miércoles, 13 de mayo de 2009

Tratado El Núcleo de los Núcleos - Parte II


Breve descripción y diseño general del camino hacia Dios

Risale-ye
Lubb al-Lubāb
dar seyr wa sulūk
ūlī al-albāb

Seyed Muhammad Huseyn Huseyní Tehraní
Traducción del persa: Raúl González Bórnez

Él es el Todopoderoso

بِسمِ اللهِ الرَّحمانِ الرَّحيم

وَ صَلی اللخُ عَلَی مُحَمَّدٍ وَ عَلَی آلِهِ الطاهِرِين
وَ لَعنَةُ اللهِ عَلَی اَدائِهِم أجمَعينَ

En el nombre de Al.lah, el Clementísimo, el Misericordiosísimo

Dios bendiga a Muhammad y a su familia purificada
Y Dios maldiga a todos sus enemigos


وَ بَعدُ قَالَ اللهُ العالِیُّ العَظيمُ:
سَنُرِيهِم آياتِنا في الآفَاقِ وَ في أنفُسِهِم حَتّی يَتَبَيَّنَ
لَهُم أَنَّهُ الحَقُّ
أَوَلَم يَکفِ بِرَِّّکَ أَنَّهُ عَلَی کُلِّ شَيءٍ شَهيدٌ
ألاَ إِنَّهُم فِي مِريَةٍ مِن لِقَاءِ رَبِّهِم
ألاَ إِنَّهُ بِکُلِّ شَََيءٍ مُحيطٌ



Dice Al.lah, el Altísimo, el Inmenso:

Pronto les mostraremos Nuestras señales en el horizonte y en ellos mismos, hasta que sea evidente para ellos que él es la Verdad.
¿No es suficiente que tu Señor sea testificable en todas las cosas?
Ved cómo dudan del encuentro con su Señor.
¿Acaso no abarca Él todas las cosas?

***

چه مبارک سحری بود و چه فرخنده شبی
آن شب قدر که اين تازه براتم دادند
بي خود از شعشعۀ پرتو ذاتم کردند
باده از جام تجلّیّ صفاتم دادند

¡Qué bendito alimento! ¡Qué noche feliz!
Aquella noche del Decreto en que me fue enviado.
Los resplandecientes rayos de Su Esencia me hicieron perder el sentido
Y la manifestación de Sus Atributos como el mosto de la copa me embriagó. Hafez

La persona materialista vive en el oscuro desierto del materialismo, inmerso en océano ilimitado de sus pasiones y deseos y de la multiplicidad y las olas de sus apegos materiales le llevan de un lado a otro. Cuando aun no se ha terminado de recuperar de las heridas de una ola, es golpeado por otra mayor. Una ola aterradora que surge del apego a sus posesiones y riquezas, a la mujer y a los hijos.
Las olas incesantes le golpean en el rostro sumergiéndole en las profundas oscuridades de este horroroso mar y ahogándole, de manera que sus gritos y lamentos se pierden en medio de las terroríficas olas.
En cualquier dirección hacia la que se vuelve sólo encuentra ansiedad y desesperación, inevitables características de todo lo que se sustenta sobre un soporte material y, por tanto, perecedero, preso del temor y la desesperación.
En medio de todo ello, sólo a veces, una suave brisa refrescante y revivificadora, llamada “atracción divina” (yadbé), le acaricia suavemente, haciéndole sentir que le dirige hacia algún lugar, que le lleva hacia alguna meta.
Sin embargo, esa brisa no es de larga duración y sólo sopla algunas veces.

وَ إنَّ لِرَبِّکُم في ايّامِ دَهرِکُم نَفَحَاتٍ ألاَ فَتَعَرَّضُوا لَها وَ لاَ تُعرِضوا عَنها

Y, ciertamente, procedente de vuestro Señor, algunos días de vuestra vida sopla una brisa
Estad atentos parar volveros hacia ella y no darle la espalda.

En esos momentos, el viajero espiritual siente su alma reanimada y, por efecto de esa atracción divina, toma la decisión de apartarse del mundo de la multiplicidad y preparar como sea las provisiones para iniciar el viaje que le aleje de su atormentada y peligrosa confusión. En la terminología y el lenguaje de los gnósticos, este viaje es denominado “Seyr wa sulúk”.
Sulúk significa “atravesar el camino” y Seyr “observar las señales y particularidades de las estaciones espirituales y sus fases”, según van surgiendo al atravesar ese “camino”.
Las provisiones (Zad wa túshe) para este viaje son un espíritu esforzado y la práctica del ascetismo (riyáda), ya que romper con los apegos materiales es una tarea muy difícil y desagradable. Por tanto, poco a poco, el viajero espiritual deberá ir cortando las cadenas del apego al mundo de la multiplicidad y dejando a un lado el mundo material.
Todavía sin haberse recuperado del cansancio del viaje, entrará en el Mundo Intermedio (barzaj) que es el mundo de la multiplicidad anímica. Desde él podrá observar con facilidad el cúmulo de impurezas materiales que ha ido acumulando durante su paso por el mundo material. Son todos esos pensamientos egoístas con que, en el contacto con los deseos y con el mundo de la multiplicidad material, el ser se contamina inevitablemente.
Estos pensamientos egoístas suponen un gran obstáculo en su viaje espiritual y le roban su paz interior y, cuando el Sálek, el viajero espiritual, quiere encontrar un momento de reposo en el recuerdo de Dios (dikr), le asaltan repentinamente como una inundación que arrasa y destruye sus buenas intenciones.

جان همه روز از لگد کوب خيال
وز زيان و سود و از بيم زوال
نی صفا می ماندش نی لطف و فرّ
نی به سوی آسمان راه سفر

El alma que cada día es atrapada por las imaginaciones fantásticas,
por el cálculo de pérdidas y beneficios y por el miedo a la decadencia,
ni la pureza ni la sutileza ni la luz preservará,
ni su viaje hacia los cielos podrá realizar.

Es evidente que las heridas y los efectos de la multiplicidad anímica son mayores y más poderosos que aquellos provenientes del mundo de la multiplicidad material.
Aunque uno pueda apartarse voluntariamente y ponerse a salvo de los perjuicios y molestias del mundo de la multiplicidad material apartándose de él, no podrá liberarse de esta manera de los daños y efectos que provocan la imaginación y las tentaciones del alma carnal, pues éstas van íntimamente ligadas a él.
El viajero en la senda de Dios, de la pureza espiritual y del servicio a la Verdad, no se dejará atemorizar por esos enemigos y, ciñendo a su cintura la voluntad de servicio y con la ayuda de esa Sagrada Melodía (Nagmai-e Qudsiyya), continuará el camino hacia su meta, alejándose del mundo de la imaginación, al que se denomina barzaj.
Pero el Sálek deberá permanecer extremadamente despierto y atento para que en los rincones de la casa de su corazón no quede escondido ninguno de estos pensamientos perturbadores, ya que la naturaleza de estos elementos de la imaginación es quedar agazapados en los rincones del corazón esperando el momento para reaparecer, de manera que el viajero espiritual, engañado, cree haberse librado de su molesta presencia y que no arrastra ningún elemento del mundo intermedio en su viaje, pero cuando alcanza las fuentes de la vida y desea saciarse en los manantiales de la sabiduría divina (Híkma) reaparecen ante él y cortan sus intentos con la afilada espada de la ira y los malos modales.

