domingo, 29 de marzo de 2009

El Plan Obama o la gran estafa







Jorge Altamira
Prensa Obrera
29-03-2009


La preocupación mayor y obsesiva de todos los gobiernos y de todos los capitalistas, en las actuales circunstancias, es evitar que se desmorone el mercado internacional de títulos privados

Bajo el régimen capitalista, las quiebras de los negocios pueden ser un gran negocio, lo mismo que las guerras. Desde el punto de vista de la tasa de beneficio, superan de lejos a la que se obtiene en períodos normales.
La observación viene a raíz del último programa de rescate bancario anunciado por Obama, que constituye un escandaloso fraude en perjuicio de las finanzas públicas.
En una conferencia de prensa que otorgó el martes pasado, el afroamericano demostró que es perfectamente consciente de lo que está haciendo. Lo tuyo es míoEl llamado programa público-privado para comprar los activos invendibles de los bancos y sus préstamos incobrables ha sido diseñado para que un grupo de cinco fondos de inversión, o de cobertura de inversiones, oferten por los llamados activos tóxicos de los bancos una suma superior a la que el banco obtendría en una venta corriente. Para incentivar este sobreprecio, el Estado aporta o garantiza aportes por el 90 por ciento del valor de la adquisición a tasas de interés cercanas a cero.
La operación consiste en la formación de un fondo público-privado con aportes iguales de las partes, pero que luego podrían recibir financiación del Banco Central o del Fondo de Seguros de depósitos, por un monto seis veces superior a ese capital.
Sin la menor dosis de anestesia, el gobierno recrea de este modo las pirámides financieras que provocaron la crisis actual, con la única pero nada despreciable diferencia de que el lugar y la función del dinero privado pasa a ser ocupado por dinero público.
La expectativa oficial es que las ventajas que ofrece el financiamiento estatal se transfieran en parte a los precios de los activos o de los préstamos que son puestos en subasta, o sea por encima de sus precios de quiebra.
En resumen: una oferta generosa para los bancos, pero sobre todo para los llamados fondos buitres, cuyo negocio consiste, precisamente, en especular con la compra muy barata de valores que no valen nada.La noticia de que el gobierno anunciaría este esquema de fraude público pareció desatar el entusiasmo de los especuladores bursátiles, que respondieron con una suba cercana al 8 por ciento en la Bolsa de Nueva York - algo enorme para un solo día, pero típico de los períodos de bancarrota, cuando el precio oscila con la especulación.
Los operadores más inescrupulosos pronosticaron de inmediato que la crisis había tocado piso. La verdad era más prosaica: aquellos especuladores que habían estado invirtiendo fuerte a la baja de las acciones de las empresas, pero en especial de los bancos -cuya situación de bancarrota es irreversible- , se apresuraron a cambiar de ruta y a comprar esos valores para adelantarse al movimiento de suba que no podía dejar de provocar el anuncio. En los días siguientes, los analistas más importantes hicieron ver que el plan era precisamente un fraude financiero y que no tiene la capacidad para recrear el sistema de crédito.La cosa es muy simple. Por un lado, los activos (bonos, acciones) y préstamos en poder de los bancos no están afectados en su cotización porque no haya dinero para negociarlos, sino simplemente porque la contraparte (el que vendió el bono o recibió el préstamo) no está en condiciones de cancelarlo.
El planteo de Obama buscaría crear un precio que, por esta razón, de inmediato se revelaría artificial.
La consecuencia sería una quiebra del capital público que financia la operación. La expectativa de que una reactivación de la economía revitalice a los capitales quebrados es remota, incluso porque los tiempos de la quiebra y de la reactivación están completamente desfasados.
Muchos observadores ya han advertido que los bancos acabarán retirando los activos y los préstamos que pongan a subasta cuando no les satisfaga el precio que se les ofrezca. En este caso, Obama hará la experiencia de cómo ‘se puede' caer en una crisis política mayúscula en el primer año de mandato. Más de lo mismoLa evidencia de que el gobierno tiene claras las limitaciones de su plan es que el financiamiento que promete ni siquiera es tal, o sea, no es en efectivo, sino que en su mayor parte está compuesto de garantías, no de dinero, que recién habría que transformar en efectivo si la operación produce pérdidas al operador privado.
Los analistas que han hecho notar esta contradicción se quejan de que el Estado sigue sin poner el dinero en la escala necesaria para hacer frente a la bancarrota. Es probable que el flamante programa fracase de la misma manera que lo han hecho todos los que lo precedieron.Este relato demuestra que los izquierdistas que se rascaron la testa, al principio de la crisis, para rechazar cualquier hipótesis de derrumbe del capitalismo y pontificar que, a lo sumo, "dejará de ser el que habíamos conocido hasta ahora", simplemente estaban macaneando.
El plan anunciado por Obama intenta, exactamente, recrear el mercado de títulos privados derribado por la crisis, con el respaldo de los recursos fiscales y no fiscales del Estado, atenuado por la promesa de una mejor regulación por parte de las instituciones públicas (¡cómo si pudiera ser de otra manera y, peor, cómo si fuera a servir para algo!).

