domingo, 31 de mayo de 2009

Subidas en el precio del petróleo y las hambrunas por venir


29 DE MAYO DE 2009
Eduardo Andrade Bone (especial para ARGENPRESS.info)
Desde el corazón mismo de la especulación financiera y el origen de la crisis económica del sistema capitalista mundial, los Estados Unidos, nuevamente se procede a la manipulación de los precios del petróleo.

A los responsables de la actual crisis económica del mundo capitalista, vale decir los especuladores y las mafias económicas y financieras del Imperio, ya no les basta con el actual caos reinante en el manejo de la economía mundial. Ahora han resuelto nuevamente elevar los precios del petróleo de forma gradual, tensionando así los mercados energéticos.

Al escribir esta nota el barril de West Texas, de referencia en Estados Unidos, supera ya de forma holgada los 63 dólares por barril, lo que nos indica que en el transcurso del año este podría llegar entre los 75 y 80 dólares el barril. El precio del vital energético seguirá subiendo paulatinamente, generando así nuevos problemas a la presunta recuperación económica del sistema capitalista mundial.

Ahora la caída de las reservas en Estados Unidos, que han bajado en 5,4 millones de barriles durante la semana pasada hasta los 363,1 millones, ha encendido nuevamente las alarmas y la subida gradual en el precio del oro negro.

Arabia Saudí ha advertido hace algunos días atrás que los precios del crudo podrían superar el récord de casi 150 dólares (unos 107 euros) el barril alcanzado en 2008. El ministro de Petróleo de Arabia Saudí, Ali al Naimi, señalo que el mundo se dirige a una nueva alza del crudo después de la actual fase de débil demanda y precios significativamente más bajos, pero que el mercado más bien refleja la crisis económica del sistema capitalista mundial, no lo que está por venir.

Ahora sin duda que el panorama es cada vez más sombrío, en donde se vera afectado el escenario de la inversión, y dijo que “los bajos precios, la débil demanda, los altos costos, agudos mercados crediticios y políticas energéticas centradas en fuentes alternativas de combustible, todas combinadas, afectan la inversión en nuevos proyectos”. Lo que ha sido ratificado además por voceros del FMI los cuales han expresado que el crudo seguirá con alzas a medio plazo.

Recordemos que el máximo alcanzado en el precio del barril del crudo, llego a los 148 dólares por barril lo que de inmediatito significo el aumento de precios de una infinidad de productos, así como los de “la canasta básica alimenticia”. Posteriormente se vuelve ve a producir una caída en los precios del petróleo, pero los precios en especial de la canasta básica, se quedaron pegados arriba.

Ya en ese entonces se reduce el poder adquisitivo de los consumidores, producto del contubernio establecido entre productores, distribuidores y comerciantes en lo relativo a la designación de precios. Hoy con productos básicos alimentarios que ya se encuentran caros y con esta nuevas subidas del valor del petróleo el sistema capitalista global se encamina ha desatar la “hambruna” en los más diversos lugares del mundo.

Pascal Lamy, jefe de la organización mundial de comercio (OMC) señaló recientemente que se espera que siga aumentando el desempleo, incluso después de que las economías comiencen a salir de la crisis. De manera similar, los precios de los bienes de primera necesidad se elevarán antes de que eventualmente la economía se recupere, han advertido además las agencias de las Naciones Unidas.

Las informaciones procedentes del sector económico de la prensa mundial, nos indican que en lo que va corrido del año, el crudo se ha encarecido en un 39%, ahora desde su caída en febrero pasado (33,98 dólares) viene acumulando una subida de la que ya se remonta al 81%.

Ahora cuando los ciudadanos se ven enfrentados a la inseguridad laboral, a un creciente desempleo y cuando el poder adquisitivo de los consumidores no remonta por ningún lado, la nueva subida del valor del petróleo generara nuevas contracciones en el consumo, afectara una vez más a la industria manufacturera y volverá a desatar la inflación en el valor de innumerables productos y en especial de los alimenticios, empeorando aún más las condiciones de vida de los que viven con salarios de sobrevivencia.

Ahora la hambrunas que generara el sistema capitalista mundial con sus crisis, se expresará con mayor fuerza en los llamados países en vías de desarrollo o emergentes. Sin contar con el continente Africano que producto del saqueo desarrollado por las ex colonias europeas, vienen padeciendo de hambre y hambrunas desde hace ya bastante tiempo. Ahora recientemente en entrevista concedida a la prensa española por el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, señalo que” hay una crisis alimentaria larvada, que no se ha calmado tanto como la gente cree” afirma, y que se puede transformar en graves consecuencia para la mayoría de los pueblos mundo.

Ahora cuando observamos que la industria manufacturera ha sido duramente golpeada por la crisis económica generada por su propio sistema, y cuando no se observan signos claros y reales de recuperación y crecimiento económico, surge una vez más la amenaza de un nuevo aumento gradual de los precios del crudo, lo que impedirá un mejoramiento del PIB y se puede transformar en una situación más catastrófica aún, cuyas consecuencias mayores la seguirán pagando los estratos sociales de menores ingresos y las capas medias endeudadas y empobrecidas.

Lo cierto es que la actual subida en los precios del crudo, influirá en una recuperación más bien negativa de la “economía real”, pues los especuladores y las mafias financieras son los que determinan las reglas del juego, cuyas consecuencias mayores se expresara en un deterioro de la situación de los mercados, en un aumento del valor del dinero, nuevas bajadas en los tipos de interés y una inflación galopante y difícil de controlar, con todas las consecuencias económicas y sociales de lo que ello significa, y que poco les importa a los grandes empresarios y las castas políticas de centro derecha.

Mientras tanto continua creciendo el ejército de cesantes en el mundo, se deterioran las condiciones de vida de pueblos enteros y las injusticias y desigualdades sociales son cada vez más abismantes.

Ahora los personajes más ricos del mundo y que suman una fortuna de más de 120.000 millones de dólares, se reunieron recientemente en una de las mansiones del potentado Rockefeller con la intención de seguir planificando el saqueo del mundo. En dicho encuentro y como una forma de buscar soluciones a la crisis económica actual y que se le ha escapado de las manos, discutieron acercas de la búsqueda de nuevas ideas para seguir expoliando a la clase trabajadora y los pueblos del mundo, como tener a buen recaudo los recursos naturales del planeta, en la medida que ellos tienen el control de la economía mundial y todas sus conductas especulativas y mafiosas.

Encuentros similares se han realizado recientemente en Atenas (Grecia), con el objeto de delinear el curso de la crisis económica mundial, y hasta donde esta afectando las arcas de los más ricos del mundo, para luego proceder en cuestión. Como podemos apreciar una situación de crisis económica como la que vive el sistema capitalista mundial y sus principales epicentro (EE.UU., UE, Japón), no se resuelve en organismos como la ONU, ahora la resuelven directamente las oligarquías económicamente dominante del mundo. Es en estos grupos donde se resuelve el precio del petróleo, el aumento del desempleo, las hambrunas y el deterioro de las condiciones de vida de pueblos entero.

En los dos encuentros de los oligarcas del mundo y los organismos que los representan como el BM, FMI ,el BID, la OMC y otros de la misma estirpe , han llegado a la conclusión que el panorama económico, alimenticio y ecológico mundial, se ira deteriorando paulatinamente y que en los próximos cien años, solo habrá cabida para sostener a 2200 millones de personas en el planeta , y que el resto debe desaparecer vía hambrunas, guerras regionales, cataclismos naturales producidos por los avance alcanzados en el terreno de la ciencia, o una diabólica guerra nuclear, que pretenden encender vía Corea del Norte.

De allí que la subida una vez más del precio de barril de petróleo, no es otra cosa que un eslabón más de la larga lista de tragedias que deberán enfrentar los habitantes del globo terráqueo, producto de un sistema capitalista mundial en crisis, que ha sido incapaz de resolver los problemas más apremiantes de la humanidad.


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Cinco países postsoviéticos crean Alianza Militar en Asia Central


RIA NOVOSTI
29 DE MAYO DE 2009

Cinco países postsoviéticos - Kazajstán, Kirguizia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán - crearán un poderoso grupo de tropas en el Asia Central, escribe hoy el diario ruso Kommersant.

"Será una estructura estrictamente militar formada para garantizar la seguridad del Asia Central ante una agresión externa", explicó a este diario una fuente del Ministerio ruso de Exteriores. El periódico recalca que el plan contribuirá a reforzar el potencial bélico de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y transformar esta alianza, que incluye a las cinco naciones citadas más Armenia y Bielorrusia, en una entidad similar a la OTAN que es el objetivo marcado por el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev.

El futuro "grupo centroasiático" estará conformado por unidades blindadas y de artillería de Kazajstán, Kirguizia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, así como por las fuerzas navales presentes en el Mar Caspio, precisó Vitali Strugovéts, portavoz de la OTSC. El núcleo de este grupo, agregó, será la Fuerza Colectiva de Reacción Rápida que los siete países miembros de la OTSC decidieron crear en febrero pasado.

Su composición numérica se mantiene por ahora en secreto pero Strugovéts dio a entender que será una fuerza impresionante. En el marco de la OTSC, recordó, ya existen grupos militares integrados por Armenia y Rusia, así como por Bielorrusia y Rusia. Este último, por ejemplo, incluye al conjunto de las Fuerzas Armadas de Bielorrusia más todo lo que Rusia tiene en la zona occidental.



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Los principios de neolengua


George Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair, ciudadano inglés. Nace en la India el 25 de Junio del 1903 y muere en Londres el 21 de enero de 1950). Escritor y periodista, profundamente comprometido con la lucha antiimperialista, regresa de la guerra civil española, en la que participó como voluntario del lado de la República, profundamente afectado por la represión sangrienta que el Partido Comunista Estalinista realizó, en mitad del asedio franquista de Cataluña, contra los anarquistas y los trotskistas catalanes, el año 1937.
El año 1848 escribe su famosa obra 1984, el epílogo de la cual titulará Los Principios de la Neolengua.

En relación con la reescritura de la Historia, Orwell decía en su libro Mi Guerra Civil Española: "Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tenía que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido». Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la guerra civil española? (...) Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (...) El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no sólo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas."
***
LOS PRINCIPIOS DE LA NEOLENGUA

Neolengua era la lengua oficial de Oceanía y fue creada
para solucionar las necesidades ideológicas del Ingsoc
o Socialismo Inglés.
En el año 1984 aún no había nadie
que utilizara la neolengua como elemento único de comunicación,
ni hablado ni escrito. Los editoriales del
Times estaban escritos en neolengua, pero era un tour
de force que solamente un especialista podía llevar a cabo.

