugar, Hamás no es un simple grupo sino que cuenta con la elección democrática de la gente. En segundo lugar, no es cierto que los israelíes deseen de corazón resolver el asunto. Los hechos y las políticas de atrocidades lo han demostrado más allá de toda duda. En tercer lugar, Al Fatah y los árabes no representan a los palestinos. Clinton olvida que 11.000 personas, entre ellas un tercio de los miembros del Parlamento palestino, están en las cárceles israelíes. Si estuviesen libres, el terreno político palestino sería probablemente muy diferente. En cuarto lugar, si los niños palestinos son una preocupación para el gobierno estadounidense, no permitiría éste que Israel hiciese pedazos sus pequeños cuerpos cuando se refugiaban en sus escuelas, ni tampoco que bombardease sus hogares cruelmente con armamento estadounidense durante 22 días, ni que les impusiese un sitio inhumano durante más de dos años. ¿Cómo vamos a creer a la señora Clinton, cuando su gobierno ha sido el socio político y el apoyo en la sombra que ha privado a los palestinos de sus derechos humanos básicos de reconstruir sus casas bombardeadas, cuando muchas familias siguen viviendo en tiendas sin instalaciones apropiadas para la vida humana? Basándose en este llamativo silencio, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tiene la desvergüenza de manifestar con insolencia: “Nos piden que permitamos mejores condiciones de vida para la población, y que dejemos entrar bienes y equipos, pero tenemos otras prioridades en la Franja de Gaza.”

¿Cómo se puede seguir en silencio y racionalizar el acto político de un bloqueo impuesto a millón y medio de personas en Gaza?

Pero, seamos inocentes u optimistas –llamémoslo como queramos– e imaginemos que la política exterior estadounidense está en plena transición y decentemente preocupada por encontrar un remedio político. Imaginemos que el presidente Obama tiene buenas intenciones para resolver el conflicto, no como una estrategia de cooptación de las insurgencias que han salido a la superficie en la región y que tienen apoyo y legitimidad popular. Imaginemos que las premisas no son sólo de reforzar el poder estadounidense y validar la fachada moral que tan sujeta a grave deterioro ha estado desde el gobierno Bush.
¿Qué clase de Estado palestino permitirá Israel que se establezca?

Con ocasión del aniversario de la Naqba –la Catástrofe–, el distinguido historiador israelí Ilan Pappé dio respuesta a esta pregunta en una conferencia, cuya filmación merece una visita:
http://www.youtube.com/watch?v=VpxHdAhZRxQ&eurl=http%3A%2F%2Fwww.palestinechronicle.com%2Fvideos%2FviewVideo.php%3FfileID%3D223&feature=player_embedded-
Desde su perspectiva sionista, en junio de 1967, el gobierno israelí representado por todo el espectro político de Israel decidió su estrategia en relación con los territorios palestinos ocupados. No pudiendo llevar a cabo la expulsión masiva de 1.5 millones de palestinos y la limpieza étnica cometida en 1948, el gobierno ocupante decidió que Cisjordania y Gaza formarían parte de Israel para siempre. La anexión de los territorios ocupados a Israel, sin embargo, era imposible debido a factores demográficos. Así, la solución fue que los palestinos tuvieran, en el mejor de los casos, una cárcel abierta, o, en palabras de Pappe, “una megaprisión abierta o subprisiones.” La prisión puede ser abierta y los palestinos tener autonomía para vivir sus vidas, siempre y cuando acepten el principio de la prisión y sean obedientes y no ofrezcan resistencia. Unos “palestinos verdes (enjaulados)”, por decirlo así. En caso de resistencia, el gobierno israelí pasa inmediatamente al nivel de máxima seguridad con todas las medidas punitivas consiguientes. Por amargo y doloroso que suene, se espera que los palestinos, dentro de esta estrategia, vivan, en el mejor de los casos, con arreglo a condiciones ecológicas similares a las de los animales.

Aun cuando llamemos Estado a esta prisión, a los israelíes no les plantea problema alguno siempre y cuando los palestinos acepten el control total de sus vidas por medio de una maquinaria burocrática que rige todos y cada uno de los aspectos de su existencia, y siempre que colaboren con el aparato burocrático. Lo que importa es la esencia, no la terminología. Las políticas de atrocidades que perpetúan el sufrimiento de los palestinos desde entonces se consideran de máxima importancia para fortalecer los muros mentales de la prisión.
Las decisiones estratégicas tomadas en junio de 1967 siguen vigentes hoy en múltiples gestos de crueldad. La última masacre militar y el largo e inhumano sitio de Gaza son sólo algunas muestras palpables. La manipulación de los medios de comunicación, el control del lenguaje y el discurso, la propaganda, los grupos de presión, la legalización, la segurización, el victimismo y el chantaje político mediante el uso del Holocausto y la retórica antisemita son sólo algunos medios visibles del modo cómo se mantiene el relato israelí y su apoyo internacional. Imposible saber qué otros medios se utilizan en secreto.
No habrá un Estado palestino soberano en el sentido real de la palabra en el marco de la actual estructura de poder en Oriente Próximo.
La estrategia diseñada en 1967 se pone de manifiesto en la Plataforma del Likud que afirma: “El Gobierno de Israel rechaza de plano la creación de un estado árabe palestino al oeste del río Jordán. Los palestinos podrán vivir libremente en el marco de una autonomía, pero no como un estado independiente y soberano. Así, por ejemplo, en asuntos de relaciones exteriores, seguridad, inmigración y ecología su actividad estará limitada con arreglo a los imperativos de existencia de Israel, y su seguridad y necesidades nacionales.”
Para realizar la prisión que les han construido se procede a la confusión de los términos: terrorista, en lugar de resistente; moderados, en lugar de colaboradores y subordinados; y estímulos económicos en lugar de soberanía y aspiraciones políticas. Los proyectos de connivencia para mantener el statu quo en su perspectiva política siguen adelante. El proyecto Nuevo Oriente Próximo, orientado a la exterminación del movimiento de resistencia es uno de ellos.
En la perspectiva de los gobiernos israelíes, la única Autoridad Palestina legítima y pacífica es aquella que acepta actuar como contratista de seguridad, o perro guardián de su propia gente para controlar la resistencia en todas sus formas, so pretexto de combatir la violencia y el terrorismo, y promover una cultura de moderación.
En su Plataforma, el Likud exige con todo descaro que “La Autoridad Palestina deberá librar una batalla sistemática contra las organizaciones terroristas y sus infraestructuras. La AP deberá no sólo intensificar sus esfuerzos para prevenir los ataques sino también actuar con decisión para impedir potenciales actos terroristas, desmantelando para ello la infraestructura terrorista que se ha desarrollado y extendido en las zonas de la AP desde los acuerdos de Oslo.” Entre líneas, este texto se refiere a la resistencia a la ocupación en todas sus formas.
Lo que sí es de importancia como finalidad política para Israel, Estados Unidos y sus aliados es que se perciba la seguridad del Estado de Israel con arreglo a la enfermiza perspectiva de los sionistas, que conciben la simple existencia de los palestinos como una amenaza. No contamos ni con las afirmaciones ni con las visitas realizadas por la élite política estadounidense. En su discurso de hoy en la Universidad de El Cairo, el presidente Barack Obama comenzó pulsando la fibra sensible de los musulmanes y los árabes, su próspera historia, las civilizaciones de la región, y la tolerancia y el perdón inscritos en el Corán y el islamismo, lo que tuvo un efecto enternecedor para todos los presentes. Se diría que quien escribió su discurso había estudiado a fondo la psicología y la mentalidad árabes. Pero su discurso, en el fondo, no aportó nada que no fuera retórica vacía. Las políticas estadounidenses ya no pueden descansar en la inocencia de la gente. Cuando pronunció la frase Los palestinos deben evitar la violencia supimos que los estadounidenses siguen siendo un generoso socio político y campeón de los intereses de Israel. Se trata de una lectura totalmente errónea de la realidad.
Si la visita de Obama fuera acompañada de un levantamiento inmediato del cerco de Gaza, podríamos creer que el actual gobierno estadounidense está en vías de establecer una política más justa. Pero lo que resulta particularmente importante para el presidente estadounidense, según se desprende de su campaña electoral y su actuación política hasta hoy, es su aspiración a seguir en el poder y ser reelegido para un segundo mandato presidencial. Obama no podrá tomar una posición que moleste al lobby sionista al que tanto deben él y su partido. Pero, para verificar que somos amantes de la paz, por favor, demuéstrennos con hechos, no con palabras, que estamos equivocados.

http://palestinethinktank.com/2009/06/07/lina-suleiman-state-of-caged-palestinians/

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Soldados israelíes confiesan el abuso sobre niños palestinos


Maniatados, con los ojos vendados y golpeados por soldados israelíes

Ben Lynfield
Independent co. uk
10-06-2009
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Hares, Cisjordania
Dos oficiales israelíes han testificado que soldados en Cisjordania golpearon, vendaron los ojos y ataron a civiles palestinos de hasta 14 años.

Las perniciosas revelaciones de dos sargentos de la Brigada Kfir incluyen descripciones de abusos que dicen que presenciaron durante una operación de cacheo y detención en la que participaron cientos de soldados en la aldea Hares el 26 de marzo. Los testimonios han sido vistos por The Independent y se espera que echen leña al fuego causado por recientes declaraciones del coronel Itai Virob, de la Brigada Kfir, en las que dijo que la violencia contra palestinos detenidos se justifica a fin de cumplir misiones.
Los dos soldados, del batallón Harub, destacaron las estrechas amarras de las esposas de plástico colocadas a los detenidos. “Hay algunos que piensan que hay que apretar las esposas a todo lo que dan, hasta que no pueda pasar una gota de sangre,” dijo un soldado. “No tarda mucho antes de que las manos se pongan azules. Hubo mucho gente que se veía que no sentían nada.”
Dijo que unos 150 palestinos, algunos de sólo 14 años, fueron atados, detenidos y se les vendaron los ojos en la escuela de la aldea durante la operación que duró de las 3 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Se les dijo que tenía el propósito de impedir que jóvenes de la aldea lanzaran piedras hacia carreteras cercanas reservadas para colonos. Era evidente que muchos de los detenidos no habían hecho nada malo, pero se les retuvo para obtener inteligencia, dijo.
Las peores golpizas fueron en los baños, dijo. “Los soldados que llevaban [a detenidos] a los retretes simplemente estallaban en su contra aporreándolos; los maldecían sin motivo. Cuando llevaron a un árabe al retrete para que pudiera orinar, uno de ellos le dio una bofetada que lo lanzó al suelo. Había sido esposado por detrás con una esposa de nylon y le habían vendado los ojos. No fue insolente, no hizo nada para molestar a alguien… [fue] sólo porque es árabe. Tenía unos 15 años.” El soldado dijo que vio a muchos soldados “dar rodillazos [a los palestinos] porque es aburrido, si estás ahí parado 10 horas, no haces nada, así que golpeas a la gente.”
Un segundo soldado describió una “atmósfera fanática” durante las operaciones de búsqueda. “Entrábamos a una casa y poníamos todo cabeza abajo,” recordó, pero no encontraban armas. “Confiscaron cuchillos de cocina.”
El primer soldado dijo que la participación fue general. “Hubo muchos reservistas que participaron, y tuvieron una celebración total a costa de los palestinos: maldiciones, humillación, tirándoles los cabellos y las orejas, golpes, bofetadas. Esas cosas eran la norma.” Dijo que los incidentes en los baños fueron “extremos” y agregó que las golpizas no sacaron sangre. Fueron “golpes secos, pero siguen siendo golpes.”
El segundo soldado dijo que algunos soldados robaron en las casas que allanaban, a pesar de que la gente era tan pobre que les era difícil encontrar algo.
El mes pasado, el coronel Virob testificó ante un tribunal militar que los golpes contra detenidos palestinos podían ser justificados. “Pararlos contra los muros, empujarlos, un golpe que no causa heridas. Ciertamente, son cosas que son utilizadas comúnmente en un intento de cumplir la misión,” dijo. A pesar de una reprimenda al coronel Virob por el jefe del comando central, general Shamni, y un repudio del jefe del estado mayor del ejército, teniente general Gabi Ashkenazi, las observaciones son vistas por Rompiendo el Silencio, una organización que recolecta testimonios de soldados, como prueba de que los presuntos abusos en Hares no pueden ser desestimados como un hecho aislado o como improvisaciones a bajo nivel.
En Hares, Ihab Shamlawi, estudiante universitario, recuerda haber visto que un alumno de secundaria pidió permiso a los soldados para ir al baño. “Lo tiraron al suelo, le patearon las piernas y lo golpearon, dijo.” Otros diez o quince soldados estaban observando, recuerda el señor Shamlawi. “Todos se rieron”, dijo.
La oficina del portavoz del ejército dijo ayer que se había abierto una investigación y agregó que, después de las anteriores observaciones del coronel Virob, el general Shamni había distribuido panfletos a los soldados subrayando que “cuando alguien es retenido, detenido o arrestado… se prohíbe absoluta y claramente a los soldados de la Fuerza de Defensa de Israel [ejército israelí]… el uso de cualquier fuerza o violencia en su contra.”
http://www.independent.co.uk/news/world/middle-east/bound-blindfolded-and-be%0Aaten-ndash-by-israeli-troops-1700194.html


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Mitchell: la Iniciativa de Paz de Obama Incluye a Siria y Líbano


11/06/2009

El enviado de EEUU, George Mitchell, llamó el jueves a los estados árabes a “dar pasos significativos y a realizar acciones importantes con el fin de hacer la paz con Israel” tras su reunión con el ministro de Exteriores egipcio, Ahmed Abul Gueit.

Mitchell llegó a El Cairo procedente de los territorios palestinos ocupados, reiterando la postura de Washington de que un estado palestino es la única respuesta viable al conflicto de Oriente Medio. “Estamos trabajando duro para lograr nuestro objetivo, una paz global en Oriente Medio, incluyendo un estado palestino que viva al lado de Israel en paz y seguridad,” dijo Michell a los reporteros.

Esto incluye “la paz entre Israel y sus otros vecinos inmediatos y la plena normalización de relaciones entre Israel y todas las naciones árabes, tal y como viene contemplado por la iniciativa de paz árabe,” señaló.

“Como el presidente Barack Obama dijo aquí en El Cairo la pasada semana, los estados árabes tienen un importante papel que jugar... Nosotros contemplamos la iniciativa de paz árabe como una importante propuesta que estamos intentando integrar en nuestro esfuerzo. El proponer la iniciativa fue sólo el principio. Ella conlleva responsabilidades, tales como el dar pasos significativos y el llevar a cabo importantes acciones que nos ayuden a movernos hacia nuestro objetivo.”

En la víspera de sus viajes a Beirut y Damasco, Mitchell dijo que “el acuerdo regional que la Administración Obama está intentando promover no es sólo acerca de la paz entre Israel y los palestinos, sino también sobre la paz entre Israel, por un lado, y Siria y Líbano, por otro.”

Los comentarios de Mitchell se produjeron tras un encuentro con la líder de la oposición israelí, Tzipi Livni, que sirvió para poner fin a dos días de reuniones en Israel y la Autoridad Palestina.

Tras su encuentro con Livni, Mitchell voló a El Cairo. Desde allí el irá a Beirut el jueves y luego continuará su viaje a Damasco el viernes y el sábado para celebrar sus primeros encuentros en ambas capitales desde que tomó posesión de su cargo en enero.

