Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)
Desde que fuera anunciado el paquete de rescate para Grecia, la situación financiera internacional no ha dejado de deteriorarse. Mientras los argentinos se paseaban, unos por el país, otros por la avenida Nueve de Julio, las Bolsas caían en picada y hasta la bancarrota de una minúscula Caja de Andalucía, manejada por el clero, desataba el pánico internacional, como una premonición del tipo que había dejado la cesación de pagos de un fondo paraestatal de Dubai, a fines de 2009.
Los temblores de esta semana no afectaron el pulso del comentarista financiero de Ámbito, que el miércoles pasado, aseguraba que todo no pasaba de “un desmayo” - una lipotimia menor. Mucho más perspicaces fueron los dueños del Cronista, que ese mismo día habían decidido reproducir un artículo del Financial Times que, a lo María Elena Walsh, caracterizaba que Grecia deberá, en poco tiempo, salir al rescate de Alemania.
En efecto, Alemania se encuentra en la incómoda posición del acreedor al que le deben un billón de dólares. Es que de la penumbra de las cuentas bancarias acaba de emerger que los principales bancos alemanes no han dado de baja a los créditos en cartera que revistan como incobrables o de cobro de dudoso, por una cifra que oscila entre los ochocientos mil millones de euros y un billón doscientos mil de la misma moneda. Esto significa que no han hecho las provisiones para cubrir está pérdida cuando el crédito llegue a su vencimiento. De esto se desprende que el capital que declaran no es tal. Enterado de la situación, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, T. Geithner, decidió reclamar un “stress test” de esos bancos a la Banca Central Europea, o sea, determinar sin los bancos europeos continúan siendo viables. Antes de esto, la Reserva Federal de Estados Unidos había abierto una cuenta a favor del Banco Central Europeo para satisfacer la enorme demanda de dólares que esta situación había provocado en Europa. La deuda europea, entre los doce billones de sus Estados, y los cincuenta billones de sus compañías, se encuentra repartida por todo el mundo, pero principalmente entre los bancos de Europa. La imprevisión por pérdidas de estos bancos ya ha creado un infarto en el sistema financiero internacional, pues los bancos norteamericanos están rehusando otorgar créditos de plazo instantáneo a sus contrapartes europeas, con lo que se reanuda la parálisis del sistema monetario que se manifestó en septiembre-octubre de 2008, cuando se produjo la ya famosa quiebra de la banca de inversión norteamericana Lehman Brothers. Aunque nunca hubo la menor duda al respecto, es claro que el paquete para salvar a Grecia tenía otro destinatario: el rescate del centro financiero de Francfort. El miércoles pasado se vino a saber que China tiene 700 mil millones de dólares invertidos en los bancos europeos y en la deuda pública de los países que se manejan con el euro. Los chinos ahora están con los pelos de punta porque la devaluación del euro es imparable. Los especuladores internacionales se están endeudando en euros, que devolverán a una cotización menor, para reinvertirlos en plazas más rentables o, como es el caso de Estados Unidos, que enfrentan un período de revalorización del dólar. Ante lo crítico de la situación, crece el número de observadores que opina que la señora Merkel se apresta a deshacer su coalición con la derecha liberal y probar segundas nupcias con la socialdemocracia – una nueva Grosse Koalition. Zapatero palpita con el corazón de sus mandantes. Es precisamente un gran banco español, del paño del oficialismo madrileño, nos referimos al BBVA, que acaba de anunciar que no puede refinanciar sus deudas en Estados Unidos, como consecuencia del infarto que la insolvencia alemana está provocando en los mercados monetarios (préstamos o canjes de monedas a cortísimo plazo).
En realidad, el paquete UE-FMI está bloqueando una salida a la crisis, como el default de Grecia, que permitiría desbloquear las arterias de los países endeudados. Aunque el paquete pague las deudas que vencen en Grecia, no puede financiar el déficit de pagos corriente de Grecia, ni los bancos están en condiciones de hacerlo. El stock de “revolving credits”, que se aplican al comercio exterior y renuevan de hecho, comienza a disminuir. España hizo la prueba de ello en la semana que ha transcurrido cuando debió pagar una sobretasa de interés considerable para refinanciar su deuda pública.
A pesar de todo esto, no solamente el cronista de Ámbito bate la tecla del “desmayo”, apelando al argumento de que la “recuperación” norteamericana. Dan la impresión de creer en los partes oficiales, porque el precio de las viviendas y el empleo, en Estados Unidos, sigue cayendo, incluso cuando en el caso de las viviendas hay un incentivo a la compra porque en diez días vencen los subsidios oficiales para ello. La devaluación del euro y la revalorización del dólar ante el conjunto de las monedas, perjudica al comercio exterior de Estados Unidos – una de las vías de una recuperación. Consciente de estos bloqueos la Reserva Federal ha vuelto a decir que no venderá los activos invendibles que ha comprado a los bancos, porque no tienen mercado y porque los bancos no sobrevivirían a una absorción de moneda y a un aumento de los intereses para refinanciar sus deudas. La devaluación del euro también ha desubicado a China, porque afectaría a sus exportaciones a Europa. Pero China, contra lo que dice todo el mundo necesita revaluar, para poder subir la tasa de interés interna y, por esta vía, frenar la especulación inmobiliaria y bursátil que la podría llevar a un colapso. Una reciente misión económica norteamericana ha advertido a China que no alcanza con revaluar su moneda para estabilizar su mercado financiero, sino que tiene que “abrirlo” a los bancos extranjeros. La próxima estación de la crisis será China.
Claro que, por nuestros pagos, todo es sonrisa; ¿o acaso no tenemos un gobierno capaz de ofrecer alternativas al resto del mundo? Sin embargo, uno de los países más afectados por la crisis europea es Brasil, cuya moneda se ha desvalorizado un 25% (desde su tope) al compás de la salida de capitales. De este modo, Argentina es afectada en sus dos mercados principales. Pero Argentina no puede devaluar, porque con una inflación anual del 30% corre el riesgo de desatar una hiperinflación. Los títulos del canje se cotizan a precio de “default”: por ejemplo el Boden 2012 paga 15% de interés, una tasa estratosférica para un título al que le quedan solo tres vencimientos.
Asistimos al fracaso de los rescates estatales y a la necesidad de rescatar al Estado. Esto no lo puede hacer, dada la envergadura de la crisis, ningún “ajuste”, por la simple razón de que ningún pueblo tiene los recursos líquidos para rescatar al capital o siquiera indemnizarlo. Un comentarista del Financial Times caracteriza lo que se está haciendo como “represión financiera”, de nuevo el “corralito”. No ha habido crisis capitalista que haya zafado de la bancarrota capitalista y de la destrucción de fuerzas productivas correspondientes.
Por eso ahora viene el capítulo de la crisis política en grande y de la lucha social a gran escala. Por la nacionalización sin compensación de la banca mundial y del capital financiero internacional.
viernes, 28 de mayo de 2010
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