Asalto israelí a la flotilla de la Libertad
05-06-2010
Alberto Piris
república.org
Las sesiones celebradas en Naciones Unidas durante la semana pasada para evitar que el Tratado de no proliferación nuclear (TNP) caiga en el definitivo olvido, tras los largos años que lleva sobreviviendo con respiración asistida, nos han permitido comprobar que al menos 189 Estados, de los 192 miembros de la ONU, han reafirmado solemne y públicamente su voluntad de eliminar todas las armas nucleares del mundo.
No entraremos ahora a valorar en su justa medida lo que de deseable o de posible tiene tan altruista y loable empeño. Pero sí hay que reconocer la buena voluntad de las contadas y privilegiadas potencias provistas oficialmente de armas nucleares, que aunque sea a regañadientes saben que cuando firmaron el Tratado no solo ponían un obstáculo importante a la entrada de nuevos países en el exclusivo “club nuclear” -que era lo que en realidad buscaban cuando a finales de los años sesenta empezaron las conversaciones sobre esta cuestión-, sino que también sabían que el TNP les obliga a dar los pasos necesarios para alcanzar la meta final de un “desarme general y completo”, como reza su texto. Poco se ha avanzado en este segundo objetivo del TNP, porque el Tratado ha venido siendo utilizado por unos y otros como un arma arrojadiza para promover los propios intereses nacionales en cuestiones tan delicadas como la defensa nacional, la autonomía energética o la rivalidad regional.
Pero ahora las cosas parecen haber cambiado un poco, y los países asistentes a esta última cumbre han establecido una fecha límite, el año 2012, para alcanzar un objetivo que esta vez es más concreto: la desnuclearización de Oriente Próximo. No se le puede poner ninguna objeción, porque la tensión en esta zona tan crítica para la geopolítica mundial obliga a avanzar a marchas forzadas en el sentido de reducir los niveles de armamento de los países que la integran, so pena de ir creando en ella todas las condiciones para una catástrofe de alcance imprevisible.
Y ¡cómo no! de nuevo el escollo está en Israel, un Estado verdaderamente anómalo: primero, por su naturaleza (es un Estado “judío” que discrimina por razones étnicas); y después, por su comportamiento (incumpliendo reiteradamente muchas normas internacionales que a todos obligan). A pesar de esto, sigue gozando de la injusta impunidad que su relación especial con EEUU le viene garantizando.
De hecho, en los últimos años y a pesar del TNP, las potencias oficialmente nucleares son responsables de haber aceptado tácitamente el armamento nuclear no declarado de Israel -y también el de India y Pakistán- legitimando con ello su existencia. Para estos tres países no existen las mismas sanciones ni las tajantes prohibiciones de intercambio de tecnologías, ni otras limitaciones que se aplican implacablemente a otros países.
No debe sorprender la insistencia obsesiva con la que los gobernantes israelíes se aferran a una circunstancia que les es favorable y, para justificar algunas de sus acciones más brutales como Estado “bandolero”, resaltan el hecho, ciertamente discutible para muchos, de que Israel es la única democracia de la zona. Es verdad que la simple existencia del aberrante régimen saudí, de inocultable raíz teocrática, donde los más elementales derechos humanos son violados diariamente, sobre todo en lo relativo a la situación servil impuesta a las mujeres, le facilita bastante a Israel el lavado de su imagen.
Pero de ahí a aceptar a Israel como una democracia ordinaria va un paso imposible de dar cuando se recuerda su brutalidad en la anterior represión y la actual asfixia de la Gaza palestina, de la que el último acto de barbarie aeronaval todavía llena de irritación a la opinión mundial. Y pone a los gobiernos occidentales ante la difícil tesitura de saber hasta dónde es posible seguir apoyando a un Estado que actúa con tanto desprecio del derecho internacional en los territorios ocupados y que, cuando lo estima oportuno, sin el menor reparo ataca a otros países (Siria, Líbano) o asalta buques extranjeros en aguas internacionales.
Ya en 1995 los Estados árabes aceptaron la continuada vigencia del TNP a cambio de que se celebrase una conferencia internacional que abordase a fondo el conflicto israelo-palestino. Quince años han transcurrido sin avanzar por este camino y numerosos son los países del grupo de los no alineados que exigen ya decisiones positivas. Sin embargo, Washington siempre ha considerado que cualquier avance en el desarme nuclear en Oriente Próximo requiere como condición previa la firma de un amplio acuerdo de paz en esta región. Esto está cada vez más lejos, y actos de violencia como el perpetrado por Israel esta semana no conducen al camino de la paz.