Un alto responsable en la Oficina del Primer Ministro israelí dijo que el viaje de Mitchell a Líbano y Siria era indicativo de su enfoque global – hablar con todo el mundo y luego “intentar mover la pelota por el campo a una gran distancia de una sola vez.”

Otros dos responsables estadounidenses -Jeffrey Feltman, del Departamento de Estado, y Dan Shapiro, del Consejo de Seguridad Nacional- viajaron a Siria dos veces desde que Barack Obama juró el cargo en enero. Sin embargo, éste será el primer viaje de Mitchell a Damasco, que viene a demostrar, según fuentes diplomáticas, un interés en implicar a Siria en el nuevo proceso de paz promovido por EEUU.

Además, se espera que mientras se halle en Damasco, Mitchell intente sondear la actitud de Hamas -que tiene su sede principal en la capital siria- hacia los recientes desarrollos regionales. Los responsables diplomáticos han dejado claro que cualquier encuentro entre Mitchell y representantes de Hamas estaba “fuera de cuestión.”

Poco antes de la visita de Mitchell, el presidente sirio, Bashar al Assad, envió una señal de que estaba interesado en reanudar las negociaciones de paz con Israel a través de Turquía. Del mismo modo, el líder de Hamas, Jalid Meshaal, envió señales de apertura al declarar que Hamas sería “una fuerza positiva en lo que se refiere a encontrar una solución justa para el pueblo palestino, que le permita recuperar sus derechos.”

A pesar de la visita de Mitchell, no se espera que la vía de negociación con los sirios ocupe un lugar destacado en el esperado discurso que el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, pronunciará en el Centro Beguin-Sadat de Estudios Estratégicos en la Universidad Bar-Ilan.

El ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, tiene previsto acudir a Bruselas la próxima semana para el encuentro anual de la Asociación Israel-UE, donde se espera que haga frente a las difíciles preguntas de los ministros de Exteriores de la UE y también intente promover el programa diplomático que se espera que Netanyahu articule el domingo por la noche.

Desde Bruselas, Lieberman irá a Washington para su primera visita allí como ministro de Exteriores. La semana siguiente, Netanyahu realizará el primer viaje a Europa desde que se convirtió en primer ministro y mantendrá tres días de encuentros en Italia y Francia.

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El discurso de El Cairo ¿Un nuevo comienzo o la misma hipocresía de siempre?


12-06-2009
Nima Shirazi
palestinethinktank.com
Traducido por S. Seguí

Primera parte: ¿Un nuevo comienzo o la misma hipocresía de siempre?

El jueves 4 de junio de 2009, el día anterior al 42º aniversario de la conquista por Israel del resto de Palestina, dos días antes del 65º aniversario del día D y exactamente 425 años después del día en que Sir Walter Raleigh fundó la primera colonia británica en el Nuevo Mundo, en Roanoke Island, el presidente Barack Obama leyó un esperadísimo discurso que muchos confiaban que señalara un cambio histórico sin precedentes en la política exterior de Estados Unidos, y demostrara una transformación de las relaciones de este país con el llamado mundo musulmán.

Podrían escribirse miles de palabras sobre si Obama estuvo o no a la altura de las expectativas en su discurso, de tan amplia temática, en la Universidad de El Cairo. ¿Estuvo a la altura del desafío del siglo, con respeto, gracia y compasión? ¿O bien aprovechó la ocasión para dar el espaldarazo a la hegemonía israelí, el imperialismo americano y el poder occidental sobre pueblos y culturas indígenas?

¿Debemos alabar sus citas coránicas, su denuncia de los estereotipos islámicos negativos, su utilización de términos como colonialismo, ocupación y Palestina? ¿Deberíamos maravillarnos de su comprensión del hecho que, como resultado del imperialismo occidental y la Guerra Fría, a muchos musulmanes se les negaran “derechos y oportunidades” y los países musulmanes fueran “tratados como países satélites, sin tener en cuenta sus propias aspiraciones”? ¿Deberíamos estar encantados con su reconocimiento de que Irán, país firmante del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, tiene el inalienable “derecho a acceder a la energía nuclear con fines pacíficos”, aun cuando nunca mencionara a Israel por su nombre cuando dijo que “ningún país por sí sólo debería determinar qué países disponen de armas nucleares” y señalara que “algunos países disponen de estas armas” y “otros no”? ¿Y qué decir de la extraordinaria confesión de que “Estados Unidos tuvo un protagonismo en el derrocamiento de un gobierno iraní democráticamente elegido?

¿Deberíamos danzar la danza del cambio y la esperanza porque Obama reconociera lo innegable: el sufrimiento, el desplazamiento, la deshumanización y las legítimas expectativas de dignidad, oportunidad y construcción de un Estado del pueblo palestino? ¿Deberíamos pasar algún tiempo comparando y contrastando los adjetivos “indestructible” e “intolerable”? ¿Debería estimularnos la referencia de Obama al “derecho a la existencia” de Israel, que deliberadamente excluyó el calificativo habitual y excluyente de “como Estado judío”? ¿Y qué pensar de su resuelto rechazo de la colonización ilegal israelí que está teniendo lugar en estos momentos? ¿O de su asociación entre la resistencia palestina a la ocupación y el deseo de “derechos plenos e iguales” con la lucha del pueblo afroamericano contra la brutalidad de la esclavitud y la “humillación de la segregación”? ¿O de su yuxtaposición de la narrativa palestina con la del apartheid de Suráfrica?

¿Cómo podemos tomar la elevada retórica de Obama y su inspiradora invocación de una Humanidad unificada? ¿Y la pasmosa hipocresía? ¿Con cuánta pasión deberíamos destacar que, en el mismo momento en que Obama declara su “indesmayable” compromiso de “lucha contra los extremismos violentos” que amenazan al pueblo estadounidense y contra “las muertes de hombres, mujeres y niños inocentes”, aviones no tripulados Predator y Reaper, que lucen en su fuselaje las barras y estrellas, surcan los cielos de Afganistán y Pakistán, aumentando probablemente la escandalosa cifra de muertos que acumula ya el joven gobierno de Obama. ¿Deberíamos recordar a todo el mundo que, hace tan solo un mes, estos raids aéreos asesinos se cobraron en un solo día las vidas de más de 120 civiles afganos en la población de Granai? ¿Y qué hay del hecho de que, en sus primeros 100 días, el nuevo presidente haya conseguido crear más de dos millones de refugiados pakistaníes?

Al manifestar que los acontecimientos del 11-S traumatizaron al pueblo estadounidense, y afirmar que Estados Unidos de América no es un “imperio atento sólo a su propio interés”, y al declarar que las acciones de “extremistas” son “irreconciliables con los derechos de los seres humanos, el progreso de las naciones y el Islam”, Obama omitió cualquier mención a las 700 bases militares que puntean el globo o a los cuatro millones de refugiados iraquíes resultado de la invasión de este país por Estados Unidos. Dijo que Al Qaeda ha “matado a personas de diferentes credos, pero más que ningún otro, ha matado a musulmanes.” Obama no mencionó los más de un millón de iraquíes muertos en estos seis años que no son responsabilidad de Al Qaeda, sino que son víctimas de los Estados Unidos.

Obama citó el Corán cuando dijo que “quien mata a un inocente es como si matase a toda la Humanidad”, y que “quien salva a una persona es como si hubiese salvado a toda la Humanidad.” Así pues, ¿cuántas Humanidades han sido destruidas por Estados Unidos en su intento de proteger a sus ciudadanos a medio mundo de distancia?

Sobre el 11-S, Obama declaró: “Las víctimas eran hombres, mujeres y niños inocentes de Estados Unidos y de muchos otros países que no habían hecho ningún daño a nadie. Y sin embargo, Al Qaeda decidió asesinarlos sin piedad, reivindicar el ataque, e incluso hoy manifestar su decisión de matar a gran escala. Tienen afiliados en muchos países e intentan ampliar su alcance. Esto no son opiniones que puedan debatirse, son hechos a los que hay que hacer frente.”

