viernes, 28 de mayo de 2010

Piratas en el Golfo de México


Alberto Ampuero (especial para ARGENPRESS.info)

Profundamente frustrado por el hecho de que el petróleo sigue fluyendo a borbotones en el Golfo de México, cinco semanas después del accidente, el presidente Barack Obama viaja por segunda vez a Luisiana para ver in situ los esfuerzos en la lucha contra el derrame.

"Si descubrimos que no están haciendo lo que deberían, los presionaremos para que se aparten" del caso, afirmó el secretario de Interior, Ken Salazar, responsable de supervisar los recursos naturales

"Estoy enfadado y frustrado”,expresó

Frustrado, porque todos los intentos de la petrolera responsable British Petroleum (BP) para detener el derrame han fracasado

Enfadado, porque BP sigue usando un disolvente altamente tóxico llamado Corexit 9500, con los que diluye el crudo en superficie. La Agencia de Protección Medioambiental ha ordenado que dejen de usarlo o que busque una marca menos dañina para el medioambiente. Pero La petrolera ha respondido que Corexit es la menos tóxica que se fabrica y, de momento, sigue utilizándola.

Pero lo que más molesta al gobierno es que está obligado a depender del sector privado para contener el derrame, pues sólo BP tiene la tecnología de aguas profundas necesaria para frenarlo. Se conoce con el nombre de top kill (taponeo) y consiste en disparar en el lugar de la fuga lodo y cemento a gran presión, que cuando solidifiquen deberían frenar el flujo de petróleo y gas, para, en última instancia, permitir sellar el pozo.

Los informes técnicos mantienen que la nueva técnica tiene entre un 60 y un 70% de posibilidades de resultar exitosa.

Mientras una encuesta de CBS News revela que 70 por ciento de los estadunidenses reprueban el trabajo de la petrolera británica para frenar el derrame de crudo frente a las costas de Luisiana. Para Obama la reprobación es de 45 por ciento

Diversas comisiones de investigación en marcha han revelado que BP ignoró el 20 de abril tres señales de alarma en los instantes previos a la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, que costó la vida de 11 personas.

La Administración da muestras de impaciencia y, por primera vez hace referencia a la posibilidad de una investigación criminal.

El crecimiento agresivo de BP, sus enormes ganancias y su historial en materia de desastres vinculados con el petróleo lo pintan de cuerpo entero. En 2005, la refinería de BP de la ciudad de Texas explotó, dejando un saldo de 15 muertos y 170 heridos. En 2006, un oleoducto de BP en Alaska derramó 200.000 galones de crudo, provocando lo que la Agencia de Protección Ambiental denomina “el mayor derrame ocurrido en North Slope, [Alaska]”. BP recibió una multa de 60 millones de dólares por ambos desastres. Luego, en 2009, la Administración de Seguridad y Salud Laboral (OSHA) multó a BP por otros 87 millones de dólares por la explosión de la refinería.

En su afán lucrativo por proporcionar petróleo a una población cuya demanda del líquido explosivo se quintuplica cada año, las compañías petrolíferas decidieron hace veinte años, diseñar y poner en marcha la explotación de yacimientos que existen debajo del fondo marino. El primer escenario fue el Mar del Norte británico porque la profundidad no es muy grande y a los pocos años, la extracción marina comenzó en otros sitios.

Es una extracción sucia, que siempre deja residuos y por ello algunas zonas como California la prohiben, pero el deseo de lucro funciona con intensidad y las compañías se han repartido las zonas.

En el litoral estadunidense del Golfo de México operan 3 mil 858 plataformas de perforación submarina.

Hoy están esperando sus extracciones las costas latinoamericanas y, en especial, Brasil y Cuba, todas gestionadas por empresas anglosajonas.

Pero, de pronto, ha estallado la catástrofe en el golfo de México y, todo se ha paralizado. Hasta el mismo Obama se ha visto obligado (a cuidar su salud) cancelando los planes para realizar nuevas perforaciones petrolíferas en aguas profundas , en espera de que se resuelva lo que se considera ya como uno de los mayores derrames en la historia del país.

BP es una de las empresas más poderosas que operan en Estados Unidos. Sus ingresos de 327.000 millones de dólares en 2009 son suficientes para clasificarla como la tercera empresa más grande del país.

Y pensar que hace sesenta años, señala Amy Goodman, BP se llamaba Anglo-Iranian Oil Co. (AIOC). Un gobierno iraní popular y progresista había pedido a la AIOC, que compartiera más de sus ganancias del petróleo iraní con el pueblo de Irán. La AIOC se negó, lo que provocó que Irán nacionalizara su industria petrolera. Esto no le cayó bien a Estados Unidos, por lo que la CIA organizó un golpe de Estado contra el Primer Ministro Mohammed Mossadegh. Luego de que fuera derrocado, la AIOC cambió su nombre a British Petroleum.

Alberto Ampuero es periodista radicado en Riverside, California.

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