miércoles, 28 de octubre de 2009

Israel en África en busca de un paraíso perdido


29-10-2009
René Naba
Rebelión
Traducido para Rebelión por Caty R.

Sumario:
I. La connivencia entre Israel y el apartheid sudafricano, un hándicap.
II. La unión entre el sionismo y el panafricanismo.

I. La connivencia entre Israel y el apartheid sudafricano, un hándicap

Israel ha lanzado una ofensiva diplomática hacía África con el fin de restaurar la edad de oro de la cooperación israelí-africana de los primeros tiempos de la independencia africana. Pero esta operación de seducción parece indicar una búsqueda desesperada de un paraíso, perdido en tanto que permanece vivo en las memorias el recuerdo de la connivencia entre Israel y el régimen de apartheid de Sudáfrica, en tanto que su belicismo antipalestino confina a Israel en un aislamiento internacional, en tanto, en fin, que la xenofobia de los nuevos dirigentes israelíes obstaculiza su diplomacia hasta el punto de repeler incluso a sus aliados occidentales más fieles.

El bestiario israelí es amplio y abundan las comparaciones «animalarias» contra los árabes, hasta el punto de que algunos no dudan en considerar que se trata de una marca de fábrica del personal político israelí. Desde la fallecida Primera Ministra laborista Golda Meir, el jefe del Likud, Menahem Begin, que los llamó «animales de dos patas», al ultraderechista jefe del estado mayor Raphael Eytan, que no duda en calificarlos de «cucarachas», pasando por el ex Primer Ministro laborista Ehud Barak, que los compara con los «cocodrilos», los principales dirigentes israelíes han aportado, con total impunidad, su contribución a esa fraseología xenófoba que no tiene parangón en ningún otro Estado (1).

Como prolongación de su ofensiva seductora en América Latina, la campaña diplomática que lleva a cabo Avigdor Liebermann, ministro israelí de Asuntos Exteriores, se ha dirigido, a principios de septiembre, a los países africanos que constituyen el punto de anclaje tradicional de Israel en el continente negro (Etiopía, Kenia y Uganda), así como a Nigeria y Ghana, con el fin de romper su cuarentena y movilizar a sus amigos en su campaña contra Irán.

Etiopía, un país que no es árabe ni musulmán, por añadidura propulsado por la estrategia neoconservadora estadounidense al papel de gendarme en África oriental, y Kenia, que podría haber sido la patria judía en el marco del «programa Uganda» del ministro británico de las colonias Joseph Chamberlain en 1901, constituyen, desde el punto de vista de los dirigentes israelíes, los jalones esenciales para garantizar la seguridad de la navegación del océano Índico hacia el puerto israelí de Eilat, en el golfo de Aqaba.

Pero ese pacto tácito ha proporcionado a ambos países africanos, pivotes de la alianza de rodeo de Israel frente a la península arábiga y la vertiente africana del mundo árabe, particularmente en el trayecto que lleva a las fuentes del Nilo (Egipto, Sudán, Somalia) serios sinsabores y dolorosas llamadas al orden.
El fracaso de la intervención etíope en Somalia en 2007 abrió el camino al recrudecimiento de la guerrilla de los tribunales islámicos en Mogadiscio, a lo que hay que añadir el desarrollo de la piratería marítima a lo largo de las costas de África oriental y el establecimiento de una base de acogida de la marina iraní en Eritrea, a poca distancia de la importante base franco-estadounidense de Djibuti.

Por su parte, Kenia ha sido escenario de sangrientos atentados: en 1998 en Nairobi contra la embajada de Estados Unidos, padrino de Israel; y después, directamente contra los intereses israelíes en Mombasa, en 2002, causando un total de 224 muertos; en el atentado de Nairobi 12 estadounidenses, y quince muertos en el de Mombasa, entre ellos tres israelíes.

En Nigeria, presa de una guerra interna soterrada entre musulmanes y cristianos, gangrenada además por la corrupción, del orden de 300.000 millones de dólares durante los tres últimos decenios según las estimaciones del Banco Mundial, Israel se dedica a equipar a la gendarmería con dos patrulleras y a enmarcarla en su lucha contra los guerrilleros del delta del Níger. En el mismo orden de ideas, Israel cuenta con suministrar a Guinea Ecuatorial, por un valor de cien millones de dólares, vehículos blindados y patrulleras marinas para la protección de ese nuevo «El dorado» del continente negro y de su caprichoso dictador.

Aureolado con la imagen de una joven nación constituida por los supervivientes del genocidio de Hitler, fundado sobre el socialismo agrario, el Kibutz, Israel ha gozado de prestigio durante mucho tiempo entre los dirigentes africanos, hasta el punto de asistir como invitado a una sesión especial de la Primera Conferencia de todos los pueblos africanos, en Accra, en 1958. Israel estaba representado en la época por Golda Meir, ministra de Asuntos Exteriores.

De dimensión modesta, poco sospechoso de aspirar a la hegemonía, Israel pudo así ver cómo le confiaban la formación de los primeros pilotos del ejército del aire de Uganda, Kenia, Congo y Tanzania, hasta el punto de poder vanagloriarse después de haber propulsado, con la complicidad de los servicios occidentales, a dos dirigentes africanos a la cabeza de sus países, Joseph Mobutu del Congo (ex belga) e Idi Amin Dada de Uganda.

Entre 1958 y 1973, fecha de la ruptura colectiva de las relaciones entre Israel y África, tres mil expertos israelíes, es decir, dos tercios de los efectivos israelíes en misión en el Tercer Mundo, estaban asignados al continente negro, mientras que el último tercio estaba desplegado en Asia (Tailandia, Singapur, Laos, Camboya y Filipinas). Durante el mismo período, el cincuenta por cierto de los estudiantes del «Instituto Internacional para el desarrollo, cooperación y estudios laborales», un organismo israelí encargado de la formación de técnicos del Tercer Mundo, era originario de África.

En el paroxismo de la Guerra Fría soviético-estadounidense, la penetración israelí en África se benefició del apoyo financiero y material de la CIA, por cuya cuenta el Estado hebreo asumía por delegación las tareas de formación, encuadramiento y protección. De esta forma, la central estadounidense libró casi ochenta millones de dólares a Israel durante la década de 1960 para financiar movimientos contrarrevolucionarios en África –Jonas Savimbi, presidente de UNITA, frente a la Angola pro soviética, y Joseph Garang, jefe de la provincia secesionista de Darfur, al sur de Sudán, frente al gobierno «arabófono» de Jartum- dando al mismo tiempo un apoyo oficioso a Milton Obote (Uganda), una protección discreta a Joseph Désiré Mobutu (Congo Kinshasa), y asegurando la frontera entre Namibia y Angola con el fin de prevenir las infiltraciones desestabilizadoras contra el régimen del apartehid (2). Una alianza tácita idéntica se establecía entre los israelíes y los franceses para contener, en la época más dura de la guerra de Argelia (1954-1962), el empuje nacionalista africano impulsado por el eje Ghana-Guinea-Malí del trío revolucionario Kwamé N’Kruma, Sékou Touré y Modibo Keita.

África despierta la codicia (3).

Continente homogéneo, de una superficie de 30 millones de kilómetros cuadrados, África es rica en su diversidad. Representando un mercado de seiscientos millones de habitantes, de ellos 350 millones de consumidores en el África subsahariana, África es la primera exportadora mundial de oro, platino, diamantes, bauxita y manganeso. La segunda de cobre y petróleo crudo. Además, es la primera productora mundial de cacao, té y tabaco; la segunda de sisal y algodón.

Paradójicamente, África se beneficia poco de sus riquezas mineras. Hasta el punto de que los países ricamente dotados de recursos minerales, a menudo se encuentran en lo más bajo del Índice de Desarrollo Humano (IDH) establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Si Argelia ocupa el puesto 104, Nigeria, sin embargo gran exportadora de petróleo y que ambiciona, debido a su importancia demográfica, un papel de primer orden en la escena diplomática regional e internacional, se encuentra en el puesto número 158, y Guinea en el 160. Los retos son la medida de las ambiciones en una época en la que la carrera por el control de las fuentes de energía ha redoblado su intensidad desde la penetración china en África y el estallido de los precios de las materias primas.

África conoció de 1960 a 1990, los treinta primeros años de su independencia, 79 golpes de Estado durante los cuales 82 dirigentes fueron asesinados o derrocados (4). En comparación, el mundo árabe, en el ojo del huracán desde el descubrimiento del petróleo, cuenta durante el mismo período dieciocho golpes de Estado.

El continente africano es una de las mayores zonas mineras del mundo junto con Australia, Canadá y América del Sur. Se posiciona como el primer productor mundial de numerosos productos mineros, entre ellos el platino, el oro, los diamantes, el mineral de fosfato o el manganeso, y posee reservas de primer orden de bauxita o coltán –un mineral que entra especialmente en la composición de las tarjetas inteligentes-. Así, la mitad de las reservas mundiales de oro se encuentra en la región de Witwatersrand, en Sudáfrica. El continente extrae, además, cobre, zinc y mineral de hierro, así como uranio en Níger y petróleo en Angola, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Gabón y Camerún. Una serie de productos cuyos precios, desde hace algunos años, se han disparado en los mercados internacionales debido a la demanda mundial en general y a la demanda industrial en particular, especialmente por parte de China. La explotación de minerales es una actividad dominante y representa el primer puesto de exportación en casi la mitad de los países africanos, en especial Sudáfrica, Botswana, la República Democrática del Congo, Malí, Guinea, Ghana, Zambia, Zimbabue, Níger, Tanzania, Togo y Mauritania. Otros países como Angola, Sierra Leona o Namibia también han desarrollado un polo minero importante.

Así, África se habría beneficiado en 2005 del 17% de las rentas mundiales ligadas a la explotación minera después de Australia (23%) y Canadá (19%), según un estudio de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) y de la Unión Europea. Las multinacionales que dominan en la actualidad el sector de las minas, obtienen lo esencial de sus actividades del continente africano, especialmente las empresas sudafricanas que tienen sus sedes en los alrededores de Johanesburgo, y especialmente AngloGold Ashanti, fruto de la fusión entre el grupo de Ghana Ashanti y el gigante minero AngloGold. Otras sociedades como AngloAmerican, primer grupo minero mundial instalado actualmente en el Reino Unido, también tienen sus orígenes en esa parte de África.

Una de sus principales filiales, De Beers, mantiene su sede social y el control del comercio de diamantes en la región, especialmente en Botswana, donde es accionista y gerente de la única empresa de diamantes del país. Fuera de esos pocos casos, la mayor parte de las multinacionales que operan en el continente son australianas, canadienses, británicas o estadounidenses. Aparte de Sudáfrica, hay que señalar que África no cuenta con ningún gigante minero a la altura de lo que se podría esperar en un continente tan rico en materias primas.

El diamante constituye, con el armamento, el principal producto de valoración de África por Israel. Los observadores adjudican a Israel la intención de invertir masivamente en el ámbito de la informática en África con el fin de paliar la ausencia de infraestructuras (5), especialmente en el plano de la telefonía móvil. En la actualidad, una decena de grandes sociedades israelíes (Solel Bonet, Koor Industries, Meir Bhothers o Agridno) están presentes en la economía africana a través de inversiones directas y préstamos concedidos por la «Banca Leumi» y la «Japhet Bank». Éstas operan en una veintena de Estados africanos en los terrenos de la construcción y la extracción y el comercio de diamantes y metales preciosos, especialmente el oro de El Zaire. En la República Democrática del Congo, concretamente, la firma israelí DGI (Dan Gertler Investment) va a invertir, a través de su sociedad Oriental Iron, 7.000 millones de dólares en un yacimiento de hierro evaluado en más de 700 millones de toneladas de mineral.

Objetivo central de los próximos decenios para la producción de acero, el hierro es objeto de una feroz batalla entre dos grupos gigantes: BHP Billiton y Río Tinto, en vías de fusión. Presente en varios países de África, en Europa y en América, el grupo Dan Gertler tiene actividades en los ámbitos de la extracción y gestión de diamantes, hierro, cobalto y cobre; en la inmobiliaria, la agricultura e incluso en los biodiesel.

