jueves, 23 de julio de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XIX

Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Segundo hadíz - XII
Ostentación (riyá)

Tercer nivel
Cuarta parte

Explicación de una tradición de Imam Ali


Queremos terminar la explicación de este nivel de ostentación con un noble relato, recogido en Al-Kafi, del Maestro de los temerosos de Dios, Emir al-Muminín, sobre es la paz. También ha sido recogido uno semejante y procedente de Su Santidad el Imam As-Sádeq, por Sheyj Sadúq, quiera Dios estar satisfecho de él. Es parte del testamente del noble Profeta para Emir al-Muminín, y dice: « Fue transmitido por una cadena que llega a Abu Abdel lah, As-Sadeq, quien dijo que Emir al-Muminín dijo: Las señales del que actúa por ostentación son tres: Se alegra cuando le ve la gente, es perezoso cuando está solo y desea que la gente le alabe por todo lo que hace.»
Como éste es un defecto que a veces se encuentra tan oculto que la misma persona no se da cuenta de él; lo tiene en su interior mientras cree que sus actos son puros; fueron descritas sus manifestaciones, de forma que la persona que lo padece pueda llegar a descubrirlo y ponerle solución.
La persona se da cuenta que, cuando se encuentra solo, no siente deseo de obedecer los mandatos divinos. Aunque cumpla con sus obligaciones de adoración debido a la costumbre y con gran esfuerzo, no lo hace con gusto y eso no le proporciona purificación ni pureza. Pero cuando está en la mezquita y en comunidad, realiza sus oraciones lleno de devoción, entusiasmo y presencia de corazón. Le apetece alargar sus genuflexiones y prosternaciones. Realiza los actos recomendables con belleza. Observa todas sus particularidades y condiciones.
Si la persona presta un poco de atención y se pregunta por la causa de ello, piensa que lo hace debido a su santidad. Se dice que disfruta más de ellos debido a que los actos de adoración poseen más valor cuando se realizan en la mezquita o en comunidad. Y si los hace fuera de la mezquita o de la comunidad, se dice que es recomendable prestar mayor atención a los actos de adoración cuando se está ante los demás para que los demás lo imiten y sientan mayor deseo por los asuntos religiosos. Se engaña por cualquier medio. Ese placer y alegría que siente no son sino la enfermedad misma de su corazón, que el pobre desgraciado padece y que a él le parece correcto y saludable, sin pensar para nada en la necesidad de curarle. Una enfermedad que a él le parece salud. Hay poca esperanza para él. El desgraciado, en su fuero interno quiere mostrar ante los demás sus acciones a pesar de que no pone la atención debida a ellas. Más aun, considera adoración lo que es pecado y difusión de las enseñanzas religiosas lo que no es sino autocomplacencia. ¿Por qué entonces a su ego le apetece mostrar siempre en público sus actos no obligatorios, cuando lo recomendable es realizarlos en la intimidad. Llorar de temor a Dios en las reuniones públicas le llena de alegría, pero en la intimidad sus ojos no se le humedecen por mucho que se esfuerce. ¿Cómo es que sólo siente temor de Dios cuando está ante los demás? En las «noches del poder», durante el mes de Ramadán, se escuchan sus profundos suspiros y lamentos en medio de los miles de asistentes. Reza cien ciclos (rakat), recita largas súplicas, como Yushón-e Kabír y sagír y lee varias partes (yuz) del sagrado Corán sin moverse de su sitio. No siente el cansancio. Pero si reza diez rakat en solitario se siente agotado y su espalda no aguanta más. ¿Si una persona realiza sus obras buscando la satisfacción de Dios, o para obtener Su misericordia, o por temor al Infierno, o por deseo de lograr el Paraíso, por qué ha de desear que cada cosa que hace reciba la alabanza de la gente? Sus oídos están pendientes de las lenguas de la gente y su corazón atento a ellos, para ver quién le elogia, quién dice de él lo santo que es, lo cuidadoso que es de cumplir sus obligaciones religiosas al principio de su tiempo y cómo cumple con los aspectos no obligatorios de la oración. ¡Qué hombre más cumplidor es el Hayyi! ¡Qué recto haciendo esto y aquello!
Si lo haces por Dios ¿Por qué ese amor por el exceso en las formas? Si son el cielo y el infierno los que te mueven a la acción, entonces ¿Qué significa ese amor por ser visto?
Por atención, porque ese amor pertenece al árbol maldito de la ostentación. Trata por todos los medios de ponerle barreras y corregirlo y purifícate si puedes de esa clase de amores.
Al hablar de este nivel de ostentación, debo llamar la atención sobre un asunto. Para cada uno de estos atributos del alma, tanto buenos como malos, existen numerosos niveles. Un grupo de los que adquieren buenas virtudes y se purifican de los vicios son los gnósticos y amigos de Dios. En ellos esto representa uno de los niveles que estamos describiendo. Para el resto de las personas, en función de la estación espiritual de cada uno, esta adquisición de buenos atributos y purificación de los defectos, que para el primer grupo es una adquisición parcial, es para ellos, de alguna manera una perfección. De la misma manera, existen características que, en la gente común, suponen cualidades, pero que entre los gnósticos y amigos de Dios suponen defectos. Por ejemplo, el ego de la gente común desea que sus buenas obras sean conocidas por los demás aunque su intención cuando las realizan no sea esa. Aman eso de manera espontánea. Ello no anula sus buenas acciones ni supone que sean politeístas o hipócritas. En cambio, si se da entre los gnósticos de Dios, supone una imperfección. Y en ellos implica politeísmo e hipocresía y la purificación del politeísmo y la eliminación de todos sus grados es la primera estación de los amigos de Dios. Para ellos existen otras estaciones que no es ahora el momento de mencionar, hasta llegar al grado de los Imames purificados, sobre ellos la paz, quienes dijeron: «Nuesttra adoración es la propia de almas más libres (ahrár), pues está motivada por el puro amor a Dios, no por el deseo de alcanzar el Paraíso ni por temor al infierno.»
Esa es una estación espiritual natural y el primer grado para los Imames. El nivel de su adoración es de un grado que nosotros no podemos llegar a imaginar.
Podemos comparar ese hadíz anterior que hemos mencionado, recogido de las cosas dichas por el Profeta y transmitido por Emir al-Muminín, las bendiciones de Dios sean con ellos y con su familia, con otro que Zurára recoge de Hadrat Abu Yafar, Imam Muhammad al-Baqer, sobre él la paz, que dice: «Relató Muhammad ibn Yaqub por una cadena de transmisión que llega a Abu Yafar, sobre él la paz. Dice : Le pregunté acerca de la persona que realiza una buena acción y otro lo ve y él se alegra de ello, y me dijo: No hay problema en ello. No hay nadie a quien no le guste que sus buenas obras sean conocidas. No hay problema siempre que no las realice únicamente para eso.»

Vemos como en uno de los dos hadices se considera la tendencia a realizar buenas acciones para ser visto una de las señales de la ostentación, pero en el otro se dice que sentirse contento de que los demás conozcan las cosas buenas que hacemos no supone problema. Ello se debe a que en cada caso se habla de personas que poseen diferentes niveles de creencia. Existen también otras consideraciones que se deben tener en cuenta, pero no entraremos ahora en ello.

«Sum‘at» consiste en contar a los demás lo bueno que uno hace para obtener el afecto de la gente y una buena reputación. Es parte del árbol maldito de la ostentación y por eso lo hemos mencionado en esta misma sección y no lo hemos tratado por separado.


No hay comentarios: