viernes, 4 de diciembre de 2009

El discurso bélico de Obama: Un fracaso estrepitoso


05-12-2009
Justin Raimondo
Antiwar.com
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Después de 92 días esperando el advenimiento de la Palabra desde lo alto, la nación recibió órdenes de nuestro comandante en jefe pero no fue sino la constatación de un fracaso de enormes proporciones.

Como su audiencia de West Point aparecía desdeñosa –aplaudiendo sólo en dos ocasiones y en las dos muy tibiamente-, el Presidente Obama trató de explicar que su escalada en la guerra de Afganistán y Pakistán es realmente un preludio de retirada. ¿Lo es?

“En primer lugar, es importante recordar las razones por las que EEUU y nuestros aliados nos vimos obligados a emprender una guerra en Afganistán. No pedimos esa guerra. El 11 de septiembre de 2001, diecinueve hombres secuestraron cuatro aviones y los utilizaron para matar a casi tres mil personas. Atacaron nuestros centros neurálgicos económicos y militares… Como bien sabemos, esos hombres pertenecían a al Qaida… La base de operaciones de al Qaida estaba en Afganistán, donde los talibanes les habían ofrecido refugio y, allí, un movimiento despiadado, represivo y radical se apoderó del control del país después de años de ocupación soviética y guerra civil, convirtiéndose en un lugar diferente tras la atención prestada por EEUU y nuestros amigos”.

Todos los que confiaban en algún cambio real en nuestra retórica, no ya en nuestra política exterior, con Obama en la Casa Blanca, están sin duda ahora profundamente decepcionados, porque George W. Bush podría haber pronunciado exactamente esas mismas palabras, y, en efecto, lo que hizo fue pronunciar una serie de variantes interminables sobre esa misma cuestión al justificar nuestras acciones tanto en Iraq como en Afganistán. Pero la verdad del asunto es que apenas hay cien combatientes de al Qaida en todo Afganistán; así pues, ¿qué estamos haciendo allí?

Y en caso de que ustedes se planteen cómo es posible que estemos emprendiendo una guerra sin autorización del Congreso, Obama les volcará el legado de su predecesor, que apoya sin reservas:
“Tan sólo unos días después del 11/S, el Congreso autorizó el uso de la fuerza contra al Qaida y quienes les acogieron, una autorización que está vigente hasta el día de hoy. La votación en el Senado fue de 98 a 0. La del Congreso de 420 a 1. Por primera vez en su historia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte invocó el Artículo 5: el compromiso que dice que un ataque contra una nación-miembro es un ataque contra todos. Y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ordenó que se dieran todos los pasos necesarios para responder a los ataques del 11/S. EEUU, nuestros aliados y el mundo estaban actuando como un todo para destruir la red terrorista de al Qaida y proteger nuestra seguridad común”.

Somos buenos, somos legales, esta guerra es legítima, ¿lo es? No quedan fuerzas de al Qaida de importancia en Afganistán, por tanto, repito la pregunta, ¿qué estamos haciendo allí?
Obama no ha contestado en ningún sentido a esta pregunta y ahí está la debilidad subyacente de este su peor discurso.

También tuvimos un poquito de historia revisionista, del tipo que no aporta mejora alguna a la variedad dominante:
“Bajo el estandarte de esa unidad interna y legitimidad internacional –y sólo después de que los talibanes se negaran a entregar a Osama bin Laden-, fue cuando enviamos a nuestras tropas a Afganistán. En cuestión de meses, dispersamos a al Qaida y matamos a muchos de sus operativos. Los talibanes salieron del poder y les hicimos volver sobre sus talones. Un lugar que había conocido decenios de temor ahora tenía razones para la esperanza”.

Afganistán tenía “razones para la esperanza”, ¿en qué? ¿En una ocupación de ocho años? ¿En una guerra civil, en represión, ataques aéreos, “daños colaterales”? Porque eso es precisamente lo que han conseguido. Más historia revisionista a continuación:
“Entonces, a primeros de 2003, se tomó la decisión de emprender una segunda guerra en Iraq. El debate desatado sobre la guerra de Iraq es bien conocido y no es necesario repetirlo aquí. Es suficiente decir que durante los seis años siguientes, la guerra de Iraq se llevó la mayoría de nuestras tropas, nuestros recursos, nuestra diplomacia y nuestra atención nacional, y que la decisión de ir a Iraq creó importantes enfrentamientos entre EEUU y gran parte del mundo”.

Sí, lo malo de la guerra de Iraq no fue que innecesariamente asesinara a miles, muchos miles, de iraquíes, y a un número mucho menor de estadounidenses. Oh, no: lo verdaderamente malo fue que desvió atención y recursos de la batalla que Obama quería combatir: la de Afganistán y Pakistán.

Sin embargo, todo eso sucedió en los viejos malos días de gobierno republicano, antes de que se inventara la “esperanza”
“Hoy día, después de costes extraordinarios, estamos haciendo que la guerra de Iraq alcance un desenlace responsable. Trasladaremos a nuestras brigadas de combate a finales del próximo verano de Iraq y a todas nuestras tropas a finales de 2011… Hemos dado a los iraquíes una oportunidad para moldear su futuro y estamos dejando, con todo éxito, Iraq a su pueblo”.

¡Cuánta palabrería barata! Hemos obsequiado a los iraquíes con ocho años de espanto, incluidos cientos de miles de muertos, heridos sin cuento, una guerra sectaria civil que todavía sigue asolándoles y un gobierno mucho más tiránico que el que derrocamos. Si eso es un “éxito”, entonces imagínense lo que sería un fracaso.
Oh, pero todo no es arco iris y rosas, no, en absoluto:

“Mientras que con el sudor de nuestra frente alcanzábamos hitos importantes en Iraq, la situación en Afganistán se iba deteriorando.
En 2001 y 2002, después de escapar hacia Pakistán a través de la frontera, los dirigentes de al Qaida establecieron allí un puerto seguro. Aunque el pueblo afgano eligió un gobierno legítimo, ese gobierno ha encontrado dificultades a causa de la corrupción, el narcotráfico, una economía subdesarrollada e insuficientes fuerzas armadas. Durante los últimos años, los talibanes han mantenido una causa común con al Qaida, porque ambos buscan el derrocamiento del gobierno afgano. De forma gradual, los talibanes han ido haciéndose con el control de amplias franjas de Afganistán, mientras se implicaban cada vez más en brutales y devastadores actos de terrorismo contra el pueblo pakistaní”.

Toda esa historia de los dirigentes de al Qaida escapando hacia Pakistán a través de la frontera es clave, pero ¿hay pruebas de todo eso? Pues no se ha ofrecido ninguna. Pero, sobre la base de esa afirmación, se espera que aprobemos la invasión no de uno, sino de dos países: Afganistán y Pakistán. Me parece a mí que el Presidente y sus acólitos van a tener que ofrecer alguna prueba más.

Cuando Hillary Clinton se fue a Pakistán y dijo a los pakistaníes que estaban escondiendo a Osama bin Laden, porque es seguro que tiene que estar en alguna parte en su país, no fue sino una pura estupidez, un insulto a sus anfitriones y un grave paso en falso diplomático: al hacer la misma insulsa afirmación, Obama no está convenciendo más que Hillary.

¿Cómo sabemos que los dirigentes de al Qaida están en Pakistán, se supone que tenemos que aceptar la palabra de Obama? Lo siento mucho, pero la credibilidad del gobierno estadounidense en asuntos de esa clase es absolutamente nula por razones obvias para todos. La última vez que vivimos una situación similar y nos creímos las palabras de un presidente estadounidense, nos quedamos realmente jodidos, ¿piensan realmente los fans de Obama que vamos a hacer lo mismo de nuevo?

Esta historia de que los talibanes y al Qaida comparten la misma causa porque ambos quieren derrocar al gobierno de Afganistán es una estupidez, una pura y simple estupidez. La “causa” de al Qaida es la destrucción de EEUU y sus tácticas reflejan este objetivo: de eso se trataban los ataques del 11/S. Por otra parte, los talibanes sólo quieren sacar a EEUU de su país. No están enviando aeronaves contra los rascacielos estadounidenses, aún.

Realmente, el Presidente no se aclara mucho en su discurso, el texto refleja el deseo del típico político de ser venerado por todos.
Aquí va ahora Obama el halcón:
“En todo este período, nuestros niveles de tropas en Afganistán se limitaron a una fracción de lo que eran en Iraq. Cuando asumí el poder, sólo teníamos alrededor de 32.000 estadounidenses sirviendo en Afganistán, comparados con los 160.000 en Iraq en el punto álgido de la guerra. Los comandantes que estaban en Afganistán pedían repetidamente refuerzos para enfrentar el resurgimiento de los talibanes, pero esos refuerzos no llegaron. Esa es la razón por la que, poco después de asumir el poder, aprobé esa vieja petición de más tropas. Tras consultas con nuestros aliados, anuncié entonces una estrategia que reconocía la conexión esencial entre nuestros esfuerzos bélicos en Afganistán y los puertos seguros de los extremistas en Pakistán”.

Pobre pequeño Afganistán, solo y aterrado en un mundo que nunca creó, anhelante de más tropas, olvidado por la Casa Blanca de Bush y esperando la mano segura de Obama el Guerrero, quien se moverá de forma decisiva y veloz y llamará a la caballería para salvarle el pellejo. ¿Se ha construido alguna vez una narrativa partisana totalmente politizada más autocomplaciente sobre los escombros de una guerra desastrosa?

Sin embargo, además de la postura política de autogloria, hay algo más en ese discurso que chirría en los oídos y es la forma en que pasa de puntillas por los intempestivos hechos del pasado, como si creyera que no vamos a darnos cuenta.
Por ejemplo, cuando habla sobre el “Presidente” Hamid Karzai y el robo de las recientes elecciones presidenciales en Afganistán:

“En Afganistán, nosotros y nuestros aliados evitamos que los talibanes pudieran impedir una elección presidencial y -aunque se vio deslucida por el fraude- esa elección produjo un gobierno que es consecuente con la constitución y las leyes afganas”.

¿Deslucida por fraude? Invalidada es más exacto. Karzai robó alrededor de un millón de votos. Si esto es “consecuente con la constitución y las leyes afganas”, entonces uno tiene que preguntarse por qué enviar a nuestros hijos e hijas a morir por un gobierno fundado en el fraude.

Hablando de fraude, ésa es realmente la base de las razones de la continuada ocupación de Afganistán, porque, ya ven, incluso él admite que no hay mucha presencia de al Qaida:
“Al Qaida no ha aparecido en Afganistán con los mismos efectivos que antes del 11/S, pero conserva sus puertos seguros a lo largo de la frontera”. Así pues, ¿estamos en Afganistán para combatir a un enemigo que está en Pakistán? Buena suerte con los argumentos que Obama no supo ofrecer.

Al fracasar en la argumentación, también tropezó y cayó en más de unas cuantas contradicciones.
Por una parte, afirmó que “Afganistán no está perdido, pero durante varios años se ha ido retrocediendo. No hay amenaza inminente de que vaya a derrocarse al gobierno”, pero, por otra parte, nos dice: “En resumen: el statu quo no es sostenible”. Pero si no puede mantenerse el statu quo, entonces es inminente algo muy parecido a una derrota, ¿qué es ese algo?

“¿Qué es?”, es una pregunta que seguía surgiendo –en mi mente al menos- cuanto más escuchaba a ese político consumado cometer el mayor error de su carrera. La ambigüedad y la duda se cernieron sobre el podio modulando todas y cada una de sus palabras, especialmente estas palabras:
“Como comandante en jefe, he decidido que va en beneficio de nuestros vitales intereses nacionales enviar 30.000 soldados estadounidenses más a Afganistán. Después de dieciocho meses, nuestras tropas empezarán a volver a casa. Esos son los recursos que necesitamos para recuperar la iniciativa mientras construimos la capacidad afgana que pueda permitir una transición responsable cuando nuestras fuerzas salgan de Afganistán”.

Es decir, no piensen en escalada, porque se trata realmente del primer acto de una retirada. Los yanquis están llegando pero también se están marchando. ¿Qué clase de evasivas son estas?

Cada Presidente afirma que no ha tomado “a la ligera” la decisión de ir a la guerra, como Obama también afirmó: “Cada comandante-en-jefe afirma que va a la guerra como último recurso, y hace alusiones a moderación en el uso de la fuerza militar”.
Hasta George W. Bush afirmó lo mismo.

Y, no, no me siento impresionado de que el Presidente hable de preocupaciones acerca de “las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones”. Si no lo hubiera hecho o no hubiera alegado eso, habría sido algo realmente extraño. Pero, ¿qué pasa si no ha considerado todas las consecuencias a largo plazo, o sencillamente ha decidido que tenemos que vivir con esas consecuencias? Ya saben, lo mismo, lo mismo que su predecesor.

Hablando de George W. Bush, lo siguiente suena espantosamente familiar:
“Tomo esta decisión porque estoy convencido de que nuestra seguridad está en juego en Afganistán y en Pakistán. Ahí está el epicentro del extremismo violento practicado por al Qaida. Desde ahí nos atacaron el 11/S y desde ahí se están tramando nuevos ataques mientras hablo. Esto no es mera cháchara, no es una amenaza hipotética. Sólo en los últimos meses, hemos aprehendido extremistas dentro de nuestras fronteras enviados aquí desde la región fronteriza de Afganistán y Pakistán para cometer nuevos actos de terror. Este peligro crecerá si se retrocede en la región y al Qaida podrá actuar con impunidad”.

El Presidente se está refiriendo en ese párrafo al caso de Najibullah Zazi, el inmigrante afgano de 24 años que vive legalmente en este país desde 1999. Por eso no ha venido aquí como invasor intentando penetrar en la sociedad estadounidense, él estaba ya aquí. El FBI alega que admitió haber recibido “entrenamiento militar” en las dos visitas que hizo a Pakistán: Zazi dice que sólo fue a visitar a su mujer. Además, Zazi no ha sido aún acusado de nada, en resumen, una base muy endeble para construir el argumento para la guerra.

Como si fuera consciente de lo insustancial de su argumento, Obama se nos vuelve bushiano de nuevo y juega la carta nuclear:
“Y las apuestas son incluso más altas dentro de un Pakistán con armas nucleares, porque sabemos que al Qaida y otros extremistas buscan las armas nucleares, y tenemos todas las razones para creer que estarían dispuestos a utilizarlas”.

¿Recuerdan cuando los funcionarios de la administración Bush nos machacaban una y otra vez sobre el infame “hongo atómico” del que Condi Rice siempre estaba hablando? Rice, Cheney y el Presidente Bush evocaron todos ellos visiones de holocausto nuclear si no hacíamos caso de sus llamamientos para ir a la guerra contra Iraq. Los estadounidenses tienen miedo a morir de algo nuclear: no tienen más que evocar una visión de devastación radioactiva y ya les tienen muriéndose de miedo, dispuestos a hacer lo que sea, a consentir en lo que sea, con tal de evitarlo: es su Habitación 101 [cámara de tortura en “1984”, la novela de George Orwell], y eso funciona siempre.

Entonces, ¿a qué se parecerá la victoria? Bien, a algo como esto:
“Nuestro objetivo principal sigue siendo el mismo: desbaratar, desmantelar y derrotar a al Qaida en Afganistán y en Pakistán, y anular su capacidad para amenazar a EEUU y a nuestros aliados en el futuro”.

Ya que hay menos de cien efectivos de al Qaida en Afganistán, la guerra está ya medio ganada ¿no es así? Bien, quizá no tanto, y tenemos luego ahí a Pakistán.
¿Qué trata de hacer en relación a este país?
Nada que pueda admitir en este momento, pero surgen cuestiones inevitables:
¿cuándo invadiremos?
Esta campaña a base de bombardeos desde aviones teledirigidos no puede durar indefinidamente y pronto llegará el momento de poner las botas sobre el terreno,
¿y entonces qué?
¿Es que nos va a decir en julio de 2011 que sí, que estamos empezando a retirarnos de Afganistán –como Obama anunció en su discurso- para que podamos ir adonde está la verdadera acción: a Pakistán?
Apostaría por ello.

Este es un juego de trileros, pero no creo que el pueblo estadounidense vaya a picar. Porque van a mirar con recelo los objetivos del trío de anunciadas guerras de Obama:
“Tenemos que negar un puerto seguro a al Qaida. Tenemos que revertir el momentum de los talibanes y negarles la posibilidad de derrocar al gobierno. Y debemos fortalecer la capacidad del gobierno y las fuerzas de seguridad afganas para que puedan asumir la responsabilidad en el futuro de Afganistán”.

¿Todo esto para julio de 2011?
El tempo acelerado de esta operación militar –las prisas por enviar las tropas al frente de Af-Pak al “paso más veloz posible”- tiene un aire de pánico e incluso de desorden. No intenta proyectar más que una idea de fuerza. Obama, en esta ocasión, parecía alguien que está a punto de tomar una dosis generosa de alguna medicina asquerosa y tiene que beberla de un trago para acabar lo antes posible. Pero es probable que este incremento acelerado –o super “incremento”- vaya seguido de otro y de varios más antes de acabar, y pretender otra cosa es deshonesto. Así pues, todo el discurso no fue más que una extensa engañifa.

Hubo siete u ocho referencias en el discurso al día feliz en el que hagamos el traspaso de responsabilidades a las fuerzas afganas, otro recuerdo a la era Bush, cuando George W. hacía constantes referencias al día en que los iraquíes pudieran “defenderse solos” para que nosotros pudiéramos “retirarnos”. Y la guerra seguía adelante y los años transcurriendo, al igual que ocurrirá ahora. “Justo como hemos hecho en Iraq, llevaremos a cabo esta transición responsablemente, teniendo en cuenta las condiciones sobre el terreno”.

Precisamente, lo que hemos hecho en Iraq, después de cientos de miles de muertos. ¿Cómo voy a tranquilizarme?
Ahora nos topamos con el meollo de la cuestión:
“Están también los que sugieren que Afganistán es otro Vietnam. Sostienen que no se puede estabilizar y que es mejor que pongamos fin a nuestras pérdidas y nos retiremos rápidamente. Pero este argumento depende de una falsa lectura de la historia. Al contrario de Vietnam, estamos unidos a una amplia coalición de 43 naciones que reconoce la legitimidad de nuestra actuación”.

Es Obama quien malinterpreta la historia. Durante la guerra de Vietnam, tuvimos una serie de aliados, incluidos, al principio, los franceses, de los que heredamos la lucha. Tropas de Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Tailandia, Taiwán y de la España de Francisco Franco combatieron todas en la guerra del lado estadounidense.

Y no sólo está malinterpretando la historia, está malinterpretando la realidad cuando afirma que “A diferencia de Vietnam, no nos enfrentamos a una insurgencia de amplia base popular”.

Si no nos enfrentáramos a una insurgencia de ese tipo, no necesitaríamos enviar ahora 30.000 soldados, ¿no es cierto?

De nuevo, Obama vuelve al tema de los “puertos seguros”, asegurando que estamos en mortal peligro a causa de los yihadistas escondidos en alguna cueva en algún lugar de Pakistán.
Y, efectivamente, Pakistán gravita sobre esta perorata como un nubarrón:
“Estamos en Afganistán para impedir que un cáncer se extienda otra vez por ese país. Pero ese mismo cáncer también ha echado raíces en la región fronteriza de Pakistán. Por eso necesitamos una estrategia que funcione a ambos lados de la frontera”.

A pesar de todo este parloteo sobre cómo EEUU ha hecho rápidamente amigos y aliados, y cómo nos hemos comprometido a ayudarles, a subvencionarles y a protegerles, no hay “confianza mutua” alguna como dice Obama, sino sólo desprecio y desconfianza mutuos, como Hillary Clinton dejó claro durante su reciente viaje a Pakistán, donde acusó directamente a sus anfitriones de esconder a Osama bin Laden.

Si Obama está buscando “una estrategia que funcione a ambos lados de la frontera”, entonces, un día, tendrá que cruzar esa frontera. Y no creo que dude ni por un momento en extender esta guerra.
A lo que se refiere este discurso, junto a toda la fanfarria sobre el lanzamiento de otra campaña militar, es a que vamos a prepararnos para una guerra regional más extensa que envolverá a Pakistán y a la mayoría del resto de los “estanes” de Asia Central.
Porque a medida que metemos a las tropas en Pakistán, después las sacaremos para llevarlas, por ejemplo, a Tayikistán.
Bien, digamos simplemente que hay montones de posibles “puertos seguros” en esa parte del mundo.

¿Fuera en julio de 2011? No apostemos el rancho en ello: para ese momento estaremos ya en las “áreas tribales” de Pakistán e invadiendo Uzbekistán.

Me encantó cómo Obama buscó encuadrar como “centrista” su postura, colocando a los extremistas a cada lado: los que piden la retirada y “los que se oponen a identificar un plazo adecuado de transición a la responsabilidad afgana.

En efecto, algunos exigen una escalada más espectacular y abierta de nuestros esfuerzos bélicos, una que nos comprometa con un proyecto de construir una nación de hasta una década de duración”.
Su posición es desde luego la razonable posición media: pragmática, imperturbable, deliberativa. Un error absoluto.

Error porque, en contra de lo que afirma Obama, asegurar Afganistán no responde a ningún “interés vital nacional”, es algo periférico y marginal.
Esos infames “puertos seguros” no son ni puertos ni seguros, y tienen poco que ver, si es que tienen algo, con el lanzamiento de ataques terroristas contra la zona continental de Estados Unidos.

Los ataques del 11/S se planearon y ejecutaron sobre suelo estadounidense por individuos que entraron legalmente en este país: incluso aunque Osama bin Laden hubiera de algún modo hallado todo lo relativo a un misil guiado antes del 11/S, los ataques –que estaban ya completamente planeados y en marcha- se habrían producido

Al Qaida, que ha funcionado siempre de forma descentralizada y organizada siguiendo la pauta de un concepto parecido a “resistencia sin líderes”, es ahora incluso más amorfa e indefinida que nunca. ¿Cree realmente Obama que eliminando unos cuantos campos de entrenamiento en Pakistán va a lograr decapitar a la hidra?

Toda la racionalidad empleada para justificar la continuación de la ocupación de Afganistán resulta poco convincente, por eso este discurso de Obama es el peor. Lejos de concentrar al país en torno a una guerra cada vez más impopular, sólo sirve para subrayar la debilidad de su posición.

Si estos son los mejores argumentos que puede ofrecer el Equipo de Obama, entonces va a facilitarme mucho mi trabajo, pero el de Obama va a ser mucho más duro, seguro que sí.

El momento más bajo de toda esta pesada perorata fue el alarmante descubrimiento de que Obama añora los viejos buenos días de la era Bush, cuando todos estaban unidos por el miedo:
“Es fácil olvidar que cuando empezó esta guerra estábamos unidos y vinculados por la memoria reciente de un ataque espantoso y por la determinación de defender nuestra patria y los valores que nos son tan queridos.
Me niego a aceptar la idea de que no podemos evocar de nuevo esa unidad.
Creo, con todas las fibras de mi ser, que nosotros –como estadounidenses- podemos todavía agruparnos tras un objetivo común”.

Sí, el asesinato masivo es sin duda un objetivo común.
El objetivo común de todos los ejércitos de agresión.
Pero ése es un objetivo que la gente decente no puede asumir.
Al contrario de Obama, yo no añoro el regreso de los días más negros de los años de Bush, cuando el miedo impregnaba el aire como una niebla ponzoñosa, y todos los que rompían la sagrada “unidad” del momento eran denunciados por “traidores” y “quintacolumnistas” por la Unidad de Difamación.

¿Pensaban, pues, que Obama iba a ser diferente, que iba a representar el “cambio”? Bien, al final, les llegó la misma sangre, el mismo trueno, la retórica estereotipada común a todos los demagogos:
“Estamos atravesando una época de gran prueba. Y el mensaje que enviamos en medio de estas tormentas debe llegar claro: que nuestra causa es justa y nuestra resolución inquebrantable.
Seguiremos adelante en la confianza de que la razón hace la fuerza, y con el compromiso de forjar unos EEUU más seguros, un mundo más seguro y un futuro que represente la más alta de las esperanzas y no el más profundo de los temores”.

La resolución de los fanáticos y de los locos es perpetuamente “inquebrantable”.
Los agresores y matones siguen siempre “adelante”. Y los poderosos están siempre absolutamente seguros de la justeza de su causa. Proclaman que sólo quieren “seguridad”, y su llamamiento representa siempre, invariablemente, la “más alta de las esperanzas”.
Pero siempre acaba en océanos de sangre.

Fuente: http://original.antiwar.com/justin/2009/12/01/obamas-war-speech-an-unconvincing-flop/

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La Victoria del Frente Amplio Refuerza la Izquierda Latinoamericana


Fatima Fakih
Al-Manar
04/12/2009

La Corte Electoral de Uruguay proclamó este jueves oficialmente a los candidatos a la presidencia y vicepresidencia del progresista Frente Amplio, José "Pepe" Mujica y Danilo Astori, respectivamente, como ganadores de los comicios presidenciales celebrados el pasado domingo.

La fórmula frenteamplista se adjudicó un 52,39 por ciento de los votos, según los resultados oficiales, mientras que sus rivales del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, consiguieron un 43,51 por ciento.

Luego de culminarse el recuento de los votos emitidos por los funcionarios, entre policías y militares, que no pudieron sufragar por encontrarse laborando en el operativo de logística de las elecciones, a la fórmula Mujica-Astori sumó un millón 197 mil 638 votos de los dos millones 285 mil 958 emitidos.

Dentro de los resultados se destacó que 2,32 por ciento de los votos fueron en blanco y el 1,75 por ciento resultaron nulos.

El ministro de la Corte Electoral uruguaya, Edgardo Martínez Zimarioff, indicó que estos resultados finales tienen pocas variaciones con respecto a los proporcionados por la entidad a principios de la semana.

El Frente Amplio fue el partido que consiguió más votos en los departamentos menos poblados y en las zonas rurales de Uruguay.

Zimarioff, destacó que la institución que representa pronto comenzará a trabajar en los comicios universitarios que se realizaran en marzo 2010 y en las elecciones departamentales.

Mujica, de 74 años, asumirá la presidencia el primero de marzo de 2010 hasta el 2015 tras suceder a su compañero de partido Tabaré Vázquez primer mandatario de izquierda en la historia del país suramericano.

El presidente electo de Uruguay, José "Pepe" Mujica, y su compañero de fórmula, el vicepresidente, Danilo Astori, han mantenido ya reuniones con distintas personalidades del país para continuar con la estructuración del gabinete definitivo que asumirá el 1 de marzo de 2010.
Mujica desmintió versiones periodísticas sobre la supuesta composición del Consejo de Ministros, aclarando que apenas han hablado de dos o tres nombres, agregando que aún “tenemos que conversar con muchísimos compañeros”, dijo.
La comunidad internacional felicitó este lunes al presidente electo de Uruguay, José "Pepe" Mujica, luego de su triunfo el domingo en la segunda vuelta de las elecciones con un 51,9 por ciento de los votos escrutados y le ofreció su respaldo.

Los primeros países en saludar el triunfo del Frente Amplio (FA) fueron Brasil, Ecuador y Venezuela, y posteriormente el Gobierno francés, Argentina, Chile, Colombia, Paraguay y Bolivia, ofrecieron su apoyo al nuevo mandatario.
El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, se mostró complacido por la victoria que, durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo, logró en Uruguay el candidato del Frente Amplio, José "Pepe" Mujica, por considerar que este partido está conformado por todas las corrientes políticas y sociales que tiene el país suramericano.
El gobierno venezolano felicitó el domingo al presidente electo de Uruguay, José Mujica, por su victoria en la segunda vuelta electoral con 51,9 por ciento de los votos escrutados, y consideró el resultado como una "histórica victoria de la izquierda".
Finalmente, el Presidente Hugo Chávez envíó su salutación fraterna al Presidente Tabaré Vásquez, “precursor del proceso de transformación que hoy se abre nuevos horizontes en la hermana República Oriental, y a quien las mujeres y los hombres del continente comprometidos con la causa de los pueblos, rendimos, en este día de júbilo, nuestro más sincero tributo,” dijo Chávez.

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El títere Obama: El hombre menos poderoso del mundo


05-12-2009
Paul Craig Roberts
Information Clearing House
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El lobby de Israel no tardó mucho en meter en vereda al presidente Obama respecto a su prohibición de establecer más asentamientos ilegales israelíes en tierra palestina ocupada.
Obama descubrió que un simple presidente estadounidense carece de autoridad cuando se enfrenta al lobby de Israel y que simplemente a EE.UU. no se le permite hacer una política para Oriente Próximo separada de la de Israel.

Obama también descubrió que tampoco puede cambiar casi nada más, por si algún día hubiera tenido la intención de hacerlo.

El lobby militar y de seguridad tiene en su orden del día la guerra y un Estado policial en el interior, y un simple presidente estadounidense no puede hacer nada al respecto.

El presidente Obama puede ordenar el cierre de la cámara de tortura en Guantánamo y que se detengan los secuestros, las entregas y la tortura, pero nadie cumple las órdenes.

En lo esencial, Obama es irrelevante.

El presidente Obama puede prometer que va a traer a los soldados a casa, y el lobby militar dice: “No, los va a enviar a Afganistán, y mientras tanto inicie una guerra en Pakistán y conduzca a Irán a una posición que sirva de excusa para otra guerra. Las guerras son demasiado lucrativas como para que le permitamos que las detenga.” Y el simple presidente tiene que decir: “¡Sí, señor!”

Obama puede prometer atención sanitaria a 50 millones de estadounidenses sin seguro, pero no puede pasar por encima del veto del lobby de la guerra y el lobby de los seguros. El lobby de la guerra dice que sus beneficios con la guerra son más importantes que la atención sanitaria y que el país no se puede permitir al mismo tiempo la “guerra contra el terror” y la “medicina socializada.”

El lobby de los seguros dice que la atención sanitaria tienen que suministrarla los seguros privados de salud; de otra manera, no nos la podemos permitir.

Los lobbies de la guerra y de los seguros agitaron sus registros de donaciones para las campañas electorales y convencieron rápidamente al Congreso y a la Casa Blanca de que el verdadero propósito de la ley de atención sanitaria era ahorrar dinero reduciendo las prestaciones de Medicare y Medicaid, “controlando las prerrogativas.”

Prerrogativas es una palabra derechista utilizada para denigrar las pocas cosas que hizo el gobierno, en un pasado distante, para los ciudadanos. La Seguridad Social y Medicare, por ejemplo, se denigran como “prerrogativas.” La derecha no para de hablar sobre la Seguridad Social y Medicare como si fueran dádivas de asistencia social a gente poco diligente que se niega a cuidar de sí misma, mientras en realidad los ciudadanos pagan de más, por las miserables prestaciones, con un impuesto de un 15% sobre sus ingresos.

Por cierto, desde hace decenios el gobierno federal financia sus guerras y sus presupuestos militares con el excedente de los ingresos cobrados por el impuesto de Seguridad Social.

Afirmar, como hace la derecha, que no nos podemos permitir lo único en todo el presupuesto que ha producido consistentemente un excedente de ingresos, indica que el verdadero objetivo es despachurrar al simple ciudadano.

Las verdaderas prerrogativas nunca se mencionan. El presupuesto de “defensa” es una prerrogativa del complejo militar y de seguridad acerca del cual el presidente Eisenhower nos advirtió hace 50 años. Una persona tiene que ser demente para creer que EE.UU., “la única superpotencia del mundo” protegida por océanos al este y al oeste y por Estados títeres al norte y al sur, necesita un presupuesto de “defensa” mayor que los gastos militares del resto del mundo en su conjunto.

El presupuesto militar no es otra cosa que una prerrogativa del complejo militar y de la seguridad. Para ocultar este hecho, la prerrogativa se disfraza de protección contra los “enemigos” y pasa a través del Pentágono.

Yo digo que eliminen al intermediario y simplemente asignen un porcentaje del presupuesto federal al complejo militar y de la seguridad. Así no tendremos que inventar razones para invadir otros países e ir a la guerra para que el complejo militar y de la seguridad obtenga su prerrogativa. Sería mucho más barato darles el dinero directamente, y se ahorrarían muchas vidas y dolor en el país y en el exterior.

La invasión estadounidense de Iraq no tuvo absolutamente nada que ver con los intereses nacionales de EE.UU. Tuvo que ver con los beneficios de la industria de armamentos y con la eliminación de un obstáculo a la expansión territorial de Israel. El coste de la guerra, aparte de los 3 billones de dólares, fue de 4.000 estadounidenses muertos, más de 30.000 estadounidenses heridos y mutilados, decenas de miles de matrimonios estadounidenses rotos y carreras destruidas, un millón de iraquíes muertos, cuatro millones de iraquíes desplazados, y un país destruido.

Todo esto se hizo en función de los beneficios del complejo militar y de la seguridad y para que Israel, paranoico, armado de 200 armas nucleares, se sienta “seguro”.

