viernes, 13 de junio de 2008

Cambios en la correlación de fuerzas en el Medio Oriente



Thierry Meyssan en el barrio Sur de Beirut bombardeado por la aviación israelí. ___________________________________________________

La derrota de Israel en el Líbano
Después de reunirse con numerosos líderes políticos y responsables militares libaneses, Thierry Meyssan enumera las lecciones de la guerra. Opina que los bombardeos masivos israelíes contra zonas urbanas y la derrota de Israel ante una guerrilla popular sólo son comparables al bombardeo contra Hanoi y la victoria del pueblo vietnamita sobre las tropas estadounidenses. Lo más importante, según explica en este primer artículo, es que el resultado del enfrentamiento armado cambió la problemática internacional transformando una guerra de Israel contra una «organización terrorista» en un conflicto ideológico regional entre fuerzas sionistas y antisionistas, conflicto que además se extiende tanto al Líbano como al propio Israel.
15 de septiembre de 2006


Fracaso del «Air Power»
El plan de ataque fue concebido conjuntamente por los estados mayores estadounidense e israelí. El Pentágono impuso la técnica del Shock and Awe en el marco de la guerra relámpago, clásica para el ejército israelí.
Para los generales estadounidenses, había llegado la hora de demostrar el «Poder aéreo». Desde los años 30, la fuerza aérea trata de demostrar que un bombardeo aéreo masivo puede bastar para obtener la rendición del enemigo sin combates terrestres. Ello exige el desencadenamiento de un diluvio de fuego que ponga al enemigo en estado de choque. Hace 60 años que Estados Unidos aplica sin éxito esa teoría en diferentes partes del mundo. Esta vez, la tesis era que la destrucción sistemática y total de todas las ciudades del sur del Líbano haría que los libaneses se levantaran contra la dictadura de Hezbollah y aclamaran a la familia Hariri.
En día y medio de bombardeos, el ejército israelí cortó las comunicaciones entre el norte y el sur del Líbano, inutilizó el aeropuerto de Beirut y destruyó las reservas de hidrocarburos, bloqueó los principales puertos e impuso un bloqueo aéreo y naval. Solamente quedaron algunas carreteras que conectan el norte del Líbano con Siria, carreteras inundadas de columnas de desplazados.
El problema está en que Hezbollah no es una dictadura sino un movimiento de resistencia y solidaridad. Los bombardeos dejaron un millón de personas desplazadas. La cuarta parte de ellas emigró al extranjero, otra cuarta parte encontró refugio en Siria y la mitad restante se desplazó hacia el norte del Líbano. Los refugiados no recibieron ayuda alguna por parte del Estado libanés. En cambio fue el movimiento Hezbollah quien se encargó de acoger a esos refugiados, con la contribución de la Corriente Patriótica Libre que dirige el general cristiano Michel Aun . Hay refugiados libaneses que fueron acogidos incluso por los refugiados palestinos, aunque estos últimos viven en condiciones de miseria en sus propios campamentos desde hace 60 años. Lejos de ver al movimiento Hezbollah como el culpable de su desgracia, los desplazados maldicen al ejército israelí por atacar su país, a Estados Unidos por ser quien arma a Israel y al gobierno libanés de Siniora por colaborar con Estados Unidos e Israel.

Lo más sorprendente es que, en 34 días bajo un diluvio de bombas cinco veces superior a la potencia de fuego que arrasó Hiroshima, los libaneses que se quedaron en el sur no cayeron en estado de choque. Tanta resistencia se debe, en primer lugar, a su experiencia anterior de la guerra pero tiene también mucho que ver con su formación y con sus dirigentes, posiblemente también con su fe. Lejos de perder la esperanza, se prepararon para una guerra larga y quedaron sorprendidos por la rapidez de su propia victoria.
Dicho sea de paso, durante el segundo día de la agresión Israel bombardeó los estudios del canal de televisión Al-Manar y la sede nacional del Partido de Dios, situados ambos en un barrio popular de Beirut. Como el ataque sólo interrumpió las transmisiones de Al-Manar durante dos minutos y no tuvo ningún efecto sobre la organización de Hezbollah, el estado mayor israelí creyó que los dirigentes de la televisión y del partido se encontraban en refugios antiaéreos bajo los escombros. Así que prosiguieron los bombardeos durante seis días más con la esperanza de acabar por fin con las instalaciones subterráneas antes de darse cuenta que estas existían únicamente en la fértil imaginación de los periodistas de Fox News. Mientras tanto, esos mismos bombardeos devastaron todo el sur de la capital, actualmente convertido en un montón de escombros. El efecto psicológico de esta insistencia en el error cometido favoreció al Hezbollah que se vio como una entidad invencible ante uno de los ejércitos mejor equipados del mundo.
Los bombardeos israelíes no tienen comparación con la respuesta de Hezbollah. Israel utilizó aviones F-15 para mantener bombardeos constantes y hacer polvo todas las ciudades del sur del Líbano. Nunca nación alguna se había atrevido a recurrir a ese tipo de bombardeo contra zonas urbanas desde que la fuerza aérea de Estados Unidos destruyó Hanoi en 1972, nunca desde entonces un ejército moderno había sufrido una derrota similar a manos de una guerrilla. En cambio, Hezbollah utilizó sus cohetes única y exclusivamente contra objetivos militares, aún cuando el ajuste del tiro alcanzó inevitablemente blancos civiles. Se ha comprobado que la Resistencia Libanesa destruyó un aeropuerto militar, el principal centro de transmisiones electrónicas, el cuartel general del Comando Norte israelí y que causó graves daños a dos barcos de guerra.
Cuando la ONU proclamó el cese de las hostilidades y en momentos en que Hezbollah dudaba aún sobre la conducta a seguir, los desplazados libaneses comenzaron a regresar de forma espontánea. Media hora después del tan esperado momento, las carreteras transitables del Líbano se vieron inundadas de gente que regresaba. Los desplazados regresaron inmediatamente para acampar sobre las ruinas de sus casas, negándose simbólicamente a abandonar su tierra. Esa marea humana obligó a las fuerzas terrestres israelíes a acelerar su repliegue.
La fuerza aérea israelí afirma haber destruido en 72 horas la totalidad de las rampas de lanzamiento de misiles Sahar que Hezbolla recibió de Irán. Hezbollah asegura que no es cierto y que mantiene la capacidad necesaria para golpear Tel Aviv. Así parece ser ya que cuando el ejército israelí trató de retomar los bombardeos contra Beirut y Hassan Nasrallah amenazó con tomar represalias contra Tel Aviv, los israelíes renunciaron a proseguir sus ataques.
Los responsables de Hezbollah afirman haber utilizado solamente la novena parte de su arsenal y disponer actualmente de los medios necesarios para librar una guerra idéntica de 11 meses. Los elementos recogidos en el teatro de operaciones demuestran que sus unidades antitanques se mantuvieron como reserva y no participaron en los combates.
En definitiva, el predominio aéreo total de Israel no sirvió en lo absoluto para alcanzar sus objetivos militares. En cuanto al despliegue de sus fuerzas terrestres, enseguida se convirtió en un fiasco.
Fracaso de la ofensiva terrestre

Un tanque israelí Merkava destruido por la Resistencia libanesa en Bint Jbeil. Hasta el momento del ataque al Líbano este blindado era el orgullo del ejército israelí. Israel acaba de anunciar el cese de su fabricación.
Desde el primer día, el intento de penetración de los blindados israelíes fracasó y tuvieron que dar media vuelta, aunque la capacidad de avance rápido ha sido tradicionalmente una de las virtudes de Tsahal. Ese primer fracaso fue interpretado como resultado de un intento prematuro. Los estados mayores estimaron que cuando los bombardeos aéreos hubieran limpiado el camino, las tropas terrestres no tendrían problemas para acabar con los restos de resistencia. Hezbollah era considerado como un grupúsculo terrorista que disponía de 250 ó 500 combatientes con armas sofisticadas. Las declaraciones de Hassan Nasrallah en las que afirmaba que el Partido de Dios contaba con varios miles de combatientes aguerridos y 15 000 reservistas fueron consideradas como fanfarronería. Grave error imputable únicamente a la autointoxicación. No hacía falta un servicio de inteligencia muy complicado para evaluar la situación, sobre todo sabiendo que desde hace años Hezbollah venía organizando visitas de la prensa a sus instalaciones como medida disuasiva. Sin embargo, la retórica de la «guerra contra el terrorismo», que ve en todo movimiento patriótico un grupúsculo de fanáticos, pasó por encima de una realidad que todos conocían.
Hezbollah es una red de resistencia creada durante la ocupación israelí (1982-2000). Perfectamente consciente de que la paz en la región será imposible hasta que no se solucione el problema del régimen político en vigor en Israel, Hezbollah dedicó los seis últimos años a prepararse para nuevas batallas. Conservó su estructura clandestina desarrollando al mismo tiempo un ala política y parlamentaria, proporcionó a sus miembros –hombres y mujeres– una disciplina combativa, acumuló un impresionante arsenal gracias a sus aliados sirios e iraníes, y quizás rusos.
Hezbollah analizó sus propios errores del periodo anterior y estudió los métodos de combate de los israelíes en Palestina y de Estados Unidos en Irak. Asimiló perfectamente las técnicas de guerrilla y las modernizó. Siguiendo las teorías elaboradas por los generales libaneses Amin Hutait y Elias Hanna, inventó una forma de guerrilla que maneja armamentos disímiles. De esta forma, enterró por adelantado viejos teléfonos de campaña cuyas comunicaciones, contrariamente a las digitales, no pueden ser interceptadas, mientras que, por otro lado, sus combatientes utilizan visores infrarrojos de visión nocturna de alta tecnología para mejorar la movilidad de sus comandos.
La guerra del Líbano no fue por tanto una guerra asimétrica entre un ejército moderno, bien armado, y una guerrilla de gente descalza. En esta batalla del Goliat israelí contra el David libanés, el débil no sólo tenía una honda sino también RPG-29 Vampire, los lanzacohetes más eficaces del mundo.
La técnica de la guerra relámpago en la que se basó la victoria alemana de 1939, encontró la horma de su zapato. Esa técnica estaba enteramente basada en los tanques. Con el tiempo, estos se han hecho cada vez más pesados para resistir proyectiles cada vez más potentes. Actualmente algunos están recubiertos de uranio empobrecido para reforzar el blindaje. Pero fueron presa fácil de los RPG rusos de Hezbollah. Habría incluso que preguntarse si la guerra del Líbano no va a convertirse en el fin de la época de los tanques, como la batalla de Azincourt fue el de los caballeros con armaduras. Por el momento, el ministerio de defensa israelí acaba de anunciar el cese de la producción del tanque Merkava, considerado hasta ahora entre los mejores del mundo.
Un trágico error de análisis
Pero, más allá de la estrategia, de la táctica y el armamento, la lección más importante de la guerra del Líbano, es el valor de las tropas. En los conflictos anteriores, Tsahal ponía en primera línea unidades profesionales y desplegaba en cuestión de días una nube de reservistas. Estos combatían duramente en defensa de la tierra ya obtenida y por la conquista de otras. Pero los tiempos cambian. Murieron los héroes de la Legión Judía y de la Hagannah. Sus nietos heredaron un régimen de apartheid y no luchan ya por una patria sino por sus privilegios. Su experiencia militar se limita a las redadas en los territorios palestinos. Así que no resistieron el enfrentamiento con la resistencia patriótica de un país independiente.
En realidad, esta no fue la guerra de Israel contra el Líbano sino la del sionista contra el ideal de igualdad. Es importante recordar aquí que el ejército israelí no se compone del pueblo israelí sino de aquellos israelíes de filiación judía que combaten contra los árabes, aunque esos árabes sean también israelíes. Con el paso de los años, este ejército se ha dedicado principalmente a mantener el orden, o más bien a mantener el apartheid. Los judíos israelíes antisionistas optaron primeramente por convertirse en objetores de conciencia y después por la insubordinación. Hoy por hoy, depositan sus esperanzas en Hezbollah e hicieron llegar a la Resistencia Libanesa toda la documentación interna de Tsahal, que fue rápidamente traducida al árabe y distribuida a la guerrilla. Los guerrilleros disponían así de descripciones precisas de las unidades contra las que combatían. Informados en detalle sobre la jerarquía y las insignias de los oficiales al mando, los tomaban como blanco antes de desaparecer.
Esa calidad de la información de inteligencia de la Resistencia, contrastante con la autointoxicación de la inteligencia militar sionista, explica en parte el resultado en el campo de batalla. Quedará en el recuerdo la ciudad de Ait Acha, en la frontera libanesa con Israel, donde un centenar de combatientes resistió durante 34 días los asaltos de Tsahal sin ceder nunca.
Hassan Nasrallah: ¿Combinación de Ho Chi Min y Mandela?
Los gobiernos de Israel y Estados Unidos siguen presentando el conflicto como una etapa de la «guerra contra el terrorismo», aunque el carácter popular de la resistencia y la derrota de Tsahal contradicen ese análisis. Por su parte, Hezbollah presenta esos combates como una batalla de la guerra entre la ideología sionista y la lucha por la igualdad. Ese análisis es el que acaba de imponerse en el terreno cambiando radicalmente la situación en el Medio Oriente, lo que provoca la cólera de los generales más extremistas en el estado mayor de Tsahal.
Si bien es imposible cuantificar el número de oficiales antisionistas israelíes que están secretamente en contacto con Hezbollah, resulta por el contrario muy fácil evaluar la manera como los israelíes ven a la Resistencia. Estudios de opinión muestran que las transmisiones diarias en hebreo de Al-Manar fueron más escuchadas por los israelíes que los boletines informativos de sus propias cadenas de televisión [1]. Esos estudios revelan además que los israelíes tienen dos veces más confianza en Hassan Nasrallah que en Ehud Olmert en lo tocante a la solución de la crisis. Lejos de haber sido erradicado por Tsahal, Hezbollah se ha convertido en un actor político invisible en Israel, donde representa el fin del apartheid y el establecimiento de una paz duradera para todos sus pobladores sin exclusión alguna.
La derrota israelí
La ofensiva israelí en el Líbano responde a una conjunción de intereses. Para los neoconservadores en el poder en Estados Unidos, que son en este caso quienes dieron la orden, se trata estratégicamente de proseguir el plan de modificación de las fronteras del Gran Medio Oriente, y tácticamente de eliminar al Hezbollah antes de atacar Siria y más tarde Irán [2]. Para el régimen sionista en el poder en Israel, se trata estratégicamente de expulsar a los pobladores del sur del Líbano, anexar esa zona y su manto freático, crear allí un bantustán para los árabes de Cisjordania –incluyendo a los de Gaza– y, tácticamente, de eliminar al Hezbollah como fuerza opositora al gobierno de Siniora. Para el sistema financiero, representado en el Líbano por la familia Hariri, la destrucción permite reeditar la amplia operación de reconstrucción del país que lo enriqueció durante los años 90.
Pero las fronteras del Líbano no fueron modificadas, los pobladores del sur del Líbano volvieron a las tierras de las que fueron expulsados, Hezbollah se convirtió en la primera fuerza política y militar del Líbano y se transforma así en un actor fundamental de la vida política interna en Israel, los libaneses rehicieron su unidad, Siria recuperó su liderazgo regional e Irán se fortaleció con la victoria de su aliado libanés. En cuanto a los objetivos financieros, lejos de ser capaz de mantenerse en el poder en Beirut, la familia Hariri corre el riesgo de perder las inmensas propiedades que adquirió ilegalmente durante la primera reconstrucción [3].
Desde todo punto de vista, la ofensiva militar acabó en derrota.
[1] Ver específicamente The Management of Israeli PR during the Second Lebanon War por el profesor Udi Lebel, Ben Gurion University.
[2] «Los neoconservadores y la política del «caos constructor»», por Thierry Meyssan, Voltaire, 25 de julio de 2006.
[3] Le Pays d’où je viens por Henri Eddé (Buchet-Chastel, 1997); Les Mains noires por Najah Wakim (All prints publishers and distributors, 1998); Rafic Hariri, un homme d’affaires Premier ministre por René Naba (L’Harmattan, 1999).

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Reconoce Olmert que el ataque contra el Líbano estaba decidido de antemano



19 de marzo de


El primer ministro israelí Ehoud Olmert compareció ante la Comisión Vinograd encargada de depurar responsabilidades por el fracaso de la operación militar israelí emprendida contra el Líbano en julio de 2006. Olmert reconoció ante la Comisión que en marzo de 2006, o sea cuatro meses antes de la agresión israelí, él mismo decidió que, en caso de producirse un nuevo secuestro de soldados israelíes por parte de Hezbollah, el ejército israelí desencadenaría una operación de gran envergadura. El jefe del Estado Mayor conjunto, general Dan Halutz, le presentó entonces varios planes de ataque entre los que el propio Olmert seleccionó uno.
La declaración de Olmert no resulta ni siquiera medianamente sorprendente. Resulta evidente que una ofensiva de tanta envergadura no podía haber sido planificada en unas pocas horas, como afirmaba hasta ahora el gobierno israelí. El testimonio de Olmert confirma sin embargo que, más allá de la preparación en el plano militar –perfectamente legítima en el caso de un Estado Mayor–, la decisión política ya estaba tomada de antemano. En otras palabras, Israel no respondió a una situación sino que esperó que la situación tuviera lugar para aplicar la decisión de atacar.
Ya anteriormente el San Francisco Chronicle [1] había revelado que militares israelíes habían viajado a Estados Unidos para presentar de antemano el plan de ataque israelí y que la operación emprendida en julio de 2006 no podía en lo absoluto ser considerada como una respuesta. El secretario general del Hezbollah, Hasan Nasrallah, también había mencionado el plan de ataque israelí en su discurso del 15 de abril de 2006. Y Thierry Meyssan revela en detalle aspectos de la logística estadounidense que se puso a la disposición del ejército israelí en un libro que saldrá a la venta la semana próxima en Beirut [2]
(Ilustración: Mapa de los objetivos civiles libaneses que el ejército israelí designó como blancos. Disponible en el sitio electronicintifada.net.)

[1] «Israel set war plan more than a year ago. Strategy was put in motion as Hezbollah began gaining military strength in Lebanon» por Matthew Kalman, San Francisco Chronicle, 21 de julio de 2006.
[2] La publicación en francés de esta obra, que debería haber tenido lugar en París en enero de 2007, fue anulada varias veces debido a las presiones de que fueron objeto los editores y distribuidores. El libro está siendo traducido a varios idiomas y la versión en árabe será la primera en salir al público.

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La ofensiva israelí contra el Líbano no era más que una etapa del remodelamiento del Medio Oriente por Estados Unidos



Thierry Meyssan, en la conferencia de presentación de su nuevo libro «La Gran Impostura 2». Foto voltairenet.org / J.S. Farez.


Entrevista con el diario egipcio Al-Ahram

por Mahdy Mostafa*

La ofensiva israelí de julio y agosto de 2006 contra el Líbano no tenía como objetivo el rescate de los soldados que el Hezbollah había hecho prisioneros y no fue resultado de una iniciativa de Tel Aviv. En realidad, no fue más que una etapa del vasto plan de estadounidense de remodelamiento del Gran Medio Oriente, afirma Thierry Meyssan en entrevista concedida al diario egipcio Al-Ahram en ocasión de la publicación en árabe de su libro L’Effroyable imposture 2.
15 de junio de 2007

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Al-Ahram: Usted afirma en su libro , L’Effroyable imposture 2, que la guerra israelí de julio de 2006 fue planificada de antemano. ¿Cuáles son los detalles de esa operación?
Thierry Meyssan: Al día siguiente de la invasión contra Irak, Estados Unidos ya había designado su próximo blanco. Al adoptar la Syrian Accountability Act, el Congreso autorizaba al presidente Bush a hacerle la guerra al Líbano y a Siria cuando le pareciera necesario. En aquel entonces, Francia protegió al Líbano al negociar la resolución 1559, pero se peleó con Siria, nación de la cual esperaba que –a cambio– se retirara del país del Cedro. Sin embargo, esa corta resolución de la ONU es particularmente ambigua. Se presta a dos interpretaciones contradictorias, según se analice desde París o desde Washington. Para Jacques Chirac, se trataba de afirmar la independencia del Líbano. Para George W. Bush, por el contrario, se trataba de debilitar la defensa del Líbano. Y como, siempre sucede en esos casos, el quid pro quo acabó favoreciendo al más fuerte. Sobre todo porque el presidente Chirac cometió un error de graves consecuencias: al confundir sus relaciones personales con Rafic Hariri con las relaciones de Estado a Estado, comprometió toda la influencia francesa en el Líbano al apoyar exclusivamente a Rafic Hariri, llegando incluso a se distanciarse de los tradicionales socios maronitas de Francia en el Levante.
A partir de ahí, el proyecto de guerra fue modificado por primera vez. Estados Unidos se vio obligado, debido a la resolución 1559, a subcontratar a Israel para [llevar a cabo] las operaciones militares. Los partidarios del enfrentamiento eliminaron a Rafic Hariri para sacar a Francia del juego. Mediante la manipulación de la psicología de las multitudes, suscitaron en el Líbano un estado de opinión contra Siria, esperando que se produjera una explosión general.
Pero, una vez más, no sucedió lo que habían previsto. En vez de buscar problemas, Siria se retiró espontáneamente del Líbano, donde en el pasado había desplegado su ejército a pedido de los libaneses. Entonces hubo que modificar de nuevo el plan porque a partir de ahí la guerra ya tenía que ser nada más que contra el Líbano.
Al-Ahram: Usted mencionó también el nombre de Farid Ghadry, personalidad siria protestante de la que mucho se habló y que ha desaparecido de las noticias. ¿Qué papel desempeñó él en la Syrian Accountability Act?
Thierry Meyssan: Inicialmente, Estados Unidos tenía previsto desembarcar en las costas libanesas e invadir Siria después. Los estadounidenses hubieran llegado con nuevos gobiernos, formados en Washington con elementos nacionales, como hicieron en Afganistán con su títere Hamid Karzai y en Irak con Ahmed Chalabi e Iyad Allaui. Ziad K. Abdelnur habría gobernado el Líbano y Farid N. Ghadry hubiera gobernado Siria.
Este último es un cristiano sionista que trabaja para fabricantes de armamentos vinculados al Pentágono. Es miembro activo de las principales organizaciones sionistas estadounidenses: AIPAC y JINSA. Creó un partido político sirio en Estados Unidos y una radio que transmite hacia Siria desde Chipre. Trató infructuosamente de reunir en torno a sí mismo a la oposición siria, pero no resultaba muy creíble: generalmente (y se trata de un problema que la CIA enfrenta a menudo), la gente que se presta para organizar gobiernos colaboracionistas en detrimento de los intereses de su propia patria no resulta simpática y no puede esperar entonces alcanzar sus fines mediante la vía democrática.
Al principio, toda su actividad giraba exclusivamente alrededor del derrocamiento de los regímenes prorrusos en Europa Occidental. Poco a poco, la Nacional Endowment for Democracy (NED) y el US Institute for Peace (USIP) se interesaron por el resto del mundo. En enero de 2004, George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole explícitamente la misión de tomar el control del Gran Medio Oriente.
Al-Ahram: Usted mencionó también a la National Endowment for Democracy fundada por Ronald Reagan para derrocar a los gobiernos que se oponen a las políticas estadounidenses. Sabemos de muchas ONG del Medio Oriente que son financiadas por esa institución. ¿Significa eso que la mayoría de esas asociaciones están vinculadas a la CIA?
Thierry Meyssan: Después de las revelaciones de los años 70, la CIA está completamente desacreditada. Bajo Reagan, los neoconservadores imaginaron un nuevo medio de injerencia, más «limpio». Más que organizar golpes de Estado y asesinatos políticos, Estados Unidos prefirió penetrar los movimientos políticos y sindicales y corromperlos. La National Endowment for Democracy (NED) fue creada al margen del Departamento de Estado y el US Institute for Peace (USIP) al margen del Departamento de Defensa. Ambas estructuras constituyen desde entonces el brazo visible de los servicios secretos estadounidenses. Actuaron primero en Europa oriental y luego en Europa occidental, incluyendo a Francia, donde financian partidos políticos de manera ilegal.
En enero de 2004, el presidente George W. Bush duplicó el presupuesto de la NED dándole como misión que tomara el control de todas las organizaciones políticas y sindicales del mundo árabe. Para ello, la NED creó numerosas ONG y ofreció gratuitamente su ayuda a las ONG que ya existían en el mundo árabe. Es una forma de actuar extremadamente perniciosa. Esa gente llega siempre derrochando simpatía y no piden nada a cambio de su ayuda. Pero rápidamente logran imponer un modo de actuar y ciertas problemáticas, desviando así la energía de los militantes –a la que tanto temen– hacia temas secundarios, e imponen en los primeros planos a las personas que a ellos les convienen otorgándoles medios de acción considerables.
No se puede decir que los que aceptan la ayuda de la NED trabajan para la CIA. Pero sí es seguro que, aunque lo hagan de buena fe, se ponen en una situación en la que no tardarán en verse manipulados por esta en detrimento de los intereses de sus propios países.
En el caso de Egipto, la NED se interesó de forma particular por penetrar las organizaciones patronales.
Al-Ahram: ¿La resolución 1559 es acaso un preludio de lo que usted ha llamado la destrucción del Líbano y, posteriormente de la orientación hacia Siria? Esta otra pregunte requiere una respuesta franca. ¿Por qué insiste usted en las relaciones entre Rafic Hariri y Jacques Chirac?
Thierry Meyssan: Se supone que el presidente de la República Francesa tiene que concentrarse en su propio mandato en vez de dedicarse a negocios personales que puedan convertirse en fuente de conflictos de intereses. Yo no dispongo de ningún elemento probatorio que permita afirmar que la familia Hariri se ocupaba de administrar los haberes de la familia Chirac. Pero si me interrogo sobre la significación de los suntuosos regalos que los Hariri le han hecho a los Chirac, desde joyas que están entre las más caras del mundo hasta el apartamento que actualmente ocupan en París.
En todo caso, las relaciones privadas entre los Hariri y los Chirac fueron dictando progresivamente su propia lógica a las relaciones entre el Líbano y Francia. Es un grave error y tuvo consecuencias graves.
Al-Ahram: ¿Esta relación personal entre Rafic Hariri y Jacques Chirac explica la transformación de las relaciones entre Francia y los maronitas del Líbano?
Thierry Meyssan: Jacques Chirac identificó los intereses de la familia Hariri con los intereses de Francia en el Líbano. Debido a ello, ignoró a todos los demás protagonistas, cualesquiera que fuesen.
En lo tocante a los maronitas, que constituyen la vía tradicional de la influencia francesa en esta región desde hace siglos, él se negó a conversar con Michel Aun, aunque éste último había estado exilado en Francia durante 15 años. Interrumpió todo contacto con Emile Lahud, siendo éste presidente de la República. Sin embargo, mantuvo las relaciones con los falangistas y con las Fuerzas Libanesas, o sea con una pequeña minoría que constituye el ultimo partido fascista del Mediterráneo.
Al-Ahram: Según usted, ¿Jacques Chirac sabe con precisión la identidad de los asesinos de Hariri?
Thierry Meyssan: No. Jacques Chirac vivió la muerte de su amigo Rafic Hariri como un drama personal. De cierta manera, él se considera indirectamente responsable. Incluso llegó incluso a sospechar de todo el mundo.
Al-Ahram : Usted sugiere en su libro que Estados Unidos es responsable del asesinato de Hariri. ¿En qué se basa?
Thierry Meyssan: La muerte de Rafic Hariri resultaba indispensable para la realización de los planes estadounidenses en la región. Estados Unidos e Israel eran los únicos interesados en [que se cometiera] ese crimen, que –por el contrario– resultaba embarazoso para Siria. Sin embargo, el hecho de que sacaran provecho del crimen los convierte en sospechosos, no en culpables. Para pasar a esto último, yo observo que Estados Unidos reaccionó con una rapidez que demuestra que sabía por adelantado la fecha y hora del asesinato. Por consiguiente, son por lo menos culpables de no haber prestado ayuda.
Y he aquí la prueba: el US Committee for a Free Lebanon (USCFL), o sea el grupo que preside Ziad K. Abdelnur, a quien mencioné hace un momento, desató su ofensiva mediática en los minutos que siguieron al atentado contra Rafic Hariri. Le recuerdo que ese grupo fue formado para constituir un gobierno proestadounidense de cambio que los Marines instalarían en el poder después de desembarcar en las playas libanesas. Al cambiar las modalidades del proyecto, este grupo estaba destinado a tomar el poder durante una «revolución naranja».
En los minutes subsiguientes a la explosión de Beirut, siendo de noche en Washington, el USCFL afirma que despertó a sus administradores, reunió a su buró político y redactó un comunicado. Muy bien informado, ese grupo sabía que Rafic Hariri era la víctima principal del atentado, cuando las agencias de prensa estaban hablando de la violencia de la explosión sin haber identificado todavía con certeza el objetivo de la misma. [El USCFL] difundió su comunicado, enviándolo por correo electrónico y por fax a las agencias de prensa, a los periódicos más importantes del mundo entero, utilizando para ello listas preparadas con antelación, y a importantes medios de difusión también previstos desde mucho antes. De forma que numerosos medios se enteraron de la muerte de Hariri por ese fax, no por los agencias de prensa. Claro, el comunicado del USCFL describía a Hariri como un benefactor del Líbano y a Siria como organizador de su muerte. Los periodistas que, por estar en el otro extremo del mundo, no saben nada de las interioridades de la política interna libanesa, no trataron de verificar la lógica del USCFL. Si hubieran echado un vistazo al sitio de esa asociación en Internet, que no fue actualizado hasta una semana después, se hubieran encontrado con sus diatribas contra Hariri y con su exhortación a matarlo, ya que –como todos los seudópodos de la CIA– el USCFL deseaba la muerte del ex primer ministro y la utilizó contra Siria derramando lágrimas de cocodrilo.
Al-Ahram: ¿Qué quiere decir usted cuando afirma que el 7 de febrero de 2005 fue el último día del chantaje que se ejerció sobre Siria para que se retirara del Líbano? ¿Qué relación tiene eso con el atentado del 14 de febrero?
Thierry Meyssan: Antes del lanzamiento de la operación contra Hariri –o antes de permitir que otros lo ejecutaran–, Estados Unidos lanzó un ultimátum a Siria. El 7 de febrero de 2005, convocaron al embajador sirio en Washington y lo intimaron a retirar las tropas del Líbano y a poner fin al apoyo prestado a la Resistencia en Palestina, en el Líbano y en Irak. La negativa siria tuvo como respuesta la ejecución de Hariri.
Al-Ahram: En ese contexto, usted menciona a Elliot Abrams y a David Satterfield. ¿Qué conclusión se puede sacar de sus responsabilidades?
Thierry Meyssan: El embajador Satterfield fue el que amenazó a Siria. Y fue Elliot Abrams quien supervisó el asunto –en lo tocante al Líbano y Siria, quiero decir– en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Así que los investigadores libaneses y el señor Mehlis deberían haber interrogado prioritariamente a esas dos personalidades.
Al-Ahram: Usted señala que los diplomáticos y militares egipcios insistieron en que Siria no estaba implicada. ¿Por qué desapareció esa voz en la vorágine de los hechos, contrariamente a lo que sucedió con otras voces árabes?
Thierry Meyssan: En este caso, como en muchos otros entre los que se encuentra el 11 de septiembre, Egipto hace análisis razonables y argumentados mientras que tantas voces se dejan llevar por la emoción y la sin razón. Esa cualidad duradera es lo que le permite a la diplomacia egipcia seguir desempeñando un papel central en la región. Sin embargo, debido a la actual correlación de fuerzas, Egipto no tiene posibilidades de hacerse oír en el plano mediático ante el estruendo ensordecedor de la propaganda estadounidense.
Al-Ahram: Marwan Hamade, n°2 del PPS de Walid Jumblat, afirmó que se trataba de «un crimen abominable cuyas responsabilidades son conocidas: empiezan en Damasco, pasan por [el palacio presidencial libanés] Baabda y por el gobierno libanés y los servicios de inteligencia libaneses». Se trata de una acusación formal. ¿Estaba planeada junto al asesinato?
Thierry Meyssan: Nada hay que permita afirmar que Marwan Hamade fuese cómplice de los asesinos, pero él hizo esa declaración solamente 4 horas después del atentado. Aún con la excusa de la emoción, su comportamiento es indigno: no se puede acusar a nadie de haber cometido un asesinato si no se tienen pruebas, y no se debe utilizar el dolor de la familia del difunto para señalar a los adversarios políticos como chivo expiatorio.
Al-Ahram: Usted critica duramente al fiscal Mehlis y lo acusa de «colonialismo judicial». ¿Qué quiere decir con eso?
Thierry Meyssan: Detlev Mehlis tendría que haber sido rechazado como jefe de la misión de la ONU por estar vinculado a una de las partes interesadas en el caso. En su condición de fiscal alemán, fue él quien dirigió la investigación sobre el atentado contra la discoteca La Belle, en 1986, y lo hizo de forma tal que el crimen fue falsamente atribuido a Libia para justificar el bombardeo estadounidense contra el palacio de Khadafi. En 1995, interrogó en Yemen a Johannes Weinrich, que fue el lugarteniente de Carlos cuando los ministros de la OPEP fueron tomados como rehenes. Mehlis apareció así como la mano vengadora de Washington. Detlev Mehlis trabajó después para varios think tanks (centros o institutos) estadounidenses, como la Rand Corporation y el WINEP.
Desde su llegada al Líbano, Mehlis fue más allá de lo que le permitía su mandato. Su misión consistía en ofrecer asistencia a la justicia libanesa y lo que hizo, por el contrario, fue despreciarla y actuar en lugar de esta. A tal punto que hoy lo presentan como jefe de la misión investigadora de la ONU, cargo que nunca tuvo porque la comisión investigadora de la ONU nunca existió. El caso es que Mehlis exigió que los funcionarios libaneses le rindieran cuentas y se negó a respetar el Código Penal libanés. Así que se trata de un caso de colonialismo judicial. El objetivo de esa injerencia fue, por supuesto, justificar un ataque contra Siria al imputarle el crimen.
Lo que sucede es que Detlev Mehlis se complicó porque los servicios secretos sirios lo dejaron enredarse en una red de falsos testimonios y luego lo desenmascararon de pronto haciéndolo así caer.
Al-Ahram: Usted menciona que los individuos que trataron de asesinar a Hasan Nasrallah son agentes del Mossad. ¿Con quién fue que se dijo que estaban vinculados y por qué no se han descubierto aún los detalles de ese asunto?
Thierry Meyssan: Los enemigos del Líbano tenían previsto eliminar también a Hasan Nasrallah. Fracasaron y el segundo grupo fue arrestado. Hasta ahí, no hay nada sorprendente. Pero los asesinos habían recibido sus armas de Salim Diyab, el jefe de la milicia del clan Hariri.
En otras palabras, los Hariri están ciegos. No se dan cuenta de que sus amigos estadounidenses e israelíes quieren destruir a su país y que ordenaron la muerte de Rafic. Por eso son fácilmente manipulables y actúan contra su propio país y, en definitiva, contra sí mismos.
Al-Ahram: Durante los años que van de la década del 50 a la de los 70, la izquierda francesa tuvo una fuerte presencia en el Medio Oriente, presencia que ha ido atenuándose recientemente. ¿A qué se debe esto, desde su punto de vista?
Thierry Meyssan: A que ya no hay izquierda francesa. El Partido Socialista es una yuxtaposición de individuos que se detestan y que tienen puntos de vista imposibles de conciliar. Y su naufragio ha arrastrado a sus aliados. En realidad, el mundo ha cambiado desde el derrumbe de la URSS y el escenario político francés es obsoleto. En el mundo entero se puede ver el desplazamiento de las líneas de fractura. Ya no se trata de escoger entre la economía de mercado o el colectivismo, sino entre la dominación estadounidense o la resistencia, entre el Imperio y la multipolaridad. Si Nicolas Sarkozy resultó electo presidente fue porque se presentó –fue el único en hacerlo– como representante de esta nueva línea de fractura. Él es el líder de los proestadounidenses y no hubo un bando constituido que le hiciera frente. Las personalidades de la izquierda proestadounidense, como Bernard Kouchner, se unen a él, mientras que las personalidades de la derecha antiimperialista ya no saben hacia dónde ir.
Tenemos que rediseñar completamente los grupos políticos. Para eso creé la conferencia Axis for Peace, que reúne a intelectuales, diplomáticos, militares y políticos de todos los países con el objetivo de reafirmar los valores humanistas ante el proyecto neoconservador. La próxima conferencia se desarrollará en noviembre, en el Medio Oriente. Esa será quizás mi respuesta concreta a su pregunta.
Al-Ahram: ¿Por qué esta evolución de Francia de una política árabe hacia un apoyo a las posiciones de la derecha israelí?
Thierry Meyssan: No creo que así sea ya en este momento. Creo más bien que, desde que se derrumbó la URSS, Francia se inclina ante Estados Unidos, mientras que prosigue su propia política como puede. Es cierto que las declaraciones de los dirigentes franceses no son muy positivas, pero sus acciones aún son a menudo valientes.
Francia se opuso a la invasión contra Irak; negoció la resolución 1559 para prevenir un ataque estadounidense contra el Líbano y Siria; impidió el despliegue de la OTAN en la frontera israelí, en agosto de 2006; protegió a la Resistencia durante el conflicto y también después del mismo, incluso cuando seguía dando la prioridad al clan Hariri.
Desgraciadamente, la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia podría darle a usted la razón. Como usted, yo observo esto con inquietud.
Al-Ahram: Usted publicó como anexo varios mapas del Nuevo Medio Oriente. ¿Qué fuentes tiene usted? ¿El Líbano será dividido en un Estado maronita y un Estado druzo?
Thierry Meyssan: El proyecto de división del Líbano en tres zonas no es nuevo. Ya Ben Gurion había previsto anexar el sur y crear dos mini Estados confesionales maronita y druzo. Pero Estados Unidos decidió ir mucho más lejos. Su deseo es fragmentar a todos los Estados de la región para que no quede ninguno que pueda oponerle resistencia.
Los mapas que yo publico representan la reflexión actual del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos. Fueron publicados por el coronel Peters en el Armed Forces Journal. No son definitivos pero han sido objeto de discusión durante el tiempo suficiente como para que se les considere lo bastante precisos. Es lo que púdicamente llaman «remodelamiento del Gran Medio Oriente». Eso exige, concretamente, una fase de guerra civil generalizada.
Resulta entonces vital que nos opongamos a todo lo que divide al mundo árabe-musulmán, a todo lo que lo debilita y lo somete a la hegemonía estadounidense. El deslizamiento de la oposición entre chiítas y sunnitas del plano teológico al de la política resulta particularmente peligroso. Una grave responsabilidad recae sobre los que en él participan. Ante la máquina de guerra de Washington y Tel Aviv, el deber es unirse para poder resistir.
Al-Ahram: ¿Piensa usted que Estados Unidos logrará llevar a cabo sus planes?
Thierry Meyssan: La victoria de la Resistencia libanesa constituye un freno definitivo a la expansión estadounidense en esta región. Hasta ahora, la disyuntiva planteada era entre el callejón sin salida militar ante el ejército más grande del mundo y una serie interminable de maniobras diplomáticas. Ahora existe una tercera opción: la resistencia popular puede conducir a la victoria. Pero la máquina estadounidense de guerra es demasiado pesada como para ponerse a sí misma en tela de juicio, y proseguirá su impulso devastador, sin esperanza de éxito, hasta desfallecer definitivamente.
Mahdy MostafaPeriodista egipcio.Los artículos de esta autora o autor
L’effroyable Imposture 2, de Thierry Meyssan aporta un nuevo enfoque sobre el asesinato de Rafik Hariri analizándolo dentro del contexto del «remodelamiento del Gran Medio Oriente» que han emprendido Estados Unidos e Israel.
L’effroyable Imposture 2 Manipulación y desinformación por Thierry Meyssan Disponible en la librería de la Red Voltaire.

