martes, 26 de mayo de 2009

Comentario de cuarenta hadices


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní
Traducción de Raúl González Bórnez

Primer hadiz
El combate del ego

Recogió Al-Sukuní que Su Santidad Abu Abdel lah al-Sádeq, la paz sea con él, dijo que el Profeta, las bendiciones y la paz sean con él y con su familia, envió un grupo de combate (sariya) y, cuando regresaban, dijo:
«Bienvenida sea la gente que ha realizado el combate menor (al-yihád al-asgar) y a los que les queda pendiente el combate mayor (al-yihád al-akbar)»

Y le fue preguntado: «¡Oh Mensajero de Dios! ¿Qué es el combate mayor?»
Dijo: «El combate del ego.»

Explicación: Sariya es una compañía del ejército. Se ha dicho: La mejor sariya es de cuatrocientos hombres. Los restantes términos del hadiz son claros y no necesitan explicación.
---------------
Has de saber que el ser humano es un ser sorprendente que posee dos nacimientos[3] y dos mundos: un nacimiento al exterior de este mundo, que es el de su cuerpo y otro nacimiento interior oculto y angélico (malakutí) que pertenece a otro mundo.
Y su alma, que pertenece al mundo oculto y angélico, posee estaciones (maqamát) y grados (darayát) que, unas veces y de manera general, han sido divididos en siete[4] y otras en cuatro[5] y, a veces, en tres[6] y, a veces, en dos.[7]
Para cada una de las estaciones y grados existen ejércitos de seres misericordiosos e inteligentes que les atraen a los reinos más elevados y les invitan a la felicidad. Y existen ejércitos demoníacos e ignorantes que les atraen a los reinos más inferiores y les invitan a la desdicha. Y entre estos dos ejércitos siempre existe un estado de enfrentamiento, hostilidad y conflicto y el ser humano es el campo de batalla de estas dos fuerzas.
Si vence el ejercito de la misericordia, la persona emerge como un ser feliz y virtuoso, entra a formar parte de la comunidad de los ángeles y se une al grupo de los profetas, los amigos de Dios (awliyá) y los rectos (sálehin). Pero, si vencen los ejércitos demoníacos y las tropas de la ignorancia, será una persona desdichada e iracunda que pasará a formar parte de la comunidad de los demonios, los descreídos y los maldecidos.
Como este no es el lugar para explicar este asunto de manera detallada, cuando indiquemos algunas de las moradas del alma y expliquemos, de manera breve, los aspectos relativos a las causas de su felicidad o desdicha, comentaremos en esa morada las particularidades del combate del ego, si Dios quiere.

Primera estación

En ella existen varias partes


Has de saber que la primera estación del alma y la morada más inferior es la que corresponde a la morada de este mundo (manzel-e mulk) exterior y bajo. Que las luces divinas ocultas en su interior han sido mezcladas con su cuerpo sensible y su condición física externa para conformar su existencia en este mundo y que es en ese cuerpo donde han sido colocados los ejércitos combatientes. Que el campo de batalla de ellos es ese mismo cuerpo y que las fuerzas manifiestas de él son esas tropas con las que combate y que están situadas en siete cuarteles, es decir: los oídos, los ojos, la lengua, el estómago, el sexo, las manos y los pies.
Y todas estas fuerzas distribuidas en estos siete reinos están bajo control del alma en la estación de la conjetura y el pensamiento (wahm), ya que el pensamiento es quien gobierna las fuerzas exteriores e interiores del alma.
De esa manera, si el pensamiento establece el gobierno de ellas para uso propio o de Satanás, transforma estas fuerzas en ejército satánico y pone al reino bajo el control de Satanás y las fuerzas de la misericordia y los ejércitos del intelecto son destruidos y expulsados por ellos. Y si el pensamiento las pone al servicio de la razón y de la ley divina y sus movimientos y su reposo están bajo el mando de la razón y la ley divina, se convierten en el reino de la misericordia y de la inteligencia y cierran el paso a Satanás y sus ejércitos y les obligan a retirarse derrotados.
Por tanto, el combate del ego en esta estación, es un gran combate, más elevado que el ser matado defendiendo la causa de Dios. Consiste en hacer triunfar al ser humano sobre las propias fuerzas y facultades exteriores, poniéndolas a las órdenes del Creador y liberando el territorio de nuestro cuerpo de la poderosa contaminación de Satanás y sus ejércitos.