Imaginen lo siguiente: si en este párrafo anterior el término Estados Unidos fuese sustituido por Palestina, y Al Qaeda por el ejército israelí, el presidente habría estado hablando de la devastación causada por Israel en Líbano en 1982 y 2006, el bombardeo de Gaza el pasado invierno, y su manifiesta decisión de atacar Irán. Por supuesto, esta relación Obama la omitió.

En uno de los fragmentos más reveladores de su discurso de 50 minutos, Obama manifestó que “los Palestinos deben abandonar la violencia. Es una verdad evidente, la violencia es un callejón sin salida. No es ni un signo de valor ni de poder lanzar cohetes sobre niños dormidos, o hacer saltar por los aires a mujeres en un autobús. No es así como se consigue la autoridad moral, es así como se renuncia a ella.”

Este ruego de Obama en favor de la resistencia pacífica y la denuncia de la violencia es sin duda encomiable, especialmente en labios de un presidente estadounidense. Pero aquí hay algo que no cuadra. Obama dirigió estas observaciones sólo a los palestinos, dando fuerza así una vez más a toda la narrativa propagandística según la cual los árabes practican un terrorismo inmoral mientras que Israel actúa sólo en una defensa propia necesaria. Es absurdo. No se dijo una sola palabra de los mortíferos ataques de Israel contra la población encerrada y hambrienta de Gaza, durante los cuales los militares israelíes mataron más de 1.400 palestinos –85% de los cuales eran civiles–, de ellos 400 niños. Obama no consideró necesario condenar la utilización de misiles y bombas, fósforo blanco y explosivos de metal inerte denso, tanques, aplanadoras, aviones no tripulados y balas, todo ello de fabricación estadounidense, contra niños durmientes y adultos aterrorizados en Beit Lahiya, Beit Hanoun y Jabalya. Aparentemente, Obama no considera que Israel haya renunciado a su autoridad moral al mantener a los palestinos bajo ocupación militar durante un cuarto de siglo, al arrestar y a veces matar a tiros a quienes protestan pacíficamente contra la anexión continua de tierra palestina (17 palestinos han muerto por disparos israelíes cuando protestaban contra el muro, desde 2004), o al mantener a miles de palestinos en las prisiones de Israel durante años, sin cargos ni juicios. Los israelíes que protestan por el comportamiento agresivo y racista de su gobierno son vilipendiados, y los valientes jóvenes que se niegan a prestar servicio en la ocupación son enviados a la cárcel.

Pero en ningún lugar fue la ironía de Obama más vergonzosa que cuando pidió a los palestinos que “pensasen sobre todo en lo que pueden construir”, sin añadir que durante el ataque a Gaza Israel destruyó más de 5.000 viviendas, 16 edificios gubernamentales, 20 mezquitas y muchas escuelas, universidades y hospitales. Israel atacó ambulancias, instalaciones y refugios de las Naciones Unidas, almacenes de alimentos, fábricas y plantas energéticas. Y es evidente que, si bien Obama pidió poner fin a los asentamientos ilegales en Cisjordania (sin mencionar el desmantelamiento de las actuales colonias y puestos avanzados israelíes, todos ellos ilegales con arreglo al Derecho Internacional), no puso en cuestión la continua construcción y el mantenimiento de los controles militares israelíes, sus torres de vigilancia, el muro del apartheid, y las carreteras de circunvalación cerradas a los palestinos que dividen sus tierras.

Es cierto que Obama manifestó su apoyo a un Estado palestino e instó a Israel a reconocer el “derecho a la existencia” de Palestina. También mencionó la opresora ocupación de Cisjordania y el estrangulador bloqueo y cerco económico de Gaza cuando dijo:

“… Israel debe también estar a la altura de sus obligaciones y garantizar que los palestinos puedan vivir, trabajar y desarrollar su sociedad. Del mismo modo que destroza las familias palestinas, la crisis humanitaria actual de Gaza no sirve a la seguridad de Israel, ni tampoco la continua falta de oportunidades de Cisjordania. El progreso en la vida cotidiana del pueblo de palestina debe ser un elemento central de la vía hacia la paz, e Israel debe dar pasos concretos que permitan dicho progreso.”

Son, sin duda, hermosas palabras en labios de la persona más poderosa del planeta, y debería ser una esperanza para todos los defensores de los derechos humanos y el Derecho Internacional que Obama diese continuidad a estas demandas y sugerencias con medidas concretas. Hay siempre el temor de que los grandes objetivos y los bonitos discursos sirvan para reforzar los medios israelíes que permitan alcanzar los objetivos estadounidenses. Ahora bien, a la vista de las palabras de Obama en El Cairo hoy hay la posibilidad de hallar un mejor punto de partida.



Segunda parte: Disfunción eréctil o el timing es lo importante

Mientras asistimos a un análisis sin fin de las matizadas palabras de Obama en El Cairo, sería prudente analizar el momento elegido por Obama para lanzar su discurso ante los 3.000 invitados de la Universidad de la capital egipcia y millones de personas en todo el mundo.

La aproximación de Obama al mundo musulmán llega en un momento en que Oriente Próximo está en puertas de dos importantes elecciones que se celebrarán la próxima semana: la del Líbano, el 7 de junio; y la de Irán, el 12 de junio.

Según el comentarista Rannie Amiri, “debido al complejo marco político del Líbano, confesional en su fundamento, la comprensión de la mecánica y la dinámica tras la próxima votación para el Parlamento es más complicada que la de la elección presidencial de Irán. Hay dos coaliciones principales en Líbano, que llevan el nombre de Alianza 8 de Marzo y de Alianza 14 de Marzo, aclara Amiri:

La Alianza 8 de Marzo recibe su nombre de la fecha en que se celebró, en 2005, una masiva manifestación en Beirut organizada por Hezbolá que expresó su oposición a su desarme, su apoyo a Siria y su resistencia a Israel. La coalición está formada por Hezbolá; el partido Amal, de Nabih Berri; y el Movimiento Patriótico Libre, no religioso, del general Michel Aoun. A diferencia de Nasrallah y Berri, musulmanes chiíes, Aoun es cristiano maronita por lo que cuenta con el apoyo del electorado de éste y otros grupos cristianos.

La Alianza 14 de Marzo recibe también su nombre de una manifestación masiva, celebrada en Beirut en 2005, pero ésta marcadamente anti siria. Tuvo lugar exactamente un mes después del asesinato del primer ministro Rafiq Hariri y marcó el comienzo de la Revolución de los Cedros que condujo a la retirada de todas las tropas sirias de Líbano después de 29 años. La Alianza 14 de Marzo es la actual coalición en el poder, cuenta con el apoyo occidental y está compuesta principalmente por partidos suníes, drusos y cristianos. Su líder es Saad Hariri, multimillonario, hijo de Rafiq, y su Movimiento por el Futuro forma el bloque principal.

Mientras que la Alianza 8 de Marzo mantiene poder de veto sobre las decisiones del gobierno, como parte del acuerdo de reparto de poder conseguido en mayo de 2008 con el Acuerdo de Doha, y ocupa 58 escaños de la Asamblea Nacional de Líbano, la Alianza 14 de Marzo dispone de 70 escaños. Si bien el líder de Hezbolá, Sayyid Hassan Nasrallah, ha fomentado un gobierno libanés estable y unificado que represente la voluntad popular, afirmando que “En interés de Líbano y su estabilidad, es importante que haya comprensión y cooperación entre los libaneses a la hora de llevar los asuntos del país,” su oponente, el líder de la mayoría parlamentaria, Saad Hariri, afirmaba con frialdad que “No formaremos parte del gobierno si la Alianza 8 de Marzo gana las elecciones.”

