jueves, 29 de abril de 2010

Crónica de una infamia anunciada, un libro imprescindible para la izquierda (V)


Sobre la edición de "Los ejércitos secretos de la OTAN" de Daniele Ganser. Grecia y los ejércitos stay behind

Salvador López Arnal
Rebelión
28-04-2010

Así describe Daniele Ganser (páginas 293 y siguientes) lo sucedido en Grecia a finales de la Segunda Guerra Mundial. Vale la pena tomar nota, o acaso recordar lo ya sabido.

Las tropas italianas atacaron Grecia en 1940. Fueron derrotadas por la masiva resistencia de la ciudadanía griega. Hitler envió sus tropas un año después, en 1941. Conquistaron el país y lo pusieron bajo el control del Eje. El pueblo griego organizó una gran operación de resistencia y el ejército alemán se enfrentó a grandes dificultades para mantener el país bajo su bota y control. Como en Italia y Francia, también en Grecia la organización de resistencia más potente a la ocupación estaba liderada por grupos y organizaciones comunistas. El ELAS, el Ejército de Liberación Popular griego, había sido fundado por iniciativa del Partido Comunista Griego (KKE) algunos meses después de la invasión alemana.

Los partisanos griegos, señala Ganser, provenían de toda la izquierda del espectro político y muchas mujeres, sacerdotes e incluso arzobispos combatieron en sus filas. El EAM, el ala política del Ejército de Liberación Popular, estaba también dirigida por los comunistas griegos. Según el autor, de una población total de siete millones de personas, unos dos millones eran miembros o simpatizantes del EAM mientras que unos “50.000 (¡cincuenta mil!) estuvieron combatiendo activamente en las filas del ejército ELAS”.

ELAS consiguió liberar al país de los ocupantes alemanes. En sus operaciones, el ejército de liberación fue apoyado por el ejército secreto británico. Sus oficiales aconsejaron al ELAS sobre el terreno y le proporcionaron armas y municiones. Muchas amistades personales se desarrollaron entre los combatientes de la resistencia y los oficiales de enlace británicos. Era la misma lucha, estaban en el mismo combate antifascista.

Los camaradas de lucha fueron abruptamente separados, apunta Ganser, cuando Winston Churchill, en marzo de 1943, decidió detener todo el apoyo: temía este infame político que Grecia, tras la derrota del Eje, “pudiese acabar bajo control comunista”. El duro y engordado primer ministro envió en secreto a su ministro de Exteriores, Anthony Eden, a entrevistarse con Stalin. Era octubre de 1943. Objetivo: repartirse los Balcanes, asegura Ganser. El acuerdo, sellado tiempo después en Yalta, daba a Gran Bretaña y a los Estados Unidos manos libres en Grecia; Bulgaria y Rumanía quedaban bajo la influencia de la Unión Soviética.

Con el objetivo de minimizar el poder de comunistas y socialistas, Londres planeó reinstalar al muy conservador rey griego y a un gobierno derechista tras el final de la guerra. La crucial directiva de la Oficina de Asuntos Exteriores británica del 20 de marzo de 1943, que señalaba el giro realizado, destacaba que “el SOE [el ejército británico] siempre deberá virar en la dirección de los grupos que deseen apoyar al Rey y al gobierno, y además imprimir en tales grupos, por antimonárquicos que fuesen, el hecho de que el rey y el gobierno gozan de todo el apoyo del gobierno de Su Majestad”.

El rey era odiado por la mayoría de ciudadanos griegos. Había cooperado con el dictador fascista Metaxas. Inspirado por Mussolini y Hitler, Metaxas había introducido el saludo fascista así como una policía secreta brutal durante su régimen en los años ’30. Londres perseguía una política conservadora. En octubre de 1943, la Oficina de Asuntos Exteriores británica incluso contempló “una decidida política de atacar y debilitar al EAM por cualquier medio que tengamos”, un enfoque que sin embargo fue pospuesto, puesto que así era “más probable sacrificar toda posibilidad de una ventaja militar y derrotar sus propios fines fortaleciendo al EAM políticamente”. La guerra fría iniciaba su calentamiento.

El viraje de los británicos fue un shock para el ELAS y sus dificultades se incrementaron cuando antiguos colaboradores nazis y unidades especiales ultraderechistas, como las Bandas fascistas X del soldado chipriota George Grivas, con apoyo británico, comenzaron a cazar y asesinar a los luchadores de la resistencia del ELAS. Ni más menos.

