domingo, 9 de agosto de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XXVI


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Cuarto hadiz
Arrogancia (kibr)


Con una cadena de transmisión que llega a Muhammad ibn Yaqub, de Ali ibn Ibrahím, de Muhammad ibn Isa, de Yunus, de Abán, de Hakím que dijo: «Pregunte a Abu Abdel lah Imam Yafar as-Sádeq, sobre él la paz, cuál es el peor grado de herejía y él me respondió: Ciertamente, la arrogancia es el peor grado.»

La arrogancia es un estado del alma que hace sentirse a la persona superior y mejor a los demás. Sus señales son perceptibles en sus actos y se manifiestan claramente, de manera que cualquiera puede ver que esa persona está dominada por el orgullo.
Es un defecto diferente a la vanidad. Como dijimos anteriormente, este feo defecto, este sucio vicio moral, es hijo y fruto de la vanidad. La vanidad es un sentimiento de autocomplacencia, mientras que la arrogancia hace a una persona sentirse mejor y más importante que los demás y le lleva a manifestar abiertamente su grandeza.
A la persona que se considera a sí misma perfecta le sobreviene un estado de placer y coquetería, al que denominamos «vanidad».
Como cree que los demás carecen de esa perfección que él posee, se ve superior y por delante de los demás. Eso hace que crezca en él un sentimiento de grandeza e importancia, al que se denomina «arrogancia».
Todo esto se localiza en el corazón, pero se evidencia en el comportamiento exterior, tanto en sus gestos corporales como en sus actos y en la manera de hablar.
En resumen, la persona que es auto indulgente con sus defectos se vuelve auto complaciente. Cuando esa auto complacencia crece en él se transforma en auto adoración y cuando eso se manifiesta lo hace en forma de altivez y arrogancia ante los demás.
Debes saber que los atributos del alma, tanto los que tienen que ver con defectos y vicios como los que tienen que ver con virtudes y perfecciones, son cuestiones extremadamente sutiles y complicadas y, por esa razón, es difícil diferenciar con precisión unos de otros. Debido a ello, encontramos con frecuencia, en los mismos eruditos, grandes diferencias cuando tratan de delimitarlos con precisión, de tal manera que resulta imposible establecer definiciones categóricas de los estado interiores del alma. Por ello, es mejor que dejemos eso a la naturaleza y a la conciencia interior de cada individuo y nos ocupemos de los aspectos fundamentales del asunto que nos ocupa.
Debemos saber que la arrogancia también tiene diferentes grados, parecidos a los grados que vimos al tratar lo relativo a la vanidad y algunos otros, que por no considerarlos demasiado importantes cuando se referían a la vanidad, dejamos de lado entonces, pero que cuando tienen que ver con la arrogancia sí lo son y que habremos de mencionar.
Los grados que presentan semejanzas con los grados de la vanidad son seis:

1. Arrogancia por causa de la fe y las creencias religiosas .
2. Arrogancia por causa de la incredulidad y de las falsas creencias.
3. Arrogancia por causa de los hábitos virtuosos y las buenas cualidades.
4. Arrogancia por los vicios morales y las malas cualidades
5. Arrogancia por la realización de buenas obras y de los rituales religiosos.
6. Arrogancia por la realización de actos malvados y pecados.

Es posible que cada una de esas clases de arrogancia sea producida por su equivalente vanidad o puede que sea causada por otras cosas, como veremos más adelante.
Lo que ahora nos ocupa especialmente son las causas exteriores que provocan la arrogancia, del tipo: raíces familiares, riqueza, estatus social, y cosas semejantes y, posteriormente, analizaré, si Dios quiere y en la medida de mis posibilidades, las consecuencias negativas de este hábito y la manera de curarlo.
Pedimos la ayuda de Dios Altísimo para que tales remedios hagan efecto en nosotros y en vosotros.

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