sábado, 30 de mayo de 2009

EL ISLAM Y LA CIENCIA MODERNA (II) Seyyed Husein Nasr


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Bismillahi rahmani rahim

Los musulmanes no se limitaron a asumir la ciencia griega, traducirla al árabe y conservar su carácter griego, sino que la transformaron por completo en parte del edificio intelectual del Islam. Cualquiera que realmente haya estudiado en profundidad los textos de los grandes científicos musulmanes como Al-Biruni [3] , Ibn Sina [4] o los científicos andalusíes sabe que pertenecen al universo islámico, y no al griego.

Es cierto que algunas descripciones pudieron tomarse de los trabajos de Aristóteles, o una fórmula concreta de Los Elementos de Euclides, pero la ciencia en su conjunto está integrada en la perspectiva islámica. La obra más importante sobre álgebra en el periodo premoderno es la del poeta persa Omar Jayyam. [5] Por supuesto, si leemos una determinada fórmula o ecuación de su libro, ésta podría haber sido escrita en chino o en inglés y podría pertenecer a cualquier civilización, pero la impresión que produce la obra en su conjunto nos da a entender de manera concluyente que pertenece al universo intelectual del Islam.
Esto es precisamente lo que hizo Occidente con la ciencia islámica. Cuando en Toledo, durante los años treinta y cuarenta del siglo XI, comenzaron a traducirse los libros árabes al latín –los cuales en verdad impulsaron la evolución científica de Occidente durante el siglo XII, y más tarde en los siglos XV, XVI y XVII– estos libros eran simples traducciones y nada más. Las primeras décadas fueron muy similares a lo que el mundo islámico es, o ha sido, en estas últimas décadas. Así, por ejemplo, los escritos de Avicena sobre medicina se leían como si estuvieran en árabe, pero como nadie sabía árabe, se traducían al latín. Es posible que no fueran muy buenas traducciones, pero al menos ahí estaban. Y Occidente sólo necesitó un siglo para adquirir por sí mismo todo aquel conocimiento.
Cuando doy conferencias para los musulmanes en todo el mundo islámico, a las personas de los ministerios de educación y a quienes ocupan cargos de responsabilidad siempre les digo que la razón por la cual nosotros no podemos hacer lo mismo en el mundo islámico es que, simbólicamente –y el símbolo es importante–, cuando los occidentales adoptaron la ciencia islámica, adoptaron incluso las togas de los ulemas musulmanes, pero nunca aceptaron el turbante ni se lo pusieron en la cabeza, y el tocado de los obispos europeos medievales se mantuvo. Por el contrario, en muchas universidades islámicas actuales hemos adoptado tanto las togas como los bonetes de Occidente. Todo ello lo hemos asumido y lo hemos hecho nuestro, y ahora no podemos pensar sobre nosotros mismos de manera independiente. Lo que acabo de narrar puede parecer una simple anécdota, pero en verdad simboliza el tipo de proceso que está teniendo lugar.
Hay dos ejemplos muy buenos: el de la ciencia griega adoptada por los musulmanes y el de la ciencia islámica adoptada por el Occidente latino, y más tarde por el Occidente europeo. En ambos casos hubo un periodo de transmisión, pero también de asimilación e integración, lo cual siempre significa un cierto grado de rechazo. Ninguna civilización ha adoptado una ciencia sin que una parte de ésta también fuera rechazada. Es como el cuerpo: si nos limitásemos a comer y no elimináramos algo de esa comida, podríamos morir en unos pocos días. Una parte del alimento debe ser absorbida, y otra parte rechazada. Podríamos preguntarnos, entonces, qué ocurre en el caso de Japón –un país con tanto éxito fabricando coches y otros artefactos modernos–, pero en este caso aún no se ha llegado al final del camino. ¿Serán los mismos el budismo zen y el sintoísmo japonés dentro de unos siglos, a la vez que toda la ciencia occidental se traduce al japonés, o Japón transformará poco a poco la ciencia y la tecnología occidentales en algo genuinamente japonés? Aún no lo sabemos.
No obstante, todos los casos históricos que conocemos apuntan a un periodo de transición, seguido por otro de asimilación e integración y, en virtud de éste, por la expulsión de aquello que no pueda ser aceptado por no estar de acuerdo con la visión del mundo de esa civilización en particular. Esto es exactamente lo que hizo el Occidente latino, el cual no estaba interesado en ciertos aspectos de la ciencia islámica que nunca asumió por no considerarlos importantes. Y algunos musulmanes no se interesaron en cierto tipo de ciencia griega, la cual nunca arraigó en suelo islámico. También éste es un caso que puede demostrarse históricamente.
En la actualidad, todas estos ejemplos que les he explicado carecen de fuerza en el mundo islámico. Hay personas como el mismísimo Abdus Salam, el único musulmán ganador del Premio Nóbel de Física, a quien, al preguntarle qué ha ocurrido con la ciencia islámica, contestó: “Nada. Lo que nosotros hacíamos en Isfahán y Córdoba ahora se hace en el MIT, el Caltech [Instituto Tecnológico de California] o el Imperial College de Londres. Tan sólo se trata de un cambio de lugar.” Esta postura es en realidad una repetición de la de Yamaluddin Afghani, presentada ahora con un nuevo ropaje por un gran físico. [6]
Hay varios fenómenos importantes que tienen que ver con las distintas posturas respecto a la relación entre el Islam y la ciencia moderna, los cuales debo describir antes de analizarlos. El primero y más poderoso es el flujo y la absorción constantes de la ciencia y la tecnología occidentales en todos los países islámicos, en la medida en que éstos son capaces de absorberlas. En cualquier país islámico –no importa cuál sea su régimen político, su política económica o su actitud hacia Occidente– continúa adoptándose la ciencia occidental, lo cual es un hecho muy revelador para el conjunto del mundo islámico. Hay algunos lugares donde ciertas personas están reflexionado sobre cuál será la consecuencia de todo esto, planteando varias cuestiones. En primer lugar, ¿tendrá éxito o fracasará esta transferencia de ciencia y tecnología? En caso de fracasar, ¿en qué fracasará?; en caso de tener éxito, ¿cuál será la razón?
El segundo fenómeno que está teniendo lugar actualmente es el intento gradual de estudiar tanto el significado como la historia de la ciencia islámica. Opino que en este ámbito los musulmanes deberían sentirse realmente avergonzados de sí mismos, por no decir algo peor. Permítanme ponerles algunos ejemplos. En la actualidad hay más de mil millones de musulmanes en el mundo. Aunque nadie lo sabe con seguridad, probablemente, a lo largo del segundo siglo de historia del Islam, siglo VIII de la era cristiana, había alrededor de veinte o treinta millones de musulmanes. A pesar del vasto imperio islámico, su número rondaba esa cantidad, según los demógrafos, y aunque este dato pudiera estar equivocado, el número sería en cualquier caso mucho menor a la población musulmana actual. Durante ese periodo de cien años se tradujo mayor cantidad de libros –por no hablar de su notable calidad– sobre los fundamentos filosóficos y científicos básicos de la ciencia griega de los que han sido traducidos en un periodo comparable de cien años por todos los musulmanes de todos los países islámicos juntos. Esto es realmente increíble, por no hablar de la calidad, realmente muy alta, de las primeras traducciones de libros griegos, que convirtió al árabe en el idioma científico más importante del mundo durante setecientos años. Por el contrario, la calidad de las traducciones a los modernos idiomas islámicos suele ser muy pobre, a menudo basadas en el conocimiento latino del árabe clásico.
La mayor parte de la historia de la ciencia islámica ha sido escrita por expertos occidentales, como el gran George Sarton. En su único libro, Introducción a la historia de la ciencia, puso como ejemplo al menos quinientos o seiscientos libros escritos en urdu, persa, malayo, árabe y otros idiomas musulmanes, los cuales se venden en las calles como si se trataran de ciencia islámica, pues nadie se ha tomado la molestia de investigarlos por su cuenta. Normalmente, estas obras se limitan a tomar una o dos páginas y repetirlas maquinalmente de un modo realmente tedioso. Comparados con otras civilizaciones de Asia como la china, la japonesa o la india, los musulmanes no tienen muy buenos antecedentes en el estudio de su propia historia de la ciencia, a pesar del hecho de que este campo es de gran importancia religiosa, remontándose a las opiniones de Yamaluddin y Mohammed Abduh en el siglo XIX y al ascenso en el mundo islámico del modernismo y de todas esas otras fuerzas muy poderosas. [7]
Durante los últimos veinte o treinta años se ha producido un cambio. Poco a poco, los gobernantes musulmanes se han ido dando cuenta de que, si hay cien estudiantes, de los cuales ochenta estudian ciencia y tecnología, es muy importante que los veinte restantes estudien humanidades y que algunos de ellos reciban formación en historia de la ciencia, la cual, aunque también se relaciona con la ciencia, no es ciencia en sí misma, pues se trata de un conocimiento de carácter histórico, lingüístico y filosófico. Los musulmanes todavía no han desarrollado su propia historiografía de la ciencia, un campo muy importante. Si nos fijamos en los libros sobre historia de la ciencia escritos en Occidente, resulta sorprendente que, en lo que respecta a la ciencia islámica, todos ellos finalicen en el siglo XIII. Esto implicaría que toda la civilización islámica habría llegado a su fin en esa época, la cual coincide exactamente con el final de los contactos políticos entre el Islam y Occidente. [8] En la actualidad, los musulmanes siempre se enfadan por esto, pero los historiadores occidentales tienen todo el derecho a estudiar la historia islámica desde su propio punto de vista, y los pensadores musulmanes se equivocan por completo al estudiar su propia historia desde el punto de vista de la historia occidental. Debemos ser capaces de mirarnos directamente a nosotros mismos, y para ello tenemos que desarrollar nuestra propia historiografía de la ciencia.
Opino que nueve décimas partes de los estudiantes de esta sala –me refiero a los estudiantes musulmanes–, quienes son probablemente de los más brillantes en el terreno de la ciencia, es casi seguro que no sabrían decir nada acerca de, por ejemplo, las historia de la medicina islámica en el siglo XVII. Este es un periodo muy brillante y la razón de que no sepamos nada sobre él es que E.G. Brown no escribió sobre este tema en su libro Medicina árabe. Esa es la única razón, pues Brown sólo estaba interesado en la medicina islámica de los primeros tiempos, la cual influyó en los grandes médicos de Occidente. [9]
Por lo tanto, la cuestión de la historiografía de la ciencia islámica no es en absoluto trivial. De hecho, ha creado un vacío dentro del cual la integración de la ciencia y la tecnología occidentales se ha hecho doblemente difícil en el mundo islámico. La mayoría de los jóvenes estudiantes musulmanes tienen este punto de vista que, por desgracia, ha sido instigado por el nacionalismo árabe. Debo ser muy honesto aquí y decir que los nacionalismos de Oriente Medio – ya sean árabes, persas o turcos– están ahora, de un modo u otro, más o menos cerca de llegar a su fin. Es decir, están mostrando su quiebra y, aunque, por supuesto, hay naciones que todavía existen, sus días de grandeza quizás hayan pasado. [10]
