domingo, 9 de agosto de 2009

Mohammed VI y el torpe movimiento del Alfil


Nueva coyuntura política en el conflicto saharaui–marroquí

José Antonio Monje
Rebelión
09-08-2009

Después de algunos meses de estancamiento táctico, de prolongados silencios y movimientos circulares, la partida de ajedrez iniciada en el Magreb desde 1975 muestra ahora cambios importantes.

Durante una de las más recientes jugadas, a cargo de Estados Unidos de Norteamérica, Marruecos ha perdido una torre y el Polisario puede avanzar con relativa soltura unos pocos pero decisivos pasos. Se trata de una situación inesperada pues anteriormente el desequilibrio de fuerzas casi siempre se mostró favorable al régimen alauí. La visita oficial de Christopher Ross a Marruecos y la posterior carta de Barack Hussein Obama a Mohamed VI han sido los elementos clave en este reciente cambio de contrapesos. A diferencia del discurso belicista al que nos tenía acostumbrados George W. Bush, la misiva de Obama habla del buen deseo del gobierno norteamericano de alcanzar una solución “que responda a las necesidades de la población en términos de una gobernanza transparente, de confianza en el Estado de derecho y de una justicia equitativa”. Estas novedosas expresiones han despertado gran expectativa en la comunidad internacional y, de manera muy especial, en muchas de las organizaciones que apoyan a la causa saharaui.Sin embargo, para no pecar de ingenuidad (actitud que tanto en el deporte ciencia como en política sería un error letal), ante esta nueva situación cabe preguntarnos: ¿por qué el fiel aliado de Marruecos hoy muestra este revés tan poco usual?, ¿este cambio en la coyuntura tiene que ver algo con el inicio de la supuesta nueva era de “democracia”, “libertad” y “solidaridad” propugnada por el reciente gobierno norteamericano, ese mismo gobierno que ha decidido incrementar el número de tropas destinadas a Afganistán, seguir hostigando a Irán y no actuar en consecuencia contra el golpe de Estado perpetrado impunemente en Honduras?, ¿o tal vez el nuevo posicionamiento está más relacionado con la reciente preocupación de buena parte de la diplomacia estadounidense, encabezada por Susan Rice, cuando afirma que si volviera a estallar un conflicto en el Sahara Occidental tal escenario traería un inmanejable clima de desestabilización política donde el mayor beneficiado sería Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI)?En este perverso juego múltiple, el siguiente movimiento correspondía a Marruecos. Y, para beneplácito del Polisario, en esta oportunidad el monarca alauí cometió un grave error. En un intento por evitar nuevas pérdidas de posición, ganada durante mucho tiempo a través de la implementación de una estrategia de desgaste y de intenso lobby internacional, se decide cumplir con la amenaza lanzada desde hace dos años y regionalizar las mal llamadas “provincias del sur”. Una jugada que puede ser vista como muy arriesgada, desesperada y hasta imprudente pues, más allá de su utilidad coyuntural, la regionalización de Marruecos vista como proceso político en sí misma se convierte para su rey en un arma de doble filo. Por una parte, si la comunidad internacional (especialmente Estados Unidos, Francia y España) se mantiene silente e inmóvil frente a este atropello, permitiría la consumación de la ocupación ilegal del territorio saharaui, cerrando toda posibilidad de futura negociación desde la postura de la autodeterminación. Pero por otra parte, si ante la decisión unilateral de consagrar el irrespeto por la legalidad internacional a través de la regionalización del territorio saharaui, la comunidad de las naciones (o por lo menos la parte más honorable de ella) reaccione como corresponde y exije el cumplimiento de las normas mínimas de convivencia entre estos dos Estados, siguiendo simplemente la lógica de las numerosas resoluciones de Naciones Unidas emitidas al respecto, este posicionamiento internacional desautorizaría a Marruecos para proponer más soluciones arbitrarias en las próximas rondas de negociaciones con las autoridades de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).El riesgo de la jugada marroquí no queda allí. Existe otro peligro adicional de esta decisión para el monarca alauí. Si la experiencia descentralizadora se hace extensiva de manera progresiva al verdadero territorio marroquí, las fuerzas democráticas de la sociedad civil cobrarían una fuerza tal que podría poner en riesgo su poder absolutista a muy corto plazo. El fortalecimiento organizativo por el que están pasando las agrupaciones de estudiantes universitarios, activistas de derechos humanos, agricultores y minorías étnicas, a pesar de los esfuerzos realizados por los medios de comunicación nacionales para ocultarlo, ha dejado de ser un secreto hace ya mucho tiempo.El próximo movimiento corresponde al Frente Polisario. Y antes de hacerlo, es necesario que haga un exhaustivo balance estratégico. La mera presión política ejercida desde la advertencia del eventual retorno a las armas ya no es un factor decisivo ni para Marruecos, ni para la comunidad internacional ni mucho menos para el AFRICOM. Por tanto, como parte de este análisis se debe medir en su real dimensión, entre otras muchas cosas importantes, la actual ambigüedad de la posición política estadounidense, la lógica de actuación de AQMI y la reacción de la Iniciativa Transahariana de Lucha contra el Terrorismo (TSCTI), la complicidad manifiesta del gobierno español con la alternativa de autonomía y las reacciones de la comunidad internacional, tanto a nivel de gobiernos como de la propia sociedad civil. El lugar más adecuado para realizar esta decisiva jugada será la reunión preparatoria de la quinta ronda de negociaciones, la misma que se llevará a cabo dentro de pocos días en Viena. En esta reunión, como parte del establecimiento del nuevo marco de discusión, debe evidenciarse el despropósito mostrado por la decisión del monarca marroquí y solicitar, en honor a la justicia, que todos los actores directamente involucrados con este conflicto manifiesten su desacuerdo y tomen cartas en el asunto de manera efectiva. De otra manera, podrían verse seriamente bloqueadas dichas negociaciones y el alcance de una solución ajustada a derecho para el Sahara.
José Antonio Monje.
Coordinador de la Delegación Mundubat en la RASD

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