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Debemos decir "no" a los cazadores de Goliat



Soldados israelíes ayudan a un tankista suyo mutilado y rescatado del Líbano, país que invadieron y bombardearon masivamente en julio 2006 bajo el pretexto que dos de sus soldados fueron secuestrados en este país por la milicia árabe del Hezbolá cuando siempre han intercambiado prisioneros por estas similares circunstancias



Intelectual judío denuncia la locura sionista en Israel

por Gilad Atzmon*
17 de agosto de 2007


«...Un año después de la humillante derrota israelí en Líbano he tenido ocasión de estudiarla a través de los ojos de dos renombrados analistas militares, Yoav Limor y Ofer Shelah. En un reciente libro titulado Cautivos en Líbano, ambos han logrado recopilar un diario muy minucioso de la cadena de acontecimientos que llevaron a la guerra, de la propia guerra y de la interminable lista de fracasos operativos, tácticos y estratégicos israelíes...»
(ver video destrucción de tanques israelíes en el Líbano, enlace del artículo aquí arriba). Ver igualmente el concepto o definición de sionismo [1] _________________________________________________
Son varias las razones que han dado lugar a la obsesión con Nasralá [2], que llevó a los responsables israelíes a iniciar la segunda guerra de Líbano. Israel siempre ha considerado a los líderes árabes como meros individuos, no como representantes de sistemas políticos. Incluso entre analistas de los medios y políticos, todos ellos se referían a «Assad», a «Arafat» o a «Nasralá», en vez de a los estados y organizaciones que representan. Para los responsables israelíes, así como para los medios y la ciudadanía, el mundo árabe estaba dirigido por personas, no por sistemas de gobierno, y la mejor manera de influir en él era lanzar una bomba en el lugar adecuado. Cautivos en Líbano, de los autores israelíes Ofer Shelah y Yaov Limor [3]
Los israelíes tienen tendencia a personalizar los conflictos, lo cual no los convierte en originales ni innovadores. De hecho, lo único que hacen es seguir el ejemplo de la Biblia. En la cosmovisión judaica, la historia y la ética se reducen a menudo a un banal principio de oposición entre dos conceptos. Por ejemplo, la lucha a muerte entre David y Goliat personaliza la lucha entre los «buenos» israelitas y los «malos» filisteos. Incluso si este relato bíblico puede entenderse desde una óptica meramente literaria, las semejanzas con los israelitas actuales son bastante perturbadoras. En Israel, hay un camino directo que conduce desde el asesinato a un cargo en el gobierno. Una y otra vez los israelitas contemporáneos suplican a sus muy condecorados asesinos que sean sus reyes, que dirijan su ejército y luego que se integren en el gabinete. Eso es lo que pasó con Sharon, Barak, Mofaz, Halutz, Dichter y muchos más.
Tapa del libro: Cautivos en Líbano, de los autores israelíes Ofer Shelah y Yaov Limor. _________________________________________________
Sin embargo, los israelíes no son los únicos en esto. La tendencia a personalizar y concretizar la historia es bastante común entre lo demás judíos. Para muchos de ellos el Tercer Reich se limita a Hitler y Goebbels. El antisemitismo se reduce a menudo a Wagner, Marx, Weininger, etc. Esta personificación simplifica la realidad circundante, el curso de la historia y su interpretación: si muere Hitler, el Tercer Reich puede desaparecer; si se prohíbe a Wagner, lo mismo podría pasar con el antisemitismo. Esta tendencia a personalizar los conflictos, las ideologías y la visión del mundo es algo infantil: lo que no se ve deja de existir. Concuerda también con el paradigma bíblico del “ojo por ojo y diente por diente”. Sin embargo, eso no es más que una forma de autoengaño que asocia erróneamente lo abstracto con alguna banal concretización y evita cualquier compromiso intelectual con la ideología, la crítica o la reflexión.
Es evidente que la interpretación sionista sólo se implica con el síntoma concreto, con la manifestación más simple de la animosidad que lo rodea, en vez de con el núcleo del problema. Hitler cayó derrotado, los judíos son ahora bienvenidos en Alemania y en Europa, pero el Estado judío y los hijos de Israel son igual de impopulares en Oriente Próximo que sus abuelos en Europa hace sólo seis décadas. Al parecer, es la personificación de la Segunda Guerra mundial y del Holocausto lo que impidió que los israelíes y sus partidarios interiorizasen el verdadero significado de las condiciones y los acontecimientos que condujeron a su destrucción.
Si los sionistas comprendiesen el verdadero significado de su Holocausto, el israelita de nuestro tiempo podría prevenir la destrucción que puede estar aguardándolo en el futuro. De manera similar, Wagner puede ser prohibido en Israel, pero las condiciones que llevaron a que Marx, Weininger y Wagner dijeran lo que tenían que decir siguen inalteradas. Parece ser que cada vez hay más gente en el mundo que hoy reacciona política, crítica e ideológicamente contra Israel, contra el sionismo, contra el tribalismo judío y contra las políticas inhumanas y atroces implícitas en el nacionalismo judío y en sus consecuencias políticas y culturales.
Pero seamos claros, no son sólo los israelíes quienes personalizan los conflictos. Gracias a los neoconservadores (neocons) y a su enorme influencia actual en el ámbito político anglo-usamericano, todos estamos sujetos a alguna simplificación y personalización de casi cualquier conflicto occidental. Todas las guerras occidentales tienen un “rostro” en la actualidad: la “guerra contra del terror” se asocia con el rostro de Ben Laden; la supuesta “liberación del pueblo iraquí” incluía el rostro de Sadam Husein en la primera carta de la baraja. En la guerra sionizada de los neocons cualquier conflicto ideológico se convierte en un complot para un asesinato personal. Vale la pena recordar que antes de que los neocons lanzaran su exitoso intento de sionizar USA y el Reino Unido, estos dos países solían comprometerse en guerras ideológicas impersonales y en conflictos políticos: ambos lucharon valientemente contra la Alemania del Tercer Reich (en vez de sólo contra Hitler). También se enfrentaron durante la guerra fría con los “rojos” (no sólo con Stalin).
Hoy ya no es así. En un mundo hecho a la medida por los neocons, el sistema político se reduce a un simplista enfrentamiento bíblico contra Goliat. Nosotros los buenos, los David, nos enfrentamos a los Goliat: Sadam, Ben Laden, Assad y Ahmadineyad.
Sin embargo, a estas alturas ya deberíamos saber hasta qué punto esta manera de actuar es banal. De la misma manera que Israel ha fracasado en su intento de derrotar la resistencia palestina matando a cada uno de sus dirigentes más destacados y en su intento de derrotar a Hezbolá descabezando su dirigencia, USA y el Reino Unido fracasarán en sus luchas homicidas sionistas actuales. Sadam está muerto y, a pesar de ello, Iraq y sus campos petrolíferos todavía siguen lejos de su alcance. Ben Laden nunca muestra su cara en público, pero la guerra contra el terror no ha logrado sus objetivos.
Me gustaría creer que los ciudadanos occidentales sabrán apreciar la derrota cada vez más clara de Israel y de sus grupos de presión. Debemos decir NO a las tácticas sionistas, debemos decir NO a los agentes sionistas, debemos decir NO a los cazadores de Goliat.
Anatomía de una derrota colosal
Otro tanque israelí. _________________________________________________
Un año después de la humillante derrota israelí en Líbano he tenido ocasión de estudiarla a través de los ojos de dos renombrados analistas militares, Yoav Limor y Ofer Shelah. En un reciente libro titulado Cautivos en Líbano, ambos han logrado recopilar un diario muy minucioso de la cadena de acontecimientos que llevaron a la guerra, de la propia guerra y de la interminable lista de fracasos operativos, tácticos y estratégicos israelíes. Pero en su libro Limor y Shelah no se limitan al ejército y sus mandos, sino que retratan hábilmente una sociedad que ha perdido el norte, que se ha alejado poco a poco de su propia realidad y de su entorno; de una sociedad abocada a un fracaso moral absoluto, gobernada por líderes política y militarmente egotistas y egocéntricos.
La derrota militar israelí del año pasado en Líbano pilló al mundo por sorpresa. En un principio asustó al gobierno de Bush y a Tony Blair, que con suma rapidez dieron luz verde a Israel para destruir el liderazgo de la Shía libanesa y de arrasar las infraestructuras civiles de Líbano. Pero Bush y Blair no fueron los únicos sumidos en la conmoción, el mundo árabe también quedó anonadado. Los líderes árabes no están acostumbrados a la derrota del ejército israelí. Los moderados de entre ellos vieron por televisión las imágenes de cómo un solo clérigo musulmán daba una lección a los israelíes de lo que es el desafío. El jeque Hasan Nasralá y un número insignificante de combatientes fueron los primeros árabes que derrotaron en el campo de batalla al ejército israelí. Su victoria dejó hecho añicos a Israel.
El poder de disuasión israelí desapareció por completo para convertirse en un tema de investigación histórica. La cúpula de las Fuerzas de Defensa de Israel también quedó conmocionada: un mes después de la guerra, el general Udi Adam, Comandante en Jefe en el frente del norte, había dimitido. No pasó mucho tiempo antes de que Dan Halutz, el jefe de Estado Mayor, siguiera el mismo camino. Amir Peretz, el ministro de Defensa, fue destituido por el primer ministro de entonces, Ehud Barak. Está claro que los israelíes son conscientes de la magnitud de su derrota en Líbano. Pero lo que no saben es cómo solucionar el problema. Están encantados con la “buena vida” que llevan, han sucumbido a la imagen de la tecnología y la riqueza.
Miles de personas vieron frente a las costas libanesas la voladura de una nave de guerra israelí por la milicia libanesa del Hezbollah. __________________________________________________
Aunque no estoy seguro de que el libro se traduzca a otras lenguas (está escrito en hebreo), me inclino a clasificarlo como “de lectura obligada” para todos los que estén interesados en los asuntos de esa región. Es una mirada a la sociedad israelí en lo que parece su estado final de destrucción disfuncional. Lo mejor que podrían hacer los usamericanos que han estado patrocinando estúpidamente los aparatos de muerte israelíes durante casi cuatro décadas, los que todavía creen que Israel es un “superpoder regional”, es leer este diario de la cobardía militar israelí y de una disfunción política general.
Aunque el libro no lo dice de manera explícita, su mensaje está bastante claro. Israel funciona como un megalómano y violento gueto judío motivado por un fanatismo homicida que utiliza como herramientas la letal tecnología yanqui. Tal como revelan Limor y Shelah, a pesar de que el conflicto terrestre tuvo lugar en una franja muy angosta de la región (la frontera israelí en su lado sur y el río Litani al norte), la artillería israelí se las arregló para lanzar más de 170.000 bombas. En comparación, durante la guerra de 1973 contra dos poderosos ejércitos estatales y en dos frentes muy amplios, los israelíes sólo lanzaron 53.000 bombas. Las cifras relativas a las fuerzas aéreas son incluso más sorprendentes.
A pesar de que el servicio de inteligencia de las Fuerzas Armadas sólo disponía de unos pocos objetivos concretos, la aviación israelí llevó a cabo no menos de 17.550 misiones de combate, lo cual significa unas 520 misiones diarias, casi tantas como en la guerra de 1973 (605 por día). Pero en 1973 la aviación israelí se enfrentó a dos fuerzas aéreas bien equipadas, entabló una gran cantidad de combates aéreos y luchó sin descanso contra los misiles soviéticos más recientes. Nada de eso ocurrió en la segunda guerra de Líbano. Las Fuerzas Aéreas se dedicaron únicamente a bombardear el territorio libanés. Arrojaron literalmente todo lo que tenían a su disposición, de una manera tan despiadada que en algunos lugares (como, por ejemplo, al sur de Beirut), el efecto fue similar al infamante bombardeo arrasador anglo-usamericano de los años cuarenta.
__________________________________________________ Fotos aérea del mismo barrio en Beirut (capital del Líbano) antes y después de los bombardeos israelíes en julio de 2006. Los muertos civiles se cuentan por miles. ___________________________________________________
¿Por qué los israelíes reaccionaron con tanta crueldad ante a un episodio fronterizo local? ¿Por qué los jefes políticos y militares israelíes perdieron su capacidad de hacer uso de consideraciones estratégicas y tácticas? ¿Por qué no determinaron objetivos militares a su alcance, lo cual hubiese podido prestarle a su guerra un marco, una forma y una justificación? En pocas palabras, ¿por qué los israelíes perdieron el norte? Ésta es la cuestión crucial. A pesar de que Limor y Shelah se abstienen de hacer tales preguntas, su libro se las arregla para ofrecer algunas respuestas. Trataré de resumir algunos de sus argumentos.
El ejército
Empezaré por el ejército, que en las últimas cuatro décadas ha experimentado una importante transición. En los años que siguieron a la rápida invasión de 1967, los militares que fueron ascendidos para dirigirlo eran en particular oficiales de tierra y generales de brigada al mando de carros de combate. El Israel posterior a 1967 creía en la guerra relámpago [Blitzkrieg], una violenta ofensiva que utiliza abundantes fuerzas terrestres con apoyo aéreo cercano. Tras la guerra de 1973 y el limitado éxito de la artillería y las divisiones acorazadas, aquella tendencia cambió. Gradualmente, fueron los veteranos de las unidades especiales israelíes quienes ascendieron a los puestos de alto mando. Quizás el más famoso de estos veteranos sea Ehud Barak, el muy condecorado oficial de comando que terminó su carrera militar como jefe de Estado Mayor. Fue él quien eligió a sus antiguos subordinados para puestos en la cúpula del ejército israelí. Los oficiales de tierra fueron relegados.
Esta transformación dentro del ejército israelí tenía dos motivaciones: en primer lugar, la suposición proveniente del servicio de inteligencia de que ningún Estado árabe emprendería por sí solo una guerra total contra Israel en un futuro próximo y, en segundo lugar, el hecho real de que tras la primera intifada y el aumento general de la resistencia civil palestina, el ejército israelí se vio cada vez más comprometido en operaciones de vigilancia. Dicho cambio hizo que no hubiese mucha necesidad de entrenamiento en operaciones terrestres masivas. Las brigadas acorazadas y de artillería parecían inútiles e incluso irrelevantes para las nuevas necesidades de defensa del Estado judío. Grandes unidades de soldados pasaron a ocuparse de vigilar Cisjordania y Gaza. En aquel cambio, quienes tomaron el mando en lo que los israelíes percibían como su “guerra en contra el terror” fueron inicialmente las unidades especiales israelíes y los jefes de seguridad. Ello hizo que cada vez fuesen más los veteranos de los comandos israelíes quienes se abrieran camino en la cúpula del ejército y más tarde en la muy militarizada vida política israelí.
Pero las cosas no pararon ahí; no pasó mucho tiempo antes de que las unidades especiales israelíes dejaran de aportar soluciones a lo que parecía ser una resistencia civil palestina cada vez mayor. Enviar la sal de la tierra judía a Gaza a altas horas de la madrugada pasó a ser demasiado peligroso. Preciso es señalar que de la misma manera que los israelíes adoran ver cómo sus muchachos aterrorizan a palestinos, son incapaces de soportar el espectáculo de sus amados “Rambos” muertos en una emboscada.
Fue sólo una cuestión de tiempo que las Fuerzas Aéreas pasaran a ocuparse del desafío palestino. Aprovechando la avanzada tecnología usamericana, Israel dejó que sus F-16 y sus helicópteros Apache lanzasen misiles teledirigidos contra los objetivos civiles y militares palestinos. El principio que guiaba esta estrategia era bastante simple: la aviación estaba allí para mantener a los palestinos en un constante estado de terror. Como consecuencia de ello, la aviación israelí se convirtió durante la última década en la fuerza principal en la guerra contra Palestina, contra el pueblo palestino y contra su inminente dirigencia islámica. Las Fuerzas Aéreas desarrollaron pronto una táctica que fue denominada “asesinato selectivo”.
De acuerdo con la nueva doctrina militar israelí, lo único que se necesitaba eran unas pocas operaciones de inteligencia en tierra, seguidas por el lanzamiento aéreo de un misil estadounidense teledirigido en la superpoblada Gaza. Los resultados estaban claros. En unos casos los palestinos fueron selectivamente asesinados, en otros muchos junto a ellos murieron civiles inocentes que habían tenido la mala fortuna de estar en el entorno, en el lugar equivocado y en el momento equivocado. En otras muchas ocasiones los pilotos erraron el tiro o el servicio de inteligencia les dio falsas instrucciones. Muchos civiles palestinos, ancianos, mujeres y niños murieron así. Evidentemente, a nadie le importaba eso en Israel. Cuando a Dan Halutz, que todavía era el comandante de las Fuerzas Aéreas, le preguntaron qué se sentía al lanzar una bomba que mata a catorce civiles palestinos, su respuesta fue breve y simple. “Se siente una ligera sacudida en el ala izquierda”. Halutz, el oficial de sangre fría, el militar que ordenó el asesinado de tantos palestinos, era el hombre correcto en el lugar correcto y no pasó mucho tiempo antes de que tomara el mando del ejército israelí.
Conforme pasaba el tiempo, el gobierno israelí se abstuvo de poner en peligro a sus jóvenes soldados. La guerra israelí “contra el terror” se ha convertido en una guerra muy segura, casi en un videojuego. El jeque Yassin, el doctor Rantisi y muchos otros civiles cayeron víctimas de esta táctica homicida. Todo parece indicar que al mando militar israelí se le subió a la cabeza el éxito de su nuevo método de asesinar. Los israelíes tenían un nuevo dios, la “superioridad tecnológica”. La última hornada israelí de generales, muchos de ellos pilotos y veteranos de unidades especiales, se acostumbró a la creencia de que Israel puede mantener su superioridad regional haciendo uso de su superioridad tecnológica y de su capacidad armamentística.
Tal como Limor y Shelah muestran en su libro, en la última década los soldados israelíes dejaron literalmente de entrenarse en cualquier forma de operaciones tácticas a gran escala. Si las Fuerzas Aéreas atacan a los enemigos de Israel en sus dormitorios, ¿quién necesita carros de combate y artillería? Tras un entrenamiento inicial y mínimo, los jóvenes tanquistas israelíes fueron destinados a tareas elementales de vigilancia en los territorios ocupados. En la práctica, no sólo dichos soldados cumplían tareas militares ajenas a su formación en carros de combate y artillería, sino que no estaban familiarizados en absoluto con ninguna forma de maniobras tácticas de grandes operaciones. En otras palabras, el ejército israelí dejó de estar listo para el combate.
Por eso los palestinos ganaron la guerra
Muchos analistas consideran que la resistencia palestina es una lucha militarmente inútil. Al fin y al cabo, poco daño puede hacer un grupo de niños que lanzan piedras. La lectura del libro de Limor y Shelah insinúa que, en realidad, la lucha palestina estaba lejos de ser inútil. A decir verdad, fue precisamente la resistencia civil palestina lo que dejó exhausto, en un estado de parálisis, a las Fuerzas Amadas israelíes. Fue la resistencia palestina la que llevó al límite al ejército y logró que los militares israelíes dejasen de prepararse para la “próxima guerra”. Fueron los palestinos quienes convirtieron a los soldados israelíes y a sus comandantes en un grupo de cobardes que prefieren ganar guerras sentados frente a monitores y manipulando joysticks. Han sido los palestinos quienes deshabilitaron de forma devastadora la capacidad de ataque de las Fuerzas Armadas.
Esto es lo que el jeque Hasan Nasralá ha estado sugiriendo en la mayoría de sus discursos declamatorios. Israel se estaba “escondiendo tras la superioridad tecnológica para ocultar su cobardía e incomprensión de lo que implica vivir en Oriente Próximo” [4]. _ El ejército israelí se ha acostumbrado a aniquilar civiles palestinos en sus casas, asesinar a sus nuevos dirigentes, aterrorizar a mujeres embarazadas en puestos de control, bombardear a niños en sus escuelas, lo cual es bastante fácil. Por eso, cuando el ejército israelí tuvo que enfrentarse a pequeños grupos de entusiastas mal entrenados de la organización paramilitar fracasó de forma infamante. Se derrumbó a pesar de su superioridad tecnológica; fue derrotado a pesar de su abrumadora capacidad armamentística, a pesar del apoyo desvergonzado de Bush y Blair. El ejército israelí naufragó porque era incompetente, no estaba preparado para luchar, no sabía cómo hacerlo y, lo que es peor, ni siquiera sabía por qué luchaba.
Poco después de que el conflicto en Líbano se transformase en una guerra total (por lo menos para Israel), la mayor parte de los generales israelíes se dieron cuenta de que su ejército carecía de medios para contrarrestar la lluvia de cohetes Katiusha que lanzaba Hezbolá. Si el objetivo inicial israelí consistía en detener los Katiusha y rescatar a los dos reservistas israelíes capturados, tal objetivo no se cumplió. El mando israelí tuvo que aceptar que sin un buen servicio de inteligencia su superioridad armamentística y tecnológica era irrelevante. Resulta divertido comprobar cómo, en pocos días, los dirigentes israelíes adoptaron un vocabulario de estilo posestructuralista. En vez de ofrecerle a la población de Israel una simple “victoria” empezaron a hablar de “discurso de la victoria”. A los pocos días del inicio de la campaña los militares israelíes ya no se referían a la “victoria” en sí misma, sino a la “imagen de la victoria”. Shimon Peres utilizó el término “percepción” de la victoria. A pesar de todo, ni la “percepción” ni la “imagen” de la victoria pudieron alcanzarse.
La única democracia de Oriente Próximo
Por muy inútil que resultara el ejército israelí, el gobierno israelí no fue mejor. El primer ministro Ehud Olmert, el hombre al que habían votado para “retirarse” de los territorios palestinos, demostró que sabía muy poco de asuntos militares. Por si esto no fuera suficiente, el antiguo sindicalista Amir Peretz, el hombre a quien Olmert había nombrado ministro de Defensa, carecía también de preparación en asuntos de defensa. Por primera vez en su historia, Israel estaba dirigido por dos políticos profesionales sin pasado militar. Ante una situación así, cualquiera podría esperar que un cambio tan radical limitara la tendencia a la línea dura de los militares y políticos israelíes. En la práctica sucedió lo contrario. Tanto Peretz como Olmert se vieron arrastrados y manipulados por el sanguinario jefe de Estado Mayor hacia un conflicto a gran escala. Teniendo en cuenta su inexperiencia y el poco tiempo que habían estado en sus cargos respectivos, ni a Olmert ni a Peretz se les ocurrieron soluciones alternativas de nuevo cuño para evitar el conflicto y salir airosos. En vez de contener al ejército y darle una oportunidad a la diplomacia, dejaron que Halutz llevase el país hacia una escalada innecesaria. Sin comprender lo que estaba pasando, el gobierno israelí terminó prometiéndole a Halutz el tiempo y el apoyo que necesitaba para lograr objetivos que estaban fuera de su alcance.
Pero la verdad es que Olmert y Peretz no actuaron solos. De hecho, estaban rodeados de analistas militares, expertos en inteligencia, generales retirados y veteranos de los servicios de seguridad. Olmert contaba en su gobierno con el general de la reserva Shaul Mofaz, un antiguo jefe de Estado Mayor que pasó la última etapa de su carrera militar luchando contra Hezbolá, y Avi Dichter, un veterano de los servicios de seguridad que estaba ahí para analizar las sugerencias operacionales del ejército. También estaba Benjamin Ben Eliezer, un brigadier de la reserva que había sido experto en asuntos libaneses durante tres décadas. Shimon Peres era primer Ministro y había sido ministro de Defensa en el pasado. Ami Ayalon, general de la reserva y general retirado del ejército, así como antiguo jefe de los servicios internos de seguridad, se ofreció para ayudar a Amir Peretz. Pero ninguno de estos expertos logró poner en marcha un bloque operativo, ninguno supo moderar el entusiasmo militar de Halutz, Olmert y Peretz. Como una hoja zarandeada por el viento, el gobierno israelí fue manipulado por los generales y después por la opinión pública, que se rebeló contra sus dirigentes y sus malos resultados.
Conforme pasaba el tiempo, cuando el fracaso militar era ya de conocimiento público, Olmert, Peretz y Halutz trataron a la desesperada de cambiar el curso de la guerra para salvar sus carreras. A pesar de que sabían que las posibilidades de lograr una victoria se esfumaban de hora en hora, estaban determinados a presentarle a la ciudadanía algo que pareciese una victoria o al menos un avance. Según parece, en la democracia israelí la supervivencia política se logra presentando algo que pueda parecer una victoria. Para llamarlo por su nombre, Peretz, Halutz y Olmert ordenaron al ejército que provocara una auténtica devastación, a la espera de que eso satisficiese a los votantes israelíes. El ejército y los mandos de artillería reaccionaron al instante y sobre el sur de Líbano empezaron a llover bombas de racimo, misiles y proyectiles. Durante las 48 horas previas al alto el fuego, Israel consumió todas sus reservas de armamento. Según Shelah y Limor, la “luz roja” se encendió en las reservas de municiones de Israel.
Para salvar las carreras políticas de Olmert y Peretz, el ejército emprendió operaciones cada vez más peligrosas y sin sentido, de un valor táctico muy limitado. Dichas operaciones fracasaron una tras otra sin conseguir nada. Eso sí, sacaron a la luz los defectos de las Fuerzas de Defensa israelíes. Revelaron un ejército y una dirigencia política en estado de pánico. Hacia las últimas horas de la guerra, algunos elementos aislados de unidades especiales israelíes estaban perdidos y muertos de hambre en el frente del sur de Líbano, sin agua ni comida. Algunas unidades de combatientes de Hezbolá tenían rodeados a comandos especiales israelíes. Parece ser que en Israel nadie se atrevió a correr el riesgo de enviar convoyes logísticos al campo de batalla. Los alimentos y la munición que lanzaron los aviones de carga cayeron en manos de Hezbolá. En algunos sitios, los comandos heridos del ejército yacían sobre el terreno, esperando durante largas horas a las unidades de rescate. La derrota era total; la humillación, colosal. No sólo el “Ejército de Defensa Israelí” era incapaz de seguir defendiendo a Israel, sino que tampoco se defendía a sí mismo.
El libro de Limor y Shelah saca a la luz muchas más cuestiones interesantes:
Hubo generales de brigada que dejaron de luchar junto a sus soldados para dirigir la batalla desde búnkeres aislados en el interior de Israel.
Para evitar el riesgo de que los derribasen, no se permitió el envío de helicópteros con ametralladoras al espacio aéreo libanés, con lo cual los comandos israelíes tuvieron que luchar contra Hezbolá en condiciones de igualdad (sin apoyo aéreo).
Un teniente coronel que se negó a llevar a sus soldados a territorio libanés admitió que carecía de conocimientos tácticos.
Hubo soldados reservistas que fueron al frente sin equipo de combate debido a la grave escasez que afectaba al ejército. Algunos de esos reservistas terminaron comprando lo que les faltaba con dinero de su propio bolsillo.
El libro ofrece más detalles sobre el caso de las acciones en bolsa del general Halutz, jefe de Estado Mayor, el 12 de julio: al parecer, Halutz telefoneó a su banco y dio órdenes de que vendieran su cartera de inversiones poco después de enterarse de los enfrentamientos en el norte. Todo esto ocurrió justo antes de que el propio Halutz ordenase una nueva escalada militar.
Todo indica que el ejército israelí es “omnipresente”, está mal entrenado, es pesado, desordenado y sus jefes son unos corruptos. Los dirigentes políticos israelíes no son mejores. Si bien Peretz ya no está en el Ministerio de Defensa, Olmert, Mofaz, Dichter y, ahora, Barak (todos ellos grandes asesinos de masas) todavía ocupan puestos en el gabinete. Teniendo en cuenta el estado de su ejército, incapaz de luchar y sin resistencia, Israel debería proceder a un cambio rápido de dirigentes. Pero esto no va a ocurrir. Todo indica que en las próximas elecciones israelíes asistiremos a un duelo entre el locuaz y beligerante Benjamin Netanyahu y un Ehud Barak beligerante, sí, pero mucho menos locuaz.
Durante años llegamos a creer que Israel no saldría derrotado en el campo de batalla. Los detalles de la última guerra nos permiten saber que no es así. El Estado judío ya ha mordido una vez el polvo de la derrota y podría morderlo de nuevo más pronto de lo que parece.
Gilad AtzmonGilad Atzmon nació en Israel en 1963 y recibió su educación musical en Jerusalén. Es un multi-instrumentista. Muy implicado en la escena musical israelí. Fundó en Londres su grupo actual, «The Orient House Ensemble», y empezó a redefinir sus propias raíces a la luz de las realidades políticas. Desde entonces su grupo ha viajado por todo el mundo. Es también un escritor prolífico y a menudo polémico. Los ensayos de Atzmon se publican en muchos medios, tanto alternativos como convencionales. Sus novelas Guía de perplejos y Mi único amor han sido traducidas a 24 idiomas.
Fuente: Peacepalestine, 13 de agosto de 2007. http://peacepalestine.blogspot.com/2007/08/gilad-atzmon-saying-no-to-hunters-of.html
Traducido por Manuel Talens (Rebelión).