Se afirma que el número de escaños indecisos es de 30, por lo que la Alianza 8 de Marzo ganando sólo siete de ellos conseguiría una mayoría parlamentaria. Si fuese así, sería un golpe para Estados Unidos, Israel y sus aliados en Oriente Próximo –Egipto, Arabia Saudí y Jordania– desequilibrando la representación popular en Líbano contra la influencia occidental y en favor de una resistencia constante contra el imperialismo y el colonialismo.

Así pues, las apuestas son altas para el gobierno de Obama. En las últimas semanas, tanto la secretaria de Estado, Hillary Clinton, como el vicepresidente, Joe Biden, han visitado Beirut para dar su apoyo a la facción 14 de Marzo y asegurar a los votantes libaneses que Estados Unidos no interferiría en las próximas elecciones. Qué irónico. Clinton pidió una elección “limpia y libre de interferencia exterior” y la Casa Blanca explicó que la visita de Biden tenía por objeto “potenciar el apoyo de Estados Unidos a un Líbano independiente y soberano.”

Hezbolá manifestó que las visitas sorpresa de estos altos funcionarios estadounidenses ha levantado “fuertes sospechas y equivale a una intromisión clara y detallada en los asuntos de Líbano.” Este temor parece bien fundado teniendo en cuenta la opinión de Estados Unidos de que la continuación de la asistencia financiera y militar a Líbano tendría en cuenta qué facción política gana la elección del domingo.

Después de reunirse con el presidente libanés, Michel Suleiman, Biden manifestó: “Les aseguro que estamos con ustedes para conseguir un Líbano soberano y seguro, dotado de instituciones fuertes” y también que “la elección de líderes comprometidos con el Estado de Derecho y la reforma económica abre la puerta a un crecimiento y una prosperidad duraderos aquí en Líbano.” Sin embargo, Biden afirmó que “Estados Unidos evaluará el carácter de nuestros programas de asistencia basándose en la composición del nuevo gobierno y en las políticas que proponga.”

El parlamentario Hassán Fadlallah, en la línea de Hezbolá, dejó clara la posición de su partido sobre la visita de Biden: “Parece que esta visita es parte de un intento de Estados Unidos de supervisar la campaña electoral de un partido político que se siente amenazado políticamente (…) a la vista del resultado esperado de las elecciones legislativas,” afirmó.

No es sorprendente que ni Clinton ni Biden mencionasen las numerosas detenciones de parlamentarios libaneses prooccidentales acusados de espiar para Israel, ni tampoco el uso generalizado del fraude electoral a fin de decantar la balanza contra Hezbolá. Como informa el periodista estadounidense Franklin Lamb: “El veterano opositor chií de Hezbolá Ahmad Al-As’ad ha formado una organización chií anti Hezbolá llamada Asamblea por una Opción Libanesa y ha presentado a 19 candidatos contrarios a Hezbolá. Admite abiertamente que recibe una buena parte de ayuda saudí para que compita contra Hezbolá en el Sur y en la Bekaa, y se cree que está aliado con el equipo pro EE UU de Hariri. As’ad sabe que su grupo no puede ganar y que la inmensa mayoría de chiíes votarán por Hezbolá. Su objetivo no es tanto que los electores voten contra Hezbolá sino conseguir que no lo hagan a favor de este partido. Así, en el recuento de votos, Israel y los centros anti Hezbolá podrán declarar que Hezbolá está perdiendo apoyo entre sus bases, ya que ha conseguido menos votos que en 2005, etc.

Para conseguirlo, los operativos de As’ad han estado alquilando carnets de identidad de los votantes a razón de hasta 1.000 dólares cada uno. Los carnets se entregan a cambio de 1.000 dólares y se devolverán el lunes 8 de junio, una vez escrutadas las papeletas.

Entretanto, en Irán, aumenta la tensión a medida que el país se prepara para su décima elección presidencial la próxima semana. Los cuatro candidatos obtuvieron el visto bueno, a partir de una lista de 475 aspirantes –433 hombres y 42 mujeres– , de los doce miembros del Consejo de Guardianes, encargado de estudiar las aptitudes de los candidatos y de aprobar su capacidad para dirigir los asuntos del país. Mientras que el presidente Mahmoud Ahmadineyad y el secretario del Consejo de Estado y ex jefe del cuerpo de Guardianes de la Revolución Mohsen Rezaei presentan unas candidaturas conservadoras y tradicionalistas, el ex presidente del Parlamento Mehdi Karroubi se presenta como candidato reformista moderado. La única amenaza real a la reelección de Ahmadineyad viene del ex primer ministro Mir-Hossein Mousavi, que se presenta en su campaña como reformista fiel a los principios de la Revolución Islámica de 1979.

Mousavi ha ganado apoyos en las zonas urbanas, mientras que Ahmadineyad tiene el apoyo rural a su favor. Mousavi ha manifestado su compromiso con la Constitución iraní, y propone un mayor acceso a la información y una política exterior más conciliadora. En una reciente emisión de televisión, afirmó que Irán “debe avanzar hacia un Estado en el que el gobierno proporcione a los ciudadanos cualquier tipo de información, con las excepciones de la información militar y la de seguridad”, y afirmó también que las esperanzas iraníes de un mayor desarrollo “no son realizables sin libertad de los medios de comunicación y la prensa.”

En materia de política exterior, Mousavi ha asegurado que el programa nuclear iraní continuará con arreglo a la ley, y prometió que “todos los logros, enfoques y avances logrados no deberían abandonarse.” Asimismo, articuló su deseo de una diplomacia internacional en torno al programa nuclear del modo siguiente: “Hay dos asuntos con relación a nuestro programa nuclear: el primero es el uso de la tecnología nuclear con fines pacíficos, que forma parte de nuestros intereses nacionales y no puede abandonarse; el segundo asunto es lo que algunos países afirman sobre posibles diversiones en nuestro programa nuclear: es este punto el que estamos dispuestos a discutir con otros países.”

En relación con las tensas relaciones de Irán con Estados Unidos, Mousavi considera que el nuevo gobierno Obama se distancia de la agresiva retórica del pasado de Bush. “Estados Unidos ha cambiado el tono,” afirmó. “Iniciar relaciones con Estados Unidos no es un tema tabú, si ellos cambian en la práctica su postura.” Esta afirmación es consistente con los mensajes de Ahmadineyad y del líder supremo, el ayatolá Ali Jameney, que han pedido que Estados Unidos cambie su actuación en la arena internacional, y no sólo hable de ello. Mousavi mostró su mesurado enfoque de los asuntos internacionales –en contraste con la confiada postura de Ahmadineyad – al afirmar: “Irán no es amigo de Estados Unidos, pero este país tiene una gran influencia a escala mundial y grandes capacidades económicas y militares. Es cierto que somos un país poderoso, pero nuestro poder no debería llevarnos a actuar de un modo poco razonable. No podemos quedarnos solos ante Estados Unidos.”

También Ahmadineyad se ha mostrado favorable a la diplomacia durante la campaña. “Los sectores políticos de Washington no han dejado de señalar su disposición a un diálogo con funcionarios del gobierno de Irán,” dijo a finales de Mayo, y añadió: “Si las conversaciones se celebran en un plano de igualdad, no ponemos ninguna objeción. Nos gustaría discutir toda una serie de asuntos internacionales.” No obstante, Ahmadineyad mencionó con orgullo el hecho de que él nunca recurrió a “buscar el favor de los países occidentales” para alcanzar sus objetivos como gobierno iraní.

A medida que los debates y las campañas se enconan, la violencia ha hecho también acto de presencia en el ambiente electoral. El Washington Post informó que “Cinco personas perecieron el pasado domingo en el incendio provocado de un banco iraní en la ciudad suroriental de Zahedan, en la que un atentado suicida en una mezquita chií mató la semana pasada 25 personas en la explosión de una bomba.” El gobierno iraní ha afirmado que el grupo separatista islamista Jundullah, que reivindicó el ataque a la mezquita y que realiza regularmente ataques y secuestros en la región, recibe apoyo de Estados Unidos y está vinculado a Al Qaeda.