Este viajero espiritual es semejante a una persona que ha llenado de agua el estanque de su casa pero que hace tiempo que no la utiliza y toda la suciedad se ha depositado en su fondo, mientras su superficie aparece limpia y cristalina, haciéndole creer que su pureza y claridad son permanentes, pero cuando quiere sumergirse en ella o lavar algo, toda la suciedad del fondo sube a la superficie y se manifiesta.

Por ello, el viajero espiritual deberá educar su paz interior mediante el esfuerzo espiritual y la práctica del ascetismo de tal manera que expulse totalmente de su mente los elementos de la imaginación, para que no puedan reaparecer y perturbar su mente cuando dirija la atención a su Adorado.

Cuando el viajero espiritual ha atravesado el mundo material y el mundo intermedio, alcanza el mundo espiritual (alam-e ruh) y atraviesa las diferentes fases y etapas que, si Dios Altísimo quiere, explicaremos detalladamente más adelante.
Ahora es suficiente con mencionar que, en esta etapa de su viaje, el viajero espiritual que haya triunfado en su empeño contemplará su propia alma y los Atributos y Nombres divinos y, gradualmente, alcanzará la etapa de la total aniquilación de su ego (faná-e kul.li) y posteriormente el estado de permanencia en el Adorado (baqá), en el que su Vida Eterna quedará firmemente garantizada.

هرگز نميرد آنکه دلش زنده شد به عشق
ثبت است در جريدۀ عالم دوام ما

Jamás morirá aquel cuyo corazón en el amor ha encontrado vida
Grabada está nuestra inmortalidad en la página del Mundo Eterno.
Hafez

Si meditamos atentamente en los nobles versículos coránicos, encontraremos que esta idea queda claramente reflejada en diferentes ocasiones, por ejemplo cuando Dios mismo afirma en el Sagrado Corán:

وَ لا تَحسَبَنَّ الَّذينَ قُتِلوا في سَبِيلِ اللهِ اَمواتاً بَل اَحياءٌ عِندَ رَبِّهِم يُرزَقونَ
Y no creáis en absoluto que aquellos que han sido matados en la senda de Dios están muertos.
Sino que están vivos y provistos de todo junto a su Señor.


y en otro de sus versículos leemos:

کُلُّ شَيءٍ هالِکٌ الاَّ وَجهَهُ
Todas las cosas perecen excepto Su rostro.


y en otro de ellos:

ما عِندَکُم يَنفَدُ وَ ما عِندَ اللهِ باقٍ
Lo que vosotros poseéis perece y lo que hay junto a Dios permanece.

Si ponemos en relación el significado de estos versículos veremos claramente que quienes están vivos y junto a su Señor provistos de todo son el Rostro de Dios, el cual, como el mismo Corán indica, está libre de corrupción o deformación.
Por otro lado, en los nobles versículos coránicos queda claro que el Rostro de Dios que no declina son los mismos Nombres divinos.
Y la explicación de esto se encuentra en aquellos versículos que aclaran el significado del término “Rostro de Dios” que no perece, que no declina, que no es susceptible de corrupción, indicando que son los Nombres divinos, a los que califica con los atributos de poder y majestad:

کُلُّ مَن عَلَيها فَانٍ وَ يَبقَی وَجهُ رَبِّکَ ذُوالجَلالِ وَ الإکرَمِ
Todo el que está en ella perecerá y sólo permanecerá el rostro de tu Señor, Dueño y Señor de la Majestad y el Poder.

Todos los exegetas están de acuerdo en que el término «du» (dueño de) es un atributo para «Wach» (rostro), es decir, el Rostro, dueño de majestad y poder, de tu Señor, permanece eternamente.
Y, puesto que sabemos que el rostro de cualquier cosa consiste en aquello que muestra lo que esa cosa es, el rostro de una cosa será la manifestación (madhar) de esa cosa. Y el lugar de manifestación son esos mismos Nombres de Dios mediante los cuales Dios se manifiesta ante todas Sus criaturas.
La conclusión de todo esto es que todas las criaturas perecen y son aniquiladas excepto los Nombres de Majestad y Belleza y, por tanto, es evidente que los viajeros hacia Dios que han alcanzado la noble y bendita estación de

بَل اَحيائٌ عِندَ رَبِّهِم يُرزَقُونَ
“ sino que están vivos junto a su Señor y provistos de todo”

se refiere a los Nombres de Majestad y Belleza del Sagrado Creador, majestuoso y poderoso.
Todo ello nos permite ver con facilidad cual era la intención de los Imames Purificados, sobre todos ellos la paz, al decir:
نَحنُ اَسماءُ اللهِ
“nosotros somos los nombres de Dios”.

La elevada autoridad de un gobierno sobre la comunidad o la derivada de la guía en los aspectos legales de la sharía y de las leyes divinas para los asuntos manifiestos, no son, evidentemente, funciones con una posición espiritual tan elevada que llevase a los Imames a definirse en función de ellas de esa manera. Más bien, la intención es esa misma aniquilación en la Esencia del Uno que es condición necesaria para transformarse en el Rostro de Dios y en lugar epifánico absoluto de Sus atributos de Belleza y Majestad, cuya posición es imposible de comparar con ninguna otra estación espiritual o función social.

Uno de los más importantes asuntos en el viaje espiritual y que hace de él una necesidad ineludible es la vigilancia espiritual permanente (muráqaba).
El viajero espiritual deberá, desde el primer paso que da en el camino hasta el último de ellos, mantenerse permanentemente en un estado de vigilancia espiritual. Este es uno de los requisitos imprescindibles.

Debe saberse que muráqaba tiene grados y niveles. El viajero espiritual al principio de su viaje ejercita un tipo de muráqaba, diferente del que ejercitará en niveles posteriores.
Conforme se va acercando a la perfección (kamál) y atravesando moradas (manázel) y grados (maráhel), su muráqaba deberá hacerse más escrupulosa y profunda, de manera que si se le impusiera a un principiante no podría realizarla o se abrasaría y destruiría en ella, pero, paso a paso, gracias a su práctica permanente y por efecto de ella misma, irá pasando de los grados iniciales de su muráqaba a otros más elevados conforme sus estaciones espirituales vayan cambiando y, en esos estados, muchas de las cosas que en los niveles iniciales eran permisibles para él dejarán de serlo y pasarán a estarle prohibidas y a serle ilícitas.

A consecuencia de la muráqaba intensa, en el corazón del viajero espiritual irán apareciendo señales de amor y afecto, ya que el amor a la belleza y a la perfección ilimitadas (de Dios) está en la naturaleza de los seres y ha sido incorporado a la materia con que estos han sido creados, pero la atracción por las cosas materiales y por el mundo de la multiplicidad no permiten que estos rayos de eternidad se manifiesten.
Gracias a la vigilancia espiritual permanente, poco a poco, los velos del viajero espiritual se van debilitando hasta que, finalmente, desaparecen y esa capacidad de amar innata se manifiesta guiando su corazón hacia esas Fuentes de Belleza y Perfección.
Entre los gnósticos, a esta muráqaba se le ha llamado mey (mosto).