Se esperaba que la neolengua reemplazara a la vieja lengua
(o inglés corriente, diríamos nosotros) hacia el año
2050. Entretanto iba ganando terreno de una manera
segura y todos los miembros del Partido tendían, cada
vez más, a usar palabras y construcciones gramaticales
de neolengua en el lenguaje ordinario. La versión utilizada
en 1984, comprendida en las ediciones novena y
décima del Diccionario de Neolengua, era provisional, y
contenía muchas palabras superfluas y formaciones arcaicas
que más tarde se suprimirían. Aquí nos referiremos
a la última versión, la más perfeccionada, tal como
aparece en la onceava edición del Diccionario.
La intención de la neolengua no era solamente proveer
un medio de expresión a la cosmovisión y hábitos
mentales propios de los devotos del Ingsoc, sino también
imposibilitar otras formas de pensamiento. Lo que
se pretendía era que una vez la neolengua fuera adoptada
de una vez por todas y la vieja lengua olvidada, cualquier
pensamiento herético, es decir, un pensamiento
divergente de los principios del Ingsoc, fuera literalmente
impensable, o por lo menos en tanto que el pensamiento
depende de las palabras. Su vocabulario estaba
construido de tal modo que diera la expresión exacta y a
menudo de un modo muy sutil a cada significado que
un miembro del Partido quisiera expresar, excluyendo
todos los demás sentidos, así como la posibilidad de llegar
a otros sentidos por métodos indirectos. Esto se con-
seguía inventando nuevas palabras y desvistiendo a las
palabras restantes de cualquier significado heterodoxo,
y a ser posible de cualquier significado secundario. Por
ejemplo: la palabra libre aún existía en neolengua, pero
sólo se podía utilizar enafirmaciones como «este perro
está libre de piojos», o «este prado está libre de malas
hierbas». No se podía usar en su viejo sentido de «políticamente
libre» o «intelectualmente libre», ya que la libertad
política e intelectual ya no existían como conceptos
y por lo tanto necesariamente no tenían nombre. Aparte
de la supresión de palabras definitivamente heréticas,
la reducción. del vocabulario por sí sola se consideraba
como un objetivo deseable, y no sobrevivía ninguna palabra
de la que se pudiera prescindir. La finalidad de la
neolengua no era aumentar, sino disminuir el área del
pensamiento, objetivo que podía conseguirse reduciendo
el número de palabras al mínimo indispensable.
La neolengua se basaba en la lengua inglesa tal como
ahora la conocemos, aunque muchas frases de
neolengua, incluso sin contener nuevas palabras, serían
apenas inteligibles para el que hablara el inglés actual.
Las palabras de neolengua se dividían en tres clases distintas,
conocidas por los nombres de vocabulario A, vocabulario
B (también llamado de palabras compuestas)
y vocabulario C. Lo más simple sería discutir cada clase
separadamente, pero las peculiaridades gramaticales de
la lengua pueden ser tratadas en la sección dedicada al
vocabulario A, ya que las mismas reglas se aplicaban a
las tres categorías.
El vocabulario A. El vocabulario A consistía en las palabras
de uso cotidiano: cosas como comer, beber, trabajar,
vestirse, subir y bajar escaleras, conducir vehículos,
cuidar el jardín, cocinar y cosas por el estilo. Se
componía prácticamente de palabras que ya poseemos -
palabras como golpear, correr, perro, árbol, azúcar, casa,
campo—; pero en comparación con el vocabulario inglés
de hoy en día, su número era extremadamente pequeño,
al mismo tiempo que sus significados eran más rigurosamente
restringidos. Todas las ambigüedades y distintas
variaciones de significado habían sido purgadas. En
tanto que fuera posible, una palabra de neolengua de
este tipo quedaba reducida simplemente a un sonido
preciso que expresaba un concepto claramente entendido.
Hubiera sido totalmente inconcebible utilizar el vocabulario
A para propósitos literarios o para discusiones
políticas o filosóficas. Su intención era la de expresar
pensamientos simples y objetivos, casi siempre relacionados
con objetos concretos o acciones físicas.
La gramática de la neolengua tenía dos grandes peculiaridades.
La primera era una intercambiabilidad casi
total entre las distintas partes de la oración. Cualquier
palabra de la lengua (en principio esto era aplicable incluso
a palabras abstractas como si o cuando) se podía
usar como verbo, nombre, adjetivo o adverbio. Entre la
forma del verbo y la del nombre, cuando eran de la misma
raíz, no había nunca ninguna variación y así esta
regla por sí misma suponía la destrucción de muchas de
las formas arcaicas. La palabra pensamiento, por ejemplo,
no existía en neolengua. En su lugar existía pensar,
que hacía la función de verbo y de nombre. Aquí no se
seguía ningún principio etimológico. En otros casos se
conservaba el sustantivo original y en otros casos el verbo.
Incluso cuando un nombre y un verbo de significado
parecido no tenían una relación etimológica, con frecuencia
se suprimía el uno o el otro. No existía, por ejemplo,
una palabra como cortar, ya que su significado quedaba
lo suficientemente cubierto por el nombre-verbo cuchillo.
Los adjetivos se formaban añadiendo el sufijo lleno
al nombre-verbo, y los adverbios añadiendo demodo. Así,
por ejemplo, rapidolleno quería decir rapidez, y
rapidodemodo significaba rápidamente. Se conservaron
algunos adjetivos de hoy en día como bueno, fuerte, gran-
de, negro, blando, pero en un número muy reducido.
Por otra parte, su necesidad era mínima, ya que se llegaba
a cualquier significado adjetival añadiendo lleno a
un sustantivo-verbo. No se conservaron ninguno de los
adverbios hoy existentes exceptuando algunos que acababan
en demodo; la terminación demodo era invariable.
La palabra bien, por ejemplo, se sustituyó por
buenmodo. Además, a cualquier palabra -y esto, como
principio, se aplicaba a todas las palabras del idioma-,
se le daba sentido de negación añadiendo el prefijo in o
se le daba fuerza con el. sufijo plus, o para aumentar el
énfasis, dobleplus. Así por ejemplo, infrio, significaba
«caliente», mientras que plusfrio y doblepulsfrio significaban
respectivamente «muy frío» y «extraordinariamente
frío». También era posible, como en el inglés de hoy en
día, modificar el significado de casi todas las palabras
con preposiciones afijas como, ante, post, sobre, sub, etc.
A base de este método fue posible disminuir enormemente
el vocabulario. Poniendo por caso la palabra bueno,
ya no habría necesidad de la palabra malo ya que el
significado requerido se expresaba tan bien o incluso
mejor por inbueno. Lo único necesario, en el caso de que
dos palabras formaran una pareja de significación opuesta,
era decidir cuál suprimir. Oscuridad, por ejemplo,
podia ser reemplazada por inluz o luz por inoscuro, según
lo que se prefiera. La segunda característica de la
gramática de la neolengua era su regularidad. Aparte de
algunas excepciones abajo mencionadas, todas las
inflexiones seguían las mismas reglas. Así, en todos los
verbos el pretérito y el participio pasado eran el mismo y
terminaban en ed (En Inglés. En español acabarían con
la misma letra o seguirían como los verbos regulares,
ejemplo: robé, hace, pensé, comer, comí. Los ejemplos
ingleses robar, pensar en español ya son verbos y no
justifican el ejemplo). El pretérito de pensar, pensé, de
robar, robé, y así en toda la lengua; todas las otras for-
mas: mandó, dio, habló, trajo, cogido, etc. fueron abolidas.
Los plurales de hombre, buey, vida eran hombres,
bueys, vidas.
La única clase de palabras a las que todavía se les
permitía inflexiones irregulares eran los pronombres, los
relativos, los adjetivos demostrativos y los verbos auxiliares.
Todos estos seguían su uso antiguo excepto que
«quien» había sido suprimido por innecesario y los tiempos
condicionales de deber, debería, habían caído en
desuso ya que habían sido cubiertos por «haría, habría
hecho». Había también ciertas irregularidades en la formación
de palabras creadas por la necesidad del habla
fácil y rápida.
Una palabra que fuese difícil de pronunciar o que podía
entenderse incorrectamente, se estimaba ipso
facto una mala palabra; así que ocasionalmente, por
la eufonía, se insertaban letras en una palabra o se conservaba
una forma arcaica. Pero esta necesidad tenía
más relación sobre todo con el vocabulario B. La razón
de la importancia concedida a la facilidad de la pronunciación,
se aclarará más tarde en este ensayo.
El vocabulario B: El vocabulario B consistía en palabras
que habían sido construidas deliberadamente con
propósitos políticos. Es decir, palabras que no solamente
tenían en todos los casos implicaciones políticas sino
que además poseían la intención de imponer una deseable
actitud mental en la persona que las utilizaba. Sin
una compresión total de los principios del Ingsoc era
difícil usar estas palabras correctamente. En algunos
casos se podían traducir a la vieja lengua o incluso a
palabras tomadas del vocabulario A, pero ello exigía una
larga parrafada y siempre se perdían ciertos énfasis. Las
palabras del vocabulario B eran una especie de taquigrafía
verbal que a menudo englobaban toda una serie
de ideas expresadas en unas pocas sílabas y a la vez con
un sentido más exacto y más fuerte que en el lenguaje
ordinario. Las palabras B eran en todos los casos palabras
compuestas. (Palabras compuestas corno «hablarsubir
» también se encontraban, claro está, en el vocabulario
A, pero no eran más que abreviaciones de conveniencia
y no tenían ideología de ningún color en especial).
Consistían en dos o más palabras juntadas de un
modo fácilmente pronunciable. El resultado era siempre
un verbo-nombre y se utilizaba según las reglas normales.
Pongamos un único ejemplo: la palabra bienpensar,
que significa de un modo general «ortodoxia», o si uno
quiere tomarla como verbo, «pensar de un modo ortodoxo
». Su declinación era la siguiente: nombre-verbo,
bienpensar; pretérito y participio pasado, bienpensado;
participio presente, bienpensante; adjetivo, bienpensadolleno;
adverbio, bienpensadamente; nombre verbal,
bienpensado.
Las palabras B no se construían de acuerdo con ningún
plan etimológico. Las palabras podían ser de cualquier
parte de la lengua, se podían poner en un orden
cualquiera y ser mutiladas de modo que las hiciera de
fácil pronunciación a la vez que indicaban su derivación.
En la palabra crimenpensar (pensamientocrimen),
por ejemplo, el pensar iba detrás mientras que en
pensarpol (Policía del Pensamiento) iba primero y en la
última palabra, policía había perdido las tres sílabas finales.
Dada la dificultad de asegurar la eufonía, las formaciones
irregulares eran más comunes en el vocabulario
B que en el vocabulario A. Por ejemplo, las formas
adjetivadas de Miniver, Minipax y Minimor eran, respectivamente,
Miniverlleno, Minipaxlleno y Minimorlleno, simplemente
porque verdadlleno, pazlleno y amorlleno eran
algo difíciles de pronunciar. En principio, de todos modos,
todas las palabras B se modulaban del mismo modo.
Algunas de las palabras B tenían significados muy
sutiles, apenas inteligibles para quien no dominara la
lengua en su totalidad. Consideremos, por ejemplo, una
frase típica del editorial del Times como ésta: «Viejos pensadores
incorazonsentir Ingsoc». El modo más sencillo
de entender esto en la Viejalengua sería: «Como que se
formaron con las ideas de antes de la Revolución, no
pueden tener una comprensión emocional de los principios
del socialismo Inglés». Pero ésta no es una traducción
adecuada. En primer lugar, para lograr captar el
significado de la frase arriba mencionada, habría que
tener una idea clara de lo que se entiende por Ingsoc. Y
además, sólo una persona totalmente educada en el
Ingsoc podía apreciar toda la fuerza de la palabra
corazonsentir, que implicaba una ciega y entusiasta aceptación
difícil de imaginar hoy; de la palabra viejopensar,
que estaba inextricablemente mezclada con la idea de
maldad y decadencia. Pero la función especial de ciertas
palabras de neolengua, de las que viejopensar era una,
no era tanto expresar su significado como destruirlos.
Estas palabras, pocas en número, por supuesto, habían
extendido su significado hasta el punto de contener,
dentro de ellas mismas, toda una serie de palabras que
como quedaban englobadas por un solo término comprensivo,
ahora podían ser relegadas y olvidadas. La
mayor dificultad con la que se encontraban los
compiladores del Diccionario de Neolengua no era inventar
nuevas palabras, sino la de precisar, una vez inventadas
aquéllas, cuál era su significado. Es decir, precisar
qué series de palabras quedaban invalidadas con
su existencia. Tal como ya hemos visto con la palabra
libre, las palabras que en su día hubieran tenido un significado
herético, a veces se conservaban por conveniencia
pero limpias de los significados indeseables.
Innombrables palabras como honor, justicia, moralidad,
internacionalismo, democracia, ciencia y religión simplemente
habían dejado de existir. Unas cuantas palabras
hacían de tapadera y, al encubrirlas, las abolían.
Todas las palabras agrupadas bajo los conceptos de li-
bertad e igualdad, por ejemplo, se contenían en una sola,
bienpensar, mientras que todas las palabras reunidas
bajo los conceptos de objetividad y racionalismo quedaban
comprendidas en la única palabra viejopensar. Mayor
precisión hubiera sido peligrosa. Lo que se requería
de un miembro del Partido era un punto de vista similar
al de los antiguos hebreos que sabían, sin saber mucho
más, que todas las naciones aparte de la suya adoraban
a «dioses falsos». No necesitaban saber que estos dioses
se llamaban Baal, Osiris, Moloch, Ashtaroth, etc. Probablemente
cuanto menos supiesen sobre ellos, mejor para
su ortodoxia. Conocían a Jehová y sus mandamientos;
sabían, por lo tanto, que todos los dioses con otros nombres
y atributos eran dioses falsos. De manera parecida,
el miembro del Partido sabía lo que constituía la correcta
norma de conducta, y de un modo increíblemente vago
y general lo que podía apartarle de ella. Su vida sexual,
por ejemplo, estaba totalmente regulada por las dos palabras
de neolengua sexocrimen (inmoralidad sexual) y
buensexo (castidad). El sexocrimen cubría infracciones
de todo tipo: fornicación, adulterio, homosexualidad y
otras perversiones y, además, el coito normal practicado
por placer. No había necesidad de nombrarlos separadamente,
ya que todos eran igualmente culpables y merecían
la muerte. En el vocabulario C, que consistía en
palabras técnicas y científicas, existía la necesidad de
dar nombres especializados a ciertas aberraciones sexuales,
pero el ciudadano normal no las necesitaba. Éste
sabía lo que se quería decir buensexo, es decir, el coito
normal entre marido y mujer con el solo propósito de
engendrar hijos y sin placer físico por parte de la mujer;
todo lo demás era sexocrimen. En neolengua era casi
imposible seguir un pensamiento herético más allá de la
percepción de su carácter herético; a partir de este punto
faltaban las palabras necesarias. Ninguna palabra en
el vocabulario B era ideológicamente neutral. Muchas
eran eufemismos. Palabras como, por ejemplo,
gozocampo (campo de trabajos forzados) o Minipax (Ministerio
de la Paz, es decir, Ministerio de la Guerra) significaban
exactamente lo opuesto de lo que parecían indicar.
Algunas palabras, por otro lado, traducían una
franca y despreciativa comprensión por la naturaleza real
de la sociedad de Oceanía. Por ejemplo, prolealimento
significaba la porquería de entretenimiento y falsas noticias
que el Partido daba a las masas. Otras palabras
además eran ambivalentes, teniendo la connotación de
«bueno» cuando eran aplicadas al Partido y de «malo»
cuando eran aplicadas al enemigo. Pero además había
gran cantidad de palabras que a primera vista parecían
meras abreviaciones y que extraían su color ideológico
no de su significado sino de su estructura. Hasta donde
fuera posible todo lo que pudiera tener un significado
político de cualquier tipo entraba en el vocabulario B.
Los nombres de organizaciones, grupos de personas,
doctrinas, países o instituciones o edificios públicos,
habían quedado recortados de forma muy sencilla, es
decir, una sola palabra fácilmente pronunciable con el
menor número de sílabas y que conservaba la derivación
original. En el Ministerio de la Verdad, por ejemplo,
el Departamento de Registro donde trabajaba Winston
Smith se llamaba Regdep, el Departamento de Ficción
se llamaba Ficdep, el Departamento de Teleprogramas
se llamaba Teledep, etc. La finalidad no era sólo ganar
tiempo. Incluso en las primeras décadas del siglo veinte,
las palabras y frases abreviadas habían sido uno de los
rasgos característicos del lenguaje político y era notorio
que la tendencia a usar abreviaturas de este tipo era
más marcada en países y organizaciones totalitarias.
Ejemplos de ello son palabras tales como Nazi, Gestapo,
Comintern, Imprecorr y Agitrop. Al principio esta práctica
se había adoptado instintivamente, pero en neolengua
se utilizaba con un propósito consciente. Habían obser-
vado que abreviando un nombre se estrechaba y alteraba
sutilmente su significado, perdiendo la mayoría de
asociaciones de ideas que de otra manera habría mantenido.
Las palabras Internacional Comunista, por ejemplo,
evocan la imagen polifacético de solidaridad humana,
banderas rojas, barricadas, Karl Marx y la Comuna
de París. La palabra Comintern, por otro lado, sólo sugiere
una organización tupida y cerrada, con una doctrina
concreta. Se refiere a algo tan fácilmente reconocible
y limitado en su propósito como una silla o una mesa.
Comintern es una palabra que se puede pronunciar casi
sin pensar, mientras que Internacional Comunista, es una
frase en la que uno tiene que detenerse por lo menos
unos momentos. Del mismo modo. las asociaciones ideológicas
que la palabra Miniver evoca son menores y más
controlables que las sugeridas por Ministerio de la Verdad.
Ésta era la razón del hábito de abreviar siempre
que fuera posible, así como también el casi exagerado
cuidado que dedicaban a facilitar la pronunciación de
las palabras. En neolengua, la obsesión de la euforia
pesaba más que cualquier otra consideración, salvo la
exactitud del significado. Si era necesario, siempre se
sacrificaba la regularidad de la gramática en aras de la
euforia. Y con razón, ya que lo que se requería, sobre
todo por razones políticas, eran palabras cortas y de significado
inequívoco que pudieran pronunciarse rápidamente
y que despertaran el mínimo de sugerencias en la
mente del parlante. Las palabras del vocabulario B incluso
ganaban en fuerza por el hecho de ser tan parecidas.
Casi invariablemente estas palabras bienpensar,
Minipax, prolealimento sexocrimem, gozocampo, Ingsoc,
corazonsentir, pensarpol y muchas otras eran palabras
de dos o tres sílabas con el acento tónico igualmente
distribuido entre la primera sílaba y la última. Su uso
fomentaba una especie de conversación similar a un
cotorreo, a la vez roto y monótono; era esto precisamen-
te lo que pretendían. La intención era formar un lenguaje,
sobre todo el que versaba sobre materias no neutrales
ideológicamente, tan independiente como fuera posible
de la conciencia. En asuntos, de la vida cotidiana,
sin duda era necesario, o algunas veces necesario, reflexionar
antes de hablar, pero un miembro del Partido,
llamado a emitir un juicio político o ético, debía ser capaz
de disparar las opiniones correctas tan automáticamente
corno una ametralladora las balas. Su entrenamiento
lo preparaba para ello, el lenguaje le daba un
instrumento casi infalible y la textura de las palabras,
con su sonido duro y una especie de fealdad salvaje de
acuerdo con el espíritu del Ingsoc, acababan de completar
el proceso. Además contribuía el hecho de tener pocas
palabras donde escoger. En relación con el nuestro,
el vocabulario de la neolengua era mínimo, y continuamente
inventaban nuevos modos de reducirlo. Desde
luego, la neolengua difería de la mayoría de otros lenguajes
en que su vocabulario se empequeñecía en vez de
agrandarse. Cada reducción era una ganancia, ya que
cuanto menor era el área para escoger, más pequeña
era la tentación de pensar. En definitiva, se esperaba
construir un lenguaje articulado que surgiera de la laringe
sin involucrar en absoluto a los centros del cerebro.
Este objetivo se explicita francamente en la palabra
de neolengua hablapato, que significa «cuacuar como un
pato»; como otras palabras de neolengua, hablapato era
de significado ambivalente. Si las opiniones cuacuadas
eran ortodoxas, sólo implicaban alabanza y cuando el
Times se refería a uno de los oradores del Partido como a
un dobleplusbueno cuacuador estaba emitiendo un caluroso
y valioso cumplido.
El vocabulario C. El vocabulario C era complementario
de los otros dos y contenía totalmente términos científicos
y técnicos. Éstos se parecían a los términos científicos
en uso hoy en día y procedían de las mismas raíces,
pero se tomó el cuidado habitual para definirlos rápidamente,
y despojarlos de los significados indeseables.
Se atenían a las mismas reglas gramaticales que las
palabras de los otros dos vocabularios. Muy pocas palabras
C tenían uso en las conversaciones cotidianas o en
el lenguaje político. Cualquier científico o técnico podía
encontrar todas las palabras necesarias en la lista dedicada
a su especialidad, pero sólo tenía una mínima idea
de las palabras de las otras listas. Solamente unas cuantas
palabras eran comunes a todas las listas y no existía
un vocabulario que expresase la función de la ciencia
como actitud mental o como método intelectual independiente
de sus ramas particulares. No había, de hecho,
palabra para designar la «Ciencia», quedando cualquier
significado que pudiera tener suficientemente cubierto
por la palabra Ingsoc.
Por lo que se ha explicado, podrá verse que en
neolengua la expresión de opiniones heterodoxas de bajo
nivel era casi imposible. Era factible, claro está, emitir
herejías de un tono muy crudo y elemental, como una
especie de blasfemia. Hubiera sido posible, por ejemplo,
decir el «Gran Hermano inbueno». Pero esta aseveración,
que a un oído, ortodoxo le sonaba como una manifiesta
absurdidad, no podría haber sido sostenida con argumentos
racionales, ya que faltaban las palabras necesarias.
Sólo podían sostenerse ideas contrarias al Ingsoc
de una manera vaga y sin palabras, y formularlas en
unos términos muy genéricos que mezclaban y condenaban
todo tipo de herejías, sin definirlas particularmente.
De hecho, sólo podía utilizarse la neolengua para
fines heterodoxos traduciendo de un modo ilegítimo algunas
de las palabras a la Viejalengua. Por ejemplo, «Todos
los hombres son iguales» era una afirmación posible
en neolengua, pero en el mismo sentido en que «Todos
los hombres tienen el pelo rojo» pudiera serlo en
Viejalengua. No contiene ningún error gramatical, pero
expresa una no-verdad palpable como que todos los hombres
son de la misma estatura, peso o fuerza. El concepto
de igualdad política ya no existía y por lo tanto esta
significación secundaria había sido limpiada de la palabra
igual. En 1984, cuando Viejalengua era todavía el
medio normal de comunicación, teóricamente existía el
peligro de que al usar palabras de neolengua uno recordara
sus significados originales. En la práctica no era
dificil, para alguien bien versado en el doblepensar, evitar
que esto ocurriera, pero dentro de dos generaciones
se evitaría incluso la posibilidad de este peligro. Una
persona creciendo con neolengua como único lenguaje,
no sabría nunca que había tenido antes la acepción de
«igualdad política», o que «libre» había significado anteriormente
«intelectualmente libre», del mismo modo que,
por ejemplo, una persona que no hubiera oído hablar
nunca de ajedrez, podría saber los segundos significados
aplicables a la reina y a la torre. Por lo tanto, quedaría
descartada la posibilidad de cometer muchos crímenes
y errores simplemente porque no tenían nombre y,
en consecuencia, son inimaginables. Y era de esperar
que con el paso del tiempo las características que distinguían
a la neolengua, se volverían más y más acusadas:
sus palabras irían disminuyendo, sus significados
cada vez más restringidos y más remoto el peligro de
utilizarlos impropiamente. Al desaparecer la Viejalengua
se habría roto el último lazo con el pasado. La historia
ya se había reescrito, pero algunos fragmentos de la vieja
literatura sobrevivían aquí y allá, imperfectamente
censurados, y mientras persistiera el conocimiento de la
Viejalengua era posible leerlos. En el futuro tales fragmentos,
incluso si sobrevivieran, serían inteligibles e
intraducibles. Era imposible traducir un pasaje de
Viejalengua a Neolengua, salvo que se refiriera a algún
proceso técnico, a hechos de la vida cotidiana o bien
fuese ya de tendencia ortodoxa (bienpensante sería la
expresión en neolengua). En la práctica, esto suponía
que ningún libro escrito antes de 1960 podía traducirse
por completo. La literatura anterior a la Revolución sólo
podía estar sujeta a una traducción ideológica, o sea, a
una alteración tanto de las palabras como del sentido.
Tomemos por ejemplo el tan conocido pasaje de la Declaración
de la Independencia:
Entendemos que son verdades evidentes el que todos
los hombres han sido creados iguales, que han sido dotados
por su Creador con ciertos derechos: inalienables,
entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad. Y que, para asegurar estos derechos,
se han instituido entre los hombres los gobiernos,
cuyo poder depende del consentimiento de los Gobernados.
Y que cuando cualquier forma de gobierno perjudica
estos fines, el pueblo tiene derecho a alterarla o abolirla
e instituir una nueva ...
Hubiera sido imposible traducir este párrafo a
neolengua conservando el sentido del original. La traducción
más aproximada consistiría en tragarse todo el
pasaje como crimental. Una traducción completa sólo
podía ser ideológica, con lo que las palabras de Jefferson
se habrían convertido en un panegírico sobre el gobierno
absoluto.
Buena parte de la literatura del pasado ya se había
transformado en esto. Consideraciones de prestigio aconsejaban
conservar el recuerdo de algunas figuras históricas,
poniendo al mismo tiempo algunas de sus grandes
acciones en relación con la filosofía del Ingsoc. Varios
escritores como Shakespeare, Milton, Swift, Byron,
Dickens y otros estaban en proceso de traducción. Una
vez terminado este trabajo, sus escritos originales, junto
con el resto que hubiera sobrevivido de la literatura
del pasado, sería destruido. Estas traducciones eran un
proceso lento y difícil y no se esperaba que fueran terminadas
antes de la primera o segunda década del siglo
veintiuno. Había también gran cantidad de literatura
meramente utilitaria -manuales técnicos indispensables
y cosas por el estilo- que debían ser tratados del mismo
modo. Para dar tiempo a este trabajo preliminar, se fijó
una fecha tan lejana como el año 2050 para la adopción
definitiva de la neolengua.

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LQR - La propaganda de cada día, de Eric Hazan


Eric Hazan es uno de esos personajes que parecen gozar de varias vidas: en su caso han transcurrido desde la cirugía hasta la edición, pasando por la traducción y sin dejar nunca de lado un intenso compromiso político. En la década de 1950, mientras cursaba estudios de medicina, participó en las redes clandestinas de apoyo al FLN argelino y, lograda ya la independencia, prestó su colaboración como médico para intentar paliar el vacío sanitario dejado por la administración colonial. De nuevo en Francia, dirigió una unidad de cirugía durante varios años y, a principios de la década de 1970, participó en la creación de una asociación médica franco-palestina que le condujo hasta un Líbano en guerra. En 1983 dejó la medicina para hacerse cargo de la editorial de arte fundada por su padre. A finales de siglo, diferentes problemas financieros le obligaron a venderla al mayor grupo editorial francés y en 1998 fundó una nueva editorial independiente junto a varios amigos: La Fabrique, donde ha publicado obras de Jacques Rancière, Edward Saïd y André Schiffrin, entre otros. En 2002 sumó una nueva vida a su ya dilatado bagaje: la de vida de escritor.

144 páginas, formato 135 x 190 mm, encuadernación rústica cosida
PVP: 12 euros (IVA incluido)
ISBN: 978-84-935829-0-6

Las palabras, las expresiones que repiten un día tras otro nuestros políticos, nuestros «creadores opinión», esconden un significado ideológico, una voluntad social que pocas veces se confiesa. Eric Hazan desentraña aquí ese lenguaje oculto y cotidiano.

Páginas interiores

Cada día acechan cientos de mensajes en una lengua nueva. Nadie la habla en la calle ni la utiliza al charlar con los amigos. Y pese a todo, consigue colarse en los carteles del metro, insinuarse en la radio, exhibirse en los periódicos. Eric Hazan la ha bautizado LQR, Lingua Quintae Respublicae, por su adaptación en la Quinta República francesa de nuestros días, pero la LQR trasciende con mucho aquellas fronteras: es la lengua preferida por los políticos, economistas y publicistas occidentales; la lengua del Nuevo Orden; la lengua que emana de Bruselas y de los «laboratorios de ideas» liberales.
Con ella han llegado los «excluidos» por la «modernidad», las rimas de «islamismo» y «terrorismo», la «gobernanza» de la «mundialización», la «sociedad civil» con su «diversidad» y sus «valores democráticos», la exaltación del «ciudadano», aunque sea de «orígenes modestos»...
Puede que la LQR sea el vehículo de la propaganda actual, pero a diferencia de otras propagandas del pasado, nadie la controla desde organismos de seguridad, sino que evoluciona bajo una especie de darwinismo semántico. Con ella se intenta dar un barniz de respetabilidadad al racismo ordinario, asegurar la apatía, predicar el multi-todo-lo-que-quieras siempre que el orden liberal no se vea amenazado. Es un arma posmoderna, muy bien adaptada a estas condiciones «democráticas» en las que ya no es cuestión de ganar la guerra civil sino de escamotear el conflicto, de volverlo invisible e inaudible. Y como un prestidigitador que terminara su número desapareciendo bajo su propio sombrero, la LQR consigue extenderse sin que nadie, o prácticamente nadie, parezca darse cuenta de sus avances –sin tan siquiera hablar de denunciarlos–. Lo que aquí sigue es una tentativa de identificar y descifrar esta nueva versión de la banalidad del mal.

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TIQQUN - ¿C ó m o h a c e r?*


Don't know what I want,
but I know how to get it.
Sex Pistols, Anarchy in the UK
No se lo que quiero
pero se como conseguirlo.
Sex Pistols. Anarquía en el Reino Unido


* Texto escrito con vistas a una publicación italiana, en la primavera de 2001. (Nota de la versión francesa del texto en Tiqqun2)

Veinte años. Veinte años de contra-revolución. De contra-revolución preventiva.
En Italia.
Y fuera de Italia.
Veinte años de un sueño de alambre de espino, poblado de vigías. De un sueño de los cuerpos,
impuesto por el toque de queda.
Veinte años. El pasado no pasa. Porque la guerra continúa. Se ramifica. Se prolonga.
En una articulación mundial de dispositivos locales. En un calibrado inédito de las
subjetividades. En una nueva paz de superficie.
Una paz armada
bien hecha para cubrir el desarrollo de una imperceptible
guerra civil.

Hace veinte años, era
el punk, el movimiento del 77, el área de la Autonomía,
los Indios metropolitanos y la guerrilla difusa.
De un golpe surgía,
como salido de alguna región subterránea de la civilización,
todo un contra-mundo de subjetividades
que ya no querían consumir, que ya no querían producir,
que ya no querían ni siquiera ser subjetividades.
La revolución era molecular, la contra-revolución no lo fue menos.
SE dispuso ofensivamente,
después duraderamente,
toda una compleja máquina para neutralizar lo que era portador de intensidad. Una máquina para desactivar todo lo que podría explotar.
Todos los (in)dividuos de riesgo,
los cuerpos indóciles,
las agregaciones humanas autónomas.
Luego fueron veinte años de estupidez, de vulgaridad, de aislamiento y de desolación.
¿Cómo hacer?

Alzarse. Alzar la cabeza. Por elección o por necesidad. Poco importa, en verdad, desde ahora.
Mirarse a los ojos y decir que volvemos a comenzar. Que todo el mundo lo sepa, lo más rápido posible.
Volvemos a comenzar.
Se acabó la resistencia pasiva, el exilio interior, el conflicto por sustracción, la supervivencia. Volvemos a comenzar. En veinte años, hemos tenido tiempo para ver. Hemos comprendido. La demokracia para
todos, la lucha "anti-terrorista", las masacres de Estado, la reestructuración capitalista y su
Gran Obra de depuración social,
por selección,
por precarización,
por normalización,
por "modernización".
Hemos visto, hemos comprendido. Los métodos y los objetivos. El destino que SE nos reserva. El que SE nos niega. El estado de excepción. Las leyes que ponen a la policía, a la administración, a la magistratura por encima de las leyes. La judicialización, la psiquiatrización, la medicalización de todo lo que se sale del cuadro. De todo lo que huye.
Hemos visto. Hemos comprendido. Los métodos y los objetivos.

