miércoles, 17 de junio de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XII


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Segundo hadíz - V
Ostentación (riyá)

Una información científica para acabar con la ostentación

Esto que voy a mencionar aquí es algo de lo que cabe esperar que sea útil para curar esa enfermedad del corazón en este y otros niveles. Está en conformidad con las demostraciones filosóficas y las iluminaciones del alma, así como con las noticias reseñadas de los Imames purificados y con el Libro de Dios y también tu razón lo confirma.


Puesto que Dios bendito y ensalzado abarca con Su poder todo el universo y todas las criaturas, controla también los corazones de todos Sus siervos y, sin Su permiso, nadie tiene capacidad, ni la tendrá, de ejercer ningún control sobre ellos. Ni siquiera la misma persona tiene poder para controlar su corazón si no es con el permiso divino, tal y como ha sido indicado en el Corán y podemos ver en la información recogida procedente de la Casa Profética (Ahl ul-Bayt), sobre ellos la paz.
Así pues, Dios bendito y ensalzado es el dueño de los corazones y Quien los controla y tú que eres solamente un siervo débil e impotente no puedes ejercer control sobre los corazones sin Su permiso, pues Su voluntas está por encima de la tuya y por encima de la voluntad de todas las criaturas.
Por lo tanto, tu ostentación e hipocresía, dirigida a atraer los corazones de Sus siervos y a conseguir respeto y fama entre ellos, no dará fruto alguno, ya que es algo que está completamente más allá de tu control y bajo el control divino. El es el dueño de los corazones y Quien los gobierna y Él es quien hace a quien quiere un sitio en los corazones de las gentes, mientras que es posible que tú consigas lo contrario de lo que te propones. Hemos visto y oído lo sucedido a la gente de dos caras que actúa para ser visto por lo demás y cuyos corazones no eran puros, cómo han tenido un final desgraciado y humillante y han obtenido lo contrario de aquello que pretendían, tal y como ha sido indicado en el noble hadíz recogido en Al-Kafi, que dice:
Relató Yarráh al-Madáiní, que Abu Abdel lah al-Imam al-Sádeq, sobre él sea la paz, comentando las palabras de Dios poderoso y majestuoso, que dicen: Por tanto, quien tenga esperanza de encontrarse con su Señor, que obre rectamente y que no asocie a nadie en la adoración a su Señor.»18:110 dijo: «La persona que no actúa para conseguir como recompensa el encuentro con su Señor, sino que obra movido por el deseo de que los demás le consideren una persona pura y buena y desea que la gente escuche lo que hace, no realiza sus actos de adoración exclusivamente para Dios, sino que asocia junto a Él a otros, es decir adora a dos dioses al mismo tiempo, al verdadero Dios y a sí mismo.
No existe siervo alguno que mantenga ocultas sus buenas acciones sin que Dios después de pasado un tiempo las saque a la luz y tampoco siervo alguno que oculte sus malas acciones sin que después de un tiempo Dios haga que ese mal quede al descubierto.»[1]
Por tanto ¡Oh querido! Si deseas ser bien considerado pídeselo a Dios. Pide al Dueño de los corazones que los corazones de la gente estén contigo. Que tus actos sean para Dios. A cambio, Dios, además de otorgarte Sus bendiciones y favores en la otra vida, te favorecerá en este mundo y hará que seas amado. Hará que muchos corazones se abran a ti y te honrará en ambos mundos.
Esfuérzate en cultivar en tu corazón el amor a Dios con una pureza absoluta. Purifica tu ser interior para que también tus actos sean puros y tu corazón éste sólo pendiente de la Verdad, libre de contaminación y corrupción. Elimina lo turbio y opaco de tu alma. ¿De qué sirven en amor y el odio de las débiles criaturas? ¿De qué la fama y el nombre entre los siervos insignificantes?
Supongamos que sirven de algo. El beneficio que procuran es insignificante y dura poco tiempo. Es posible que ese amor sea la causa de que los actos de la persona terminen siendo pura ostentación y, Dios no lo quiera, la conviertan en un idólatra, un hipócrita y un incrédulo. Si no es humillado en este mundo lo será en el otro, ante la corte de la justicia divina, ante los siervos rectos de Dios, Sus grandes profetas y Sus ángeles querubines, con la cabeza baja, avergonzado.
No sabes cómo son la vergüenza y la humillación de ese día. Sólo Dios sabe las desgracias que acarrea el fracaso ante la corte divina. Ese es el día del que Dios ha dicho que los incrédulos dirán:
¡Ay de mí! ¡Ojalá fuese polvo![2]