Jamenei instó a la estabilidad y la solidaridad ante toda esta innecesaria violencia. “Los hermanos suníes y chiíes, los diferentes grupos étnicos y políticos, las corrientes sociales deberían procurar la unidad tanto en los asuntos relacionados con las elecciones como en los que no,” afirmó el lunes, añadiendo que el atentado a la bomba “lleva el sello inconfundible de Israel y Estados Unidos.” El ministro de Asuntos Exteriores Maouchehr Mottaki afirmó: “Los grupos extremistas de la región están vinculados con algunas de las fuerzas extranjeras de Afganistán,” a la vez que Jalal Sayah, vicegobernador provincial de Sistan-Baluchistan, provincia fronteriza con Pakistán y Afganistán, afirmó que al menos tres personas han sido arrestadas en relación con los ataques terroristas, y añadió: “Según la información obtenida, colocaron la bomba a petición de Estados Unidos y sus aliados.”

Así pues, ¿qué tienen que ver estas interferencias occidentales en las próximas elecciones de Oriente Próximo con el discurso de Obama en El Cairo?

Mucho.

En uno de los momentos álgidos de su discurso, Obama glosó la democracia y manifestó su creencia en el valor de la autodeterminación. Declaró su compromiso con “los gobiernos que reflejan la voluntad del pueblo, “ y aseguró que Estados Unidos no pretende saber qué es lo mejor para todos, del mismo modo que no pretendemos escoger el resultado de una elección pacífica.” Y continuó así:

“Tengo la firme creencia de que todos los pueblos desean determinadas cosas: la posibilidad de expresar el pensamiento y de opinar sobre cómo son gobernados, la confianza en el imperio de la ley y la administración de justicia igual para todos, un gobierno que sea transparente y no robe al pueblo, y la libertad para vivir como deseen. Éstas no son ideas sólo estadounidenses: son derechos humanos. Y esa es la razón por la que vamos a apoyarlas en todo lugar. Estados Unidos respeta el derecho de todas las voces pacíficas y respetuosas de la ley a ser escuchadas en todo el mundo, aunque no estemos de acuerdo con ellas. Y acogeremos con agrado cualquier gobierno elegido y pacífico, siempre y cuando gobierne con respeto hacia todo su pueblo.”

Obviamente, Estados Unidos no ha reconocido la legitimidad de la avasalladora victoria de Hamás sobre Al Fatah en las elecciones palestinas de 2006, que contaron con el apoyo y la estrecha supervisión de Estados Unidos. Desde su victoria parlamentaria hasta hoy, Hamás ha sido aislado y demonizado por Occidente. Si el término operativo en el discurso de Obama parece ser el de “pacífico”, entonces también debería dirigirse a Israel.

El reciente gobierno israelí de extrema derecha, liderado por Benjamin Netanyahu y más peligroso aún al formar parte de él el fascista Avigdor Lieberman como ministro de Asuntos Exteriores, no está sujeto a los dictados de Obama. Mientras que se pide a Hamás que “tenga un papel relevante en el cumplimiento de las aspiraciones palestinas con el fin de unificar al pueblo palestino” mediante el fin de la violencia, el reconocimiento de anteriores acuerdos y el reconocimiento del derecho de Israel a existir, a Israel no se le pide la misma cosa. El flujo de miles de millones de dólares de ayuda estadounidense a Israel no corre el riesgo de verse cortado en función de quién gobierne en el llamado “Estado judío.” El apoyo de Estados unidos, militar, financiero y diplomático no será objeto de reevaluación debido a la constante agresión de Israel contra los palestinos, las amenazas a Irán, la negación de los derechos de los palestinos (tanto dentro de Israel como en los Territorios Ocupados), el rechazo a un estado palestino independiente y soberano, y el evidente desprecio al Derecho Internacional que prohibe todo tipo de colonias en los territorios ocupados, el castigo colectivo, las leyes discriminatorias y la construcción del Muro del Apartheid que separa a las comunidades palestinas de sus propias tierras.

Así pues, mientras el presidente Obama promueve el gobierno representativo en una región con una acuciante falta de democracia, los funcionarios, espías y agentes locales de Estados Unidos están intentando socavar la integridad de estas dos elecciones. Sus esfuerzos por influenciar los resultados políticos tanto en Líbano como en Irán, a fin de instalar liderazgos más prooccidentales parecen no existir para los sentimientos de Obama sobre seguir “la voluntad del pueblo.”

http://palestinethinktank.com/2009/06/07/nima-shirazi-obama-speech-double-bill-a-new-beginning-or-the-old-hypocrisy-and-electile-dysfunction/


Nima Shirazi es escritor y músico. Nacido y criado en Manhattan, reside en Brooklyn y escribe en el weblog Wide Asleep in America con el seudónimo de Lord Baltimore.

S. Seguí es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

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El discurso de El Cairo


Obama y las segundas intenciones de la mano tendida a los musulmanes

Thierry Meyssan
Réseau Voltaire
10-06-2009
Traducido para Rebelión por Caty R.

El presidente de Estados Unidos ha tendido la mano a los musulmanes en un gran discurso mediático pronunciado en El Cairo. De esta forma pretende pasar la desastrosa página de la «cruzada» de Bush en el Gran Oriente Medio. Sin embargo, en ese ejercicio de relaciones públicas, los alardes líricos han sustituido a las necesarias aclaraciones, mientras aparecen los nuevos apetitos de Washington.

El discurso que pronunció el presidente Obama el 4 de junio en El Cairo (1) fue presentado de antemano por los servicios de comunicación de la Casa Blanca como «fundador de una nueva era».
En realidad, ha sido objeto de una intensa campaña promocional que concluyó con un correo electrónico enviado por David Axelrod a las docenas de millones de abonados de la lista de la Casa Blanca (2). El consejero de imagen de Barack Obama invitó a los estadounidenses a ver el vídeo del discurso que, según él, marca un nuevo comienzo en las relaciones de Estados Unidos con el mundo musulmán (3). Hay que entender que este discurso está dirigido tanto, o más, a los electores estadounidenses como a los musulmanes.
Su mensaje principal se puede resumir así: Estados Unidos ya no considera al Islam como el enemigo y desea establecer relaciones de interés mutuo con los Estados musulmanes. Ese mensaje se debe tomar como lo que es: un eslogan de relaciones públicas.

Examinemos punto por punto el discurso

Prólogo ¡Quiérannos!