La preocupación mayor y obsesiva de todos los gobiernos y de todos los capitalistas, en las actuales circunstancias, es evitar que se desmorone el mercado internacional de títulos privados, es decir de los bancos que tienen esos títulos y de los acreedores de los bancos que tienen los propios.
El valor derivado bruto de este mercado es de 500 billones de dólares y su valuación neta de 60 billones. Solamente los bonos emitidos para asegurar los títulos en circulación suman 25 billones de dólares. Para que sirva de comparación, todo el PBI mundial es de 50 billones.Lo señalado explica el repudio al plan por parte de economistas como el premio Nobel Paul Krugman -quien quiere, al igual que cualquier otro capitalista, salvar a los bonistas internacionales. Pero para ello -dice esta gente- no se debe rifar el dinero público o recurrir a la emisión extraordinaria de moneda, sino nacionalizar temporalmente el sistema bancario.

La función de la nacionalización sería negociar con los acreedores una quita de la deuda de los bancos, de la misma manera que General Motors está negociando, para evitar la quiebra, una reducción de los precios de sus proveedores, una reducción de los salarios y prestaciones sociales de los obreros y una rebaja por parte de los tenedores de su gigantesca deuda. Pero la dimensión principal del plan Obama ha sido escandalosamente omitida por la prensa. Es que se trata de una suerte de golpe internacional en las vísperas de la reunión del G-20, que fue convocado para elaborar una salida ‘coordinada' a la crisis.

Los europeos pretenden que los fondos especulativos norteamericanos, que montaron el régimen financiero paralelo que llevó a la crisis, carguen con los costos.
El choque toca el nudo más sensible de todo el andamiaje financiero internacional -la capacidad excepcional de Estados Unidos para emitir moneda ("seignorage") en virtud del status del dólar como principal medio de pago internacional y principal reserva de valor. Precisamente, el plan Obama está basado principalmente en la capacidad de emisión de la FED, que ya anunció billonarias compras de bonos del Tesoro de su país y que ya ha comprado en gran escala títulos privados en poder de los bancos (‘aflojamiento cuantitativo de moneda').

El resto de los bancos centrales no tiene esa capacidad para socorrer a capitales siniestrados.
El Banco Central Europeo asegura que, si siguiese la política de emisión que desarrolla Estados Unidos, el euro y la Unión Europea tendrían los días contados.
Incluso Estados Unidos corre un riesgo similar, o sea que la emisión desenfrenada de dólares acabe con el rol internacional de su moneda. Algunos analistas prometen que esta emisión terminará llevando al oro a los 6.000 dólares la onza - hoy en 950 dólares.

Europa enfrenta la necesidad de salir en socorro de Europa oriental, cuya deuda externa total es de 1.5 billones de dólares y los vencimientos de este año, de 500 mil millones. Los bancos austríacos están comprometidos por el equivalente al 80 por ciento del PBI de Austria; algo similar ocurre con Italia y con Suecia.La estabilidad de las monedas será puesta en juego en la próxima etapa de la crisis.

China - que tiene reservas por dos billones de dólares e inversiones en títulos públicos de los Estados Unidos por aproximadamente 800.000 millones, y que es por eso el principal bonista interesado en el éxito de los rescates norteamericanos- teme a justo título por su dinero.
El premier chino se aventuró, la semana pasada, a reclamar que una moneda internacional sustituya al dólar, a sabiendas que esto es incompatible con la rivalidad que caracteriza al capitalismo.
Los dolores del euro le debían haber advertido sobre esto.
En una fase extrema de la crisis, la Unión Europea se encontrará ante la alternativa de disolver su unión monetaria o que sus países sean forzados a integrarse en un Estado único por una de las potencias del continente.
Existe una propuesta para que el Banco Central Europeo emita un bono único para rescatar a bancos y empresas en desastre, que debería ser respaldado por cada uno de los países de la UE, en proporciones a establecer.
El tratamiento de la propuesta pondrá al desnudo las tendencias centrífugas en Europa. Un FMI nacional y popularPor último, la producción, el comercio y el empleo siguen en picada.

Rusia acaba de informar que perdió un millón de puestos de trabajo desde noviembre y que renuncia a seguir rescatando a oligarcas quebrados. Admite, si no se trata de una empresa estratégica, que la compre el capital extranjero. A éste, sin embargo, ni se le ocurre; antes, los servicios de seguridad de Rusia deberán dar garantías más apropiadas en términos políticos y jurídicos -un verdadero vía crucis de crisis políticas e internacionales.

China vive una caída extraordinaria de su comercio exterior y también una marcada salida de capitales.
Por fin, América Latina ha comenzado a sentir las consecuencias del derrumbe del crédito que financia el comercio internacional.
Los K creen que en Londres tendrán la oportunidad de parir un FMI nacional y popular, dispuesto a prestar plata para que la economía no se contraiga. No entienden una jota de lo que ocurre: el capitalismo mundial necesita estabilizar las monedas de los países periféricos y para ello no conocen otro camino que la ‘austeridad'.
Si Brasil obtuvo un préstamo de la FED de 50 mil millones de dólares, la explicación no tiene que ver con la amabilidad de Lula ni su ‘sotaque' nordestino, sino simplemente con que tiene bonos del Tesoro norteamericano por 150 mil millones de dólares. En Londres, los banqueros le van a pedir a madam K que devalúe el peso como se lo piden Ferrer y Curia -con una vasta trayectoria nac & pop.