Referencias (I parte):

(1) Avigdor Lieberman se distingue por sus excesos lingüísticos hasta el punto de concebir la primacía del sionismo sobre la democracia, así como una «solución final» a la cuestión de los presos palestinos por ahogamiento, inspirándose directamente en los procedimientos de los torturadores de los judíos. «Lo que me gustaría ver aquí es la defensa del Estado judío y sionista. Estoy muy a favor de la democracia, pero cuando existe una contradicción entre los valores democráticos y los valores judíos, los valores judíos y sionistas son más importantes» (The vision I would like to see here is the entrenching of the Jewish and the Zionist state. I very much favor democracy, but when there is a contradiction between democratic and Jewish values, the Jewish and Zionist values are more important), Avigdor Liebermann en una entrevista a un periódico israelí reproducida por Scotsman, 23 de octubre de 2006. En julio de 2003, durante un debate en la Knesset, Liebermann, entonces ministro de Transportes, propuso fletar autobuses para transportar a los presos palestinos liberados por Israel «hacia un lugar del que no regresarán», precisando a continuación «ahogarlos en el mar Muerto».

(2) «The tacit Alliance», E. Crosbie/Princeton University Press 1974.

(3) «La spécificité du Mali sur l’échiquier africain», por Salif Mandela Djiré. Tesis doctoral (Antropología), dirigida por Pierre Philippe Rey –UFR territoire, environnement, societé- Universidad París VIII Saint Denis. Fecha de lectura: 12 de marzo de 2009, y Jeune Afrique, 30 de julio de 2006, «Ces richesses que l’Africa laisse échapper», de Fréderic Maury.

(4) Censo elaborado por Antoine Glaser y Stephen Smith en su obra Comment la France a perdu l’Afrique, Ed. Calmmann-Lévy, 2005.

(5) New York Times, 8 de agosto de 2009, «With Cable, Laying a Basis for Growth in Africa», de Cat Contiguglia. Según el periódico, la apertura de un cable de fibra óptica, que proporcionará acceso a Internet a millones de personas en el sur y el este de África, refleja un ambicioso plan de expansión del acceso a la Web en el continente negro para favorecer el desarrollo de la economía y la industria. Fabricado por Seacom, una sociedad compuesta en un 75% por inversores extranjeros, el cable es la primera de una serie de 10 nuevas conexiones submarinas para África del este que estarán finalizadas antes de mediados de 2010. La expansión de la red, que costará un total de 2.400 millones de dólares (alrededor de 1.700 millones de euros), ayudará a conectar a África con Europa, Asia y ciertas partes de Oriente Próximo a una velocidad más alta y más barata. Hasta ahora, África sólo tenía un cable de fibra óptica submarino: el menos eficaz SAT-3 en África occidental. Los que no tenían acceso a ese cable estaban obligados a utilizar una conexión por satélite cara y lenta.

II. La unión entre el sionismo y el panafricanismo

La unión entre sionismo y panafricanismo, excrecencias doctrinales de los dos puntos negros del Occidente de la época contemporánea –la persecución de los judíos y la trata de esclavos-, es acariciada desde hace mucho tiempo por los padres fundadores del sionismo, deseosos de fundar con los pueblos africanos una «comunidad de los perseguidos».

Leon Pinsker en L’Auto émancipation (1882), el filósofo Martin Bubber a la cabeza del Die Welt, periódico de la organización sionista mundial del cual fue redactor jefe de 1889 a 1901, y Golda Meir, ex Primera Ministra israelí, argumentaron a favor de un proyecto de ese tipo. Por otra parte, judíos y negros estadounidenses, durante mucho tiempo, han formado parte de las confederaciones sindicales de EE.UU., las cuales conforman la estructura del Partido Demócrata estadounidense.
Por otro lado, en el mundo occidental, con regularidad, se hacen intentos para asociar judíos y negros en las marchas reivindicativas comunes. Es el caso, por ejemplo en Francia, del movimiento antirracista «SOS-Racisme», que opera en estrecha colaboración con la Unión de Estudiantes Judíos de Francia.

Por otra parte, el lema «Back to Africa» (regreso a África), lanzado por Marcus Garvey en 1920, en aquella época fue percibido por numerosos observadores como el equivalente africano del lema sionista «regreso a Sión».

Pero el sueño de una fraternidad de sufrimientos se rompió frente a las actas amargas de las duras obligaciones de la Realpolitik. Así, durante el período de la descolonización, Israel, en efecto, se alineó sistemáticamente al lado occidental, es decir, en el campo de aquellos a quienes los africanos perciben como opresores coloniales, llegando incluso a planear con Francia y el Reino Unido una «expedición punitiva» contra Egipto, en 1956, dirigida a romper la retaguardia de apoyo a la revolución argelina.

Fue también el caso con Sudáfrica, donde el Estado hebreo, a despecho de su presunta filosofía, fue uno de los principales apoyos del régimen del apartheid, comprometiéndose con éste, incluso, a una cooperación nuclear. Y, finalmente, también fue el caso con Turquía, en el que los supervivientes del genocidio hitleriano han rechazado constantemente que los supervivientes armenios del genocidio turco -primer genocidio del siglo XX- utilicen el calificativo de «genocidio», tanto con vistas a su alianza estratégica con Turquía como por la preocupación de reservar al genocidio hitleriano su carácter exclusivo y ejemplar en beneficio de la temática victimista de la diplomacia israelí.

En su inolvidable Discurso sobre el colonialismo, Aimé Césaire denuncia la primacía concedida por los europeos a la expiación del genocidio hitleriano como una estrategia dirigida a ocultar lo que el autor considera el mayor genocidio de la historia moderna: el sometimiento de África a la esclavitud y la trata negrera.

La ruptura entre judíos y negros ocurre precisamente en el período de la descolonización de África. Señalar un firme apoyo a la independencia de Israel, y al mismo tiempo abrasar a los argelinos en Sétif y Guelma, acribillar a los senegaleses y malienses en Thiaroye y a los cameruneses y malgaches en su suelo nacional, para sofocar cualquier veleidad de independencia africana, apareció como una aberración ante numerosos africanos que vieron la señal de una colusión entre los países occidentales y el nuevo Estado judío naciente.

Israel aparece, pues, como una criatura de Occidente, un instrumento de represión en el Tercer Mundo, protector de los dictadores africanos del tipo de Joseph Désire Mobutu en Zaire y, más recientemente, de Laurent Gbagbo en Costa de Marfil.

África, en parte, debe su independencia a Vietnam y Argelia. Si no hubiera sido por el fracaso francés en Dien Bien Phu (1954), primera derrota de un ejército blanco frente a un pueblo «moreno», y la hemorragia de la guerra de Argelia, la colonización de África habría perdurado. Los africanos son conscientes de esa fraternidad de armas. Sin hablar de la ruptura colectiva de las relaciones diplomáticas de los países africanos árabes con Israel en 1973, a raíz de la cuarta guerra árabe-israelí. Por ejemplo Malí, desde su independencia, envió un contingente simbólico de su joven ejército para alinearse al lado de los combatientes argelinos. Y fue un psiquiatra antillano, compañero de viaje de la revolución argelina, Frantz Fanon, quien describió lo más importante de la nueva alianza entre árabes y africanos, sellada bajo la empresa colonial, en una magnífica obra titulada Los condenados de la tierra.

En Estados Unidos, la ruptura judía-africana propició el nacimiento del movimiento de los «Blacks Muslims» y la alineación de una franja de la comunidad negra estadounidense al Islam, en particular personalidades míticas como el boxeador Cassius Clay, alias Mohamed Alí, y probablemente Jermaine Jackson, hermano mayor de Michael Jackson, el rey del pop; y en el plano internacional, una convergencia árabe-africana.
Nostálgico de los viejos tiempos, Israel, como un encantamiento, todos los años celebra la fiesta de África el 21 de junio, día de la fiesta del verano, mientras que por todas partes del planeta ese mismo día se celebra la fiesta de la música.

Presencia diplomática del Estado hebreo en el continente
China, un freno a la progresión israelí.

El advenimiento de China como actor principal en el continente africano, como lo demuestra su reciente éxito en el G20 de Pittsburgh (Estados Unidos), el 25 de septiembre de 2009 (1), el atractivo de este nuevo socio principal de África, sin deudas del colonialismo, ha modificado la situación en el continente hasta el punto de convertirse en un obstáculo para la progresión israelí, dejando la diplomacia de apertura de Israel en una situación de inestabilidad al tropezar de frente con la estrategia del gigante chino.

Por medio de Irán, Sudán y Arabia Saudí, China pretende asegurar su abastecimiento energético, del orden de 10 millones de barriles diarios en 2010, con el fin de mantener su crecimiento y conseguir el éxito en el mayor reto de su atractiva diplomacia, el desarrollo sur-sur.
Pero el crecimiento exponencial de sus necesidades podría exacerbar la tensión sobre los precios del crudo y los mercados petroleros, haciendo más frágiles las economías occidentales, ya desestabilizadas por el hundimiento del sistema bancario.
El comercio bilateral China-África se multiplicó por 50 entre 1980 y 2005. Con 1,995 billones de dólares de reservas de cambio, una mano de obra fácilmente exportable y la ausencia de deudas colonialistas, China ya ha sustituido a Francia y Estados Unidos como principal socio comercial de África y se coloca como potencia mundial.

La competencia entre China y Europa en África ha llevado a once países africanos productores de materias primas a revisar los contratos que los vinculan con las compañías explotadoras desde los años 90. Es el caso, en especial, de Liberia (contrato de hierro con Mittal), de Tanzania (aluminio), Zambia y Sudáfrica (platino y diamantes).
Pisando los talones a los productores de petróleo, los Estados africanos pretenden aprovechar el boom de los precios de las materias primas para proceder a ajustar los precios de forma ventajosa según las leyes del mercado.
En ese combate espectacular sobre «los precios reales» el más avanzado es Joseph Kabila, presidente de la República Democrática del Congo, un país antes en bancarrota bajo el reinado de Joseph Désiré Mobutu, protegido de los estadounidenses y franceses.
En un gesto de una audacia inusual, Kabija Jr. ha revisado nada menos que sesenta y un (61) contratos mineros. Esta nueva situación pondría a China en mejor posición en la batalla por el control de los recursos energéticos y explicaría la discreción de su penetración capitalista, constituyendo un factor principal de reestructuración de la geoeconomía mundial (2).

Primera poseedora de bonos del Tesoro estadounidense, del orden de 727.000 millones de dólares, por delante de Japón (626.000 millones de dólares), China ya ha puesto las cosas claras invitando a Estados Unidos, el 16 de marzo, a «cumplir sus compromisos, comportarse como una nación en la que se puede tener confianza y a garantizar la seguridad del efectivo chino», con una amonestación que nunca antes había sufrido la potencia estadounidense.

El comercio de Estados Unidos con África se elevó a 104.000 millones de dólares en 2008, es decir, un aumento del 28%, pero el comercio de China con África escaló hasta 107.000 millones de dólares. El comercio bilateral China-África se multiplicó por 50 entre 1980 y 2005, doblándose sólo en el último decenio (1998-2008)

La doble gira africana, del presidente Barack Obama en junio de 2009, y de la secretaria de Estado Hillary Clinton dos meses más tarde, en agosto, así como la inversión masiva de fondos filantrópicos de Estados Unidos, del orden de 90 millones de dólares en 5 años, para contribuir al funcionamiento de 24 think tank de once países de África (3), evidencian la preocupación de Estados Unidos por contener la penetración china. Un cuarto del abastecimiento energético estadounidense procederá de África durante la próxima década (2010-2020).

La militarización de la política exterior estadounidense en África por medio de la creación del AFRICOM (African command) refleja la incapacidad de Estados Unidos para gestionar de forma puramente económica su competición con China. En esta perspectiva, los estrategas occidentales no dudan en predecir un mayor enfrentamiento entre China y Estados Unidos por el liderazgo mundial, en el horizonte del año 2030.

La hostilidad manifiesta de Israel hacia los principales suministradores de energía a China, especialmente Irán y Sudán, las relaciones de proximidad establecidas entre Israel y Abdel Wahed Nur, jefe del Ejército de Liberación de Sudán (SLA), en conflicto con Jartum, amigo del ministro de Asuntos Exteriores francés Bernard Kouchner, constituyen otros tantos obstáculos a un acercamiento diplomático israelí a África, lo mismo que la evolución del Islam en el África subsahariana podría frenar un poco la progresión israelí en África, al igual que su belicismo antipalestino, que habría beneficiado a Irán, primera potencia emergente del hemisferio sur que accederá al estatus nuclear, en desafío al bloqueo occidental.

Abdel Wahed Nur, jefe del Ejército de Liberación de Sudán (SLA), que tiene una oficina de representación en Tel Aviv desde febrero de 2007, por otra parte, ha afirmado sin ambages que si llega al poder en Jartum, instalará una embajada de Sudán en Israel (4).