Mi propuesta enriquecería aún más al complejo militar y de la seguridad, ya que las compañías recibirían el dinero sin tener que producir las armas. En su lugar, todo el dinero se podría destinar a bonificaciones multimillonarias y a pagos de dividendos a los accionistas. No habría que matar a nadie, dentro o fuera del país, y al contribuyente le iría mejor.

Ningún interés nacional estadounidense necesita la guerra de Afganistán. Como reveló el ex embajador del Reino Unido, Craig Murray, el propósito de la guerra es proteger el interés de Unocal en el gasoducto Trans-Afganistán. El coste de la guerra es muchas veces mayor que la inversión de Unocal en el gasoducto. La solución obvia es comprar Unocal, dar el gasoducto a los afganos como compensación parcial por la destrucción que hemos infligido a ese país y a su población, y traer a los soldados a casa.

El motivo por el cual mis soluciones sensatas no pueden ser realizadas es que los lobbies piensan que sus prerrogativas no sobrevivirían si fueran obvias. Piensan que si el pueblo estadounidense supiera que las guerras se libran para enriquecer a las industrias de armamentos y del petróleo, la gente pondría fin a las guerras.

En realidad, el pueblo estadounidense no tiene voz ni voto en lo que hace “su” gobierno. Los sondeos públicos muestran que la mitad o más del pueblo estadounidense no apoya las guerras en Iraq o Afganistán y no apoya la escalada de la guerra en Afganistán del presidente Obama. Sin embargo, las ocupaciones y las guerras continúan. Según el general Stanley McChrystal, los 40.000 soldados adicionales bastan para estabilizar la guerra, es decir, que siga para siempre, la situación ideal para el lobby de los armamentos.

La gente quiere atención sanitaria, pero el gobierno no escucha.

La gente quiere puestos de trabajo, pero Wall Street quiere mejores precios para las acciones y obliga a las firmas estadounidenses a exportar los puestos de trabajo a países con mano de obra más barata.

El pueblo estadounidense no tiene efecto en nada. No puede afectar nada. Se ha hecho tan irrelevante como Obama. Y seguirá siendo irrelevante mientras los grupos de intereses organizados puedan comprar al gobierno de EE.UU.

La incapacidad de la democracia estadounidense para producir cualesquiera resultados deseados por los votantes es obvia. La total indiferencia del gobierno ante el pueblo es la contribución del conservadurismo a la democracia de EE.UU. Hace algunos años hubo un esfuerzo por devolver el gobierno a manos del pueblo limitando la capacidad de grupos de intereses organizados de invertir enormes cantidades de dinero en campañas políticas y, por lo tanto, comprometer al funcionario elegido con quienes subvencionaron su elección. Los conservadores dicen que toda limitación sería una violación de la garantía de libertad de expresión de la Primera Enmienda.

Los mismos “protectores” de la “libertad de expresión” no objetaron la aprobación por el lobby de Israel de la ley de “expresión de odio”, que criminalizó la crítica del trato genocida de Israel hacia los palestinos y el continuo robo de sus tierras.

En menos de un año, el presidente Obama ha traicionado a todos sus partidarios y roto todas sus promesas. Es un cautivo total de la oligarquía de los grupos de intereses dominantes. A menos que lo salve un acontecimiento orquestado del tipo 11-S, Obama será un presidente de un solo período. Por cierto, el colapso de la economía lo condenará, sin tener en cuenta un “evento terrorista.”

Los republicanos están preparando a Palin. Nuestra primera presidenta, después de nuestro primer presidente negro, completará la transición a un Estado policial estadounidense mediante el arresto de críticos y manifestantes contra las políticas inmorales exteriores e interiores de Washington, y ella completará la destrucción de la reputación de EE.UU. en el extranjero.

Putin, de Rusia, ya ha comparado a EE.UU. con la Alemania nazi, y el primer ministro chino ha comparado a EE.UU. con un deudor irresponsable y despilfarrador.

Cada vez más, el resto del mundo ve a EE.UU. como la única fuente de todos sus problemas. Alemania ha perdido al jefe de sus fuerzas armadas y a su ministro de defensa, porque EE.UU. convenció o presionó, por las buenas o por las malas, al gobierno alemán para que violara su Constitución y enviara tropas a combatir por los intereses de Unocal en Afganistán. Los alemanes pretendieron que sus tropas no estaban realmente combatiendo, sino que estaban involucradas en una “operación de mantenimiento de la paz.” Esto funcionó más o menos hasta que los alemanes pidieron apoyo aéreo que asesinó a 100 mujeres y niños que hacían fila para conseguir combustible.

Los británicos están investigando a su principal criminal, el ex primer ministro Tony Blair, y cómo engañó a su propio gabinete a fin hacer lo que quería Bush y suministrar alguna cobertura para su invasión ilegal de Iraq. Los investigadores británicos no pueden presentar acusaciones criminales, pero el tema de la guerra basada enteramente en un engaño orquestado y en mentiras está obteniendo una audiencia. Resonará en todo el mundo, y el mundo tomará nota de que no hay una investigación equivalente en EE.UU., el país que originó la Guerra Falsa.

Mientras tanto, los bancos de inversión de EE.UU., que destruyeron la estabilidad financiera de muchos gobiernos, incluido el de EE.UU., siguen controlando, como han hecho desde el gobierno de Clinton, la política económica y financiera de EE.UU. El mundo ha sufrido terriblemente gracias a los gánsteres de Wall Street, y ahora mira a EE.UU. con ojo crítico.

EE.UU. ya no cuenta con el respeto con el que contaba bajo el presidente Ronald Reagan o el presidente George Herbert Walker Bush. Los sondeos mundiales demuestran que EE.UU. y su titiritero están considerados como las dos mayores amenazas para la paz. Washington e Israel superan en la lista de los más peligrosos al régimen demente de Corea del Norte.

El mundo comienza a ver a EE.UU. como un país que debe abandonar su posición. Cuando el dólar está sobre-inflado por un Washington incapaz de pagar sus cuentas, ¿el mundo se motivará por la codicia y tratará de salvarnos para proteger sus inversiones, o dirá, gracias a Dios, ¡buen viaje!?

……….

Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Reagan. Es coautor de The Tyranny of Good Intentions. Para contactos, escriba a: PaulCraigRoberts@yahoo.com

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El llamado histórico de Hugo Chávez para conformar una V Internacional Socialista


03-12-2009
Federico Fuentes
Rebelión

Hablando a los delegados del Encuentro International de Partidos de Izquierda realizado en Caracas, el presidente venezolano, Hugo Chávez señalo “que llegó la hora de que convoquemos a la Quinta Internacional. Frente a la crisis capitalista y la amenaza de guerra, que ponen en peligro el futuro de la humanidad, la unidad de partidos de izquierda y revolucionarios, dispuestos a luchar para el socialismo “es un clamor del pueblo,” dijo Chávez.

Como su llamado en 2005 a construir el “Socialismo de Siglo XXI” y su anuncio de la construcción de un partido de la revolución al final del 2006, el llamado de Chávez a unificar la izquierda en torno a la Quinta Internacional representa en hecho histórico.
Se basa en la experiencia de los cuatro previos "internacionales" socialistas, la primera creada por Karl Marx en 1964, que colapso. La Segunda Internacional fue creada en 1889, pero fracasó cuando varios de los partidos afiliados tomaron la posición de apoyar a sus propios gobiernos en el derramamiento de sangre que fue la Primera Guerra Mundial.
La Tercera Internacional fue fundada a raíz de la Revolución Rusa. Sin embargo, como Chávez dijo este se “degenero” bajo el estalinismo y “traiciono” las luchas por el socialismo en todo el mundo.
Leon Trotsky fundó la Cuarta Internacional en 1938. Sin embargo, Trotsky murió en 1940 y sus seguidores nunca consiguieron un apoyo de masas.
La presente convocatoria para una nueva internacional también es histórica, por la autoridad política del propio Chávez: el líder de un movimiento revolucionario compuesto de millones que luchan por una sociedad socialista.

Al culminar el Encuentro, realizado entre el 19 al 21 de noviembre, y donde se aprobó la propuesta de ir hacia la construcción de la Quinta Internacional Socialista “como una instancia de los partidos y corrientes socialistas y movimientos sociales del mundo, en la cual armonicemos una estrategia común para la lucha antiimperialista, la superación del capitalismo por el socialismo,” Chávez reafirmo su llamado, esta vez en su discurso de apertura como presidente del partido en I Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Frente a los 772 delegados elegidos desde las bases, en un proceso inédito donde participaron cerca de un millón de militantes del partido, solicitó que se incluyese la propuesta de crear la Quinta Internacional Socialista en la agenda de debate de Congreso:
“Pido a este I Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que incluya en su agenda de debate, la propuesta de convocar a los partidos políticos y corrientes socialista a crear la Quinta Internacional Socialista como una nueva organización que se adecué al tiempo y a los desafíos que vivimos, y se convierta en un instrumento de unificación y articulación de la lucha de los pueblos para salvar a este planeta”, señaló Chávez.

La propuesta ahora será discutida dentro del marco de este Congreso Extraordinario, que se desarrollará durante los próximos cuarto meses, finalizando en Abril, para cuando está previsto el Congreso fundacional de la Quinta Internacional.

Discusión que no solamente debe quedarse entre los delegados - denominados “mi vanguardia” por Chávez - sino que “deben trascender al pueblo, a las organizaciones sociales, y demás formas de participación popular del país.”

Como también seguramente será discutido internacionalmente entre los partidos y corrientes de izquierda, quienes tendrán que tomar partido frente a esta propuesta transcendental, y que seguramente será adoptada como suya por un partido revolucionario de masas en construcción.

Unidad frente la contraofensiva imperialista
El eje de discusión del primer día fue el tema de la ofensiva imperialista en la región, particularmente la expansión de bases militares y el golpe en Honduras.

Estuvieron presentes delegados de 55 partidos de más de 30 países, representado elementos de la vieja y nueva izquierda emergente, incluyendo un número de partidos comunistas y social demócrata de Asia y Europa, fuerzas de liberación nacional de África y el Oriente Medio, nuevos partidos de izquierda como Die Linke (Alemania), Bloco de Esquerda (Portugal), Partido de Izquierda (Francia), y fuerzas radicales y de izquierda de América Latina, algunas viejas, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y algunos nuevos, como el Movimiento al Socialismo (Bolivia) y, por supuesto, el PSUV.

Casi todos los intentos de construir un nuevo modelo de sociedad en el Siglo XX fueron destruidos por la fuerza del imperialismo, explico Nicolás Maduro, de la dirección nacional del PSUV y Canciller de la República Bolivariana. “Solamente hubo una experiencia que tuvo la suficiente fuerza política, militar y popular, y una dirección revolucionaria, para sobrepasar todos los planes del imperialismo: la Revolución Cubana.”

Con el comienzo del Siglo XXI, emergieron nuevos movimientos revolucionarios y nuevos sujetos y dirigencias políticos, que cambiaron la situación en la región. La elección de Obama creo muchas expectativas y esperanza en gran parte de la población de unas nuevas relaciones de dialogo en el continente. Pero la ilusión fue rápidamente desmontado por la realidad de sus acciones, dijo Maduro.

Mientras el ALBA avanzaba como un “proyecto sólido de integración y unión de nuestros países y pueblos,” incorporando a Ecuador y varios países caribeños, ocurrió el golpe en Honduras. Un golpe dirigido contra el ALBA y sostenido por el EE.UU, explico Maduro.

Luego vino el anuncio del acuerdo con Colombia para la instalación de 7 nuevas bases militares, “un poderoso amenaza contra los movimientos revolucionarios en nuestro continente,” agrego.

Frente esto, es necesaria la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda para crear un movimiento por la paz y justicia y para convertir al continente en un “territorio libre de bases militares estadounidenses” señalo Maduro.

Jorge Marti, jefe del departamento de relaciones internacionales del Partido Comunista de Cuba, intervino explicando que “debemos decir que, por ahora, la izquierda no esta a la altura del desafío,” por lo cual, era necesario definir claramente una estrategia de lucha común.

Frente la posibilidad de la victoria de fuerzas de derecha en las elecciones próximamente a realizarse en países como Chile y Brasil, Nidia Díaz, de la dirección del Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, planteó que “si solamente pensamos en victorias electorales y no en la acumulación de fuerzas sociales para el cambio, será fácil pintar una imagen negativa.” Por eso es necesario impulsar las bases de paz, propuesta de Chávez, para la acción y movilización de nuestros pueblos.

“Nosotros somos simples voceros de nuestros pueblos que hoy en día resisten” explico la Cancillera de Honduras, Patricia Rodas. Nuestro deber es construir un espacio común de partidos para consolidar la unión de nuestros pueblos “y hacer posible la creación de una fuerza inédita, diversa,” porque ellos quieren “destruir esa misma democracia por la cual bajamos nuestras armas.”

Finalizando las intervenciones, Héctor Navarro, de la dirección nacional de PSUV, afirmó que “el problema no son las bases, el problema es la crisis estructural del capital… Lo que enfrentamos es la supervivencia de la humanidad.”
Este escenario de encuentro de fuerzas de izquierda debe ser visto como un teatro de operación para desatar una lucha para la defensa de la humanidad. Debe surgir un espacio de coordinación en el corto plazo, por que “el imperio no nos va a dar tiempo para prepáranos.”

Un Internacional Socialista para el Siglo XXI
El segundo día arranco la discusión sobre qué tipo de coordinación era necesario establecer.
Valtar Pomar, secretario de relaciones internacionales de Partido de los Trabajadores de Brasil, expuso que lo fundamental era la defensa de la línea de integración regional, o dicho de otra manera, la lucha antiimperialista, como estrategia para la unidad de la izquierda. Si vemos el tema del socialismo como el punto mínimo de acuerdo, esto podría llevarnos a la división. Por esto el PT seguirá priorizando el Foro de Sao Paulo, señalo Pomar.
La izquierda necesita un espacio de coordinación, que debe ser más dinámico y activo que el FSP, respondió Aristóbulo Isturiz, uno de los vicepresidentes regionales del PSUV.
El FSP se constituyó en los años noventa como una iniciativa del PT para reagrupar la izquierda latinoamericana en el contexto de la caída de la Unión Soviética. Hoy en día, el Foro, al igual que el PT, se ha desviado mucho de sus raíces más radicales, para convertirse en un espacio de puro discusión, dominado por las fuerzas reformistas

Cuando las diferencias empezaron a emerger, fue la intervención de Chávez más tarde ese día la que partió aguas. “El imperialismo yanqui esta preparando una guerra en America Latina….Casi siempre ha sido el caso que los Estados Unidos ha salido de situaciones de crisis vía la guerra” alertó.
Pero, al mismo tiempo, las condiciones para construir el socialismo están dadas, argumento Chávez.
Por eso pidió que: “me dejen seguir adelante junto con los que quieren acompañarme,” en la creación de la Quinta Internacional Socialista.
"Una Internacional sin manuales" explico Chávez, "donde los matices son bienvenidos y donde no debe haber temor algún de que nosotros queramos dominarla."

Criticó duramente el ejemplo del Partido Comunista de la Unión Soviética, que impuso sus dogmas tales como “el socialismo en un solo país” a sus partidos satélite a nivel internacional.
Esto llevo a que muchos PCs en America Latina rechazaran al Che Guevara, debido a sus diferencias con el dogmatismo soviético, dijo Chávez.
Un Internacional nuevo que, frente el fracaso del socialismo real y la social democracia, incorpore el espíritu y la acumulación de patrimonio que dejaron a la humanidad los fundadores de los cuarto internacionales previos: Carlos Marx, Federico Engels, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, José Carlos Mariategui y León Trotsky.
Y que también incorpore las ideas del pensamiento latinoamericano de Simon Bolívar, Francisco Morazán, Maurice Bishop, y Sandino, entre otros, junto con las ideas del nuevo socialismo del Siglo XXI.

"Un nuevo proyecto de coordinación de la izquierda debe ser internacional para confrontar el imperialismo, derrotar el capitalismo y luchar por el socialismo." señaló. "Donde se debe trabajar en la elaboración de un manifestó para unificar los criterios en torno al socialismo en el Siglo XXI."

Frente la intervención de uno de los delegados que planteo que ya existen otras organizaciones de coordinación entre partidos, la respuesta de Chávez fue contundente: "Existen muchos espacios de discusión pero ninguno de acción concreta, por la cual muchos de ellos hoy en día están muertos."

“Se ha perdido mucho tiempo, y se sigue perdiendo tiempo y a veces buscando excusas para la inactividad. Yo considero eso una traición a la esperanza de nuestros pueblos. Lo que necesitamos es coordinación de partidos de izquierda, pero de izquierda de verdad.”
“Nos toca a nosotros asumir papel de vanguardia”

Mientras varios partidos hicieron notar sus reservas al día siguiente, planteando que solamente era posible una unidad sobre puntos específicos, y que era necesario debatir temas programáticos antes de poder asumir la propuesta, la respuesta a favor del planteamiento de Chávez tuvo mucho echo.