به پير ميکده گفتم که چيست راه نجات
بخواست جام "می" و گفت راز پوشيدن

Al viejo de la taberna le dije: “¿Cuál es el camino de la salvación?”
Pidió una copa de mosto y dijo: “Ocultar los secretos.”
***

راه خلوتگه خاصم بنما تا پست از ين
"می" خورم با تو و ديگر غم دنيا نخورم

Guíame al retiro especial para que, después de él,
“mosto” beba contigo y las tristezas de este mundo dejen de afligirme.


Cuando el viajero presta atención a la orden de mantener una vigilancia espiritual permanente, la Verdad Altísima le envía algunas luces de Su amor y afecto.
Al principio, esas luces aparecen ante él como un destello y desaparecen. Poco a poco, esas luces se hacen más intensas y brillan como pequeñas estrellas, después cada vez se hacen más intensas hasta semejar a la Luna y, más adelante, al Sol y, a veces, son como una lámpara resplandeciente y otras como un candil.
Esas luces, en la terminología de los gnósticos, son llamadas “sueño gnóstico” (Naum-e erfáni) y pertenecen al mundo intermedio (barzaj).

Pero cuando el viajero fortalece estos niveles de vigilancia espiritual gracias a su constante y profunda dedicación, estas luces se hacen más intensas, de tal manera que le permiten visualizar claramente toda la Tierra y los cielos y el Este al Oeste en un solo plano.
Esta luz es la luz del alma y se manifiesta cuando el Sálek se encuentra atravesando el Mundo Intermedio (álam-e barzaj) pero, al atravesar los primeros niveles de esta etapa, comienzan las manifestaciones del alma (tayal.liát-e nafs) de tal manera que el Sálek es capaz de observar su propio ser en su aspecto material, o, dicho de otra manera, se ve a sí mismo parado frente a sí mismo como si de otra persona se tratara. Esta es la etapa inicial de la separación del alma (tayarrud-e nafsí).

El fallecido maestro Aláma Hach Mirza Ali Aqa Qadi, quiera Dios estar satisfecho de él, dice:
«Un día salí de mi habitación y en el vestíbulo de la casa me vi a mí mismo parado y silencioso en un rincón. Observé con atención mi propio rostro y vi que en él había un lunar. Cuando volví a mi habitación y me miré en el espejo, encontré que, efectivamente, tenía ese lunar que hasta ese momento jamás había visto.»

A veces, el Sálek se da cuenta de que se ha perdido a sí mismo y que no consigue encontrarse por mucho que se busque. Se ha comentado que esta situación corresponde a los primeros estadíos de la separación del alma y tiene que ver con dislocaciones temporales de tiempo y espacio. Más adelante y con la ayuda divina, el Sálek vuelve a ser capaz de contemplar toda la realidad de su propia alma en su estado de total separación de su persona.

El fallecido Hach Mirza Yawad Aqa Maleki Tabrizí, quiera Dios estar satisfecho de él, que durante catorce años fue discípulo y asiduo del maestro de gnosis y tawhid, el fallecido Ajund Mula Huseyn Qulí Hamadaní, que Dios esté satisfecho de él, relató que:
«Un día mi maestro me dijo: Deberás ocuparte de la formación de alumno fulano de tal.»
Tal persona poseía un gran deseo de elevación espiritual y determinación para aprender. Durante seis años se esforzó en su práctica de vigilancia (muráqaba) y en su esfuerzo espiritual (muyáhada) hasta que alcanzó una estación espiritual que le facilitó la total contemplación y comprensión de su alma (tayarrud-e nafsí).
Quise que mi maestro le otorgase la iniciación espiritual y le invistiese con el sagrado manto iniciático. Le llevé a la casa del maestro y, tras comunicarle la feliz noticia, el maestro dijo: «Eso no es nada» y señalando rápidamente con su mano dijo: «La contemplación del alma es como esto.»
Después, el alumno me dijo: «Inmediatamente, me vi a mí mismo separándome de mi cuerpo y pude contemplar a mi lado una persona igual a mí.»

Debe tenerse en cuenta que la contemplación de los seres del mundo intermedio (barzaj) no constituye por sí misma un honor especial. Lo que si supone un honor particular es la observación del alma propia en ese estado de separación absoluta y completa (tayarrud-e tamma wa kamel).
Como, en ese momento, el alma se manifiesta es su estado de total realidad inmaterial, se contempla un ser al margen de las coordenadas de espacio y tiempo y que traspasa el Este y el Oeste del mundo.
Esta contemplación, a diferencia de la que se produce en las etapas iniciales, no es parcial, sino un desvelamiento (edrák) espiritual absoluto.

Se relata que Aqa Seyed Ahmad Kerbalaí, que Dios este satisfecho de él, uno de los famosos y distinguidos discípulos de Marhume Ajund, dijo:
«Un día me encontraba descansando en un lugar, cuando alguien me despertó y dijo: Si deseas observar la luz isfahbudiya ¡levanta!
Al abrir mis ojos vi una resplandeciente luz ilimitada que abarcaba el Oriente y el Occidente del mundo.»

¡Al.lahumma arzuqna! (¡Oh Dios, provéenos!)
Éste es ese mismo estado de manifestación del alma (tayal.li-e nafs) manifestándose en forma de una luz ilimitada.

Cuando el feliz Sálek pasa esta etapa, gracias a su perseverancia en la muráqaba y a la observancia de los requisitos propios de las moradas y niveles de esos elevados mundos, obtiene el éxito de la autentica visión de los Atributos del Creador Altísimo y obtiene la comprensión total de los Nombres de Su Esencia Divina.
Puede que, en este momento, el viajero se de cuenta repentinamente de que todos los seres del Universo conforman un solo cuerpo al nivel del intelecto, o que no existe más que una única fuente de poder. Esto ocurre al alcanzar la morada correspondiente a la observación de los Atributos Divinos.
Pero en la morada de la testificación de los Nombres, la cual es aún más elevada que aquella, el Sálek constata que en todos los mundos existe un solo Conocedor, un solo Poderoso y una sola Existencia Viva. Y esta morada es más noble y perfecta que la morada del desvelamiento de los Atributos Divinos, la cual corresponde al nivel de las estaciones del corazón.

لِاَنَّ السالِکَ يُصبِحُ وَ لاَ يَری قادِراً وَ لا عالِماً وَ لا حَياً سِوَی اللهِ تَعالَی

Porque el Sálek se transforma en alguien que no ve otro ser vivo, ni otro poderoso, ni otro conocedor que Dios Altísimo.

Y esta contemplación suele tener lugar mientras se está recitando el Sagrado Corán. Frecuentemente, el recitador de Corán siente que quien estaba recitando no era él sino alguien diferente y, a veces, descubre también que quien escuchaba no era él sino que otro ser era quien escuchaba.

Debe saberse que la recitación del Corán juega un gran papel en este acontecer y es apropiado que el Sálek, cuando esté realizando las oraciones previas al amanecer, recite los capítulos del Corán que contienen prosternaciones (suwar-e azáem), pues no existe nada más delicioso que, estando de pie recitando, repentinamente, caer prosternado ante Dios. Y se conoce por experiencia, que la recitación de la bendita súra “Sad” en la oración y en la oscuridad de la noche del viernes, produce un gran efecto sobre quien reza, y las peculiaridades de esta súra son bien conocidas por las tradiciones proféticas que hablan de las recompensas que se obtienen con su recitación.

