viernes, 8 de enero de 2010
Biografia del Imam Alí Zayn al-Abidín
de Kitab Al-Irshad
Sheij Al-Mufíd
trad. del árabe de Raúl Gonzalez Bórnez
Mención del Imam que vino tras Al-Huseyn ibn Alí, la paz sea con él, la fecha en que nació, las pruebas de su Imamato, los años que vivió, la duración de su califato, la fecha de su muerte y las causas de la misma, el lugar en que se encuentra su tumba, el número de sus hijos y una selección de los relatos que hablan de él
El Imam que vino tras Al-Huseyn ibn Alí, la paz sea con él, fue su hijo Abu Muhammad Alí ibn Al-Huseyn, Zayn al-Abidín, las bendiciones de Dios sean con ellos, y su kunia era también Abu l-Hasan. Su madre fue Shah Zanán hija de Yazdiyard hijo de Shahriár hijo de Cosroes y se dijo que su nombre era Shahr Bánú.
Emir al-Muminín Alí había nombrado a Haríz ibn Yáber al-Hanafí gobernador de un sector de las provincias orientales y éste le había enviado a dos de las hijas de Yazdiyard bin Shahriár bin Cosró.
El le había dado a Shah Zanán como esposa a su hijo Al-Huseyn y ella había dado a luz a Zayn al-Abidín, la paz sea con él.
La otra hija se la entregó a Muhammad ibn Abi Bakr y ella le había dado a luz a Al-Qásem ibn Muhammad ibn Abi Bakr, así que ambos niños eran primos por parte de madre.
Alí ibn Al-Huseyn nació en Medina el año treinta y ocho de la hégira. Vivió con su abuelo Emir al-Muminín dos años, con su tío Al-Hasan diez años y con su padre Al-Huseyn once años y tras la muerte de su padre, vivió treinta y cuatro años y falleció en Medina el año noventa y cinco de la hégira, con cincuenta y siete años de edad.
El periodo de su Imamato fue de treinta y cuatro años y fue enterado en el cementerio de Baqí, en la ciudad de Medina, junto a su tío Al-Hasan ibn Alí, la paz sea con ambos.
Su Imamato quedó confirmado por distintos caminos.
El primero de ellos por ser, entre las criaturas de Dios, después de su padre, quien más conocimientos poseía y el de mejor comportamiento, y el Imamato debe corresponder a quien posee mejores cualidades y no a quien las posee inferiores, tal y como juzga la razón.
Otra de las razones era ser el hijo mayor de Al-Huseyn, la paz sea con él, y quien más derecho poseía a ocupar su posición tras su fallecimiento, por sus superiores méritos, por su relación de parentesco con el Imam anterior y por ser su primogénito.
Todo ello le otorgaba más derechos que a ningún otro, conforme a lo que establece el versículo coránico relativo a quienes poseen lazos de sangre y al relato de Zacarías, la paz sea con él.[1]
Otra de las razones que confirman su Imamato es la necesidad, que la razón establece, de que éste exista en toda época, además de que toda otra reclamación del Imamato en tiempos de Alí ibn Al-Huseyn demostró carecer de fundamento.
Otra de las razones es que el Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios y la paz sean con él y con su familia, dejó establecido que el Imamato sería ejercido exclusivamente por sus descendientes por la línea de su hija Fátima y su primo Alí, lo cual anula la pretensión de quienes lo reclamaron para Muhammad ibn al-Hanafiya, que Dios esté satisfecho de él, quien, a pesar de pertenecer a la familia del Mensajero de Dios, pues era hijo de Emir al-Muminín, no había recibido tal designación, como sí la recibió Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.[2]
Otra de las razones es el testimonio del Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios sean con él y con su familia, designándole como uno de los Imames, tal como transmitió Yaber en el hadíz llamado “de la tabla” (al-lauh) del Mensajero de Dios y como relató Muhammad ibn Alí, Al-Báqer, la paz sea con él, de su padre, quien lo hizo del suyo, quien lo hizo de Fátima, la hija del Mensajero de Dios, a quien Dios bendiga.