Las armas nucleares siguen siendo el terrible fantasma que se cierne sobre la humanidad y su presencia entre unos pueblos cuyos gobernantes todavía creen que son garantía de seguridad o de hegemonía es el peor estigma que hemos heredado de la Guerra Fría.
http://www.republica.es/2010/06/03/armas-nucleares-en-oriente-proximo/
sábado, 5 de junio de 2010
Armas nucleares en Oriente Próximo
sábado, 29 de mayo de 2010
189 Países Piden que Israel Firme el TNP
Al-Manar
29/05/2010
La declaración final de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) ha pedido el establecimiento de una zona libre de armas nucleares en Oriente Medio.
El documento, de 28 páginas, que fue acordado el viernes por todos los 189 países signatarios después de un mes largo de conversaciones en el cuartel general de la ONU en Nueva York pide que sea celebrada una conferencia en 2012 “a la que acudan todos los estados de Oriente Medio y que lleve al establecimiento de una zona libre de armas nucleares en la región.”
Diplomáticos occidentales dijeron que EEUU finalmente accedió en la ONU a un acuerdo para presionar a Israel para que se una al TNP.
La declaración final de la conferencia enfatiza “la importancia de la adhesión de Israel al TNP y la puesta de todas sus instalaciones nucleares bajo las salvaguardias de la AIEA”.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha alabado el resultado de la conferencia.
La mayoría de los expertos afirman que Israel tiene un arsenal de más de 200 cabezas nucleares.
martes, 18 de mayo de 2010
Informe desclasificado desenmascara investigaciones defectuosas Uranio de EE.UU. con grado de arma se desvió a Israel
Grant Smith
Antiwar/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
8-05-2010
La Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación (TPN) de Armas Nucleares de 2010 tuvo lugar en la sede de la ONU en Nueva York. Un documento de trabajo requiere un Oriente Próximo libre de armas nucleares. Prescribe que los Estados miembros del TPN “revelen en sus informes nacionales referentes a la aplicación de la resolución sobre Oriente Próximo toda la información de que dispongan sobre la naturaleza y alcance de las instalaciones y actividades nucleares israelíes, incluyendo información que tenga que ver con transferencias nucleares previas a Israel”.
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El 6 de mayo de 2010, la Oficina Gubernamental de Contraloría de EE.UU. (GAO, por sus siglas en inglés) publicó el informe de 1978, antes secreto, “¿Desvío nuclear en EE.UU.? 13 años de contradicción y confusión” [.pdf.] Llena importantes lagunas históricas sobre el desvío de uranio de grado de armas desde EE.UU. a Israel.
Los presidentes de EE.UU. han autorizado desde hace tiempo la “ambigüedad estratégica” –una política de no confirmar ni desmentir que Israel incluso posea armas nucleares. Este pretexto ha permitido que EE.UU. entregue la parte más grande de su presupuesto de ayuda al extranjero a Israel, a pesar de claras prohibiciones legales impuestas por las enmienda.
Glenn y Symington a la Ley de Ayuda al Extranjero. Países miembros de la ONU han sospechado desde hace tiempo que EE.UU. hace caso omiso o apoya activamente la transferencia a Israel de know-how, uranio de grado de armas, y tecnología de doble uso. La investigación y correspondencia de 62 páginas de la GAO confirma que EE.UU. se niega a sentar las bases de investigaciones verosímiles que permitirían asegurar el procesamiento de sus autores.
“¿Desvío nuclear en EE.UU.? 13 años de contradicción y confusión” investiga el período entre 1957 y 1967 cuando la Corporación de Materiales y Equipamiento Nucleares (NUMEC) recibió más de 22 toneladas de uranio-235 –el material esencial utilizado para fabricar armas nucleares. El fundador y presidente de NUMEC Zalman M. Shapiro era jefe de una sección local de la Organización Sionista de EE.UU. (ZOA) y agente de ventas para el Ministerio de Defensa de Israel en EE.UU. A principios de los años sesenta, la Comisión de Energía Atómica (AEC) comenzó a documentar deslices sospechosos en la seguridad en la planta de NUMEC en Apollo, Pensilvania. En 1965 una auditoría de la AEC ya no pudo explicar más de 90 kilos de uranio altamente enriquecido. Cálculos posteriores aumentaron a unos 272 kilos.