[1] Sionismo: movimiento para el establecimiento de una patria mundial judía (Sión), preferentemente en Palestina, de donde procede, iniciado en el siglo XIX y realizado en la actualidad por el establecimiento del Estado de Israel. El sionismo ha sido utilizado primero por Gran Bretaña, luego por los Estados Unidos, con finalidades de política imperial para mantener una cabeza de puente en los países árabes productores de petróleo (...) Ser antisionista no es sinónimo de ser antisemita, y entre los propios judíos se encuentran numerosos antisionistas, si bien en la mayor parte del pueblo errante el regreso a la tierra prometida está anclada firmemente, con fervor y religiosidad. Fuente de esta definición: Diccionario político, Eduardo Haro Tecglen, editorial Planeta, año 1995, pág. 394.
[2] Hasan Nasrallah, transcrito en español como Hasan Nasralá, es el actual secretario general de la milicia libanesa chií Hezbolá (Partido de Dios). (N. del T.)
[3] Cautivos en Líbano (en hebreo), Ofer Shelah y Yaov Limor, Miskal, Yedioth Ahrononth y Chemed Books, 2007. Página 95.
[4] Jeque Hasan Nasralá, discurso pronunciado en Bint Jabel tras la evacuación israelí.

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El largo camino de Israel hacia la guerra de julio de 2006 Primera parte