En una larga introducción, el orador desarrolló su mensaje principal de la mano tendida.
Barack Hussein Obama justificó la ruptura con su predecesor por su propia personalidad. Ofreció un momento de emoción a su auditorio al estilo de las películas de Hollywood. Habló de su padre musulmán, de su adolescencia en Indonesia –el país musulmán más poblado del mundo- y de su trabajo social en Chicago cerca de las poblaciones negras musulmanas.
Así, después de habernos hecho creer que la política exterior de Estados Unidos estaba basada en el color de piel de su presidente, quiere convencernos de que refleja su trayectoria personal. Sin embargo, que nadie piense que Obama es un autócrata que puede imponer sus estados de ánimo. Todos son conscientes de que la política de Washington es el fruto de un difícil consenso entre sus élites. En este caso, el cambio de retórica viene impuesto por una serie de fracasos militares en Palestina, Líbano, Iraq y Afganistán. Estados Unidos ya no considera enemigos a los pueblos musulmanes porque no ha conseguido aplastarlos.
Ese realismo condujo, en 2006, a la sublevación de los generales en torno a Brent Scowcroft, que lamentaba la fracasada colonización de Iraq y alertaba sobre un desastre militar en Irán. Continuó con la Comisión Baker-Hamilton, que llamaba a una negociación con Siria e Irán para salir con la cabeza alta del fiasco de Iraq. Ese realismo obligó al presidente Bush a destituir a Donald Rumsfeld y sustituirlo por Robert Gates, discípulo de Scowcroft y miembro de la Comisión Baker-Hamilton. Ese realismo se plasmó en la publicación del informe de las agencias de investigación que corroboraban que no existía ningún programa militar nuclear iraní y de esa forma destruyeron cualquier posible justificación de una guerra contra Irán.
Siempre a propósito del gran amor recuperado, el presidente Obama se presentó como un apasionado de la historia y desgranó las aportaciones de la civilización musulmana al mundo. En las películas de Hollywood, siempre hay una escena sobre la diversidad cultural que nos enriquece. Sin embargo, el escenario se centró sobre la lamentable ignorancia del público estadounidense. Obama y su equipo han reducido la aportación de los actuales pueblos musulmanes a los inventos posteriores a su islamización. ¿No crearon nada antes?
Buscando la reducción de la historia de los pueblos musulmanes exclusivamente a su período islámico, Barack Obama negó milenios de civilización y asumió la retórica de los islamistas más oscurantistas. Vamos a ver que no se trata de un error, sino de una elección estratégica.
Finalmente, el presidente Obama jugó su carta principal al llamar a sus oyentes a reconsiderar su percepción de Estados Unidos. «Estamos formados por todas las culturas, procedentes de todos los rincones del mundo, y somos partidarios de un concepto simple: ‘E pluribus unum’ (muchos pueblos en uno)», declaró. Esta divisa, que expresaba la unidad de las nuevas colonias independientes de América, actualmente se convierte en la del imperio globalizado. No sólo Estados Unidos ya no considera enemigos a los pueblos musulmanes, sino que además pretende integrarlos en el imperio global.
Por otra parte, esa es la razón por la que el establishment de Washington apoyó la candidatura de Barack Hussein Obama. El apellido musulmán del presidente, como su color de piel, son argumentos para convencer a los pueblos del imperio de que el poder que los domina los agrupa. Cuando extendió su imperio, la antigua Roma hizo lo mismo, y escogía a sus emperadores en comarcas lejanas, como a Filippo el Árabe (4). El salvajismo de las legiones no había cambiado.