Sobre la reflexión (tafakkur)

Has de saber que la primera condición del combate con el ego y del movimiento hacia la Verdad Altísima es la reflexión (tafakkur).
Algunos de los sabios en la ciencia del carácter (ajláq) la han situado en el quinto lugar y eso también es correcto en su contexto.[8]
En esta estación, «reflexión» consiste en que la persona inteligente dedique cada día un tiempo, por pequeño que sea, a meditar sobre cuál es su obligación con el Rey del mundo, su Señor y Creador, que le trajo a este mundo, que le proporcionó todos los elementos para su disfrute y comodidad y que le ha otorgado un cuerpo sano, facultades y poderes, cada uno de los cuales otorga unos beneficios que dejan perpleja a la inteligencia, y que, por otro lado, ha enviado a todos los profetas y ha hecho descender todas las Escrituras Sagradas con sus orientaciones y llamamientos al camino recto.
¿Acaso todos estos elementos nos han sido otorgados únicamente para ponerlos al servicio de la existencia animal que compartimos con el resto de los seres vivos y para satisfacer nuestras pasiones? ¿O responden a otra intención diferente?
¿Es posible que los nobles profetas, los grandes santos, los sabios y pensadores de cada nación que invitan a las gentes a seguir los mandatos que dicta la razón y la ley divina y a no caer víctimas de los deseos animales y de las tentaciones de este mundo efímero, fueran y sean enemigos de las personas? ¿O puede que conciban un camino para nuestra salvación que nosotros, pobres criaturas sumergidas en las pasiones, no conocemos?
Si la persona inteligente reflexiona un momento, entiende que la intención de todo lo que nos ha sido otorgado es otra. Que la razón de esta creación es un mundo superior y más grande y que la finalidad esencial no se circunscribe a este plano de la vida animal.
La persona inteligente debe reflexionar y tomar conciencia de su estado de indefensión y decirse: «¡Oh alma miserable que has desperdiciado los años de tu vida corriendo tras los deseos sensuales y las pasiones y que no has obtenido otra cosa que aflicción y decepción! Sería bueno que tuvieses un poco de compasión de tu estado. Humíllate ante tu Señor Soberano y da un pequeño paso hacia la meta verdadera, pues ello es la causa de la vida eterna y de la felicidad permanente y no vendas tu felicidad eterna a cambio del disfrute sensual de unos pocos días efímeros que, además, no se consiguen sino con gran esfuerzo.
Piensa un poco en la vida de la gente de este mundo desde el pasado hasta el presente que estás viendo. Observa cuan numerosos son sus esfuerzos en comparación con sus momentos de felicidad y reposo y que muchos incluso ni siquiera obtienen esos escasos momentos de felicidad y tranquilidad.
Observa por un momento a esa persona, con figura de persona pero un soldado de Satanás y enviado por él, que te invita a satisfacer tus pasiones y que te dice que hay que hacerse con los placeres de esta vida material, y considera si él mismo está satisfecho de su situación o sufre y pretende que otro pobre desgraciado sufra también.
Y, en cualquier caso, pide a tu Dios con humildad que te muestre tus obligaciones hacia Él.
Existe la esperanza de que esa reflexión que realizas con intención de combatir contra Satanás y contra el alma que incita al mal (nafs-e ammaré) te indique otro camino y puedas alcanzar con éxito otra morada distinta a la del combate del ego.