Y también conforme al testimonio de su abuelo, Emir al-Muminín, la paz sea con él, en vida de su padre Al-Huseyn, la paz sea con él, conforme a los hadices que lo han recogido y conforme al testamento de su padre Al-Huseyn, que se lo entregó a Umm Salama, quiera Dios estar satisfecho de ella, indicándola que Alí debía tomar posesión del Imamato después de él.
Cuando su padre murió, Alí ibn Al-Huseyn fue a tomar el testamento de ella.
Tal y como su padre le había dejado dicho a ella, la señal de quién sería el Imam consistiría en que vendría a tomarlo de ella.
Este es un tema que debe seguirse en los hadices y que no vamos a desarrollar más en este libro, porque es algo que debe estudiarse por separado.
***
3/2 Algunos relatos sobre Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él
Me informó Abu Muhammad Al-Hasan ibn Muhammad ibn Yahia que su abuelo le dijo que Idrís ibn Muhammad ibn Yahia ibn Abdel lah ibn Hasan ibn Hasan, Ahmad ibn Abdel lah ibn Musa e Ismail ibn Yaqub, estando juntos le dijeron:
«Nos informó Abdel lah ibn Musa de su padre, de su abuelo, que dijo:
«Mi madre Fátima hija de Al-Huseyn, la paz sea con él, me solía ordenar que me sentase junto a mi tío, Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.
Nunca me senté a su lado sin llevarme algo bueno de él, bien fuese el temor de Dios que se instalaba en mi corazón al ver su temor de Dios o bien los conocimientos que adquiría de él.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan ibn Muhammad al-Alawí, de su abuelo, que Muhammad ibn Maymún al-Bazáz dijo:
«Nos relató Sufián ibn Uyayna, que Ibn Shiháb az-Zuhrí dijo:
«Nos dijo Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, que era el más noble de los Hashemís que he visto:
«Amadnos con el amor que tenéis por el Islam, y que vuestro amor por nosotros no cese aunque eso sea causa de nuestra desgracia.»
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Relató Abu Muamar que Abdel Azíz ibn Abi Házem dijo: «Escuché a mi padre decir:
«No he visto un Hashemí más noble que Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan ibn Muhammad ibn Yahia: Me relató mi abuelo que Abu Muhammad al-Ansarí le dijo que Muhammad ibn Maymun al-Bazáz dijo: Me dijo Al-Huseyn ibn Ulwán, de Abi Alí Ziyád ibn Rustam, que Saíd ibn Kulzúm dijo:
«Estaba con As-Sádeq, Yafar ibn Muhammad, la paz sea con ambos, y él recordó a Emir al-Muminín Alí ibn Abi Táleb, la paz sea con él, y le elogió y alabó como se merece y luego dijo:
«Juro por Dios que Alí ibn Abi Táleb nunca comió nada prohibido en toda su vida hasta que murió.
Nunca se presentaron ante él dos alternativas religiosas de las que Dios estuviese satisfecho sin que tomase la más difícil de ellas y nunca descendió la revelación para el Mensajero de Dios, sin que le llamase y se la expusiese, confiando totalmente en él.
Y nadie en la comunidad, aparte de él, era capaz de realizar las tareas del Mensajero de Dios, pues cualquier otro al que se le hubiera encargado se habría sentido como si se encontrase entre el Paraíso y el Fuego, deseando la recompensa de aquel y temiendo el castigo de éste.
Él liberó, con sus propios bienes, a mil esclavos, buscando con ello la satisfacción divina y la salvación del Fuego, bienes que había obtenido trabajando con sus propias manos y con el sudor de su frente, a pesar de tener que proveer a su propia familia de aceite, vinagre y dátiles.
Solamente tenía ropa de algodón crudo y si alguna tenía las mangas demasiado largas, pedía unas tijeras y las recortaba.