Churchill advirtió sin embargo que las Bandas X, a causa de una completa carencia de apoyo popular, nunca contaron con más de 600 griegos. ELAS permanecía como la guerrilla más poderosa en el territorio. Fue en este contexto que a finales de 1944 decidió que debía hacerse algo más para evitar que los comunistas griegos alcanzasen posiciones de poder. Dio órdenes para que un nuevo ejército secreto derechista griego se organizase, por lo que, como relata el periodista Peter Murtaugh, “se estableció una nueva unidad del ejército griego, que fue conocida de varias formas; como la Brigada de Montaña Griega, las Fuerzas de Asalto Helénicas, o LOK, su acrónimo griego (Lochos Oreinon Katadromon)”. Puesto que estaba dirigida contra comunistas y socialistas, la unidad excluía “a casi todos los hombres con perspectivas que abarcasen desde la conservadora moderada hasta la izquierda. Bajo supervisión militar británica y por órdenes expresas de Churchill, la unidad se llenó de monárquicos y antirepublicanos”. El Mariscal de Campo Alexander Papagos fue nombrado primer comandante de las Fuerzas de Asalto Helénicas y con apoyo británico reclutó a derechistas para la red, y combatió al ELAS.

Puesto que ELAS combatió tanto contra los ocupantes nazis como contra las Fuerzas de Asalto Helénicas, Churchill temía un desastre de relaciones públicas al revelarse al público británico que Londres estaba apoyando en secreto a los fascistas contra los comunistas en Grecia. En agosto de 1944, dio órdenes a la BBC para eliminar “cualquier reconocimiento” al ELAS cuando se informase sobre la liberación de Grecia. Pero solamente unas semanas más tarde ELAS se aseguró la victoria sobre los ocupantes alemanes, y Hitler se vio forzado a retirar sus soldados también de Grecia. Churchill pidió inmediatamente que la resistencia se disolviera, una orden a la que ELAS estaba dispuesta a obedecer solamente si se aplicaba igualmente a su único enemigo sobre el terreno, las Fuerzas de Asalto Helénicas, apoyadas por los británicos.

Gran Bretaña se negó a desarmar al ejército secreto. Una gran manifestación democrática organizada por EAM en Atenas contra la interferencia británica en el gobierno de posguerra de Grecia tuvo lugar el 3 de diciembre de 1944, seis semanas después de que las fuerzas de ocupación alemanas fueran expulsadas del país. Los organizadores de la manifestación dejaron claro que querían combatir a los británicos con medios pacíficos, anunciando la manifestación como el preludio de una huelga general. Poco después de las 11 de la mañana de aquél día un grupo de manifestantes griegos, entre 200 y 600, entraron en la plaza Syntagma de Atenas, la plaza principal situada frente al Parlamento griego. Es te pequeño grupo, entre los que había mujeres y niños en actitud festiva, era parte de un grupo mucho más grande de 60.000, retrasados por grupos de la policía. Cuando el grupo pequeño se acercó a la plaza, una línea de hombres armados, una variopinta colección de policías y pistoleros, presumiblemente incluyendo a miembros de las Fuerzas de Asalto Helénicas, les cortaron el paso. Las tropas británicas y la policía, con ametralladoras, se posicionaron en los tejados. La atmósfera era tensa. Repentinamente, y sin previo aviso, la manifestación pacífica se convirtió en una masacre cuando se dio la orden: “Disparad a esos bastardos”. Tarantino acaso tomara nota. Una salva de balas llegó hasta los manifestantes desarmados, que huyeron en todas direcciones. Supuestamente la masacre continuó durante al menos una hora. Dejó 25 manifestantes muertos, incluyendo a un niño de seis años, y 148 heridos. No mucho después de las muertes, llego el grupo principal de manifestantes. En un despliegue de notable moderación, los 60.000 se congregaron de manera completamente pacífica y solemne alrededor de los cadáveres de sus compañeros manifestantes. Las pancartas, manchadas con la sangre de los muertos pedían que los británicos se alejaran de los asuntos griegos. Muchos llevaban banderas americanas y griegas. Algunos la bandera roja del socialismo. Pero muy pocos llevaban la bandera de Gran Bretaña. En Londres, Churchill tuvo que enfrentarse a una enfurecida Cámara de los Lores que pedía una explicación por la barbarie.