Cuando el poder establece en tiempo real su propia legitimidad,
cuando su violencia se vuelve preventiva
y su derecho es un "derecho de injerencia",
entonces ya no sirve de nada tener razón. Tener razón contra él.
Hay que ser más fuerte, o más astuto. Es por esto
también
por lo que volvemos a comenzar.

Volver a comenzar no es nunca volver a comenzar algo. Ni retomar un asunto justo donde lo habíamos dejado. Lo que vuelve a comenzar siempre es otra cosa. Siempre es inaudito. Porque no es el pasado lo que nos empuja, sino precisamente lo que en él
no ha
advenido.
Y porque somos también nosotros mismos, entonces, quienes volvemos a comenzar.
Volver a comenzar quiere decir: salir de la suspensión. Restablecer el contacto entre nuestros devenires.
Partir,
de nuevo,
desde donde estamos,
ahora.

Por ejemplo, hay golpes
que ya no SE nos darán.
El golpe de la "sociedad". Por transformar. Por destruir. Por volver mejor.
El golpe del pacto social. Que algunos quebrarían mientras que otros pueden fingir
"restaurarlo".
Estos golpes, no SE nos darán más.
Hay que ser un elemento militante de la pequeño-burguesía planetaria,
un ciudadano verdaderamente
para no ver que ya no existe,
la sociedad.
Que ha implosionado. Que ya no es más que un argumento para el terror de los que dicen
re/presentarla.
A ella que se ha ausentado.

Todo lo que es social se nos ha vuelto extranjero.
Nosotros nos consideramos absolutamente desligados de toda obligación, de toda prerrogativa, de toda pertenencia
social.
"La sociedad",
es el nombre que ha recibido a menudo lo Irreparable,
entre aquéllos que querían que también fuera
lo Inasumible.
Quien rechaza este cebo deberá dar
un paso de distancia.
Operar
un ligero desplazamiento
respecto de la lógica común del Imperio y de su contestación,
la de la movilización,
respecto de su común temporalidad,
la de la urgencia.

Volver a comenzar quiere decir: habitar esta distancia. Asumir la esquizofrenia capitalista en el sentido de una facultad creciente de desubjetivación.
Desertar pero guardando las armas.
Huir, imperceptiblemente.
Volver a comenzar quiere decir: sumarse a la secesión social, a la opacidad, entrar
en desmovilización,
sustrayendo hoy a tal o tal red imperial de producción-consumo los
medios de vivir y de luchar para, en el momento elegido,
barrenarla.

Nosotros hablamos de una nueva guerra,
de una nueva guerra de partisanos. Sin frente ni uniforme, sin ejército ni batalla
decisiva.
Una guerra cuyos focos se despliegan a distancia de los flujos mercantiles aunque conectados a ellos.
Hablamos de una guerra totalmente en latencia. Que tiene el tiempo.
De una guerra de posición.
Que se libra ahí donde estamos.
En el nombre de nadie.
En el nombre de la existencia misma,
que no tiene nombre.

Operar ese ligero desplazamiento.
Ya no temer a su tiempo.
"No temer a su tiempo es una cuestión de espacio".
En la okupa. En la orgía. En la revuelta. En el tren o el pueblo ocupado. En la búsqueda, en medio de desconocidos, de una free party inencontrable. Hago la experiencia de ese ligero desplazamiento. La experiencia
de mi desubjetivación. Yo devengo, me vuelvo
una singularidad cualquiera. Un juego se insinúa entre mi presencia y todo el aparato de cualidades que me están ordinariamente vinculadas.
En los ojos de un ser que, presente, quiere estimarme por lo que yo soy, saboreo la decepción, su decepción al ver que he devenido tan común, tan perfectamente accesible. En los gestos de otro, una inesperada complicidad.
Todo lo que me aísla como sujeto, como cuerpo dotado de una configuración pública de atributos, siento que se derrite. Los cuerpos se deshilachan en su límite. En su límite, se indistinguen. Barrio tras barrio, lo cualquiera arruina la equivalencia. Y yo alcanzo
una desnudez nueva,
una desnudez impropia, como vestida de amor.
¿Se evade uno alguna vez solo de la prisión del Yo?

En la okupa. En la orgía. En la revuelta. En el tren o el pueblo ocupado. Nos volvemos a encontrar.
Nos volvemos a encontrar
como singularidades cualquiera. Esto es,
no sobre la base de una común pertenencia,
sino de una común presencia.
Esta es
nuestra necesidad de comunismo. La necesidad de espacios de noche, donde podamos reencontrarnos
más allá
de nuestros predicados.
Más allá de la tiranía del reconocimiento. Que impone el re/conocimiento como distancia final entre los cuerpos. Como ineluctable separación.
Todo lo que SE –el novio, la familia, el entorno, la empresa, el Estado, la opinión– me reconoce, es por ahí por donde uno cree que SE me tiene.
Por el recuerdo constante de lo que soy, de mis cualidades, SE querría abstraerme de cada situación. SE me querría exigir en toda circunstancia una fidelidad a mí mismo que es una fidelidad a mis predicados.
SE espera de mí que me comporte como hombre, empleado, parado, madre, militante o filósofo.
SE quiere contener entre los bordes de una identidad el curso imprevisible de mis devenires.
SE me quiere convertir a la religión de una coherencia que SE ha escogido para mí.

Cuanto más soy reconocida, más mis gestos se encuentran trabados, interiormente trabados. Heme aquí capturada por la malla ultra-ajustada del nuevo poder. En las redes impalpables de la nueva policía:
LA POLICÍA IMPERIAL DE LAS CUALIDADES.
Hay toda una red de dispositivos en los que me hundo para "integrarme", y que me incorporan esas cualidades.
Todo un pequeño sistema de fichaje, de identificación y de ‘policiaje’ mutuos.
Toda una prescripción difusa de la ausencia.
Todo un aparato de control comporta/mental, que apunta al panoptismo, a la privatización transparencial, a la atomización.
Y en el cual yo forcejeo.

Necesito devenir anónima. Para estar presente.
Cuanto más anónima soy, más estoy presente.
Necesito zonas de indistinción
para acceder a lo Común.
Para no reconocerme ya en mi nombre. Para no escuchar en mi nombre sino la voz que lo llama.
Para hacer consistir el cómo de los seres, no lo que son, sino cómo son lo que son. Su forma-de-vida.
Necesito zonas de opacidad en donde los atributos,
incluso criminales, incluso geniales,
ya no se separen de los cuerpos.

Devenir cualquiera. Devenir una singularidad cualquiera, no está dado.
Siempre posible, pero nunca dado.
Hay una política de la singularidad cualquiera.
Que consiste en arrancar al Imperio
las condiciones y los medios,
incluso intersticiales,
de experimentarse como tal.
Es una política, porque supone una capacidad de enfrentamiento,
y porque una nueva agregación humana
le corresponde.
Política de la singularidad cualquiera: liberar esos espacios en los que ningún acto es ya asignable a ningún cuerpo dado.
Donde los cuerpos reencuentran la aptitud al gesto que la sabia disposición de los dispositivos metropolitanos –ordenadores, automóviles, escuelas, cámaras, portátiles, gimnasios, hospitales, televisiones, cines, etc.– les había disimulado.
Reconociéndolos.
Inmovilizándolos.
Haciendo que giren en el vacío.
Haciendo existir la cabeza separadamente del cuerpo.

Política de la singularidad cualquiera.
Un devenir-cualquiera es más revolucionario que todo ser-cualquiera.
Liberar los espacios nos libera cien veces más que todo "espacio liberado".
Más que de poner en acto un poder, gozo de la puesta en circulación de mi potencia.
La política de la singularidad cualquiera reside en la ofensiva. En las circunstancias, los momentos y los lugares en los que serán arrancados
las circunstancias, los momentos y los lugares
de un anonimato tal,
de una parada momentánea en un estado de simplicidad,
de un anonimato tal,
la ocasión de extraer de todas nuestras formas la pura adecuación a la presencia,
la ocasión de estar y ser, al fin,
ahí.



II

¿CÓMO HACER? No ¿Qué hacer? ¿Cómo hacer? La cuestión de los medios. No la de los fines, la de los objetivos,
de lo que hay qué hacer, estratégicamente, en abstracto.
La cuestión de lo que podemos hacer, tácticamente, en situación,
y de la adquisición de esta potencia.
¿Cómo hacer? ¿Cómo desertar? ¿Cómo funciona? ¿Cómo conjugar mis heridas y el comunismo? ¿Cómo permanecer en guerra sin perder la ternura?
La cuestión es técnica. No un problema. Los problemas son rentables.
Alimentan a los expertos.
Una cuestión.
Técnica. Que se redobla en cuestión de las técnicas de transmisión de esas técnicas.
¿Cómo hacer? El resultado contradice siempre al fin. Porque plantear un fin
es todavía un medio,
otro medio.

¿Qué hacer? Babeuf, Tchernychevski, Lenin. La virilidad clásica reclama un analgésico, un espejismo, cualquier cosa. Un medio para ignorarse un poco. En tanto que presencia.
En tanto que forma-de-vida. En tanto que ser en situación, dotado de inclinaciones.
De inclinaciones determinadas.
¿Qué hacer? El voluntarismo como último nihilismo. Como nihilismo propio
a la virilidad clásica.
¿Qué hacer? La respuesta es simple: someterse una vez más a la lógica de la movilización, a la temporalidad de la urgencia. Bajo pretexto de rebelión. Plantear fines, palabras. Tender hacia su cumplimiento. Hacia el cumplimiento de las palabras. Mientras tanto, dejar la existencia para más tarde. Ponerse entre paréntesis. Alojarse en la excepción de sí. A distancia del tiempo. Que pase. Que no pase. Que se pare. Hasta... Hasta el próximo. Fin.

¿Qué hacer? Dicho de otra manera: vivir es inútil. Todo lo que no habéis vivido, la Historia os lo devolverá.
¿Qué hacer? Es el olvido de sí que se proyecta sobre el mundo.
Como olvido del mundo.

¿Cómo hacer? La cuestión del cómo. No de eso que un ser, un gesto o una cosa es, sino de cómo es eso que es. De cómo sus predicados se relacionan con él.
Y él con ellos.
Dejar ser. Dejar ser la abertura entre el sujeto y sus predicados. El abismo de la presencia. Un hombre no es "un hombre". "Caballo blanco" no es "caballo".
La cuestión del cómo. La atención al cómo. La atención a la manera en que una
mujer es, y no es,
una mujer –hacen falta dispositivos para hacer de un ser de sexo femenino "una mujer",
o de un hombre con la piel negra "un negro".
La atención a la diferencia ética. Al elemento ético. A las irreductibilidades que lo atraviesan. Lo que pasa entre los cuerpos en una ocupación es más interesante que la ocupación misma.
¿Cómo hacer? quiere decir que el enfrentamiento militar con el Imperio debe ser subordinado a la intensificación de las relaciones en el interior de nuestro partido. Que lo político no es más que cierto grado de intensidad en el seno del elemento ético. Que la guerra revolucionaria no debe ser ya confundida con su representación: el movimiento bruto del combate.

La cuestión del cómo. Volverse atento al tener-lugar de las cosas, de los seres. A su acontecimiento. A la obstinada y silenciosa prominencia de su temporalidad propia
bajo el aplastamiento planetario de todas las temporalidades
por la de la urgencia.
El ¿Qué hacer? como ignorancia programática de esto. Como fórmula inaugural
del desamor atareado.

El ¿Qué hacer? vuelve. Desde hace varios años. Desde mitad de los años 90, más que
desde Seattle. Un revival de la crítica hace como si se enfrentara al Imperio con slogans, con las recetas de los años 60. Salvo que esta vez se simula. Se simula la inocencia, la indignación, la buena conciencia y la necesidad de sociedad. Se vuelve a poner en circulación toda la vieja gama de los afectos social-demócratas. De los afectos cristianos.
Y de nuevo, las manifestaciones. Las manifestaciones mata-deseos. Donde no pasa nada.
Y que ya no manifiestan
sino la ausencia colectiva.
Hasta el fin.

Para los que tienen nostalgia de Woodstock, de la ganja, de mayo del 68 y del militantismo, están las contracumbres. SE ha reconstruido el decorado, falta lo posible.
He aquí lo que ordena el ¿Qué hacer? hoy: ir a la otra parte del mundo a contestar
la mercancía global
para volver, tras un baño de unanimidad y de separación mediatizada,
a someterse a la mercancía local.
A la vuelta, está la foto en el periódico... ¡Todos solos juntos!... Érase una vez...
¡Qué juventud!...
Lástima para esos cuantos cuerpos vivos perdidos allí, buscando en vano un espacio
para su deseo.
Vuelven un poco más fastidiados. Un poco más vaciados. Reducidos.
De contracumbre en contracumbre, acabarán por fin comprendiendo. O no.

No se contesta al Imperio por su gestión. No criticamos al Imperio.
Nos oponemos a sus fuerzas.
Ahí donde estamos.
Decir lo que a uno le parece tal o tal alternativa, ir allí donde SE nos llama, todo esto ya no tiene sentido. No hay proyecto global alternativo al proyecto global del Imperio. Pues no hay proyecto global del Imperio. Hay una gestión imperial. Toda gestión es mala. Los que reclaman otra sociedad harían mejor comenzando por ver que ya no hay. Y tal vez cesarían entonces
de ser aprendices de gestores. Ciudadanos. Ciudadanos indignados.

El orden global no puede ser tomado por enemigo. Directamente.
Pues el orden global no tiene lugar. Al contrario. Es más bien del orden de los no-lugares.
Su perfección no es la de ser global, sino la de ser globalmente local. El orden global es la conjuración de todo acontecimiento porque es la ocupación acabada, autoritaria, de lo local.
Uno no se opone al orden global sino localmente. Por la extensión de las zonas de sombra sobre los mapas del Imperio. Por su puesta en contacto progresiva.
Subterránea.