El Congreso encargó a la GAO que investigara cuatro afirmaciones sobre lo que había pasado con el uranio. La primera era que “el material fue desviado ilegalmente a Israel por la administración de la NUMEC para su uso en armas nucleares.” Fue el resultado de tempranas investigaciones de la AEC y del FBI sobre las actividades de Zalman Shapiro. La segunda teoría: “el material fue desviado a Israel por la administración de NUMEC con la ayuda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)” provino del silencio de la CIA y por su falta manifiesta de interés por todo el asunto. Las teorías finales exploradas por la GAO fueron más generales: que “el material fue desviado a Israel con la aprobación del gobierno de EE.UU.” o “que ha habido un encubrimiento del incidente de NUMEC por parte del gobierno de EE.UU.”.
La GAO solicitó toda la información disponible desarrollada por la CIA, el FBI, el Departamento de Energía y la AEC, pero se le “denegaron continuamente los informes y documentación necesaria… por parte de la CIA y el FBI”. La GAO intentó colmar las brechas o las negativas directas a cooperar mediante entrevistas directas de agentes especiales del FBI. La GAO también trató de publicar el informe, a fin de responder a la creciente preocupación pública. Al representante John Dingell (Demócrata de Michigan), presidente del Subcomité de la Cámara sobre Energía y Electricidad, quien solicitó la investigación, se le dijo seis meses antes de su publicación que sólo las áreas más sensibles del informe serían clasificadas. La CIA y el FBI insistieron en que todo el informe fuera clasificado al nivel “secreto” pasando por alto las objeciones de Dingell, quien dijo: “Creo que es hora de que el público sea informado sobre los hechos que rodean el… affaire y el posible desvío de uranio de grado de armas a Israel”.
El informe de la GAO arremete contra la realización intermitente de las investigaciones de NUMEC por el FBI: “El FBI, que tenía la responsabilidad y autoridad para investigar el presunto incidente, no se concentró en el problema de un posible desvío nuclear hasta mayo de 1976, casi 11 años después. Inicialmente, el FBI se rehusó a la solicitud del DOE [Departamento de Energía] de realizar una investigación de la posibilidad de un desvío aunque, bajo la Ley de Energía Atómica, se requería que realizara tales investigaciones”.
La investigación inicial del FBI durante los años sesenta se concentró rápidamente en la administración de NUMEC, pero las recomendaciones para la acción del FBI fueron bloqueadas. Según la GAO: “El FBI se preocupó tanto por los riesgos de seguridad planteados por el presidente de NUMEC, que consultó al DOE si tenía la intención de terminar su aprobación de seguridad o detener el flujo de materiales a NUMEC. Conforme a la relación del FBI con la GAO, el FBI recomendó que se eliminara la licencia de operación de NUMEC”. Cuando la solicitud del FBI fue ignorada, abandonó toda la investigación entre 1969 y 1976.
Fue necesaria una orden directa del presidente Gerald Ford en 1976 para que el FBI y el Departamento de Justicia “encararan el aspecto del desvío”. La nueva investigación condujo rápidamente a cambios de rumbo de las posiciones oficiales del gobierno de EE.UU. respecto a NUMEC. Según el informe de la GAO, “hasta el verano de 1977, el único punto de vista gubernamental publicado sobre el incidente de NUMEC fue que no había evidencia que indicara que había ocurrido un desvío de material nuclear”. En febrero de 1978, la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) anunció que había “reconsiderado” su posición anterior de que no había “ninguna prueba” que confirmara el desvío.
Pero la brecha de 11 años “obviamente obstaculizó” la iniciativa. La GAO reveló que las salvaguardas de materiales nucleares del DOE, que antes de 1967 rastreaba el valor monetario más que la masa precisa de uranio, tenían serios defectos. NUMEC afirmó que antecedentes clave que cubrían un período de pérdidas de uranio pesado fueron destruidos durante una “disputa laboral” en 1964. NUMEC pagó en 1966 una multa de 1,1 millones de dólares por la falta de 93 kilos de uranio, lo que cerró el caso del DOE. NUMEC también contrató a uno de los principales investigadores in situ del DOE para reforzar la apariencia de un serio control y responsabilización por los materiales. La GAO descubrió que incluso en 1978 el FBI no había tomado contacto con individuos clave en el asunto. Un agente responsable del FBI dijo a la GAO que éste no investigó la fuente de fondos para pagar la multa del DOE a NUMEC ya que anticipó “dificultades legales”. Por lo tanto la GAO investigó el tema, haciendo sus propios llamados telefónicos al Banco Mellon.