por Jürgen Cain Külbel*


Presentada por casi todos los medios de prensa occidentales como una respuesta a la captura de dos soldados, la guerra que Israel desencadenó contra el Líbano fue resultado de una larga preparación cuyas raíces parten del núcleo central del proyecto neoconservador para el Medio Oriente. En un largo artículo, cuya primera parte ofrecemos hoy, Jurgen Cain Kulbel describe el complot entre Washington e Israel que condujo a la agresión contra el Líbano.
6 de enero de La historia demuestra que los Estados que provocan guerras siempre tratan de engañar a la opinión pública sobre las razones y causas de las agresiones que desencadenan. Ejemplo de ello es el falso ataque a la estación de radio de Gleiwitz, organizado en realidad por los nazis, que sirvió de pretexto a la invasión de Polonia marcando así el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Otro ejemplo es el «incidente» de Tonkín, montado por Estados Unidos para servir de pretexto a la invasión de Vietnam. Más recientemente, tenemos la falsificación de pruebas sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein que permitieron a la administración estadounidense, con sus manos manchadas de petróleo y de sangre, despedazar a Irak y apoderarse de sus recursos petrolíferos.
Israel aportó recientemente su propia contribución a esta piromanía mundial, organizada por la «Internacional democrática» y aplicada con redoblado entusiasmo desde que Bush junior y su séquito llegaron al poder. El ataque israelí tiene numerosas razones: hace años que Israel trata, con la ayuda activa de Estados Unidos, de balkanizar el Medio Oriente para garantizar así su propia hegemonía sobre sus vecinos árabes, a los que siempre presenta como elementos que «amenazan la existencia del Estado hebreo». En el marco de esa estrategia, el Estado de Israel decidió, entre otros «objetivos estratégicos», garantizar la seguridad de su frontera en el Norte y eliminar definitivamente la resistencia libanesa representada por Hezbollah, que vigila el lado libanés de la frontera.
La seudo «revolución de los cedros» del Líbano no benefició a Israel; el nuevo gobierno de Beirut es débil y resultó ser incapaz de responder a las exigencias de la administración estadounidense y a las del gobierno de Tel Aviv. Tampoco ha logrado obtener un verdadero desarme de la milicia chiíta sino todo lo contrario.
Por otro lado, poco antes del comienzo de la guerra, la situación de Israel se parecía a la de un boxeador noqueado que yace en el cuadrilátero. En efecto, los libaneses habían descubierto pruebas que demostraban que los servicios secretos del Estado hebreo estaban implicados activamente en actividades terroristas cometidas en el Líbano: como atentados con coches-bomba y asesinatos de dirigentes palestinos y de diputados miembros de Hezbollah. Por otra parte, habían aparecido una serie de indicios que parecían señalar que no era Siria sino Israel quien había actuado como instigador del sangriento atentado que segó la vida del ex primer ministro libanés Rafic Hariri.
El hecho de que que esta guerra, aunque planificada desde hace tiempo por Israel, haya sido desencadenada de pronto, ante los molestos descubrimientos de los libaneses, y que se convirtiera en una debacle para el agresor no tiene finalmente mucha importancia. Demostró al menos una cosa: la guerra librada contra el Líbano por la superpoderosa maquinaria militar es representativa de las futuras batallas del siglo 21, desarrollada sin complejos y con una crueldad criminal. La población civil se ha convertido en blanco de operaciones destinadas a sembrar el terror y se emprende la destrucción intencional de infraestructuras vitales con el único fin de causar sufrimientos a la población y ponerla de rodillas. Ni la «Internacional democrática», ni la ONU se opusieron realmente al castigo colectivo impuesto a los libaneses sino que guardaron silencio ante los innumerables bombardeos contra infraestructuras civiles, fábricas de leche en polvo, escuelas, hospitales, ambulancias, caravanas de refugiados, autos individuales o motocicletas, barrios de vivienda densamente poblados y contra casi todas las carreteras y puentes del Líbano. En vez de oponerse a ello, los políticos de Estados Unidos y de la Unión Europea, como la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, dieron indirectamente carta blanca al agresor israelí al negarse a mencionar, y mucho menos condenar, la utilización por Israel de armas prohibidas por la comunidad internacional, como obuses con fósforo, bombas de racimo y, al parecer, hasta obuses de uranio empobrecido.
La operación comando israelí
Días después de que el ministro israelí de Defensa, Amir Peretz lanzara su grito de guerra y ordenara a su aviación, el 12 de julio de 2006, «destruir los poblados del Hezbollah así como la infraestructura del Líbano», el primer ministro libanés, Fuad Siniora, pudo comprobar que no fue el Hezbollah sino su país el que fue destruido. La captura de los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev por la milicia chiíta, en la mañana del 12 de julio de 2006, fue utilizada en Tel Aviv como pretexto para desencadenar sin demora una guerra devastadora, sin el menor respeto por las vidas inocentes.
¿Qué sucedió exactamente aquel día? Aquel miércoles, exactamente a las 9:06 horas, un comunicado de la organización de la resistencia libanesa, transmitido por la televisión de Hezbollah, Al Manar, anunciaba que sus «soldados atacaron a una patrulla israelí cerca de la frontera e hicieron prisioneros a dos soldados.» Hassan Sayyed Nasrallah, jefe de la milicia chiíta, explicó que «esta operación estaba planificada desde hace 5 meses » por su organización. Philip Abi Akl explica en el diario conservador libanés Daily Star que la milicia afirmaba que quería, mediante esa acción, «cumplir una promesa ante el pueblo libanés. El secuestro permitiría intercambiar a los soldados israelíes por prisioneros libaneses retenidos en Israel» [1]. El Dr. Mazin Qumsiyeh, ex profesor en la Duke & Yale University, y autor del libro Partage de la terre de Canaan precisa: «El Hezbollah es un movimiento libanés de resistencia armada, fundado después de la invasión israelí contra el Líbano, en 1982. Es importante recordar, a los desmemoriados, que sólo durante el mismo año 1982 –decenas de miles de libaneses y palestinos (estos últimos eran ya entonces refugiados de la guerra israelí de 1948) fueron asesinados por las tropas israelíes de ocupación en el Sur del Líbano. El Hezbollah fue muy popular y obtuvo el apoyo de buena parte del pueblo libanés (incluyendo a los cristianos) gracias a su victoria sobre la brutal máquina militar de ocupación israelí, victoria que permitió expulsar a Israel y sus lacayos de la mayor parte del territorio libanés. Por supuesto, Israel sigue ocupando ilegalmente Gaza, Cisjordania (incluyendo el Este de Jerusalén), las «granjas de Chebaa» así como la meseta del Golán. De la misma forma, Israel sigue oponiéndose al derecho internacional al prohibir el regreso de los refugiados palestinos a sus propias casas y sus tierras. Más importante aún: el ejército israelí mantiene encarcelados a un gran número de ciudadanos libaneses y a más de 10 mil presos políticos palestinos. Es larga la historia de los secuestros de libaneses y palestinos por Israel. Por otra parte, esos prisioneros son torturados periódicamente.» [2].
El propio Hezbollah no ofreció indicación alguna en cuanto al lugar de la captura. No es hasta el día siguiente que la AFP indica: «Según la policía libanesa, los dos soldados fueron hechos prisioneros en territorio libanés, en la región de Aita al Chaab, cercana a la frontera israelí, región que había sido blanco de una incursión de la unidad israelí temprano en la mañana.» El boletín informativo francés Réseau Voltaire indica por su parte: « De forma deliberada, Tsahal (el ejército israelí) envió un comando a la región libanesa de Aita al Chaab. [Este comando] fue atacado por el Hezbollah, que hizo prisioneros a dos [soldados israelíes]. Israel fingió entonces haber sido agredido y atacó al Líbano» [3]. El diario italiano La Reppublica cita fuentes internas del Hezbollah al afirmar que «la captura tuvo lugar en la zona de Aita Al Chaab, no lejos del poblado de Zarit». Ambos lugares están en territorio libanés. Por otro lado, los franceses denuncian que «a pedido del coronel Sima Vaknin-Gil, jefe de la censura militar israelí, la prensa occidental aceptó hacerse eco de una versión mutilada de los hechos ocurridos durante los últimos días en el Medio Oriente. (…) Por orden de la censura militar israelí, las agencias de prensa y los medios de difusión que tienen periodistas acreditados en Israel renunciaron a informar a sus lectores sobre el lugar en que los soldados israelíes fueron hechos prisioneros. A la periodista suiza Silvia Cattori, que trabaja para la Red Voltaire, se le retiró su acreditación de trabajo por haberse negado a obedecer las instrucciones de la censura militar » [4].
Sin embargo, para el primer ministro israelí Ehud Olmert los soldados fueron secuestrados en territorio israelí. «Los secuestros de esta mañana no son un ataque terrorista sino la acción de un Estado soberano que atacó a Israel de forma injustificada. El Líbano tendrá que pagar por ello », amenazó durante una conferencia de prensa en presencia del primer ministro japonés Junichiro Koizumi mientras anunciaba una respuesta «muy dolorosa y muy extensa ». Su ministro de Defensa, Amir Peretz y los servicios secretos tenían todo previsto, resulta evidente, desde hace tiempo y todo estaba preparado. Es por eso que el ejército israelí invadió el Líbano el mismo día, 12 de junio de 2006, en que se produjo la captura de los dos soldados mientras que la rápida movilización de los reservistas y la amplitud de las operaciones demuestran claramente que Israel lo tenía todo planeado con mucha antelación y que no estaba simplemente reaccionando al secuestro de sus dos soldados. Además de los bombardeos, contra puntos extremadamente bien determinados –lo que demuestra hasta qué punto los servicios israelíes y sus colaboradores en el teatro de operaciones habían designado de antemano los blancos–, el ejército israelí disponía por otra parte de la ubicación detallada de cada restaurante, cada fábrica de jabón, cada escuela, todo señalado con mucha anterioridad con vistas a esta guerra. Peretz sabía perfectamente lo que decía cuando amenazaba con «hacer retroceder 50 años al Líbano » mediante sus bombardeos. No era fanfarronería. Él sabía que podía hacerlo [5].
Líbano: una guerra preparada en laboratorio
«De todas las guerras que Israel ha librado desde 1948, esta [contra el Líbano] es la única para la cual el país estaba perfectamente preparado », declaró Gerald Steinberg, profesor de estudios políticos en la universidad Bar-Ilan de Ramat Gan, algunos días después del comienzo de la agresión. Este universitario, que trabaja para el ministerio israelí de Relaciones Exteriores y Seguridad Nacional, agrega: «En cierto sentido, los preparativos comenzaron desde el mes de mayo del 2000, justo después de la retirada israelí [del Líbano]. En 2004, la campaña militar, prevista para una duración de tres semanas y a la que actualmente asistimos, ya estaba planificada y había sido simulada y sometida a pruebas de laboratorio uno o dos años antes.» . [6].
El 21 de julio de 2006 Matthew Kalman confirma esa afirmación en el San Francisco Chronicle: «Hace más de un año, un alto oficial del ejército israelí empezó a presentar a diplomáticos, periodistas y think tanks estadounidenses y de otras nacionalidades, simulaciones en PowerPoint no destinadas al público que incluían detalles reveladores de la operación actualmente en marcha.» Según Kalman, la identidad del militar se mantuvo en secreto. Aquel militar presentó los planes de una «campaña de tres semanas» contra el Líbano en los siguientes términos: «La primera semana se dedicará a la destrucción de los poderosos cohetes de largo alcance del Hezbollah, al bombardeo contra el puesto de mando y de control y a hacer impracticables los grandes ejes de transporte y de comunicación del país. La segunda semana deberá dedicarse principalmente a los ataques contra localidades que abrigan rampas de lanzamiento de misiles o depósitos de armas. Durante la tercera semana se enviará un contingente más importante de fuerzas terrestres […] para destruir los blancos descubiertos en misiones de reconocimiento [...] En cambio, no se prevé una nueva ocupación del Sur del Líbano por un largo período de tiempo.» .
Moshé Marzuk, ex miembro de los servicios secretos israelíes, hoy investigador del Instituto de Contraterrorismo de Herzlia, agrega: «Israel sacó enseñanzas de las anteriores guerras en el Líbano, en Cisjordania y en Gaza, al igual que experiencias de Estados Unidos en Afganistán y en Irak: el ejército entendió que una campaña militar clásica sería ineficaz ». Sin embargo hacía 10 años que Israel proyectaba un nuevo ataque contra el Líbano, cualesquiera que fuera la estrategia utilizada [7]
Clean Break – Declaración de guerra contra el Oriente árabe
Wayne Madsen, ex agente de la NSA, una de las agencias estadounidenses de espionaje, escribía el 22 de julio de 2006: «El 17 y el 18 de junio de 2006, durante una conferencia del American Enterprise Institute (neoconservador) en Beaver Creek (Colorado), el ex primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, Nathan Sharansky [8], un miembro del parlamento israelí y el vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney se pusieron de acuerdo para invadir el Líbano». Cheney «dio su visto bueno », prosigue Wayne Madsen. Netanyahu regresó a Israel, donde informó, «durante un encuentro entre ex primeros ministros, sobre el apoyo de la administración Bush» [9]
El encuentro entre Cheney y Netanyahu que menciona Madsen presenta un carácter algo explosivo. Ya en 1996, el Study Group on a New Israeli Strategy Toward 2000, un grupo de neoconservadores estadounidenses del think tank privado The Institute for Advanced Strategy and Political Studies, había elaborado para Netanyahu, entonces primer ministro israelí, el tristemente célebre proyecto A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm [10].
En aquel panfleto militarista, los estrategas neoconservadores exhortaban a Israel a renunciar totalmente a los acuerdos de paz negociados en Oslo con los palestinos, a invadir los territorios autónomos y a «atacar al Hezbollah, a Siria y a Irán, los tres principales agresores del Líbano». El grupo redactor del panfleto estaba bajo la supervisión de Cheney y la dirección de Richard Perle, conocido como «el príncipe de las tinieblas», miembro del primer gobierno de Bush Jr. y uno de los que más instigaron a la guerra durante la preparación de la invasión contra Irak. Entre los redactores figuraban otros miembros del gabinete Cheney, como Douglas Feith y David Wurmser. Todas estas personas forman parte también del famoso «Golden Circle» al que pertenecen los dirigentes del United States Commitee for a Free Lebanon (SCFL), del cual volveremos a hablar más adelante.
El Clean Break afirma: «Siria amenaza a Israel desde el territorio libanés. Israel debiera atacar al Hezbollah, a Siria e Irán –que son los principales agresores del Líbano–, realizar ataques contra las instalaciones sirias en el Líbano y, de resultar esto ineficaz, atacar objetivos precisos en la propia Siria» [11]. Israel debe, además, «utilizar a los grupos de oposición libaneses para debilitar al poder sirio en el Líbano ». Los grupos libaneses, asociados a Israel, podrían «atacar los objetivos militares sirios presentes en su territorio » o «si esto resultara insuficiente », Israel podría incluso «atacar determinados objetivos en Siria » y demostrar así que «el territorio sirio no es considerado ya como un santuario ». Claro está, también es necesario derrocar el régimen de Saddam Hussein en Irak. Finalmente, habría que crear un «nuevo Medio Oriente », compuesto de Estados árabes debilitados y divididos, sin unidad interna y dirigidos por títeres, mientras que Israel gozaría de una total hegemonía en la región. Es decir que se trata de un proyecto que se parece enormemente al «nuevo Medio Oriente » con el que soñaba en público la secretario de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, en julio pasado, al principio de la agresión israelí contra el Líbano.