La política que viene. Política de la insurrección local contra la gestión global. De la presencia recobrada sobre la ausencia de sí. Sobre la extrañeza ciudadana, imperial.
Recobrada por el robo, el fraude, el crimen, la amistad, la enemistad, la conspiración.
Por la elaboración de modos de vida que sean también
modos de lucha.
Política del tener-lugar.
El Imperio no tiene lugar. Administra la ausencia haciendo planear por todas partes la amenaza palpable de la intervención policial. Quien busca en el Imperio un adversario al que medirse encontrará el aniquilamiento preventivo.
Ser percibido, de aquí en adelante, es ser vencido.

Aprender a devenir indiscernibles. A confundirnos. Volver a degustar
el anonimato,
la promiscuidad.
Renunciar a la distinción,
Para desarticular la represión:
componer en el enfrentamiento las condiciones más favorables.
Volverse astutos. Devenir despiadados. Y para esto
devenir cualquieras.

¿Cómo hacer? es la cuestión de los niños perdidos. Aquéllos a los que no se ha dicho. Los que no son seguros en sus gestos. A los que nada ha sido dado. Cuya criaturalidad, cuya errancia, no deja de traicionarles.
La revuelta que viene es la revuelta de los niños perdidos.
El hilo de la transmisión histórica ha sido roto. Incluso la tradición revolucionaria nos deja huérfanos. El movimiento obrero sobre todo. El movimiento obrero que se ha vuelto instrumento de una integración superior al Proceso. Al nuevo Proceso, cibernético, de valorización social.
En 1978, el PCI, el "partido de manos limpias", lanzó en su nombre
la caza a la Autonomía.
En nombre de su concepción clasista del proletariado, de su mística de la sociedad,
del respeto del trabajo, de lo útil y de la decencia.
En nombre de la defensa de los "avances democráticos" y del Estado de derecho.
El movimiento obrero que se habrá sobrevivido en el operaísmo.
Única crítica existente del capitalismo desde el punto de vista de la Movilización Total.
Doctrina temible y paradójica,
que habrá salvado el objetivismo marxista no hablando más que de "subjetividad".
Que habrá llevado a un refinamiento inédito la denegación del cómo.
La reabsorción del gesto en su producto.
La urticaria del futuro anterior.
De eso que toda cosa habrá sido.

La crítica se ha vuelto vana. La crítica se ha vuelto vana porque equivale a una ausencia. En cuanto al orden dominante, todo el mundo sabe a qué atenerse. Nosotros no tenemos
ya necesidad de teoría crítica. No tenemos necesidad de profesores. La crítica gira a favor de la dominación, desde ahora. Incluso la crítica de la dominación.
Ella reproduce la ausencia. Nos habla desde donde no estamos. Nos propulsa a otra parte. Nos consume. Es cobarde. Y permanece al abrigo cuando nos envía a una carnicería.
Secretamente enamorada de su objeto, no cesa de mentirnos.
De ahí los idilios tan cortos entre proletarios e intelectuales comprometidos.
Esos matrimonios de razón donde no se tiene la misma idea ni del placer ni de la libertad.

Más que nuevas críticas, son nuevas cartografías las que necesitamos.
Cartografías no del Imperio, sino de las líneas de fuga hacia fuera de él.
¿Cómo hacer? Necesitamos mapas. No mapas de lo que está fuera del mapa.
Sino mapas de navegación. Mapas marítimos. Herramientas de orientación. Que no tratan de decir, de representar lo que hay en el interior de los diferentes archipiélagos de la deserción, sino que nos indican cómo llegar, cómo unirnos a ellos.
Portulanos.



III

Es martes 17 de Septiembre de 1996, poco antes del alba. El ROS (Reagrupamiento Operacional eSpecial) coordina en toda la península el arresto de 70 anarquistas italianos.
Se trata de poner término a 15 años de investigaciones infructuosas que tenían por objeto a anarquistas insurreccionalistas.
La técnica es conocida: fabricar un "arrepentido", hacerle denunciar la existencia de una vasta organización subversiva jerarquizada.
Después acusar sobre la base de esta creación quimérica a todos aquéllos a los que se quiere neutralizar de formar parte.
Una vez más, secar el mar para coger a los peces.
Incluso cuando no se trata más que de un estanque minúsculo.
Y de algunos gobios.

Una "nota informativa de servicio" escapó al ROS
en relación a este asunto.
Se expone su estrategia.
Fundada sobre los principios del general Dalla Chiesa, el ROS es el servicio imperial tipo de contra-insurrección.
Trabaja sobre la población.
Allí donde una intensidad se produce, allí donde algo ha pasado, él es el french doctor
de la situación. El que pone,
con el pretexto de profilaxis,
los cordones sanitarios cuyo objeto es aislar
el contagio.
Lo que teme, lo dice. En este documento, lo escribe. Lo que teme, es "el pantano
del anonimato político".
El Imperio tiene miedo.
El Imperio tiene miedo de que nos volvamos cualquieras. Un medio delimitado, una organización combatiente. No los teme. Pero una constelación expansiva de okupas, de granjas autogestionadas, de viviendas colectivas, de reuniones fine a se stesso, de radios, de técnicas y de ideas. El conjunto ligado por una intensa circulación de los cuerpos y de los afectos entre los cuerpos. Ese es otro asunto.

La conspiración de los cuerpos. No de los espíritus críticos, sino de las corporeidades críticas. He ahí lo que el Imperio teme. He ahí lo que lentamente adviene,
con el incremento de los flujos,
de la defección social.
Hay una opacidad inherente al contacto de los cuerpos. Y que no es compatible con el reino imperial de una luz que ya no ilumina las cosas
sino para desintegrarlas.
Las Zonas de Opacidad Ofensiva no están
por crear.
Están ya ahí, en todas las relaciones en las que sobreviene una verdadera
puesta en juego de los cuerpos.
Lo que hace falta es asumir que tomamos parte en esta opacidad. Y dotarse de los medios
de extenderla,
de defenderla.
Por todas partes donde se llega a desarticular los dispositivos imperiales, a arruinar todo el trabajo cotidiano del Biopoder y del Espectáculo para exceptuar de la población una fracción de ciudadanos. Para aislar nuevos untorelli. En esta indistinción reconquistada
se forma espontáneamente
un tejido ético autónomo,
un plan de consistencia
secesionista.
Los cuerpos se agregan. Recuperan el aliento. Conspiran.
Que tales zonas estén condenadas al aplastamiento militar importa poco. Lo que importa,
es cada vez
arreglar una vía de retirada bastante segura. Para volverse a agregar en otra parte.
Más tarde.
Lo que sustentaba el problema de ¿Qué hacer? era el mito de la huelga general.
Lo que responde a la pregunta ¿Cómo hacer? es la práctica de la HUELGA HUMANA.
La huelga general permitía interpretar que había una explotación limitada
en el tiempo y en el espacio,
una alienación parcelaria, debida a un enemigo reconocible, por tanto derrotable.
La huelga humana responde a una época en la que los límites entre el trabajo y la vida acaban por difuminarse.
Donde consumir y sobrevivir,
producir "textos subversivos" y precaverse de los efectos más nocivos de la civilización
industrial,
hacer deporte, el amor, ser padre o estar con el Prozac.
Todo es trabajo.
El Imperio gestiona, digiere, absorbe y reintegra
todo lo que vive.
Incluso "lo que yo soy", la subjetivación que no desmiento hic et nunc,
todo es productivo.
El Imperio ha puesto todo a trabajar.
Idealmente, mi perfil profesional coincidirá con mi propio rostro.
Incluso si no sonríe.
Las muecas del rebelde venden muy bien, después de todo.

Imperio, es decir que los medios de producción se han convertido en medios de control
al mismo tiempo que lo contrario se verificaba.
Imperio significa que de ahora en adelante el momento político domina
el momento económico.
Y contra esto, la huelga general no puede ya nada.
Lo que hay que oponer al Imperio es la huelga humana.
Que nunca ataca las relaciones de producción sin atacar al mismo tiempo
las relaciones afectivas que las sostienen.
Que socava la economía libidinal inadmisible,
restituye el elemento ético –el cómo– reprimido en cada contacto entre los cuerpos
neutralizados.
La huelga humana es la huelga que, allí donde SE esperaba
tal o cual reacción previsible,
tal o cual tono apenado o indignado,
PREFIERE NO.
Se disimula al dispositivo. Lo satura, o lo estalla.
Se recobra, prefiriendo
otra cosa.
Otra cosa que no está circunscrita en los posibles autorizados por el dispositivo.
En la ventanilla de tal o tal servicio social, en las cajas de tal o tal supermercado, en una conversación cortés, en una intervención de la poli,
según la relación de fuerzas,
la huelga humana hace consistir el espacio entre los cuerpos,
pulveriza el double bind en el que están capturados,
los conduce a la presencia.
Hay todo un luddismo por inventar, un luddismo de los engranajes humanos
que hacen girar el Capital.

En Italia, el feminismo radical ha sido una forma embrionaria de la huelga humana.
"¡Basta de madres, de mujeres y de hijas, destruyamos las familias!" era una invitación al gesto de romper los encadenamientos previstos,
de liberar los posibles comprimidos.
Era un atentado a los comercios afectivos fracasados, a la prostitución ordinaria.
Era una llamada a sobrepasar la pareja, como unidad elemental de gestión
de la alienación.
Llamada a una complicidad, pues.
Práctica insostenible sin circulación, sin contagio.
La huelga de las mujeres llamaba implícitamente a la de los hombres y los niños, llamaba a vaciar las fábricas, las escuelas, los despachos y las prisiones,
a reinventar para cada situación otra manera de ser, otro cómo.
La Italia de los años 70 era una gigantesca zona de huelga humana.
Las auto-reducciones, los atracos, los barrios okupados, las manifestaciones armadas, las radios libres, los innumerables casos de "Síndrome de Estocolmo",
incluso las famosas cartas de Moro detenido, hacia el final, eran
prácticas de huelga humana.
Los estalinistas hablaban entonces de "irracionalidad difusa", y ya es decir.

Hay autores también
en los que se está todo el tiempo
en huelga humana.
En Kafka, en Walser,
o en Michaux,
por ejemplo.

Adquirir colectivamente esa facultad de sacudir
las familiaridades.
Ese arte de frecuentar en sí-mismo
al huésped más inquietante.

En la guerra presente,
en la que el reformismo de urgencia del Capital debe tomar los hábitos del revolucionario para hacerse entender,
en la que los combates más demókratas, los de las contracumbres,
recurren a la acción directa,
un papel nos está reservado.
El papel de mártires del orden demokrático,
que golpea preventivamente todo cuerpo que podría golpear.
Yo debería dejarme inmovilizar ante un ordenador mientras las centrales
nucleares explotan, debería dejar que SE juegue con mis hormonas o a envenenarme.
Debería entonar la retórica de la víctima. Porque, está claro,
todo el mundo es víctima, también los opresores mismos.
Y saborear que una discreta circulación del masoquismo
vuelva a dar encanto a la situación.

La huelga humana, hoy, es
rechazar jugar el rol de la víctima.
Atacar ese rol.
Reapropiarse de la violencia.
Arrogarse la impunidad.
Hacer comprender a los ciudadanos pasmados
que aunque no entren en la guerra están de todos modos.
Que allí donde SE nos dice que es tal cosa o morir, es siempre
en realidad
tal cosa y morir.

Así,
de huelga humana
en huelga humana, propagar
la insurrección,
donde ya no hay sino,
donde somos todos
singularidades
cualquiera.

Traducido en la Fundación Straubinger




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Entrevista a Eric Hazan


Entrevista a Eric Hazan, editor de « La insurrección que viene », reaparece con « Contributions à la guerre en cours » una reedición de textos de la revista Tiqqun, fundada, entre otros, por Julien Coupat, único sospechoso aún encarcelado por el asunto de los sabotajes a las líneas de TGV/ferrocarril, termina ahora su sexto mes de detención.
Traducido el 12 de Mayo de 2009, http://www.humanite-en-espanol.com por Sara De Albornoz