Sobre la determinación (azm)

Tras la morada de la reflexión, la persona que se esfuerza accede a la morada de la determinación (azm). Está morada es diferente a la morada de la voluntad (iráda) que el Sheij Ar-Raís en su obra Al-Isharát considera la primera morada de los gnósticos.[9]
Algunos de nuestros maestros, quiera Dios proporcionarles una larga vida, han dicho que la determinación es la esencia de la condición humana y la balanza en la que se pesa la valía de las personas y que la diferente calidad de las personas viene dada por los diversos niveles de voluntad que cada uno posee.
La determinación que corresponde a esta estación consiste en establecer las bases para llevar una vida correcta, tomar la decisión de abandonar el pecado, realizar aquello que es obligatorio, compensar el tiempo perdido de su vida y, finalmente, tomar la decisión de comportarse como una persona inteligente y religiosa. Es decir, adoptar el comportamiento propio de un ser inteligente y religioso, de manera que se pueda decir de él que es un ser humano.
Y ser un individuo religioso significa actuar conforme a los mandatos de las leyes divinas, comportarse de manera semejante a como lo hacía el noble Profeta, las bendiciones y la paz sean con él y con su familia, tomar a esta gran personalidad como modelo e imitar sus actos, hacer lo que él hacía y apartarse de lo que él se apartaba. Y éste es un asunto perfectamente posible, ya que comportarse como él noble Profeta lo hacía es algo que está al alcance de cualquier siervo de Dios.
Y debes saber que el ser humano no puede acceder al más mínimo conocimiento divino si no comienza cumpliendo con los ritos y con los aspectos formales y exotéricos de la religión.
Mientras la persona no lleve a la práctica los mandatos y disposiciones de la ley islámica no podrá alcanzar ni uno solo de los elevados atributos morales. No es posible que la luz y el conocimiento divinos brillen en su corazón ni que se desvelen para él el conocimiento esotérico y los secretos de la ley divina.
Por tanto, aun después de que la verdad y los rayos de las luces de la gnosis iluminen su corazón, deberá seguir cumpliendo con los mandatos exotéricos de la religión.
Son vanas las pretensiones de quienes defienden que el conocimiento interno se obtiene abandonando las prácticas rituales o de quienes dicen que una vez alcanzado aquél ya no se tiene necesidad de las prácticas externas. Eso sólo puede decirlo quien ignora las moradas de la adoración y los grados de la condición humana.
Quizás, en estas páginas sea capaz de explicar algo de esto, si Dios quiere.

Consideración

¡Oh querido! Esfuérzate hasta que consigas determinación y voluntad, pues, si sales de este mundo, Dios no lo quiera, sin poseer voluntad y determinación, eres una forma humana sin cerebro y en el otro mundo no tendrás forma de ser humano, pues ese mundo es el lugar en el que se evidencia lo interno y se manifiestan los secretos.
Cuando la persona se atreve a transgredir, poco a poco se convierte en una persona sin determinación y esta joya preciosa le es arrebatada.
Nuestro gran maestro, que su sombra se prolongue en este mundo, solía decir que escuchar canciones debilita en la persona la voluntad y la determinación más que ninguna otra cosa.
Por tanto ¡Oh hermano! Apártate de los pecados y las transgresiones y toma la determinación de emigrar hacia la Verdad Altísima y adopta el aspecto de un ser humano. Ingresa en el camino de los señores de la ley de Dios y pide a Dios bendito y elevado en tu soledad, para que Él te ayude en este objetivo y ruega al Profeta, las bendiciones y la paz sean con él y con su familia, y a los miembros de su Casa, que intercedan por ti ante Dios para que Él te conceda el éxito y te tome de la mano ante los errores que tienes ante ti, ya que, el ser humano, a lo largo de su vida, puede llegar a cometer errores tan graves que, en un instante, le precipiten de tal manera en un proceso de destrucción, que ya no pueda hacer nada para salir de él, que ni siquiera llegue a plantearse buscarle remedio. Y puede que ni siquiera quienes pueden interceder ante Dios puedan interceder por su estado. Nos refugiamos en Dios de tal cosa.

