miércoles, 3 de junio de 2009

¿Quién mató a Rafiq Hariri?


Espías, mentiras y la muerte de “Señor Líbano”

04-06-2009
Rannie Amiri
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

“Hay agentes, como Mahmoud Rafea, quien confesó haber entregado bolsas con explosivos. Otros colaboradores han confesado que han realizado misiones de reconocimiento del terreno. Otros han facilitado el ingreso y la salida de israelíes después de haber cumplido sus misiones.


Es lo que se quiere decir cuando se habla de agentes ejecutivos. Hay que abrir ampliamente la puerta... este camino israelí debe ser examinado a fondo para llegar a un sitio donde podamos encontrar información sobre muchos crímenes, particularmente a partir de 2005.”

– Sayyid Hasan Nasralá, en un comentario sobre la reciente ola de arrestos de espías israelíes, durante un mitin para marcar el noveno aniversario del alejamiento de las tropas israelíes del Líbano, 22 de mayo de 2009.

Israel sufrió dos derrotas en el Líbano, y ambas fueron contra Hezbolá. La primera ocurrió en mayo de 2000 cuando las tropas israelíes fueron expulsadas (o se retiraron, dependiendo del lado de la frontera en el que uno se encuentra) del sur del Líbano después de 22 años de ocupación. La segunda fue la premeditada, pero desastrosa, guerra de 34 días librada en el verano de 2006. Puede haber logrado arrasar el Líbano pero ciertamente no venció a Hezbolá. Enfrentó al poderoso ejército israelí hasta lograr un empate, y en las mentes de muchos esto en sí constituyó una victoria.

Israel nunca ha perdonado ni olvidado esas pérdidas. Para ellos, la guerra contra el Líbano y Hezbolá no terminó en 2000 o en 2006, sino continúa actualmente, pero de modo diferente. Y los eventos de las últimas semanas revelan exactamente lo que ha estado haciendo Israel.

Espías

Siempre ha habido ciudadanos libaneses que han actuado como espías para Israel, pero eso no debiera sorprender a nadie. Después de todo combatieron por su cuenta durante dos décadas, como miembros del ahora difunto Ejército del Sur del Líbano durante la ocupación del sur.

Aunque inicialmente recibió poca atención, una razzia contra esas redes de espías comenzó a fines del año pasado. Evidentemente han ocurrido rápidos progresos en su desarticulación, ya que docenas de sospechosos han sido detenidos desde abril.

“Si las autoridades libanesas dicen que han capturado a espías israelíes, es muy probable que así sea,” dijo Shlomo Brom, ex jefe de planificación estratégica de las fuerzas armadas israelíes.

El gobierno libanés retiene actualmente a 30 sospechosos y ya ha acusado a 21 de espionaje para Israel en una investigación que se amplía continuamente. Los detenidos incluyen a un coronel del ejército, a un general en retiro, un vice-alcalde, un conductor de camión y un vendedor de teléfonos móviles, mientras dos lograron escapar a través de la frontera hacia Israel antes de que pudieran ser capturados. Posteriormente se hizo una exposición en la Seguridad Interna Libanesa de equipamiento confiscado de alta tecnología y electrónica utilizado para transmitir informaciones al Mossad.

Ya que la información suministrada por ciertos agentes puede haber llevado a un aumento de la destrucción en la guerra de 2006 (en la que murieron 1.200 libaneses, en su vasta mayoría civiles), Nasralá pidió la pena de muerte contra los que sean considerados cómplices. Como declaró en su discurso en el “Día de la Resistencia y la Liberación”:

“Pido en vuestro nombre y en el de las familias de los mártires y de los heridos, en nombre de aquellos cuyas casas fueron demolidas y de los que pagaron impuestos para reconstruir su infraestructura, exijo que los colaboradores que suministraron al enemigo los datos que causaron todo esto, sean sentenciados a muerte.”

Mentiras

En medio del desenmarañamiento y del desmantelamiento de esas redes de espionaje en el Líbano, apareció un informe escrito por Erich Follath en el semanario sensacionalista alemán, favorable a Israel, Der Spiegel, implicando a Hezbolá en el asesinato en 2005 del primer ministro Rafiq Hariri. La afirmación fue inmediatamente rechazada por Hezbolá que afirmó que no era más que un intento de mancillar su imagen antes de las elecciones parlamentarias de junio, así como de sembrar la discordia entre suníes y chiíes.

¿Pero tiene algún mérito?