Tras haber sido cuestionado por el antiterrorismo debido a la publicación de « La insurrección que viene », del misterioso « Comité invisible », Eric Hazan reaparece con « Contributions à la guerre en cours », una obra con la firma Tiqqun, nombre de la revista fundada, entre otros, por Julien Coupat, como una forma de condenar los seis meses de encarcelamiento del principal inculpado en el asunto de Tarnac. Si su consejo vuelve a pedir su puesta en libertad, y si, sin que sirva de precedente, la ministra de Interior preconiza en este dossier « la paciencia », la ausencia de pruebas es tal que la policía registra bibliotecas y escritos. De hecho, si Tiqqun puede entenderse como el sustrato intelectual de « La insurrección que viene », este libro es a su vez una especie de actualización para el gran público de otra obra anónima, « Appel ». Reedición de textos publicados a finales de 2001, « Contributions à la guerre en cours » se presenta como visionaria. Y tal vez es eso lo que más reprochamos a los de Tarnac.
El domingo, el filósofo Giorgio Agamben presentó « Contributions à la guerre en cours », ¿cómo fue ?
Eric Hazan. Fue interesante y, al mismo tiempo, un poco raro. Como si la gente hubiese venido para otra cosa, es decir, para oír hablar de « La insurrección que viene ».
¿No está eso ligado al éxito de un libro que jamás habría tenido tal difusión sin este asunto ?
Eric Hazan. Está olvidando que antes de este suceso y si el eco en la prensa ya habíamos vendido más de 8.000 ejemplares de « La insurrección que viene », un triunfo para la Fabrique. Ese libro daba en el clavo, expresando lo que cierto número de personas, en ese momento, querían oír. Incluso aunque haya habido, el domingo, algo de hostilidad en la presentación de « Contributions à la guerre en cours ». Algunos dicen : « ¿qué nos aporta esto ? » o bien « esto es pura teoría ». Ahora bien, como recordó Giorgio Agamben, a veces la teoría forma parte de la acción.
¿Por qué reeditar textos publicados a finales de 2001 ?
Eric Hazan. En el contexto actual, a los que hemos girado alrededor de la revista Tiqqun, nos pareció que estos tres textos estaban de una singular actualidad. Por lo tanto, la forma en que fueron pensados los vuelve premonitorios. Explican que la guerra civil forma parte de nuestra situación, de nuestra vida diaria. Cuando al principio de los años 2000 (y yo lo sé muy bien, pues he escrito un libro en 2003 titulado « Chroniques de la guerre civile »), le hablábamos a la gente de la guerra civil, abrían los ojos en señal de asombro, es decir, de incomprensión. En 2009, la idea de que estamos en plena guerra civil está mucho más clara. En cuanto a la elección de estos tres textos entre muchos otros, se debe a que se trata de textos casi guerreros. Además, en otoño, sacaremos otra selección de textos de Tiqqun un poco más metafísicos.
¿Cómo definiría el espíritu de la revista Tiqqun y de los que han participado en ella ?
Eric Hazan. En la portada del número dos de la revista, de donde se extrajeron estos textos, se puede leer « Zona de opacidad ofensiva ». Esta fórmula me parece muy bella y perfectamente adecuada. « Zona » da a entender que si sabemos dónde estamos desde un punto de vista filosófico e intelectual, estamos en cambio, desde un punto de vista geográfico, muy confusos. La gente que gira en torno a Tiqqun no es un grupo como podían serlo los surrealistas, con gente que se reunía, que firmaba manifiestos, que se excluían... Tiqqun está mucho menos formalizado. En cuanto a « opacidad », refleja la voluntad deliberada de abandonar la función « autor ». El anonimato no es una protección contra posibles persecuciones policiales, sino una verdadera ética.
Hay que decir que la filiación entre Tiqqun, « Appel » y « La insurrección que viene » no tiene ningún misterio...
Eric Hazan.Hay una gran diferencia entre el enunciado de Tiqqun y el de « La insurrección que viene ». En Tiqqun, a menudo tenemos la impresión de que es gente que habla entre ellos en voz baja. « La insurrección que viene », al contrario es exotérico. En el primero, es frecuente la oscuridad, en el otro no la hay. De hecho, yo no equiparo Tiqqun y el « comité invisible » que firma « La insurrección que viene ». Aunque tienen cosas en común, nos encontramos ante dos procesos diferentes. Perdonen la caricatura pero, para mí, la filiación de Tiqqun es Foucalt y Heidegger, y la de « La insurrección » es sobre todo Blanqui. Incluso aunque haya forzosamente un discurso dialéctico entre la constatación y la llamada a la acción.
Con este libro, usted que ha sido cuestionado por el antiterrorismo por ser editor de « La insurrección que viene », no teme lastrar aun más el dossier Tarnac ?
Eric Hazan. El ridículo es tal que es inimaginable. De hecho, la legislación antiterrorista es, por naturaleza, preventiva. Lo que quiere decir que criminaliza la intención. Para eso, hace falta conocer las opiniones. Ahora bien, ¿qué mejor para ello que el libro, el que poseemos o, mejor aún, el que escribimos ? Si admitimos que la justicia puede reprimir no solo los hechos sino también las intenciones, se vuelve normal que los libros se conviertan en elementos de los dossieres. Por tanto no hace falta exigir una mejor aplicación de las leyes antiterroristas, que son por naturaleza viles, sino su abrogación.
¿De dónde surge el objetivo, para las autoridades, de ligar a Coupat con estos textos ?
Eric Hazan. Es en todo caso lo que intentan hacer para probar sus « inclinaciones terroristas ». De hecho, el antiterrorista busca pulverizar las « zonas de opacidad ofensivas », romper los vínculos, dispersar a la gente. Este asunto es una prueba : ¿podemos, sin provocar una protesta general, hacer explotar una zona de hostilidad a la dominación ? En este caso, la prueba es un fracaso.
Tiqqun « Contributions à la guerre en cours », Ed La Fabrique, 2009, 198 páginas, 12 euros. La totalidad de los textos está accesible en la web : http://www.bloom0101.org/

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Sobre las detenciones de Julien Coupat y sus camaradas de Tarnac


05/12/2008 - 04:32 —
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/9220

Los acontecimientos que vamos a relatar podrían y hasta desearían ser presentados como el sofisticado argumento de un polar de Alain Delon, pero recuerdan más bien al torpe guión y a la maldita gracia de un bodrio de Louis de Funes, y lo peor es que no se trata de una ficción sino de realidad, si esto es una realidad.

Desde hace algún tiempo, los servicios de información de la policía francesa estaban avisando sobre “un resurgimiento de un terrorismo de extremistas de derecha y de izquierda”, a pesar de no disponer de “amenazas precisas” ni saber nada de “grupos constituidos”; sin embargo, “un pequeño número de individuos” se reclamaban “de la esfera de influencia autónoma”, lo que aconsejaba todas las precauciones. A principios de este año, la ministra del Interior Michèle Alliot-Marie insistía en “temer un terrorismo de extrema izquierda” ante signos tan alarmantes como los graffiti pintados en los edificios públicos, o las acciones en contra de las nuevas cárceles (nouvelobs.com 18-11-08). Sin duda esto explica que en junio todas las investigaciones relacionadas con la “esfera anarco-autónoma” fueran asumidas por los jueces antiterroristas, con la consecuencia lógica de una ola de arrestos de jóvenes acusados de poseer armas de destrucción masiva, o, cuando menos, “sustancias que podrían servir para la confección de pequeños explosivos”. Ya en abril se había abierto una investigación a un grupo sospechosísimo que se había instalado en Tarnac, pueblo de 335 habitantes del departamento de Corréze donde compraron una granja para ensayar la ruptura con el capitalismo. Allí se desembarazaron de sus móviles, empezaron a criar ovejas y pollos, reabrieron la vieja tienda de ultramarinos y echaron una mano a los ancianos del lugar, sin olvidarse de seguir en contacto con los medios revolucionarios y participar en sus luchas.

Entretanto, y como en el mundo no pasaba nada más interesante, desde finales de octubre el sabotaje de las catenarias de varias líneas de TGV conmueve a la opinión pública que clama justicia, lo que obliga a abrir una nueva investigación…antiterrorista, por supuesto, aunque la SNCF lleva varios años manteniendo un duro enfrentamiento con los sindicatos ferroviarios, y ya en 2007 se hubieran producido sabotajes no aclarados. Mira por dónde, la policía tiene la “certidumbre” de que dos miembros de aquel grupo de Tarnac “se encontraban en las proximidades de unos de los lugares donde se cometieron los destrozos”. Y puesto que ese grupo era “potencialmente peligroso”, el caso estaba resuelto: el día 11 de noviembre la policía irrumpe en Tarnac y detiene a nueve personas, desmantelando así una “célula invisible”, “estructura con vocación terrorista”, en la que podrían participar “unas 300 personas”. Bravo, pero por ahora los investigadores han reconocido que “no hay ningún elemento material que permita relacionarles directamente con los actos de destrozos (…) y no se les puede imputar directamente tal o cual hecho preciso” (Le Point.fr 14-11-08), y en efecto no hay ni huellas genéticas en los raíles, ni armas en la granja: sólo un horario de trenes, y “diversos elementos que pudieron utilizar para fabricar y colocar los dispositivos con los que se inutilizaron varios tramos de catenaria” (EFE 16-11-08, el subrayado es nuestro), dispositivos que no son precisamente sencillos ni de hacer ni de utilizar [1]. Por cierto que el desmantelamiento de la célula invisible no detiene los sabotajes: la misma tarde del 11, otros fantasmas paralizan la línea Caen-Tours colocando bloques de hormigón demasiado visibles sobre los raíles. Por cierto que los paisanos de Tarnac no se tragan la acusación de terrorismo, y han fundado un comité de apoyo a sus amigos que se ha extendido a otras ciudades. Por cierto que el supuesto “cabecilla” del grupo se llama Julien Coupat, joven intelectual revolucionario y miembro fundador del colectivo Tiqqun, que goza de notoriedad en los ambientes radicales y que ha publicado recientemente "L’insurrection qui vient", obra en la que reflexiona con cierta desenvoltura sobre la vulnerabilidad técnica de las metrópolis y el arte del sabotaje; quizás por ello, como en la época dorada de Metternich, el libro se ha convertido en prueba de cargo contra su autor, y su posesión causa suficiente para ser detenido.

En fin, no insistiremos en lo que parece obvio, pues hasta el Inspector Clouseau sería capaz de olfatear el inconfundible aroma de la pantera de la intoxicación, de la acusación prefabricada, de la amalgama indecente entre investigaciones que no tienen en común más que la prisa por encontrar culpables, y la voluntad de aterrorizar y estigmatizar a esa esfera anarco-autónoma tachando de terrorismo a todo lo que se mueva [2]. Y si no es menos descarada la conexión entre tal maniobra y una crisis que aconseja “organizar una grosera operación de diversión pues el poder miente para proteger a los financieros criminales” [3], quizás tenga más interés, para los tiempos que corren y correrán, observar que es sin duda la condición de intelectual revolucionario la que ha proporcionado el perfil adecuado a Coupat y por ende a sus amigos, en el preciso momento en que la actividad intelectual se une a la práctica revolucionaria más beligerante [4]. Práctica que se manifiesta no sólo en sus contactos con el movimiento okupa o su participación en las manifestaciones contra el G8 y las cumbres europeas, sino en esa idea física de la revolución que parece que les ha llevado, como a otros antes de ellos, a escapar de la prisión industrial y del trabajo asalariado en busca de la autonomía material que permita experimentar en la existencia concreta las primicias de su utopía: la realización de una forma de vida, y una liberación de las intensidades. Como ya sucedió en el caso de René Riesel, distinto en el fondo y en la forma pero análogo en lo que a la represión toca, es esa coincidencia del pensar y del actuar la que no puede producirse, y ha de impedirse que trascienda en una juventud activa en los dos campos, pues no puede cundir el ejemplo, aún menos en un período de crisis susceptible de que la revuelta se objetive y alcance, quién sabe, carácter de insurrección general.

Por último, sea cual fuere el resultado de la “investigación criminal” que atenaza a los Nueve de Tarnac, quisiéramos dejar claro que negamos la legitimidad de la dominación a la hora de monopolizar el lenguaje y el significado de las cosas: que hacemos constar nuestro repudio absoluto a la acusación de “vocación de terrorismo” de la que se infiere una ofensiva del Estado para cerrar el círculo de la punibilidad y de la represión de las ideas disidentes, que insistimos en que una acción que se ha limitado a reducir la sacrosanta velocidad de unas decenas de trenes no es ni puede ser terrorismo sino sabotaje, como el que realizaban los seguidores de Gandhi para detener los ferrocarriles ingleses, ejemplo donde los haya de intachable pedigrí democrático aunque desde luego se nos ocurran muchos otros más sabrosos; que ni el Estado francés ni ningún otro tienen derecho a hablar de terrorismo y de violencia cuando desde que el mundo es mundo el poder chapotea en la sangre que vierte a cada movimiento. Que terrorismo es la guerra y la economía, los proyectos de jornadas de trabajo de 65 horas y de jubilación a los 70 años, la destrucción de las ciudades y la turistización del mundo, la sociedad industrial que se devora a sí misma, los códigos penales que se endurecen hasta lo absurdo, el vacío vital, la tristeza y el miedo. Que violencia son las relaciones sociales capitalistas, y las leyes y la ideología que las defienden y justifican.

Es verdad que estas sencillas afirmaciones no son sino los preliminares de cualquier crítica y de toda acción, pero no lo es menos que para abolir la mediocridad de nuestro universo tenemos que destruir primero el poder enunciativo de los que actúan como sus dueños. Y esa enunciación ha alcanzado ya las cotas enfebrecidas de la pesadilla. Que nuestra simpatía vaya hacia todos aquellos que intentan cerrar para siempre esa boca de sombra ponzoñosa.

Grupo surrealista de Madrid

[1] Según explica un comunicado de la Fédération Anarchiste, “en las catenarias de una línea TGV pasan 25000 voltios, y es muy arriesgado crear un potente arco eléctrico anudando un cable”, por lo que es difícil atribuir el sabotaje a individuos “cuya competencia técnica no ha sido establecida ni se ha encontrado su equipamiento” (11-11-08).

[2] Como decía uno de los caídos en la caza de brujas, para ello basta “un control de identidad en el curso de una protesta salvaje, la frecuentación de un lugar o una persona, una lectura o una opinión subversiva” (Carta de Juan desde la prisión de Rouen, octubre de 2008, http://endehors.org.).

[3] CNT-AIT Toulouse, Llamamiento de solidaridad con el Comité de Tarnac.
[4] Es evidente que las divergencias que algunos de nosotros mantenemos con el pensamiento de Coupat y en general de Tiqqun pasan ahora a segundo plano por mera solidaridad, pero no deben ni pueden desaparecer u ocultarse, por la misma sinceridad de esa solidaridad. De la misma manera, estas consideraciones no suponen por nuestro lado una fetichización ingenua de la clandestinidad, la violencia o el activismo individual como medios de lucha válidos per se.

Este texto se incluye en el nuevo número de El Rapto. Observatorio del sonambulismo contemporáneo, publicado por el Grupo surrealista de Madrid en este mismo mes de diciembre para acompañar a la salamandra y para que no decaiga la liquidación social. En sus ocho páginas podeis encontrar elogios del Solitario, plata quemada, carteles revolucionarios del alcalde de Móstoles, trenes oxidados, cuerpos mecanizados, capitalismo que se pinta de verde, blasfemias varias, asombrosos descubrimientos científicos, utopías, cementerios muertos y aviones vacíos. Y algunas cosas más. He aquí el sumario:

Eugenio Castro, Julio Monteverde, José Manuel Rojo, Emilio Santiago y Ángel Zapata: Lo que El Solitario esconde (elogio ponderado del contenido manifiesto de sus actos y exaltado del latente) * Los críticos crónicos: ¡Quema el dinero y baila! * Huérfanos Salvajes: Ciudadanos y ciudadanas de Móstoles, ¡¡¡a las armas!!! * ¡¿Crisis?! ¡¡Que la paguen lxs ricxs!! * Grupo surrealista de Madrid: Sobre las detenciones de Julian Coupat y sus camaradas de Tarnac * El devenir de una ilusión * Pablo Hernández: El cementerio de trenes de Salar de Yuri * Michael Löwy: Deus ex machina (resistencias a la mecanización de los cuerpos) * Miquel Amorós: Cuando el capitalismo se vuelve ecologista * El fetichismo de la mercancía demostrado por la ciencia * Noé Ortega: "La mañana del lunes 26 de mayo..." * Julio Monteverde: La utopía para nosotros (a propósito del libro "El incendio milenarista") * Retrato de la ideología adolescente * Lurdes Martínez: El cementerio muerto * Vicente Gutiérrez: Aviones de British Airways vuelan sin pasajeros por errores de horarios * Javier Gálvez: Reduzca su velocidad, exceso de visibilidad * Aún hay otra historia (informaciones surrealistas o no).