Cuando el Sálek, por la gracia de Dios, atraviesa estos planos y accede a estas visiones poco frecuentadas, se ve inmerso en la atracción divina (yadbát-e ilahiya) conforme se va acercando a la aniquilación verdadera, hasta que, finalmente, cuando la atracción divina le rodea completamente, le es dado contemplar la Belleza y la Perfección Absolutas y olvida su propia existencia y la del resto de las cosas creadas y no ve más que el amado Rostro del Amigo.

کانَ اللهُ ولَم يَکُن مَعَهُ شَیءٌ
Era Dios y nada era junto a Él

En este estado, el Sálek abandona el valle de la separación y se sumerge en el océano infinito de la Esencia del Señorío (dat-e rubúbí).

No es ningún secreto que la travesía espiritual del Sálek no está en contradicción con su permanencia en el mundo material, y el mundo de la multiplicidad permanece tal cual es. Pero el viajero espiritual permanece unificado con el todo en medio de la multiplicidad.

Un gnóstico dijo: «Permanecí treinta años entre las gentes y ellos pensaban que me relacionaba con ellos, pero en realidad, en todo ese tiempo, no veía ni conocía a nadie más que a Dios.»

Este estado (hal) posee una gran importancia.
Aunque al principio posiblemente sólo se experimenta por un instante, poco a poco se va haciendo más intenso y puede que se prolongue durante diez minutos o más y luego durante una hora o más y más adelante, por la gracia divina, puede que pase de ser un estado a ser una morada (maqám).
En el lenguaje de los gnósticos, a este estado se le ha llamado «Permanencia en el Adorado» (baqá be mabúd) y no es posible alcanzar este grado de perfección sin haber atravesado previamente el estado de aniquilación absoluta respecto a la existencia de los seres creados (faná-e kul.lí az hastí-e mauyudát) en la Esencia Sagrada de la Unicidad (dar dat-e Hadrat-e Ahadiyah) . En este estado el Sálek no ve nada más que la Esencia Sagrada de Dios.
Ha sido relatado que un «loco de Dios» llamado Bába Farach ul lahi Machdúb se encontraba totalmente inmerso en la Atracción Divina cuando le preguntaron: «Explícanos cómo es el mundo» a lo que respondió: «Desde que abrí los ojos no he visto el mundo, de manera que no puedo explicaros cómo es.»

Cuando esta visión aun no ha cobrado fuerza recibe el nombre de “estado” (hal) y en esa etapa el Sálek no puede disponer de ella a voluntad, pero mediante el esfuerzo en su muráqaba y la ayuda divina, pasa de ser un estado a ser una morada (maqám) y el viajero puede disponer de ella a voluntad.
Evidentemente, el viajero fuerte es quien, al tiempo que experimenta estos estados, permanece atento a los acontecimientos del mundo de la multiplicidad fenomenológica y que es capaz de dirigir los asuntos propios de ambos mundos de manera adecuada.
Este es un grado elevadísimo y acceder a él es extremadamente difícil y, posiblemente, sólo los profetas y los santos (anbiá wa auliyá) lo alcanzan, y también aquel a quien Dios quiera otorgárselo.
Tal como se manifiesta en las palabras del Profeta describiendo sus estados espirituales:

لي مَعَ اللهِ حالاتٌ لا يَسَعُها مَلَکٌ مُقَرَّبٌ
Alcanzo estados con Dios a los que ningún ángel querubín accede.

aunque exteriormente
انا بَشَرٌ مِثلُکُم
Soy un ser humano como vosotros


Si alguien dijese que esta morada es exclusiva de los profetas y de los Imames Purificados, las bendiciones y la paz de Dios sea sobre todos ellos, y que nadie más puede alcanzarla, le responderemos diciendo que, desde luego, las moradas de la profecía y del Imamato son exclusivas de las personas que las detentan, pero que alcanzar la estación (maqám) de la unificación total con Dios (Tauhíd-e mutlaq) y de aniquilación en la Unidad de la Esencia (dat-e Ahadiyah), lo cual se considera equivalente a la wiláya, no es, en absoluto, algo exclusivo de ellos. De hecho, la invitación que los profetas e Imames, la paz sea con todos ellos, realizan a la comunidad de los creyentes es, precisamente, a este grado de perfección.

El Más Noble Mensajero, las bendiciones de Dios sean con él y con su familia purificada, llama a su comunidad a poner sus pies allí donde él había dejado las huellas de los suyos. Ello evidencia la posibilidad de realizar esa travesía y alcanzar esa meta, de lo contrario sería una invitación vana.

لََقَد کانَ لَکُم في رَسولِ اللهِ اُسوَةٌ حَسَنَة ٌ لِمَن کانَ يَرجوا اللهَ
وَ اليَومَ الآخِرَ وَ ذَکَرَ اللهَ کَثِيرًا
Ciertamente, en el Mensajero de Dios tenéis un buen modelo
para quien tenga su esperanza puesta en Dios y en el Último Día
y recuerde mucho a Dios.

Y de los sabios sunnitas se ha recogido que dijo el Profeta de Dios:

لَو لاَ تَکثِرٌ في کَلامِکُم وَ تَمرِجٌ في قُلُبِکُم لَرَأَيتُم ما أرَی وَ لَسَمِعتُم ما أَسمَعُ

Si no fuera por lo mucho que habláis y la confusión y ansiedad de vuestros corazones, veríais lo que yo veo y oiríais lo que yo oigo.

Estas palabras del Más Noble Mensajero, la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su familia purificada, indican claramente que son los pensamientos extraviados y los actos vanos y sin sentido ni objetivo lo que impide al ser humano alcanzar su perfección.

Y los sabios shiitas han transmitido que este Noble Mensajero dijo:

لَو لاَ اَنَّ الشَياطينَ يَحُومُون َ حَولَ قُلُوبِ بَنِ آدَمَ لَرَأَوا مَلَکُوتَ السَّماوَاتِ وَ الأَرضِ

Si no hubiera sido porque los demonios giran en torno a los corazones de los hijos de Adán, estos verían el reino de los cielos y de la Tierra.

Una de las consecuencias que tiene el alcanzar esta elevada condición humana es el poder de abarcar todos los mundos divinos en una medida proporcional a la capacidad de cada ser. Las consecuencias de ese poder son la capacidad de conocer los acontecimientos pasados y futuros, de controlar la materia de las cosas, pues lo que abarca tiene poder sobre aquello que es abarcado, y el poder de estar en cualquier parte y de ver a cualquier persona en todo instante.

Seyj Abdel KarimYil.lí, uno de los gnósticos famosos, en su libro El hombre Perfecto (Al-Insán al-Kámil) dice:
«Recuerdo que en un abrir y cerrar de ojos me sobrevino un estado en el cual me sentí unido a todos los seres, de tal manera que podía verlos a todos ante mí con mis propios ojos, pero sólo me duró unos instantes.»

Desde luego, el problema de que este estado se prolongue es el olvido de las necesidades corporales propias. Ese estado sólo se puede alcanzar de forma total cuando la persona ha alcanzado un nivel en el que no necesita ocuparse de ellas.

Un gnóstico de la India llamado Seyj Walí ul.lah Dehlawí, dice en su libro Hamaat:
«Se me hizo saber que el alma solamente se libra de los efectos de su paso por la etapa material quinientos años después de haber abandonado su cuerpo.»