El nacionalismo árabe se inició con una tesis difundida por pequeñas minorías no musulmanas dentro del mundo árabe, según la cual la civilización islámica comenzó su declive cuando la hegemonía árabe sobre esta civilización llegó a su fin –es decir, con los abbasíes. Si observamos, por ejemplo, la historia de la literatura árabe, veremos que todo el mundo habla sobre el periodo omeya y abbasí, [11] pero poco o nada se dice sobre los siguientes setecientos años, hasta que algunos poetas comenzaron a hablar sobre los sufrimientos de la guerra en Iraq o la tragedia de Palestina. Por supuesto, ésta es de una poesía muy conmovedora, pero ¿qué estuvieron haciendo los árabes durante los setecientos años anteriores? Esto se pasa por alto por completo. [12] Debe de haber aquí algún estudiante yemení. ¿Quién conoce un solo libro sobre la poesía árabe en el Yemen –uno de los territorios más ricos del mundo islámico en lo que a poesía se refiere? No sabemos si habrá algún libro publicado a nivel local en Sanaa, pero desde luego en Cambridge no sabemos nada al respecto. Y en esta situación tiene mucho que ver el nacionalismo árabe, pues ha tratado de menospreciar la contribución de la civilización islámica tras la invasión mongola y la destrucción de Bagdad en 1258, la cual coincidió con la pérdida de la hegemonía política de los árabes, quienes no la recuperaron, incluso sobre sí mismos, hasta el siglo XX. [13]
Ahora, la consecuencia de esto es que, en primer lugar, se ignoran nada menos que setecientos años de historia intelectual islámica durante la cual se supone que los musulmanes no han hecho nada. Se supone que los musulmanes han sido decadentes durante esos setecientos años. Entonces, ¿cómo se puede revivir a un paciente que ha estado muerto durante un periodo de tiempo tan largo? La idea difundida en Occidente es que los musulmanes son personas muy brillantes que practicaron la ciencia y otras cosas por el estilo, pero que, de repente, decidieron abandonarlo todo para vender baratijas y jugar con sus rosarios en el bazar durante los siguientes setecientos años, hasta que Mossadegh nacionalizó la industria del petróleo, volviendo al escenario de la historia para vivir de nuevo felices. [14] Esto, por supuesto, no tiene ningún sentido y provoca una parálisis intelectual que no es trivial en absoluto. Durante los veinte años que estuve dando clases en la Universidad de Teherán, siempre tuve la sensación de que nuestros estudiantes nunca podrían superar esta pérdida de memoria tan prolongada. De algún modo, era muy difícil para ellos. Deseaban conectar con Al-Biruni, Al-Juarizmi y otros personajes similares, pero este vacío era simplemente demasiado grande. Este vacío no había sido creado por la propia historia, sino por el estudio de la historia desde la perspectiva específica de la erudición occidental, que, como ya hemos dicho, tiene todo el derecho a interesarse en el Islam sólo en lo que respecta a su influencia sobre Occidente. El gran error se produce al dividir la historia del Islam entre un periodo productivo y otro decadente. Esto es un elemento muy importante en el campo de la historia de la ciencia.
Esto nos conduce al tercer acontecimiento importante que está teniendo lugar en el mundo islámico. Hemos estudiado hasta cierto punto la ciencia islámica desde nuestra propia perspectiva, aunque este estudio apenas si es exhaustivo, pues se tardará muchísimo tiempo en conseguir todos los manuscritos necesarios. En la India hay más de tres mil manuscritos sobre medicina que nadie ha estudiado todavía, y esto es sólo la punta del iceberg. También hay miles de manuscritos en el Yemen de los que ni siquiera conocemos su contenido. Una nueva institución fundada en Londres, la Fundación Al-Furqan, se dedica a reunir manuscritos procedentes del todo el mundo islámico. Por ejemplo, lugares como Etiopía poseen colecciones de manuscritos islámicos, muchos de ellos sobre ciencias. Llevará mucho tiempo reunirlos, pero al menos se podrá avanzar sobre la base de lo que ya se ha iniciado.
No obstante, en este campo, el próximo paso es tratar de fomentar en el mundo islámico una ciencia basada en una lógica genuinamente islámica. [15] Hoy por hoy se trata de una tarea enorme y muy compleja. Es algo que no se hará de un modo inmediato, aunque me gustaría decir algo sobre lo qué ya se está haciendo y dónde se está haciendo. Es interesante que algunos lugares donde se está prestando una gran atención intelectual al tema no sean conocidos históricamente como los grandes centros de la civilización islámica, que realmente siempre han estado entre Lahore y Trípoli. En torno a nueve décimas partes de los pensadores musulmanes más famosos provienen de esa región, aunque España representa una excepción. Actualmente, sin embargo, uno de los lugares donde se está haciendo una gran parte del trabajo es, por ejemplo, Malasia. Normalmente podría pensarse que Malasia es un pequeño país islámico con una mayoría musulmana de apenas entre el 55 y el 57% de la población. [16] Sin embargo, gracias al interés del gobierno, se está invirtiendo un gran esfuerzo para tratar de comprender el significado de la ciencia islámica y cómo ésta puede fomentarse sobre la base de una perspectiva islámica. Otro lugar es Turquía. Uno no suele pensar en la Turquía actual como un importante centro del pensamiento islámico, debido al laicismo implantado por Kamal Ataturk. Sin embargo, a pesar de todo, se ha mantenido una increíble actividad intelectual en las últimas décadas, produciendo a la vez fenómenos tan diferentes, por lo opuestos que resultan ser, como la naqshbandiyya de Estambul y los khizisists de la Universidad de Estambul. La revista más importante sobre este tema publicada en Turquía, Ciencia y Tecnología, no está de hecho publicada por turcos laicos sino por musulmanes muy devotos que están sumamente interesados en la dimensión islámica de la ciencia, y creo que en el futuro los turcos podrán hacer importantes contribuciones intelectuales en este campo.