El informe de la GAO critica enérgicamente a la CIA: “De entrevistas con un ex funcionario de la CIA y con antiguos y actuales funcionarios y personal del DOE y del FBI concluimos que la CIA no cooperó plenamente con el DOE o el FBI en el intento de resolver el asunto de NUMEC”. El informe no es concluyente sobre lo que sucedió exactamente en NUMEC, pero no sobre las agencias involucradas en la investigación hasta 1978. “Creemos que un esfuerzo oportuno y concertado por parte de esas tres agencias habría ayudado considerablemente y posiblemente resuelto las preguntas sobre el desvío de NUMEC, si hubieran deseado hacerlo.”
El paso del tiempo ha eliminado cualesquiera dudas restantes de que NUMEC desvió uranio a Israel. Se reveló posteriormente que Rafael Eitan, quien visitó a NUMEC en 1968, era el máximo espía israelí que apuntaba a objetivos nucleares, de defensa nacional, y económicos de EE.UU., cuando su agente (el analista de la Armada de EE.UU. Jonathan Pollard) fue arrestado por espionaje para Israel en 1985. Según Anthony Cordesman, “no existe un motivo concebible para que Eitan haya ido [a la planta Apollo] sino por el material nuclear”. El jefe de estación de la CIA en Tel Aviv, John Hadden, calificó a NUMEC de “una operación israelí desde el comienzo”, una conclusión apoyada por su financiamiento de puesta en marcha y sus vínculos iniciales con los servicios de inteligencia israelíes. También es evidente ahora la razón por la cual los gobiernos de Lyndon Johnson y Richard Nixon no investigaron convincentemente a NUMEC como un problema de desvío.
Las presiones diplomáticas directas de John F. Kennedy por inspecciones estadounidenses del reactor Dimona de Israel aumentaron durante 1962-1963. Durante una reunión del 27 de diciembre de 1963, con la ministra de exteriores de Israel Golda Meir, Kennedy expresó la esperanza de que la relación fuera un “camino bidireccional”. Meir tranquilizó al presidente Kennedy en el sentido de que “no habría ninguna dificultad entre nosotros respecto al reactor nuclear israelí”. Kennedy dio un ultimátum final a Israel el 5 de julio de 1963, insistiendo en que Dimona fuera sometido a inspecciones seriales “de acuerdo con estándares internacionales” a fin de verificar su “propósito pacífico”. Simultáneamente, el Departamento de Justicia de Kennedy libraba una intensa batalla tras puertas cerradas para registrar y regular el lobby elitista de Israel en EE.UU., el Consejo Sionista Estadounidense, que traía fondos del exterior para cabildear. El asesinato de Kennedy en noviembre traumatizó a la nación y llevó a la revocación total y permanente de ambas iniciativas.
Según Avner Cohen, en 1958 el primer ministro israelí David ben Gurion había organizado con Abraham Feinberg, un “importante recolector de fondos demócrata”, que se financiara en secreto un programa de armas nucleares entre “benefactores” en EE.UU. Abraham Feinberg, quien respaldó la exitosa campaña electoral de giras relámpago de Harry S. Truman, fue sucinto al describir su papel personal en el sistema político de EE.UU.: “Mi camino al poder fue la cooperación en términos de lo que ellos necesitaban –dinero para la campaña”. Feinberg abrió puertas en el Congreso para futuros dirigentes del lobby de Israel, incluido el fundador de AIPAC Isaiah L. Kenen. Según Seymour Hersh: “No cabe duda de que Feinberg gozaba del mayor acceso e influencia presidencial con Lyndon Johnson en sus 20 años como recolector de fondos y lobista judío. Documentos en la Biblioteca Johnson muestran que incluso los miembros más importantes del Consejo Nacional de Seguridad comprendían que había que satisfacer cualquier tema presentado por Feinberg”. Su poder y papel en el financiamiento de las perspectivas electorales de Lyndon B. Johnson invalidaron temporalmente un escrutinio del programa de armas nucleares de Israel –en EE.UU. y en el extranjero– en un momento crítico.