No se presentó ni un poco de evidencia verosímil para sustanciar la afirmación de Follath. No se identificaron las fuentes, no se presentaron documentos y el Tribunal Especial para el Líbano encargado de investigar el asesinato de Hariri negó haber llegado a esas conclusiones (y que siquiera las haya discutido con Follath).

“No sabemos de dónde la revista Der Spiegel obtuvo su información y no sabemos de dónde sacaron esa historia. Nadie en la oficina del fiscal ha hablado con la revista alemana sobre ningún tema,” dijo la portavoz del Tribunal.

Según Nasralá: “Los israelíes y los estadounidenses se preguntaron cómo poder sabotear la elección e influenciar su resultado. Der Spiegel fue su respuesta.”

El caso contra Hezbolá no es sólo endeble, sino probablemente fue inventado por las “fuentes” anónimas del autor. Fue descartado o simplemente ignorado en el Líbano, incluso por los oponentes a Hezbolá; Saad Hariri se negó a comentar y Walid Jumblatt advirtió que podría “descarrilar la justicia.”

Recomendamos a los lectores el penetrante informe del doctor Franklin Lamb, quien denunció con claridad los inmensos vacíos, y las preguntas sin respuesta en el artículo de Follath.

“Señor Líbano”

Es importante que se aprecie que el asesinato de “Señor Líbano” en febrero de 2005, conmovió al país y terminó por llevar a la creación de las dos alianzas opuestas 8 de marzo y 14 de marzo. Dividió profundamente al Líbano siguiendo líneas sectarias y condujo a recriminaciones mutuas y a una prolongada parálisis política.

La confluencia de los eventos mencionados – el descubrimiento de la extensión de las redes de espionaje israelíes en el Líbano, seguido por la publicación del artículo en Der Spiegel dos semanas antes de cruciales elecciones, acusando a Hezbolá de ordenar el ataque contra Hariri – no es una coincidencia.

¿Cómo se relacionan ambos eventos?

Nasralá lo dijo con franqueza:

“Es una acción preventiva de los israelíes antes de que se descubriera que sus redes de espionaje estuvieron involucradas en asesinatos en el Líbano.”

¿Es posible que la información pasada de Israel a un periódico alemán amigo haya tenido el propósito no sólo de fomentar la tensión entre suníes y chiíes antes de la elección de junio o desviar la atención de la implosión de una red de espionaje, sino para ocultar el papel de Israel en el asesinato de Hariri (que podría ser revelado por sus espías capturados)?

A diferencia de su hijo Saad en la actualidad, Rafiq Hariri tenía en general buenas relaciones con Nasralá y Hezbolá – hechos que Follath pasó convenientemente por alto – lo que hace que su participación en su asesinato sea especialmente improbable.

Pero la división y la desestabilización en el Líbano benefician a Israel, y su modus operandi ha sido siempre la instigación del desorden político y del caos civil. Por cierto, las consecuencias del asesinato de Hariri casi provocaron otra guerra civil.

Sin embargo, si Israel estuviera implicado en su muerte, todos los partidos políticos y grupos confesionales del Líbano se unirían instantáneamente en su contra.

Los casos contra cuatro generales pro-sirios de los que se supuso que estuvieron involucrados en el crimen y que fueron detenidos durante cuatro años sin acusación, fueron recientemente descartados por el Tribunal Especial por falta de evidencia y por testimonios repudiados. Una vez que quede claro que el caso contra Hezbolá también carece de mérito y las redes de espionaje israelíes que operan en el Líbano sean totalmente desenmascaradas, el Tribunal Especial no debiera perder tiempo e investigar a Israel por su posible participación en el asesinato del primer ministro Rafiq Hariri.

-------

Rannie Amiri es un comentarista independiente sobre Oriente Próximo. Para contactos, escriba a: rbamiri AT yahoo DOT com.

Leer más...

En el 20º Aniversario del fallecimiento del Imam Jomeini


Cinco siglos después de que el hombre occidental se apartase de Dios para colocarse a sí mismo como centro del Universo, el triunfo de la Revolución Islámica de Irán simbolizó el principio del fin de un sistema de valores que ha llevado a la humanidad al borde del caos moral y material, y a la inmensa mayoría de las personas a la esclavitud y a la pobreza. Todo ello debidamente adornado con las luces de colores del progreso tecnológico, el desarrollo, la ciencia empírica y la demagogia democrática.