Quizás el más interesante de estos programas se esté llevando a cabo en la Universidad Aligarh de la India, donde existe una asociación llamada Asociación Musulmana para el Progreso de la Ciencia, la cual también publica una revista llamada MAAS. Se trata de una institución única fundada por veinte o treinta científicos –físicos, químicos, biólogos, etc.–, algunos de ellos muy brillantes, que primero desean asimilar la ciencia islámica, para luego hacer lo mismo con la occidental. Hoy por hoy, no hay modo de establecer una ciencia islámica sin conocer también la ciencia occidental. Sería absurdo tratar de ignorar lo que Occidente ha aprendido. A continuación, el siguiente paso debería darse basándose en una cosmovisión islámica del mundo y de la naturaleza. Si tendrá éxito o no, Dios lo sabe mejor (Allahu aalim), pero lo menciono aquí como una de las experiencias más importantes que está teniendo lugar en el mundo islámico. Poco a poco se está creando una red entre los jóvenes científicos musulmanes que se ocupan de la religión y que también son muy capaces de ocuparse de las humanidades. Creo que de aquí saldrán resultados muy positivos, siempre que la situación política no sea tan mala como para destruir la misma base física de esta actividad.
Permítanme concluir hablando sobre el futuro. Por supuesto, los musulmanes no debemos entusiasmarnos demasiado con los futurólogos, pues de lo contrario nunca diríamos insha'llah (“si Dios quiere”). Probablemente, hace unos años, se pagaban fortunas por conocer el futuro de la Unión Soviética, y aún así nadie adivinó lo que iba a suceder. Por lo tanto, cualquier afirmación sobre el futuro debe hacerse con mucha cautela. Sólo Dios sabe. No obstante, desde el punto de vista de un humilde estudioso de la situación, creo que la crisis cultural creada por la exitosa introducción de la ciencia y la tecnología occidentales –lo bastante exitosa como para provocar un rápido cambio en los patrones culturales– va a seguir planteando problemas importantes en el mundo islámico. El mejor ejemplo es lo ocurrido en Irán. Irán posee sin duda el programa de enseñanza científica más avanzado y el porcentaje más alto de científicos. Es el único país del mundo islámico donde ya había comenzado a discutirse sobre tecnologías alternativas, pero la transformación cultural provocada por el mismo éxito de esta empresa, junto al resto de problemas políticos en los que el país estaba implicado, sin duda contribuyeron a los acontecimientos que tuvieron lugar a finales de los setenta. [17] El actual gobierno de Irán desea volver a aplicar los mismos programas científicos que abandonó durante los diez primeros años posteriores a la revolución. Pero opino que el impacto de la absorción de la ciencia occidental en las mentes de los gobernantes musulmanes no puede separarse de la aplicación de la tecnología; ellos no sólo están interesados en la ciencia en sí. Los científicos puros tienen muchos problemas para financiar su trabajo, pues se da prioridad a los aspectos utilitarios de la ciencia. Sin duda, creo que este trastorno cultural continuará hasta que se actúe seriamente al respecto.
Recuerdo que en 1983, cuando el gobierno saudí decidió inaugurar un museo de la ciencia en Riad, contactaron conmigo y yo viajé varias veces a Arabia Saudí para hablar con las principales personas involucradas. En ese momento les dije que un museo de la ciencia podría convertirse en una “bomba de relojería”. No creo que un museo de la ciencia sea neutral culturalmente hablando, sino que ejerce un tremendo impacto sobre quienes lo visitan.
El problema es que el éxito creciente de la enseñanza de la ciencia y la tecnología modernas traerá consigo un trastorno cultural y un escepticismo filosófico a los que debe darse respuesta, sobre todo en una época en la cual el mundo islámico no desea quedarse al margen. El mundo islámico desea asumir su responsabilidad y encontrar su propia identidad, por lo que este problema va a ser grave.
En segundo lugar, creo que se está gestando una enorme crisis medioambiental como consecuencia de la aplicación misma de la tecnología moderna, y esta crisis es de carácter global. Debido a esto y al hecho de que los países musulmanes –al igual que los budistas o los hindúes– siempre se alimentarán de las migajas de la tecnología occidental en las actuales circunstancias, se está llevando a cabo más de un intento dirigido hacia las tecnologías alternativas. Este proceso comenzó en Irán durante los años setenta y, gracias a Dios, todavía continúa un poco. En otros países, como Egipto, también se han hecho pequeños intentos de dirigir una parte de la energía de la sociedad hacia las tecnologías alternativas, todo lo cual también supone un intento de considerar la ciencia, madre de la tecnología, desde una perspectiva un tanto diferente.
Para terminar, creo que ahora sí que se está haciendo el esfuerzo intelectual, el cual mucha gente ha denominado “islamización del conocimiento”, y que ya es muy popular. Este se remonta a algunos de mis humildes escritos de los años cincuenta y, más tarde, a la obra escrita por el difunto Ismail Al-Faruqui, asesinado el Filadelfia hace unos años. El libro lleva por título La islamización del conocimiento, y hoy en día se debate sobre él en conferencias educativas a lo largo y ancho del mundo islámico, lo cual significa que finalmente está dando algunos frutos. No obstante, se necesitará el esfuerzo conjunto de los miembros más inteligentes y dotados de la comunidad islámica, quienes deberán conocer en profundidad la ciencia occidental, el pensamiento islámico y el mensaje cosmológico –y no sólo ético– del Corán, además de tener la energía para dedicarse a ello. La tarea es muy abrumadora y difícil. Desde el punto de vista del Islam, el problema de la partición de la ciencia es un problema real, a menos que el Islam esté dispuesto a renunciar a su pretensión de ser un sistema de vida integral. Si fuera así, no sólo deberíamos eliminar lo que hacemos el viernes al mediodía, sino todo lo que hacemos y pensamos en cada momento de nuestras vidas.
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NOTAS.-