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La guerra líquida



Postal desde ‘Oleoducstán’
Pepe Escobar
Tomdispatch.com
28-03-2009
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Lo que pueda suceder en el inmenso campo de batalla por el control de Eurasia, será lo que proporcione el argumento final a la tumultuosa deriva hacia un nuevo y policéntrico orden mundial, también conocido como el Nuevo Gran Juego.
Nuestra vieja y buena amiga, la disparatada “Guerra Global contra el Terror” con la que el Pentágono ha renombrado astutamente la “Larga Guerra”, comporta otra guerra similar, aunque medio escondida, mucho más importante: la guerra global por la energía. Suelo pensar en ella como la Guerra Líquida, porque su torrente sanguíneo está conformado por los oleoductos que zigzaguean por los potenciales campos de batalla imperiales del planeta. Dicho de otro modo, si su asediada y crucial frontera estos días es la Cuenca del Caspio, su tablero está conformado por la totalidad de Eurasia. Pienso en ella, a nivel geográfico, como Oleoducstán.
Todos los yonquis geopolíticos necesitan un chute. Yo me enganché al tema de los oleoductos a partir de la segunda mitad de la década de 1990. He cruzado el Caspio en un buque de carga azerí sólo para seguir el oleoducto de Baku-Tblisi-Ceyhan a través de Caucaso, que ha costado unos 4.000 millones de dólares y que es más conocido en este juego de ajedrez por su acrónimo, BTC (Oh, a propósito, el mapa de Oleoducstán está plagado de acrónimos, ¡por tanto, es mejor que nos acostumbremos a usarlos!).
También he recorrido varias de las solapadas Rutas modernas de la Seda, u Oleoductos de la Seda, para posibles flujos futuros energéticos desde Shanghai a Estambul, anotando, en plan Hágalo Vd. mismo [1], mis propias rutas para el GNL [gas natural licuado]. Solía seguir vorazmente las aventuras del, en otra época, Rey Sol de Asia Central, el ahora difunto Turkmenbashi o “líder de los turcomanos”, Saparmurat Niyazov, jefe de la inmensamente rica en gas República de Turkmenistán, como si fuera un héroe de Conrad.
En Almaty, la antigua capital de Kazajstán (antes de que la trasladaran a Astana, en el medio del medio de la nada), sus vecinos se sintieron perplejos cuando manifesté un impulso irresistible a llegar hasta Aktau, la ciudad del boom petrolífero del país. (“¿Por qué? No hay nada allí”). Al entrar en la habitación de los mapas, que semejaba el Espacio Odyssey, en la sede moscovita del gigante energético ruso GAZPROM –donde se detalla digitalmente cada uno de los oleoductos de Eurasia-, o en la sede de la Compañía Nacional Iraní del Petróleo (NIOC, por sus siglas en inglés), con sus pulcras filas de expertas vestidas con el chador, sentí como si estuviera entrando en la cueva de Aladino. Y el hecho de no leer nunca en la misma frase las palabras “Afganistán” y “petróleo” sigue siendo una fuente de infinito jolgorio para mí.
El año pasado, el petróleo te salía por un ojo de la cara. Este año, está relativamente barato. Pero no se engañen. No se trata del precio aquí. Nos guste o no, la energía sigue siendo eso de lo que quiere apropiarse todo aquel que es alguien. Por tanto, consideren este escrito sólo como la primera entrega de un cuento muy largo sobre algunos de los movimientos que se han hecho, o que se harán, en el enloquecedor complejo del Nuevo Gran Juego, que avanza sin pausa sin que importe para nada el resto de fuerzas que esta semana se introduzcan en los titulares.
Olvídense de la obsesión de los medios con al-Qaida, con el “muerto o vivo” Osama bin Laden, con los talibanes –nuevos, moderados o clásicos- o con la “guerra contra el terror”, cualquiera que sea el nombre que adopte. Todo eso es pura filfa comparado con el juego geopolítico de alto riesgo y pornografía dura que va detrás de los fluidos de los oleoductos del planeta.
¿Quién dijo que Oleoducstán no iba a resultar divertido?
Llamando al Doctor Zbig
En su mágnum opus de 1997 “El gran tablero de ajedrez”, Zbigniew Brzezinski –extraordinario profesional de la realpolitik y ex asesor de seguridad nacional de Jimmy Carter, el presidente que lanzó a EEUU a sus modernas guerras por la energía- trazó precisamente con algún detalle cómo había que aferrarse a la “primacía global” estadounidense. Posteriormente, su plan maestro sería debidamente copiado por ese letal puñado de Doctores No que se congregaron en el Bill Kristol Project para un Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas en inglés, en caso de que Vds. hubieran olvidado el acrónimo, ya que su portal en Internet y sus seguidores se esfumaron).
Para el Dr. Zbig, quien, como yo, consigue su chute en Eurasia –es decir, pensando a lo grande-, todo se reduce a promover precisamente el surgimiento de una serie propicia de “socios estratégicamente compatibles” con Washington en los lugares donde los flujos de energía son más abundantes. Y eso debería hacerse, como él señalaba cortésmente entonces, a fin de moldear “un sistema de seguridad trans-euroasiático más cooperativo”.
En estos momentos, el Dr. Zbig –entre cuyos fans está evidentemente el Presidente Barack Obama- debe haberse dado cuenta de que, en cierta manera, se ha hecho que descarrile al tren euroasiático que tenía que entregar los productos energéticos. Al parecer, la parte asiática de Eurasia no se muestra muy conforme con esos planes.
