viernes, 26 de febrero de 2010

Sampedro: "Vivimos el fin del capitalismo"


26 de febrero de 2010.
Nodo50
Insurgente

"En este momento estamos en la descomposición del capitalismo hacia una situación de barbarie. Como en su día le pasó a Roma".

¿Qué ha pasado para llegar a esta crisis?


Lo que ha pasado es que hubo un momento dentro de las rivalidades del siglo XX en el que los poderosos se alarmaron, en parte por los sucesos del 68, y hubo una reacción, con Thatcher y Reagan, que supuso el apoyo de una teoría económica, la de los fundamentalistas del mercado, que logró la desregulación extrema, que causó lo que ha pasado. Los economistas se han concentrado en lo financiero, es decir, son los que manejan el dinero. Y con la globalización se ha producido una transferencia de poderes: los gobiernos, que mejor o peor están controlados por la política, la democracia, etc., han sido sustituidos por unos financieros que actúan sobre una desregulación absoluta. No los controlan ni los gobiernos. Y entonces se producen los excesos.

Estamos en la descomposicióndel capitalismo hacia una situación de barbarie. Como en su día Roma ¿Usted no cree en el mercado?

El mercado es absolutamente indispensable como mecanismo de distribución: yo tengo que aportar unas cosas para pedir otras. Pero hay quien puede imponer precios, organizar maniobras de publicidad y venta para cerrar la entrada de otros, etc. El mercado está en manos de los poderosos. Dicen que el mercado es la libertad, pero a mí me gustaría saber qué libertad tiene en el mercado quien va sin un céntimo. Cuando se habla de la libertad hay que preguntarse inmediatamente: ¿la libertad de quién?

¿No se puede controlar a esos financieros?

Nos dicen que las técnicas modernas son de una magnitud tal que supera las fronteras estatales. Y es cierto. Pero hay otros problemas globales como el cambio climático o la crisis energética que se abordan. Eso exige una solución global; pero también el terrorismo, la sanidad, la educación, el sida...

Usted tiene fama de antiglobalización.

Yo lo que digo es: globalícese todo. Organícese un gobierno mundial y no habría el problema de la cumbre de Copenhague. Habría una autoridad que se ocuparía de los problemas climáticos. De modo que no me aleguen la necesidad de la globalización exclusivamente económica. Eso es lo que ha pasado en los últimos años.

¿Qué sucederá en adelante?

Tras esta crisis, lo próximo a corto plazo será otra crisis. Ésta no es una enfermedad transitoria. Las sociedades son entes vivos y, como tales, tienen una trayectoria que acaba agotándose. Yo creo que el capitalismo está en sus últimos tiempos en su forma actual. Ha evolucionado: empezó con el capitalismo mercantil, siguió con el capitalismo industrial, luego viene el financiero y ahora la globalización. Y la globalización es insuficiente para garantizarles lo que quieren.

Cuando se habla de la libertad, hay que preguntarse inmediatamente ¿la libertad de quién? ¿Tan profundos son los cambios?

En el siglo XVI, Europa, Occidente, estaba en ebullición, una explosión casi volcánica de fuerzas productivas, de actividades nuevas... Las gentes se subían en unos cascarones de nuez sin saber siquiera adónde; fuesen agricultores, mujeres, misioneros, conquistadores... Ahora mismo, el país más fuerte del mundo, el más poderoso y el de mejor ejército tiene miedo. Ahora son los demás los que vienen aquí. Las corrientes migratorias han cambiado. La parábola de evolución, de grandeza, ha cambiado de rumbo.

La democracia es otra seña de identidad.

La democracia representativa creada en el XVII se ve desvirtuada por completo con las técnicas de poder que tienen los medios y que inculcan a la opinión pública, o la desfiguran, o la deforman, o la incumplen... ¿Quién cree en serio que hay democracia en ningún sitio? ¿Dónde gobierna realmente el pueblo? ¿Cómo puede creerse que en EE UU, después de la mentira de Irak, el pueblo vota otra vez al señor Bush? La gente no está loca, sino mediatizada. Las democracias representativas ya no funcionan: es una oligarquía que dispone de unos medios de influencia que imponen su voluntad.

Según usted, es el fin del capitalismo.

En este momento estamos en la descomposición del capitalismo hacia una situación de barbarie. Como en su día le pasó a Roma. La barbarie no es irracionalidad: lo que hacían Hitler o Stalin era muy racional, pero muy poco humano. Ahora piense en Guantánamo, el abandono de los derechos humanos, la misma idea del mercado desregulado o incluso la destrucción del medio ambiente, en el que el poder técnico del hombre se ha impuesto sobre el poder ético.

Pero ¿tan mal se está haciendo todo?