[1] Traducción, extracto y adaptación del texto publicado en http://msa.mit.edu/archives/nasrspeech1.html . Conferencia pronunciada en el la Asociación de Estudiantes Musulmanes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology , MIT). Segunda parte del artículo publicado en la revista Alif Nûn nº 70 , abril de 2009. (Nota de la Redacción).

[2] Seyyed Husein Nasr (Teherán, Irán, 1933) es Profesor en el Departamento de Estudios Islámicos de la Universidad George Washington. Filósofo y experto en religiones comparadas, sufismo, filosofía de la ciencia y metafísica, ha escrito multitud de libros sobre el Islam, muchos de ellos traducidos al castellano, entre los que pueden destacarse Hombre y naturaleza , Editorial Kier, Buenos Aires, 1982; Sufismo vivo , Editorial Herder, Barcelona, 1985; Vida y pensamiento en el Islam, Editorial Herder, Barcelona, 1985; El corazón del Islam , Editorial Kairós, Barcelona, 2007; Poemas de la vía mística , Mandala Ediciones, Madrid, 2002. Véase también otras de sus obras: “ La Sharî'a : Ley divina, norma social y humana ”, en revista Alif Nûn nº 28, junio de 2005; “ El significado espiritual del yihad ”, en revista Alif Nûn nº 54, noviembre de 2007; “¿Qué es el Islam tradicional? ”, en revista Alif Nûn nos 57 (febrero de 2008) y 58 (marzo de 2008) ; “Ciencia y civilización en el Islam”, en revista Alif Nûn nos 62 (julio de 2008) y 63 (septiembre de 2008) . (Nota de la Redacción)