Ese periodo corresponde a medio día del computo de los días de Dios, tal y como el Altísimo ha dicho:

وَ إِنَّ يَوماً عِندَ رَبِّکَ کَأَلفِ سَنَةٍ مِمَّا تَعُدُّونَ
Y, en verdad, un día junto a tu Señor es como mil años
de los que vosotros contáis.

Desde luego, es evidente que el resto de los grados y efusiones divinas (darayát wa fayudát) de este mundo son ilimitados e infinitos.

Puesto que los términos verbales surgen de la necesidad de las personas de expresarse, estos se incrementan conforme esas necesidades crecen, pero es imposible expresar adecuadamente la realidad de las luces inmateriales propias de los mundos divinos mediante su verbalización y todo lo que sobre ello se puede decir no son más que pobres indicaciones y alusiones incapaces de hacer que las elevadas realidades a las que se refieren puedan ser entendidas.
El ser humano vive en el mundo de la materia, que es el más oscuro de todos los mundos creados, como reflejan los textos de la tradición:
اَننتَ في أظلَمِ العَوالِم
Vives en el más oscuro de los mundos.

Y tiene la necesidad de crear términos para denominar todo lo que ve con sus ojos y toca con sus manos para poder cubrir sus necesidades cotidianas, pero no tiene información del resto de los mundos, de sus particularidades, de sus luces y de sus realidades espirituales, por tanto no existe entre las lenguas del mundo ninguna que exprese estas elevadas realidades
¿Cómo podremos explicar, pues, las verdades propias de estos mundos?

مشکل عشق نه در حوصله دانش ماست
حلّ اين نکته بدين فکر خطا نتوان کرد
El dilema del amor no esta al alcance de nuestro saber.
La solución a este asunto es imposible con este pensamiento errado.

Quienes han hablado de estas realidades pueden ser divididos en dos grupos:
El primero es el de los nobles Mensajeros divinos, la paz sea con todos ellos. Es evidente que ellos han establecido relaciones con los mundos que están más allá de la materia, pero ellos mismos han dicho:

نَحنُ مَعاشِرَ الأنبياءِ أُمِرنا أَن نُکَلِّمَ النَّاسَ عَلَی قَدرِ عُقُولِهِم
A nosotros los profetas se nos ha ordenado que hablemos a las gentes conforme al nivel de su entendimiento.

Por tanto, se vieron obligados a explicar esas realidades de manera que pudiesen ser entendidas por las personas corrientes y por esa razón se abstuvieron de hablar de las realidades luminosas y de la extensión de sus resplandores y de cosas que no podrían ser entendidas por los corazones y, por ello, se refirieron a

ما لا عَينٌ رَأَت وَ لا أُذُنٌ سَمِعَت وَ لا خَطَرَ عَلَی قَلبِ بَشَرٍ

Lo que ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado ni corazón alguno ha experimentado.

utilizando expresiones como Paraíso, ángeles de belleza inigualable, seres de grandes ojos como perlas, palacios resplandecientes y términos semejantes, para, finalmente, reconocer que era imposible explicar con palabras las realidades de esos mundos.

Un segundo grupo es el de aquellos que, siguiendo la senda trazada por los profetas, han sido agraciados con la percepción de esas realidades y efusiones divinas, en la medida en que sus capacidades lo permitían, los cuales han hablado de ellas, así mismo, de manera metafórica y mediante analogías.



El mundo de la sinceridad y la pureza (Julús wa ijlás)

Debe saberse que es imposible acceder a estas moradas y grados si el viajero no posee sinceridad (ijlás) en el camino de Dios y hasta que el viajero no alcanza la morada de la gente sincera (mujlasín) no reconocerá las verdades de manera apropiada.
Debes saber que ijlás y julús pueden ser de dos tipos:
El primero es la sinceridad y pureza (julús) en la adoración y en la obediencia a Dios Altísimo.
El segundo es la sinceridad y pureza (julús) consigo mismo.

Encontramos una referencia al primer tipo en el siguiente versículo coránico:

وَ ما اُمِروا الاَّ لِيَبُدُوا اللهَّ مُخلِصينَ لَهُ الدِّينَ
Y no les fue ordenado sino que adorasen a Dios, con fe en Él únicamente, como verdaderos buscadores de la Verdad.

y al segundo nivel en la aleya que dice:

الاَّ عِبادَ اللهِ المُخلَصِين
Excepto los siervos puros de Dios.

y en la famosa tradición profética:

مَن اَخلَصَ للهِ أَربَعينَ صَباحًا ظَهَرَت يَنابيعُ الحِکمَةِ مِن قَلبِهِ اِلَی لِسانِهِ
A quien se purifique para Dios durante cuarenta días,
fuentes de sabiduría le brotarán de su corazón hacia su lengua.

Es decir, quien llegue a este nivel, en el que se purifica a sí mismo por amor a Dios y por deseo de acercarse a Él.

Y la explicación resumida de esto es la siguiente:
Tal y como Dios Altísimo ha señalado en algunos versículos coránicos, en algunas cuestiones, la pureza del viajero está relacionada con sus actos, por ejemplo, cuando dice:

مَن عَمِلَ صَلِحًا
Quien obre rectamente.
o

عَمِلَ عَمَلاً صَالِحًا
realiza actos rectos.
o

الَّذِينَ آمَنُوا وَ عَمِلُوا الصَّالِحاتِ
Aquellos que creen y actúan con rectitud.

y en otros casos, ha relacionado la pureza con la naturaleza esencial de la persona, como cuando dice:

إنَّهُ مِن الصَّالِحينَ
En verdad, él era de los rectos.

O cuando dice:

وَ صَالِخُ المُومِنينَ
y el recto de los creyentes

Así pues, ijlás y julús a veces se ponen en relación con los actos realizados y otras veces con la misma esencia de la persona.
Evidentemente, alcanzar el nivel de pureza de la naturaleza esencial (ijlás-e datí) depende de la pureza de los actos, es decir, mientras la persona no es pura en cada uno de sus actos y pensamientos y palabras y silencios y en sus movimientos y en su quietud (ijlás-e dar amal), no alcanza en nivel de la pureza de su naturaleza esencial (ijlás-e datí).

El Más Poderoso de quienes hablan (Azza min qáilín) ha dicho:

إلَيهِ يَصعَدُ الکَلِمُ الطَّيِّبُ وَ العَمَلُ الصَّالِحُ يَفَعُهُ
A Él asciende la buena palabra y la obra recta la eleva.

Y el pronombre oculto (mustater) de «eleva» remite a «la obra recta.» Por tanto, el significado de la frase sería:

وَ العَمَلُ الصَّالِحُ يَفَعُهُ الکَلِمَ الطَّيِّبَ
Y la palabra buena eleva la obra recta.

Y debe saberse que cuando alguien alcanza el grado de la pureza de la esencia (julus-e datí) y alcanza esta efusión inmensa (feid-e uzmá) obtiene ciertas características y particularidades que los demás no poseen.
La primera de todas, como nos confirma el noble versículo coránico, es que Satanás deja de tener poder sobre él de forma absoluta y total

فَبِعِزَّتِکَ لَاُغوِيَنَّهُم اَجمَعينَ – اِلاَّ عِبَادَکَ مِنهُم المُخلَصِينَ
“Juro, pues, por Tu poder, que extraviaré a todos ellos a excepción de quienes entre ellos sean Tus siervos puros.”