Yo miro lo sucedido y me pregunto: ¿por qué no se nacionaliza la banca y se acaba con toda esta historia de los bonos de los directores y demás? Eso está excluido de cualquier debate. Y luego se dice que la empresa pública rinde menos: ¿rinde menos para quién? Pues igual es cierto que la cuenta de resultados no es igual, pero el dinero va a manos mucho más interesantes.

El sistema no es el adecuado a las circunstancias del momento. Algo bueno tendrá el sistema.

Fue muy positivo. Es tan bueno como la Edad Media con su religiosidad. Para un momento determinado es válido. Pero luego no es adecuado a las circunstancias del momento. Entonces, le pasa lo que nos ha enseñado Darwin con las especies: cuando una especie progresa pero no está adaptada al medio se va.

Entonces, ¿ésta es una crisis estructural, no coyuntural?

Es coyuntural porque es en este momento, pero es consecuencia de una estructura que ya no está adaptada a la realidad; el esqueleto, el armazón, es lo que falla. El capitalismo tuvo toda esa expansión en medio de un planeta en una situación diferente. Hoy nos encontramos con estos países emergentes –China, la India y Brasil– y no es lo mismo para Occidente. Las circunstancias son completamente distintas.

En esta situación, ¿para qué sirve la economía?

Algunos creemos que tiene que hacer menos pobres a los pobres. Otros creen que tiene que servir para hacer más ricos a los ricos.

En este siglo es cuando...

En este siglo van a pasar cosas tremendas. Se habla todos los días del desarrollo sostenible. Pensemos sólo que en 1900 la población mundial era de alrededor de dos mil millones y que en 2000 es de más de seis mil millones. Los ecologistas ya estudian la huella ecológica y dicen que la tierra no produce todo lo que se le quita. Ya hablan de que para dar al mundo el nivel de España, no digamos ya el de Escandinavia, harían falta tres planetas. Explíquenme cómo cuadra eso; hagan estadísticas, contabilidad nacional, etc. No cuadra.

¿El problema es demográfico?

Vuelve Malthus: la población crece en progresión geométrica, y los medios productivos, en progresión aritmética.

No sé qué vendrá después, pero no creo que por eso se vaya a extinguir la humanidad ¿Y la ciencia no puede resolverlo?

El ser humano ha llegado a un nivel técnico verdaderamente admirable y extraordinario. Pero cuando se progresa es inevitable que el creador se endiose y piense que con la ciencia puede llegar no se sabe hasta dónde. Y siempre se dice "la técnica lo resolverá". Pero la técnica lo resolverá hasta donde pueda. No creamos que el poder humano es ilimitado.

¿Y las otras ciencias, las sociales?

En el fondo, el cómo nos organizamos es la cuestión fundamental. Tenemos técnicas claras para resolver los conflictos dentro de una sociedad, pero al final el que puede más impone su voluntad. Por eso vamos a esa situación de barbarie. No sé qué vendrá después, pero no creo que por eso se vaya a extinguir la humanidad. Sencillamente, habrá otra cosa.

José Luis Sampedro es economista y escritor.

Fuente: Insurgente

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Un nuevo golpe de estado en Níger


25-02-2010
Txente Rekondo
Rebelión

La participación e intervención directa del ejército de Níger en las actividades políticas del país se ha convertido en tónica general durante mucho tiempo. Por eso, nuevamente, el golpe de estos días se enmarca en la tradición golpista del país. Las reacciones de los diferentes actores extranjeros también pueden ayudarnos a la hora de acercarnos a lo que está ocurriendo en aquel país africano.


Llama poderosamente la atención la presentación mediática que se nos hace de Níger, al que la mayoría de los medios nos señalan como "uno de los países más pobres del mundo", aportando para ello algunos datos que evidencian las altas carencias que soporta la mayor parte de la población. En ese sentido se nos dice que más del sesenta por ciento de los habitantes de Níger tiene que vivir con menos de un dólar al día, las cifras de mortalidad infantil y desnutrición también se sitúan entre las más elevadas del continente africano y del mundo. Al mismo tiempo se incide en el alto ratio de natalidad (entre 7 y 8 hijos por mujer), lo que al mismo tiempo presenta una población muy joven (dos tercios de la misma por debajo de los 25 años).

Sin embargo tras esa cortina, real y cruda, se esconde una realidad mucho más profunda. Níger no es un país pobre, sino que es un Estado donde la pobreza afecta a la mayor parte de la población. La producción de uranio podría generar recursos importantes para asistir a las demandas de la ciudadanía, sin embargo su explotación y sobre todo el reparto de sus beneficios en lugar de revertir sobre el país, acaba en los bolsillos de las poderosas multinacionales que operan en el mismo y en el de reducidos círculos de la élite política local. Además, la existencia de reservas sin explotar de oro, petróleo y otros minerales hacen del país un objetivo para esas fuerzas depredadoras.