Si el triunfo de la Revolución Islámica en Irán marcó el punto de inflexión de un sistema basado en los valores materiales, la fatwa del Imam Jomeini, la misericordia de Dios sea con él, condenando a Salmán Rushdie a muerte por sus blasfemos Versículos Satánicos, fue como si una mano gigantesca trazase de un solo plumazo una línea de demarcación que no podría ser traspasada en adelante en ninguna parte del mundo. La línea que marcaba el límite entre la libertad de expresión y el respeto a los valores sagrados de los musulmanes.
Con su fatwa, el Imam Jomeini, dejaba claro a los poderes dominantes que un nuevo poder había hecho acto de presencia en el escenario de la historia, poniendo límites al poder absoluto que ellos creían poseer.
Recuerdo que, por aquellos días, vivía yo en Madrid y envié una pequeña carta al periódico El País, en la que defendía que, para cualquier ser humano normal, era evidente que no se podía utilizar la libertad de expresión como pretexto para insultar a Jesucristo y a su Santa Madre la Virgen María, degradando su santa condición y situándoles como regentes de un burdel. Y que eso mismo valía para el Profeta del Islam y su Sagrada familia, que son los referentes morales y religiosos de un sector importante de la humanidad, y que blasfemar contra sus personas suponía un ataque contra esos mismos valores morales y esos paradigmas de virtud y santidad y, por lo tanto, un crimen.
Al día siguiente, recibí en mi casa la llamada telefónica de una persona que dijo representar a un colectivo de profesionales católicos que habían leído mi Carta a los Lectores y querían hacerme llegar su alegría de que: “Por fin, hubiese aparecido en este mundo una fuerza capaz de poner límite a esas gentes que se creían con poder ilimitado para burlarse y blasfemar contra las creencias religiosas de los creyentes” y que, un poco sorprendido por sus propias conclusiones, me confesó que: “Comenzaban a darse cuenta de que el triunfo de la Revolución Islámica en Irán suponía una bendición para la humanidad y no lo contrario, como todos los medios de comunicación tratan de hacernos creer.”
Desde entonces ha llovido mucho. Se cumplen en estos días veinte años del fallecimiento del Imam Jomeini, Dios proteja su noble secreto, y lo que entonces era sólo evidente para una ínfima minoría, comienza hoy a ser patrimonio común de un sector cada vez más amplio de la humanidad.
Con la ayuda de esta revolución triunfante que el Imam dirigiera, no solamente los pueblos palestino y libanes han conseguido resistir con éxito los afanes expansionistas y liberticidas del sionismo, sino que, cada vez más, un mayor número de pueblos del mundo, especialmente de nuestra amada América Latina, comienza a liberarse del yugo imperialista de los EEUU y a descubrir la naturaleza solidaria con los pueblos en la que esta revolución islámica hunde sus raíces.
Seguramente, si el imperialismo sionista no estuviese tan ocupado en Oriente Medio, tratando de acabar con la nueva “contradicción fundamental del sistema” que supone la Revolución Islámica de Irán, los pueblos de América Latina no habrían tenido las mismas oportunidades de liberación que en estos momentos encuentran.
Respecto a la conmoción que supuso para los poderes occidentales la fatwa del Imam Jomeini, el 30 de Marzo de 1989, el sociólogo francés Jean Braudillar escribía su artículo titulado “La despresurización de Occidente” en el que decía:
Con el caso Rushdie, Jomeini ha culminado su hazaña, consiguiendo que Occidente, en su conjunto, sea rehén de sí mismo.
Este espectacular perfeccionamiento de la toma de rehenes la convierte en una estrategia mundial, capaz de echar por tierra todas las relaciones de fuerza por la simple acción de la palabra.
En vez de contar todas esas pamplinas sobre la barbarie medieval del Ayatolá y esperar que todo desaparezca milagrosamente con su muerte, sería preferible interrogarse sobre en qué consiste el poderío simbólico, la eficacia simbólica de tal gesto.
Enfrentado al mundo entero, tras una guerra agotadora y con una correlación de fuerzas política, militar y económicamente del todo negativa, el Ayatolá dispone de una única arma ínfima e inmaterial, pero que no está lejos de ser el arma absoluta: la negación absoluta de los valores occidentales de progreso, de racionalidad, de moral política, de democracia, etcétera.
Hoy sólo él tiene la palabra, porque sólo él asume contra todos la postura maniquea del principio del mal, sólo él asume el decidir qué es el mal y exorcizarlo, sólo él acepta encarnarlo mediante el terror (Es decir: La condena a muerte del blasfemo.)…