Nadie era más parecido a él entre sus hijos ni entre los miembros de su familia en su manera de vestir y de pensar que Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.»
***
Cierto día, su hijo Abu Yafar (Imam Muhammad Al-Báqer), la paz sea con él, fue a verle y le encontró que había estado adorando a Dios con tanta intensidad como ninguna otra persona era capaz de hacerlo.
Estaba amarillento de la vigilia nocturna y sus ojos estaban inflamados de tanto llorar, su frente estaba polvorienta, su nariz aplastada de tantas prosternaciones y sus piernas y pies hinchados de tanto permanecen en pie rezando.
Y Abu Yafar, la paz sea con él, dijo:
«Al verle en ese estado no pude contener mis lágrimas y lloré. Dios tenga misericordia de él.
El se encontraba meditando y, después de un rato, se volvió a mi y me dijo:
«¡Oh hijo mío! Tráeme algunos de esos escritos en los que se relata la adoración de Alí ibn Abi Táleb, la paz sea con él.»
Yo se los llevé y el leyó algo en ellos durante un rato, luego los dejó a un lado con pena, diciendo:
«¿Quién tiene fuerza suficiente para igual la adoración de Alí?»
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Se relató que Muhammad ibn Al-Huseyn, dijo: Nos relató Abdel lah ibn Muhammad al-Qurashí:
«Cuando Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, realizaba la ablución, se ponía de un color pálido amarillento y alguien de su familia le dijo: «¿Qué es eso que te ocurre?»
Él respondió: «¿Acaso no sabes para ponerte ante Quién te preparas?»
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Relató Amru bin Shimr, de Yaber al-Yaafí, que Abu Yafar, la paz sea con él, dijo:
«Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, rezaba mil rakat entre el día y la noche. El viento podía inclinarle como a un tallo de maíz».
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Relató Sufián az-Zaurí, que Ubaydul lah ibn Abde Rahmán bin Mouheb dijo:
«La condición superior de Alí ibn Al-Huseyn le venía dada por su abundante recuerdo de Dios.
Él decia: «Es suficiente para nosotros ser de los hombres rectos de nuestra gente.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad, de su abuelo, de Salma bin Shabíb, que Ubaydul lah bin Muhammad at-Taymí dijo:
«Escuche a un anciano de los Abd Al-Qays decir que dijo Tábus:
«Llegue a la Hichra[3] una noche y encontré allí a Alí ibn Al-Huseyn. Él estaba rezando y estuvo en pie como Dios quiere, luego hizo prosternación.
Me dije a mí mismo: «Sería bueno escuchar lo que dice en su súplica un hombre recto de la Casa Profética.»
Me acerqué a él y escuche que decía mientras permanecía en prosternación:
Tu siervo está aniquilado ante Ti.
Tu humilde siervo está aniquilado ante Ti.
Tu pobre siervo está aniquilado ante Ti.
Tu suplicante siervo está aniquilado ante Ti.
Y dijo Tábus: «Nunca he suplicado con esas palabras cuando me he encontrado en una dificultad, sin que ella se alejase de mí.»
***
Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad, de su abuelo, de Ahmad bin Muhammad ar-Ráfií, de Ibrahím bin Alí, que su padre dijo:
«Hice mi emigración a La Meca con Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.
La camella en la que iba se movía con gran lentitud y él le dijo: «¡Ay de ti si no fuera por la Ley del Talíón!»
Y apartó su mano de ella (sin golpearla).»
Con esa misma cadena de transmisión, dijo: «Alí ibn Al-Huseyn hizo su peregrinación a pie y tardó veinte días desde Medina hasta La Meca.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad que su abuelo le dijo que Ammar bin Abán dijo:
«Nos informó Abdel lah bin Baqír, que Zurara bin Aiyan dijo:
«Escuché una voz en mitad de la noche diciendo:
«¿Dónde están aquellos que se desapegan de este mundo por deseo del próximo?»