1.- La guerra global contra el terrorismo
Después de esa meliflua pieza de violín, el presidente Obama hiló su introducción con la «guerra global contra el terrorismo».
Así, estableció una distinción entre el Islam, que no es malvado como pensaban Bush y Cheney, sino bueno, y los extremistas que aparecen por todas partes son siempre los malos.
El pensamiento sigue siendo maniqueo, pero se desplaza el cursor.
El problema es que desde hace ocho años, Washington se esfuerza por fabricar un adversario de su tamaño. Después de la URSS estaba el Islam. Pero si ni los comunistas ni los musulmanes son los enemigos, ¿contra quién está en guerra Estados Unidos?
Respuesta: «Al Qaeda, que ha optado por matarlos sin piedad, reivindica los atentados y sigue afirmando su determinación de cometer más masacres a escala masiva. Esa organización dispone de miembros en numerosos países e intenta ampliar su radio de acción. Aquí no se trata de opiniones a debatir, sino de hechos a combatir».
Pues no, señor presidente, no son los hechos demostrados, sino las acusaciones las que hay que discutir (5).
Barack Obama continúa: «Nuestro mayor deseo sería repatriar a nuestros soldados, a todos, si tuviéramos la seguridad de que Afganistán, y ahora Pakistán, no acogen a elementos extremistas dispuestos a matar al mayor número posible de estadounidenses. Pero éste todavía no es el caso».
En este punto, el presidente aparece encerrado en un círculo vicioso. Explica que los enemigos no son los musulmanes en general, sino un puñado de individuos no representativos, y después afirma que hay que combatir a ese puñado de individuos librando una guerra contra los pueblos musulmanes.
Ese es todo el problema: Washington desearía ser amigo de los musulmanes, pero tiene necesidad de un enemigo para justificar sus acciones militares y, por el momento, no ha encontrado un chivo expiatorio de reemplazo.
2.- El conflicto árabe israelí
Barack Obama abordó la cuestión de Palestina de forma más extensa que sus predecesores y reconoció no sólo un conflicto israelí-palestino, sino también israelí-árabe. Pro no precisó de qué manera, desde su punto de vista, concierne a los países árabes. Abogó con firmeza por la «solución de dos Estados», pero eludió la embarazosa cuestión de la naturaleza de esos dos Estados. ¿Se trata de dos Estados soberanos y democráticos en el sentido real del término, o de un Estado para los judíos y otro para los palestinos como el que reivindica la «izquierda» israelí, que implica una limpieza étnica y la institucionalización absoluta del apartheid?(6).
Más que eliminar las incertidumbres, el presidente Obama optó por ofrecer a su auditorio una nueva «escena emotiva» en la que expresó su compasión ante los sufrimientos de los palestinos. Realmente ese fue el momento más abyecto de su discurso: la llamada a los buenos sentimientos de las víctimas para tapar los crímenes de los verdugos.
El presidente declaró: «Los palestinos deben renunciar a la violencia. La resistencia en forma de violencia y matanzas no sirve. En Estados Unidos, los negros sufrieron el látigo cuando eran esclavos, la humillación y la discriminación. Pero finalmente no fue la violencia la que permitió conseguir la igualdad de derechos en su integridad. Fue la perseverancia firme y pacífica en los ideales básicos de la propia creación de Estados Unidos. Esta misma historia se puede contar de los pueblos desde el sur de África al sur de Asia, desde la Europa del Este a Indonesia. Es una historia con una simple verdad: la violencia no conduce a ningún sitio. Lanzar cohetes contra los niños israelíes que duermen o matar ancianas en un autobús no es una demostración de valentía ni de fuerza».
Barack Obama caricaturiza la resistencia palestina en los términos de la propaganda sionista: los cohetes que se lanzan contra niños dormidos y las ancianas que mueren en un autobús. Reconoce que las tierras y las casas de los palestinos están ocupadas, pero les prohíbe utilizar la fuerza para recuperarlas de los civiles que las ocupan. Obama reprocha a los palestinos que no utilicen misiles teledirigidos para alcanzar los objetivos militares y que se conformen con cohetes artesanales que caen a ciegas.
Pero lo peor está por llegar.
El presidente Obama se transforma en maestro, pide a las víctimas que renuncien a la violencia y les aconseja que tomen ejemplo del movimiento de los negros estadounidenses para los derechos cívicos. A final, no fue convirtiendo a los blancos como King obtuvo resultados, sino implicando a la opinión pública internacional. Entonces, el presidente Johnson se vio obligado a ceder para dar buena imagen frente a la URSS. Después de recibir el Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King prosiguió la lucha afirmando que su objetivo no era que los negros pudiesen servir en el ejército como los blancos para matar vietnamitas que aspiraban a la libertad. Precisamente después de esa intervención en Riverside fue cuando Johnson le cerró las puertas de la Casa Blanca y los jefes del FBI decidieron asesinarle. Sin ninguna duda, si King todavía estuviera vivo, hoy diría que su objetivo no es permitir que un negro acceda al despacho oval para matar iraquíes o pakistaníes que aspiran a la libertad.
3.- La desnuclearización
Al señalar las difíciles relaciones con Irán, el presidente Obama optó por salirse por la tangente de la polémica sobre el arma nuclear. Después de reconocer el derecho de Irán a dotarse de una industria nuclear civil y admitir que ni Estados Unidos ni ninguna otra potencia tiene autoridad moral para autorizar o prohibir a un Estado que posea la bomba, se pronunció por un desarme nuclear global, incluyendo también, implícitamente, a Israel.
Sabemos que el Pentágono no dispone de los medios financieros necesarios para mantener la carrera armamentista nuclear y negocia a ese respecto con Rusia y China. Eso no se debe interpretar como un impulso pacifista, al mismo tiempo, el Pentágono sigue investigando sobre las armas atómicas en miniatura (excluidas del Tratado de No Proliferación) y fortaleciendo sus alianzas militares como la OTAN.
4.- La democracia
El presidente Obama lamentó que su predecesor creyese que era posible exportar la democracia a Iraq por la fuerza; después hizo un elogio del gobierno del pueblo por el pueblo y del Estado de derecho.
Una tomadura de pelo para quienes recuerdan que la Constitución de Estados Unidos no reconoce la soberanía popular, y que en el año 2000, la Corte Suprema pudo proclamar electo a George W. Bush antes de que se aclarase el escrutinio de Florida.
La declaración tuvo el aire de una farsa procedente de un político retorcido que acaba de confirmar la suspensión de las libertades fundamentales por el Patriot Act, en especial la suspensión del habeas corpus, que él mismo describió hace poco como la base de la justicia.
Una crueldad para los egipcios que no tuvieron el privilegio de formar parte de los 3.000 invitados. Mientras Obama proseguía «Hay que conservar el poder por el consentimiento del pueblo y no por la coacción», ellos pensarían en el presidente Mubarak, inamovible desde hace 28 años. Mientras Obama continuó «Hay que respetar los derechos de las minorías y participar, con un espíritu de tolerancia y compromiso», ellos pensarían en los espirituales coptos (cristianos de Egipto, N. de T) que acababan de sacrificar a los animales.
Para evitar que ese pasaje se viera perturbado por ataques de risas nerviosas, una voz anónima gritó en la sala «¡Barack Obama, te amamos!» Sólo faltaba la niña con el ramo de flores en la mano.
5.- La libertad religiosa
Barack Hussein Obama se mostró especialmente cómodo en el capítulo de la libertad religiosa. Se trata de un eslogan de efectividad comprobada. Desde hace dos años, Madeleine Albright preparaba este momento. Había observado que la resistencia al imperialismo estadounidense a menudo está estructurada por grupos religiosos, como Hezbolá en Líbano o Hamás en Palestina. Así pues, concluyó que Estados Unidos no debe dejar sin vigilancia ese campo, e incluso invertir totalmente en él. En un libro dedicado a este asunto, Albright preconiza que Estados Unidos se convierta en el protector de todas las religiones (7). En este sentido, el presidente Obama recordó a las minorías cristianas, coptos y maronitas, y después llamó a la reconciliación, en el Islam, de los suníes y los chiíes. También en el mismo sentido descuidó la historia preislámica de los pueblos musulmanes.
6.- Los derechos de la mujer
Con delectación, Barack Hussein Obama se permitió el lujo de recordar que su país garantiza a las mujeres musulmanas el derecho a llevar el velo, mientras que Nicolás Sarkozy lo prohibió en las escuelas francesas en la época en que quería mostrarse más neoconservador que Bush (8). Y mientras Obama disertaba, la web de la Casa Blanca editaba un artículo especial que mostraba la jurisprudencia estadounidense.
Con habilidad, el presidente recordó que en algunos casos los Estados musulmanes son pioneros en materia de derechos femeninos: «En Turquía, Pakistán, Bangladesh e Indonesia, hemos visto países de mayoría musulmana que han elegido mujeres para dirigirlos, mientras la lucha por la igualdad de las mujeres continúa en muchos aspectos de la vida estadounidense y en países de todo el mundo».
7.- El desarrollo económico
Guardó para el final la cuestión del desarrollo económico, aunque era la más importante. Habitualmente, las grandes potencias cambian una ayuda inmediata por beneficios desproporcionados a largo plazo. Así, la ayuda al desarrollo es el Caballo de Troya del saqueo de los recursos. Sin embargo, durante la campaña electoral, se concluyó un acuerdo bipartidista sobre la reorientación de la política exterior de EEUU. La idea principal expresada por la Comissión Armitage-Nye, es la de conquistar los corazones y los espíritus ofreciendo servicios que transformen la vida de las personas sin que cuesten demasiado caros (9). Hillary Clinton ya hizo una referencia explícita durante la reunión del Senado para su confirmación como secretaria de Estado.
Luciendo la sonrisa de Papá Noel, Barack Obama recitó una lista de promesas encantadoras. Continuó: «Nombraremos nuevos enviados científicos que se encargarán de colaborar en programas que pongan a punto nuevas fuentes de energía, crearán empleos verdes, digitalizarán los registros y archivos, purificarán el agua y producirán nuevos cultivos.
En el terreno de la salud a nivel mundial, hoy anuncio una nueva iniciativa con la Organización de la Conferencia Islámica para erradicar la polio e intensificaremos nuestras asociaciones con las comunidades musulmanas para mejorar la salud maternal e infantil».
Eso nos recuerda los compromisos de la Cumbre del Milenio, en la que el presidente Clinton anunció el fin inminente de la pobreza y la enfermedad.
El presidente de Estados Unidos concluyó su fluido discurso citando el Corán, el Talmud y los Evangelios. Su mensaje se resumiría en el hecho de que «Los habitantes del mundo puedan vivir juntos y en paz. Sabemos que esa es la visión de Dios. Ahora es nuestra tarea en esta tierra»
Esa triple referencia seguramente se impuso debido al lugar, una prestigiosa universidad islámica. También se puede ver que refleja cierto desasosiego. En plena recesión económica, Estados Unidos ya no dispone de los medios para mantener su presión sobre los campos petroleros del Gran Oriente Medio –con mayor razón no tiene los medios para llevar a cabo sus promesas-. Sin embargo, EEUU tiene la esperanza de reconstruir próximamente su potencia. Pero en la fase actual debe congelar cualquier evolución regional que sólo puede aportarle desventajas. Estados Unidos teme sobre todo la expansión de la influencia turca e iraní y la irrupción de Rusia y China en la región. Definir la paz en términos religiosos y no políticos, siempre significa ganar tiempo.

(1) Discurso de Obama en El Cairo (en español)
(2) «A New Beginning – Watch the President’s Speech», David Axelrod, 4 de junio de 2009.
(3) Vídeo disponible en la web de la Casa Blanca.
(4) Filippo el Árabe era sirio. Fue emperador de Roma de 244 a 249.
(5) El secretario de Estado Colin Powel se comprometió a presentar un informe sobre los atentados del 11-S a la Asamblea General de las Naciones Unidas que estableciese que habían sido víctimas de una agresión externa. Ese documento jamás se elaboró. Las únicas informaciones conocidas que presentaron las autoridades estadounidenses acusaban a Afganistán, después a Iraq e invocaban la legítima defensa para atacarlos. Ver L’Effroyable imposture, de Thierry Meyssan, 2002. En español «La gran impostura».
(6) «La “solution à deux États” sera bien celle de l’apartheid», Thierry Meyssan, Reseau Voltaire, 13 de enero de 2008. Al final aparece el Documento preparatorio de la Conferencia de Anapólis señalado por Barack Obama, que define a «Israel como patria del pueblo judío y Palestina como patria del pueblo palestino»
(7) The Mighty and the Almighty: Reflections on Faith God and World Affairs, Madeleine Albright, Pan Books, 2007, 324 pp. Se apreciará el juego de palabras inglés: «El poderoso y el Todopoderoso» haciendo referencia al presidente de Estados Unidos y a Dios.
(8) «Nicolas Sarkozy agite le voile islamique», Réseau Voltaire, 19 de enero de 2004.
(9) «Washington décrète un an de trêve globale», Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 3 de diciembre de 2007 En español: «Washington decreta un año de tregua global».
Texto original en francés: http://www.voltairenet.org/article160476.html

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