[3] Para más información sobre la figura del Al-Biruni, véase “ Al-Biruni, un precursor de la ciencia moderna ”, en revista Alif Nûn nº 49, mayo de 2007. (Nota de la Redacción).

[4] Para más información sobre la figura de Avicena, véase Miguel Cruz Hernández, Historia del pensamiento en el mundo islámico: desde los orígenes hasta el siglo XII en Oriente , Alianza Editorial, Madrid, 2000, págs 221-274; Henry Corbin, Avicena y el relato visionario , Editorial Paidós, Barcelona, 1995, Avicena (Ed. Carlos A. Segovia), Cuestiones divinas (Ilâhhiyât). Textos escogidos , Biblioteca Nueva, Madrid, 2006, Avicena, Poema de la medicina , Junta de Castilla y León, Salamanca, 1999. (Nota de la Redacción).

[5] Para más información sobre la figura de Omar Jayyam, véase Ricardo Moreno Castillo, Omar Jayyam: poeta y matemático , Nívola, Madrid, 2002. (Nota de la Redacción).

[6] Para más información sobre los planteamientos de Al-Afghani, véase Seyyed Husein Nasr, “ El Islam y la ciencia moderna (I) ”, en revista Alif Nûn nº 70, abril de 2009. (Nota de la Redacción).

[7] Ibidem. (Nota de la Redacción).