China ha comprometido una asociación militar con 43 países africanos. Principal suministradora de armas ligeras a África, tanto a los grupos armados como a los gobiernos, China ha instalado tres fábricas en Sudán, cerca de Jartum, y dos fábricas de municiones y armas ligeras en Zimbabue y Malí. La cooperación militar incluye el suministro de armas y la formación del personal. Los acuerdos de abastecimiento de material militar se han cerrado con Namibia, Angola, Botswana, Sudán, Eritrea, Zimbabue, las Comores y la República del Congo.

China no dudó en vender a Sudán aviones de vigilancia F-7 y aviones de transporte Y-8 en plena guerra civil, durante el período en el que sus compañeros petroleros estaban comprometidos en la explotación de los yacimientos petroleros de Muglad. Esas ventas, generalmente, se realizan por medio de North Industry Corporation (NORINCO) y Polytech Industries, la principal firma de venta de armas del ejército chino (5)

En total, China dedica el 45% de su ayuda al desarrollo a África gracias a una política de inversión multiforme que ha permitido a África alcanzar una tasa de crecimiento del orden del 6%, la más alta de los últimos treinta años. En el terreno de los servicios, China ha declarado a ocho Estados africanos destinos turísticos oficiales. China exporta su pericia industrial y la mano de obra, envía médicos y enfermeras al continente y forma a los funcionarios y a los hombres de negocios. Se ha comprometido a formar a 10.000 ejecutivos africanos entre 2004 y 2007, un programa que se añade a los intercambios tradicionales ya existentes. Desde 1963, más de 15.000 médicos chinos han operado en el continente, tratando a más de 180 millones de enfermos de sida, y se han enviado más de 5.000 estudiantes africanos a las universidades chinas.

África, por culpa de Occidente, es el continente que ha conocido la mayor desposesión de la historia de la humanidad y sigue sirviendo de vertedero del planeta y de válvula de escape a sus males. En la mente de los occidentales, y de sus aliados israelíes, el continente sigue siendo un campo de experimentación privilegiado. En África se prueban los medicamentos, como intentaba demostrar la admirable película inglesa El jardinero fiel.

África es el continente que destruye su fauna y su flora para nutrir diariamente a los europeos con pescado fresco, como nos muestra la película La pesadilla de Darwin, así como los estragos que causa la perca del Nilo en los ecosistemas de la cuenca del lago Victoria. También es África –aunque no sólo- la que hace el oficio de vertedero de residuos tóxicos, como reveló el escándalo del carguero panameño Probo-Koala en Abidjan (Costa de Marfil) (6). Y, finalmente, África es el contenedor de la inmigración escogida y de los siniestros ecológicos dirigidos, el continente del patrimonio artístico saqueado para la creación de grandes museos a la gloria de la cultura universal, como es el caso del museo del Quai Branly en Francia, pero a cuyos residentes se devuelve a su tierra a modo de desechos de la humanidad.

En este contexto, lo que más podría comprometer los esfuerzos de aproximación entre Israel y África podría ser la desafortunada elección del emisario israelí para esta operación de seducción: Avigdor Liebermann, un ultrahalcón famoso por su rancia xenofobia, en realidad descartado de la gestión de los asuntos del mundo árabe y de los países occidentales en beneficio de Ehud Barak, ministro israelí de Defensa, y cuyo envío a África podría aparecer como un mal menor, una subcontratación de saldo del continente africano, la señal de un menosprecio supremo, un gesto que podría herir más profundamente a África en cuanto que procede de un país con un grave pasado segregacionista, ignorado por ese hecho por Sudáfrica, la autoridad moral del continente.

Referencias (II parte):

(1) El G20 sustituirá al G8 para gestionar los problemas económicos del planeta y crecerá el poder de los países emergentes en el Fondo Monetario Internacional (FMI), en detrimento de los europeos, en virtud de un acuerdo cerrado el 24 de septiembre en Pittsburgh (Estados Unidos). Ante todo, el compromiso es una victoria para China, primera beneficiaria de la reforma de las instituciones internacionales. El reparto de los derechos se considera injusto: China, con el 3,7% de los derechos de voto, tiene claramente un peso menor que Francia, 49%, con una economía una vez y media mayor, según las cifras del FMI.

(2) «La République Démocratique du Congo tente d’empêcher le pillage de ses ressources: Manœuvres spéculatives dans un Katanga en pleine reconstruction» (La República Democrática del Congo intenta impedir el saqueo de sus recursos: Maniobras especulativas en un Katanga en plena reconstrucción), de Colette Braeckmann en Le Monde diplomatique, julio de 2008, así como el estudio de Raf Custers, investigador de la International Peace Information service (IPIS) de Anvers-Belgique, «l’Afrique révise ses contrats miniers» (África revisa sus contratos mineros), aparecido en el mismo periódico francés en la misma fecha.

(3) El Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional (CRDI), la Fundación William y Flora Hewlett y la Fundación Bill y Melinda Gates, anunciaron el 12 de mayo de 2009 en Dakar la concesión de una subvención de 30 millones de dólares estadounidenses a favor de 24 Think tanks de África del este y del oeste. Los tres proveedores de fondos se comprometieron a dedicar 90 millones de dólares en total. La iniciativa Think tank se prevé como una inversión a largo plazo en un período de al menos 10 años. Para los cinco primeros años, el CRDI se ha comprometido a proporcionar 10 millones de dólares, la Fundación Hewlett 40 millones y la Fundación Gates, igualmente, 40 millones de dólares. Los 24 Think tanks beneficiarios pertenecen a los once países siguientes:

- Benin, Institut de Recherche Empirique en Economie Politique (IREEP).

- Burkina Faso, Centre d’étude, de documentation et de recherche économique et sociale (CEDRES).

- Etiopía, Ethiopian Development Research Institute (EDRI) y Ethiopian Economic Association/Ethiopian Economic Policy Research Institute (EEA/EEPRI).

- Ghana, Institute of Economic Affairs (IEA) e Institute of Statistical, Social and Economic Research (ISSER)

- Kenia, Centre for Research and Technology Development (RESTECH Centre), Institute of Economic Affairs (IEA), Institute of Policy Analysis and Research (IPAR) y el Kenya Institute for Public Policy Research and Analysis (KIPPRA).

- Malí, Groupe de recherche en économie appliquée et théorique (GREAT).

- Nigeria, African Institute for Applied Economics (AIAE), Center for the Study of the Economies of Africa (CSEA), Centre for Population and Environmental Development (CPED) y el Nigerian Institute of Social and Economic Research (NISER).

- Uganda, Advocates Coalition for Development and Environment (ACODE), Economic Policy Research Centre (EPRC) y el Makerere Institute of Social Research (MISR).

- Ruanda, Institute of Policy Analysis and Research (IPAR).

- Senegal, Initiative prospective agricole et rurale (IPAR) y Consortium pour la recherche économique et sociale (CRES).

- Tanzania, African Technology Policy Studies (ATPS), Economic and Social Research Foundation (ESRF) y Research on Poverty Alleviation (REPOA).

(4) En una entrevista emitida el 10 de octubre de 2008 por la cadena de televisión saudí Al-Arabiya, Abdel Wahed Nur, el líder del Movimiento de Liberación de Sudán, aseguró que su movimiento «proclama alto y fuerte: si llegamos al poder, abriremos una embajada israelí en Jartum». Por otra parte, en julio de 2006 en París, apresuradamente, el escritor Bernard Henry Lévy y Jack Mamou, ex dirigente de Médicos Sin Fronteras, convocaron una conferencia sobre Darfur –tres años después del desencadenamiento de la guerra destructora de Israel contra Líbano-, con la intención de desviar la opinión pública de las actuaciones israelíes en Beirut.

(5) L’évolution des relations de l’Union Européenne et de la Chine avec l’Afrique subsaharienne, de Joel Biova Dorkenoo, Mémoire ILERI – París (Institut des Relations Internationales), Otoño de 2008.

(6) Asunto del Probo-Koala: Los residuos petroleros encontrados a bordo del Probo-Koala que fueron depositados en 2006 en los vertederos de Abidjan, Costa de Marfil, causando una decena de fallecimientos por envenenamiento, contenían alrededor de dos toneladas de sulfuro de hidrógeno, un gas mortal en caso de fuertes inhalaciones, afirmó el diario británico The Guardian en su edición del jueves 14 de mayo de 2009. Un análisis efectuado en Holanda sobre una muestra de las aproximadamente 500 toneladas de residuos del barco reveló además la presencia de importantes cantidades de sosa cáustica. La sociedad Trafigura, fletadora del Probo-Koala, es objeto de una denuncia colectiva presentada por varios miles de ciudadanos de Costa de Marfil.

Fuente: http://www.renenaba.com/?p=1715, http://www.renenaba.com/?p=1739

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Syriana y la realidad de la CIA


De la niebla conspirativa a Abu Ghraib y los “sitios ocultos”

28-10-2009
Christopher Ketcham
Counterpunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Cuando encontré por primera vez al ex agente de la CIA en Washington DC, pensé: el tipo no se parece en nada a George Clooney. Pero Clooney, quien ganó un Premio de la Academia representando a Baer en la película Syriana, había realmente captado algo de la postura, del patetismo, del abatimiento de un hombre de la CIA que pasa demasiados años ensuciándose en el terreno –en el fango peculiar de Oriente Próximo, nada menos– arriesgando su vida y siendo ignorado al hacerlo.

Clooney en la cinta anda en bicicleta entre los trajes en Langley, la burocracia en sus cubículos, y parece como si fuera el único hombre sano en un pabellón para enfermos mentales.
Así fue con Bob Baer en Washington –terreno poco familiar, “una ciudad de lunáticos,” dijo. Había vuelto a casa, en el oeste, a la pequeña aldea montañosa de Silverton, y cuando lo encontré allí unos meses más tarde, me llevó a un gran tour. Silverton es un reducto minero convertido en atracción turística, pero sigue resonando con las maneras inconformistas de hombres que extraen plata del suelo a la busca de un filón y no gustan de que se entrometan las autoridades. A la localidad se llega por pasos elevados en los que los camiones con remolque caen regularmente a los barrancos en invierno, y tiene sólo una calle pavimentada, Main Street, y una iglesia con cruces cabeza abajo. Varios residentes –me aseguró Baer– tienen licencias para poseer ametralladoras totalmente automáticas. “Es para disparar a los helicópteros negros,” dijo riendo, pero no parecía estar bromeando. La gente del lugar me dice que el lugar tiene una tendencia a recibir “gente que metió la pata en alguna otra vida y que viene aquí para no ser nadie.” Pienso que Bob Baer vino aquí en parte porque la CIA afirmó que había metido la pata. Tal vez lo hizo. Depende con quién se hable en este negocio. Así debe ser cuando se trata de mentirosos profesionales.
Porque tal vez sea la Agencia la que metió la pata –parece ser una costumbre de la CIA, la especie de costumbre que no ve a al Qaeda en el horizonte, que empantana al país en Iraq, que hace que uno se pregunte, como ciudadano que paga sus impuestos, si la agencia en su actual encarnación tiene otra razón de ser que malgastar tu dinero. Es algo que puede generar las quejas de los ciudadanos en Silverton.
Robert Baer dedicó 21 años de su vida a la celebrada Agencia Central de Inteligencia, desde 1976, a los 22 años. Era un creyente. Lo entrenaron para hacer volar las cosas –la tradición de acción clandestina para la cual nació la CIA– y, más importante, para asegurar que no hagan volar a los estadounidenses. Fue entrenado para escuchar, observar, tomar notas. Se lanzó a las ciudades de Oriente Próximo, aprendió el juego del espionaje, aprendió a engañar y a embaucar y a ser otra persona, perfeccionó su árabe, dejó crecer su barba negra, bronceó su piel. Oriente Próximo fue su crisol y finalmente su obsesión. Llegó a ser tan bueno que pasaba por ser nativo, errando por Beirut en los años ochenta durante la guerra civil que causó estragos en el Líbano, con una cinta para el pelo que decía, en la caligrafía del Qu’ran, “Deseamos el Martirio”. “Esos malditos estadounidenses están por doquier,” decía a sus taxistas, a la busca de mártires. “¡Deberíamos hacer volar su embajada!”