Para más información y contacto...

gruposurrealistademadrid.org
korsario-compostela@hotmail.com
gruposurrealistademadrid.org/

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Julien Coupat libre tras 7 meses de detención


Anti-terrorismo en Francia


Julien Coupat: no es momento de perder el valor

29 de mayo de 2009

El 26 de mayo, el diario francés Le Monde publicó una entrevista con Julien Coupat, quien ha sido designado como chivo expiatorio de la política antiterrorista del Estado francés, al ser detenido con sus compañeros el 11 de noviembre de 2008 y acusado de «asociación de malechores con vocación terrorista» y varios cargos más igualmente inverosímiles.

El proceso de los compas de Tarnac está plagado de aberraciones judiciales y, como en el caso de Atenco, no tiene ningún sustento, ni en pruebas ni en procedimientos jurídicos.

El proceso que se sigue a Julien Coupat ha resultado especialmente amañado pues el fiscal antiterrorista, en complicidad con los jueces, se empeñó durante 6 meses en mantener a Julien en prisión, aún cuando el resto de sus compañeros habían sido liberados bajo control judicial. Como señala en su texto «la prolongación de mi detención es una pequeña venganza». Julien fue puesto en libertad el jueves 28 de mayo y enfrentará su proceso bajo control judicial.

Publicamos este texto para denunciar el absurdo del «asunto Tarnac», que desnuda la guerra en curso, y para conocer un poco de la visión de Julien Coupat, quien lejos de lamentarse por su situación, nos invita a actuar en consecuencia con nuestros deseos de tener «otra vida».

Julien Coupat: no es momento de perder el valor
[Nota de Le Monde] Estas son las respuestas a las preguntas que hicimos por escrito a Julien Coupat. Acusado el 15 de noviembre de 2008 de «terrorismo» con otras 8 personas detenidas en Tarnac (provincia de Corrèze) y en París, se le acusa de haber saboteado las líneas eléctricas de la SNCF [empresa de ferrocarriles].

¿Cómo vive su detención?

Muy bien gracias. Barras, caminatas, lectura

¿Puede recordarnos las circunstancias de su detención?

Una banda de jóvenes encapuchados y armados hasta los dientes se introdujo en nuestra casa por la fuerza. Nos amenazaron, nos esposaron y nos sacaron de ahí, no sin antes haber destrozado todo. Nos condujeron a bordo de potentes bólidos corriendo a más de 170 kilómetros por hora en promedio por las carreteras. En sus conversaciones, hablaban a menudo de un tal Sr. Marion [antiguo jefe de la policía anti-terrorista] cuyas hazañas viriles los divertían mucho, como la que consistía en abofetear en buena onda a uno de sus colegas en pleno brindis de despedida. Nos secuestraron durante 4 horas en una de sus «prisiones del pueblo», acribillándonos de preguntas en las que lo absurdo se disputaba con lo obsceno.

El que parecía ser el cerebro de la operación se disculpaba vagamente por todo ese circo, explicando que era culpa de los «servicios», allá en lo alto, en donde se agita toda suerte de gentes que tienen mucho en contra nuestra. Hasta el día de hoy, mis secuestradores siguen libres. Algunos sucesos recientes probarían incluso que siguen causando estragos con total impunidad.

Los sabotajes a las líneas eléctricas de la SNCF en Francia fueron reivindicados en Alemania ¿qué puede decir al respecto?

Al momento de nuestra detención, la policía francesa ya tenía en sus manos el comunicado que reivindica, además de los sabotajes que pretenden atribuirnos, otros ataques ocurridos simultáneamente en Alemania. Ese volante presenta numerosos inconvenientes: fue enviado desde Hanover, redactado en alemán y se hizo llegar exclusivamente a periódicos del otro lado del Rhin; pero sobre todo, ese comunicado no cuadra con la fábula mediática que nos atribuyen, la de un pequeño núcleo de fanáticos atacando al corazón del Estado al colgar tres pedazos de fierro en las líneas eléctricas. Tendrán, desde luego, mucho cuidado de no mencionar demasiado ese comunicado, ni en el proceso ni en la mentira pública.

Es cierto que con ello, el sabotaje a las líneas ferroviarias pierde mucho de su aura misteriosa: se trataba simplemente de protestar contra el transporte hacia Alemania por vía férrea, de desechos ultraradioactivos y denunciar de pasada, la gran estafa de «la crisis». El comunicado termina con un muy-SNCF «agradecemos a los viajeros de los trenes afectados, por su comprensión» ¡Qué tacto, hay que decirlo, el de esos terroristas!

¿Se reconoce en los calificativos de «movida anarco-autónoma» y «ultra-izquierda»?

Permítame ir más atrás. En la actualidad, vivimos en Francia el final de un periodo de congelamiento histórico cuyo acto fundador fue el acuerdo logrado entre los partidarios de De Gaulle y los estalinistas en 1945, para desarmar al pueblo con el pretexto de evitar «una guerra civil». Los términos de ese pacto podrían resumirse rápidamente como sigue: en tanto que la derecha renunciaba a sus acentos abiertamente fascistas, la izquierda abandonaba, en familia, cualquier perspectiva revolucionaria seria. Le ventaja que juega y disfruta la mafia sarkozista es de haber tomado la iniciativa, y en forma unilateral, haber roto ese pacto relanzado «sin complejos», los clásicos de la reacción pura -acerca de los locos, la religión, Occidente, Africa, el trabajo, la historia de Francia o la identidad nacional.

Frente a ese poder en guerra que se atreve a pensar estratégicamente y separar el mundo entre amigos, enemigos y cantidades despreciables, la izquierda permanece tetanizada. La izquierda es demasiado cobarde, está demasiado comprometida, y para acabar pronto, demasiado desacreditada para oponer la menor resistencia a un poder al que, de su lado, no se atreve tratar como enemigo y que le roba uno a uno sus más astutos miembros. En lo que toca a la extrema izquierda a-la-Besancenot, cualesquiera que sean su resultados electorales, e incluso saliendo del estado grupuscular en que vegeta desde siempre, no tiene perspectiva más atractiva que ofrecer que el gris soviético apenas retocado en Photoshop. Su destino es decepcionar.

En la esfera de la representación política, el poder en turno no tiene nada que temer, de nadie. Y por supuesto, no son las burocracias sindicales, más vendidas que nunca, las que van a importunarlo, burocracias que desde hace dos años bailan con el gobierno un ballet tan obsceno. En esas condiciones, la única fuerza que puede hacer frente al gang sarkozysta, su único enemigo real en este país, es la calle, la calle y sus viejas inclinaciones revolucionarias. Ella sola, de hecho, durante los motines que siguieron a la segunda vuelta del ritual plebiscitario de mayo 2007, supo colocarse un instante a la altura de las circunstancias. Ella sola, en Antillas o en las recientes ocupaciones de empresas o facultades, supo hacer escuchar una otra palabra.

Este análisis sumario del teatro de operaciones debió imponerse muy pronto puesto que los servicios secretos hicieron publicar desde junio 2007, mediante la pluma de periodistas a su servicio (y particularmente en Le Monde), los primeros artículos develando el terrible peligro que harían pesar sobre toda la vida social, los «anarco-autónomos». Se les atribuía, para empezar, la organización de los motines espontáneos, que, en tantas ciudades, saludaron el «triunfo electoral» del nuevo presidente.

Con esta fábula de los «anarco-autónomos», se dibuja el perfil de la amenaza en la que la ministra del interior se ocupó dócilmente, mediante arrestos selectivos y razzias mediáticas, a fin de darle un poco de carne y algunos rostros. Cuando no se puede contener más lo que desborda, aún se le puede asignar una celda y encarcelarlo. Ahora bien, la fábula de «alborotador» (casseur), en la que hoy día se confunde a los obreros de Clairoix, con los chavales de los multifamiliares, los estudiantes que realizan bloqueos y los manifestantes de las contra-cumbres, y que ciertamente es eficaz en la gestión cotidiana de la pacificación social, permite criminalizar los actos y no las existencias. Y por supuesto, se cuentan entre las intenciones del nuevo poder, atacar al enemigo como tal, en tanto enemigo, sin esperar que se exprese. Tal es la vocación de las nuevas categorías de la represión.

Importa poco, finalmente, que no se encuentre a nadie en Francia que se reconozca «anarco-autónomo», ni que la ultra-izquierda sea una corriente política que tuvo su momento de gloria en los años 1920 y que después sólo produjo inofensivos volúmenes de marxología. Por lo demás, el éxito reciente del término «ultra-izquierda», que permitió a algunos periodistas apresurados de catalogar sin esfuerzo a los amotinados griegos del último diciembre, debe mucho al hecho de que nadie sepa lo que fue la ultra-izquierda, ni siquiera que haya existido alguna vez.

En este punto, y en prevención de los desbordamientos que no pueden más que sistematizarse frente a las provocaciones de una oligarquía mundial y francesa acorraladas, la utilidad policíaca de esas categorías, pronto, no será más tema de debate. No sería posible predecir, sin embargo, cuál «anarco-autónomo» o ultra-izquierda gozará finalmente de los favores del Espectáculo, con el fin de relegar a lo inexplicable, una revuelta que todo justifica.

La policía le considera como el jefe de un grupo a punto de volcarse al terrorismo ¿Qué piensa usted?

Un alegato tan patético sólo puede resultar de un régimen a punto de volcarse hacia la nada.

¿Qué significa para usted la palabra terrorismo?

Nada permite explicar que el departamento de información y seguridad argelino, sospechoso de haber orquestado a sabiendas de la DST(1), la ola de atentados de 1995, no esté incluido entre las organizaciones terroristas internacionales. Nada permite explicar, tampoco, la súbita transformación de «terrorista» en héroe de la Liberación, en socio frecuentable para los acuerdos de Evian, en policía irakí o en «talibán moderado» de nuestros días, en función de los últimos revires de la doctrina estratégica estadounidense.

Nada si no la soberanía. Es soberano, en este mundo, aquel que designa al terrorista. Quien rechaza participar de esta soberanía se cuidará bien de responder a su pregunta. Quien codicie algunas migajas lo hará prontamente. Quien no se ahogue de mala fe encontrará instructivo el caso de dos ex-«terroristas» devenidos, uno primer ministro de Israel, el otro presidente de la Autoridad palestina, los dos habiendo recibido, para colmo, el Premio Nobel de la Paz.

La vaguedad que rodea la calificación de «terrorismo», la evidente imposibilidad de definirlo no se deben a alguna laguna provisional de la legislación francesa, sino a que están al inicio de esta cosa que, ella sí, podemos definir muy claramente: el anti-terrorismo, del que representan la condición de funcionamiento. El anti-terrorismo es una técnica de gobierno que hunde sus raíces en el viejo arte de la contra-insurgencia, de la guerra llamada «psicológica», para decirlo amablemente.

El anti-terrorismo, contrariamente a lo que quisiera insinuar el término, no es un medio de luchar contra el terrorismo; es el método por el cual se produce, positivamente, el enemigo político en tanto terrorista. Se trata, mediante todo un lujo de provocaciones, infiltraciones, vigilancia, intimidación y propaganda, mediante toda una ciencia de la manipulación mediática, de la «acción psicológica», de la fabricación de pruebas y de crímenes, mediante la fusión también de lo policiaco y lo judicial, de aniquilar la «amenaza subversiva», asociando, al interior de la población, el enemigo interno, el enemigo político, al afecto del terror.

Lo esencial en la guerra moderna es esta «batalla por los corazones y los espíritus» en la que todos los golpes están permitidos. El procedimiento elemental aquí es invariable: individualizar al enemigo con el fin de separarlo del pueblo y de la razón común, exponerlo bajo los hábitos del monstruo, difamarlo, humillarlo públicamente, incitar a los más viles para abrumarlo con sus escupitajos, incitarlos al odio. «La ley debe ser utilizada simplemente como cualquier otra arma en el arsenal del gobierno y en ese caso, no representa nada más que una cobertura de propaganda para desembarazarse de miembros indeseables del público. Para lograr la mayor eficacia, convendría que las actividades de los servicios judiciales estén ligadas al esfuerzo de guerra de la manera más discreta posible», aconsejaba ya en 1971, el brigadier Frank Kitson [ex general del ejército británico, teórico de la guerra contra-insurgente], que algo sabía de esos menesteres.

Una al año no hace daño; en nuestro caso, el anti-terrorismo ha hecho el ridículo. En Francia, no están listos para dejarse aterrorizar por nosotros. La prolongación de mi detención por un tiempo «razonable» es una pequeña venganza fácilmente entendible a partir de los medios movilizados y de lo profundo del fracaso; como también es comprensible el encarnizamiento un poco mezquino del «servicio secreto», a partir del 11 de noviembre [2008], para atribuirnos a través de la prensa, los delitos más fantasiosos, o para apañar al más lejano de nuestros camaradas. Cuánta de esta lógica de represalias caracteriza a la institución policíaca y al pequeño corazón de los jueces, he ahí lo que habrán tenido el mérito de revelar, en tiempos recientes, las detenciones sistemáticas de los «conocidos de Julian Coupat».

Es preciso decir que algunos juegan, en este asunto, una buena parte de su lamentable carrera, como Alain Bauer [criminólogo]; otros, el lanzamiento de sus nuevos servicios, como el pobre Squarcini [director central de información interna], otros más, la credibilidad que nunca han tenido y que nunca tendrán, como Michèle Alliot-Marie [ministra del interior].

Usted proviene de un medio bastante acomodado que podría haberlo orientado en otra dirección…

«Hay plebe en todas las clases» (Hegel)

¿Por qué Tarnac?

Vaya allá, así entenderá. Si no comprende, me temo que nadie podrá explicárselo.

¿Usted se define como un intelectual, un filósofo?

La filosofía nace como luto parlanchín de la sabiduría original. Platón entendía ya la palabra de Heráclito como fugada de un mundo extinto. A la hora de la intelectualidad difusa, no se ve qué podría definir "el intelectual”, sino es la amplitud del foso que separa, en él, la facultad de pensar de la aptitud de vivir. Tristes títulos, de verdad, que son ésos ¿Pero, para quién, precisamente, sería necesario definirse?

¿Usted es el autor del libro La insurrección que viene?