Pero, entonces ya no servirá de nada.
¡Oh desgraciado! A cambio de un afecto limitado y de una fama entre los siervos de Dios que no sirve para nada, has renunciado a los favores divinos. Has conseguido que Dios no esté satisfecho de ti y has provocado Su disgusto contigo. Aquellos actos con los que deberías haberte procurado la morada de la generosidad divina, la vida eterna y la felicidad sin límites y mediante los cuales habrías alcanzado las más elevadas posiciones del Paraíso, los has cambiado por la opresión y las tinieblas de la idolatría y la hipocresía, y solamente obtendrás verguenza, humillación y castigos terribles. Tú mismo te has condenado al Siyyín. Tal y como dice el noble hadíz recogido en Al-Kafi, Su santidad el Imam al-Sádeq, sobre él la paz, relató que el Mensajero de Dios dijo: «En verdad, el ángel se alegra de las acciones de un siervo y las lleva al Cielo. Pero cuando llega al Cielo con ellas, Dios, poderoso y majestuoso le dice: Envíalas al Siyyín, pues, en verdad, él no las realizó solamente para Mí.»[3]
Tú y yo, con este estado, no podemos imaginar lo que es Siyyín, ni comprender lo que significa el tribunal de los actos pecaminosos, ni ver la forma que adoptan esos actos en Siyyín. Y si un día podemos contemplar la realidad de esos actos ya no tendremos oportunidad de echarnos atrás y el camino del arrepentimiento estará cortado.
¡Oh querido! ¡Despierta! Aleja de ti la distracción y la borrachera y sopesa en la balanza de la razón tus actos antes de que sean pesados en el otro mundo y echa tu cuenta antes de que te la echen. Limpia el espejo de tu corazón del polvo de la idolatría, la hipocresía y la doble moral. No permitas que el polvo de la idolatría y la hipocresía se acumule en él hasta un punto tal que ni siquiera los fuegos del otro mundo puedan limpiarlo. No dejes que la luz de tu naturaleza original se transforme en las tinieblas de la incredulidad. No permitas que «la naturaleza esencial en la que Dios ha creado a los seres humanos»[4]se pierda. ¡No traiciones hasta ese punto es depósito divino! Limpia el espejo de tu corazón para que la luz de la belleza divina brille en él y desapégate de este mundo y de todo lo que en él hay. Cuando el fuego del amor a Dios se enciende en el corazón, abrasa en un instante el amor que sentíamos por todo los demás de este mundo. Cuando se disfruta el placer que proporciona el recuerdo de Dios el resto de los placeres animales pasan a ser un juego de niños.
Si no eres de la gente que ha alcanzado esa posición espiritual y estas cosas te resultan sorprendentes y extrañas, al menos no apartes de ti los favores divinos del otro mundo de los que el Noble Corán y los hadices proféticos hablan, por obtener una fama y un reconocimiento efímero en los corazones de las criaturas. No pierdas todos esos regalos. No te prohíbas todas esas mercedes. No vendas tu felicidad eterna a cambio de un sufrimiento sin fin.
[1] Usul al-Kafí, t, II, p. 294, Kitab al-Iman wa l-Kufr, sección Riá, hadíz 4.
[2] Sagrado Corán, 78:40.
[3] Usul al-Kafí, t. II, p. 294, Kitab al-imán wa l-Kufr, sección riá, hadíz 7.
[4] Sagrado Corán, 30:30.

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