Este tipo de proyecto goza enteramente de la aprobación de Daniel Pipes [12] director de la «reconocida revista de geopolítica » Middle East Forum y redomado propagandista antiárabe. Hace años que Pipes se desgañita predicando una política estadounidense para el Medio Oriente orientada hacia una sólida alianza con Israel, con Turquía y con «otras democracias que puedan surgir », ya que –según él– el Medio Oriente es «una fuente importante de problemas para Estados Unidos debido a la prodigiosa cantidad de dictaduras, de ideologías radicales, de conflictos existenciales y fronterizos, de violencia política y de armas de destrucción masiva que allí existen ». [13].
Gran parte de los miembros del comité ejecutivo de ese forum parecen tener, por otra parte, estrechos vínculos con el American Enterprise Institute de Cheney y Perle y con el United States Committee for a Free Lebanon (USCFL). Ziad K. Abdelnour, presidente del Comité e influyente banquero de Wall Street (considerado en una época como un futuro Ahmed Chalado libanés), sabía desde julio de 2002 que «la mejor vía para que los libaneses logren la paz pasa por un alineamiento del lado de la política estadounidense.».
«La solución de la guerra en el Líbano no reside en el Medio Oriente, ni en el Líbano, ni siquiera se encuentra en territorio libanés. Nunca ganaremos en territorio libanés. Las cartas están en Washington.» Hace tiempo que Abdelnour había declarado la guerra total contra su país natal, del que decía que «es un Estado-Gestapo, exactamente como Francia bajo la ocupación nazi alemana » [14]. Son inquietantes los vínculos que existen entre Abdelnour y Pipes; juntos publicaron, en mayo del año 2000, un estudio intitulado «Acabar con la ocupación siria en el Líbano, el papel de Estados Unidos » («Ending Syria’s Occupation of Lebanon: The U.S. Role»), elaborado en el marco de un llamado Grupo de Estudios Libaneses (Lebanon Study Group). Esa publicación guerrerista predica una intervención militar contra Siria, intervención que tendría como objetivo la destrucción de las supuestas armas de destrucción masiva que presuntamente esconde ese país así como el fin de la presencia militar siria en el Líbano.
Planes de ataques listos desde 2004
Ziad K. Abdelnour quiere liberar al Líbano de Siria –sea como sea– y derrocar al régimen sirio para hacer de la región una zona económica capitalista. Para lograrlo, al parecer mantiene desde hace años contactos e intercambios con dirigentes y responsables, tanto de Tel Aviv como de Washington, que le proporcionan información. En su libro sobre el caso Hariri, intitulado Mordakte Hariri – Unterdrückte Spuren im Libanon y publicado en Alemania en marzo de 2006, el autor del presente artículo publica una entrevista en la que el propio Ziad K. Abdelnour se refiere a un recrudecimiento del peligro de guerra:
Entrevista con Ziad K. Abdelnour, realizada el 24 de diciembre de 2005:
Pregunta: En septiembre de 2003 usted hablaba con mucho optimismo: «En el Líbano un millar de guerrilleros libaneses no esperan más que una señal (de usted mismo) para desencadenar la insurrección y rechazar tanto a los sirios, que desde hace una generación tienen en sus manos todos los controles de la política libanesa, como al Hezbollah, el grupo terrorista chiíta que se instaló en el Sur partiendo de la estrecha línea que bordea la costa oriental del Mediterráneo. Todo lo que necesitamos es el apoyo de los aviones de guerra estadounidenses.
Respuesta: No recuerdo haber hecho esa declaración y me pregunto de dónde saca usted esos palabras deformadas.
Pregunta: Usted incluso declaró: «Eso no durará ni tres semanas, como en Irak. Eso durará 48 horas. La expulsión (de los sirios) demoraría 48 horas más. Ese trabajo es para los israelíes o los estadounidenses.» ¿Por qué tendría que ser un «trabajo» para los israelíes? ¿Se refiere usted al Ejército del Sur del Líbano (ALS), a Tsahal, o a ambos? Respuesta: ¿Por qué dije que era trabajo para los israelíes? Bueno, es evidente que son los estadounidenses o los israelíes los que tendrán que encargarse de ese trabajo, en un futuro bastante cercano.
Pregunta: Su hipótesis sobre «una toma de control en 48 horas» es errónea, está basada en un «levantamiento armado de la población con apoyo aéreo», la misma que mencionara Ahmed Chalabi, el ex jefe del Congreso Nacional Iraquí. ¿Esa posibilidad goza del mismo respaldo entre los políticos estadounidenses de primera línea?
Respuesta: ¿Mi hipótesis de una toma de control en 48 horas? ¿De qué habla usted? ¿Usted está escribiendo ciencia ficción, un libro de propaganda política? ¿Qué escribe usted? Realmente, no entiendo nada. [15]
Pregunta: Esas palabras suyas figuran en una entrevista que usted le concedió en septiembre de 2003 al señor Spencer Ackerman y en la que usted reveló ese plan. Yo le envié a usted la versión íntegra de esa entrevista. [16]
Respuesta: Todas esas fuentes (artículos de periódicos) que usted cita provienen de conocidos periodistas liberales o de izquierda que presentan las cosas de manera tal que acaben por complacer a sus jefes… eso es cuento, pura propaganda, amigo mío. [17]
Comentario de Spencer Ackermann: «Es sorprendente oír a Ziad decir que no se acuerda de las declaraciones citadas. Yo estoy absolutamente seguro de lo contrario. De hecho, cuando se publicó el artículo, en 2003, en el diario New York Press, él me escribió para decirme que él lo consideraba incisivo pero objetivo –que yo sepa él nunca puso objeción ni a una palabra, ni ante mí ni ante nadie del diario. En todo caso, yo quisiera que esto quede claro, el tono de mi artículo era irónico, pero durante los sucesos de los años 2002 y 2003, en el momento en que entrevisté a Ziad, él deseaba muy seriamente estar a la cabeza de la lucha por liberar al Líbano de Siria.» [18]
Seis meses más tarde, como no llegaba la liberación del Líbano, Abdelnour reconforta a sus acólitos con informaciones que circulan dentro de una red confidencial que se compone de libaneses exilados, neoconservadores estadounidenses, políticos y cabilderos de la administración Bush. Cito a continuación varias informaciones, poco numerosas pero reveladoras, que el banquero y político enviara entonces a sus amigos:
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Lunes 26 de abril de 2004, 2:44 am Te aseguro que esta administración avanza a toda máquina contra LOS DOS, Siria e Irán. Tuve no menos de tres conversaciones privadas sobre ese tema con el presidente y personalidades claves de su administración. Saludos, ZKA
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Sábado 4 de septiembre de 2004, 7:34 pm Los días de Siria están contados. Como venimos diciendo desde hace algún tiempo ya en el seno del USCFL (United States Committee for a Free Lebanon), no hay más camino que la fuerza… La fuerza está caminando. El Hezbollah y Siria, tanto uno como la otra, pueden considerar ya que su gran aventura libanesa está llegando a su fin, dentro de poco tendrán que salir corriendo. Observe atentamente lo que sucederá próximamente y acuérdese de lo que le digo hoy. ZKA
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Lunes 5 de septiembre de 2004, 12:45 am Empezar por Irán, seguir después el hilo hasta el Hezbollah pasando por Siria. Verdaderamente no puedo revelarle quién provocará a Irán, echaría a perder el factor sorpresa; pero puedo asegurarle que los tres serán destrozados, empezando por Irán. Los planes están listos. Sí, viviremos una situación muy sombría y será esto el capítulo II de la campaña de Bush… No es extraño que todas las izquierdas y los árabes estén furiosos… Usted sabe… o por lo menos se imagina lo que está en juego aquí. Francamente, prefiero que haya una segunda guerra civil en el Líbano a seguir en el actual status quo… Con Bush en el poder, eso está garantizado al 100%. Los planes están listos, la táctica y la estrategia también.
Continuación de la entrevista de Ziad K. Abdelnour de los días 24 y 25 de diciembre de 2005:
Pregunta: Después de la llamada «revolución de los cedros» y de las primeras elecciones «democráticas» de mayo y junio de 2005, el Líbano alcanzó por fin el estatus de Estado libre. Entonces, ¡usted puede retirarse, usted y todos los demás, y concentrarse en sus proyectos económicos!
Respuesta: ¿Es el Líbano un país libre desde mayo-junio? ¿Está usted seguro de que estamos hablando del mismo Líbano? Todavía se encuentran allí numerosos agentes de los servicios secretos sirios, plenamente tolerados por el presidente Lahoud. Están presentes en todos los niveles, hasta el más pequeño subteniente de los servicios secretos libaneses; controlan la menor faceta del escenario político libanés, constantemente organizan atentados de gran envergadura… como los cometidos contra el primer ministro Hariri, contra Samir Kassir, contra Gebran Tuesni, etc. ¿Y usted habla de libertad? Lo mismo sucede con el Hezbollah, que hace lo que le viene en ganas y tiene al país de rehén inundándolo con intentos de intimidación y propaganda mentirosa. Temo que el Líbano no pueda alcanzar la libertad mientras no haya una sustitución del régimen sirio, mientras no se desmantele la infraestructura militar del Hezbollah. Lo dije hace más de 10 años, mucho antes que cualquier otro dirigente libanés. Hoy todos están comenzando a darse cuenta. ¡Pero ha sido, desgraciadamente, al costo de enormes pérdidas humanas y financieras! Sin embargo, yo sigo conservo aún una gran confianza en el alma libanesa y estoy convencido de que venceremos… y mucho más pronto de lo que se piensa. Que Dios proteja a los Estados Unidos de América.
Pregunta: ¿Puede usted indicarme cuál es la vía que permitiría al Líbano resolver todos sus problemas? El país tiene un «nuevo» gobierno luego de la llamada «revolución de los cedros». Pero el que sigue al mando es el mismo equipo, un equipo algo gastado, sin una nueva cabeza. Y enfrente no hay más que una oposición narcisista. ¿Piensa usted tirarlos a todos al mar? Según usted, ¿quién es capaz de guiar a su país hacia un futuro prometedor? Joumblatt, Aoun, Siniora, Nasrallah, Berri, el inexperimentado Saad Hariri, Gragea, Pakradouni? Yo no tengo la menor idea. ¿Y usted?
Respuesta: El Líbano no será LIBRE hasta que el régimen sirio no sea reemplazado y la infraestructura militar del Hezbollah no sea puesta fuera de combate. El Líbano no será LIBRE hasta que la vieja clase corrupta de políticos libaneses no sea privada de su poder, empezando por el presidente Emile Lahoud. El Líbano no será LIBRE hasta que no se haya promulgado una ley que otorgue el derecho al voto a los libaneses de la diáspora. El Líbano tiene centenares, miles de hombres de negocios y de políticos competentes, que saben cómo hacer las cosas y que tienen los medios necesarios para transformar el país; pero esa gente no aparecerá hasta que no haya verdaderas elecciones democráticas, libres de la presión siria así como de las presiones del Hezbollah, lo que nos trae de nuevo al punto 1, que es el punto de partida de todo lo demás.
Pregunta: ¿Está usted implicado en la evolución política actual del Líbano o sigue siendo aún nada más que un hombre de negocios privado?
Respuesta: Mi actividad política se ha multiplicado por diez. Pero hoy, y esa es lección que saco del pasado, no hay ninguna razón para hacer saber a todos los libaneses lo que queremos hacer. Los que mueven los hilos no siempre están a la vista. Mire la actividad de los sirios en el Líbano, hay mucho que aprender de ella. ¿Quiere usted vencer al enemigo? Juegue su juego mejor que él. A todos los que desean nuestra derrota, les digo que tendrán que atenerse a ver aparecer, por el contrario, una organización más poderosa, que se convertirá en su peor pesadilla».
Pregunta: Pero, la partida terminó. La intervención desmovilizó a Estados Unidos. ¿Qué puede hacer Israel solo? Yo no lo sé. ¿Qué piensa usted?
Respuesta: A Bush todavía le quedan dos años en el gobierno. La partida no se gana hasta que no se termine. Temo que los deseos de usted no se realicen, pero usted es libre de soñar. [19]
Implicación de Estados Unidos en los preparativos de guerra israelíes
Seymour Hersh, periodista estadounidense mundialmente conocido por sus investigaciones y ganador del Premio Pulitzer, publicó el 14 de agosto de 2006 en The New Yorker su reportaje «Watching Lebanon» [20] donde afirmaba que la guerra de Israel contra Líbano fue preparada con mucha antelación. Hersh se refiere exclusivamente a fuentes anónimas dentro del seno del gobierno de Estados Unidos y los servicios secretos, fuentes que le revelaron que el secuestro de los dos soldados israelíes constituyó el pretexto ideal para desencadenar una guerra planificada desde mucho antes por los estrategas israelíes.
Según Hersh, diplomáticos israelíes estuvieron en Washington a principios del verano para pedir «luz verde» para la agresión y comprobar el grado de apoyo que podían esperar de parte de Estados Unidos. Las investigaciones de Madsen confirman esa información. Los israelíes enrolaron primero al presidente estadounidense Dick Cheney. Israel comenzó por Cheney porque, según Hersh, «convencer a Bush no constituía un problema.» Según un especialista del Medio Oriente, igualmente anónimo, Bush tenía muchas razones para apoyar la ofensiva militar israelí. «Bush los odia a los dos: a Irán –eslabón del Eje del Mal– con sus instalaciones nucleares; por otra parte, en el marco de su proyecto de democratización del Medio Oriente, proyecto al servicio de sus intereses, tenía en la mirilla al Hezbollah. Y un Líbano «liberado» hubiese sido un bonito adorno para su proyecto de construcción de un Medio Oriente democrático.» Y, sobre todo, Bush quería ver destruido el arsenal del Hezbollah para tener neutralizado el riesgo de represalias de Hezbollah contra Israel en caso de ataque estadounidense contra las instalaciones nucleares iraníes.
Un ex agente de los servicios secretos explica: «Les dijimos a los israelíes: si ustedes tienen que hacerlo, nosotros los apoyaremos en toda la línea. Y pensamos que cuanto más pronto mejor. Mientras más esperen ustedes, menos tiempo tendremos nosotros para hacer una evaluación y trazar nuestros planes contra Irán antes de que Bush termine su mandato ». Los militares estadounidenses esperaban además poder completar sus informaciones sobre el arsenal iraní gracias a los golpes israelíes contra las redes de túneles y de búnkeres del Hezbollah, cuya concepción es –según los expertos– similar a la de las fortificaciones iraníes. Desde la primavera de 2006, bajo la presión de la Casa Blanca, altos responsables de la estrategia aérea de Estados Unidos consultaban a los militares israelíes sobre posibles golpes militares contra las instalaciones nucleares iraníes. «La gran incógnita, para nuestra aviación, consistía en saber cómo hacer blanco en toda una serie de blancos difíciles iraníes», agrega el ex agente de los servicios secretos, ya que «se sabe que fueron ingenieros iraníes los que asesoraron al Hezbollah durante la construcción de los túneles y los arsenales subterráneos. Por eso es que la aviación de Estados Unidos fue a someter sus nuevos planes de operaciones a los israelíes y les dijo: «Concentrémonos en los bombardeos e intercambiemos la información que tenemos: nosotros les decimos lo que sabemos de Irán y ustedes nos dicen lo que sepan del Líbano ». El secretario de Defensa Donald Rumsfeld estaba presente en esas conversaciones.
Israel pensaba además que sus ataques aéreos –dirigidos contra la infraestructura del Líbano con vistas a su aniquilación– llevarían a la población cristiana y sunnita a levantarse contra el Hezbollah. «La campaña israelí de bombardeos », señala Hersh, «estaba concebida para ser una prefiguración de los planes estadounidenses contra Irán.». Los gobiernos de Washington y Tel Aviv criticaron con violencia estas revelaciones de Seymour Hersh.
Por consiguiente, es difícil creer que cuando Bush declara, durante la primavera de 2006 –citado por el diario libanés Ad Diyar–, que «el verano libanés será caliente » se trata simplemente de una de esas premoniciones «enviadas por Dios » de las que tanto se vanagloria el tejano. Ya en aquel entonces, los preparativos bélicos de Olmert estaban en marcha desde hacía mucho y el amo de Washington le había luz verde para que emprendiera la demolición del Líbano y del Hezbollah.
Jürgen Cain KülbelAncien enquêteur de la police criminelle de RDA (1974-1988), Jürgen Cain Külbel est journaliste au Neues Deutschland. Dernier ouvrage publié : Mordakte Hariri. Unterdrückte Spuren im Libanon.Los artículos de esta autora o autor
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión francesa de Grégoire Seither.