Ya en 1983, describía la amenaza de redes terroristas islamistas en memorandos que según él pocos de la gente importante en Langley o en el Despacho Oval se molestaban en leer. Su trabajo le hizo ganar la Medalla de la Carrera de Inteligencia de la CIA; Seymour Hersh, el decano de los reporteros de inteligencia en Washington DC y su amigo personal, una vez lo llamó “el mejor agente en el terreno que la CIA tuvo en Oriente Próximo.” La distinción de sus superiores pareció una cruel ironía cuando años más tarde los islamistas sobre los que había advertido atacaron tierra estadounidense.
Cuando abandonó la Agencia en 1998, se acurrucó y escribió sobre su tiempo como espía. Sus primeros dos libros –una memoria “See No Evil,” y una revelación: “Sleeping with the Devil,” sobre la demencial relación de EE.UU. con los saudíes– le hicieron conseguir un contrato con Hollywood.
Pero lo que no logró captar Syriana como película – porque, después de todo, es una operación de Hollywood y dedicada, como la CIA, a un buen tema de portada, uno que venda, que nos mantenga mirando sin comprender realmente– es que la CIA no es muy buena haciendo lo que supuestamente debe hacer, que no es asesinar o hacer volar cosas o montar golpes mal concebidos, sino saber.
A la agencia para la que Baer trabajó y a la que amó se le ha atribuido en sus peores horas tanta estupidez, atrocidad, desperdicio y engaño, tanto que es subterráneo e inaudito, y mientras tanto supuestamente sabe lo que el resto de nosotros no podemos saber: un control de los secretos del mundo, una responsabilización en el sentido final de suministrar lo que se llama “inteligencia” – no estupidez.
De modo que Baer había ido a Silverton para alejarse de la estupidez. Sugirió que fuéramos a caminar a las montañas. El día era cálido, el sol estaba en lo alto y los riachuelos llenos de agua de deshielo. Cuando caminé para encontrarme con él en su vieja casucha de minero renovada cerca de Main Street, frente a la iglesia con las cruces cabeza abajo, su esposa Dayna, ex agente de contraterrorismo de la CIA estaba sobre la alfombra con su recién adoptada huérfana paquistaní de 13 meses, Khyber, que era toda sonrisas. “El juez talibán en el tribunal de adopción no confiaba en dos estadounidenses que vagaban por el país a la busca de un huérfano,” dijo Baer. “Pero la embajada de EE.UU. fue peor.” Sujetó la manita de Khyber y besó su pié y me lanzó una sonrisa traviesa. “No estoy seguro de si es hija de un atacante suicida o de un guerrero talibán que matamos,” dijo. Resultó que no era ninguna de las dos cosas. Luego fuimos a pasear.
***
La Agencia Central de Inteligencia, establecida en 1947 bajo la Ley de Seguridad Nacional, fue concebida por hombres que habían aprendido el arte de la guerra secreta en la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) durante la Segunda Guerra Mundial. La OSS era un equipo de comandos, creado para la acción clandestina – asesinato de nazis, atentados contra puentes – pero se suponía que la CIA fuera algo mejor, más sutil, más complejo. Se involucraría en acción clandestina cuando surgiera la necesidad, pero preferentemente cubriría como la niebla los países en cuestión, silenciosa y amorfa, flotando por doquier. Después de la Segunda Guerra Mundial, la recolección de inteligencia era el objetivo declarado, no la intervención brutal, ciertamente no asesinatos. Esto fue subrayado en la carta y en la legislación que estableció la CIA, pero la letra de la ley no tenía mucha importancia.
La agencia estaba, y sigue estando, dividida en dos ramas principales. La principal es el Directorado de Operaciones, el DO, que envía a agentes al terreno, entrenados para desaparecer bajo tapadera, a fin de reunir información y, en casos extremos, estaban dispuestos y eran capaces de participar en acciones encubiertas para amañar elecciones, derrocar gobiernos, organizar muertes desafortunadas. El DO es mejor conocido como servicios clandestinos – es la CIA imaginada en películas, alternativamente engalanada y oculta por una cortina de humo, pero siempre romantizada. Al contrario, el Directorado de Inteligencia, el DI, está repleto de intelectuales – los doctores, los científicos, los psiquiatras, los sociólogos, los artistas – que analizan la información que supuestamente deben aportar los agentes del DO. Desde el comienzo ha habido conflicto entre los dos directorados: uno el centro de inconformistas, operadores, los que se ensucian las manos, los otros la torre de marfil de los pensadores que filtran los datos en bruto para hacer que sean digeribles para el consumo por los políticos. De muchas maneras, es una falsa dicotomía: los dos directorados han trabajado de común acuerdo en la toma de decisiones erróneas, pero habitualmente uno culpa al otro.
Bob Baer, según él mismo, fue un tipo de acción por naturaleza. Creció en las tierras altas de Colorado soñando con una vida de esquiador competitivo. Le gustaba deslizarse por lomas escarpadas donde una decisión errónea significaba que se moría envuelto en pinos, caído a un precipicio o perdido en una grieta. Su ambición se atascó con su horrendo rendimiento en la escuela – “puros insuficientes, y unos pocos peores todavía,” recuerda, porque pasaba demasiado tiempo en las laderas. Su madre, heredera de una considerable fortuna del abuelo de Bob, tuvo una reacción razonable. Lo llevó a Europa para una especie de pseudo-educación a la edad de 15 años, la formación de un naciente agente sobre el terreno de la CIA. Bob y su madre atravesaron Europa durante varios años – su padre, “un bueno para nada,” había abandonado a la familia – y en 1968, estuvieron en Paris cuando la ciudad estaba en llamas y los estudiantes se manifestaban. Pronto aprendió francés, luego alemán cuando su madre compró un Land Rover y se dirigió hacia el este, con el improbable objetivo de llegar a Moscú. El Land Rover era un pedazo de chatarra, fue como “ir en un tractor John Deere.” Cuando iban a rastras para salir de Praga, los tanques soviéticos se cruzaron con ellos en la carretera, enviados a aplastar la Primavera de Praga. Llegaron a Moscú, después a Helsinki, y de vuelta a EE.UU., donde Baer fue enviado por su madre a una escuela militar. De alguna manera la disciplina tuvo su efecto, y fue aceptado por la Universidad Georgetown, se graduó con un título en relaciones internacionales y, por broma, pasó el examen para el Foreign Service. Un año después, durmiendo en el sofá de un amigo en Berkeley, sin perspectivas de trabajo, y sin mucha ambición por otra cosa que la vida de un loco por el esquí, solicitó un puesto, de nuevo por broma, en la CIA. Se imaginó una prebenda en los Alpes, donde podría espiar a los gobiernos europeos entre descensos por las pistas.
En su lugar, Baer fue lanzado a las entrañas de Nueva Delhi para extirpar la influencia soviética en India. Ahora era un guerrero de la Guerra Fría. Cuando llegó a la casa suministrada como tapadera, lo saludaron siete sirvientes formados bajo “una inmensa higuera de Bengala y una pérgola de jazmín que cubría todo lo largo de la entrada.” No había nieve, pero no estaba mal para un muchacho de veinticinco años que comenzaba su primer trabajo verdadero.
***
En 1976, el mismo año en el que Baer, dispuesto, ávido y enamorado, se sumó a la Agencia, un veterano de los servicios clandestinos llamado John Stockwell, jefe en la desastrosa operación de la CIA en Angola en los años setenta, preparó una serie de memorias de investigación muy similares a los libros que Baer escribiría un cuarto de siglo después. Lo que Stockwell había visto como agente en África y en todo el Tercer Mundo era una CIA que era puramente intervencionista – que no recolectaba inteligencia, sino que era brutalmente maquinadora, maligna, un arma secreta para que presidentes de EE.UU. y políticos en la Casa Blanca combatieran a los soviéticos para lograr el control del mundo. Las operaciones paramilitares de la CIA mediante fuerzas testaferras – el financiamiento de mercenarios, terroristas, saboteadores - eran, informó Stockwell, “todas ilegales,” su objetivo de “afectar el funcionamiento normal, a menudo el funcionamiento democrático, de otras sociedades (un chispazo centelleante de lo obvio para los lectores de nuestros días).

Para Stockwell, quien abandonó la CIA en 1976 para denunciarla ante el Congreso, esto “provocó serias dudas sobre la responsabilidad moral de EE.UU. en la sociedad internacional de naciones.” El secreto en la búsqueda de esa cosa mercurial llamada “seguridad nacional,” escribió, había dado paso a la amoralidad que surgía de los escalones más altos del gobierno: “La mayor función del secreto en Washington es impedir que el pueblo de EE.UU. y el Congreso de EE.UU. sepan lo que los dirigentes de la nación están haciendo,” escribió. “Secreto es poder. El secreto cubre los errores. El secreto cubre la corrupción.” Y en la CIA, concluyó, “se ha establecido una profunda, arrogante, corrupción moral.”

El ex analista de la CIA Chalmers Johnson llegó a una conclusión similar: “Cada presidente desde Truman, una vez que descubrió que tenía a su disposición personal un ejército privado totalmente secreto, no responsabilizable en lo financiero, no pudo resistir su utilización.”

A mediados de los años setenta, sin embargo, el velo fue desgarrado. El Congreso, publicó bajo la dirección del senador Frank Church en 1975-76 una devastadora serie de informes sobre la criminalidad de la agencia. La CIA había patrocinado golpes y elecciones amañadas en Grecia, Italia, Birmania, Indonesia, y docenas de naciones más. Había sacado clandestinamente criminales de guerra nazis de Alemania para combatir el comunismo en Europa Oriental; trabajaba conjuntamente con narcotraficantes en Asia, Europa, Oriente Próximo (y siempre parecía dejar tras de sí un próspero nexo con la droga donde quiera que intervenía; suministraba a fuerzas de seguridad en todo el mundo equipos de tortura, manuales de tortura, entrenamiento en tortura. En Vietnam su inmensa Estación de Saigón supervisó los secuestros y asesinatos de decenas de miles de presuntos Vietcong, muchos de ellos inocentes, e hizo un buen trabajo incitando a la población campesina contra EE.UU.

La inmundicia salía a la luz casi a diario al ser descubierta por el Comité Church. A finales de los años setenta, la CIA había planificado o realizado los asesinatos de dirigentes en más de una docena de países; bromistas en la CIA los llamaban “suicidios administrados involuntariamente,” por cortesía del “Comité de Alteración de la Salud” de la Agencia.
El trabajo de desestabilización de gobiernos tenía lugar a menudo al servicio de corporaciones con estrechos vínculos con el Congreso y la Casa Blanca, cuyos intereses empresariales estaban amenazados por algo que oliera a socialismo. La agencia también había estado ocupada en el frente interno, en violación de la ley interior, supervisando programas de control de la mente en los cuales se intoxicó con drogas a estadounidenses involuntarios, se hizo experimentos con ellos, y fueron efectivamente torturados; abriendo el correo de ciudadanos de EE.UU.; vigilando la actividad política de estadounidenses; infiltrando los medios con desinformación; mintiendo habitualmente a funcionarios elegidos. La CIA apareció a esta luz como una amenaza para la república en sí.
Todo esto afectó poco al joven Bob Baer, que estaba terminando su último año en Georgetown cuando las revelaciones de Church salieron en las primeras planas del Washington Post y del New York Times. “Me quedé con la impresión,” escribió en sus memorias,” de que detrás de la suciedad debía haber algún misterio profundo, oscuro, impenetrable – un conocimiento prohibido.” La estadía con su madre en toda Europa le había proporcionado una “visión romántica del mundo,” y la CIA, dijo, “pareció por un momento como el romance en sí.”
***
Los historiadores discutirán al respecto, pero después de las audiencias Church una especie de reforma se impuso en la agencia, ciertamente una reducción de la acción clandestina que anunciaba el fin de lo que los nostálgicos podrían llamar la era heroica del intervencionismo alocado – aunque la reforma no duró. Baer maduró como agente en el terreno bajo la nueva administración, encargado de hacer lo que la CIA ahora afirmaba que esperaba de los servicios clandestinos: no perturbar o desestabilizar o asesinar – la directiva presidencial 12333, expedida en 1981, prohibía explícitamente los asesinatos de la CIA – sino escuchar, hablar el idioma, reunir fuentes, quedarse tranquilo, mantener los ojos abiertos, conocer su país anfitrión, los temas críticos, a la gente y a los protagonistas, conocer las calles de la ciudad donde está ubicado, desaparecer en el tejido de la sociedad. Aprender a moverse como la niebla.
Cualquier agente te dirá que es mucho más difícil de lo que suena. Agentes de la CIA que trabajaron con Baer me dicen que era excepcional en su tarea dondequiera iba, en Beirut en los años ochenta, en el desastre de Iraq después de la Primera Guerra del Golfo, en Jartum persiguiendo a terroristas, en Tayikistán como jefe de estación, en Sarajevo durante la guerras yugoslavas, en Paris en cócteles.
Profesionalismo era la clave. Se aprendía a evitar la vigilancia y a realizar vigilancia. Se aprendía a intervenir teléfonos y a asegurarse de no ser intervenido. Se aprendía a conocer las armas del enemigo, sus planes de batalla, las últimas tecnologías. Se devoraba libros, un hombre de la CIA dedicado a erudito regional. Se aprendía a utilizar los trucos del oficio, extraños venenos como “¿Quién, yo?”, que hace que la víctima huela literalmente a mierda durante días, un olor que sale de sus poros. Se utilizaban artefactos estándar de James Bond como micropuntos, negativos fotográficos reducido al tamaño de un punto en una página, y se aprendía esteganografía, el arte de ocultar datos dentro de fotografías. Se enseñaba a usar disfraces. Baer gustaba especialmente del Disfraz del Diente de Diamante – un incisivo de diamante falso en tu sonrisa y “lo único que recuerda la gente es ese diamante.” Se aprendían tapaderas para la acción y tapaderas para el estatus, este último, la gran explicación del motivo por el cual uno está en el país. Con más frecuencia la tapadera para el estatus es que uno trabaje en algún puesto para la embajada de EE.UU., un trabajo de todos los días en el papeleo (Baer, como todos los agentes de la CIA, está limitado por un contrato vitalicio con la CIA a no revelar sus tapaderas de estatus durante 10 años).
El verdadero trabajo comienza cuando oscurece, cuando la embajada cierra. Entonces se sale a las calles, los bares, las callejuelas, las sórdidas habitaciones de hotel en las que se obtiene informaciones de sus “agentes”, los sujetos locales que has dado vuelta para que trabajen traicionando a su propio gobierno, robando secretos. Las coberturas para la acción representaban la vida o la muerte de una misión, el factor determinante de si uno vuelve a casa por la noche o es atrapado en un crimen capital por espionaje. La Cobertura de la Lavandería era práctica. Si uno anda corriendo por una ciudad tarde por la noche, es importante que sepa dónde se encuentra la próxima lavandería automática y que lleve su ropa sucia – tiene que estar verdaderamente sucia – y “hay que asegurarse de que uno mismo también esté sucio.” Los bebés en su coche son una buena cobertura. Los perros tarde por la noche son una buena cobertura para buzones muertos, porque se puede utilizar al perro como una excusa por andar vagabundeando. “También se puede ocultar mensajes,” dice Baer, “en la caca del perro.”
La cobertura de la Madre fue una de las invenciones de Baer. “He llevado a mi madre como cobertura a los sitios más complicados,” me dice. “La llevé al Valle Garm en 1992, en Tayikistán, que acababa de ser invadido por extremistas de bin Laden.” El propósito de Baer como jefe de estación en Tayikistán era descubrir cómo y dónde operaban esas facciones. “Teníamos un viejo sedán Niva con placas robadas de diplomático afgano y nos detuvieron doce combatientes, que libraban la guerra civil, sucios y con tajos y que no se habían lavado durante semanas. Mi madre dijo: ‘Hola, ¿cómo os va? Soy su madre. ¿Y de dónde sois? Algunos de ellos hablaban inglés. Finalmente nos dieron té.”