Evidentemente, esto no es un privilegio ordenado por la legislación islámica, sino que, gracias a la autoridad esencial que los puros (mujlasín) alcanzan en la morada de la Unidad con Dios (Tauhíd), Satanás no tiene poder y no puede alcanzarlos debido a su debilidad e impotencia.
Como los mujlasín se han purificado a sí mismos buscando la cercanía de Dios, en todo lo que observan no ven más que a Dios y, en cualquier forma o manera que Satanás se manifieste ante ellos, la observan con criterio divino y se comportan ante ella como ante otra creación más de Dios. Por ello, desde el primer momento, Satanás reconoce su impotencia y se rinde ante ellos, a pesar de que la naturaleza de Satanás es tentar y desviar a todos los seres humanos sin excepción y que no tiene misericordia con ninguno de ellos y de que no cesa de intentar seducirles y desviarles del camino recto.

La segunda característica es que este grupo de personas estará libre de rendir cuentas y de presenciar las escenas del Día del Juicio Final.
En el noble Corán se dice:

وَ نُفِخَ في الصُّورِ فَصَعِقَ مَن في السَماوَاتِ وَ مَن في الإَرضِ اِلاّ مَن شَاءَ اللهُ
Será soplada la trompeta y morirán quienes están en los cielos y en la Tierra, excepto quien Dios quiera.

De lo dicho en este versículo podemos concluir de manera terminante que habrá un grupo que estará a salvo del horror y el temor del Día del Levantamiento y puesto que en otro noble versículo leemos que:

فَإِنَّهُم لَمُحضَرُونَ – اِلاَّ عِبَادَ اللهِ المُُخلَصينَ
Y, en verdad, se les hará comparecer. Excepto a los siervos puros de Dios.

podemos ver con claridad que el grupo que estará a salvo del temor del Día del Levantamiento serán los siervos puros de Dios (mujlasín), ya que ellos no cometen actos de los que deban rendir cuentas en ese Día.
Ellos, mediante su vigilancia espiritual permanente, sus prácticas ascéticas y sus actos de devoción, han caído mártires en el yihád del ego (yehád-e anfusiya) y han entrado en la vida eterna y han atravesado el Día del Gran Levantamiento de las Almas.
Su cuenta ha sido echada a lo largo del combate espiritual que han realizado y, puesto que han muerto en la senda de Dios, han sido investidos con el manto de la vida eterna ante Dios y disfrutan de una manutención especial que procede de los Tesoros del Señorío, como Dios mismo ha dejado dicho:

وَ لاَ تَحسَبَنَّ الَّذِينَ قُتِلوا في سَبِيلِ اللهِ اَموَاتًا بَل اَحيَاءٌ عِندَ رَبِّهِم يُرزَقُونَ
Y no creáis en absoluto que aquellos que han sido matados en la senda de Dios están muertos. Sino que están vivos y provistos de todo junto a su Señor.

Y, además, ser llamados ante la presencia de Dios implica un estado previo en el que los seres no han estado ante la presencia divina, mientras que ellos, los mujlasín, han estado ante la presencia divina mucho antes del Día del Levantamiento puesto que han tenido presencia en todos lados y han sido conscientes de todos los estados, conforme a las palabras divinas: عِندَ رَبِّهِم يُرزَقُونَ (provistos de todo ante su Señor).

La tercera característica es que toda recompensa y bendición que la persona recibe, e igualmente su recompensa el Día del Juicio, está en función de los actos realizados por ella, mientras que la recompensa de este grupo especial de los siervos divinos es mayor, tal y como reflejan las palabras divinas:

وَ ما تُجزَونَ إِلاََّ ما کُنتُم تَعمَلُونَ إِلاَّ عِبادَ اللهِ المُخلَصينَ
Solamente seréis retribuidos por lo que hacíais. Excepto los siervos puros de Dios.

Si alguien dice que el significado de este versículo es que el grupo de quienes serán castigados recibirán el pago de sus propios malos actos pero que los siervos virtuosos de Dios no serán recompensados conforme a sus buenos actos sino que Dios les recompensará conforme a Su favor y generosidad, más allá de lo que sus actos hayan merecido, responderemos que el sentido del versículo es general y no particular y que no se dirige exclusivamente a quienes serán castigados por sus malos actos. Además, el hecho de recompensar a Sus siervos con Su favor y generosidad no está en contradicción con recompensarles en función de sus obras, pues el significado del favor divino (fadl) es que Dios otorga una gran recompensa a algunas obras insignificantes, es decir, puede valorar como grandes acciones ciertos comportamientos de poca importancia. Pero, de todas maneras, será una recompensa otorgada en respuesta a sus obras, mientras que el versículo mencionado se refiere a algo más. Lo que quiere decir es que los siervos puros de Dios obtendrán una recompensa que no tiene nada que ver con sus obras.
En otro noble versículo, Dios declara:

لَهُم مَا يَشاَؤُنَ فيها وَ لَدَينَا مَزيدٌ
Allí habrá para ellos lo que deseen y junto a Nosotros más aun.

Por tanto, está claro que, por la generosidad divina, ese grupo recibirá más de lo que puedan desear y de lo que puedan imaginar. Y éste es un punto que merece una especial atención.

La cuarta característica es que este grupo posee un estado espiritual y un grado tan elevado que tiene la capacidad de alabar y glorificar a la Unidad Esencial y agradecer Sus favores (کَما هَوَ حَقُّهُ), es decir, de la manera adecuada a su Esencia Sacrosanta (dat-e Aqdas).

Ha dicho el Mejor de los que hablan:

سُبحَانَ اللهِ عَمَّا يُصِفُونَ-الاَّ عِبادِ اللهِ المُخلَصينَ
Glorificado sea Dios por encima de lo que Le atribuyen, excepto los siervos puros de Dios.

Ésta es la perfección final de la criatura y la estación más elevada posible.
De lo que hemos visto hasta ahora, podemos concluir la clase de privilegios y de efusiones de la bondad divina de los que disfrutará en los últimos niveles el viajero espiritual que se encuentre en la morada de los mujlaşīn, los siervos puros de Dios.
No obstante, debe quedar claro que alcanzar esos niveles de perfección y la confirmación de estas verdades tienen lugar cuando el Sálek es matado por la causa de Dios en el campo de batalla.
Sólo alcanzará la embriaguez producida por las efusiones de la bondad divina cuando apure la copa del martirio.
Lo que queremos decir por “muerte” y “martirio” es, por supuesto, cortar las relaciones del espíritu con el cuerpo y sus afectos. Y, de la misma forma en que el mártir corta con su espada física la relación de su alma con su cuerpo en el campo de batalla, el Sálek en la senda de Dios corta con su alma animal (nafs al-ammárah), “el alma que ordena el mal”, en el campo de batalla, con su espada interior y, con la ayuda de la fuerza del Misericordioso, libera su espíritu de la atracción que siente hacia su cuerpo y sus querencias.

