domingo, 31 de mayo de 2009

Sobre las detenciones de Julien Coupat y sus camaradas de Tarnac


05/12/2008 - 04:32 —
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/9220

Los acontecimientos que vamos a relatar podrían y hasta desearían ser presentados como el sofisticado argumento de un polar de Alain Delon, pero recuerdan más bien al torpe guión y a la maldita gracia de un bodrio de Louis de Funes, y lo peor es que no se trata de una ficción sino de realidad, si esto es una realidad.

Desde hace algún tiempo, los servicios de información de la policía francesa estaban avisando sobre “un resurgimiento de un terrorismo de extremistas de derecha y de izquierda”, a pesar de no disponer de “amenazas precisas” ni saber nada de “grupos constituidos”; sin embargo, “un pequeño número de individuos” se reclamaban “de la esfera de influencia autónoma”, lo que aconsejaba todas las precauciones. A principios de este año, la ministra del Interior Michèle Alliot-Marie insistía en “temer un terrorismo de extrema izquierda” ante signos tan alarmantes como los graffiti pintados en los edificios públicos, o las acciones en contra de las nuevas cárceles (nouvelobs.com 18-11-08). Sin duda esto explica que en junio todas las investigaciones relacionadas con la “esfera anarco-autónoma” fueran asumidas por los jueces antiterroristas, con la consecuencia lógica de una ola de arrestos de jóvenes acusados de poseer armas de destrucción masiva, o, cuando menos, “sustancias que podrían servir para la confección de pequeños explosivos”. Ya en abril se había abierto una investigación a un grupo sospechosísimo que se había instalado en Tarnac, pueblo de 335 habitantes del departamento de Corréze donde compraron una granja para ensayar la ruptura con el capitalismo. Allí se desembarazaron de sus móviles, empezaron a criar ovejas y pollos, reabrieron la vieja tienda de ultramarinos y echaron una mano a los ancianos del lugar, sin olvidarse de seguir en contacto con los medios revolucionarios y participar en sus luchas.

Entretanto, y como en el mundo no pasaba nada más interesante, desde finales de octubre el sabotaje de las catenarias de varias líneas de TGV conmueve a la opinión pública que clama justicia, lo que obliga a abrir una nueva investigación…antiterrorista, por supuesto, aunque la SNCF lleva varios años manteniendo un duro enfrentamiento con los sindicatos ferroviarios, y ya en 2007 se hubieran producido sabotajes no aclarados. Mira por dónde, la policía tiene la “certidumbre” de que dos miembros de aquel grupo de Tarnac “se encontraban en las proximidades de unos de los lugares donde se cometieron los destrozos”. Y puesto que ese grupo era “potencialmente peligroso”, el caso estaba resuelto: el día 11 de noviembre la policía irrumpe en Tarnac y detiene a nueve personas, desmantelando así una “célula invisible”, “estructura con vocación terrorista”, en la que podrían participar “unas 300 personas”. Bravo, pero por ahora los investigadores han reconocido que “no hay ningún elemento material que permita relacionarles directamente con los actos de destrozos (…) y no se les puede imputar directamente tal o cual hecho preciso” (Le Point.fr 14-11-08), y en efecto no hay ni huellas genéticas en los raíles, ni armas en la granja: sólo un horario de trenes, y “diversos elementos que pudieron utilizar para fabricar y colocar los dispositivos con los que se inutilizaron varios tramos de catenaria” (EFE 16-11-08, el subrayado es nuestro), dispositivos que no son precisamente sencillos ni de hacer ni de utilizar [1]. Por cierto que el desmantelamiento de la célula invisible no detiene los sabotajes: la misma tarde del 11, otros fantasmas paralizan la línea Caen-Tours colocando bloques de hormigón demasiado visibles sobre los raíles. Por cierto que los paisanos de Tarnac no se tragan la acusación de terrorismo, y han fundado un comité de apoyo a sus amigos que se ha extendido a otras ciudades. Por cierto que el supuesto “cabecilla” del grupo se llama Julien Coupat, joven intelectual revolucionario y miembro fundador del colectivo Tiqqun, que goza de notoriedad en los ambientes radicales y que ha publicado recientemente "L’insurrection qui vient", obra en la que reflexiona con cierta desenvoltura sobre la vulnerabilidad técnica de las metrópolis y el arte del sabotaje; quizás por ello, como en la época dorada de Metternich, el libro se ha convertido en prueba de cargo contra su autor, y su posesión causa suficiente para ser detenido.

En fin, no insistiremos en lo que parece obvio, pues hasta el Inspector Clouseau sería capaz de olfatear el inconfundible aroma de la pantera de la intoxicación, de la acusación prefabricada, de la amalgama indecente entre investigaciones que no tienen en común más que la prisa por encontrar culpables, y la voluntad de aterrorizar y estigmatizar a esa esfera anarco-autónoma tachando de terrorismo a todo lo que se mueva [2]. Y si no es menos descarada la conexión entre tal maniobra y una crisis que aconseja “organizar una grosera operación de diversión pues el poder miente para proteger a los financieros criminales” [3], quizás tenga más interés, para los tiempos que corren y correrán, observar que es sin duda la condición de intelectual revolucionario la que ha proporcionado el perfil adecuado a Coupat y por ende a sus amigos, en el preciso momento en que la actividad intelectual se une a la práctica revolucionaria más beligerante [4]. Práctica que se manifiesta no sólo en sus contactos con el movimiento okupa o su participación en las manifestaciones contra el G8 y las cumbres europeas, sino en esa idea física de la revolución que parece que les ha llevado, como a otros antes de ellos, a escapar de la prisión industrial y del trabajo asalariado en busca de la autonomía material que permita experimentar en la existencia concreta las primicias de su utopía: la realización de una forma de vida, y una liberación de las intensidades. Como ya sucedió en el caso de René Riesel, distinto en el fondo y en la forma pero análogo en lo que a la represión toca, es esa coincidencia del pensar y del actuar la que no puede producirse, y ha de impedirse que trascienda en una juventud activa en los dos campos, pues no puede cundir el ejemplo, aún menos en un período de crisis susceptible de que la revuelta se objetive y alcance, quién sabe, carácter de insurrección general.