Y escuché otra voz procedente del cementerio de Baqí sin poder ver quien hablaba, que respondió: «Ese es Alí ibn Al-Huseyn.»
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Relató Abder Razáq, de Maamar, que Az-Zuhí dijo:
«No encontré a ningún otro de la gente de esa Casa – es decir de la Casa Profética- más noble que Alí ibn Al-Huseyn.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad: Me relató mi abuelo que Abu Yunus Muhammad bin Ahmad le dijo:
«Me relató mi padre y también otro de nuestros compañeros que un joven de Quraix estaba sentado con Said bin Al-Musíb cuando apareció Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él. El joven Quraix preguntó a Bin Al-Musíb:
«¡Oh Abu Muhammad! ¿Quién es ese?»
Él respondió: «Ese es Señor de los Adoradores, Alí ibn Al-Huseyn ibn Alí ibn Abu Táleb, la paz sea con él.»
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Me informó Abu Muhammad al-Hasan ibn Muhammad que su abuelo le dijo: Me relataron Muhammad bin Yafar y otros:
«Se paró junto Alí ibn al-Huseyn, la paz sea con él, un hombre de su Casa, hizo que le escuchase y le acusó vilmente y le maldijo, sin que él dijese nada.
Cuando el hombre se hubo ido, dijo a quienes estaban sentados con él:
«Ya habéis oído lo que ha dicho ese hombre y quisiera que vinieseis conmigo para que escuchaseis lo que yo tengo que decirle.»
Todos le dijeron:
«Eso haremos. Nos hubiera gustado que le hubieses dicho algo y también nosotros decirle algo.»
Y dijo: «Se puso sus sandalias y marchó hacia su casa recitando:
Y aquellos que contienen su ira y perdonan a las personas, pues Dios ama a quienes hacen el bien.[4]
Así que nos dimos cuenta de que no le diría nada.
Cuando llegó a la casa de aquel hombre que le había insultado, dijo: «Soy Alí ibn Al-Huseyn.»
El hombre vino hacia nosotros furioso, sin la menor duda de que venía a darle respuesta de lo que él le había dicho, pero Alí ibn Al-Huseyn le dijo:
«¡Oh hermano! Viniste a mí y me dijiste esto y lo otro. Si lo que dijiste de mí es cierto, pido a Dios que me perdone por ello y si lo que dijiste de mí es falso, que Dios te perdone por ello.»
El hombre le besó entre los ojos y dijo:
«Lo que dije sobre ti es algo que no está en ti y yo merezco más que tú esos insultos.»
Y el narrador del relato dijo que aquel hombre era Al-Hasan ibn Al-Hasan.
***
Me informó Al-Hasan ibn Muhammad, que su abuelo dijo:
«Un anciano de la gente del Yemen que tenía más de noventa años, me relató que un hombre llamado Ubaydul lah bin Muhammad le había relatado que escuchó a Abder Razáq decir:
«Una criada fue a llevarle a Alí ibn Al-Huseyn el agua para que realizase su ablución, pero el jarro se escapó de sus manos y le golpeó en la cabeza.
La criada le dijo: «¡En verdad, Dios dice: Y aquellos que contienen su ira »
Él dijo: «He contenido mi ira.»
Ella dijo: «y perdonan a las personas»
Él dijo: «¡Que Dios te perdone!»
Ella dijo: «pues Dios ama a quienes hacen el bien.»
Él dijo: «Vete, eres libre ante Dios, poderoso y majestuoso.»
***
Relató Al-Wáqidí que les contó Abdel lah bin Muhammad bin Umar bin Alí:
«Hishám bin Ismael molestaba a nuestros vecinos y Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, recibió de él una fuerte afrenta.
Cuando fue apartado de su cargo, Al-Walíd le ordenó que se presentase ante la gente.»
Y dijo: «Entonces, pasó ante Alí ibn Al-Huseyn que estaba parado junto a la puerta de Marwán y Alí ibn Al-Huseyn le saludó.
