domingo, 2 de agosto de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XXII


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Tercer hadiz (III)
Vanidad (uchb)
Tercera parte
La gente corrupta se envanece a veces de sus actos corruptos


La gente que no cree en Dios, los hipócritas, quienes adoran junto a Dios a otras cosas y quienes poseen una moral corrompida y bajos atributos y son gente pecadora y desobediente a los mandatos divinos, llegan a veces a un punto en que se sienten orgullosos de sus actos y se envanecen de ellos, considerándolos buenos. Debido a ello, se ven como gente que posee un espíritu independiente, que no imita a nadie y que está libre de supersticiones y falsas creencias. Se consideran gente valiente y decidida y piensan que la fe en Dios es superstición y el sometimiento a los mandamientos religiosos un comportamiento infantil. Creen que poseer una buena moral y cualidades es una señal de debilidad, propia de espíritus despreciables, y que realizar buenas obras, tener buen comportamiento y cumplir con los rituales religiosos es muestra de poseer un carácter débil y una inteligencia corta y se sienten orgullosos y se felicitan a sí mismos de poseer una opinión no sometida y libre de supersticiones y fantasías.
Los malos atributos y los vicios han echado raíces en sus almas y estas se han acostumbrado a ellos. Sus ojos y oídos se han habituado a ellos y en su opinión son cualidades que les adornan.
Tal y como indica este noble hadíz cuando dice: «Uno de sus grados es el que embellece ante el siervo sus malas acciones haciéndole verlas como buenas. » Y a eso mismo se refieren las palabras de Dios Altísimo cuando dice:
«¿Acaso aquel a quien le parecen hermosos sus malos actos y los ve como buenos…?»
Y cuando dice «haciéndole verlas como buenas» se está refiriendo al noble versículo que dice:
«Di: ¿Queréis que os informe de quienes son los que peor obran? Aquellos que malgastan sus esfuerzos persiguiendo la vida mundanal y creyendo que actúan bien. Son quienes no creen en las señales de su Señor y en el encuentro con Él. Sus obras no obtendrán recompensa y el Día del Levantamiento no pondremos una balanza para ellos.»
Son esas gentes ignorantes y desinformadas que se creen a sí mismos los más sabios e informados. Ellos son las criaturas más desgraciadas. Los doctores de almas no pueden curarles su enfermedad y ni los medicamentos ni los consejos les hacen efecto, e incluso, a veces, les producen el efecto contrario. No escuchan los argumentos. Cierran sus ojos y oídos a la guía de los profetas, los argumentos de los filósofos y las enseñanzas de los sabios.
Debemos buscar refugio en Dios de las maldades y las trampas del alma que llevan a la persona del pecado a la incredulidad y de la incredulidad a sentirse orgulloso de ella.
El ego y Satanás le hacen caer en el pecado haciéndole creer que algunos de ellos son pequeños y sin importancia y, cuando estos han echado raíces en su alma, le llevan a otros mayores, haciéndole creer lo mismo. A base de repetirlos, se habitúa a ellos y los ve insignificantes y comete otros mayores aun. Así, paso a paso, va la persona cometiendo cada vez pecados más graves, considerando insignificante lo que es grave hasta dejar de ver como tal el pecado y abyectos los mandamientos divinos, las enseñanzas proféticas y Dios mismo. Sus obras terminan llevándole a la incredulidad, el ateísmo y la vanidad mayor.
Puede que volvamos a hacer mención de ello.

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