De modo que ahí estaba Baer entre príncipes jordanos, comerciantes ilegales de petróleo en Iraq. Ahí estaba en 1993, robando un kilo de cocaína del avión del rey de Marruecos, Hassan, simplemente para demostrar que uno de nuestros aliados en Oriente Próximo era narcotraficante (“quería restregárselo en la cara a los de Washington.”). En Sarajevo se presentó como traficante de armas, en Iraq fue un asesino, en París, alcahuete. Una vez fue acechado por lobos en la Ruta de la Seda. En Tayikistán, pasó su tiempo libre cultivando la amistad de sus homólogos en el KGB, lanzándose con ellos en paracaídas, borrachos con vodka, o acelerando en sus tanques por una payasada (la central lo amonestó por su iniciativa). En la capital tayika de Dushanbe, estuvo en medio de un levantamiento islámico, refugiado en la habitación de un hotel con un alijo de misiles Stinger, mientras le disparaban a la gente en la plaza de la ciudad y un hombre con un megáfono gritaba: “HAY ESPÍAS ENTRE NOSOTROS.”
Y luego Beirut en los años ochenta, donde Baer comprendió a plenitud las apuestas que involucraba el trabajo de inteligencia, las respuestas que podía utilizar. Beirut fue una experiencia trágica para EE.UU. en Oriente Próximo, eclipsada sólo por el desastre de la ocupación de Iraq 20 años después. Comenzó con el atentado con coche bomba contra la embajada de EE.UU. en abril de 1983, en el que murieron 63 estadounidenses, incluidos seis agentes de la CIA. Seis meses después, 241 soldados estadounidenses murieron en un atentado con coche bomba contra el cuartel de los marines. Luego, en la primavera de 1984, el dilecto jefe de estación de la CIA en Beirut, William Francis Buckley, fue secuestrado por elementos de Hezbolá, y en 1985 Buckley murió de neumonía en cautiverio. Nunca antes había sufrido la CIA tantas bajas en un período tan breve.
Nadie sabía quién estaba tras los atentados, menos que nadie la CIA. La solución del misterio se convirtió en una obsesión para Baer, y comenzó una odisea de cuatro años en la Estación de Beirut para obtener una respuesta.
El trabajo en Beirut era peligroso. El lugar era bombardeado y atacado con cohetes a diario, estaba infestado de francotiradores, dividido en feudos controlados por milicianos drusos, Hezbolá, terroristas de Fatah. Baer operaba entre todos ellos.

“Bob conoció Beirut mejor que nadie que yo haya encontrado allí,” dijo un ex agente de la CIA, John Maguire, en retiro actualmente, quien espió con él en la estación de Beirut durante varios años en los años noventa. “Trabajaba a los dos lados de la Línea Verde, Beirut este y Beirut oeste, los suburbios al sur, y el valle Biqa. Era reclutador, y trabajaba solo, lo hacía día y noche, sin fanfarria, sin respaldo.” Baer concluyó finalmente, en 1987, que el régimen islamista de Irán, empleando testaferros locales de Fatah, era el protagonista clave detrás del atentado contra la embajada y el secuestro de Buckley. Las revelaciones, dijo Baer, no fueron registradas en la central. “Para entonces era cosa antigua. Simplemente no les importaba. Fue mi primera comprensión de la amnesia histórica de la agencia,” dice ahora.
Baer afirma que siguió produciendo una buena cantidad de inteligencia en Oriente Próximo y Asia Central. Reclutó un contacto dentro de Hezbolá, lo que nunca antes había sido hecho. Dice que impidió un ataque terrorista contra el USS New Jersey, que iba a ser atacado con cohetes frente a la costa del Líbano. En los años ochenta, comenzó a penetrar la red de islamistas conocida como Hermandad Musulmana, cuyos miembros más adelante se vincularon a al Qaeda. “Dije a la central: ‘oigan, tenemos que hacer algo respecto a la Hermandad, tienen malas intenciones,’” me dijo Baer. “Fui a Alemania, encontré una fuente en la Hermandad, pero nadie en Washington estaba interesado, y dejaron que el sujeto desapareciera.” La fuente, afirma Baer, era miembro de la misma célula a la que se unió años más tarde Mohammed Atta en Hamburgo en preparación para los ataques del 11-S.
El punto, me dijo una y otra vez, es que los de más arriba en la CIA, que informaban a la Casa Blanca, no parecían interesarse por verdadera inteligencia, el lento proceso orgánico de recolectar de a poco información y comprenderla. Los presidentes sirven cuatro años; quieren resultados hoy mismo, quieren inteligencia útil para la agenda política que asegura la reelección. El director de la CIA, George Tenet, suministró precisamente ese tipo de inteligencia en los preparativos para la guerra de Iraq. Las armas de destrucción masiva (ADM) iraquíes fueron una “clavada,” dijo Tenet, y su pronunciamiento correspondía a la justificación principal para una guerra predeterminada por el gobierno de Bush. Pero las ADM eran una ilusión, y mientras tanto había en la CIA disidentes en el terreno que lo decían y fueron ignorados.
Un día, cuando pedí a Baer que enumerara sus logros como espía, presentó una lista interminable de trabajo serio. “También arreglé la máquina de café en el 6º piso y follé a la mujer de George Tenet,” dijo bromeando.
***
La amnesia histórica podrá parecer un hábito de cada gobierno estadounidense desde la fundación del Estado de seguridad nacional en 1947, pero se destaca como un problema histórico mundial en el entorno posterior al 11-S. Los ataques de testaferros de Irán en Beirut – los atentados contra instalaciones militares y de inteligencia estadounidenses, el secuestro de Buckley – presentado como posiblemente un caso clásico de la historia que vuelve para hacer pagar caro a la CIA en la forma de un “contragolpe.”