Sobre el condicionamiento (mushárata),
la vigilancia espiritual permanente (muráqaba)
y el recuento de los actos y los estados interiores (muhásaba)

Estos tres asuntos son cuestiones imprescindibles para el combatiente espiritual (muyáhed).
Mushárata significa establecer un acuerdo con uno mismo al principio del día. Por ejemplo, decirse: «Hoy no haré nada que vaya contra los mandatos de Dios bendito y elevado» y tomar la decisión de cumplirlo.
Evidentemente, pasar todo un día sin hacer nada contrario a las disposiciones divinas es algo muy fácil, a la persona le resultará muy sencillo cumplir su acuerdo.
Toma la determinación, establece tu acuerdo y comprueba qué fácil te resulta cumplirlo. Es posible que Satanás y los ejércitos de ese maldito te lo traten de presentar como un tarea demasiado difícil, pero eso no es más que uno de los engaños de ese maldecido. Maldícele desde lo más profundo de tu corazón y saca de él las falsas ilusiones y haz la experiencia durante todo un día y verificarás lo fácil que es.
Después de establecer ese acuerdo, deberás prestar atención al estado de vigilancia espiritual permanente (muráqaba).
Muráqaba consiste en prestar atención permanente a los términos del acuerdo establecido durante todo el tiempo que éste dure, sabiendo que necesitas actuar conforme a lo que has acordado.
Si, Dios no lo quiera, en tu ánimo entra el deseo de cometer un acto que vaya contra los mandamientos divinos, debes saber que ese proviene de Satanás y de sus ejércitos, que tratan de apartarte del acuerdo que has establecido.
Maldícelos y refúgiate en Dios del mal que ellos representan y saca de tu pecho esa fantasía vana. Dile a Satanás: «Hoy he cerrado conmigo mismo el acuerdo de no hacer nada que vaya contra los mandatos de Dios Altísimo durante todo el día. Él durante todos estos años me ha llenado de abundantes favores, me ha dado salud y me ha protegido y me ha otorgado mercedes tales que, aunque dedicase el resto de mi vida a Su servicio, no podría compensar una sola de ellas. No es correcto que sea desleal a un pequeño acuerdo parcial.»
Es de esperar que, si Dios quiere, Satanás se sienta rechazado y se desanime y que los ejércitos del Misericordioso venzan.
Esta vigilancia permanente de tus actos no es incompatible con el resto de tus actividades: negocios, trabajo, estudio, viajes, etc…
Deberás mantener ese estado hasta que llegue la noche y, con ella, el momento de hacer recuento de los actos y balance de los estados interiores (muhásaba).
Muhásaba consiste en examinar si has cumplido con el acuerdo que estableciste con Dios al principio del día y no has traicionado esa transacción particular que cerraste con el Señor del Favor.
Si has actuado leal y correctamente, da gracias a Dios por haberte permitido obtener esa victoria y sabe que has avanzado un paso y que has merecido la atención divina y, Dios mediante, Él te guiará para que puedas progresar en los asuntos de este mundo y del otro y el trabajo de mañana de resultará un poco más fácil.
Presta atención a unos cuantos actos de este tipo y es de esperar que se te conviertan en un habito, de manera que te resulten una tarea muy fácil y sencilla de realizar y que, al mismo tiempo, obedecer los mandatos divinos y abandonar los pecados en este mismo mundo sea para ti una fuente de placer.
Aunque éste no sea el mundo de la recompensa, obtendrás placer de tus buenos actos y recibirás una recompensa divina por ello.
Y, debes saber que Dios bendito y ensalzado no te ha encomendado tareas difíciles y que no te ha cargado con obligaciones que escapan a tu responsabilidad o que son mayores de lo que puedes soportar sino, más bien, que Satanás y sus ejércitos te las presentan llenas de dificultades.
Y si, Dios no lo quiera, al hacer recuento de tus actos, descubres que no has sido capaz de cumplir completamente con el acuerdo que habías establecido, pide a Dios Altísimo que te perdone y comprométete a que mañana te comportarás con hombría y cumplirás con las condiciones que has establecido y persevera en ese estado hasta que Dios Altísimo abra para ti las puertas de éxito y de la felicidad y te haga llegar al sendero recto de la condición humana.


Sobre el recuerdo (tadakkur)

Tadakkur es una de los asuntos que presta a la persona una ayuda definitiva en el combate con el ego y con Satanás y con la que el viajero espiritual esforzado (sálek) debe ser muy cuidadoso. Y con él ponemos final a esta primera estación, a pesar de que quedan muchos asuntos pendientes.
Tadakkur, en esta estación, consiste en recordar a Dios Altísimo y los dones que ha otorgado al ser humano.