[1] «clashes raise familiar questions», por Philip Abi akl, 13 de julio de 2006.
[2] «Libanon, Israel, Palästina: Interview mit Mazin Qumsiyeh, Fragen von Anis» , 24 de julio de 2006.
[3] «Les agences de presse occidentales victimes consentantes de la censure militaire israélienne», 18 de julio de 2006.
[4] Id.
[5] «Krieg gegen Libanon?» , por Cain Kulbel, Jurgen: Provozierter, Neues Deutschland, 26 de julio de 2006
[6] «Jurgen: Power-Point-Inszenierung» por Cain Kulbel, Junge Welt, 27 de julio de 2006.
[7] «Israel set war plan more than a year ago» por Matthew Kalman, San Francisco Chronicle, 21 de julio de 2006.
[8] «Natan Sharansky, idéologue de la démocratisation forcée» , Réseau Voltaire, 24 de febrero de 2005.
[9] «Israel and US planned Lebanon invasion in June», Wayne Madsen Report, 22 y 23 de julio de 2006.
[10] «A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm»
[11] «Der Ölpreis und Libanon», Zeit-Fragen, 21 de marzo de 2005.
[12] «Daniel Pipes, expert de la haine» , Réseau Voltaire, 5 de mayo de 2004.
[13] « About the Middle East Forum», Middle East Forum
[14] «Lebanese seek end to Syrian stranglehold», por Mandy Steele, WorldNet Daily.com, 15 de julio de 2002
[15] El diálogo se basa en comunicaciones personales transmitidas por correo electrónico el 24 de diciembre de 2005
[16] « Ziad Abdelnour is plotting regime change in Lebanon from Park Ave», por Spencer Ackermann, News & Columns, Volume 16, Issue 38, 17 de septiembre de 2003.
[17] Comunicación personal del 26 de diciembre de 2005: en esta breve declaración, Abdenour reacciona ante cierto número de fuentes que le fueron presentadas. Es por eso que esta respuesta aparece varias veces en este texto.
[18] Comunicación personal del 27 de diciembre de 2005
[19] Ziad K. Abdelnour por correo electrónico durante los días 24, 25 y 27 de diciembre de 2005
[20] «Watching Lebanon», 14 de agosto de 2006.

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