sábado, 8 de agosto de 2009

El corredor de riñones y los rabinos lavadores de dinero



09-08-2009
Saul Landau
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Pensé en el primo Harry cuando leí sobre la detención el 21 de julio de cinco rabinos ortodoxos de Nueva York y Nueva Jersey junto con numerosos funcionarios de Nueva Jersey. Como el bien afeitado, muy aseado y secular Harry, esos líderes religiosos de largas barbas y vestimentas negras y una red de políticos, se habían convertido en tramposos profesionales.

Se dedicaban a masivos lavados de dinero y operaciones de comercio ilegal de órganos, aparte de vender carteras Gucci y Prada falsificadas y cualquier otra cosa. La red al estilo Soprano operaba con rabinos de Brooklyn y Nueva Jersey que lavaban decenas de millones de dólares a través de obras benéficas que controlaban.
Los arrestados incluyeron a alcaldes de Hoboken, Secaucus y Ridgefield, dos legisladores estatales, el presidente del Concejo de la Ciudad de Jersey y su alcalde subrogante. Los rabinos enviaban parte de sus beneficios ilegales a yeshivas [centros de estudio ortodoxos judíos, N. del T.] israelíes ligados al ultra-súper ortodoxo Partido Shas y a su ‘über’ rabino Ovadia Yosef.
Los funcionarios federales también descubrieron que parte del dinero lavado por esos supuestos pilares de la ley y la ética judía provenía de la venta de riñones humanos por un judío ortodoxo de Brooklyn llamado Levi Izhak Rosenbaum.
Los sobornos a políticos, los negocios ilegales de venta de órganos y el lavado ilícito de dinero por los rabinos – supuestamente para apoyar a sus congéneres ultraortodoxos en Israel – representaron nuevos giros en la lógica talmúdica. En esta enrevesada narrativa el principal sospechoso de lavado de dinero, el buen compinche del rabino Eliyahu Ben-Haim en Israel, rabino David Yosef, es también hijo del jefe de Shas, Ovadia Yosef. Ben-Haim logró que judíos ricos en Nueva York financiaran el instituto. Debido al escándalo, concluye el reportero de Haaretz, Zvi Zrahiya, “se espera que esas donaciones cesen.” También informa que bancos no identificados también estuvieron aparentemente involucrados en el escándalo. (Haaretz, 26/07/2009) ¡Chocante!
Cuando era niño, acompañaba a mi abuelo a interminables servicios sabatinos en la sinagoga ortodoxa de East Bronx. Después de horas farfullando en hebreo, los hombres con taled y solideos se retiraban a una mesa llena de bizcochos y pasteles de miel junto con vasitos de whiskey. Mientras participaban, uno de los colegas en las plegarias de mi abuelo inevitablemente me ofrecía un vasito y contemplaba, con los otros, mientras un niño de siete años imitaba a sus piadosos mayores. Me quedaba mareado durante horas mientras los mayores reían diciendo: “el pequeño ‘pisher’ está borracho”.
El abuelo también me presentó a algunos rabinos de barbas largas, de apariencia extremadamente piadosa, vestidos del negro tradicional, con solideos o sombreros negros. Sólo unos pocos años después, a inicios de los años cincuenta, algunas de esas autoridades en la ley y la ética judías vieron sus nombres en los periódicos de Nueva York como dueños de tugurios de Harlem acusados por negarse a suministrar calor en el invierno, a hacer reparaciones básicas o llamar al exterminador en las propiedades repletas de ratas y cucarachas que poseían.
Por cierto, semejantes escándalos estallaban a menudo alrededor de la hipocresía de los predicadores fundamentalistas de la fe hebrea, como los llamaba mi abuela metodista de Texas. Pero la familia expresó su frustración y sorpresa cuando el Primo Harry fue atrapado en un sucio fraude de dinero en Florida y fue a la cárcel. “¿Cómo podía un buen muchacho judío hacer algo tan terrible?”
Después que murió mi abuelo y que reconocí a uno de los dueños de los tugurios como rabino amigo de mi abuelo, pregunté a mi abuela cómo era posible que un hombre religioso podía haberse negado a suministrar calor a familias negras pobres y no haber llamado a los exterminadores para que echaran a las ratas y las cucarachas. Se encogió de hombros.
“No son gente nuestra,” dijo mi abuela en yiddish.
En octubre de 1964, volvió a estallar una historia. Manifestantes judíos hicieron piquetes ante las oficinas en Manhattan del Consejo de Rabinos de Nueva York para protestar contra los dueños judíos de casas en mal estado. Los manifestantes – en su mayoría jóvenes – adolescentes y de unos veinte años – afirmaron que una lista publicada de dueños de tugurios contenía una gran proporción de nombres judíos y pedían que “los rabinos de Nueva York encontraran a los dueños de tugurios en sus congregaciones y los amenazaran con ser denunciados desde el púlpito e incluso con que serían excomulgados si no reparaban y mantenían sus propiedades.” Más de 250 propietarios judíos poseían más de 500 casas en mal estado sólo en Manhattan.