Al principio de la senda, el Sálek hacia Dios, por medio del ascetismo, la meditación y la meticulosa atención y reflexión sobre el poco crédito que merece el mundo material y la inutilidad de apegarse a él, deberá cortar con los lazos de afecto que le atan al mundo de la multiplicidad.
Puesto que el resultado de la práctica ascética es la pérdida de interés por los asuntos mundanales, deja de estar interesado en aquellas actividades encaminadas a la obtención de beneficios materiales, de alegrarse por lo que le proporciona beneficios materiales y de sentirse afectado y entristecerse por aquellas cosas que le provocan perdidas materiales.

لِکَيلاَ تَأسَوا عَلَی ما فَاتَکُم وَ لاَ تَفرَخُوا بِما آتيَکُم
Para que no os entristezcáis por lo que perdáis y no os alegréis con arrogancia por lo que Él os de.

Este desinterés y desapego por los beneficios no se opone a los sentimientos de felicidad y tristeza por las cosas de Dios, pues estos no vienen dictados por el deseo de riquezas, fama o cosas similares, sino por encontrarse inmerso en el océano de la bondad y la generosidad divinas.

Una vez atravesado este nivel, el Sálek se dará cuenta de que siente un enorme afecto por su naturaleza esencial y que siente hacia su propia alma un amor ilimitado. Se dará cuenta que todo lo que hace y cada esfuerzo que realiza emana de su inmenso amor por su propia naturaleza.
Como una de las peculiaridades del ser humano es ser naturalmente egocéntrico, se ama a sí mismo. Todo lo sacrifica en aras de su propio ser y de su permanencia y no duda en destruir cualquier cosa para conseguir su propia supervivencia. Combatir ese egoísmo y destruir ese sentimiento ególatra es la tarea más difícil de todas.
Mientras no acabe con ese sentimiento y esa pasión no sea totalmente eliminada, la luz divina no se manifestará en su corazón. Dicho de otra manera, hasta que el Sálek no se libere de sí mismo no se unirá a Dios.
El viajero espiritual deberá ir debilitando gradualmente los lazos del amor a sí mismo y su atención a su persona, solicitando la atención divina y Su continua ayuda y misericordia, hasta romperlos finalmente y destruir ese ídolo interior que es el origen de todos los vicios, olvidándose de una vez de sí mismo, de manera que la atención y el interés de todos sus actos se oriente hacia la Sagrada Esencia Divina y transforme el amor hacia sí mismo en amor a Dios. Eso solamente lo conseguirá mediante el combate espiritual.

Una vez atravesado este nivel, el Sálek ya no sentirá más afecto hacia su propio cuerpo y sus necesidades y ni siquiera hacia la propia alma que había separado.
Ahora, cada cosa que hace es para Dios y si trabaja para combatir el hambre y obtener los medios necesarios para su vida cotidiana es porque el Amado Eterno desea que siga viviendo en este mundo, pues de lo contrario no daría ni un solo paso para permanecer en él.
Desde luego, el deseo de vivir del viajero espiritual deberá encontrarse conectado con la vertical del deseo divino, no ser algo paralelo a él.
Por la misma razón, no buscará desvelamiento divinos ni milagros. No hará nada para conseguirlos o para conseguir desplazarse por la tierra con el poder del pensamiento (tey ul-ard) o acceder al conocimiento de las cosas del mundo oculto a los sentidos o a los secretos de las personas, ni realizará oraciones, ni mantras, ni ejercicios espirituales, para adquirir poder sobre la materia de los seres, ni hará nada orientado a incrementar su poder personal. La persona que actue motivada por tales deseos no estará dando pasos para obtener la satisfacción del Amado, ni estará adorando a Dios, ni será puro, sino que estará adorando a su propio ego y buscando sus mezquinos intereses, aunque diga que toda su adoración es para Dios y niegue hacerlo para sí mismo.
Tal persona, como establece el noble versículo:
اَ فَرَأَيتَمَن اِتَّخَذَ اِلَهَهُ هَوَاهُ
¿Has visto a quien toma como dios a sus deseos y pasiones?

ha convertido sus deseos y pasiones en objeto de su adoración.
El viajero espiritual deberá abstenerse de transitar esa senda y abandonar su ego que siempre clamará por su “ontidad”, su “yoidad” (Anániyyah). Hablaremos de esto más adelante, si Dios Excelso así lo quiere.

Cuando finalmente, el Sálek llega a este nivel, poco a poco se olvida de sí mismo y de que una vez se quiso para Dios Altísimo y deja de verse a sí mismo para no ver más que la infinita Belleza Sin Principio ni Fin del Amado y se ira sumergiendo gradualmente en ese océano sin límites hasta que no quede de él ni una huella.

Debe saberse que el viajero ha de estar atento en la batalla contra el ego para asegurarse de que derrota al ejército de Satanás completamente y que corta totalmente la influencia de su alma animal (azare nafsániyyah) y elimina sus pilares de los rincones ocultos de la casa de su corazón, pues si queda en él la más mínima mota de deseo de riqueza, posición social, fama, orgullo, ambición o amor propio, jamás alcanzará la perfección (kamál). Por esa razón, vemos que muchos de los que aspiran a la perfección no la consiguen, tras años de ejercicios y esfuerzos, y fracasan en su lucha contra el ego (yang-e anfusí). La causa de ello es que todavía quedan en la casa de su corazón algunas raíces de esos atributos, a pesar de que ellos creían haberlas eliminado totalmente.
Por ello, en el momento de afrontar el examen divino y de enfrentarse con las tentaciones de su ego y sus efectos, vemos como esas raíces aparecen súbitamente, germinan y crecen y destruyen el trabajo del Sálek.
Para triunfar en esa batalla contra el ego y sus ejércitos es necesario que el Señor de los Señores (Rab ul-Arbáb) te de la mano y te conceda Su divino favor, pues es imposible alcanzar la cima de este nivel sin Su favor y Su ayuda.

Se dice que un día, los discípulos de Marhum Seyed Bahr ul-Ulúm, quiera Dios estar satisfecho de él, le encontraron feliz y sonriente. Le preguntaron la razón. Les dijo: “Tras veinticinco años de lucha, al observarme, he visto que mis actos están libres de ostentación y he podido llegar a la cima del éxito.”
¡Meditad eso detenidamente!

No está de más repetir que, desde el primer momento del viaje y la senda espiritual hasta el último nivel del mismo, el Sálek debe cumplir con todas las obligaciones establecidas en la luminosa ley divina y no pasar por alto ni la cabeza de un alfiler en lo relativo a las disposiciones externas de la ley. (dáher-e sharíah).
Por lo tanto, si vemos a alguien que proclama ser un viajero espiritual pero que no realiza con escrupulosidad absoluta los rituales y las obligaciones establecidas en la legislación islámica, o que no es devoto, o que no se abstiene de cometer pecados, o que se desvía, aunque sea la cabeza de un alfiler, de la vía recta (sirat al-mustaqím) de la ley, habremos de considerarle un hipócrita, a no ser que lo haga por error u olvido.