Alí ibn Al-Huseyn poseía tal elevación que nadie podía herirle.»
***
Se recogió de Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, que llamó a su criado dos veces y éste no le respondió hasta que no le hubo llamado por tercera vez. Entonces le dijo: ¿Es que no me oíste que te llamaba?
- Sí.
-Entonces ¿Qué te pasaba que no me respondías?
- Me siento seguro de que no me harás nada.
Alí ibn Al-Huseyn dijo: «¡Alabado sea Dios que ha hecho que mi criado se sienta a salvo de mí!»
***
Me dijo Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad bin Yahia: Me dijo mi abuelo: Nos relató Yaqúb bin Yazíd: Nos relató Ibn Abi Umayr, de Abdel lah bin Mugaira, de Abu Yafar al-Ashá, de Abu Hamza az-Zumálí, que Alí ibn Al-Huseyn dijo:
«Salí un día y caminé hasta llegar a este muro y me apoyé en él. Entonces me di cuenta de que un hombre vestido con dos piezas de tela blanca estaba mirándome a la cara directamente.
Luego, me dijo: «¡Oh Alí ibn Al-Huseyn! ¿Qué te sucede que te veo preocupado y triste?
¿Estás preocupado por este mundo? Dios provee tanto a los buenos como a los malos.»
Yo dije: «No es por este mundo por lo que estoy preocupado, pues es tal como tú dices.»
Él dijo: «¿Entonces, estás preocupado por el otro mundo? En él ha colocado Dios ángeles poderosos.»
Yo dije: «No es por el otro mundo por lo que estoy preocupado, pues es tal y como tú dices.»
Él dijo: «¿Entonces, qué es lo que te preocupa?»
Yo dije: «Me preocupa la división que provoca Ibn Zubair.»
Él rió y luego dijo: «¡Oh Alí ibn Al-Huseyn! ¿Has visto jamás a alguien que confiase en Dios y que eso no fuera suficiente para él?»
Yo dije: «No.»
Él dijo: «¡Oh Alí ibn Al-Huseyn! ¿Has visto jamás a alguien que temiese a Dios y al que Él no salvase?»
Yo dije: «No.»
Él dijo: «¡Oh Alí ibn Al-Huseyn! ¿Has visto jamás a alguien que pidiese a Dios y al que Él no le concediese lo que le pedía?»
Yo dije: «No.»
Luego miré hacia donde él se encontraba y no vi a nadie.»
***
Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad: Me relató mi abuelo: Nos relató Abu Nasr: Nos relató Abderahmán bin Sáleh: Nos relató Yunus bin Bakír, de Ibn Isháq:
«Estaban en Medina fulano y mengano de la Gente de la Casa Profética y la provisión llegaba a ellos sin que ellos la buscasen y sin que supiesen de dónde les llegaba y cuando murió Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, dejaron de recibirla.
***
Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad: Me relató mi abuelo: Nos relató Abu Nasr:
«Me relató Amru bin Dinár que se presentó la muerte a Zayd bin Usama bin Zayd y comenzó a llorar.
Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, le dijo: «¿Por qué lloras?»
Él dijo: «Lloro porque debo quince mil dinares y no encuentro quien se haga cargo de ellos.»
Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, le dijo: «No llores más porque yo me hago cargo de tu deuda y te libro de ella.»
Y él la pago en su nombre.
***
Y relató Hárún bin Musa: Nos relató Abdel Málik bin Abdel Azíz:
«Cuando Abdel Malek bin Marwán accedió al califato, envió a Alí ibn Al-Huseyn los impuestos pertenecientes al Mensajero de Dios y a Alí ibn Abu Táleb, las bendiciones de Dios sean sobre ambos, tal y como estaba establecido.
Entonces, Umar bin Alí fue a ver a Abdel Malek y se quejó de que eso le perjudicaba y Abdel Malek le dijo:
«Te digo lo mismo que dijo Ibn Abul Haqíq:
En verdad, cuando el deseo suplica
Y escucha el que escucha al que habla
Y enloquecen el intelecto de las gentes
Nosotros juzgamos con justicia y nobleza
No ponemos lo falso en lugar de lo cierto
Y no quemamos lo cierto con lo falso
Tememos que decline nuestro entendimiento
Y desperdiciar el tiempo con quien no lo merece.
***
Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad: Me relató mi abuelo: Nos relató Abu Yafar Muhammad bin Ismaíl:
«Cuando Alí ibn Al-Huseyn hizo la peregrinación a La Meca, las gentes alababan su belleza y le observaban diciéndose unos a otros «¿Quién es ese? ¿Quién es ese?»
Admirándole y magnificando su grado de espiritualidad.
Al-Farasdaq se encontraba presente y compuso este poema:
Es aquel de quien el valle de La Meca conoce sus pasos
Y a quien conocen La Kaba y el entorno sagrado.
Él es el hijo del mejor de todos los siervos de Dios
Él es el temeroso de Dios, el elegido, el puro, el sabio.
Cuando él se acerca a tocar la esquina de la Kaba
Ella reconoce el tacto de la palma de su mano.
Es el que cuida su modestia y está protegido del error
Y quien no habla si no es con una sonrisa.
No existe criatura que iguale la superioridad de su alma
Ni que alcance las bendiciones que él posee.
Quien conoce a Dios conoce que éste es uno de Sus amigos
La religión proviene de la familia de este hombre.
Cuando los Quraix le ven, sus gentes hablan
De las cualidades de éste de superior nobleza.
***
Me informó Abu Muhammad al-Hasan bin Muhammad, de su abuelo, que dijo: Me relató Dawud bin Al-Qásem:
«Nos relató Al-Huseyn bin Zayd, de su tío Umar bin Alí, que su padre Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, solía decir:
«Nunca he visto algo como la preferencia que tiene la súplica, pues el siervo no suplica sin que la respuesta le llegue en cualquier momento sin tener que esperar.»
***
Musrif bin Uqba aprendió ésta súplica de él cuando se encontró con él camino de Medina:
«¡Oh Señor! Cuántas mercedes me has otorgado y cuán poco ha sido mi agradecimiento por ellas.
Que poca paciencia he tenido cada vez que me has puesto a prueba con una dificultad.
¡Oh Aquel que recibe tan poco agradecimiento por Sus mercedes! No me prives de ellas.
¡Oh Quien obtiene de mí tan poca paciencia cuando me pone a prueba! No me abandones.
¡Oh Dueño de una generosidad que nunca se acaba!
Y ¡Oh Dueño de una merced ilimitada!
Bendice a Muhammad y a la familia de Muhammad y protégeme del mal, pues, en verdad, yo busco tu protección ante el peligro de que me den muerte y me refugio en Ti del mal que proviene de los hombres.»
***
Musrif bin Uqba llegó a Medina y se decía que sólo quería ver a Alí ibn Al-Huseyn. Fue a saludarle, le honró, le trató con generosidad y le llevó regalos.
***
También se relata que cuando Musrif bin Uqba llegó a Medina hizo llamar a Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él.
Cuando llegó a él, le acercó a él, le trató con gran amabilidad y le dijo:
«El Gobernador de los Creyentes Yazíd me ha encargado que te trate bien y que te distinga entre el resto.»
Así que fue atento con él y dijo a quienes estaban junto a él: «Ensillad mi mula para él.»
Y le dijo a él: «Vuelve junto a tu familia, pues creo que les habremos preocupado haciéndote venir a nosotros. Si estuviera en nuestras manos incrementar lo que te corresponde a la altura de lo que es tu derecho, lo haríamos.»
Entonces, Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, le dijo:
«No excuses ante mí al Gobernador.»
Montó y se marchó.
Musrif dijo a quienes estaban con él:
«Ese hombre es el mejor. No hay nada mal en él. Su asunto y su posición le vienen del Mensajero de Dios.»
***
Se relató que Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él, estaba un día en la mezquita del Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios y la paz sean con él, cuando escuchó a una gente comparando a Dios Altísimo con Su creación. Aquello le horrorizó, así que se alejó de ellos y fue junto a la tumba del Mensajero de Dios. Se paró ante ella y levantando su voz, comenzó ha hablar a su Señor diciendo:
«¡Dios mío! Se ha manifestado Tu poder pero no se ha manifestado Tu apariencia y por eso Te desconocen y Te valoran de manera inadecuada y Te comparan con Tus criaturas.
Y yo ¡Oh Dios mío! me he apartado de quienes buscan conocerte comparándote con la creación.
No hay nada semejante a Ti ¡Oh Dios mío! Pero ellos no se dan cuenta, cuando las mercedes evidentes de las que disfrutan y que de Ti provienen sería la mejor prueba sobre Ti si Te conocieran y en Tu creación ¡Oh Dios mío! está la evidencia de Quien eres. Pero ellos Te identifican con ella.
Por ello, quienes no Te conocen, toman algunas de Tus señales como sus Señores, confundiendo Tus atributos contigo Mismo.
Así pues, Te ensalzo ¡Oh Dios mío! por encima de aquello que Te atribuyen quienes Te comparan.»
***
Aquí terminan los relatos sobre las nobles virtudes de Zayn al-Abidín, la paz sea con él.
Los doctores de la ley sunnitas han transmitido y recopilado numerosos conocimientos procedentes de él.
Sus discursos, súplicas, explicaciones sobre los méritos del Sagrado Corán, juicios sobre lo que es lícito y prohibido, relatos históricos sobre las acciones militares y las batallas en tiempos del Mensajero de Dios, son bien conocidos entre los sabios.
Si quisiéramos recoger todo ello, se alargaría esta obra grandemente y hacerlo nos llevaría mucho tiempo.
Los shiítas han relatado sus milagros, señales y claras explicaciones y argumentaciones, que desbordan los límites de este trabajo y que pueden consultarse en los libros que recopilan sus trabajos, lo cual nos exime y compensa de no hacerlo aquí.
Y Dios es quien otorga el éxito a lo que es correcto.
***
3/3 Mención de los hijos de Alí ibn Al-Huseyn, la paz sea con él
Alí ibn A-Huseyn, la paz sea con él, tuvo quince hijos:
Muhammad conocido como Abu Yafar al Báqer, la paz sea con él.
Su madre fue Umm Abdel lah hija de Hasan ibn Alí ibn Abu Táleb, la paz sea con él.
Abdel lah, Al-Hasan y Al-Huseyn hijos de Umm Walad.
Zayd y Umar, hijos de Umm Walad
Al-Huseyn al-Asgar, Abde Rahmán y Suleiman, hijos de Umm Walad.
Alí Asgar, el más pequeño de todos sus hijos, y Jadiya, hijos de Umm Walad.
Muhammad al-Asgar, hijo de Umm Walad.
Fátima, Alía y Umm Kuzúm, hijas de Umm Walad.
[1] El versículo que habla sobre los lazos de sangre (Dul Arhám) es 33:6: Los familiares consanguíneos tienen preferencia, unos más que otros, en la Escritura de Dios respecto a los creyentes y a los emigrantes…
Cfr. los que se refieren al profeta Zacarías y a la herencia familiar en 19:1-7 y 3:37-41.
[2] La pretensión del derecho al Imamato de Muhammad ibn al-Hanafiya fue mantenida por Al-Mujtar ibn Abi Ubayd, quien dirigió una revuelta en Kufa para sostener tal reclamación.
[3] Se refiere a la Hichra de Ismail, situada en el lado derecho de La Kaba, según se mira a la puerta de la misma . Se denomina así al espacio que queda entre la pared de La Kaba y el muro elíptico que hay frente a ella.
[4] Sagrado Corán, 3:134.
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