¿Quién ha ganado? El Ayatolá, por supuesto. Simbólicamente, es cierto que seguimos con el poder de destruirlo, pero simbólicamente es él quien ha ganado, y el poderío simbólico es siempre superior al de las armas y el dinero; nuestro idealismo moderno debió enseñárnoslo.
De alguna manera es la revancha del otro mundo. El Tercer Mundo jamás había logrado plantear un verdadero desafío a Occidente. …
El efecto de fascinación -de atracción y de repulsión mundiales- desatado por el veredicto de muerte del Ayatolá contra Rushdie es en todo similar a ese fenómeno de despresurización brutal de una cabina de avión cuando se produce una brecha o una fractura en el fuselaje. Todo es violentamente aspirado hacia el exterior, hacia el vacío, en función de la diferencia de presiones entre ambos espacios. Basta con practicar una brecha, un agujero, en la película ultrafina que separa los dos mundos.
El Islam entero, el Islam actual, que no es en absoluto el de la Edad Media y que es necesario apreciar en términos estratégicos y no morales o religiosos, está haciendo el vacío en torno al sistema occidental (incluyendo a los países del Este), y practicando de tiempo en tiempo en ese sistema, mediante un solo acto o una sola palabra, brechas por las que nuestros valores se precipitan al vacío.
El Islam no ejerce presión revolucionaria sobre el universo occidental, no se arriesga a convertirlo o a conquistarlo: se contenta con desestabilizarlo mediante esta agresión viral, en nombre del principio del mal, al que nada tenemos que oponer…
Es todo nuestro sistema lo que se precipita al servicio del Ayatolá. No tiene más que levantar el meñique, y nuestra conturbada fascinación es aspirada por el principio del mal. Su estrategia es, por tanto, asombrosamente moderna, contra todo lo que se quiera decir. Mucho más moderna que la nuestra, puesto que consiste en inyectar sutilmente elementos arcaicos en un contexto moderno: una fatwa, un decreto de muerte, una imprecación, no importa qué. Si nuestro universo occidental fuera sólido, ni siquiera tendría sentido. Pero, por el contrario, todo nuestro sistema se precipita al vacío y sirve de caja de resonancia: sirve de superconductor de ese virus.
¿Cómo comprender? También en este caso es la revancha del otro mundo: ya llevamos al resto del mundo bastantes gérmenes, enfermedades, epidemias e ideologías contra las cuales estaban indefensos; pareciera que, por un irónico giro de las cosas, seamos nosotros los que estemos hoy indefensos ante un infame, pequeño microbio arcaico.
También Albin Toffler en 1990 en su obra El cambio de Poder se refería al Imam Jomeini en estos términos:
La resurrección de la religión
Cuando Ayatolá Jomeini pidió un mártir que se encargara de asesinar a Salman Rushdie, cuya novela Los versículos satánicos Jomeini denunció como blasfema, transmitió un histórico mensaje a todos los Gobiernos del mundo. Ese men¬saje se comunicó instantáneamente por satélite, televisión y medios impresos. Sin embargo, el mensaje fue totalmente malinterpretado…
Uno puede argumentar que el libro de Rushdie era de mal gusto, que deliberadamente ofendía a muchos musulmanes, que ridiculizaba a toda una religión y que violaba el Corán. La verdad es que Jomeini dijo estas cosas. Pero no fue ése su auténtico mensaje. Jomeini estaba diciendo al mundo que la nación-Estado ya no es el único actor, ni siquiera el más importante, en el escenario mundial….
Lo que Jomeini estaba diciendo realmente era que los Estados «soberanos» no son soberanos en absoluto, sino sujetos a una superior soberanía chiíta que sólo él definiría –que una religión o iglesia tienen derechos que sobrepasan a los de las meras nacio¬nes-Estado.
En realidad, estaba desafiando a toda la estructura de las «modernas» leyes y costumbres internacionales, que hasta entonces se habían basado en el supuesto de que las naciones son las unidades básicas –los actores clave– en el escenario mundial.
El juego mundial que se está organizando en pos del Poder y que cobrará especial relevancia en décadas inmediatas no puede comprenderse sin tener en cuenta el creciente poder del Islam…
Hoy, trascurridos treinta años desde el triunfo de la Revolución Islámica en Irán, sólo se puede entender lo que está sucediendo en el mundo, si se analiza a la luz del triunfo de la misma y de sus consecuencias.
Como dijo muy lúcidamente, el consejero sionista eterno, Henry Kisinguer, nada más producirse el triunfo de la Revolución Islamica Iraní: Si no paramos ahora esta revolución, la veremos extenderse desde Bangla Desh hasta Marraquesh.