Hay quien dice que, una vez que el Sálek ha atravesado las moradas más elevadas y disfruta de los favores divinos, ya no tiene obligación de cumplir con los preceptos exteriores. Eso es completamente falso y un inmenso disparate, ya que el noble Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su familia, a pesar de que era la más noble de las criaturas y el más perfecto de la creación, cumplió hasta el último momento de su vida con todos los preceptos y prácticas religiosas establecidas en la legislación divina.
Por lo tanto, afirmar que al alcanzar este grado de perfección las obligaciones religiosas dejan de serlo, es completamente falso en ese sentido.
Pero sobre a este asunto podemos dar otra explicación cuyo significado escapa a la intención de quienes dicen tales cosas. Es la siguiente: la realización de los actos de adoración es el medio para que las almas de los seres humanos alcancen la perfección.
Las facultades que la persona posee potencialmente se transforman en cualidades reales mediante la práctica de la oración y de los rituales propios de la adoración. Por lo tanto, para quienes todavía no han alcanzado el nivel de realización total en todos sus aspectos, los actos de adoración son la manera de conseguir esa perfección. Pero, para quienes sí han alcanzado ese nivel de total realización de sus facultades, las practicas de la adoración no son ya más un medio para alcanzar la perfección y la cercanía de Dios. Para esas personas la práctica de los rituales de la adoración establecidos se hace obligatoria por otra razón: precisamente por haber alcanzado esa perfección.
Por eso, cuando Aisha preguntó al Profeta: “Cuando Dios mismo ha dicho refiriéndose a ti:

لِيَغفِرَلَکَ اللهُ مَا تَقَدَّمَ مِن ذَنبِکَ وَ مَا تَأَخَّرَ
“para que Dios te perdone tus pecados pasados y por venir”
¿Qué sentido tiene que sigas esforzándote tanto en tu adoración?”
A lo que el Mensajero de Dios respondió: “¿Acaso no quieres que sea un siervo agradecido de Dios?”

En este ejemplo podemos ver con claridad que ciertas personas realizan sus actos de adoración no buscando alcanzar la perfección, sino precisamente para dar muestras de su agradecimiento a Dios Inmenso por la perfección alcanzada.

Lo estados que el viajero alcanza gracias a su esfuerzo y a su vigilancia espiritual constante, que a veces le permiten ser testigo de algunas luces y señales, son sólo el inicio de un proceso en el que estos estados se convierte en su naturaleza permanente, ya que la experimentación de esos estados y la visualización de esas luces por sí solas no suponen un cambio permanente y el viajero deberá esforzarse en su lucha para eliminar totalmente las adherencias del bajo mundo que, por su naturaleza quedan ocultas y escondidas. Mientras no consiga unirse a los puros del mundo, no podrá alcanzar el nivel de ellos e incluso puede que, por efecto de su poca atención y esfuerzo en el camino, vuelva a descender al bajo mundo, como indica el noble versículo que dice:

وَ مَا مُحَمَّدٌ الاَّ رَسُولٌ قَد خَلَت مِن قَبلِهِ الرُّسُلُ أَ فَإِن مَاتَ أو قُتِلَ اَنقَلَبتُم عَلَی اَعقَابِکُم
Y Muhammad no es más que un Mensajero. Antes de él hubo también otros Mensajeros. ¿Acaso si muere o es matado volveréis a vuestras creencias anteriores?

Por ello, el viajero debe purificarse exterior e interiormente y eliminar todas las impurezas que queden escondidas en los rincones de su alma, antes de poder disfrutar de la compañía de las almas puras y sentarse en la presencia de la Asamblea Elevada.

وَ ذَرُوا ظَاهِرَ الإِثمِ وَ بَاطِنَهُ
Renunciad a vuestros pecados ocultos o manifiestos.

Por lo tanto, el viajero deberá atravesar todos los mundos previos al mundo de la Pureza (julús) a cuya belleza superior se refiere Dios Bendito y Altísimo cuando en este noble versículo dice:

الَّذِينَ آمَنُوا وَ هَاجَرُوا وَ جَاهَدُوا في سَبيلِ اللهِ بِأَموَالِهِم وَ أَنفُسِهِم
أَظَمُ دَرَجَةً عِندَ اللهِ وَاُلَئِکَ هُم الفَائِزُونَ يُبَشِّرُهُم بِرَحمَةٍ مِنهُ وَ رِضوَانٍ
وَ جَنَّاتٍ لَهُم فيها نَعِيمٌ مُقيمٌ خَالِدينَ فيها أَبدًا إنَّ اللهَ عِندَهُ أَجرٌ عَظيمٌ
Quienes creyeron y emigraron y combatieron por la causa de Dios con sus bienes y sus personas poseen un grado mayor ante Dios y ellos son los triunfadores. Su Señor les anuncia una misericordia que de Él procede, satisfacción y Jardines en los que disfrutarán de delicias eternas. En ellos estarán para siempre, eternamente. En verdad, Dios dispone junto a Sí de una recompensa inmensa.

Por tanto, los mundos previos al mundo de la Pureza son cuatro. Primero, el Islam; segundo, la fe (imán); tercero, la emigración (hichra) y cuarto, el esfuerzo en la senda de Dios (yihád).

Y puesto que el yihád de viajero espiritual es el Yihád Mayor, conforme a la transmisión del dicho profético:
رَجَعنَا مِن الجِهَادِ الأَصغَر اِلَی الجِهادِ الأَکبَر
Regresamos del esfuerzo menor hacia el esfuerzo mayor

la condición de su viaje es que el Islam y el imán de este combatiente sean el Islam y el imán mayores. Y, sólo tras haber construido estos, el buscador podrá, con la ayuda de su profeta interior y los consejos de su profeta exterior, o de su heredero, emprender su emigración y, posteriormente, entrar en el campo de batalla y conseguir ser matado en la senda de Dios y, por tanto, alcanzar el éxito.
No obstante, el Sálek debe prestar atención a esta cuestión: Desde el principio de su viaje y hasta llegar a este nivel de la batalla, los obstáculos puestos por los hombres y los demonios fueron abundantes, pero una vez que alcanza el éxito de ser matado en la senda de Dios, habiendo atravesado los mundos del Islam Mayor y de la Fe Mayor, y habiendo realizado el yihad y habiendo sido matado en él, penetra en el territorio del Islam Supremo (Islam-e ádam), la Fe Suprema (imán-e ádam), la Emigración Suprema (hichrát-e ádam) y el Esfuerzo Supremo (yihád-e ádam) y le llega el momento de enfrentarse con la Incredulidad Suprema (kufr-e ádam) y la Hipocresía Suprema (nifáq-e ádam).
Cuando el viajero espiritual penetra en este valle, los ejércitos de Satanás no pueden acceder y no tienen ya poder sobre él, pero el propio Satanás, que es el jefe de todos ellos, se interpondrá en su camino.
Por tanto, el Sálek no deberá suponer en ningún momento que, al haber dejado atrás aquellos mundos, es inmune ya a sus peligros y que ha alcanzado su meta y deberá prestar mucha atención porque, si no consigue atravesar estos mundos supremos, quedará expuesto a las acechanzas demoníacas y Satanás no le permitirá alcanzar la morada deseada.
Por ello, el Sálek deberá armarse de una resolución elevada (hemmat-e álí) y no dejar que Satanás le arrastre a la Incredulidad Suprema y a la Hipocresía Suprema, pues tras haber alcanzado las moradas del Islam Supremo, la Fe Suprema y la Emigración Suprema, gracias a su Esfuerzo Supremo, conseguirá alcanzar el Levantamiento Supremo Espiritual (qiyámat-e utma-ie anfusiyé) y penetrar en el Valle de los Puros.
Razaqaná Al.lahu in sha Al.lah Ta’ala. (Que Dios nos dé Su provisión, si Él así lo quiere)

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