“No podemos seguir simplemente debatiendo…necesitamos definir claramente que es lo que queremos, y el proyecto alternativo para America Latina es el socialismo” afirmó Salvador Sánchez Ceren del FMLN y vicepresidente de El Salvador, en su intervención a favor de la propuesta.

Los comentarios de Sánchez provocaron una reacción del presidente salvadoreño, Mauricio Funes, un independiente elegido en la lista del FMLN, quien distanció su posición personal y el de su gobierno, de cualquier apoyo para el Socialismo del Siglo XXI.

La delegación del Movimiento al Socialismo de Bolivia relató que se habían comunicado con la dirección de su partido y con presidente Evo Morales, quienes tomaron la posición de apoyar la propuesta y participar activamente en todas las comisiones para la preparación del Congreso.

Ricardo Patiño, de Alianza País y Ministro de Gobierno en Ecuador, también anuncio la decisión de su partido de participar.
Comprometiendo el apoyo activo “de la resistencia,” Rodas también hablo en favor de la propuesta.

Es decir, los liderazgos políticos de los movimientos más importantes para el cambio - a los que hay que añadir el Partido Comunista de Cuba que no expreso una posición formal en la reunión - expresaron su voluntad y deseo de trabajar para una organización de coordinación internacional.

Junto con la aprobación de una resolución especial para “crear un Grupo de Trabajo conformado por aquellos partidos y corrientes socialistas y movimientos sociales que suscriben esta iniciativa, para preparar un agenda donde se definan los objetivos, contenidos y mecanismos de esta instancia mundial revolucionaria” se aprobó el Compromiso de Caracas.

El documento reafirma que frente a la “crisis estructural del capital, donde se combina la crisis económica, con una crisis ecológica, una crisis alimentaría y una crisis energética, que en su conjunto representa una amenaza mortal a la humanidad y a la madre tierra” la única alternativa posible es “el Socialismo del Siglo XXI.”

Otra vez revindicando las primeras cuatro internacionales, esta vez en el Congreso del PSUV, señaló que el problema fue que las anteriores “se quedaron en el camino por distintas razones. Algunas tomaron fuerzas y otras se apagaron con el tiempo, pero ninguna pudo alcanzar los grandes fines de los grandes convocantes.”
Agrego que este Internacional tenía que ser una para la victoria de las fuerzas socialista.

“Además todas fueron convocadas desde Europa, donde nació con fuerza esa tesis del socialismo científico al calor de grandes luchas populares, obreras, y el dominio de la burguesía", recalcó.
"Pero, hoy en día, creo que es posible decir que “el epicentro de las luchas revolucionarias, de las luchas socialistas, hoy en el mundo, comenzando el siglo XXI, está aquí en nuestra América y a Venezuela le toca ser epicentro en esa batalla. Nos toca a nosotros asumir el papel de vanguardia y tenemos que asumirlo así, compañeros, compañeras para que nos demos cuenta y tomemos conciencia de la gigantesca responsabilidad que tenemos sobre nuestros hombros.”

* Federico Fuentes y Kiraz Janicke fueron delegados de la Alianza Socialista (Australia) en el Encuentro Internacional de Partidos de Izquierda

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Comentario de Cuarenta hadices -XLVI


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní


Traducción de Raúl González Bórnez

Octavo hadíz
Chovinismo (Asabiya)


Con una cadena de transmisión que llega a Muhammad Ibn Yaqub al-Koleyni, de Ali ibn Ibrahím, de An-Nawfal, de As-Sakúní, de Abu Abdel lah, el Imam Yafar As-Sádeq, la paz sean con él, que dijo:
Dijo el Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios sean con él y su familia: Quien tenga en su corazón un sentimiento chovinista, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza, será resucitado por Dios el Día del Juicio Final con los beduinos de los tiempos de la ignorancia, anteriores a la llegada del Islam.

Aunque jardal es una expresión de uso corriente en la lengua persa actual para referirse al grano de mostaza, en el persa antiguo se denominaba espandan. Se dice que el grano de mostaza posee numerosas cualidades medicinales y también se usa en la elaboración de emplastes.
Asabí se dice de la persona que protege a sus familiares incluso si cometen algo injusto. Y asabah son los familiares por parte de padre, ya que ellos son quienes le rodean y le fortalecen. Asabiat y ta‘asub significa favorecer y defender, según los lexicógrafos.
Este servidor opina que asabíyah es un sentimiento que lleva a la persona a defender y favorecer a sus familiares y a aquellos con quien mantiene una relación cercana, sea religiosa, sectaria o ideológica. Puede darse también entre personas de una misma nacionalidad o en las relaciones profesionales, o entre maestro y alumno y cosas semejantes y es una mala cualidad, un defecto moral y fuente de otros numerosos defectos morales.
Es en sí misma una actitud condenable aunque se utilice en defensa del bien o de los asuntos religiosos. Aunque aparente ser una defensa de la verdad y la justicia la verdadera intención es la victoria personal o la de los compatriotas o familiares.
La defensa de la verdad y el derecho y la difusión de los mismos y su establecimiento y servicio o no es asabíyah o no es una clase de asabíyah condenable. La diferencia estriba en las diferentes intenciones que mueven una y otra y si se utiliza en beneficio personal y de Satanás o la verdad y del Misericordioso. O, dicho de otra manera, si cuando una persona favorece y defiende a sus familiares y amigos lo hace por el deseo de establecer la justicia y la verdad y de combatir y rechazar la injusticia, su asabíyah es encomiable y la mejor de las cualidades de que puede adornarse la persona, ya que la defensa de la verdad y el derecho es uno de los atributos de los santos y de los mensajeros divinos. Aquello que la distingue es que se pone al servicio de quienes defienden la verdad y el derecho, sean quienes sean, aunque no sean de sus amigos sino de sus enemigos. Tal persona es un verdadero defensor y amante de la verdad y debe ser considerado uno de los defensores de la virtud y de la sociedad virtuosa y uno de los miembros virtuosos de la comunidad y de los reformadores que combaten la corrupción social.
Pero si lo que mueve a una persona son los instintos egoístas y tribales, de tal manera que aunque vea a sus familiares y amigos cometiendo injusticias se pone de parte de ellos y les favorece, tal persona padece el vicio del chovinismo propio de la ignorancia y es uno de los miembros corruptos de la sociedad y un corruptor de la buena moral y debe ser considerado uno más de los beduinos que vivían en el desierto en los tiempos de la ignorancia anteriores a la llegada del Islam, en los que triunfaban las injusticias y la opresión y entre los cuales este defecto moral se manifestaba en su más alto grado. E incluso en la actualidad este defecto moral se manifiesta entre los árabes, exceptuando a aquellos que están guiados por la luz del Islam, en mayor grado que en el resto de los pueblos.
Tal y como ha sido transmitido en un noble hadíz de Emir al-Muminín Ali, la paz sea con él, en el que dice que Dios Altísimo castiga a seis grupos con seis cosas: a los árabes con el chovinismo, a los granjeros con el orgullo, a los gobernantes con la opresión, a los doctores de la ley con la envidia, a los comerciantes con la traición y a los pueblerinos con la ignorancia.

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Honduras: la política de «doble vía» de Estados Unidos y Canadá

El arte de la incoherencia

por Arnold August*
3 de diciembre de 2009
Montreal (Canadá)

Para lograr someter a los hondureños, el Imperio anglosajón está recurriendo al clásico método del «policía malo y el policía bueno». Por un lado, acción secreta y golpe militar, y por el otro, diplomacia y cortinas de humo. Ambas vías se mantienen abiertas simultáneamente mientras que Estados Unidos y Canadá se reparten los papeles como mejor les conviene. Arnold August observa sin embargo que, en este caso, el objetivo de la diplomacia no es garantizar el respeto del derecho internacional sino, por el contrario, enmascarar la violación de ese derecho. En ese sentido, Washington y Ottawa reclaman oficialmente el regreso del presidente Zelaya a sus funciones, pero también lo exhortan a no regresar a su país para no provocar enfrentamientos con los militares.

El primer ministro canadiense, Stephen Harper, recibe al presidente colombiano Álvaro Uribe: ¿Cómo condenar el golpe de Estado en Honduras apoyando a los golpistas?


El 28 de junio pasado, Peter Kent, ministro de Relaciones Exteriores (para las Américas) del gobierno del Partido Conservador de Stephen Harper, hizo una declaración previa a la reunión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), encuentro que se iba a celebrar un poco más tarde, aquel mismo día, a las 15 horas. El señor Kent declaró que «Canadá condena el golpe de Estado que tuvo lugar este fin de semana [28 de junio] en Honduras [1] y pide a todas las partes implicadas que den muestras de serenidad y que busquen una solución pacífica a la actual crisis, una solución que respete las normas democráticas y haga prevalecer el derecho, así como la Constitución hondureña.»

Al día siguiente (el 29 de junio), el National Post, importante diario canadiense de derecha, de circulación nacional, comentó favorablemente la declaración del gobierno, indicando que «[…] reflejaba la creciente oposición al golpe de Estado, pero sin nombrar al señor Zelaya ni exigir claramente su regreso al poder».

El 29 de junio, durante una conferencia de prensa conjunta con el presidente colombiano Álvaro Uribe –de visita en Estados Unidos–, el presidente Obama declaró que «[…] el golpe de Estado no es legal» y que «el presidente Zelaya sigue siendo el presidente de Honduras, electo democráticamente». Esa declaración indica un cambio en la manera en que la política estadounidense enuncia la cuestión. Al día siguiente (el 30 de junio), los 192 Estados miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas se reunieron para discutir el caso de Honduras y adoptaron unánimemente una resolución que exige «la restauración inmediata e incondicional del gobierno legítimo y constitucional del presidente de la República, señor José Manuel Zelaya Rosales».

Evidentemente, la delegación de Canadá votó de la misma manera que los otros 191 Estados miembros de la ONU. Una vez más, el National Post expresó lo que parecía ser su aprobación, en su edición del 30 de junio, al indicar que:
«La decisión de Canadá de unirse a los patrocinadores de las medidas adoptadas por la ONU representa una evolución de la posición [de Canadá] sobre el secuestro del señor Zelaya, el domingo, por las fuerzas armadas hondureñas […] Hasta el martes [30 de junio], Canadá había pedido la continuación del proceso democrático en Honduras, pero no sin llegar a exigir la reinstalación del señor Zelaya en el poder. Estados Unidos parecía haber adoptado una posición similar, hasta que el presidente americano Barack Obama afirmó el lunes [29 de junio] que Washington cree que el señor Zelaya ‘sigue siendo el presidente democráticamente electo […]’».

El 1º de julio, la Organización de Estados Americanos (OEA), incluyendo a Canadá, resolvió unánimemente «condenar el golpe de Estado» y «reafirmar que el Presidente Zelaya es el presidente constitucional de Honduras y exigir que regrese a sus funciones constitucionales de forma inmediata, segura e incondicional» [2].

El 2 de julio, el National Post escribía lo siguiente: «Aunque Canadá imitó a Venezuela y otros países sudamericanos de izquierda al exigir la reinstalación del señor Zelaya en el poder, Peter Kent, el ministro de Relaciones Exteriores para las Américas, afirmó que Ottawa concentraba su apoyo principalmente en el trabajo de la OEA […] Todo hace pensar que algunos responsables en el seno del [actual] gobierno admitirán que realizaron un gesto inaceptable y que tienen que ponerse nuevamente del lado de la democracia […] Aunque el señor Kent dijo que la reinstalación del señor Zelaya tenía que ser incondicional, [también] indicó que su conducta antes de su secuestro tampoco había sido pasada por alto.» El diario cita entonces al señor Kent: «El [gobierno provisional] (Los corchetes en esta frase son del National Post. NdlR.) tiene primero que restablecer el orden democrático mediante la instauración del reino del derecho.

Después de cumplir con esa tarea, la población de Honduras y los miembros del gobierno [provisional] (Los corchetes en esta frase son del National Post. NdlR.) pueden tener la certeza de que la OEA los está vigilando y que está perfectamente conciente de las transgresiones que ha cometido cada una de las partes.’» Esta declaración representa un nuevo retroceso en relación con las resoluciones adoptadas por la ONU y la OEA, adoptadas ambas con la aprobación del gobierno canadiense, resoluciones que exigían esencialmente el regreso inmediato, seguro e incondicional del presidente Zelaya.

El 4 de julio, o sea el día antes del incidente del aeropuerto de Honduras que enfrentó al presidente Zelaya y el pueblo hondureño, por un lado, con el gobierno militar, Peter Kent, según un cable de Reuters, declaró en la asamblea de la OEA: «‘En las actuales condiciones no se puede garantizar en lo absoluto su seguridad a su llegada’». La CNN confirmó aquel estado de cosas el mismo 4 de julio al reportar que «el delegado canadiense en la asamblea de la OEA recomendó en la tarde del sábado [4 de julio] que el señor Zelaya no regrese inmediatamente al país debido a los peligros a los que pudiera verse expuesto».

Es evidente, en efecto, que, en las condiciones que prevalecían el 5 de julio, la llegada del presidente Zelaya al aeropuerto internacional de la capital hondureña hubiera sido peligrosa para él, para sus acompañantes y para las decenas de miles de simpatizantes que lo esperaban, debido al despliegue de las fuerzas armadas y a la represión militar. Pero, ¿qué uso hizo el gobierno canadiense de su influencia y su prestigio para ayudar a obligar al gobierno militar de facto a ceder? ¿Se unió Canadá a los países de Centroamérica y de Latinoamérica para garantizar la estricta aplicación de las resoluciones de la OEA [3] y de las Naciones Unidas [4]?

Recomendarle a Zelaya que se abstuviera de regresar a su país equivale a alentar casi directamente al régimen militar y a culpar al presidente Zelaya por la violencia o la carnicería que pudiesen derivarse de la aplicación de las resoluciones internacionales.

El 6 de julio, el vocero del Departamento de Estado estadounidense, Ian Kelly, tuvo un encuentro con la prensa sobre Honduras y otros temas. Al referirse a Honduras en sus palabras iniciales, el señor Kelly declaró que «nuestro objetivo sigue siendo la restauración del orden democrático en Honduras». Un reportero no pudo evitar señalar que había en aquello algo muy nebuloso y ambiguo. Teniendo en cuenta que la definición estadounidense de la democracia, muy nebulosa, establece un doble rasero, un reportero hizo entonces una pregunta muy pertinente:
«¿Entienden ustedes? […] cuando ustedes dicen que desean la restauración del orden democrático, ¿han logrado ustedes entender lo que eso quiere decir?» El señor Kelly respondió: «Bueno, yo creo que eso significa –en el caso que nos ocupa actualmente–, eso significa el regreso del presidente electo democráticamente a Tegucigalpa [capital de Honduras].»

Si aquel reportero no hubiera planteado la interrogante, esa demanda clave de la población mundial no hubiese sido expresada de forma explícita, ni siquiera verbalmente. Otra de las cuestiones que los reporteros plantearon al señor Kelly tenían que ver con la ayuda que aporta Washington a Honduras y los vínculos los unen. La imprecisa respuesta no despejó la incógnita ya que, al ser interrogado sobre la cuestión, el señor Kelly respondió de forma evasiva diciendo que Estados Unidos seguía proporcionando parte de su ayuda mientras que otras partes habían sido interrumpidas o estaban en proceso de evaluación o de eliminación.

En cuanto a los vínculos entre el ejército estadounidense y el gobierno de facto, el señor Kelly respondió a las preguntas de los reporteros diciendo que «el SouthCom ha minimizado los contactos con el ejército hondureño». O sea, los contactos se mantienen. Sólo han sido «minimizado(s)», sin más precisión [5].

Pero las precisiones vinieron solas cuando los reporteros preguntaron sobre la base militar estadounidense de Soto Cano, en territorio hondureño. Un reportero preguntó: «¿Se ha hablado de permitir que el avión del señor Zelaya aterrice allí, en la base militar estadounidense?» Respuesta del señor Kelly: «[…] Esa base está bajo control de las autoridades hondureñas. No nos corresponde a nosotros conceder a nadie más el derecho de aterrizar allí.» ¡Muy conveniente!

Estados Unidos practica, desde hace décadas, una política exterior «de doble vía» en América latina: por un lado, intervención directa que incluso implica el uso de las fuerzas armadas, y por el otro, diplomacia y negociación «suaves», utilizadas estas últimas a la vez abiertamente y a puertas cerradas. El encuentro con la prensa del 6 de julio, anteriormente mencionado, demuestra de qué manera el actual gobierno de Washington utiliza al mismo tiempo la Vía 1 y la Vía 2.

Que el señor Kelly haya declarado el 6 de julio que el Departamento de Estado se reuniría el 7 de julio con el presidente Zelaya y no con el gobierno de facto, aunque un representante de éste último vendría posteriormente a Washington, es una buena noticia. Pero, como ya había sucedido anteriormente, ese compromiso no surgió hasta que uno de los reporteros planteó la cuestión.

Los pueblos esperan que el uso de la diplomacia en las negociaciones de Costa Rica –que tienen como mediador al presidente de Costa Rica y como madrina a Hillary Clinton, la secretaria de Estado estadounidense– lleve a la solución de la crisis. Pero los instigadores del golpe de Estado siguen en el poder. Y siguen reprimiendo las manifestaciones populares [6] que se desarrollan actualmente en Honduras en todos los sectores populares de la sociedad y desde hace ya casi dos semanas, situación enteramente silenciada por los medios de prensa en países como Canadá, Francia y Estados Unidos [7].

En ese contexto, los comentarios del presidente venezolano Hugo Chávez resultan cada vez más pertinentes con cada minuto que pasa: «¿Por qué el gobierno estadounidense no adopta sanciones políticas y económicas contra los instigadores del golpe de Estado…?» Esa declaración tuvo lugar durante una conferencia de prensa desarrollada el 10 de julio en Caracas, según un reporte de Associated Press (AP).

Es evidente que existen contradicciones entre instituciones estadounidenses como la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la CIA, el FBI, el Pentágono y la extrema derecha de la sur de la Florida (etc.), pero la política estadounidense ante Honduras, incluyendo lo sucedido desde el 28 de junio hasta el 11 de julio, corresponde precisamente la política de la «doble vía». Primero la Vía 1, o sea la implicación directa o indirecta en el golpe de Estado militar con un apoyo apenas disimulado del ejército. Y después la Vía 2, o sea el uso simultáneo de la discusiones y la diplomacia para «suavizar» la situación… Pero, ¿a quién beneficia todo eso?

Por un lado, se hacen ofrecimientos llenos de sabiduría sobre la restauración de la democracia y del presidente electo. Pero, por el otro lado, se pone prácticamente en condiciones de igualdad a los instigadores del golpe de Estado y al presidente secuestrado.

Los gobiernos canadienses fueron durante años voceros de la Vía 2, aunque hubo excepciones como el difunto primer ministro Pierre Elliot Trudeau, quien tendió sinceramente la mano a Cuba y a Latinoamérica durante su visita a Cuba, en 1976, reflejando así el sentir de la gran mayoría de la población de Québec y de los canadienses. Se supone que el compromiso y la diplomacia exenta de segundas intenciones deben prevalecer en Ottawa y que Canadá se distancie así de la brutal política estadounidense de intervención, que casi siempre ha prevalecido por sobre la Vía 2. La gran mayoría de los canadienses y de la población de Québec desprecian las políticas de intervención y de agresión. El actual gobierno canadiense forma parte de la corriente de derecha.

A pesar de ello, esa corriente no ofrece un terreno fértil a los neoconservadores que tratan de exacerbar las políticas de la Vía 1, como los exilados cubanos y venezolanos en el sur de la Florida. Lo más parecido a ellos sería el National Post, guardián del orden establecido, y la capa de dirigentes que ese diario representa. Sin embargo, como ya hemos visto anteriormente, al Partido Conservador y a la rama conservadora del círculo dirigente les cuesta trabajo adaptarse a seguir simultáneamente la Vía 1 y la Vía 2, como lo demuestra la cuestión de Honduras, aún cuando la política exterior cambie como un camaleón, de un día para otro.

Comparado con el gobierno conservador de Canadá, se supone que el gobierno de Obama sea de centroizquierda y que se oponga a las políticas de derecha de la época de Bush. Pero la Vía 1 y la Vía 2 son en esencia los dos flancos de una misma política basada en la dominación y el control, sólo se trata de saber cuál es la más eficaz, cuál de la dos es la que «funciona». Las dos Vías son útiles, tanto para los «conservadores» como para los «liberales», y ambas pueden fundirse de un momento a otro.

Una de las lecciones que tiene que aprender el gobierno canadiense, y en base a la cual tiene que actuar inmediatamente, consiste en reconocerse a sí mismo como responsable de haber infringido las resoluciones de la OEA y de la ONU. Los conservadores tienen que cambiar de posición en lo adelante, uniéndose a los vastos movimientos surgidos en Sudamérica. En el seno del parlamento, algunos políticos (como el Bloque Quebequense) ya se han pronunciado valiente y honorablemente en contra de la política que el gobierno canadiense está aplicando desde el 28 de junio en el caso de Honduras. No hay tiempo que perder.

Hay que obligar al gobierno hondureño de facto a retroceder inmediatamente y a que permita el regreso del presidente democráticamente a su país. Si al gobierno canadiense le preocupan tanto los peligros que esperan al presidente en caso de regresar a Honduras, la solución no es alejarlo sino más bien obligar a los usurpadores a abandonar el poder, según lo estipulado en las resoluciones y posiciones adoptadas en el plano internacional. Por mi parte, yo creo que el golpe de Estado en Honduras es una afrenta directa a los movimientos de soberanía y progreso de todos los pueblos latinoamericanos.

Los pueblos del mundo entero, y en particular los de Sudamérica, deben permanecer vigilantes y oponerse a la política imperialista de la doble vía de los países del norte. Durante los últimos 50 años, los pueblos de Sudamérica han creado sus propios conceptos de soberanía y democracia, lo que han tenido que pagar con luchas y sacrificios, y por lo tanto merecen el apoyo total de los pueblos de Norteamérica, así como de Europa.

La cuestión planteada el 10 de julio por Hugo Chávez desenmascara la hipocresía de la política de la doble vía: «¿Por qué el gobierno de Estados Unidos no adopta sanciones políticas y económicas contra los instigadores del golpe de Estado…?»
Más tarde, ese mismo 10 de julio, Fidel Castro escribía en una de sus Reflexiones: «Zelaya sabe que no sólo está en juego la Constitución de Honduras, sino también el derecho de los pueblos de América Latina a elegir a sus gobernantes.»

Notas:
[1] Sobre el golpe de Estado en Honduras, ver: «Le SouthCom prend le pouvoir dans un État membre de l’ALBA», por Thierry Meyssan; y Honduras: «Les "intérêts USA" encore aux mains des militaires de la Joint Task Force Bravo», por Manlio Dinucci, Réseau Voltaire, 29 de junio de 2009.

[2] «No cambió la OEA, sino América Latina», por Néstor Núñez, Red Voltaire, 4 de junio de 2009.

[3] «Résolution de l’OEA relative à la suspension du Honduras», Réseau Voltaire, 4 de julio de 2009.

[4] «Résolution de l’Assemblée générale de l’ONU sur la situation au Honduras», Réseau Voltaire, 30 de junio de 2009.

[5] «El primer golpe de Estado de Obama», por Eva Golinger, Red Voltaire, 28 de junio de 2009.

[6] Sobre la dimensión social del golpe de Estado y su ocultamiento por parte de los medios de prensa, ver los dos artículos de Nikolas Kozloff: «The Coup in Honduras» y «Spinning the Honduran Coup», Voltaire Network, 29 de junio y 5 de julio de 2009.

[7] «Miles salen a las calles a condenar golpe de Estado en Honduras», Red Voltaire, 28 de junio de 2009.

Arnold August

Autor/periodista/conferencista especializado en Cuba. Libro Democracy in Cuba and the 1997-98 Elections Capítulo titulado: “Socialism and Elections” en Cuban Socialism in a New Century: Adversity, Survival and Renewal (University Press of Florida 2004, editado por los profesores Max Azicri y Elsie Deal. Próximo libro Cuba: Democracia Participativa y Elecciones en el Siglo XXI (español, inglés, y francés en otoño 2010). Miembro de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA).




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Los ejércitos secretos de la OTAN (IV)

Conocido durante mucho tiempo bajo la denominación codificada de «C», Sir Stewart Menzies fue el director del MI6 desde 1939 hasta 1952. Garantizó la continuidad del stay behind después de la victoria contra los nazis.

A partir de 1946, la nueva sección del MI6 estuvo bajo las órdenes de Sir Colin Gubbins. Fue esta sección la que conformó las redes stay-behind de la Segunda Guerra Mundial.

Lady Thatcher envió el SOE a Cambodia donde este servicio secreto británico entrenó y dirigió a los Khmers Rojos. Estos masacraron entonces a un millón y medio de personas, prioritariamente a los intelectuales que hablaban francés.

Sir John Sawers dirigió la guerra secreta en Kosovo, Afganistán e Irak. Director del MI6 desde 2009, Sawers dirige las operaciones stay-behind en Europa.




Las cloacas de Su Majestad
por Daniele Ganser *
3 de diciembre de 2009
Bâle (Suisse)

Las redes stay-behind, que permiten a la OTAN controlar la vida política de los Estados miembros de la alianza atlántica, se construyeron a partir de las redes de resistencia al nazismo que los británicos habían organizado y apoyado durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero la lucha contra el comunismo se utilizó para justificar la realización de todo tipo de operaciones en el propio Reino Unido (atentados terroristas bajo bandera falsa y asesinatos de republicanos irlandeses), en Europa continental (principalmente en Francia, en los países del Benelux, en los países nórdicos y hasta en la neutral Suiza) así como en África y Asia (por ejemplo, para dirigir la masacre de las poblaciones francófonas que cometieron los Khmers rojos en Cambodia.

En esta cuarta entrega de la historia del Gladio, Daniele Ganser nos revela las alcantarillas de Su Majestad.

Este artículo es la continuación de:
1. «Cuando el juez Felice Casson reveló la existencia del Gladio…»
2. «Cuando se descubrió el Gladio en los Estados europeos…»
3. «Gladio: Por qué la OTAN, la CIA y el MI6 siguen negando»

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La verdad definitiva sobre la guerra fría no se escribirá nunca porque la Historia evoluciona constantemente en función de las sociedades que la hacen y la estudian. Los historiadores de numerosos países están de acuerdo, sin embargo, en que el hecho más importante de aquel periodo fue, desde el punto de vista de los occidentales, la lucha contra el comunismo a escala planetaria.

En ese combate, que marcó la historia del siglo XX como pocos sucesos lo han hecho, la antigua superpotencia colonial británica tuvo que renunciar a su hegemonía en beneficio de los Estados Unidos. Este último país utilizó la lucha contra el comunismo para acrecentar su propia influencia década tras década. Después del derrumbe de la Unión Soviética, acontecimiento que puso fin a la guerra fría en 1991, el Imperio americano garantizó para sí mismo un predominio jamás visto anteriormente en toda la historia.

En Gran Bretaña, el establishment conservador experimentó una profunda conmoción en 1917 cuando, por primera vez en la historia de la humanidad, se produjo la aparición de un régimen comunista en un lejano pero extenso país agrícola. Después de la Revolución rusa, los comunistas asumieron el control de las fábricas y anunciaron que los medios de producción serían en lo adelante propiedad del pueblo. En la mayoría de los casos, los inversionistas lo perdieron todo.

En su obra Los orígenes de la guerra fría, el historiador Denna Frank Fleming observó que muchos de los cambios sociales que aportó la Revolución de Octubre, como la abolición de los cultos y de la nobleza campesina, «hubiesen podido ser aceptados por los conservadores, en el extranjero, con el paso del tiempo, pero nunca la nacionalización de la industria, del comercio y de la tierra». El ejemplo de la Revolución rusa no fue seguido en ninguna parte. «J.B. Priestly dijo un día que la mentalidad de los conservadores ingleses se había cerrado en el momento de la Revolución rusa y no ha vuelto a abrirse desde entonces.» [1]

Ampliamente ignorada en el oeste, la guerra secreta contra el terrorismo comenzó por lo tanto inmediatamente después de la Revolución rusa, cuando Gran Bretaña y Estados Unidos instauraron ejércitos secretos contra los nuevos países satélites de la Unión Soviética. Entre 1918 y 1920, Londres y Washington se aliaron a la derecha rusa y financiaron una decena de intervenciones militares en suelo soviético. Ninguna de ellas logró derrocar a los nuevos dirigentes. Pero sí dieron lugar a que las élites comunistas y el dictador Stalin albergaran profundas sospechas en cuanto a las intenciones del Occidente capitalista [2].

Durante los años subsiguientes, la Unión Soviética reforzó su aparato de seguridad hasta convertirse en un Estado totalitario que no vacilaba en arrestar en su suelo a los extranjeros sospechosos de ser agentes del Oeste. Al hacerse evidente que derrocar el régimen comunista en Rusia no era tarea fácil, Gran Bretaña y sus aliados dedicaron sus esfuerzos a impedir que el comunismo se extendiera a otros países.

En julio de 1936, el dictador fascista Francisco Franco intentó un golpe de Estado contra el gobierno de la izquierda española y, en el transcurso de la subsiguiente guerra civil, eliminó a la oposición y a los comunistas españoles. Gozó para ello del silencioso apoyo de los gobiernos de Londres, Washington y París. Si no hubo lucha contra el ascenso de Adolfo Hitler al poder fue en gran parte porque Hitler apuntaba contra el enemigo correcto: el comunismo soviético. Durante la guerra civil española, se permitió que los ejércitos de Hitler y de Mussolini bombardearan libremente a la oposición republicana.

Después de haber desencadenado la Segunda Guerra Mundial, Hitler lanzó contra Rusia tres grandes ofensivas, en 1941, 1942 y 1943, que estuvieron a punto de asestar al bolchevismo un golpe fatal. Entre todas las partes beligerantes, fue la Unión Soviética la que pagó el más alto tributo: 15 millones de muertos entre la población civil, 7 millones de muertos entre los soldados y 14 millones de heridos [3].

Según los historiadores rusos, haciendo caso omiso a los urgentes pedidos de Moscú, Estados Unidos –país que perdió 300 000 hombres en la liberación de Europa y Asia– se puso de acuerdo con Gran Bretaña para no abrir un segundo frente en el oeste, lo cual hubiese obligado a Alemania a movilizar tropas en esa dirección y, por consiguiente, a disminuir el número de efectivos alemanes en el frente ruso. La correlación de fuerzas no se invirtió sino después de Stalingrado, donde el Ejército Rojo finalmente se impuso a los alemanes y comenzó su avance hacia el oeste. Esto explica, también según los historiadores rusos, que los Aliados, temerosos de perder terreno, abrieran entonces rápidamente un segundo frente y, después de desembarcar en Normandía, salieran al encuentro de los soviéticos en Berlín [4] Ver también los artículos de Valentín Falin, historiador ruso en los archivos de la Red Voltaire.

Los historiadores británicos atestiguan la existencia de toda una serie de intrigas sucesivas que han influido en la conformación de los demás países y del suyo propio. «La Inglaterra moderna siempre ha sido un centro de subversión –a los ojos de los demás pero no a los suyos propios», observó Mackenzie después de la Segunda Guerra Mundial. «Lo que determina la existencia de ese espejo con dos caras: de un lado encontramos la percepción que existe en el extranjero de una Inglaterra intrigante, sutil y totalmente secreta; y del otro una imagen de honestidad, de simplicidad y de indulgencia que comparte una mayoría de los súbditos.» [5] Para Mackenzie, la legendaria guerra secreta que practican los británicos tiene su origen «en la historia de las “pequeñas guerras” que conformaron la historia del Imperio británico» [6].

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los estrategas del ministerio de Defensa británico llegaron a la conclusión de que sus operaciones secretas debían «inspirarse de la experiencia adquirida en la India, en Irak, en Irlanda y en Rusia, o sea desarrollar una guerrilla con técnicas de combate similares a las del IRA» [7].

En marzo de 1938, poco después de la anexión de Austria por parte de Hitler, se creó en el seno del MI6 un nuevo departamento, llamado Sección D y encargado de desarrollar operaciones de subversión en Europa. La Sección D comenzó a formar comandos de sabotaje stay-behind en los países que se encontraban bajo la amenaza de agresión alemana [8]. En 1940, cuando parecía inminente la invasión del sur de Inglaterra, la «Sección D se dio a la tarea de diseminar reservas de armas y agentes reclutadores a través de toda Gran Bretaña, sin informarlo a nadie.» [9]

El reclutamiento y la dirección de los agentes stay-behind por parte de los miembros de la Sección D parecían desarrollarse en el mayor secreto: «La apariencia de aquellos desconocidos [los agentes de la Sección D], con sus trajes y sus autos negros, y la misteriosa impresión que dejaban no tardó en inquietar a la población», recuerda Peter Wilkinson, un ex agente del SOE. Los agentes secretos enfurecían también a «los responsables militares al negarse sistemáticamente a explicar las razones de su presencia o a hablar del contenido de sus misiones y al afirmar únicamente que todo aquello era altamente confidencial» [10].

