jueves, 16 de abril de 2009

El «radicalismo» del PNV


Escrito por Juanlu González


Martes, 14 Abril 2009


Durante la celebración del Aberri Eguna, líderes del nacionalismo vasco hicieron unas declaraciones contra el pacto frentista, contra natura, que el PSOE y el PP han firmado para desplazar al nacionalismo del poder por primera vez desde el fin de la dictadura franquista. Indudablemente, por higiene democrática, la alternancia es aconsejable en el juego político; un partido que gobierna continuadamente durante tanto tiempo adquiere una serie de vicios que pueden desembocar en prácticas ilícitas o, cuando menos, poco éticas o nada estéticas.
Dicho esto, no todo vale para cambiar un escenario político.


Para lograr expulsar al PNV del gobierno vasco ha habido que dejar sin capacidad de ejercer su derecho al voto a más de cien mil personas, ha habido que ilegalizar a multitud de partidos políticos con instrumentos legales más propios de gobiernos totalitarios que de democracias representativas con nimios argumentos —la no condena de la violencia— que, aplicados universalmente, podrían servir para acabar con buena parte del arco parlamentario.


Como en el peor Estados Unidos de los neocons, la guerra contra el terrorismo ha acabado socavando la democracia y las libertades de la ciudadanía sin que apenas se hayan alzado voces críticas.
Pero tras la consumación del estado de excepción en Euskadi, lo que sus perpetradores no pueden pretender es que este sea asumido con toda naturalidad y sin el menor derecho a la crítica.


Para contrarrestar los envites, el PSOE y sus medios afines han iniciado una campaña de descrédito contra el nacionalismo tratando de deslegitimarlo tildando sus postulados de radicales. Ha sido curioso, más bien patético, ver cómo un locutor estrella de la cadena SER presentaba esta mañana el futuro nombramiento del parlamentario europeo de CiU, Ignasi Guardans, como director general de Cinematografía como contrapeso para tapar las vergüenzas del pacto antinacionalista en el País Vasco.
Lo que queda sobre la arena política mientras dure el pacto del frente españolista es justamente lo que dicen criticar, una exacerbación del nacionalismo vasco y, posiblemente, un recrudecimiento del terrorismo que puede encontrar un nuevo caldo de cultivo en el que fructificar en el seno de un seguro periodo de confrontación entre las obediencias a Madrid y los deseos de la mayor parte de la sociedad vasca que, a pesar de todo, hizo ganar las elecciones al PNV.


No hay duda que será un foco de tensión más que de otra cosa que, de momento, ya le está costando dolores de cabeza al gobierno de ZP que tiene que negociar cada iniciativa parlamentaria al haberse quedado sin apoyos y no contar con la mayoría suficiente para ejercer su acción legislativa.


Es lo que tienen los frentismos en una situación de debilidad, podrían desembocar en dos elecciones anticipadas de incierto resultado. Aunque sería aún peor si se abre todavía más la brecha que separa a la sociedad vasca, esas heridas tardan mucho más en cicatrizar que una o dos legislaturas.

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