Por último, sea cual fuere el resultado de la “investigación criminal” que atenaza a los Nueve de Tarnac, quisiéramos dejar claro que negamos la legitimidad de la dominación a la hora de monopolizar el lenguaje y el significado de las cosas: que hacemos constar nuestro repudio absoluto a la acusación de “vocación de terrorismo” de la que se infiere una ofensiva del Estado para cerrar el círculo de la punibilidad y de la represión de las ideas disidentes, que insistimos en que una acción que se ha limitado a reducir la sacrosanta velocidad de unas decenas de trenes no es ni puede ser terrorismo sino sabotaje, como el que realizaban los seguidores de Gandhi para detener los ferrocarriles ingleses, ejemplo donde los haya de intachable pedigrí democrático aunque desde luego se nos ocurran muchos otros más sabrosos; que ni el Estado francés ni ningún otro tienen derecho a hablar de terrorismo y de violencia cuando desde que el mundo es mundo el poder chapotea en la sangre que vierte a cada movimiento. Que terrorismo es la guerra y la economía, los proyectos de jornadas de trabajo de 65 horas y de jubilación a los 70 años, la destrucción de las ciudades y la turistización del mundo, la sociedad industrial que se devora a sí misma, los códigos penales que se endurecen hasta lo absurdo, el vacío vital, la tristeza y el miedo. Que violencia son las relaciones sociales capitalistas, y las leyes y la ideología que las defienden y justifican.

Es verdad que estas sencillas afirmaciones no son sino los preliminares de cualquier crítica y de toda acción, pero no lo es menos que para abolir la mediocridad de nuestro universo tenemos que destruir primero el poder enunciativo de los que actúan como sus dueños. Y esa enunciación ha alcanzado ya las cotas enfebrecidas de la pesadilla. Que nuestra simpatía vaya hacia todos aquellos que intentan cerrar para siempre esa boca de sombra ponzoñosa.

Grupo surrealista de Madrid

[1] Según explica un comunicado de la Fédération Anarchiste, “en las catenarias de una línea TGV pasan 25000 voltios, y es muy arriesgado crear un potente arco eléctrico anudando un cable”, por lo que es difícil atribuir el sabotaje a individuos “cuya competencia técnica no ha sido establecida ni se ha encontrado su equipamiento” (11-11-08).

[2] Como decía uno de los caídos en la caza de brujas, para ello basta “un control de identidad en el curso de una protesta salvaje, la frecuentación de un lugar o una persona, una lectura o una opinión subversiva” (Carta de Juan desde la prisión de Rouen, octubre de 2008, http://endehors.org.).

[3] CNT-AIT Toulouse, Llamamiento de solidaridad con el Comité de Tarnac.
[4] Es evidente que las divergencias que algunos de nosotros mantenemos con el pensamiento de Coupat y en general de Tiqqun pasan ahora a segundo plano por mera solidaridad, pero no deben ni pueden desaparecer u ocultarse, por la misma sinceridad de esa solidaridad. De la misma manera, estas consideraciones no suponen por nuestro lado una fetichización ingenua de la clandestinidad, la violencia o el activismo individual como medios de lucha válidos per se.

Este texto se incluye en el nuevo número de El Rapto. Observatorio del sonambulismo contemporáneo, publicado por el Grupo surrealista de Madrid en este mismo mes de diciembre para acompañar a la salamandra y para que no decaiga la liquidación social. En sus ocho páginas podeis encontrar elogios del Solitario, plata quemada, carteles revolucionarios del alcalde de Móstoles, trenes oxidados, cuerpos mecanizados, capitalismo que se pinta de verde, blasfemias varias, asombrosos descubrimientos científicos, utopías, cementerios muertos y aviones vacíos. Y algunas cosas más. He aquí el sumario:

Eugenio Castro, Julio Monteverde, José Manuel Rojo, Emilio Santiago y Ángel Zapata: Lo que El Solitario esconde (elogio ponderado del contenido manifiesto de sus actos y exaltado del latente) * Los críticos crónicos: ¡Quema el dinero y baila! * Huérfanos Salvajes: Ciudadanos y ciudadanas de Móstoles, ¡¡¡a las armas!!! * ¡¿Crisis?! ¡¡Que la paguen lxs ricxs!! * Grupo surrealista de Madrid: Sobre las detenciones de Julian Coupat y sus camaradas de Tarnac * El devenir de una ilusión * Pablo Hernández: El cementerio de trenes de Salar de Yuri * Michael Löwy: Deus ex machina (resistencias a la mecanización de los cuerpos) * Miquel Amorós: Cuando el capitalismo se vuelve ecologista * El fetichismo de la mercancía demostrado por la ciencia * Noé Ortega: "La mañana del lunes 26 de mayo..." * Julio Monteverde: La utopía para nosotros (a propósito del libro "El incendio milenarista") * Retrato de la ideología adolescente * Lurdes Martínez: El cementerio muerto * Vicente Gutiérrez: Aviones de British Airways vuelan sin pasajeros por errores de horarios * Javier Gálvez: Reduzca su velocidad, exceso de visibilidad * Aún hay otra historia (informaciones surrealistas o no).

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