Medio siglo más tarde, la exposición del Imperial War Museum de Londres dedicada a las «guerras secretas» reveló al público cómo «la Sección D del MI6, conforme a la doctrina stay-behind, también había creado en Inglaterra ejércitos de resistencia bautizados “Unidades Auxiliares” y equipados con armas y explosivos». Esas primeras unidades Gladio de Gran Bretaña «recibieron un entrenamiento especial y aprendieron a operar detrás de las líneas enemigas según la hipótesis de que los alemanes invadiesen la isla. Gracias a una red de escondites secretos y de alijos de armas, debían realizar acciones de sabotaje y de guerrilla contre el ocupante alemán.» [11]

Como nunca se produjo la invasión, no se sabe si aquel plan hubiese funcionado. Pero en agosto de 1940 «un ejército bastante heteróclito» pudo desplegarse a lo largo de los litorales ingleses y escoceses del Mar del Norte, en los lugares más vulnerables a una posible invasión [12].

La zona de acción de la Sección D del MI6 se limitaba inicialmente al territorio británico. Así fue hasta julio de 1940, cuando el primer ministro británico Winston Churchill ordenó la creación de un ejército secreto bautizado con la denominación de SOE y destinado a «incendiar Europa apoyando a los movimientos de resistencia y realizando operaciones de subversión en territorio enemigo» [13].

Un memorando del ministerio de la Guerra fechado el 19 de julio de 1940 indica que: «El Primer Ministro ha decido también, después de consultar a los ministerios interesados, que una nueva organización debe crearse inmediatamente con la misión de coordinar todas las acciones de subversión y de sabotaje dirigidas contra el enemigo fuera del territorio nacional». El SOE se puso bajo el mando de Hugh Dalton, ministro de la Economía de Guerra.

Cuando los alemanes, después de la invasión de Francia, parecían haberse instalado allí por largo tiempo, el ministro Dalton señaló la necesidad de emprender una guerra secreta contra las fuerzas alemanas en los territorios ocupados: «Debemos organizar, en el interior de los territorios ocupados, movimientos comparables al Sinn Fein en Irlanda, a la guerrilla china que lucha actualmente contra Japón, a los irregulares españoles que desempeñaron un papel nada despreciable en la campaña de Wellington o, por qué no reconocerlo, movimientos comparables a las organizaciones que tan notablemente han desarrollado los propios nazis en casi todos los países del mundo».

Parecía evidente que los británicos no podían darse el lujo de no prestar atención a la vía de la guerra clandestina. Dalton agregó: «Esta “internacional democrática” debe emplear diferentes métodos, incluyendo el sabotaje contra las instalaciones industriales y militares, la agitación sindical y la huelga, la propaganda constante, los atentados terroristas contra los traidores y los dirigentes alemanes, el boicot y los motines.»

Era necesario, por lo tanto, establecer, en el mayor secreto, un red de resistencia, recurriendo a los elementos más aventureros del ejército y de la inteligencia británicos: «Lo que necesitamos es una nueva organización que coordine, inspire, supervise y asista a las redes de los países ocupados que tendrán que ser los actores directos. Para ello tendremos que poder contar con la más absoluta discreción, con una buena dosis de entusiasmo fanático, con la voluntad de cooperar con personas de diferentes nacionalidades y con el apoyo incondicional del poder político.» [14]

Bajo la protección del ministro Dalton, el comando operacional del SOE fue puesto en manos del general de división Sir Colin Gubbins, un hombrecito seco y flaco, originario de los Highlands y con bigote, que desempeñaría en lo adelante un papel determinante en la creación del Gladio británico [15].

«El problema y su solución consistían en estimular y permitir que los pueblos de los países ocupados perjudicaran en la mayor medida posible el esfuerzo de guerra alemán a través del sabotaje, la subversión, negándose a trabajar, realizando operaciones relámpago, etc…», describió Gubbins, «y, al mismo tiempo, preparar en territorio enemigo fuerzas secretas organizadas, armadas y entrenadas que solamente debían intervenir en el momento del asalto final.»

El SOE era en realidad el precursor de la Operación Gladio, puesta en marcha en medio de la Segunda Guerra Mundial. Gubbins resume este ambicioso proyecto en los siguientes términos: «A fin de cuentas, aquel plan consistía en hacer llegar a las zonas ocupadas una gran número de hombres e importantes cantidades de armas y explosivos». [16]

El Special Operations Executive (SOE) empleaba a una gran parte de los efectivos de la Sección D y acabo convirtiéndose en una organización de gran envergadura, que contaba en sus filas con más de 13.000 hombres y mujeres y operaba en el mundo entero en estrecha colaboración con el MI6. Aunque realizó varias misiones en el Extremo Oriente, desde bases de retaguardia situadas en la India y en Australia, el principal teatro de operaciones del SOE seguía siendo el oeste de Europa donde se dedicaba casi exclusivamente a la creación de ejércitos secretos nacionales.

El SOE estimulaba el sabotaje y la subversión en los territorios ocupados y establecía núcleos de hombres entrenados capaces de prestar asistencia a los grupos de resistencia en la reconquista de sus respectivos países. «El SOE fue durante 5 años el principal instrumento de intervención de Gran Bretaña en las cuestiones políticas internas de Europa», precisa el informe del British Cabinet Office, «un instrumento extremadamente poderoso» ya que era capaz de ejecutar gran cantidad de tareas, «Mientras el SOE estuviese en acción, ningún político europeo podía creer en la renuncia o la derrota de los británicos». [17]

Oficialmente, el SOE fue disuelto y su dirección dimitió en enero de 1846, o sea poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero Sir Steward Menzies, quien dirigió el MI6 desde 1939 hasta 1952, no tenía intenciones de renunciar a un instrumento tan interesante como el ejército secreto, sobre todo teniendo en cuenta que el director del Departamento de Operaciones Especiales del MI6 aseguraba que las acciones clandestinas de Gran Bretaña iban a proseguir durante la guerra fría. El informe del gobierno sobre el SOE, documento que se mantuvo en secreto durante un tiempo, concluyó que: «Es casi seguro que, bajo una u otra forma, habrá que reinstaurar el SOE en una guerra futura» [18].

Los objetivos a largo plazo del SOE y de su sucesora, la Special Operations Branch del MI6, aprobados de forma provisional por el Consejo del Estado Mayor británico el 4 de octubre de 1945, preveían en primer lugar la creación del esqueleto que debía sustentar una red capaz de extenderse rápidamente en caso de guerra y, en una segunda fase, la reevaluación de las necesidades del gobierno británico para sus operaciones clandestinas en el extranjero. «Se decidió preparar esas acciones prioritariamente en los países con posibilidades de ser invadidos durante las primeras fases de un conflicto con la Unión Soviética, aunque no [estuviesen] sometidos aún a la dominación de Moscú.» [19]
Después de la Segunda Guerra Mundial, el oeste de Europa siguió siendo por lo tanto el principal teatro de operaciones de la guerra secreta británica.

Después de la disolución del SOE, el 30 de junio de 1956, una nueva sección designada como «Special Operations» se creó dentro del MI6 y se puso bajo las órdenes del general de división Colin Gubbins. Según el especialista holandés en servicios secretos Frans Kluiters, el MI6 promovía la formación de ejércitos anticomunistas secretos «mientras que los Special Operations comenzaban a construir redes en Alemania occidental, en Italia y en Austria. Esas redes (organizaciones stay-behind) podían ser activadas, en caso de una posible invasión soviética, para recoger información y realizar actos de sabotaje ofensivo» [20].

Gubbins puso especial cuidado en lograr que los efectivos se mantuvieran en Alemania, Austria, Italia, Grecia y Turquía después de 1945. En efecto, el SOE y sus sucesores «tenían otras preocupaciones políticas, aparte de la derrota de Alemania». La directiva de 1945, particularmente explícita, «establecía claramente que los principales enemigos del SOE eran el comunismo y la Unión Soviética» ya que se consideraba que los intereses británicos se hallaban «bajo la amenaza de la Unión Soviética y del comunismo europeo» [21].

Varios años más tarde, con la esperanza de obtener el apoyo de la representación nacional para continuar las operaciones clandestinas, el ministro británico de Relaciones Exteriores Ernest Bevin se dirigió al Parlamento el 22 de enero de 1948 para pedir con insistencia la creación de unidades armadas especializadas destinadas a luchar contra la subversión y las «quintas columnas» soviéticas. En aquel entonces sólo unos pocos parlamentarios sabían que en realidad aquella proposición ya se estaba aplicando.

Washington compartía la hostilidad de Londres hacia los soviéticos. Las dos potencias trabajaban en estrecha colaboración en materia de cuestiones militares y de inteligencia. La Casa Blanca puso en manos de Frank Wisner [22], director de la Office of Policy Coordination (OPC, el Buró de Coordinación Política de las operaciones especiales de la CIA), la tarea de crear ejércitos secretos stay-behind a través de todo el oeste de Europa, con la ayuda de la Special Operations Branch (SOB) del MI6, que dirigía el coronel Gubbins.

Roger Faligot y Remi Kauffer, dos historiadores franceses especializados en servicios secretos, explican que la CIA y el MI6 se encargaron primeramente de «neutralizar las últimas unidades clandestinas de las potencias del Eje en Alemania, en Austria y en el norte de Italia» y reclutaron después a ciertos miembros de las vencidas facciones fascistas incluyéndolos en sus nuevos ejércitos secretos anticomunistas. «Y fue así, a través del OPC de la CIA y de la SOB del SIS, como los servicios secretos de las grandes democracias que acababan de ganar la guerra trataron después de “reutilizar” algunos de sus comandos contra su antiguo aliado soviético.» [23]

Paralelamente a la del MI6 y la CIA y sus respectivos departamentos de operaciones especiales, la SOB y la OPC, se estableció también una cooperación entre las Fuerzas Especiales de los ejércitos de Gran Bretaña y Estados Unidos. Los SAS británicos y los Boinas Verdes estadounidenses, entrenados especialmente para la realización de misiones secretas en territorio enemigo, realizaron de forma conjunta un gran número de operaciones durante la guerra fría, entre ellas la formación de los ejércitos secretos stay-behind. Los ex oficiales de la Marina Real Giles y Preston, que habían creado el Gladio austriaco, contaron que los reclutas eran enviados a Fort Monckton, un edificio construido durante las guerras napoleónicas y situado frente al mar en Portsmouth (Inglaterra), donde se entrenaban junto a los miembros del SAS, bajo la dirección del MI6.

Giles y Preston participaron personalmente en aquellos ejercicios del Gladio y se entrenaron en uso de códigos secretos, manejo de armas y operaciones clandestinas [24] Decimo Garau fue uno de aquellos reclutas entrenados por el SAS británico antes de convertirse en instructor del Centro Addestramento Guastatori (CAG), una base del Gladio italiano situada en Capo Marragiu, en Cerdeña. «Me invitaron a pasar una semana en Poole, Inglaterra, para entrenarme con las Fuerzas Especiales», confirmó el instructor Garau después de las revelaciones sobre la existencia del Gladio, en 1990. «Hice un salto en paracaídas sobre [el canal de] la Mancha. Participé en el entrenamiento de ellos, todo se desarrolló muy bien entre nosotros. Después me mandaron a Hereford para preparar y realizar ejercicios con los [miembros del] SAS.» [25]

En aquella época, los británicos eran los más experimentados en materia de operaciones secretas y guerra no convencional. Sus Fuerzas Especiales (SAS) habían sido creadas en el norte de África, en 1942, con la misión de golpear en profundidad detrás de las líneas enemigas. Los más peligrosos adversarios de los SAS británicos eran sin dudas las SS alemanas, fundadas desde antes de la Segunda Guerra Mundial y dirigidas por Heinrich Himmler. Como todas las fuerzas especiales, las SS eran una unidad combatiente de élite, con sus propias insignias –portaban un uniforme negro bien ajustado, una gorra con un cráneo de plata y una daga plateada– y convencida de su superioridad sobre todos los demás cuerpos del ejército regular. Sus miembros adquirieron además rápidamente la reputación de ser «asesinos fanáticos». Después de la derrota de la Alemania nazi, las fuerzas especiales de las SS fueron consideradas como una organización criminal y el tribunal de Nuremberg las disolvió en 1946.

Después de la victoria, el SAS también fue desmantelado, en octubre de 1945. Sin embargo, como la necesidad de asestar golpes bajos y de realizar operaciones peligrosas iba en aumento a medida que disminuía la influencia de Gran Bretaña en el mundo, el SAS fue restablecido y enviado a luchar tras las líneas enemigas, específicamente en Malasia, en 1947. Desde su cuartel general de Hereford, conocido como «la Nursery», los SAS prepararon en el mayor secreto numerosas misiones como, por ejemplo, la efectuada en 1958 a pedido del sultán de Omán, operación durante la cual los miembros del SAS contribuyeron a reprimir una guerrilla marxista que se había revelado contra la dictadura del régimen. Aquella operación garantizaría el financiamiento del SAS en el futuro ya que, como pudo comprenderlo un oficial del SAS, los miembros de este servicio británico probaron entonces que «podían ser aerotransportados rápida y discretamente hacia una zona agitada y operar de forma totalmente confidencial en un lugar apartado, una carta muy apreciada por el gobierno conservador de la época». [26]

Aunque su acción armada más célebre sigue siendo el asalto a la embajada de Irán, en 1980, los SAS también participaron activamente en la guerra de las Islas Malvinas, en 1982. El despliegue más masivo de los SAS desde la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar durante la guerra del Golfo de 1991. En 1996 colaboraron nuevamente con los Boinas Verdes estadounidenses para entrenar y equipar al Ejército de Liberación de Kosovo antes y después de los bombardeos de la OTAN sobre el territorio de aquella provincia, que se encontraba entonces bajo control serbio.

El diputado conservador Nigel West subrayó con toda razón que, al igual que los Boinas Verdes estadounidenses: «El SAS británico habría desempeñado un papel estratégico en la Operación Gladio si los soviéticos hubiesen invadido Europa occidental», dando así por sentada la implicación del SAS junto a los ejércitos stay-behind creados en Europa [27]. Tanto el SAS británico como los Boinas Verdes estadounidenses colaboraron estrechamente. Fue como prueba de aquella colaboración que los miembros de las Fuerzas Especiales estadounidenses comenzaron a portar, a partir de 1953, la famosa boina verde, proveniente del uniforme de sus modelos británicos. El uso de la boina verde, considerada «extranjera», molestó a muchos altos oficiales del ejército estadounidense.

Fue sólo cuando el presidente Kennedy, gran partidario de las operaciones secretas y de las Fuerzas Especiales, lo aprobó durante una visita a Fort Bragg, el cuartel general de dichas fuerzas, que la boina vino a ser oficialmente adoptada en Estados Unidos para convertirse rápidamente en el emblema del más prestigioso cuerpo de comandos del país. La admiración de los estadounidenses por el ilustre y glorioso SAS perduró por muchos años. Los boinas verdes acostumbraban incluso a referirse al cuartel general de Hereford como «la Casa Matriz» y los oficiales formados en Gran Bretaña gozaban de cierto prestigio a su regreso a Estados Unidos. Por su parte, los británicos se esmeraron en mantener esa alianza, al extremo que en 1962 nombraron al comandante de los Boinas Verdes, el general de división William Yarborough, miembro honorario del SAS.

Lady Thatcher envió el SOE a Cambodia donde este servicio secreto británico entrenó y dirigió a los Khmers Rojos. Estos masacraron entonces a un millón y medio de personas, prioritariamente a los intelectuales que hablaban francés.

En 1988, dos años antes del estallido del escándalo sobre el Gladio, la BBC reveló la existencia de una cooperación entre las Fuerzas Especiales estadounidenses y británicas. En un documento titulado The Unleashing of Evil, la BBC reveló al público que el SAS y los Boinas Verdes no habían vacilado en torturar a sus prisioneros en cada una de las campañas desarrollados desde hacía 30 años en Kenya, Irlanda del Norte, Omán, en Vietnam, Yemen, Chipre y en otros países. Luke Thomson, un ex oficial de Boinas Verdes, explicaba ante las cámaras de la BBC que las tropas de élite estadounidenses y británicas seguían un programa de entrenamiento común en Fort Bragg. Basándose en esa declaración, Richard Norton Taylor, el realizador de aquel documental, quien además se distinguió 2 años más tarde por sus investigaciones sobre el caso Gladio, concluyó que la crueldad «está finalmente más extendida y más anclada en nuestra naturaleza de lo que nos gusta creer» [28].

Durante otra operación secreta, los Boinas Verdes entrenaron también a los escuadrones de Khmers Rojos que participaron en el genocidio cambodiano, después de que se estableciera el contacto por parte de Ray Cline, alto responsable de la CIA y consejero especial del presidente estadounidense Ronald Reagan. Cuando estalló el escándalo del Irángate, en 1983, el presidente Reagan, que quería evitar a toda costa un nuevo escándalo, pidió a la primera ministra británica Margaret Thatcher que los británicos reemplazaran a los estadounidenses.

Margaret Thatcher envió entonces el SAS a Cambodia para entrenar allí mismo a las tropas de Pol Pot. «Fuimos primero a Tailandia, en 1984», testimoniaron más tarde varios oficiales del SAS. «Trabajábamos con los yanquis, estábamos muy compenetrados, como hermanos. A ellos no les gustaba aquello más que a nosotros. Les enseñamos un montón de cosas técnicas a los Khmers Rojos», recuerda el oficial. «Al principio, ellos querían simplemente entrar en las aldeas y acabar con la gente a machetazos. Les dijimos que se calmaran.» Los SAS no se sentían muy a gusto en aquella misión: «Muchos de nosotros hubiésemos cambiado de bando a la primera oportunidad. Estábamos tan asqueados. Odiábamos tanto que nos asociaran con Pol Pot. Se lo aseguro, somos soldados, no asesinos de niños.» [29]

«Mi experiencia en las operaciones secretas me ha enseñado que nunca lo son por mucho tiempo», dijo con una sonrisa el mariscal Lord Carver, jefe del Estado Mayor y futuro comandante en jefe de la Defensa británica. Su observación pudiera aplicarse al Gladio. «Después que usted mete el dedo en el mecanismo, siempre existe el riesgo de que las Fuerzas Especiales empiecen a actuar por su cuenta, como hicieron los franceses en Argelia y quizás más recientemente en el caso del Rainbow Warrior, en Nueva Zelanda», cuando el Servicio [francés] de Documentación Exterior y de Contraespionaje (SDECE) hundió, el 10 de agosto de 1985, el barco de Greenpeace que trataba de oponerse a los ensayos nucleares franceses en el Pacífico [30].

El «mecanismo» también designaba, por supuesto, las acciones del SAS en Irlanda del Norte, donde los republicanos irlandeses consideran a los miembros de ese servicio especial británico ni más ni menos que como terroristas. «Hay buenas razones para pensar», acusaban sus opositores, «que, incluso desde el punto de vista británico, el SAS creó en Irlanda del Norte más problemas de los que resolvió» [31].

Al estallar el escándalo del Gladio, en 1990, la prensa británica observó que quedaba «ahora demostrado que el Special Air Service (SAS) estaba metido hasta el cuello en el proyecto de la OTAN y que había servido, con el MI6, para entrenar guerrilleros y saboteadores». Los periódicos británicos mencionaron sobre todo una «unidad stay-behind italiana entrenada en Gran Bretaña. Todo parece indicar que aquello duró hasta mediados de los años 80 (…) se ha comprobado que los SAS prepararon en la zona alemana ocupada por los británicos una serie de escondites donde se almacenaban armas» [32].

Las informaciones más importantes sobre el papel que el Reino Unido había desempeñado fueron proporcionadas por la investigación del parlamento suizo sobre el ejército secreto stay-behind helvético, conocido como P26. «Los servicios secretos británicos colaboraron estrechamente con una organización clandestina armada, P26, en el marco de una serie de acuerdos secretos que vinculaban a una red europea de grupos de “resistencia”», reveló un diario a una población suiza estupefacta y convencida de la neutralidad de su país.

El juez Cornu, encargado de investigar el escándalo, describió en su informe «la colaboración entre el grupo [P26] y los servicios secretos británicos como “intensa”, ya que estos últimos aportaron su preciada experiencia. Según el informe, los cuadros del P26 participaron en ejercicios regulares en el Reino Unido. Los consejeros británicos, posiblemente del SAS, visitaron campos secretos de entrenamiento en Suiza.» Ironía del destino, los británicos sabían sobre el ejército secreto suizo mucho más que los propios suizos ya que «las actividades del P26, sus códigos, y el nombre del jefe del grupo, Efrem Cattelan, eran de conocimiento de los servicios ingleses mientras que el gobierno helvético era mantenido en la ignorancia, precisa el informe. Afirma [además] que los documentos relacionados con los acuerdos secretos adoptados entre los británicos y el P26 nunca han sido encontrados.» [33]

Durante los años 1960, 1970 y 1980, los miembros suizos del Gladio se entrenaron en el Reino Unido con los instructores de las Fuerzas Especiales británicas. Según Alois Hurlimann, instructor militar y posiblemente ex miembro del Gladio suizo, el entrenamiento incluía operaciones no simuladas contra activistas del IRA, probablemente en Irlanda del Norte. Hurlimann dejó escapar esas revelaciones durante una conversación en el marco de un curso de inglés.

En un inglés aproximativo, Hurlimann explicó que, en mayo de 1984, él mismo había participado en ejercicios secretos en Inglaterra, que incluían la toma por asalto de un depósito de municiones del IRA. Hurlimann agregó que había participado personalmente en aquella misión, portando un traje de camuflaje, y que había comprobado la muerte de por lo menos uno de los miembros del IRA [34].

Resulta interesante saber que la investigación del juez Cornu permitió descubrir, en 1991, la existencia, en algún lugar de Inglaterra, del centro de mando y de comunicaciones del Gladio, equipado con el sistema Harpoon, extremadamente característico. En 1984, un «Acuerdo de Cooperación», que se completó 3 años después con un «Memorando sobre la Asistencia Técnica», mencionaba de forma explícita «centros de entrenamiento en Gran Bretaña, la instalación de un centro suizo de transmisión en Inglaterra y, la cooperación de los dos servicios sobre las cuestiones técnicas». Desgraciadamente, como señala el juez Cornu, «no logramos encontrar ni el “Acuerdo de Cooperación” ni el “Memorando sobre la Asistencia Técnica”».

La persona responsable en el seno de la UNA, los servicios secretos militares suizos, declaró que había tenido que «transmitírselos a los servicios secretos británicos en diciembre de 1989 por razones desconocidas, sin conservar la copia» [35] «Los cuadros de la organización suiza consideraban a los británicos como los mejores especialistas en la materia», precisa el informe del gobierno de Berna [36].

Después del descubrimiento de los ejércitos secretos, a finales de 1990, un ex responsable de la inteligencia de la OTAN que se mantuvo en el anonimato afirmó que «había una división del trabajo entre el Reino Unido y Estados Unidos, los primeros se encargaban de las operaciones en Francia, Bélgica, Holanda, Portugal y Noruega mientras que los americanos se ocupaban de Suecia, Finlandia y del resto de Europa» [37]. Esta separación de tareas no estuvo exenta de dificultades en todos los países, como lo demuestra el ejemplo italiano. El 8 de noviembre de 1951, el general Humberto Broccoli, uno de los primeros directores del SIFAR, los servicios secretos militares italianos, escribió al ministro de Defensa Efisio Marras sobre las cuestiones relacionadas con la red stay-behind y el entrenamiento de los miembros del Gladio.

Broccoli explicaba que los británicos habían creado estructuras similares en Holanda, en Bélgica y «posiblemente también en Dinamarca y en Noruega». El general estaba feliz de confirmar que Gran Bretaña «se propone beneficiarnos con su gran experiencia» mientras que los estadounidenses han «ofrecido contribuir activamente a nuestra organización proporcionando hombres, material (gratuito o prácticamente gratis) y quizás incluso hasta fondos». Broccoli subrayaba también lo juicioso que sería enviar 7 oficiales italianos cuidadosamente seleccionados a pasar un entrenamiento especial en Inglaterra entre noviembre de 1951 y febrero de 1952 ya que esos mismos oficiales podrían transmitir después su experiencia a los miembros del Gladio italiano. El jefe de los servicios secretos militares italianos Broccoli pedía al ministro de Defensa Marras «dar su aprobación a ese programa porque, aunque los británicos no lo saben, yo me puse de acuerdo con los servicios secretos americanos para que Italia participe» [38].

El entrenamiento Gladio que proporcionaban los británicos no era gratuito. Se trataba en realidad de un lucrativo comercio. Broccoli reconocía que «podemos esperar un costo total de unos 500 millones de liras que no pueden salir del presupuesto del SIFAR y que deberían ser incluidos en el de las Fuerzas Armadas» [39]. Como indicaba el general italiano, el MI6 había ofrecido entrenar a los oficiales del Gladio italiano a condición de que Italia comprara armamento en Gran Bretaña. Al mismo tiempo, sin embargo, la CIA, en algo que se parece mucho a un intento por extender su esfera de influencia, proponía proveer gratuitamente las armas destinadas al Gladio.

A fin de cuentas los italianos decidieron… no decidir. Enviaron sus oficiales a recibir la prestigiosa instrucción de los centros de entrenamiento británicos y concluyeron simultáneamente con Estados Unidos un acuerdo secreto que les garantizaba un aprovisionamiento gratuito en armas, lo cual no fue del agrado de los británicos. Cuando el general Ettore Musco, quien fue el sucesor de Broccoli a la cabeza del SIFAR, viajó a Inglaterra para visitar Fort Monckton, el recibimiento fue particularmente frío: «En 1953, los británicos, furiosos por haberse dejado engañar, le reprocharon al general Musco que “su servicio se haya entregado en cuerpo y alma a los americanos”» [40].

Italia no fue el único terreno de aquella lucha entre la CIA y el MI6 por extender sus respectivas esferas de influencia. A finales de 1990, después de enterarse de la existencia de la red secreta, el ministro de Defensa de Bélgica Guy Coeme explicó que «las relaciones entre los servicios de inteligencia británico y belga se remontaban a los contactos establecidos por el señor Spaak y el jefe de los servicios de inteligencia del Reino Unido [Menzies] y a un arreglo pactado entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica» [41].

Aquel “menage à trois” tenía también sus inconvenientes ya que el MI6 y la CIA querían garantizar –cada uno por su cuenta– que Bélgica no privilegiara a uno de ellos en detrimento del otro. El jefe del MI6 Steward Menzies escribió entonces al primer ministro belga de aquella época, Paul Henri Spaak, una carta fechada el 27 de enero de 1949: «He tenido el placer de poder entrevistarme con usted personalmente sobre ciertos temas que atañen a nuestros respectivos países, que considero primordiales y que me han preocupado particularmente en los últimos tiempos».

Después de esto, Menzies insistía en la necesidad de intensificar la colaboración «sobre la cuestión del Kominforn y de posibles actividades hostiles» y de comenzar «a concebir organizaciones de inteligencia y de acción útiles en caso de guerra». Más exactamente, «ciertos oficiales deberían viajar al Reino Unido en los próximos meses para estudiar, en colaboración con mis servicios, los aspectos concretos de esas cuestiones». Muy inquieto ante la idea de que Spaak pudiese preferir tratar con la CIA antes que con el MI6, Menzies subrayó que él mismo había «considerado siempre la participación de los estadounidenses en la defensa de Europa occidental como algo capital» pero que seguía convencido de que «los esfuerzos de todos, incluyendo los de los americanos, deben inscribirse en un conjunto coherente.

Por consiguiente, si Estados Unidos tuviese que realizar, conjuntamente con [los servicios belgas], preparativos con vistas a enfrentar una guerra, [a él le parecía] esencial que esas actividades se coordinen con las [suyas]» y que sabía que podía contar con la comprensión del primer ministro belga.

Menzies se refería después al CCWU, el Comité Clandestino de la Unión Occidental, un órgano creado en 1948 que dirigió las operaciones de guerra no convencional hasta que se firmó, en 1949, el Tratado del Atlántico y que la OTAN se hizo cargo de la coordinación de la red Gladio. «Ese tipo de cooperación», insistía el británico Menzies en su carta al primer ministro belga Spaak, «permitirá ante todo evitar complicaciones con los jefes del Estado mayor de la Unión Occidental.

Ya indiqué al jefe de los servicios americanos que estoy dispuesto a elaborar planes para establecer el marco de una profunda cooperación con él sobre esa base, por eso sugiero que todos los proyectos formulados por ellos sean sometidos a Washington antes de ser discutidos en Londres por los servicios americanos y británicos.» Menzies señalaba también que el Gladio belga tenía que equiparse y precisaba que: «Los pedidos en materia de entrenamiento y equipamiento tendrán que ser formulados en breve.

Ya ordené la construcción de ciertas instalaciones destinadas al entrenamiento de los oficiales y de personas recomendadas por la dirección de los servicios secretos de ustedes y tendré la posibilidad de conseguir para ustedes el equipamiento actualmente en proceso de fabricación (como los walkie-talkie) que se necesitará en las operaciones clandestinas en un futuro próximo.» Según el jefe del MI6, una parte de aquel material podía ser entregada gratuitamente al Gladio belga mientras que otra parte tendría que ser comprada: «Ese equipamiento especializado podrá ser cedido o alquilado pero, en lo que se refiere al equipamiento más tradicional (como armas ligeras u otro material militar), yo sugiero que las tarifas sean objeto de negociaciones amistosas entre los servicios belgas y británicos».

Aunque estaba de más decir que la creación del Gladio belga tenía que desarrollarse en el más absoluto secreto, al final de su carta Menzies precisaba de todas formas: «Sé que es inútil recordarle a usted que este correo tiene mantenerse altamente confidencial y no debe ser divulgado a terceros sin nuestros respectivos consentimientos previos» [42].

Alrededor de dos semanas después, Spaak respondió a Menzies con otra carta en la que se felicitaba por recibir la ayuda de los británicos, aunque indicaba que los estadounidenses también se habían acercado a las autoridades belgas sobre el mismo tema y que a él le parecía que era preferible que Washington y Londres arreglaran primero la cuestión entre sí. «Estoy enteramente de acuerdo», escribía el primer ministro belga, «en que una colaboración entre los tres servicios (británicos, americanos y belgas) sería extremadamente provechosa.» Consciente de la rivalidad existente entre la CIA y el MI6, Spaak agregaba: «Si uno de los dos servicios, el americano o el belga, rechazara esta colaboración, los servicios belgas se verían en una situación extremadamente delicada y difícil. Por eso me parece que se impone la necesidad de negociaciones al más alto nivel entre Londres y Washington para zanjar esta cuestión» [43].

En Noruega, el jefe de los servicios secretos, Vilhelm Evang, fue simultáneamente el artífice de la fundación de la red stay-behind y de la creación de la primera agencia de inteligencia de ese país, el Norwegian Intelligence Service (NIS). Este graduado de ciencias originario de Oslo se había unido al pequeño núcleo encargado de la inteligencia en el seno del gobierno noruego exilado en Londres en 1942. Al regresar a su país, Evang, que había establecido excelentes relaciones con los británicos, fundó el NIS en 1946 y lo dirigió durante 20 años. Sus escritos nos informan que en febrero de 1947 Evang se reunió con un oficial del MI6 británico cuyo nombre se ignora pero que estaba «bien relacionado con las altas esferas del ejército y la Defensa.

Las inquietudes de los ingleses los han llevado a interesarse de cerca por las estrategias de defensa en los países bajo ocupación enemiga. Parece que Holanda, Francia y Bélgica han emprendido procesos de instalación de estructuras necesarias para un ejército clandestino.» [44]

En la Suecia vecina, y supuestamente neutral, los británicos desempeñaron, con ayuda de la CIA, un papel preponderante en la formación de los dirigentes del Gladio local. Así lo reveló Reinhold Geijer, un ex militar de carrera sueco reclutado en 1957 por la red Gladio local, quien dirigió una de sus divisiones regionales durante varias décadas. En 1996, Geijer, ya cerca de los 80 años, contó ante las cámaras del canal sueco TV 4 cómo los británicos lo habían entrenado en Inglaterra con vistas a la realización de acciones clandestinas. «En 1959, después de una escala en Londres, me fui directamente a una granja en el campo cerca de Eaton.