El 14 de octubre de 1964, menos de tres semanas antes de las elecciones presidenciales de 1964, el máximo asistente administrativo de Johnson, Walter Jenkins, fue arrestado en un retrete público acusado de un encuentro sexual ilícito. Por lo menos 250.000 dólares que Abraham Feinberg recolectó para Johnson se encontraban en la caja de seguridad en la oficina de Jenkins. Johnson llamó por teléfono a sus asistentes de confianza, Bill Moyers y Myer Feldman, con órdenes de sacar el dinero, lo que hicieron con ayuda de un pesado maletín. Posteriormente Israel volvió a repletar las arcas de Feinberg (como lo había hecho con Zalman Shapiro mediante comisiones por ventas) con favores multimillonarios, como ser la propiedad de la franquicia nacional de Coca-Cola.
En 1968, mientras Israel incrementaba perceptiblemente las actividades en la instalación de armas nucleares de Dimona, el secretario de defensa Clark Clifford hizo un último llamado urgente a Johnson: “Señor presidente, no quiero vivir en un mundo en el que los israelíes tengan armas nucleares”. El presidente Johnson fue abrupto antes de colgar a Clifford: “No me moleste más con eso”. Para cuando la primera ministra israelí Golda Meir presionó al presidente Nixon para que redefiniera la política de no proliferación de EE.UU. como “ambigüedad” hacia las armas nucleares israelíes, el arsenal y la cantidad de armas desplegadas por Israel aumentaba continuamente.
El informe revela por qué la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación (TPN) de Armas Nucleares de 2010 en la ONU –como la GAO– no es realmente capaz de cuestionar a los verdaderos impulsores de la proliferación nuclear en Oriente Próximo. “¿Desvío nuclear en EE.UU.? 13 años de contradicción y confusión” es un informe tan singular y noble en su propósito que probablemente nunca habrá otro parecido. Aunque deja sin explorar la continua presencia, influencia, y efecto de los lobistas de Israel que trabajan en el centro de los gobiernos de EE.UU., la GAO suministra a los estadounidenses preocupados una instantánea de un momento antes de que su Congreso, políticos ambiciosos, y administración de medio nivel de agencias gubernamentales, todos “recibieran el memorando”.
En 2010 ese memorando no escrito dice algo como: Los crímenes cometidos en nombre de Israel –por audaces que sean– nunca serán adecuadamente investigados, para no hablar de enjuiciados… así que no pierdan su tiempo.
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Grant F. Smith es autor del nuevo libro Spy Trade: How Israel's Lobby Undermines America's Economy. Es colaborador frecuente de Radio France Internationale y del Foro Interamericano de Voice of America. Smith también ha aparecido en BBC News, CNN, y C-SPAN. Actualmente es director del Institute for Research: Middle Eastern Policy en Washington, D.C.
Este artículo fue publicado por primera vez en: www.antiwar.com
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Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article25457.htm
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miércoles, 14 de abril de 2010
Publicación Británica: Israel es la Sexta Potencia Nuclear con Casi 300 Cabezas
12/04/2010 Analistas de una prominente publicación militar británica han señalado que Israel es la sexta potencia nuclear y dispone de un número de cabezas nucleares que podría llegar a 300.
Citando comentarios de expertos de seguridad británicos, el semanario Janes Defense Weekly ha revelado que Tel Aviv posee en la actualidad entre 100 y 300 cabezas nucleares.
El poder destructivo nuclear israelí es más o menos igual que el del Reino Unido, dijo la publicación.
El armamento, añade, está desplegado en tierra, mar y aire y puede ser preparado para su utilización cuestión de días.
Según el Instituto de Estudios Estratégicos con sede en Londres, la fuerza estratégica terrestre de Israel está basada en los misiles de corto alcance Jericho-1 y en los misiles de alcance intermedio Jerico-2.
Basándose en el informe de Jane´s, el alcance de Jerico-1 se ha incrementado desde los 1.500 kmts hasta los 4.500. Desde 2005, Israel ha añadido también el misil Jerico-3, que tiene un alcance de 7.800 kmts.
La publicación señala que además de tener cabezas nucleares en misiles, Israel ha desarrollado también armas nucleares tácticas en forma de minas y obuses de artillería.
Desde 1958, cuando comenzó a construir su conocida instalación de procesamiento de uranio y plutonio en Dimona, Israel ha fabricado centenares de cabezas nucleares, siendo el único estado de Oriente Medio que cuenta con armas de este tipo.
Tel Aviv mantiene una política de calculada ambigüedad nuclear sobre este tema -con el fin de evitar presiones internacionales- y se ha negado hasta el momento a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), un documento que busca fijar límites a la difusión de tales armas.
EEUU y otros estados europeos, sin embargo, han guardado silencio hasta el momento acerca de las actividades nucleares israelíes.