El ex analista de la CIA, Chalmers Johnson, ha hecho una carrera escribiendo sobre los contragolpes, la expresión profesional de la CIA para cuando el intervencionismo resulta en consecuencias negativas a largo plazo para la seguridad nacional.
Johnson en sus tres libros sobre el tópico – el primero llevaba el subtítulo “Los costes y consecuencias del imperio estadounidense” – presenta un apremiante argumento universal sobre el contragolpe como sistémico en la política exterior de EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial.
En retrospectiva, el contragolpe iraní contra EE.UU. debería haber sido esperado. Es tan fácil de comprender como la ley de la gravedad.
En 1953, la CIA ayudó a derrocar al presidente democráticamente elegido de Irán, un socialista llamado Mohammed Mossadegh quien amenazó con nacionalizar los intereses petroleros británicos. La agencia instaló al tiránico Shah, amigo de las corporaciones petroleras, mientras instituía un reino de terror que provocó la Revolución Islámica de 1979 – los mismos islamistas que invadieron la embajada de EE.UU. para tomar 53 rehenes estadounidenses y gatillaron la crisis de los rehenes que afectó la presidencia de Jimmy Carter, los mismos islamistas que atacaron a EE.UU. en Beirut, donde EE.UU. también estaba interviniendo. Durante ese período, la CIA estaba suministrando armas a otro grupo de revolucionarios islamistas en Afganistán que estaban combatiendo contra una invasión soviética. El pasado en Afganistán fue un prólogo: Nuestros aliados islamistas se unieron en al-Qaeda para suministrar un ejemplo particularmente horrible de contragolpe: el 11 de septiembre de 2001.
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Cómo Bob Baer llegó a su triste fin en la CIA después de 21 años de servicio, reducido de un día al otro a la condición de paria y obligado a irse, es una cuestión de disputa.
En 1995 era jefe de operaciones de la CIA en el norte de Iraq, basado en Salah-Al-Din, en manos kurdas, encargado de organizar la oposición al régimen de Sadam Hussein. Era su primera incursión en la acción clandestina, y sería la última. A comienzos de 1995, sus fuentes dentro del ejército iraquí hablaban de un intento de golpe, del derrocamiento de Sadam y de la instalación de una junta militar amiga de EE.UU. Parecían estar de acuerdo con la misión de Baer. Durante meses había estado dirigiendo fuerzas kurdas, con apoyo de la CIA, para atacar puestos avanzados del ejército de Sadam en el note. Los ataques llevaron a la muerte de miles de soldados iraquíes. (Cuando pregunté a Baer si alguna vez había cometido asesinatos para la agencia, dijo: “No, siento desilusionarlo, pero ordené las muertes de más de 2.000 iraquíes en operaciones paramilitares. ¿Me convierte en asesino o en homicida en masa?”)
Washington dijo que había sobrepasado su autoridad al apoyar a los planificadores del golpe. Baer afirmó que de hecho el gobierno de Clinton había dado su aprobación, y luego vacilado en el último minuto. El sentimiento de Baer fue que el gobierno no sabía lo que quería, que era demasiado “políticamente correcto,” y que él era el chivo expiatorio para su indecisión. El golpe, cuando finalmente tuvo lugar, fue aplastado sin mayores ceremonias, y los generales rebeldes muertos.
Lo que pasó entonces fue más allá de su imaginación. Lo convocaron a la central, fue investigado por el FBI, confiscaron sus pasaportes, y fue acusado – de modo absurdo, le pareció en vista de la historia de errores de la CIA que no fueron castigados – de intento de asesinato por conspirar para asesinar a un dirigente extranjero. Baer afirmó que sólo seguía órdenes. Después de seis meses de investigación fue exonerado de la acusación. Las ironías abundan. Baer había sobresalido en el trabajo de inteligencia, no en intervención, y su único intento en la acción clandestina fracasó y arruinó su carrera. Fue encargado permanentemente de trabajos de escritorio, odiando la burocracia de aire acondicionado en Washington, sabiendo que nunca más sería enviado al terreno en el que medraba. En el momento mismo en el que su carrera en la agencia debiera haber prosperado, la abandonó.
Ahora contemplaba el paisaje de su vida, y no era hermoso. Estaba sin un centavo, incapaz de permitirse los precios de los bienes raíces de la burbuja económica en Washington y, acostumbrado a vivir en lugares infernales y bajo tensión, se sentía como extranjero en su propio país. Su familia estaba arruinada después de años de descuido. Su matrimonio, dijo, carecía de amor, de sexo – se había alejado intencionalmente en sus tareas en el extranjero. Era un paria para sus tres hijos, un padre ausente. “Toda esa mierda de que terminarán por volver,” dice hoy. “Pero eso es lo que es, mierda. Mis hijos me mienten básicamente sobre todo. Sus estudios. Sus vidas.”
Pronto se divorció y se volvió a casar con una colega, una agente de la CIA llamada Dayna Williamson, a quien había conocido mientras trabajaba en la guerra en Sarajevo. Dayna fue trabajadora social en Orange County antes de entrar a la agencia, se convirtió en “tiradora” en la Oficina de Seguridad de la CIA, entrenada para matar con una pistola, entrenada en la “adquisición de objetivos” en multitudes utilizando un bolso de rápido alcance con un doble fondo en el que llevaba una Glock. Una vez trabajó protegiendo a la reina de Jordania durante apariciones en público. Separados de la agencia, Bob y Dayna probaron la consultoría en inteligencia en Beirut, un territorio antiguo y familiar. Una de las primeras ofertas que obtuvo Baer fue un asesinato. No era una opción.
En su lugar, estudió latín y griego, se convertiría en erudito. Leyó a Aristóteles, Herodoto, Polibio, Tácito en la lengua original. Pensó en escribir libros, algo sobre su historia con la CIA. La idea tenía sentido. Incluso podría ganar dinero. Baer trabajó durante dos años para terminar “See No Evil” y, cuando el libro llegó a las librerías a comienzos de 2002, después de los ataques del 11-S, fue un éxito de ventas. Su argumento era de sentido común y no contenía nada nuevo: La CIA había olvidado que la inteligencia depende de seres humanos en el terreno, lo que llaman “humint” [inteligencia humana]. Los computadores digiriendo datos, los satélites sacando fotos desde kilómetros de altura – no nos salvarían. El que no se haya confiado en los peligros de la humint, argumentó Baer, ayudó a permitir que sucediera el 11-S. Dedicó su libro a sus hijos: “Espero que ayude en algo,” escribió, “a explicar dónde estuve durante todos esos años.”
A Baer le gustaba la disciplina de la escritura; correspondía a su lado fuerte como espía. Podía realizarla solo, sin supervisión, cultivar fuentes, escuchar a su manera, sin estar limitado por la burocracia. Una serie de ex agentes de la CIA con los que hablé dijeron que la memoria de Baer sonaba a verdad: la CIA no valorizaba a su gente que hacía el trabajo sucio. El ex agente infiltrado de la CIA Ishmael Jones, que el año pasado publicó una memoria bajo pseudónimo: “The Human Factor,” sobre sus años de desilusión en la CIA, me dijo: “El logro de Baer en los libros muestra que es muy talentoso e inteligente. Imagine lo que podría haber hecho por nuestra seguridad nacional en un servicio clandestino que funcione.” Es tal vez la mayor ironía: Baer tuvo que abandonar la agencia para desarrollarse plenamente. Trabajar para la CIA fue “la aventura de un muchachito,” me dijo Baer. “Pero uno no madura. Uno no crece.”
***
Cuando Hollywood llegó corriendo después del éxito de “See No Evil” y se inició la producción de Syriana en 2004, Baer tomó un papel como cameo, en el rol de un agente del FBI. Era una sola línea, exigiendo a George Clooney que renuncie a sus “pasaportes” – en plural – y metía la pata continuamente. Numerosos ex agentes de la CIA me cuentan que se han reído de la versión de Syriana de la CIA, entre ellos Bob Baer.
Lo que ofrece Syriana, aparte de su retrato obvio de la simbiosis del gran petróleo y de la política exterior agresiva, es una clara coreografía conspiracionista de hombres de la agencia. La CIA baila sin fallar al ritmo de los ejecutivos de la corporación petrolera y de lobistas y abogados de Washington quienes, en canales no revelados tan etéreos como ESP, ordenan a la agencia que asesine a un emir de Oriente Próximo que no es del gusto de las corporaciones petroleras. Este absurdo mundo de relojería de la CIA funciona en película, como la mayoría de las conspiraciones de la CIA, sin problemas, sin accidentes, sin rencillas burocráticas, sin papeleo, sin estupidez o incompetencia o flojera, y ciertamente sin nada de los cansadores y trágicamente aburridos interregnos del mundo real en los cuales agentes como Baer sudan en esas piezas de hotel en Beirut interrogando a sus fuentes, haciendo lentamente conexiones, solucionando acertijos o no solucionando nada. El verdadero trabajo de inteligencia no sirve para buenas películas.
A este respecto, Syriana es una visión notablemente obsoleta que corresponde bastante bien a la agencia de los años cincuenta y sesenta que circulaba por el planeta derrocando gobiernos durante la era dorada de la acción clandestina, en los tiempos en los que la CIA era mortalmente efectiva y no lo que es actualmente. Se podría argumentar que Syriana es en realidad una especie de propaganda engañosa, tan ensordecedoramente simplista como una cinta de James Bond. “La objeción que tengo ante la obra de Baer es que el ángulo de la entretención muestra sin quererlo a la CIA como una organización eficiente,” dice Ishmael Jones, quien pasó 15 años como infiltrado para la agencia. Syriana podrá parecer un retrato negativo de la CIA – como una organización de asesinos que trata de favorecer los intereses de las compañías petroleras estadounidenses – pero también presenta a la CIA como omnisciente, determinada, dura y trabajadora. La CIA, como criatura viva, preferiría ese retrato al de estar dedicada sólo a su propia manutención y crecimiento, evitando el trabajo rigoroso y el deber en el extranjero.” Cuando pregunté a Baer por la evaluación de su colega, me envió rápidamente un correo diciendo: “Tiene razón.”
La verdadera historia que Syriana no menciona es que la CIA de hoy tiene más empleados, más arribistas en la burocracia, más contratistas privados, y un presupuesto más voluminoso que nunca, y que todavía no parece desplegar efectivamente agentes en el terreno para el propósito fundamental de la inteligencia humana. En el largo período después del 11-S, la agencia, atiborrada de dinero, se dedicó a una masiva contratación de personal, y ahora tiene más de 20.000 empleados, el equivalente del tamaño de una división del ejército. La mayoría sirve en el Directorado de Inteligencia, el escuadrón de los frikis; menos de 2.000 trabajan en los servicios clandestinos en el Directorado de Operaciones. Pero incluso los de operaciones se quedan en su mayoría en casa. Según Ishmael Jones, cerca de un noventa por ciento de los empleados de la CIA viven y trabajan en el confort de EE.UU., no acostumbrados a beber agua en las acequias ni a dormir en catres; durante la Guerra Fría, aproximadamente un 45% vivía en EE.UU. La evidencia física se ve por todo Washington DC en la forma de inmensos nuevos edificios para oficinas de la CIA.

“Antes del 11-S la CIA era burocrática y negligente, pero después empeoró considerablemente,” me escribió recientemente Jones en un correo en el que describe cómo funciona la hinchazón. “En lugar de simplemente llamar a alguien y organizar una reunión, como se hace tan a menudo en el trabajo como periodista,” me dijo, “la CIA forma comités para discutir como contactar a alguien y pasará meses haciéndolo. Luego, en lugar de llamar al individuo por teléfono, hará algo terriblemente costoso – crear una convención en Roma en un hotel elegante, preparar eventos y oradores, y luego invitar al individuo a la convención. O comprarán el banco que usa para sus negocios. Los bienes raíces son importantes, de modo que tal vez compren la casa al lado de la del individuo. Esos programas nunca parecen funcionar porque las condiciones nunca parecen ser exactamente lo que debieran ser para reunirse con la persona. Pero la reunión no es el objetivo,” me dijo Jones. “El objetivo es que todos parezcan ocupados y que desaparezca el dinero.”

La agencia es presa del frenesí privatizador que ahora es común en los servicios de inteligencia de EE.UU., donde los agentes están más interesados en las puertas giratorias de Washington que, a pesar de las ilusiones hollywoodenses de Syriana, en asesinar emires al otro lado del globo. El complejo inteligencia-industrial vale hasta 50 mil millones de dólares al año, con la subcontratación en el sector privado de ex agentes de la CIA que ofrecen sus servicios a la agencia a tres veces lo que gana el empleado promedio de la CIA (y con mucho menos efectividad, según fuentes como Jones, incluso que los empleados derrochadores).
Es un cambio sin precedentes en la historia de la agencia. “Nunca se vio a un contratista privado dentro de la CIA en mis días y nadie hablaba de conseguir un contrato cuando se iba,” me dice Baer. “La gente se retiraba y desaparecía. Era como Cincinato. Volvían a sus granjas. Mire George Tener. Se retira, gana millones de dólares con su libro, y ahora tiene múltiples contratos de consultoría con la CIA. Cuando escribió su libro, la CIA le dio investigadores y una oficina – una oficina confidencial en Langley – para posibilitar que la CIA le comprobara los hechos.”

Ishmael Jones me dice que desde el 11-S unos 3.000 millones de dólares han sido “desperdiciados, perdidos o robados” por ex agentes de la CIA que trabajaban como contratistas haciendo “trabajo de apoyo,” dirigiendo programas de entrenamiento, realizando “investigación,” escribiendo “análisis.”

El que compañías privadas desplumen al gobierno de EE.UU. es una tradición estadounidense, con más fuerza en la última década que nunca antes, pero la diferencia, señala Jones, “es que los contratistas de la CIA no están sujetos a supervisión, ni a rendir cuentas.”
La nueva contratación, los mayores presupuestos, el crecimiento en la subcontratación se basa claramente en preocupaciones aparentes por la seguridad nacional. Todo ese esfuerzo se hace para derrotar al sustantivo llamado “terror” y para encontrar a bin Laden, que ocupa el útil punto en el horizonte en el cual otrora el comunismo surgía como amenaza.
Bob Baer aprovechó la industria de la amenaza de bin Laden con su primer libro. “Hay dinero, carreras, reputaciones enteras que dependen de la amenaza de bin Laden. Pero la amenaza fue efímera,” dice Baer. “Ese caso lo estropeamos.”
Mientras tanto, existe “Baghdad Station,” donde supuestamente la inversión tiene importancia. John Maguire, quien trabajó con Baer en Beirut, volvió recientemente de Bagdad, que es ahora la mayor operación clandestina de la CIA desde Saigón durante la Guerra de Vietnam. “Hay pocos, si alguno, agentes que sepan moverse por la ciudad, pocas veces se atreven a salir, ciertamente no solos, y la mayoría pueden perderse. ‘Demasiado peligroso,’ dicen. Cuando salen,” me dice Maguire, “es con guardaespaldas personales, conductores, coches blindados, armas automáticas y un perfil de una película de Mad Max.” Para que luego hablen de moverse como la niebla. En su lugar, es el puño de hierro, los Abu Ghraib y los “sitios ocultos” de la CIA, los gulag súper-secretos, donde la agencia ha resucitado su hábito criminal de torturar sus “fuentes.” La tortura, como os dirá Bob Baer, nunca ha producido material útil de inteligencia y nunca lo hará. La tortura, sin embargo, produce una cantidad de gentes encolerizadas que terminan por odiar a EE.UU. cuando podrían haber sido aliados. En otras palabras, un buen sistema para más contragolpes.
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Un día en otoño pasado, cuando fui a visitar a Baer en Silverton antes de la llegada de mucha nieve y del cierre de los caminos durante días enteros, caminamos por las montañas y hablamos de lo que podría haber logrado una CIA eficiente. Podría haber encontrado a bin Laden (Baer piensa que está muerto, que sus vídeos resultan del trabajo de un especialista en Photoshop de al Qaeda). Podría haberse introducido en la Hermandad Musulmana que ayudó a producir la tropa de bin Laden. Podría haber sido honrada en cuanto al espejismo de las ADM de Sadam. “La CIA suministró armas a los muyahidín en Afganistán durante diez años para derrotar al ejército soviético,” dijo. “Sin embargo la agencia no había encontrado una sola fuente dentro de Afganistán que pudiera informarnos sobre al Qaeda.”
Hablamos sobre su último libro, “The Devil We Know,” un análisis de la inteligencia respecto a Irán que sugiere que todo en el discurso popular en EE.UU. es erróneo. Es el tipo de inteligencia que probablemente habría sido ignorada si hubiera sido publicada dentro de la agencia. EE.UU., plantea Baer, debería abrirse hacia Irán, una gran potencia en Oriente Próximo, heredera de la Persia antigua que posee una memoria histórica que el aparato de espionaje estadounidense no se molesta por comprender. EE.UU. debiera llegar a una distensión con los gobernantes de Irán, reconociéndolos no como dementes que buscan la destrucción sino como protagonistas en el mundo de la realpolitik – no tan diferente en su propósito de EE.UU.
Irán, dice Baer, ha abandonado su tendencia a financiar el terrorismo contra EE.UU. En general es un argumento generoso, casi heroico, considerando la carnicería realizada contra la CIA por los mullahs durante los años de Baer en Beirut, los amigos muertos por Irán, el caos provocado por Irán. En ese sentido el libro es una oferta de paz a pesar del terrible pasado – un reconocimiento de la memoria histórica y un intento de encontrarle una respuesta.

Casi nada de lo que sugiere en el libro sobre Irán está de acuerdo con la sabiduría convencional en Washington. Irán debe someterse, dice la sabiduría, o sufrir nuestras bombas. Irán, después de todo, es supuestamente la próxima gran amenaza. La voz disidente de Baer es pequeña en la avalancha de intereses en Washington. Por eso está en Silverton. Sugiere que la CIA transfiera su central a las montañas, que viva en el duro invierno gélido y que tome contacto con la realidad, pierda un poco de grasa.
Me da la impresión de que ya no cree en el poder de EE.UU. tal como está configurado actualmente. Tal vez ha vuelto al punto de partida de sus viajes por el mundo con su madre. Me cuenta que podría presentarse de candidato a sheriff del distrito y que su primer acto oficial será que ya no “implementará las leyes federales.”
Me dice: “Somos un país de aislacionistas. No construimos imperios. Así que volvemos a casa. Construimos el coche eléctrico perfecto, regalamos paneles solares, transformamos a los tarados de Wall Street para que construyan el transporte público.” Tiene que cuidar a su nueva hija Khyber y a su esposa Dayna. Tiene un nuevo par de esquíes. Mientras caminamos por las montañas, la nieve comenzó a caer. Pronto los picos estarán cubiertos, y el valle. Baer podría ir a esquiar.
………..
Christopher Ketcham, escritor independiente en Brooklyn, NY, está escribiendo un libro sobre grupos secesionistas en EE.UU.
Para contactos escriba a: cketcham99@mindspring.com o vea más de su trabajo en christopherketcham.com. Fuente: http://www.counterpunch.org/ketcham10232009.html

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Pakistán camina hacia el borde del precipicio


28-10-2009
Txente Rekondo
Rebelión

El país asiático se encuentra en una encrucijada, otra más, y los acontecimientos de las últimas semanas apuntan hacia una complicada situación que puede tener consecuencias directas sobre Pakistán, pero que al mismo tiempo incidirá también en el conjunto de esa volátil región que conocemos como el sur de Asia.

Desde hace varios años, la inestabilidad parece haberse adueñado del estado pakistaní, con toda una serie de piezas que no terminan de encajar en el puzzle. Durante muchos años han sido los militares los que han gobernado el país, con golpes de estado y maniobras golpistas cada vez que los partidos políticos buscaban una salida a la crisis. La supuesta vuelta del sistema democrático a Pakistán, sin embargo, no ha supuesto que ese poder fáctico conformado en torno al ejército y sus servicios secretos (ISI) hayan perdido cuotas de poder, muy al contrario, siguen dominando los entresijos del estado y ampliando su presencia en las empresas e industrias más importantes el país. Una situación que ha llevado a algunos analistas a definir la situación como "military inc.", ya que para éstos, la economía del país está dominada por "un conglomerado empresarial, dueño del principal tejido industrial de Pakistán, y que no es otro que el ejército".

Los atentados sectarios, muchos de ellos fruto del enfrentamiento entre chiítas y sunitas; importantes zonas del país sin una presencia real del estado y sin apenas control por parte del gobierno central; un movimiento islamista con importante peso en el escenario político, y con diferentes grupos en la órbita ideológica de al Qaeda o como la alianza en torno a Tehrik-i-Taliban Pakistan (Movimiento Taliban de Pakistan- TTP), nos muestran las graves dificultades que atraviesa Pakistán, pero a todo ello hay que añadir otro factor: la presión que ejerce Washington sobre el país asiático.

Históricamente Pakistán ha sido el aliado clave de Estados Unidos en la zona, y la importancia geoestratégica se ha incrementado en los últimos años. Si durante la administración de Bush el peso pakistaní ha sido importante a la hora de diseñar la propia estrategia norteamericana en la región, la nueva presidencia de Obama le ha conferido un plus a su estrategia en materia de política exterior.

El término "AF-Pak", popularizado por los estrategas estadounidenses en los últimos meses, pone de manifiesto la clara voluntad de ligar el futuro de Afganistán, y la propia ocupación de aquél país, con el de Pakistán. La presencia de militares de EEUU en suelo pakistaní, con nuevas bases, y sobre todo con una red de inteligencia que busca atacar objetivos de al Qaeda y los taliban en Pakistán ha estado acompañada de bombardeos contra supuestos objetivos en la frontera con Afganistán (en uno de estos ataques de EEUU falleció el anterior dirigente de TTP, Baitullah Mehsud).

A las presiones militares y la búsqueda de operaciones sobre el terreno, se ha sumado las demandas para una mayor implicación del propio ejército pakistaní, y en esa clave cabe entender ala última ofensiva militar en las zonas tribales. También, en este contexto, hay que ubicar el último acuerdo entre Washington e Islamabad, por el que el país asiático va a recibir en los próximos cinco años una ayuda económica para "fines no militares" que triplica la que hasta ahora recibía Pakistán.

Sin embargo, la letra pequeña del acuerdo, que condiciona posteriores ayudas militares "a un efectivo control de los políticos sobre los militares" y "un decidido apoyo a combatir y desmantelar las bases de los grupos terroristas", ha desencadenado las protestas de importantes sectores de la sociedad. Altos mandos militares, el líder de la oposición, otros partidos políticos y algunos medios de comunicación han señalado que la firma de ese tratado "viola la soberanía de Pakistán", al tiempo que incrementa los sentimientos anti-norteamericanos en el país.

La ofensiva del ejército pakistaní ha asumido importantes riesgos, mientras que no se vislumbran resultados a medio plazo. Desde el primer momento, los militares no veían con buenos ojos esta campaña, por un lado porque temían que los grupos militantes ampliaran sus operaciones por todo el país (como ha ocurrido en las últimas semanas) y por otro lado, dudaban de la efectividad de su actuación.

En el pasado ya se han puesto en marcha operaciones similares, aunque con menos tropas, y los triunfos a corto plazo para Islamabad, con el tiempo se han convertido en victorias para los militantes islamistas. La fuerza militar se ha mostrado ineficaz en el pasado, como probablemente lo hará en esta ocasión. Más allá de la resistencia que puedan ofrecer los grupos armados en la zona (cualitativamente importante, pero no así numéricamente, pues ya se ha filtrado que muchos de los combatientes han salido de la zona junto a los miles de desplazados), sin dar una solución a los problemas estructurales de la región, la situación no hará sino empeorar.

La zona tribal, ya de por sí abandonada por el gobierno central, ha sufrido un duro castigo por las diferentes operaciones militares que ha puesto en marcha Islamabad, dando paso a una economía sumergida y al auge del mercado negro (armas y drogas fundamentalmente). El uso indiscriminado de la fuerza militar, los bloqueos económicos y los acuerdos con algunos líderes locales, junto al millón de desplazados, no hace sino aumentar la simpatía de la población local hacia los militantes islamistas.

La respuesta de los grupos armados no se ha hecho esperar. Ante el anuncia adelantado de la ofensiva contra las zonas tribales, esos grupos han desencadenado una ola de atentados por todo el país, contra objetivos muy señalados. Sólo en el mes de octubre cerca de doscientas personas han fallecido en esos ataques, que se han dirigido contra el cuartel general del ejército, un importante convoy militar, diferentes edificios policiales en Lahore, las oficinas de la ONU en la capital o la muerte a tiros de un importante oficial del ejército en Islamabad.

La diversificación y el uso de tácticas innovadoras han caracterizado estos ataques. Pero además, han dado muestra de la capacidad operativa de esos grupos, que han contado además con apoyo local (el atentado contra el cuartel general del ejército, además de una información muy precisa y apoyo material ha logrado la libertad de seis prisioneros islamistas) y se especula además que TTP podría estar gestionando futuras alianzas con el abanico de movimientos jihadistas que históricamente han venido operando en Pakistán, algunos de los cuales tienen importantes lazos con al Qaeda.

Si el movimiento en torno a TTP (una alianza de grupos que se materializó en diciembre del 2007) es heterogéneo, un acuerdo con grupos jihadistas del Punjab o de Cachemira, ampliaría la zona de actuación al conjunto del país, poniendo además en el punto de mira "símbolos del estado pakistaní" y "de sus aliados occidentales".

Un analista local reconoce que ninguna de las dos partes, ni militantes ni militares, pueden lograr una victoria militar, pero "si el enfrentamiento perdura estaríamos abocados a un crisis política que podría provocar consecuencias desastrosas para el estado y las instituciones de Pakistán"

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HONDURAS | SECTORES DE LA RESISTENCIA SE PLANTEAN LA OPCIÓN ARMADA ANTE LA NEGATIVA DE LOS GOLPISTAS A DEJAR EL PODER


Roto el diálogo, se agudiza la tensión.
Tras la ruptura de las negociaciones entre Zelaya y Michelleti, la Resistencia vuelve a la movilización. Ante el aislamiento, los golpistas reciben apoyos de los sectores más conservadores del planeta.

Decio Machado
(Tegucigalpa, Honduras)
Martes 27 de octubre de 2009.

Cuando se cumple más de un mes desde que el presidente depuesto Manuel Zelaya regresara por sorpresa al país, la situación en Honduras no ha mejorado. El 18 de octubre, Zelaya rechazó la propuesta del presidente de facto Roberto Michelleti, suspendiendo el Diálogo de Guaymuras iniciado el pasado 7 de octubre bajo los auspicios de la OEA.

Michelleti pretendía que fuese la Corte Constitucional –la misma que dirimió que la cuarta urna de consulta popular era inconstitucional– la que decidiese si Zelaya debe volver al poder.
La discusión se centró sobre el órgano estatal que debía decidir el punto nº 6 del Pacto de San José, que habla de la restitución de Zelaya.
Mientras el presidente derrocado insistía en que debe ser el Congreso Nacional el órgano que decida sobre este punto, Micheletti apostaba en un primer momento por la Corte Suprema de Justicia, para luego entregar una última propuesta que consistía en que la misma mesa negociadora decida sobre el retorno de Zelaya. Esta propuesta no encontró consenso y llevó a la ruptura de negociaciones.

Los candidatos presidenciales mejor posicionados según las últimas encuestas, Elvin Santos (Partido Liberal) y Porfidio Lobo (Partido Nacional), defienden que la resolución del conflicto se base en el reconocimiento de las elecciones generales del próximo 29 de noviembre. Ambos postulantes están acusados de haber tenido relación directa con el golpe de Estado.

Por su parte, el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Romeo Vázquez, afirmaba el pasado 15 de octubre que el país estaba “casi al final” de la crisis política, discurso ampliamente repetido por diferentes sectores conservadores del país.

Según declaran a DIAGONAL fuentes de la resistencia, “el diálogo fue una herramienta del Gobierno de facto para apaciguar cualquier acción de la resistencia o las repercusiones en la comunidad internacional, extender la permanencia del golpe en el poder y garantizar que las elecciones se realicen el 29 de noviembre”.

La dirigencia del Partido Unificación Democrática (UD), la tercera fuerza política del país, decidió el pasado 19 de octubre retirarse de la contienda electoral, por considerar que los comicios son inconstitucionales sin la restitución del presidente legítimo, por lo que exige su retorno al poder, al igual que la directiva central del Partido de Innovación y Unidad (PINU), quien subordinó su participación en el proceso electoral a esta misma condición. Ambos, adicionalmente exigen la instauración de un proceso constituyente.

Mientras tanto, Brasil presentó ante la ONU una denuncia por los actos de tortura que el Gobierno de facto se encuentra realizando de forma cotidiana contra las personas que se encuentran en la Embajada de Brasil. Fuentes provenientes de la ONU indican que la opción brasileña estaría enmarcada en una intervención de ‘cascos azules’ similar a la realizada en Haití tras el derrocamiento de Jean-Bertrand Aristide.

Personalidades académicas de la Universidad de Tegucigalpa que pidieron anonimato en sus declaraciones indican: “Durante las noches hay fuertes movimientos en los puertos principales y carreteras del país. Al parecer llegan suministros tanto militares como de alimentos y otros enseres para apoyar la continuidad del Gobierno golpista. Estas mercancías estarían llegando desde EE UU, Panamá y Colombia, además de otros sectores privados vinculados con los sectores más reaccionarios del continente”.

¿Hacia un conflicto armado?
DIAGONAL ha podido constatar que existe un fuerte movimiento interno por conseguir armamento en las fronteras de Honduras. Esta información fue confirmada por el presidente Daniel Ortega en declaraciones públicas, lo que permite adelantar una agudización de la crisis tras de la ruptura del diálogo. A esto, se debe sumar la denuncia de la ONU sobre la contratación de, al menos, 40 paramilitares colombianos para brindar seguridad a los grandes terratenientes del país.

Dentro de este contexto, se visualizan estrategias separadas por parte de la resistencia y el presidente Zelaya. Según declara a DIAGONAL Juan Barahona, uno de los líderes de la resistencia: “El presidente Zelaya ya ha dicho que está dispuesto a firmar el Acuerdo de San José y a renunciar a la Asamblea Constituyente durante el período que falta para que termine su mandato. Nosotros vamos a respetar esta posición. Sin embargo, como resistencia, no vamos a renunciar nunca a impulsar la Constituyente y seguiremos movilizándonos mientras esta condición no se dé”.
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Escalada represiva tras el fin de la negociación
La represión del Gobierno golpista continúa, y según nos indica Rafael Alegría, líder de Vía Campesina y de la Resistencia Nacional, “se registran 22 muertos de momento, entre ellos Jairo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional”.

Según relata a DIAGONAL el portavoz del comité de abogados de la Resistencia, “aunque se redujo la represión durante el diálogo, en la actualidad hay más de cien personas con resolución de prisión, acusados por sedición que podrían llegar hasta diez años de prisión”. Y prosigue: “Ya hay una denuncia presentada a la Corte Penal Internacional por una organización de prestigio internacional que inculpa al Gobierno golpista por los crímenes que está cometiendo”.

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Comentario de Cuarenta hadices -XL


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní


Traducción de Raúl González Bórnez

Sexto hadíz
Amor a las cosas mundanales (III)

Sobre los efectos que los placeres de este mundo tienen en los corazones y la manera en que los corrompen


Debes saber que el alma queda marcada por los placeres que disfruta en este mundo y que son la causa del apego de ésta al mundo y que cuanto mayor es el placer mayor es el apego que provoca, hasta que llega un momento que todo el corazón se encuentra atrapado por este mundo y sus encantos. Ese situación es muy decadente. Todos los errores y problemas que sufre la persona vienen provocados por ese amor y atracción, tal como vimos en el noble hadíz recogido en la obra al-Káfí.

Uno de los grandes problemas que causa es, como solía decir nuestro gran maestro y gnóstico, que mi alma sea sacrificada por él, si el amor por este mundo se apodera del corazón de la persona con mucha intensidad, cuando muere y descubre que Dios le separa de aquello que tanto ama y tanto desea, sale de este mundo disgustado y enojado con Él.
Estas terribles palabras deberían ser suficiente motivo para despertar vivamente en la persona el interés por proteger el estado de su corazón. Dios no quiera que la persona se sienta disgustada con el Dueño del favor y verdadero Señor del Reino, pues la forma que esa ira y enemistad con su Señor puede adoptar nadie puede llegar a conocerla excepto Él.
Nuestro gran maestro, quiera Dios alargar su sombra, nos transmitió que su gran padre, al final de sus días, estaba aterrorizado del amor que sentía por uno de sus hijos y que sólo después de muchos ejercicios espirituales logró librarse de esa manera destructiva de amarle y pudo tranquilizarse y partir a la morada de la felicidad eterna. Que Dios este complacido con él.

En Al-Kafi, se recoge un hadíz trasmitido por Talha bin Zaíd, de Abu Abdel lah el Imam As-Sádeq, que dijo:
Este mundo es como el agua del mar: el agua que bebe el sediento solamente incrementa en él la sed hasta que acaba con él.

El amor por este mundo destruye a la persona totalmente y es la causa de todos sus padecimientos y problemas, tanto internos como externos.
También del noble Profeta, las bendiciones de Dios y la paz sean con él y con su familia, fue transmitido:
Las monedas de oro y de plata fueron las que destruyeron a quienes os precedieron y también son las que os destruirán a vosotros.[1]
Suponiendo que la persona no se vea afligida por ningún otro defecto, lo cual es improbable si no imposible, la propia atracción y amor que siente por este mundo serán la causa de sus problemas y la balanza con la que se establecerán las condiciones en las que deberá permanecer en su tumba y en el mundo intermedio (Barzaj). Cuanto menor sea su apego a este mundo más luminosas serán su tumba y su mundo intermedio y menor el tiempo que deberá permanecer en ellos.
Por eso, los amigos de Dios, según se ha recogido en algunas tradiciones proféticas, no permanecerán en el mundo de la tumba más de tres días y eso será por culpa de ese mismo apego natural e innato que sintieron en vida por este mundo.
Otro de los efectos que tiene el apego a este mundo es el miedo a morir. Ese miedo causado por el apego al mundo y por el amor que el corazón siente por él, es altamente condenable y no tiene nada que ver con el temor al regreso ante la presencia divina, que es uno de los atributos de los creyentes. Y la gran dificultad que algunas personas experimentan para morir la produce esa misma presión que es necesaria para eliminar de ella esos apegos y el temor a la muerte.
El gran investigador y analista del mundo islámico y dueño de una gran morada espiritual, Seyed Mir Damád, que Dios ennoblezca su rostro, en su obra Al-Qabasát, que es uno de los libros más notables que existen, dice en uno de sus capítulos:
¡Que la muerte no te atemorice, pues la dificultad para morir reside en ese mismo temor![2]

Otro de los grandes problemas que acarrea el amor por el mundo es que aparta a la persona de las prácticas espirituales y de la adoración y los ritos, reforzando en el su dimensión material y opone la naturaleza física a la obediencia espiritual, destruye su sumisión y debilita su determinación y voluntad, cuando uno de los grandes secretos de la adoración y de las prácticas espirituales es que someten el cuerpo, las facultades físicas y los instintos naturales a la autoridad del espíritu y los hace trabajar según la voluntad del alma y someten su mundo material a su mundo espiritual. Hasta tal punto el espíritu adquiere poder y autoridad e influencia que con su simple voluntad consigue que el cuerpo realice cualquier cosa que le ordene y que se abstenga de cualquier cosa que le prohíba. El mundo corporal y la fuerza física quedan supeditados a la potencia espiritual hasta el punto que pueden realizar cualquier cosa que se les ordene sin la menor dificultad.
Una de las virtudes y de los secretos de la adoración intensa es que facilita la obtención de los objetivos. Gracias a ella, la persona fortalece su determinación y llega dominar el mundo físico. Si su voluntad alcanza su perfección y plenitud y su determinación se fortalece, su dominio sobre el mundo corporal y su fuerza física e interior adquieren características angélicas y devienen similares a las de los ángeles divinos que jamás desobedecen Su mandatos. Obedecen cualquier cosa que Él les ordene y se abstienen de cualquier cosa que Él les prohíba sin que eso suponga ninguna dificultad para ellos. Cuando las facultades físicas de la persona quedan sometidas a su espíritu, desaparecen para ella las dificultades y dan paso a un estado de facilidad y calma. Cuando esto sucede, las siete dimensiones, los siete climas de la naturaleza física quedan sometidos al espíritu y actúan como servidores suyos.
Y debes saber ¡Oh querido! Que la determinación y la voluntad son cualidades muy necesarias y eficaces en ese mundo. La balanza de uno de los niveles del Paraíso, uno de los más elevados, son la determinación y la voluntad y mientras la persona no posee una determinación poderosa y una fuerte voluntas no puede acceder a ese Paraíso y a esa elevada morada espiritual.
En un hadíz encontramos relatado que cuando la gente del Paraíso llega a él, un mensajero divino llega a ellos y les dice: Éste es un mensaje enviado por El que Vive eternamente a quienes vivirán eternamente. Yo soy Aquel que cuando ordena a algo que sea, viene a la existencia. Hoy te he otorgado el poder para que, si ordenas a algo que exista, venga a la existencia.

Observa qué morada espiritual, qué autoridad y qué fuerza espiritual, que hace de su voluntad el lugar teofánico de la voluntad divina y posee el poder de hacer que las cosas salgan de la inexistencia y comiencen a existir.
El poder y la influencia de la voluntad es mejor y mayor que todos los poderes físicos.
Es evidente que ese mensaje no puede ser enviado de manera caprichosa y gratuita. Aquellos cuya voluntad se encuentra sometida a sus deseos animales, cuya determinación está anulada y destruida, no podrán alcanzar jamás esa morada espiritual. Los actos de la Verdad Altísima no son caprichosos: en este mundo responden a un orden basado en la ley de la causalidad, en el otro mundo también. Más aun, ese mundo representa el mayor grado de armonía entre las causas y sus efectos. Todo el sistema del otro mundo está basado en la ley de la causalidad: la influencia de la voluntad debe ser obtenida en este mundo. Este mundo es el campo de cultivo de los frutos que se cosecharán en el otro y la materia prima de todas la bendiciones celestiales y de todas las desgracias infernales.
Por tanto, cada una de las prácticas de adoración y de los ritos religiosos, además de poseer en sí mismos formas celestiales con las que construir el paraíso físico y sus fortalezas, tal y como confirman la razón y la transmisión profética, producen, cada una de ellas, un efecto en el alma y, poco a poco, van fortaleciendo la voluntad de la persona y completando su fuerza. Y, por ello, cuanto más esfuerzo exige la adoración, más beneficiosa es. Afdal ul-‘amáli ahmazu ha: Los actos mejores son los que más esfuerzo exigen.
Por ejemplo, levantarse de la cama para adorar a Dios Altísimo en la noche del frío invierno sacrificando el placer del sueño, hace que el espíritu venza la fuerza corporal y fortalece la voluntad. Si bien, tal esfuerzo en los comienzos resulta una ardua y poco agradable tarea, gradualmente se torna más fácil y poco a poco el cuerpo se pliega con mayor facilidad a la voluntad del alma y podemos ver cómo, la gente que acostumbra realizar tales prácticas, las realiza sin la menor dificultad. Si a nosotros nos da pereza y resulta un problema es porque no tomamos la decisión de llevarlo a la práctica. Si lo realizásemos unas cuantas veces, lo que era una dificultad se convertirá en facilidad. Las personas que se levantan en la noche para adorar a sus señor disfrutan más con ello que nosotros de los placeres mundanos. El alma se habitúa mediante la práctica y el bien es un hábito.
Esta práctica proporciona múltiples beneficios. Una es que la forma que este acto adopta en el otro mundo es tan hermosa que no guarda semejanza con nada de este mundo y no podemos llegar a imaginarla.
Otra es que el alma se torna voluntariosa y fuerte y eso es fuente de grandes beneficios, uno de los cuales ya habéis escuchado.
Otra es que familiariza gradualmente a la persona con la práctica del recuerdo (dikr), la meditación (fikr) y la adoración. Es posible que ello acerque la imaginación de la persona a la realidad y la atención del corazón hacia el Señor del Reino y el amor por la belleza del Amado se torne verdadero y el amor y atracción que el corazón siente por este mundo y por el otro se debilite.
Puede que, si consigue una atracción espiritual y se alcanza un estado, se produzca un encuentro con el sentido real de la adoración y con el verdadero secreto del recuerdo y de la meditación (dikr wa fikr) y ambos mundos pierdan su importancia para él y la teofanía del Amigo elimine el polvo del espejo del corazón. Excepto Dios mismo, nadie puede imaginar qué generoso puede mostrarse con ese siervo Suyo.
Así pues, si la persona fortalece su voluntad mediante ejercicios espirituales, actos de adoración, prácticas rituales y abandono de los deseos carnales, se transforma en un ser poseedor de determinación y voluntad y si se abandona a la desobediencia propia de la naturaleza carnal debilita su voluntad y determinación, como hemos visto anteriormente.
[1] Cfr. Usul al-Káfí, t. II, p. 316, Kitáb al-Imán wa l-Kufr, hadíz 6.
[2] Al-Qabasát, p. 479.

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