jueves, 3 de junio de 2010
Ataque Israelí: Lamento pero primero repudio
Ingrid Storgen
El horror nuevamente sacudió el alma del mundo, los históricos crímenes de Israel no cesan y nuevas víctimas caen bajo el odio inadmisible que atacó a una flotilla Humanitaria compuesta por 700 pacifistas de 30 países.
Iban cargados con 10 mil toneladas de “armas” que sólo podían utilizarse para saciar el hambre de una población agredida por un estado genocida. Flotilla de auxilio para calmar el dolor físico de esa gente bloqueada, separada por un muro inadvertido por quienes hace unos años festejaran la caída de otro muro pero que callaran cuando se erigió el actual para aislar a los palestinos.
El crimen se cometió en aguas internacionales, hecho que creo que lo convierte en un Crimen de Guerra y si según la ley no tiene ese estatus muy lejos no estará de serlo al menos moralmente.
Un millón y medio de palestinos aislados en un gueto comparable a los que padecieron los judíos, que fue repudiado no con tibieza, sino con verdadera solidaridad por todo el mundo. Los mártires de aquellos guetos aprendieron y copian muy bien la represión a fuerza de padecerla o se mimetizaron con esos abominables que la establecieron.
No hay diferencia, a esta altura, entre los crímenes nazis y los crímenes israelíes.
Lo más preocupante es la posición mediocre de quienes al lanzar un comunicado lamentan la pérdida de vidas humanas, omitiendo que no fueron pérdidas por una catástrofe o un accidente sino por un ataque sin excusa posible, lo cual obligaría a decir lamento, pero primero repudio. No estamos hablando de un accidente.
También instan a llevar a cabo una exhaustiva investigación de los hechos ocurridos, y se llama a cesar los actos violentos. Me pregunto:
¿Investigar qué? ¿Hace falta más evidencia?
¿Actos violentos de quiénes? Acá hay nombres y hay apellidos que dieron y recibieron la orden de bajar con cuerdas desde helicópteros y no están dentro de ese gueto emplazado.
¿Investigar si las personas comprometidas con la ayuda humanitaria estaban desarmadas cuando recibieron un ataque con tropas de elite desde el aire y durante la noche?
¿Investigar haría pensar que tal vez no fue tan malo el estado israelí y que “algo habrán hecho” los miembros de la misión humanitaria para recibir la artillería de muerte que descargaron sobre ellos?
¿No podemos caer con este criterio en la tristemente célebre teoría de los dos demonios?
Las fuerzas de elite asaltaron al barco Mavi Marmara disparando con sus fusiles, convirtieron el barco en un baño de sangre disparando a la cabeza, utilizaron picanas contra los voluntarios entre los que se encontraba una mujer con su hijo de un año.
¿Los actos de violencia los ejercieron quienes iban en ayuda de un pueblo que eligió quien habría de gobernarlo más allá de que a sus enemigos les guste o no su decisión?
El propio ministro de Defensa, Barak, elogió a sus “hombres” por lo tanto aprobó el ataque ¿qué hay que investigar acá, no está todo dicho?
Para los palestinos no cae pan del cielo, les llueve artillería asesina, los están matando de muchas formas, esta última es la que colmó el vaso y es la que sacudió al mundo que en la mayoría de los casos repudió tajantemente el acto de barbarie y no es para menos, cuando leemos que Netanyahu puso el sello de traficantes de armas al servicio de Hamas, contra la misión humanitaria, avalando la acción de las tropas genocidas.
Dentro de semejante desatino el mundo se conmovió, unos con la contundencia absoluta que los sucesos reclaman, otros con la tibieza que los caracteriza cuando el momento exige determinaciones tan fuertes como los hechos, aunque no falte el silencio de los amigos del estado de Israel, como era de esperar, al fin entre genocidas siempre se entenderán muy bien.
En medio de tanto espanto, de tanta vergüenza ajena, no puedo dejar de recordar que en Argentina está preso en la cárcel de Marcos Paz, Roberto Martino, luchador popular
tildado de “antisemita” por salir a la calle para condenar al sionismo y su descarga de bombas sobre Gaza, despedazando criaturas, ancianos, pueblo.
Hoy ya no quedan dudas que Martino no estuvo equivocado cuando gritó criminal frente a los criminales. Tampoco quedan dudas que ante su detención no hubo tibieza, la firmeza parece ensañarse contra los luchadores.
A esos genocidas es a los que hay que condenar, aislar, si es que realmente sabemos leer la magnitud de los acontecimientos padecidos por la flota humanitaria, por supuesto que lamentando los sucesos pero antes que nada, repudiándolos con toda el alma, mucho más cuando no estamos frente al primer hecho delictivo ejecutado por el estado de Israel contra un pueblo al que lo despojaron de sus derechos irrevocables a sangre y fuego.
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Flotilla de la Libertad I,
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