Este es el aspecto más asombroso de este proceso: un libro vaciado integralmente en la averiguación previa, interrogatorios donde intentan hacerte decir que vives como está escrito en La insurrección que viene, que manifiestas como lo preconiza La insurrección que viene, que saboteas líneas de tren para celebrar el golpe de Estado bolchevique de 1917, ya que eso se menciona en La insurrección que viene, un editor convocado por los servicios anti-terroristas.

De memoria francesa, no se había visto de mucho tiempo atrás que el poder tuviera miedo a causa de un libro. Se tenía más bien costumbre de considerar que, en tanto los izquierdistas estaban ocupados escribiendo, al menos no hacían la revolución. Los tiempos cambian, evidentemente. La seriedad histórica regresa.

Lo que funda la acusación de terrorismo, en lo que nos concierne, es la sospecha de la coincidencia entre pensamiento y vida; lo que sustenta la asociación de malhechores, es la sospecha de que esta coincidencia no será dejada al heroísmo individual, sino que será el objeto de una atención colectiva. En forma negativa, ello significa que no se sospecha de ninguno de los que suscriben con su nombre tantas feroces críticas del sistema en lugar de poner en práctica la menor de sus firmes resoluciones; la injuria es mayúscula. Por desgracia, no soy el autor de La insurrección que viene -y todo este asunto debería acabar de convencernos acerca del carácter esencialmente policiaco de la función autor.

En cambio, soy un lector. Releyéndolo, apenas la semana pasada, entendí mejor la saña histérica que ponen, desde las alturas, en perseguir a los presuntos autores. El escándalo de ese libro, es que todo lo que en él figura es rigurosamente, catastróficamente cierto, y no cesa de comprobarse cada día más. Ya que lo que se revela, bajo la apariencia de una «crisis económica», de un «hundimiento de la confianza», de un «rechazo masivo de las clases dirigentes», es ante todo el final de una civilización, la implosión de un paradigma: el del gobierno que lo regula todo en Occidente - la relación de los seres con ellos mismos no menos que el orden político, la religión o la organización de las empresas. Existe, en todos los niveles del presente, una gigantesca pérdida de control frente a la cual ningún exorcismo policiaco ofrecerá remedio.

No es ensartándonos con penas de prisión, vigilancia exagerada, controles judiciales y prohibiciones de comunicar, en razón de que seríamos los autores de esa lúcida constatación, que lograrán que se desvanezca lo que ha sido constatado. Lo propio de las verdades es escapar, apenas enunciadas, de quienes las formulan. Gobernantes, de nada les habrá servido llevarnos frente a la justicia, todo lo contrario.

Está leyendo «Vigilar y castigar» de Michel Foucault ¿Ese análisis le parece todavía pertinente?

La prisión es evidentemente el sucio secretito de la sociedad francesa, la clave y no el margen de las relaciones sociales más presentables. Lo que aquí se concentra en un todo compacto, no es un montón de bárbaros en estado salvaje como se complacen en hacernos creer, sino el conjunto de disciplinas que tejen, por fuera, la existencia llamada «normal». Vigilantes, cantinas, partidos de foot en el patio, horarios, divisiones, camaradería, peleas, fealdad de las arquitecturas: se necesita haber pasado una temporada en prisión para conocer la medida exacta de lo que la escuela, la inocente escuela de la República, contiene, por ejemplo, de carcelaria.

Divisada desde este ángulo inatacable, no es la prisión que sería un refugio para los fracasados de la sociedad, sino la sociedad presente que aparece como una prisión malograda. La misma organización de la separación, la misma administración de la miseria mediante la mota, la tele, el deporte y la porno, reina como en cualquier parte, cierto, de modo menos metódico. Para terminar, esos altos muros no disimulan a las miradas nada más que esta verdad de una banalidad explosiva: son vidas y almas en todo parecidas que se arrastran a uno y otro lado de las alambradas y a causa de ellas.

Si se persigue con tanta avidez los testimonios «de adentro», que expondrían al fin los secretos que la prisión encierra, es para mejor ocultar el secreto que ella es: aquel de vuestra servidumbre, a ustedes que son considerados libres mientras su amenaza pesa invisiblemente sobre cada uno de vuestros gestos.

Toda la virtuosa indignación que rodea la negrura de los calabozos franceses y sus suicidios a repetición, toda la grosera contra-propaganda de la administración penitenciaria que monta en escena para las cámaras de los matones dedicados al bienestar del detenido y de los directores de cárcel celosos del «sentido de la pena», en resumen, todo ese debate sobre el horror del encarcelamiento y la necesaria humanización de la detención es viejo como la prisión. Hace parte, incluso, de su eficacia, al permitir combinar el terror que ella debe inspirar con su hipócrita estatuto de castigo «civilizado». El pequeño sistema de espionaje, de humillación y de exacción que el Estado francés dispone, más fanáticamente que ningún otro en Europa, en torno del detenido, no es siquiera escandaloso. El Estado lo paga diariamente centuplicado en los suburbios, y ello no es, por supuesto, más que el inicio: la venganza es la higiene de la plebe.

Pero la impostura más destacable del sistema judicial-penitenciario consiste ciertamente en pretender que está ahí para castigar criminales cuando no hace otra cosa que administrar los ilegalismos. Cualquier empresario -y no sólo el de Total-, cualquier presidente de consejo general -y no sólo el de Hauts-de-Seine-, cualquier tira, sabe lo que se necesita de ilegalismos para ejercer correctamente su oficio. En nuestros días, es tal el caos de las leyes que no se procura demasiado hacerlas cumplir y los antidrogas (stups), también, se cuidan de sólo regular el tráfico, y no de reprimirlo, lo que sería social y políticamente suicida.

La división no está, como pretende la ficción judicial, entre lo legal y lo ilegal, entre inocentes y criminales, sino entre los criminales que se cree oportuno perseguir y aquellos que son dejados en paz como lo requiere la policía general de la sociedad. La raza de los inocentes está extinta desde hace mucho, y la pena no es a lo que te condena la justicia; la pena es la justicia misma. Por ello, no hay ningún motivo para que mis camaradas y yo «clamemos nuestra inocencia», del modo en que la prensa se lanzó ritualmente a decir, sino que se trata de desbandar la azarosa ofensiva política que constituye todo este infecto proceso. He ahí algunas de las conclusiones a las que el espíritu es conducido leyendo Vigilar y castigar en la Santé. No resulta inútil sugerir, dado lo que hacen los foucaultianos desde hace 20 años con los trabajos de Foucault, de enviarlos en pensión algún tiempo, por acá.

¿Cómo analiza lo que le sucede?

Desengáñese: lo que nos sucede, a mis camaradas y a mí, le sucede también a usted. Por lo demás, ésa es, aquí, la primera mistificación del poder: nueve personas son perseguidas en el marco de un proceso judicial por «asociación de malechores en relación con una iniciativa terrorista», y se supone que deberían sentirse particularmente concernidas por esta grave acusación. Pero no hay «caso Tarnac», no más que «caso Coupat» o «caso Hazan» [editor de la Insurrección que viene]. Lo que hay es una oligarquía vacilante en todas las relaciones y que deviene feroz como todo poder deviene feroz cuando se siente realmente amenazado. El Príncipe no tiene ya más sostén que el miedo que inspira, cuando su vista sólo excita en el pueblo, odio y desprecio.

Lo que hay delante nuestro es una bifurcación, a la vez histórica y metafísica: sea pasamos de un paradigma de gobierno a un paradigma del habitar, al precio de una revuelta cruel pero transformadora, sea dejamos que se instaure en escala planetaria este desastre climatizado donde coexisten, bajo la férula de una gestión «descomplejizada», una élite imperial de ciudadanos y masas plebeyas mantenidas al margen de todo. Existe entonces, sin lugar a dudas, una guerra, una guerra entre los beneficiarios de la catástrofe y aquellos que se hacen de la vida una idea menos esquelética. Nunca se ha visto que una clase dominante se suicide de buena gana.

La revuelta tiene condiciones, ella no tiene causa ¿Cuántos ministerios de identidad nacional, despidos a la moda Continental, razzias de sin-papeles o de oponentes políticos, chavales jodidos por la policía en los suburbios, o ministros que amenazan con privar de diplomas a quienes todavía se atreven a ocupar su fac, serán necesarios para decidir que tal régimen, incluso instalado mediante un plebiscito de apariencias democráticas, no tiene ninguna razón de existir y amerita tan sólo ser derribado? Es una cuestión de sensibilidad.

La servidumbre es lo intolerable que puede ser infinitamente tolerado. En tanto es una cuestión de sensibilidad y que esta sensibilidad es inmediatamente política (no al preguntarse "¿por quién voy a votar? sino ¿es compatible mi existencia con éso?), para el poder es una cuestión de anestesia, a la que responde con la administración de dosis cada vez más masivas de diversiones, de miedo y de estupidez. Y ahí donde la anestesia deja de funcionar, este orden que ha reunido en su contra todas las razones de rebelarse intenta disuadirnos mediante un pequeño terror afinado.

Nosotros, mis camaradas y yo, no somos más que una variable de ese ajuste. Sospechan de nosotros, como de tantos otros, como de tantos «jóvenes», como de tantas «bandas», de desolidarizarnos de un mundo que se hunde. Sólo sobre este punto no mienten. Afortunadamente, el hatajo de estafadores, de impostores, de industriales, de financieros y de chicas, toda esa corte de Mazarin bajo neurolépticos, de Luis Napoléon en versión Disney, de Fouché dominguero, que en este momento controla el país, carece del más elemental sentido dialéctico. Cada paso que dan hacia el control de todo los acerca de su perdición. Cada nueva «victoria» de la cual presumen, extiende un poco más ampliamente el deseo de verlos vencidos a todos. Cada maniobra por la que figuran reforzar su poder acaba por hacerlo odioso. En otros términos: la situación es excelente. No es el momento de perder el valor. Entrevista hecha por Isabelle Mandraud y Carolinne Monnot

Apareció en la edición del 26 de mayo de 2009.

http://www.lemonde.fr/web/imprimer_…


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(1) Direction de la surveillance du territoire - Dirección de vigilancia del territorio, era un servicio de vigilancia del Ministerio del interior, dentro de la policía nacional encargada históricamente del contra-espionaje en Francia. En los años 90 fue encargada también de la lucha anti-terrorista, contra la proliferación de armas y la protección del patrimonio económico y científico. Desapareció en 2008 al fusionarse con los servicios secretos para dar origen a la DCRI (Direction centrale du renseignement intérieur - Dirección central de información interior).


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Al conocerse la noticia de la liberación de Julien Coupat, el Comité de apoyo a los inculpados del 11 de noviembre, publicó los siguientees comunicados:
Un ramo de flores para Michèle Alliot-Marie
28 mayo, 18h.

No, no nos sentimos aliviados. No, la liberación de Julien no es una «victoria». Cuando mucho es un camuflaje para todos los desvergonzados que nos han atacado. Para nosotros, no es más que una etapa. Hacia la impunidad, para todos ellos y por todo. No enviaremos un ramo de flores al tribunal.

Su hostigamiento va a continuar, en contra nuestra, de nuestros amigos, contra otros. Los controles judiciales, las amistades prohibidas, las vigilancias, las detenciones provisionales de 96 horas. Lo que ve la luz en este asunto es la determinación, la determinación patética de un orden senil dispuesto a todo para aniquilar lo que le resiste y que cuenta con sobrevivirle. Esto apenas comienza, para ellos como para nosotros. Seguimos pues. Nuestra defensa es tanto preventiva como ofensiva.

Se ha desplazado el enfrentamiento desde el plano judicial al plano político. Ello provocó algunas incomprensiones.

Anunciamos por tanto la realización, el 21 de junio (día de la fiesta de la música) a las 3 de la tarde en Les Halles de París, de una gran manifestación. Invitamos a todos, a todas las bandas, todos los obreros, todos los manifestantes que hayan sufrido el hostigamiento brutal y judicial de la policía y sus politiqueros. Convocamos a todas y todos que no soportan este orden del mundo, todas y todas que se organizan para sobrevivir contra viento y marea. Invitamos a todas y todos para quienes ha sonado la hora, por fin, de encontrarnos.

Por Julien, todos los otros y contra todo:

Cita: domingo 21 de junio - 15 horas - Fuente de los Inocentes - PARIS


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Liberación de Julien. Todo continúa.
27 mayo, 23 horas.

Ya estuvo. Los periodistas anuncian la liberación de Julien Coupat. Insistiendo en la clemencia del tribunal que, esta vez, no se opondrá. Que declara que la detención ya no se justifica más. Ficción de un anti-terrorismo razonable, justo, mesurado.

En los despachos de prensa se recuerda que pronto será el cumpleaños de Julien. Como si se tratara de un regalo. Sería preciso entonces que estemos felices, que descorchemos la champaña, que gritemos victoria. Es magnífico: se mantiene contra viento y marea a alguien en detención durante 6 meses, y porque de repente, sin ninguna explicación, se le libera, deberíamos estar contentos, agradecer a la justicia de ser tan justa y a los jueces de ser tan clementes

No: el sentimiento dominante es aún el de la cólera. Por el encarcelamiento de Julien y de otros. Por los arrestos en plena calle, que aún se permiten. Por las detenciones provisionales de 96 horas, que se han hecho corrientes. Por ese pendejo de Jean-Marc, simple tira de la SDAT [subdirección anti-terrorista]. De ningún modo nos detendremos ahí.

Con el caso Tarnac, el poder intentó dar un golpe: utilizar sus dispositivos de excepción, policiacos y jurídicos, sin tapujos y haciéndolo del conocimiento del mayor número posible. Lo que se intentó fue banalizar los dispositivos anti-terroristas. En la situación actual, se puede decir que no tuvo éxito. Pero no ha fracasado aún. Lo que está en juego, además de que este caso se cancele de una vez por todas, es desacreditar por mucho tiempo, las medidas antiterroristas.

La otra cosa que se reveló en este caso, es la existencia de formas de contestación difusas, de una política radical que se desarrolla fuera de partidos y sindicatos y la tentativa de encuadrarlas bajos los términos «anarco-autónomo» o «ultra-izquierda». Lo que apareció a la luz pública, para decirlo rápido, es la existencia de una juventud que desea el fin de esta sociedad. Y eso tampoco se detendrá.

Con la liberación de Julian todo continúa. Los comités de apoyo anunciarán nuevas iniciativas muy pronto.

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