Admitió finalmente que había sido “algo tremendo” y añadió este paso que no tiene desperdicio ni olvido: subrayó que era igualmente estúpido llevar a tal cantidad de niños indefensos a una manifestación, cuando la ciudad estaba llena de hombres armados. El papel del ejército secreto en la masacre de Syntagma no fue explicada. Tras esta demostración de fuerza los británicos reinstalaron en el trono al rey, y ELAS abandonó las armas a los británicos a cambio de las prometidas elecciones nacionales democráticas, que se celebraron en marzo de 1946. Puesto que el Partido Comunista Griego y el centro-izquierda decidieron poco sabiamente boicotear las elecciones debido a la ocupación británica del país, la derecha obtuvo la victoria.

Una sucesión de débiles gobiernos títere de los británicos, con orientación conservadora y derechista, se siguieron. Convencidos de que Grecia caería bajo el control de Stalin si los comunistas griegos llegasen al poder, el gobierno continuó deteniendo a miembros del EAM, muchos de los cuales fueron torturados en conocidos campos de prisioneros situados en islas.

En 1945, la mayor parte del mundo celebraba el final de la segunda guerra mundial, y, para evitar que volviera a ocurrir tamaña tragedia, se creó la Organización de las Naciones Unidas. Pero Grecia continuó siendo un campo de batalla y ya un año después del final de la segunda guerra mundial comenzó la guerra fría. Puesto que la frustración de la izquierda griega crecía, una fracción se rearmó y se retiró a las montañas, y a finales de 1946 comenzó una guerra civil contra los británicos y la derecha local. Gran Bretaña, exhausta por la guerra mundial, no pudo seguir controlando el país, y a comienzos de 1947 pidió a los Estados Unidos su apoyo.

El experto de la CIA William Blum relata que “los oficiales Washington sabían que el nuevo gobierno clientelar era tan corrupto y violador de los derechos humanos que incluso anticomunistas americanos se sentían horrorizados.” Pero como la Yugoslavia comunista apoyaba a la izquierda griega con armas y el país parecía estar en vísperas de teñirse de rojo, el Presidente Truman, con su famosa “Doctrina Truman” fue capaz de convencer en marzo de 1947 al Congreso para que interviniese abiertamente en Grecia.

Grecia fue el primer país en ser invadido por los Estados Unidos durante la guerra fría, siguiendo su estrategia de combatir el comunismo a escala global. Esta fue la primera intervención militar en Europa tras el final de la Segunda Guerra.

En las décadas siguientes, Washington avanzó el argumento usado en Grecia para justificar sus invasiones abiertas o encubiertas en Corea, Guatemala, Irán, Cuba, Vietnam, Camboya, Nicaragua, Panamá y muchos otros países. Por alguna alquimia ideológica, Truman etiquetó al corrupto régimen ultraderechista en Atenas como “democrático” y descartó a sus oponentes de la izquierda, como “terroristas”, cuando las fuerzas armadas norteamericanas aterrizaron en Grecia junto con su equipamiento militar pesado. La fuerza partisana izquierdista de unos 20.000 hombres y mujeres, diseminados por las montañas griegas, se vio superada en número de 6 a 1 cuando las unidades especiales norteamericanas se unieron a las Fuerzas de Asalto Helénicas y otras unidades de la derecha griega. El suministro de armas para los partisanos griegos se redujo drásticamente. Yugoslavia no formaba ya parte del bloque soviético. Su situación se hizo desesperada porque las Fuerzas de Asalto Helénicas bajo mando norteamericano estaban excelentemente equipadas y adquirieron fuerza.

Los Estados Unidos comenzaron en secreto la “Operación Antorcha” y usaron la guerra química para derrotar a los partisanos griegos arrojando miles de litros de napalm en Grecia. A finales de 1948 la resistencia griega, que en su suelo nativo había derrotado a los nazis alemanes y a las tropas británicas, se derrumbó. “El final de la guerra civil significó la victoria total para la derecha griega y su patrón, los Estados Unidos.”

El ejército secreto anticomunista, las Fuerzas de Asalto Helénicas, no se disolvió, sino que permaneció operativo para controlar a la oposición griega

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