Con crisis financiera global o no, el petróleo y el gas natural son las claves a largo plazo de una inexorable transferencia de poder económico de Occidente a Asia. Aquellos que controlen Oleoducstán –y a pesar de todos los sueños y planes puestos en marcha, parece que no va a ser Washington- tendrán la última palabra en todo lo que esté por venir, y no hay ningún terrorista en el mundo, ni siquiera una larga guerra, que pueda cambiar eso.
El experto en energía Michael Klare ha sido decisivo a la hora de identificar los vectores clave en el salvaje y continuado barullo mundial para apoderarse de Oleoducstán. Esos vectores oscilan desde la creciente escasez (y dificultad para alcanzarlas) de los suministros de energías primarias hasta los “penosamente lentos desarrollos de las energías alternativas”. Aunque puede que no se hayan dado cuenta, las primeras escaramuzas de la Guerra Líquida en Oleoductán han tenido ya lugar, e incluso en la peor de las épocas económicas, los riesgos aumentan constantemente dada la implacable rivalidad entre Occidente y Asia, bien sea en el Oriente Medio, en el escenario del Caspio o en los estados africanos ricos en petróleo como Angola, Nigeria y Sudán.
En efecto, en esas primeras escaramuzas del siglo veintiuno, China ha reaccionado con prontitud. Incluso antes de los ataques del 11-S, sus dirigentes estaban formulando una respuesta a lo que consideraban como una invasión de reptiles de Occidente sobre el gas y el petróleo de las tierras de Asia Central, especialmente en la región del Mar Caspio. Para concretar, en junio de 2001, sus dirigentes se unieron con Rusia para formar la Organización para la Cooperación de Shanghai. Es conocida como la SCO (por sus siglas, en inglés) y este es un acrónimo que deberán memorizar. Va a estar omnipresente durante todo un tiempo.
Volviendo a entonces, los miembros junior de la SCO eran, por decirlo así, los Estanes, las ex repúblicas de la Unión Soviética ricas en energía –Kirguizistán, Uzbekistán, Kazajstán y Tayikistán-, a las que la administración Clinton, y después la nueva administración Bush, dirigidas por esos ex energéticos hombres, habían estado mirando codiciosamente. La organización quería convertirse en una sociedad cooperativa regional a múltiples niveles económicos y militares que, según la veían tanto rusos como chinos, funcionaría como una especie de manta de seguridad alrededor del borde superior de Afganistán.
Irán es, desde luego, un nódulo energético crucial en Asia Occidental, y los dirigentes de ese país también iban a demostrar que no eran mancos en lo que se refiere al Nuevo Gran Juego. Irán necesita de al menos 200.000 millones de dólares de inversión exterior para modernizar de verdad sus fabulosas reservas de gas y petróleo y así poder vender mucho más a Occidente de lo que las sanciones impuestas por EEUU le permiten ahora. No sería de extrañar que Irán se convierta pronto en un objetivo en Washington. No sería de extrañar un ataque aéreo contra aquel país que sigue siendo el sueño húmedo final de toda suerte de Likud/niks así como de Dick (“Pescador”) Cheney y de sus chamberlanes y camaradas de armas neocon. Según lo ven las elites de Teherán y Delhi y las de Pekín y Moscú, un ataque estadounidense, que ahora está fuera de la pantalla del radar hasta al menos 2012, sería una guerra no sólo contra Rusia y China, sino contra todo el proyecto de integración asiática que la SCO está llamada a representar.
Baratijas globales [2]
A la vez que la administración Obama trata de poner orden en sus políticas centroasiáticas, afganas e iraníes, Pekín continúa soñando con una versión segura y caudalosa, alrededor de la energía, de la antigua Ruta de la Seda, que se extendería desde la cuenca del Caspio (los Estanes ricos en energía más Irán y Rusia) hasta la provincia de Xinjiang, su Lejano Oeste.
La SCO ha ampliado sus objetivos y alcance desde 2001. En la actualidad, Irán, India y Pakistán disfrutan de “estatuto de observador” en una organización que cada vez más persigue controlar y proteger no sólo los suministros energéticos regionales, sino todo Oleoducstán en cualquiera de sus direcciones. Este es, por supuesto el papel que a la elite gobernante en Washington le gustaría que jugara la OTAN a través de Eurasia. Dado que Rusia y China esperan que la SCO juegue un papel similar por toda Asia, va a ser inevitable que se produzcan toda suerte de enfrentamientos.
Pregunten a cualquier experto importante de la Academia China de Ciencias Sociales en Pekín y les dirá que la SCO debe entenderse como una alianza, única a nivel histórico, de cinco civilizaciones no occidentales –rusa, china, musulmana, hindú y budista- y, por ello, capaces de evolucionar hasta formar la base de un sistema de seguridad colectiva en Eurasia. Ese es un pensamiento que desasosegaba a los clásicos estrategas globales en el interior de Beltway [3], como el Dr. Zbig y Brent Scowcroft, asesor de seguridad nacional del Presidente George H. W. Bush.
Según el punto de vista de Pekín, el naciente orden mundial del siglo veintiuno vendrá sobre todo determinado por un cuadrilátero de países BRIC –para aquellos de Vds. que ya están coleccionando los acrónimos del Gran Juego, se refiere a Brasil, Rusia, India y China-, más el futuro triángulo islámico de Irán, Arabia Saudí y Turquía. Añádanle una Sudamérica unificada y no esclavizada por Washington, y ya tienen una SCO-plus global. Al menos en las mesas de dibujo, es un sueño de altos octanos.