Así ha sido. La reconciliación de los bloques antagónicos capitalista-socialista, “Contradicción fundamental del sistema” conforme al análisis marxista de ambos bandos, supuso el primer paso hacia la unificación de fuerzas del bloque materialista, para enfrentar el peligro de una revolución que proclama abiertamente la superioridad de un Dios de justicia y hermandad entre los seres humanos.
Como ellos mismos reconocen, desde el triunfo de esta revolución pasan despiertos día y noche estudiando la manera de acabar con ella.
La guerra infinita contra el terrorismo, desatada a partir del auto-atentado de las torres gemelas de Nueva York, quiso ser el impulso final con el que enredar al mundo en una nueva cruzada anti islámica, pero, afortunadamente, la movilización mundial del 15 de febrero del 2003 no lo permitió.
Eso no quiere decir que el imperialismo sionista haya abandonado sus intentos. La lucha contra el terrorismo es el tenue velo con el que apenas disimulan su voluntad de destruir el Islam.
No el Islam americanizado, como le calificó el Imam Jomeini. Ese Islam que se limita a ser extremista en los aspectos más rituales de la fe y en lo político se somete al dictado del imperial sionismo, ni tampoco ese Islam terrorista que ellos mismos han fabricado y que les proporciona las coartadas necesarias, sino el Islam revolucionario y militante que denuncia a diario sus atrocidades e injusticias desde las tribunas del país y los foros internacionales y que apoya material y moralmente a los movimientos de liberación antiimperialistas, desde Sudáfrica en su día hasta los nacientes procesos revolucionarios de independencia en América Latina y que se ha convertido en una referencia obligada de los pueblos en su lucha de liberación y en un soporte inquebrantable de los movimientos de resistencia islámica contra el Imperial-Sionismo.
Cada día que el sistema revolucionario islámico se mantiene vivo en Irán, denunciando los crímenes contra el pueblo palestino, el racismo del Ente Sionista, o la invasión Occidental de Iraq y Afganistán, por encima de las diferentes tendencias que en cada momento pueda ejercer el gobierno ejecutivo en el Estado iraní, supone un desafió para los poderes imperialistas y un ejemplo a seguir para los pueblos que luchan por su liberación y por la creación de un mundo mejor.
El triunfo de la Revolución liderada y guiada por Imam Jomeini, la paz de Dios sea con él, aporta a las tradicionales revoluciones anti imperialistas la dimensión de las que estas han carecido, la dimensión espiritual y acaba con el viejo paradigma: revolucionario=ateo y religioso=reaccionario.
Quienes todavía no han entendido que esta revolución viene con todo un modelo alternativo completo, capaz de sustituir con éxito al viejo sistema, pues basa su política en las enseñanzas proféticas de “Amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a sí mismo,” no han entendido nada.
Cuando André Malraux dijo: “El siglo XXI será religioso o no será” estaba apuntando eso mismo. El siglo XXI habrá de devolver a los seres humanos su dimensión espiritual o la humanidad se destruirá.
Los poderes imperialistas se aprestan a destruir un mundo que ya no pueden controlar.
Es labor de los revolucionarios verdaderos, aquellos que aun sufren con el sufrimiento de sus semejantes, que viven como una ofensa propia la ofensa que se le inflige al débil y están dispuestos a luchar por ellos, a movilizarse por la única libertad verdadera, aquella que se construye a partir de la justicia social, analizar acertadamente la nueva relación de fuerzas que el triunfo de la Revolución Islámica en Irán ha creado y discernir con sabiduría cual es el lado de sus enemigos y cual el de sus amigos.
La Revolución Islámica que Irán representa no es dogmática, no pretende imponer su ideología a sus enemigos, mucho menos a sus aliados, más bien aporta a las tradicionales luchas de los oprimidos la dimensión transcendente de la que los usureros habían privado a la humanidad. Es el amor a la creación divina el que obliga al creyente verdadero a salir en defensa de Sus criaturas oprimidas y de la Verdad. Es la confianza absoluta en que Dios es más grande la que nos arma para poder enfrentarnos resueltamente contra el monstruo satánico que esclaviza a la humanidad. Esa fue la enseñanza fundamental de nuestro amado Imam Jomeini.
Trabajar por la unidad de todas las fuerzas que luchan contra ese monstruo inhumano y construir ese nuevo mundo basado en valores divinos, es decir en valores humanos, es el mejor homenaje que podemos hacer a su memoria en este veinte aniversario de su fallecimiento.

Yafar Abdellah
Qom, 4 de Junio de 2009

Leer más...