[8] Para más información, véase Tim Wallace-Murphy, La herencia cultural del Islam en Occidente , Blume, Barcelona, 2007; Juan Vernet, Lo que Europa debe al Islam de España , El Acantilado, Barcelona, 2001; Murad Wilfried Hofmann, “ Islam y Occidente ”, en revista Alif Nûn nº 53, octubre de 2007; Akbar Mamad, “ Islam y Occidente: una historia de encuentros y desencuentros ”, en revista Alif Nûn nº 28, junio de 2005; Francis Robinson y Peter Brown, “ Posturas occidentales frente al Islam ”, en revista Alif Nûn nº 48, abril de 2007. (Nota de la Redacción).

[9] Para más información, véase Abdelmalik Hamza, “El legado científico del mundo islámico ”, en revista Alif Nûn nº 70, abril de 2009. (Nota de la Redacción).

[10] Para más información sobre el nacionalismo árabe, véase Martin Kramer, “Nacionalismo árabe: una identidad falsa”, en revista Alif Nûn nos 64 (octubre de 2008) , 65 (noviembre de 2008) y 66 (diciembre de 2008) . (Nota de la Redacción).

[11] Véase Mahmud Sobh, Historia de la literatura árabe clásica , Cátedra, Madrid, 2002; Mª Jesús Rubiera Mata, La literatura árabe clásica: Desde la época pre-islámica al Imperio Otomano , Universidad de Alicante, 2005; Redacción Alif Nûn, “Literatura árabe clásica” en revista Alif Nûn nos 40 (julio de 2006) , 41 (septiembre de 2006) y 42 (octubre de 2006) . (Nota de la Redacción).

[12] Tradicionalmente, la historiografía occidental y buena parte de la árabe han considerado que el renacimiento cultural y literario del mundo árabe se produjo a partir del siglo XIX, con el llamado movimiento al-nahda. Para más información, véase Redacción Alif Nûn, “Al-nahda en el mundo árabe: fenómeno sociológico y regeneración cultural ”, en revista Alif Nûn nº 53, octubre de 2007, (Nota de la Redacción).

[13] Véase José U. Martínez Carreras, “Revolución e independencia del mundo árabe-islámico”, en revista Alif Nûn nos 36 (marzo de 2006) , 37 (abril de 2006) y 38 (mayo de 2006) . (Nota de la Redacción).

[14] El Frente Nacional del Dr. Mossadegh alcanzó el poder en Irán tras las elecciones democráticas celebradas en 1950. El nuevo Parlamento salido de aquellas elecciones aprobó la ley de nacionalización del petróleo y retiró las concesiones de explotación otorgadas a la Anglo-Iranian Oil Company y a la URSS. Como consecuencia, Gran Bretaña, la Unión Soviética y los Estados Unidos bloquearon las ventas de petróleo iraní. En 1953 un golpe de Estado organizado por los Estados Unidos destituyó al gobierno del Dr. Mossadegh y entregó el poder al sha , que durante los siguientes diez años lo ejerció de manera dictatorial. Para más información, véase Amrei Arman, “ Irán: luces y sombras de una revolución ”, en revista Alif Nûn nº 32, noviembre de 2005. (Nota de la Redacción).

[15] Para más información, véase Douglas Karim Crow, “Racionalismo e Islam ”, en revista Alif Nûn nº 65, noviembre de 2008. (Nota de la Redacción).

[16] Para más información sobre el Islam en Malasia, véase V.S. Naipaul, Al límite de la fe: entre los pueblos conversos al Islam , DeBolsillo, Barcelona, 2005; Redacción Alif Nûn, “El Islam en Asia Oriental ”, en revista Alif Nûn nº 32, noviembre de 2005. (Nota de la Redacción).

[17] El autor se refiere a la revolución islámica. Para más información, véase VV.AA, Hesperia, culturas del Mediterráneo. Especial Irán , Fundación J.L. Pardo / Tres Culturas, Madrid, 2006; Farhad Khosrokhavar /Oliver Roy, Irán, de la revolución a la reforma , Bellaterra, Barcelona, 2000; María Jesús Merinero Martín, Irán, hacia un desorden prometedor , Nikki R. Keddie, El Irán moderno , Belacqva, Barcelona, 2007; La Catarata, Madrid. 2001; María Jesús Merinero Martín, La República islámica de Irán , La Catarata, Madrid, 2004; VV.AA, La situación de seguridad en Irán: Repercusión en el escenario regional y en el entorno mundial , Ministerio de Defensa, Madrid, 2007; Amrei Arman, ob. cit. (Nota de la Redacción).



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