La clave de todo esto es una continuada entente cordiale chino-rusa.
Ya en 1999, viendo cómo la OTAN y EEUU se expandían agresivamente por los distantes Balcanes, Pekín identificó este nuevo juego como lo que era: una guerra en desarrollo por la energía. Y en juego estaban las reservas de petróleo y gas natural de las tierras que se extienden desde el Norte de África hasta la frontera china. Y no serían precisamente de importancia menor los oleoductos que llevarían la energía carbonizada en esas tierras hasta Occidente. Dónde se construirían, qué países atravesarían, iba a determinar muchas cosas en el mundo futuro. Y ahí fue donde el imperio de las bases militares estadounidenses (piensen, por ejemplo, en el Campo Bondsteel en Kosovo) se topa con Oleoducstán (representado, allá por 1999, por el oleoducto AMBO).
AMBO, acrónimo en inglés de Corporación Petrolífera Búlgaro-Macedonia-Albanesa, una entidad registrada en EEUU, está construyendo un oleoducto por valor de 1.100 millones de dólares, alias “el Transbalcánico”, cuya terminación está prevista para 2011. Llevará el petróleo del Caspio a Occidente sin atravesar ni Rusia ni Irán. Como oleoducto, AMBO encaja bien en una estrategia geopolítica de crear una red energética y de seguridad controlada por EEUU que fue primero desarrollada por Bill Richardson, Secretario para la Energía del Presidente Bill Clinton, y después por el Vicepresidente Dick Cheney.
Detrás de la idea de esa “red” hay una apuesta arriesgada de militarización de un corredor de la energía que se extendería desde el Mar Caspio, en Asia Central, a través de una serie de ahora independientes ex republicas soviéticas, hasta Turquía, y de allí a los Balcanes (y de ahí a Europa). Esto supone sabotear los grandes planes energéticos de Rusia e Irán. El mismo AMBO llevaría el petróleo desde la cuenca del Caspio a una Terminal situada en la ex república soviética de Georgia en el Caucaso, y después se transportaría mediante buques petroleros a través del Mar Negro hasta llegar el puerto búlgaro de Burgas, donde otro oleoducto lo llevaría hasta Macedonia y de ahí hasta el puerto albanés de Vlora.
En cuanto al Campo Bondsteel, es la base militar “duradera” que Washington se ganó en las guerras por los restos de Yugoslavia. Sería la mayor base exterior que EEUU había construido desde la Guerra de Vietnam. La filial de Halliburton, Kellogg Brown & Root (KBR) fue quien la levantó, junto con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, sobre 400 hectáreas de tierra agrícola cerca de la frontera macedonia, en el sur de Kosovo. Piensen en ese campo como una versión amistosa, de cinco estrellas, de Guantánamo, con una serie de extras para los que están allí estacionados que incluyen masaje Thai y montones de comida basura. Bondsteel es el equivalente balcánico de un portaviones gigante inmovilizado, capaz de ejercer vigilancia no sólo sobre los Balcanes sino también sobre Turquía y la región del Mar Negro (considerada en el lenguaje neocon de los años de Bush como “el nuevo punto de contacto” entre la “comunidad euro-atlántica” y el “Gran Medio Oriente”).
¿Cómo podrían Rusia, China e Irán no interpretar la guerra en Kosovo, después la invasión de Afganistán (donde Washington había intentado anteriormente emparejarse con los talibanes y promover la construcción de otro de esos oleoductos que evitaran Irán y Rusia), seguida de la invasión de Iraq (ese país de inmensas reservas de petróleo), y finalmente el reciente conflicto en Georgia (ese cruce crucial para el transporte de la energía), como guerras claras por Oleoducstán? Aunque rara vez nuestros medios dominantes imaginaron esta vía, los dirigentes rusos y chinos vieron una dura “continuidad” en la política que venía del imperialismo humanitario de Bill Clinton a la Guerra Global contra el Terror de Bush. El encontronazo, como advirtió entonces públicamente el Presidente ruso Vladimir Putin, era inevitable, pero esa es otra historia de alfombras mágicas, otra cueva en la que entraremos en otra ocasión.
Noche lluviosa en Georgia
Si Vds. quieren entender la versión de Washington de Oleoducstán, tienen que empezar con la Georgia por donde campa la mafia. Aunque su ejército fue aplastado en su reciente guerra con Rusia, Georgia sigue siendo vital para la política energética de Washington en lo que, hasta ahora, se ha convertido en un genuino arco de inestabilidad, debido en parte a su continua obsesión por eliminar a Irán del flujo energético.
Fue alrededor del oleoducto de Baku-Tblisi-Ceyhan (BTC), como señalé en 2007 en mi libro “Globalistan”, donde se tomó forma y se solidificó la política estadounidense. El mismo Zbig Brzezinski voló a Baku en 1995 como “asesor energético”, menos de cuatro años después de que Azerbaiyán se independizara, vendiendo la idea a la elite de allí. El BTC tenía que ir desde la Terminal de Sangachal, a una media hora al sur de Baku, a través de la vecina Georgia hasta la Terminal Marina del puerto turco de Ceyhan, en el Mediterráneo. Ahora ya operativo, es como una serpiente de acero de 1.767 kilómetros de longitud y 44 metros de ancho que se extiende por seis zonas en guerra (actual o potencial): Nagorno-Karabaj (un enclave armenio en Azerbaiyán), Chechenia y Daguestán (ambas regiones en conflicto de Rusia), Osetia del Sur, Abjazia (sobre la que pivotó la guerra entre Rusia y Georgia de 2008) y el Kurdistán turco.
Desde un punto de vista puramente económico, el BTC no tiene sentido. Se podía haber construido por casi nada, hablando relativamente, un oleoducto “BTK”, que fuera desde Baku a través de Teherán hasta la isla de Kharg de Irán, y habría tenido la ventaja añadida de circunvalar tanto la Georgia corroída por la mafia como la tambaleante Anatolia Oriental de población kurda. Esa habría sido la vía realmente barata para llevar el petróleo y el gas del Caspio hasta Europa.
El Nuevo Gran Juego se aseguró de que eso no fuera así y a esa decisión le siguieron otras muchas. Incluso aunque Moscú no planeara ocupar Georgia a largo plazo en su guerra de 2008 ni apropiarse del oleoducto BTC que ahora discurre por su territorio, el analista del gas y petróleo del Alfa Bank, Konstantin Batunin, señaló lo obvio: aunque se corte por poco tiempo el flujo del petróleo del BTC, las tropas rusas dejaron muy claro a los inversores globales que Georgia no era un país fiable para el tránsito de la energía. Es decir, los rusos ridiculizaron el mundo de Zbig.
Por su parte, Azerbaiyán era, hasta hace poco, la historia de verdadero éxito en la versión estadounidense de Oleoducstán. Asesorado por Zbig, Bill Clinton “robó” literalmente Baku al “extranjero cercano” promoviendo el BTC y la riqueza que fluiría de él. Ahora, sin embargo, con el mensaje de la Guerra entre Rusia y Georgia calando hondo, Baku se permite de nuevo a sí misma ser seducida por Rusia. Para acabar de rematarlo, el Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, no puede soportar al hortera del Presidente de Georgia, Mijail Saakashvili. Eso apenas sorprende. Después de todo, los precipitados movimientos bélicos de Saakashvili hicieron que Azerbaiyán perdiera al menos 500 millones de dólares cuando se cerró el BTC durante la guerra.
La guerra relámpago de la seducción energética rusa se centra como un láser también sobre Asia Central. (Hablaremos más sobre ello en la próxima entrega sobre Oleoducstán). Se dedicó a ofrecerse a comprar gas turcomano, uzbeco y kazaj a precios europeos en vez de los anteriores precios rusos, mucho más bajos. De hecho, los rusos han ofrecido el mismo negocio a los azeríes: por eso ahora, Baku está negociando un acuerdo para que el oleoducto de Baku-Novorossiysk tenga más capacidad, lo que hará que siga su trazado hasta las orillas rusas del Mar Negro, mientras está considerando bombear menos petróleo para el BTC.
El Presidente Obama tiene que entender las graves implicaciones de todo esto. Menos petróleo azerí por el BTC –su capacidad máxima es de un millón de barriles al día, enviados en su mayoría hacia Europa- significa que el oleoducto puede quebrar, que es lo que Rusia quiere.
En Asia Central, algunas de las mayores apuestas se concentran en el monstruoso campo de petróleo de Kashagan, en la “onza” de Kazajstán, la joya absoluta de la corona del Caspio, con reservas de hasta 9.000 millones de barriles. Como es habitual en Oleoducstán, todo gira alrededor de por qué rutas se hará llegar al mundo el petróleo de Kashagan una vez que comience a producir en 2013. Esto augura, desde luego, la Guerra Líquida. Al astuto Presidente kazaco Nursultan Nazarbayek le gustaría utilizar el Consorcio del Oleoducto del Caspio (CPC, por sus siglas en inglés), controlado por Rusia, para bombear el crudo de Kashagan al Mar Negro.
En ese caso, los kazacos tienen todas las cartas. La cantidad de petróleo que fluya de Kashagan decidirá si el BTC –en otro tiempo promovido a bombo y platillo por Washington como la ruta final para que Occidente escapara de la dependencia del petróleo del Golfo Pérsico- vive o muere.
¡Bienvenidos, pues, a Oleoducstán! Tanto si nos gusta como si no, en los buenos y en los malos tiempos, es razonable apostar que todos vamos a convertirnos en turistas de oleoducto. Por eso, sigamos con el flujo. Apréndanse los acrónimos fundamentales, mantengan los ojos abiertos a todo lo que ocurra en las bases estadounidenses por todos los centros petrolíferos del planeta, observen dónde se construyen los oleoductos y hagan cuanto puedan para controlar la próxima serie de monstruosos acuerdos energéticos chinos y los fabulosos golpes maestros del ruso GAZPROM.
Y, mientras están en ello, consideren ésta como la primera postal enviada desde nuestra gira por Oleoducstán. Volveremos (adaptando un tanto la cita de Terminator). Piensen en esto mientras se abre una puerta a un futuro en el cual qué fluye, dónde y hacia quién puede convertirse en las cuestiones más importantes sobre el planeta.
N. de la T.:
[1] En el original DIY: “do it yourself”
[2] El autor juega con el doble sentido del término en inglés. Bric-a-brac significa baratijas, pero BRIC es también el acrónimo de los países Brasil, Rusia, India y China
[3] La Beltway es una autopista que circunvala Washington, en este caso el autor se refiere a todo lo referente a las cuestiones políticas y de gobierno estadounidenses.
Pepe Escobar es el corresponsal errante de Asia Times y analista de Real News. Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com
http://www.tomdispatch.com/post/175050/pepe_escobar_welcome_to_pipelineistan

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Europa protesta contra el G20







Londres, Berlín, Frankfurt, París, Roma, Viena
29-03-2009
Rebelión / Agencias

Protesta en Londres
La policía estimó que unas 35.000 personas participaron en la movilización que, según los organizadores, buscaba darle expresión pacífica a la gente. La corresponsal de la BBC, Janet Barrie, dice que había advertencias sobre posibles brotes de violencia, pero varios de los manifestantes describieron la marcha como una "atmósfera de carnaval".

Resaltaron que la ira y el desagrado era contra los banqueros y los políticos a quienes culpan de la crisis económica mundial. Al final de la marcha hubo discursos en los que algunos exhortaron a los líderes del G-20 a cambiar el rumbo del capitalismo global. Glen Tarman, presidente de la organización Put People First (Primero el Pueblo) - uno de los coordinadores - dijo a la BBC: "Hoy ha nacido una emocionante alianza nueva. Continuaremos presionando a los líderes mundiales y al gobierno británico para que aborden nuestras demandas y pongan de primero al pueblo".
La manifestación del sábado es solo el preludio de varias movilizaciones programadas para la próxima semana. El miércoles y jueves habrá una serie de protestas organizadas por una variedad de agrupaciones y coaliciones haciendo campaña sobre una gama de temas que van desde la pobreza, inequidad, empleos, guerra, cambio climático y capitalismo.
La policía de Londres dice que el operativo de seguridad en torno a la cumbre del G-20 es uno de los más amplios y complejos en su historia. El comandante Simon O´Brien dice que grupos extremistas de antaño están aprovechando la ira pública y la recesión para planear sus actividades.
La policía está principalmente preocupada con el potencial de violencia el miércoles 1ro. de abril - Día de los inocentes en el mundo anglosajón - en el que se ha organizado una protesta denominada "Día de los Tontos Financistas". Los empleados del distrito financiero en Londres han sido advertidos de que podrían ser blanco de ataques por parte de manifestantes iracundos por el papel que ha jugado ese sector en la crisis económica.

Berlín y Frankfurt: No pagaremos su crisis.10.00 personas salieron a la calle en Berlín con banderas rojas del partido de "Linke" y un ataúd negro que simbolizaba la muerte del capitalismo. Otras 9.000 personas desfilaron por las calles de Frankfurt.


París: Pocos cientos de personas, 400 según la policía, 700 según los organizadores se manifestaron contra el G20 de Londres y procedieron al "desmantelamiento simbólico de un paraíso fiscal". El símbolo lo habían construido a posta delante de la Bolsa: una miniplaya, dos palmeras, dos tumbonas ocupadas por hombres en chanquletas y camisa de flores. Por el suelo, facsímiles de billetes de 5.000 euros barradas con la palabra "exenta de impuestos". Para demostrar lo fácil que es abatir un paraíso fiscal, los estudiantes, guiados por los organizadores, se armaron con palas y recogieron y tiraron la arena, "eliminando" la playa.

Roma: Nosotros no vamos a pagar la crisisMiles de personas -10.000 según Reuters, 50.000 según los organizadores- se manifestaron ayer por Roma. Habían convocado la manifestación los de base COBAS, CUB y SDL así como los estudiantes universitarios de la Onda anómala. También estaban los precarios de la escuela, trabajadores de Alitalia, EREs, muchos de ellos llegados desde Lombardía. "La crisis la deben pagar los banqueros, la patronal y los evasores".

Refrescamos la memoria con una noticia del mes anterior

La UE vigila el aumento del descontento social en toda la Unión

02 febrero 2009

Según informaba la pasada semana Leigh Phillipis en www.euobserver.com, los 27 han aumentado el grado de vigilancia del riesgo de estallidos sociales en toda Europa debido a la crisis económica. Los últimos síntomas del malestar social han tenido lugar en Letonia, Lituania, Bulgaria y Grecia (y, fuera de la Unión, en Islandia), pero la UE teme que esos estallidos lleguen en cascada y amenacen la estabilidad de los gobiernos e incluso de la propia Unión.