Los manifestantes trataron de ver al Rabino Principal Harold Gordon, pero se negó. Los piqueteros distribuyeron panfletos que acusaban que “la mayoría de los 600 edificios cuyos ocupantes se quejaron a ‘clínicas’ de la vivienda y a consejos de ‘inquilinos’ en Lower East Side tienen dueños judíos” y que “74 de los 80 edificios en Lower East Side afectados por las huelgas de arriendos tienen dueños judíos.”
Un rabino conservador declaró al periodista de Village Voice – negándose a dar su nombre o revelar su congregación – que la línea de piquete era “más exótica que efectiva.” Al preguntarle lo que habían hecho los rabinos,” dijo: “Hicieron lo que podían.” Al insistir en qué habían hecho específicamente los rabinos, respondió: “Específicamente, no lo sé.” (Stephanie Gervis Harrington, Village Voice, 7 de mayo de1964)
Cuarenta y cinco años después, otro escándalo que involucró a rabinos y prácticas de negocios cuestionables produjo el siguiente comentario de uno de mis primos: “Por lo menos no hacen pruebas de hemorroides y hernias a los niños pequeños como los curas católicos.”
Durante siglos, rabinos, como numerosos curas y ministros protestantes, se han involucrado en juegos sexuales así como en robos convencionales. A menudo, tratan de cubrir sus fechorías con pretensiones de celo religioso – como que se mantengan abiertos esos yeshivas necesitados de dinero en Jerusalén o que se financien otras obras benéficas. Pero el escudo invisible de la ética no impidió que esos supuestos hombres santos participaran en crímenes flagrantes.
Un fiscal de Nueva Jersey dijo: “parecía que todos querían participar. La corrupción era generalizada y omnipresente.” Los políticos vendían sus servicios a los rabinos, quienes “ocultaban su amplia actividad criminal tras una fachada de rectitud.”
El dinero lavado provenía de Israel, a través de bancos suizos y luego iba a Nueva Jersey. Malhechores israelíes compraban riñones a “gente vulnerable” en Israel por 10.000 dólares, y luego los enviaban a sus asociados rabínicos que los vendían en EE.UU. por 160.000 dólares, dijo. (AP, 25 de julio de 2009)
Como el Primo Harry, Levy Izhak Rosenbaum de Brooklyn se veía como “casamentero.” En una conversación grabada en secreto, Rosenbaum alardeó de juntar a los donantes de riñones con los receptores. “Lleva a un tipo lo que creo que sirve para su tío.” Rosenbaum, de 58 años, judío ortodoxo de Brooklyn, se parece a Tony Soprano quien trabajaba en “administración de desechos.” Rosenbaum afirmaba que tenía que ver con “construcción.” ¡Criminales que tienen vidas convencionales!
A diferencia del shotchen (yiddish para casamentero) tradicional, Rosenbaum promovía trasplantes ilegales de riñones, no matrimonios, como explicó a un informante del gobierno y a un agente del FBI que se presentó como secretario del informante. El agente afirmó que tenía un tío que estaba en diálisis, en una lista a la espera de trasplantes en un hospital en Filadelfia. Pero la escasez de riñones podría costarle la vida. 4.540 personas murieron en EE.UU. el año pasado mientras esperaban un riñón, según la Red Unida para la Compartición de órganos. ¡De ahí, el mercado negro de riñones!
En 2002, Nancy Sheper-Hughes de la Universidad de California Berkeley, advirtió al FBI que Rosenbaum era un intermediario para una banda internacional de tráfico de riñones. Utilizaba a aldeanos de Moldavia como donantes. Les prometía puestos de trabajo en EE.UU., luego los presionaba para que “donaran” sus riñones a receptores que se presentaban como parientes y los amenazaba con un arma si se resistían. Rosenbaum mostraba su verdadera pistola y luego simulaba una pistola con sus dedos y apuntaba a la cabeza del donante poco dispuesto. (Somatosphere: Science, Medicine and Anthropology. 27 de julio de 2009,
Algunos trasplantes de hígado utilizando a donantes de Rosenbaum fueron realizados en el Hospital Mount Sinai en Nueva York. Grabaciones secretas de Rosenbaum realizadas por el FBI mostraron que decía que tenía que distribuir generosamente dinero a doctores israelíes, preparadores de visas y a los que cuidaban a los donantes de órganos en EE.UU. Se informa que uno de sus dichos era: “Uno de los motivos para que sea tan caro es que hay que shmear (pagar a otros) todo el tiempo.” (AP, 25 de julio de 2009)
Como el Primo Harry, Rosenbaum alardeaba: “Hasta ahora, nunca he fracasado.”
Harry iba a la sinagoga en los principales días festivos y oraba. Rosenbaum iba más seguido. Los rabinos oraban a diario. En ninguno de los textos sagrados alguno de ellos encontró la cita: “La religión tiene que ver con enriquecerse, no importa cómo, y puedes usar a Dios para cubrir tu camino.” O: “Está bien cometer crímenes para ayudar a los yeshivas israelíes,” porque sionistas estadounidenses verdaderamente entusiastas – incluso criminales curtidos – tienen una relación emocional con Israel.
………….
Saul Landau es vicepresidente del consejo de fideicomisarios del Instituto de Estudios Políticos. Su libro más reciente es “A BUSH AND BOTOX WORLD” (CounterPunch / AK Press).

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