La dependencia de la producción agrícola, afectada por importantes desastres naturales (sequías fundamentalmente) y por una ineficaz o inexistente planificación gubernamental, ha hecho que la población esté sometida en demasiadas ocasiones a etapas de hambruna, lo que hace que la dependencia de la "ayuda humanitaria" aumente. La tala descontrolada durante decenios ha traído consigo una deforestación casi absoluta de los bosques de Níger.

La inestabilidad política es la excusa utilizada en esta ocasión por los golpistas para defender su actuación. Las pretensiones del hasta hace poco presidente del país, Mamadou Tandja, de reformar la constitución y abrir un camino a su tercera reelección, han chocado con buena parte de las fuerzas políticas y sociales de la oposición, que no han dudado en aplaudir la intervención golpista. Cuando en mayo y junio del año pasado Tandja disolvió el Parlamento y el Tribunal Constitucional, la oposición a su mandato aumentó en los citados sectores. El posterior referéndum de agosto que permitía llevar a cabo esos cambios (y denunciado como fraudulento por la oposición), junto a las elecciones legislativas de octubre y las municipales de diciembre (ambas citas boicoteadas por las fuerzas opositoras a Tanjda) incrementaron considerablemente esa inestabilidad política.

Algunas fuentes señalan ese intento del depuesto presidente por incrementar un estilo autocrático, sin embargo, otros apuntan que los últimos movimientos diplomáticos de Tanjda no habrían agradado a determinadas fuerzas locales y extranjeras. Los recientes viajes a Libia y Venezuela buscando nuevos apoyos ante las amenazas de parte de la comunidad internacional de interrumpir la asistencia, o el interés de China, India o Irán por hacerse con la explotación de las reservas de uranio no habrían gustado al gobierno francés y a la empresa nuclear Areva.

La sospechosa indiferencia por parte de la comunidad internacional occidental hacia el golpe, junto a las declaraciones de los dirigentes de éste señalando la intención de "mantener y respetar los tratados firmados hasta la fecha" pueden ayudar a comprender mejor la situación.

La intervención de los militares de Níger en la vida política ha sido una constante. Se comenta en las calles de aquel país que cada vez que se produce una reunión del gabinete ministerial los militares permanecen "en alerta". Cuatro golpes de Estado y otras tantas tentativas desde los años sesenta, de cincuenta años de independencia más de veinte han sido bajo un régimen militar, además 40 de los 49 gobiernos han albergado presencia de militares, cuatro de los seis presidentes han sido militares, así como importantes cargos de la estructura institucional también han estado en manos de militares.

La "politización" del ejército tiene raíces en el período precolonial, cuando el auge de los señores de la guerra locales condicionaba la vida política del momento. Bajo el colonialismo francés esa nueva categoría social se adaptó a la situación, y si en un principio los mandos del ejército colonial impusieron su dominio, la adaptación de los señores de la guerra les mantuvo a la espera del cambio de posiciones.

La confluencia de factores externos e internos (hambruna, dificultades financieras, reivindicaciones sociales, tensiones con los agentes extranjeros) han servido de excusa en una u otra ocasión para la intervención militar. Esa reiteración de golpes e intervenciones han terminado por "politizar" los mismos. La afinidad de una parte de la clase política con los movimientos militares, seguida de una transición dirigida por los mismos, acaba legitimando la actuación golpista y al mismo tiempo coloca la gestión del poder en manos de los mandos militares de Níger.

Níger afronta otros problemas que condicionan su quehacer político. El enfrentamiento con la comunidad tuareg o la presencia de la organización jihadista al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) en los países vecinos son factores a tener en cuanta.

Durante decenios el pueblo tuareg ha venido demandando un acuerdo de cara a al explotación de las riquezas que existen en su territorio, que hasta la fecha han sido explotadas por los gobiernos centrales de Níger y no han supuesto ninguna mejora para la población tuareg. Los acuerdos de paz del pasado año con el gobierno de Tanjda, en parte por el interés de los actores occidentales de no incrementar la inseguridad en la zona tras la constatación del auge de AQMI y de algunos países vecinos que no querían aumentar la inestabilidad regional, eran una puerta abierta a la esperanza para parte de las demandas de los tuareg.

La presencia de los grupos jihadistas, con los secuestros de extranjeros y los ataques a las fuerzas gubernamentales locales, en una región con poco control, ha encendido las luces de alarma en las cancillerías locales e internacionales. La posibilidad de que Níger afrontara una situación de inestabilidad política no obedece a los intereses de esos actores, lo que en cierta medida podría interpretarse como un apoyo tácito al actual golpe de estado, en búsqueda de un nuevo gobierno "fuerte y acorde con el guión diseñado en el exterior" para el conjunto de la región.

TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

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