DONOSTIA-. Los enfrentamientos más fuertes han tenido lugar, hasta ahora, en Letonia, Lituania, Bulgaria y Grecia. Pero en estas últimas semanas aumentan las protestas en El Estado francés o Gran Bretaña, y comienzan a surgir en el Estado español o Alemania, por poner sólo varios ejemplos.
Y los estallidos empiezan a tener ya consecuencias políticas, por ejemplo, en Islandia, donde el primer ministro, el conservador Geir Haarde, anunciaba el día 23 la convocatoria de elecciones anticipadas, y tres días después caía su Gobierno. Aunque Islandia no es miembro de la UE –el debate, como siempre en tiempos de crisis, se ha reabierto ahora–, se trata del primer ejecutivo europeo que cae por la situación económica y financiera. El anuncio se produjo tras una semana de protestas populares contra el Gobierno por su actuación durante la crisis económica, que ha dejado el país al borde de la bancarrota. Los enfrentamientos han sido los más violentos en 50 años. La Policía utilizó sprays con pimienta y gases lacrimógenos contra los más de dos mil ciudadanos que protestaban ante la sede del Parlamento.
Lo ocurrido en Islandia llega tras una serie de revueltas antigubernamentales en Letonia, Lituania y Bulgaria, que siguieron, a su vez, a las que tuvieron lugar durante varios días seguidos en Grecia, donde los sindicatos y los estudiantes pusieron en jaque al Gobierno a finales de diciembre. Las turbulencias financieras ya se habían llevado antes por delante al Gobierno belga, aunque, en este caso, la situación política interna desde hace casi dos años tuvo mucho que ver.
En Francia, han sido los obreros del sector automovilístico –y, puntualmente, del ferrocarril– quienes han protagonizado las movilizaciones, pero a ellos vuelven a sumarse los estudiantes, con sus protestas contra las reformas de Nicolas Sarkozy. Ambos sectores son claves en el Estado francés: de hecho, el lobby universitario es muy potente –y más impredecible que el obrero– y muchos políticos proceden del movimiento estudiantil. Los portavoces de los sindicatos han recordado esta pasada semana lo ocurrido en Grecia para advertir de que las movilizaciones podrían ser cada vez más duras: "También en Francia hay una bomba social a punto de explotar".
La crisis económica y financiera preocupa a las autoridades europeas tanto como las consecuencias que puede tener en el ámbito social. Los funcionarios de la Unión Europea reconocen en privado que la preocupación es muy grande en Bruselas y que todos los estados miembros están adoptando nuevas medidas de control y seguimiento del descontento popular.
De hecho, los embajadores permanentes de los Veintisiete en Bruselas ya han tratado el tema en varias reuniones, y están compartiendo y actualizando constantemente datos e informaciones al respecto. El Consejo Europeo informal de primavera se centrará, previsiblemente, en esta cuestión. Estas mismas fuentes reconocen abiertamente que los 27 no saben cómo enfrentarse a la situación y, de momento, han solicitado más informes a sus respectivos servicios de inteligencia para saber si las revueltas marcan ya una tendencia o son, por el contrario, hechos aislados o dinámicas de oposición internas (en la jerga comunitaria, "manipulación por elementos de la oposición").
Ante las elecciones europeas de junio, el Partido Popular Europeo ha llegado a acusar al Partido Socialista Europeo de tratar de recuperar su hegemonía en la Cámara Europea utilizando la crisis como base de una campaña de "agitación y propaganda".
Las protestas han provocado, por ejemplo, una reunión de seguridad conjunta entre los gobiernos de Letonia y Lituania, tras los enfrentamientos del día 16 en Riga –26 manifestantes y 14 policías heridos, y 106 detenidos– y Vilnius. Un funcionario lituano reconocía el viernes en Bruselas que su Gobierno está recabando información de estallidos similares en Francia, Estonia y Alemania. Además, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia estarían también intercambiando información de forma intensiva al respecto. En Vilnius, en los últimos días han tenido lugar al menos once marchas convocadas por los sindicatos.Previsiones
El presidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, predijo hace dos semanas en la BBC que la debacle económica causará sin duda un malestar creciente: "Puede ocurrir en cualquier lugar de Europa, y seguramente irá a peor en los próximos meses".
En su opinión, los países con mayor riesgo de estallidos son Hungría, Letonia y Bulgaria –en estos y, en general, en todos los estados centroeuropeos, ya se están preguntando si son políticamente asumibles y tolerables las condiciones impuestas tanto por la propia Unión para la adhesión como por los planes de rescate europeos o internacionales–, pero también Francia y Gran Bretaña. "La situación es muy, muy seria", declaró Strauss-Kahn.
La mayoría de los analistas consideran que, si las previsiones de caída del empleo continúan a este ritmo, el descontento social puede pasar a ser explosivo después del verano, especialmente allí donde el paro está aumentando de forma más rápida, caso, por ejemplo, del Estado español. El descrédito de la clase financiera y política es enorme y eso está teniendo ya consecuencias en la UE. Y es muy posible que las elecciones al Parlamento Europeo de junio marquen otro punto de inflexión en ese progresivo alejamiento de la estructura comunitaria de sus ciudadanos.

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