lunes, 23 de noviembre de 2009
Comentario de Cuarenta hadices -XLIV
Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní
Traducción de Raúl González Bórnez
Séptimo hadíz
La ira (Gadab)
III- Cómo impedir el exceso de ira
Para poner remedio a la ira cuando se enciende también existen soluciones teóricas y prácticas.
El remedio teórico consiste en reflexionar sobre los asuntos mencionados anteriormente, lo cual es también una forma de remedio práctico en este caso.
Entre los remedios prácticos, el más importante es cambiar la actitud cuando este problema en sus primeros niveles, ya que la ira, igual que el fuego, se va incrementando paulatinamente hasta que cobra intensidad y el horno arde con fuerza y sus llamas se tornan violentas y furiosas y escapa de las manos de la persona sofocando la luz del intelecto y de la fe, apagando la lámpara de la guía y condenando a la persona a la destrucción y la desgracia.
La persona debe prestar atención para que esas llamas no se fortalezcan abandonando el lugar que provoca en él la ira o cambiando su estado. Si esta sentado poniéndose en pie, si está en pie sentándose o recurriendo al recuerdo de Dios.
Algunos han considerado que, cuando ese estado sobreviene, es obligatorio recurrir al recuerdo de Dios.
U ocupándose de alguna actividad que le aparte de esa situación y le aleje de ese estado.
En cualquier caso, cuando ese estado se encuentra en los primeros niveles de su manifestación es fácil de controlar. Eso tiene dos consecuencias:
La primera es que tranquiliza el alma y controla las llamas de la ira.
La segunda es que esa experiencia le servirá para ponerle más fácilmente remedio en posteriores situaciones. Cuando la persona tiene cuidado unas cuantas veces y pone remedio de esa manera, podrá controlarlo en cualquier situación y mantenerse en un punto equilibrado.
Referencias a esta situación se pueden encontrear en algunos nobles hadices recogidos en Al-Káfi:
Con una cadena de transmisión que llega a Abu Yafar, sobre él la paz, se transmitió que dijo:
En verdad, la ira es una chispa que Satanás enciende en el corazón del hijo de Adán. Cuando atrapa a alguno de vosotros, la ira enrojece sus ojos, se hinchan las venas de su cuello y Satanás entra en él. Por ello, cuando alguno de vosotros tema que tal estado le sobrevenga, que se tumbe un rato porque, ciertamente, la maldad de Satanás se alejará de él si hace eso.[1]
Y con una cadena de transmisión que llega a Maysir, se recoge que una vez se mencionó la cuestión de la ira delante de Imam Yafar as-Sádeq y éste, la paz sea con él, dijo:
La persona furiosa no se queda satisfecha hasta que no entra en el Fuego. Por tanto, cuando una persona esté furiosa con otra, si está en pie que se siente inmediatamente, pues, de esa manera se alejará de él la perversión de Satanás. Y si la persona con la que se enfurece es de su familia, que se acerque a él y le acaricie, pues cuando alguien de su propia sangre le acaricie su furia desaparecerá.[2]
De este noble hadíz se deducen dos métodos prácticos de curación para el estado inicial de la ira: uno es general y consiste en sentarse y cambiar el estado tal y como viene recogido en otro hadíz que si se está sentado y se pone furioso debe levantarse.
Y en otra trasmisión recogida por las fuentes de la mayoría se transmite que el Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios y la paz sean con él y con su familia, cuando se enfurecía, si estaba en pie se sentaba y si estaba sentado se tumbaba sobre la espalda y su furia se calmaba.[3]
Y otra cura particular y tiene que ver con los familiares y sugiere que la persona furiosa con alguien de su familia, calmará su ira si la persona con la que está furioso se acerca a él y le toca con sus manos con suavidad.
Si personas que no son de la familia tratan de calmar a una persona furiosa en los primeros momentos de su ataque, pueden recurrir a uno de los métodos teóricos o prácticos antes mencionados y calmarle. Pero si su ira se ha encendido e intensificado, los consejos tendrán el resultado opuesto y solo conseguirán incrementar su furia. Calmarle la ira en esa situación será algo extremadamente difícil a no ser que lo haga alquien por el que sienta un gran respeto y al que tema molestar. Ya que la ira sólo se manifiesta ante personas que uno considera inferiores o como mucho semejantes a sí mismo, pero jamás se manifiesta ante quienes consideramos superiores a nosotros y, en ese caso, la irritación y el hervor de la sangre del corazón da paso a un estado de irritación interior, que queda ahogada en lo profundo y no llega a salir a la superficie, por lo que, no encontrando una vía para manifestarse puede transformarse en un estado de tristeza y depresión.
Por tanto, la cura de un estado de ira intenso es un asunto extremadamente difícil. Nos refugiamos en Dios de algo así.
[1] Cfr. Usúl al-Káfí, t. II, p. 304 y 305, Kitáb al-imán wa l-kufr, bab gadab, hadíz 12.
[2] Cfr. Usúl al-Káfí, t. II, p. 302, Kitáb al-imán wa l-kufr, bab gadab, hadíz 2.
[3] Mir’at al-‘uqúl, t. X, p. 146. y Musnad Ibn Hambal, t. V, p. 152.
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