Has de saber que uno de los asuntos innatos, de aquellos que todo ser humano realiza de manera instintiva y natural, es el mostrar agradecimiento hacia quien le favorece.
Cualquiera que reflexione un instante en el libro de su naturaleza esencial, verá que en él está escrito que deberá mostrar agradecimiento y respeto hacia quien hace un favor a un ser humano. Y, es evidente que, cuanto mayor sea ese favor, cuanto más valioso sea el don que el donante otorga, de manera instintiva, el agradecimiento se hará más necesario y será mayor.
Por ejemplo, es evidente que, si alguien te regala un caballo para que tengas buena opinión de él y otra persona te regala un pueblo entero, sin pretender nada de ti, el agradecimiento que sentirás por cada uno de ellos será diferente. O si, por ejemplo, el doctor te cura la ceguera, te sentirás agradecido hacia él espontáneamente, pero si te salva de la muerte, el respeto y agradecimiento que sentirás hacia él será muchísimo mayor.
Ahora, considera las mercedes externas e internas que el Señor del Mundo, ensalzada sea Su majestuosidad, te ha otorgado, que aunque todos los hombres y los genios se unieran no podrían darnos ni una sola de ellas, y cómo nosotros vivimos sin prestarlas atención.
Por ejemplo, ese aire que respiramos noche y día y del que nosotros y todos los seres vivos dependemos para vivir, de tal manera que, si nos faltase por quince minutos, no quedaría ni un solo animal vivo ¡Qué inmenso favor es! Si todos los genios y los hombres se juntasen para facilitárnoslo serían incapaces de conseguirlo.
Lo mismo podríamos decir del resto de los favores divinos: la salud corporal y las potencias exteriores como la vista, el oído, el tacto, el gusto, y las interiores, como la imaginación, el intelecto y demás, cada una de las cuales supone un beneficio ilimitado.
Todas ellas nos las ha regalado el Señor del Mundo sin que se las hayamos pedido y sin pedirnos nada a cambio. Y no se ha contentado con eso y nos ha enviado profetas y mensajeros y escrituras sagradas y nos ha indicado el camino hacia la felicidad y la desgracia, hacia el Paraíso y el infierno. Nos ha otorgado todo aquello que necesitamos para esta vida y para la otra sin tener necesidad de nuestra obediencia o adoración, o sin que nuestra obediencia o desobediencia Le afecte. Nos ha explicado lo que debemos hacer y de lo que debemos apartarnos solamente para nuestro propio beneficio.
Después de mencionar todas estas mercedes y miles de otras más que no podríamos entre todos llegar a enumerar, eso sin entrar en analizar las particularidades de cada una de ellas ¿No pensáis que vuestra naturaleza debería sentirse espontáneamente agradecida? ¿Qué dice la razón de traicionar a Quien nos otorga tales favores?

De la misma manera, otro de los asuntos que están establecidos sólidamente en la naturaleza humana es el respeto hacia la personalidad dotada de grandeza e importancia.
¿Acaso todo ese respeto que las gentes muestran hacia las personas que posee poder y riqueza en este mundo, hacia los gobernantes y poderosos, no se debe a que los consideran grandes y elevados?
¿Y qué grandeza puede ser mayor que la grandeza del Soberano del Reino, que ha creado este pequeño mundo y sus insignificantes criaturas, que representan el más pequeño de los mundos por Él creado y, a pesar de ello, no ha podido llegar a ser conocido y comprendido en su totalidad por la mente de criatura alguna?
Considera nuestro mismo sistema solar, que no es sino un pequeño sistema en comparación con la importancia de muchos otros, y sin embargo no ha llegado a ser conocido por los más grandes descubridores e investigadores del mundo ¿Acaso la naturaleza innata de la mente no siente necesariamente respeto y admiración ante esa grandeza que ha sido capaz de crear con una sola indicación todos estos mundos y otro millón más de mundos ocultos a los sentidos?