Mi viaje se desarrollaba dentro de la más absoluta confidencialidad, yo utilizaba por ejemplo un pasaporte falso. Ni siquiera estaba autorizado a llamar por teléfono a mi esposa», testimoniaba Geijer. «El objetivo de aquel entrenamiento era aprender a utilizar técnicas de buzones seguros para recibir y enviar mensajes secretos, y otros ejercicios al estilo de James Bond. Los británicos eran particularmente exigentes. A mi me parecía que aquello era exagerado.» [45]

A finales de 1990, mientras seguían apareciendo ejércitos secretos por toda Europa occidental y los proyectores estaban enfocados hacia Inglaterra y el papel que ese país había desempeñado por debajo de la mesa, el gobierno de John Major se negaba obstinadamente a hablar del asunto. «Nosotros no hablamos de cuestiones vinculadas a la Seguridad nacional», respondían incansablemente los voceros ante las preguntas de los periodistas británicos [46]. El Parlamento británico no vio la necesidad de abrir un debate público o una investigación oficial sobre el tema, actitud que –en el verano de 1992– inspiró al periodista Hugh O’Shaughnessy la siguiente crítica: «El silencio de Whitehall y la ausencia casi total de curiosidad por parte de los parlamentarios sobre un escándalo en el que Gran Bretaña está tan profundamente implicada resultan extraordinarios.» [47]

La BBC se encargó de concluir que: «El papel desempeñado desde Gran Bretaña en la creación de los ejércitos stay-behind a través de Europa [fue] fundamental». En su edición nocturna del 4 de abril de 1991, la BBC puso énfasis en el aspecto criminal de los ejércitos secretos y señaló: «Cayó la máscara y cubría numerosos horrores».

La BBC descubrió que, paralelamente a su función stay-behind, los ejércitos secretos habían desempeñado también una labor de manipulación política: «Al igual que la antigua espada, la historia del Gladio moderno es de doble filo.» El documental de la BBC planteaba toda una serie de interrogantes: «¿Era el Gladio, con sus reservas secretas de armas y de explosivos utilizados por sus inspiradores, [un instrumento] de subversión interna contra la izquierda? ¿Fueron los agentes del Gladio culpables de atentados terroristas?» Y ¿cuál fue exactamente el papel de Gran Bretaña? El parlamentario italiano Sergio de Julio declaraba ante las cámaras: «Nosotros tenemos pruebas que demuestran que, a partir de la creación del Gladio, hubo oficiales que fueron enviados a Inglaterra para entrenarse. Ellos estaban encargados de conformar los primeros núcleos de la organización Gladio. Esa es la prueba de una, digamos, cooperación entre el Reino Unido e Italia.» [48]

El periodista de la BBC Peter Marshall interrogaba después al general italiano Gerardo Serravalle, quien había dirigido el Gladio italiano entre 1971 y 1974, sobre el papel que habían desempeñado los británicos. Serravalle confirmó la existencia de una estrecha colaboración: «Yo invité [a los británicos] porque a nosotros nos habían invitado a visitar sus bases en Inglaterra –las infraestructuras stay-behind– así que yo les devolví la cortesía». Marshall le preguntó entonces: «¿Dónde se encuentra el centro de la red británica?». A lo que el general italiano respondió: «Lo siento pero no se lo diré porque eso constituye un secreto militar de su país». El periodista británico hizo después una pregunta para la que podía razonablemente esperar una respuesta de parte del general italiano: «Pero, ¿se sentía usted impresionado por los británicos?». A lo que Serravalle respondió afirmativamente: «Sí, lo estábamos porque es [sic] muy eficaz, extremadamente bien organizado y había excelentes elementos.» [49]

Un año después la BBC se interesó nuevamente por el caso Gladio al transmitir una excelente serie de 3 documentales de Allan Francovich dedicados a ese tema. No se trataba del primer trabajo de ese realizador, quien ya en 1980 había ganado el premio de la crítica internacional en el Festival de Berlín con su film On Company Business, donde revelaba el lado oscuro de la CIA. Después de su investigación sobre Gladio, Francovich rodó The Maltese Double Cross donde demostraba la existencia de puntos de contacto entre el desastre del vuelo 103 de la PanAm cerca de Lockerbie, en 1988, y la destrucción por error, aquel mismo año, de un avión de Iran Air por parte del navío estadounidense USS Vincennes. «Son muy pocos los que luchan incansablemente por la verdad, aunque ello implique ponerse en peligro ellos mismos, como hizo Francovich», recordó Tam Dayell después de la muerte de su amigo, como resultado de una crisis cardiaca sufrida en oscuras circunstancias, en la zona de espera del aeropuerto de Houston, el 17 de abril de 1997 [50].

Basados principalmente en entrevistas, los documentales que rodó Francovich para la BBC se dedicaban casi exclusivamente a las redes Gladio de Bélgica e Italia. Incluían testimonios de participantes tan importantes como Licio Gelli, jefe de la Logia P2; el activista de extrema derecha Vincenzo Vinciguerra; el juez veneciano y «descubridor» del Gladio Felice Casson; el general Gerardo Serravalle, comandante del Gladio italiano; el senador Roger Lallemand, quien presidió la comisión investigadora del parlamento belga; Decimo Garau, ex instructor de la base del Gladio en Cerdeña; el ex director de la CIA William Colby y Martial Lekeu, un ex miembro de la Gendarmería belga, por sólo citar unos cuantos [51].

«Todo el asunto del stay-behind no tenía, a mi modo de ver, otro objetivo que garantizar, en caso de que sucediese lo peor, si un partido comunista llegaba al poder, que hubiese agentes para avisarnos, para seguir de cerca los hechos e informarnos», explicaba Ray Cline, director adjunto de la CIA desde 1962 hasta 1966, ante la cámara de Francovich. «Es probable que grupúsculos de extrema derecha hayan sido reclutados e integrados a la red stay-behind con el fin de poder prevenirnos si se preparaba una guerra. Desde esa óptica, la utilización de extremistas de derecha, con fines de inteligencia y no políticos, me parece que no plantea ningún problema», proseguía Cline [52].

Al día siguiente, la prensa inglesa publicaba lo siguiente: «Era de esos escándalos de los que uno piensa que pueden derribar un gobierno, pero como la amnesia de los telespectadores es lo que es, no queda más que un cintillo en los periódicos al día siguiente» [53].

Daniele Ganser

Daniele Ganser. Historiador suizo, especialista en relaciones internacionales contemporáneas. Se dedica a la enseñanza en la universidad de Basilea, Suiza.


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Daniele Ganser. Historiador suizo, especialista en relaciones internacionales contemporáneas. Se dedica a la enseñanza en la universidad de Basilea, Suiza.


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[1] Denna Frank Fleming, The Cold War and its Origins 1917–1960 (New York, 1961), p.4.

[2] Ver Fleming: Cold War.

[3] Cifras indicadas por Andrew Wilson, Das Abrüstungshandbuch: Analysen, Zusammenhänge, Hintergründe (Hoffmann und Campe, Hamburgo, 1984), p.38. Bajas estadounidenses: 300 000 soldados muertos, 600 000 heridos. Ninguna víctima civil. Balance total de la cantidad de muertos de la Segunda Guerra Mundial: 60 millones (ibid.).

[4] Valentin Falin, Zweite Front. Die Interessenkonflikte in der Anti-Hitler-Koalition (Bömer Knaur, Munich, 1995).

[5] Mackenzie, W. J. M., History of the Special Operations Executive: Britain and the resistance in Europe (British Cabinet Office, Londres, 1948), p.1153 y 1155. El documento original del Buró de los Archivos Públicos de Londres no ha sido publicado aún. Debe ser publicado próximamente por la editora Frank Cass.

[6] Mackenzie, Special Operations Executive, p.2.

[7] Un veterano del SOE, el teniente coronel Holland, «un agente dotado de experiencia en materia de operaciones clandestinas en Irlanda y en la India … y de una profunda convicción en cuanto a la utilidad y el interés [de dichas operaciones]». Fragmento de Mackenzie, Special Operations Executive, p.9.

[8] Paralelamente a la sección D del MI6, otras dos organizaciones destinadas a la subversión fueron fundadas en 1938. Una de ellas dependía del alto mando del ministerio de la Guerra: el GS(R), rebautizado posteriormente como MI(R), que se dedicaba al estudio de las técnicas de guerra no convencional. La segunda, bautizada como EH, en referencia Electra House que era el nombre del edificio donde tenía su cuartel general londinense, estaba especializada en propaganda «negra» (anónima) en Europa. Ver David Stafford, Britain and European Resistance 1940–1945: A survey of the Special Operations Executive (St Antony’s College, Oxford, 1980), p.19–21.

[9] Tony Bunyan, The History and Practice of the Political Police in Britain (Quartet Books, Londres, 1983), p.265.

[10] Peter Wilkinson, Foreign Fields : The Story of an SOE Operative (London Tauris Publishers, Londres, 1997), p.100.

[11] Imperial War Museum London, visitado por el autor en mayo de 1999.

[12] Wilkinson, Fields, p.101.

[13] Stafford, Resistance, p.20.

[14] Carta del ministro Hugh Dalton al ministro de Relaciones Exteriores Halifax fechada el 2 de julio de 1940. Fragmento de M. R. D. Foot, An outline history of the Special Operations Executive 1940–1946 (British Broadcasting Cooperation, Londres, 1984), p.19.

[15] «Background Document File N°0391: GLADIO», Statewatch, enero de 1991. Sobre el papel de Gubbins, ver también la publicación belga Fire! Le Magazine de l’Homme d’Action, septiembre/octubre de 1991, p.77.

[16] E. H. Cookridge, Inside SOE. The Story of Special Operations in Western Europe 1940–45 (Arthur Barker Limited, Londres, 1966), p.13.

[17] Mackenzie, Special Operations Executive, p.1152.

[18] Ibid., p.1153 and 1155.

[19] Stafford, Resistance, epílogo p.203.

[20] Frans Kluiters, De Nederlandse inlichtingen en veiligheidsdiensten (1993), p.309.

[21] Stafford, Resistance, conclusión p.211.

[22] Frank Wisner es el padre de Frank Wisner Jr., que a su vez es padrastro de Nicolas Sarkozy, NdlR.

[23] Roger Faligot y Rémi Kauffer, Les maîtres espions. Histoire mondiale du renseignement. Volume 2. De la Guerre froide à nos jours (Editions Laffont, París, 1994), p.53.

[24] Michael Smith, New Cloak, Old Dagger : How Britain’s Spies Came in from the Cold (Gollancz, Londres, 1996), p.117. Basado en entrevistas realizadas a Simon Preston el 11 de octubre de 1995 y a Michael Giles el 25 de octubre de 1995.

[25] Allan Francovich, Gladio: The Ringmasters. Primer documental de una serie de 3 rodados por el realizador Francovich y dedicados al Gladio, transmitido por BBC2 el 10 de junio de 1992.

[26] Michael de la Billiere, Looking for Trouble: SAS to Gulf Command - The Autobiography (HarperCollins, Londres, 1994), p.150. Esta autobiografía de Billiere incluye el recuento de su experiencia en el SAS.

[27] Agencia internacional de prensa Associated Press, 14 de noviembre de 1990.

[28] The Unleashing of Evil, documental realizado por Richard Norton Taylor, quien cubrió las revelaciones de 1990 sobre el Gladio para el diario The Guardian. Transmitido por la BBC el 29 de junio de 1988. Revelación del Guardian publicada el mismo día: «‘British soldiers used torture’».

[29] Declaraciones de un oficial del SAS al eminente periodista de investigación John Pilger. Diario británico The Guardian, 16 de octubre de 1990. En 1986, Jonathan Winer, abogado en el Congreso, reveló que Estados Unidos había financiado a Pol Pot aportándole en total 85 millones de dólares entre 1980 y 1986 en aplicación de la lógica de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, revelación que provocó la cólera de la administración Reagan. (John Pilger en el diario británico The Guardian, 6 de octubre de 1990). En Gran Bretaña, la incomodidad era comparable. En 1990, la primera ministra Margaret Thatcher negó toda implicación británica en la formación de los escuadrones de Khmers Rojos, a pesar de los testimonios que ya habían aportado varios oficiales del SAS. En 1991, durante un juicio por difamación en el que se vio implicado John Pilger, el ministerio de Defensa tuvo que reconocer finalmente que Gran Bretaña había contribuido al entrenamiento de los partidarios de los Khmers Rojos (Diario británico The Guardian, 20 de abril de 1993).

[30] Joseph Paul de Boucherville Taillon, International Cooperation in the Use of elite military forces to counter terrorism: The British and American Experience, with special reference to their respective experiences in the evolution of low intensity operations (1992), p.200 (Tesis de doctorado presentada en la London School of Economics and Political Science, no publicada). Carta de Carver a Boucherville Taillon, fechada el 24 de diciembre de 1985.

[31] Publicación británica Lobster, diciembre de 1995.

[32] Publicación mensual británica Searchlight, enero de 1991.

[33] Richard Norton-Taylor, «UK trained secret Swiss force» en el diario británico The Guardian, 20 de septiembre de 1991.

[34] Urs Frieden, «Die England Connection. PUK EMD: P26 Geheimarmist Hürlimann im Manöver», publicado en el semanario suizo Wochenzeitung, 30 de noviembre de 1990.

[35] Schweizer Bundesrat: Schlussbericht in der Administrativuntersuchung zur Abklärung der Natur von allfälligen Beziehungen zwischen der Organisation P26 und analogen Organisationen im Ausland. Kurzfassung für die Oeffentlichkeit. 19 de septiembre de 1991, p.4–5.

[36] Ibid., p.2.

[37] Publicación británica Searchlight, enero de 1991.

[38] La carta de Broccoli, fechada el 1º de octubre de 1951 e intitulada Organizzazione informativa operativa nel territorio nazionale suscettibile di occupazione nemica, es un documento esencial en el caso Gladio. La comisión parlamentaria italiana se refirió a ella. Un buen resumen de ese documento se encuentra en Mario Coglitore, La notte dei Gladiatori. Omissioni e silenzi della Repubblica (Calusca Edizioni, Padoue, 1992), p.132–133. La publicación política italiana Espresso, que pudo conseguir el documento original, cita numerosos fragmentos de este en su edición del 18 de enero de 1991.

[39] Coglitore, Gladiatori, p.133.

[40] Pietro Cedomi, «Service secrets, guerre froide et ‘stay-behind. 2e partie’: La mise en place des réseaux», en la publicación belga Fire! Le Magazine de l’Homme d’Action, septiembre/octubre de 1991, p.80.

[41] Allan Francovich, Gladio: The Ringmasters. Primer documental de una serie de 3 realizada por Francovich y dedicada al Gladio. Transmitido por la BBC2 el 10 de junio de 1992.

[42] Enquête parlementaire sur l’existence en Belgique d’un réseau de renseignements clandestin international [Investigación parlamentaria sobre la existencia en Bélgica de una red clandestina internacional de inteligencia], informe elaborado por los señores Erdman y Hasquin a nombre de la comisión investigadora. Documento del Senado, sesión de 1990–1991. Bruselas, p.212–213.

[43] Ibid., p.213. Citado también en el diario británico The Observer del 7 de junio de 1992.

[44] Fragmento de Olav Riste, The Norwegian Intelligence Service 1945–1970 (Frank Cass, Londres, 1999), p.16.

[45] Thomas Kanger y Oscar Hedin, «Erlanders hemliga gerilla. I ett ockuperat Sverige skulle det nationella motstandet ledas fran Äppelbo skola i Dalarna» en el diario sueco Dagens Nyheter, 4 de octubre de 1998.

[46] Diario británico The Guardian, 14 de noviembre de 1990.

[47] Hugh O’Shaughnessy, «Gladio : Europe’s best kept secret». Estos agentes supuestamente debían permanecer detrás de las líneas enemigas en caso de invasión de Europa occidental por parte del Ejército Rojo. Pero esa red, creada con las mejores intenciones, degeneró en ciertos países en un instrumento del terrorismo y de la agitación política de extrema derecha. Publicado en el diario británico The Observer el 7 de junio de 1992.

[48] Televisión británica. BBC Newsnight, 4 de abril de 1991, 22 h 30. Reportaje sobre Gladio realizado por el periodista Peter Marshall.

[49] Ibid.

[50] Sección necrológica del diario británico The Independent, 28 de abril de 1997.

[51] Allan Francovich, Gladio: The Ringmasters, primer documental de una serie de 3 realizada por Francovich y dedicada al Gladio, transmitido por la BBC2 el 10 de junio de 1992; Gladio: The Puppeteers, segundo documental de una serie de 3 realizada por Francovich y dedicada al Gladio, transmitido por BBC2 el 17 de junio de 1992; Gladio: The Foot Soldiers, último documental de la serie de 3 realizada por Francovich y dedicada al Gladio, transmitido por BBC2 el 24 de junio de 1992.

[52] Allan Francovich, Gladio: The Ringmasters. primer documental de una serie de 3 realizada por Francovich y dedicada al Gladio, transmitido por la BBC2 el 10 de junio de 1992.

[53] Diario británico The Times, 28 de junio de 1992.

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