También existe otro asunto presente en el libro de la naturaleza innata que ésta considera necesario respetar y admirar.
Podéis ver que si una persona, Dios no lo quiera, habla mal de alguien que no se encuentra presente y de pronto esta persona aparece, la otra, de manera instintiva, calla y trata con educación y respeto al que ha llegado.
Es evidente que, no tan solo Dios bendito y altísimo está presente en todos lados y que todos los mundos existentes se encuentran bajo Su control y dirección, sino que todo ser existente y todo mundo es presencia del Señorío.
Ahora, recuerda ¡Oh ego pecador del escritor! qué gran opresión y qué inmenso pecado cometes si frente a Su favor, que es tu fuerza, tú cometes una falta de tal magnitud ante Su sagrada presencia. ¿Acaso si te quedase un grano de mostaza de modestia no deberías deshacerte en llanto y caer a tierra avergonzado?
Por tanto ¡Oh querido! Recuerda permanentemente la grandeza de Dios y Sus dones y mercedes y recuerda que estás ante Su presencia y abandona todo acto de desobediencia a Él y sal victorioso de esa gran guerra contra los ejércitos de Satanás.
Convierte tu territorio en territorio de la bondad y la Verdad y haz que sea el lugar en el que se establezcan los ejércitos de la Verdad Altísima y no los ejércitos satánicos, hasta que Dios bendito y ensalzado te conceda el honor de combatir en otra plaza mayor aun, que está por venir. Esa plaza es la del combate del ego en el mundo interior, que es la morada segunda del alma y de la que hablaremos, si Dios quiere.
Te recuerdo de nuevo que, de cualquier manera, no esperes que tus actos regresen a nadie más que a Dios Altísimo. Así pues, pide con súplicas y lamentos a Dios Altísimo mismo que te conceda éxito en este combate, hasta que, si Dios quiere, salgas victorioso. Ciertamente, Él es el Señor de la Victoria.
[1] Furu al-Kafi, t, V, p.12, Kitab al-Yihad, sección, wuyuh al-yihad, hadíz nº 3.
[2] Wasáel al-shia, t, XI, p. 103, Kitab al-Yihad, cap. 45, hadíz nº 1.
[3] Nash’a: crecimiento, juventud, vida temprana, surgimiento, nacimiento, formación, génesis, origen.
[4] Hach Mula Hadi Sabsowarí, en sus Notas a Al-Asfar (Hashie-ie Asfar) t. V, p. 36, ha enumerado en este orden los siete grados o fases del alma: nafs, qalb, ‘aql, ruh, sirr, jafí, ajfá. Marhume Shah Abadí en el libro Al-Insán wa l-fitra, a colocado el aql antes del qalb, pero Sadr al Muta’al lehín, las ha enumerado de la forma siguiente: taba’a, nafs, qalb, aql, ruh, sirr, jafí y no ha mencionado el nivel de ajfá y ha añadido el de taba’a. Cfr. Asfar, t. V, p. 36.
[5] Para el aql humano se han enumerado cuatro niveles: aql haiulaí, aql bil malaca, aql bil figl, aql bil mustafád. Cfr. Shawáhed al-Rububíya, p. 202-207. Y, también Sadr al Muta’al lehín ha dividido el aql del ser humano en sirr y ‘alan y cada uno de ellos en dáher y báten, con lo que se pueden contabilizar cuatro niveles del alma. Cfr. Asfar, t. V, p. 36.
[6] Abu Ali Sina establece en una primera división tres niveles del alma: nafs nabatí, nafs haiwaní y nafs ensaní. Y otra división del alma en tres, es la que se hace atendiendo a nivel del mulk, al nivel del barzaj y al nivel del aql.
[7] La división en dos apunta hacia la división del alma en batén y dáher, o a otras denominaciones, del tipo, sirr y ‘alan, mulk y malakut, dunia y ajirat.
[8] Cfr. Joya Abdel lah Ansarí, Manázel al-Sáirin, p. 13.
[9] Abu Ali Sina (370-428 h.q.), Al-Isharát wa l-tanbihát

No hay comentarios: