jueves, 22 de abril de 2010

Revoluciones como la de Kirguistán no las hace el pueblo, solo paga los platos rotos


22-04-2010
Víctor Lovchag
Belta
Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

¿Revuelta dirigida?

La muerte en accidente de avión del presidente polaco, Lech Kaczinsky, y la erupción del volcán islandés, que ha paralizado las comunicaciones aéreas en Europa, han eclipsado otro acontecimiento mundial, que en nada desmerece para ser estudiado con la mayor de las atenciones, analizar las causas de lo ocurrido y extraer conclusiones. Me estoy refiriendo a los desordenes en Kirguistán y el posterior derrocamiento del presidente legítimo del país Kurmanbek Bakiev.

Ocurre que en este país asiático, por segunda vez en cinco años, como si utilizasen una especie de papel de calco histórico, ha sucedido lo mismo: un presidente elegido mediante sufragio universal (recordemos a Akayev) es apartado del poder por la fuerza. Es una especie de tendencia. Pero una tendencia muy peligrosa, si tenemos en cuenta otras revoluciones llamadas de colores, ocurridas en el espacio postsoviético.

A fin de cuentas Kirguistán no es una mera formación semiestatal, sino un país con una rica historia y un pueblo inteligente, amante del trabajo. Y no podemos olvidar otro factor. La república de Kirguistán es miembro de pleno de derecho de la CEI, y lo que es más importante, de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.

¿Y qué ha pasado? ¿Cómo se han comportado esas estructuras de integración? ¿Acaso hicieron algún intento siquiera en esa primera fase de gestación de la revuelta, cuando apenas eran unos centenares de personas, de intentar comprender lo que estaba ocurriendo y valorarlo de un modo correcto, de intervenir aunque fuese como un tribunal de arbitraje en ese conflicto que empezaba a arder? Para nada. Lo que demuestra una vez más, toda la inestabilidad de esa integración efectista, de cara a la galería, que a menudo se circunscribe a esos encuentros de líderes encorbatados o sin corbata. Pero si a alguno de ellos de repente le amenaza un peligro inminente, el resto mira tímidamente hacia otro lado, siguiendo el principio “a mí eso no me incumbe”. Como atestiguan los hechos ocurridos con el destino de Bakiev, nos empujan a la misma trampa, tanto al presidente, como al resto de “integradores”.

¿Podría ser que nada de esto fuera casual? No es ningún secreto que en Asia central, asistimos a una lucha encarnizada entre los EE.UU. y Rusia. Hace unos días, el periódico estadounidense The New York Times publicaba aun artículo bastante curioso, donde se informaba, que poco antes del levantamiento en Kirguistán, en los medios informativos digitales habían aparecido una serie de materiales comprometedores, en los que se acusaba a los familiares de Bakiev de estar saqueando las arcas del estado. Fue precisamente esto, asegura esta publicación, “lo que impactó en los estratos más bajos de la población y estimuló a la oposición”. Cuando el gobierno en respuesta bloqueó el acceso a esas páginas, protestaron no solo organizaciones del tipo “Freedom house”, sino el mismísimo Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia (inesperado defensor de la libertad de los medios en internet).

Luego afirman directamente: “La postura de Rusia en Kirguistán, es por lo visto una nueva táctica en sus relaciones con las antiguas repúblicas de la URSS, a las que Moscú ve como parte de su esfera de influencia. La defensa de la libertad de expresión —en este caso para la lucha con un líder no deseado— fue solo uno de los elementos de ese gran juego entre bastidores, que tras la revuelta, probablemente ayudará a Rusia a ganar influencia en el nuevo gobierno de Kirguistán. Rusia ha aprendido las lecciones de las “revoluciones de colores”, en las que Occidente ha apoyado abiertamente a las élites opositoras y la libertad de expresión”. Como dijo una fuente diplomática estadounidense no revelada, en Kirguistán Rusia ha organizado una “revolución de colores de su propio color”. La influencia rusa sin duda se reflejará en las elecciones del futuro gobierno de Kirguistán, —considera el diario— al tiempo que informa de que Moscú está desarrollando lazos con las fuerzas opositoras de Georgia y Bielorrusia.

Pero lo que es aún más interesante: Alexander Kniazev, ex director de la filial del Instituto de países de la CEI en Bishkek, asegura que él organizó encuentros de la oposición kirguisa con diputados rusos, primero de poco peso y posteriormente con figuras más influyentes dentro de Rusia. En marzo Rosa Otumbayeva, si creemos a Kniazev, como escribe el diario, previno a la parte rusa de que en Kirguistán estaban madurando las condiciones para que se diesen protestas masivas. No está claro, si la delegación rusa informó a Otumbayeva de que aceptaba determinados compromisos, pero en ese momento Moscú ya estaba presionando al gobierno de Kirguistán, subiendo los aranceles para la exportación de derivados del petróleo, y el alza de los precios hizo aumentar el malestar, asegura el New York Times.

Los EE.UU. no sabían cómo reaccionar ante esta táctica —para frenar la influencia rusa, los EE.UU. se vieron obligados a aprobar públicamente el cierre de periódicos y el bloqueo de medios digitales— explica el diario, citando a un diplomático estadounidense en Bishkek. A primeros de abril un miembro de la oposición se presentó en la embajada de los EE.UU. e informó: “El miércoles comienza la revolución”.

El no menos influyente periódico británico, “The Guardian”, se pregunta si los acontecimientos en Kirguistán no son una “revolución rusa”, basándose en la prisa que se dio el primer ministro Putin en reconocer al nuevo gobierno en Bishkek.

Pues esto es lo que hay. Por lo visto una vez más ciertos titiriteros entre bastidores han utilizado el efecto de la multitud para lograr sus objetivos políticos. Y poco importa que en ese camino estuviesen comercios, instituciones gubernamentales o edificios públicos, se arrasó con todo. Lo más terrible son las pérdidas humanas. Pero a los que iban envilecidos por toda esa supuesta información sobre la fortuna del presidente poco les importaban la Constitución y demás leyes.

Ahora de todo culpan a Bakiev.

Solo hay que ver lo que está ocurriendo. La muchedumbre sigue sus instintos. A diario se reciben informaciones desde Kirguistán sobre la reacción en cadena de revueltas similares: de nuevo miles, armados con piedras, tornillería y palos buscan más derramamiento de sangre. De nuevo automóviles incendiados. La gente al calor de la revolución, interpretando los recientes acontecimientos como el triunfo de la impunidad, ha comenzado a pelear por hacerse con las tierras que rodean la capital.

Y lo que no es nada agradable para Rusia: ha aparecido el “efecto boomerang”. Están expulsando a los rusos del país. ¿Han hecho ya lo suyo?

Fuente: http://www.belta.by/ru/topics?tid=940&id=519130

Notas

Como confirmaba ayer, 20 de abril, a las 15:46h, la Agencia de noticias bielorrusa (Belta), de boca del propio presidente Lukashenko, Bakiev se encuentra en Minsk. Desde allí dio una rueda de prensa donde niega categóricamente haber renunciado al cargo http://www.belta.by/ru/belta_video/bakiev, y llama a la comunidad internacional a no mostrarse indulgente con los golpistas.

Declaraciones de Lukashenko

El presidente bielorruso en una misiva al pueblo bielorruso y a la Asamblea Nacional dijo: “Todas esas habladurías del temor del gobierno bielorruso a que se puedan repetir los acontecimientos de Kirguistán en nuestro país, son un completo absurdo. Hay quien va diciendo por ahí, que lo de Kirguistán es una señal, para algunos, incluida Bielorrusia…Es ridículo. Ni en el gobierno, ni en la sede presidencial, ni en ninguna de las residencias de la Presidencia hay vallas: ¿no lo habían pensado antes? Eso es algo más que simbólico: Eso deja claro que no esperamos ninguna revolución de colores, no tenemos miedo a que alguien pueda venir mañana a asaltar las instituciones del estado”. “Hay medios que especulan con que Lukashenko hace esas declaraciones sobre Bakiev, porque tiene miedo. No tengo miedo de nada ¿de qué habría de tener miedo? ¿De esa chusma que se gana la vida esperando que en Occidente le den algún centavo, al tiempo que no le hace ascos a trabajar para Moscú? Es imposible que aquí haya ningún tiroteo. Es algo que todo el mundo sabe. No estoy comenzando a pelear en todos los frentes, como alguno podría decir: que si nos hemos peleado con Rusia, con Europa, con los EE.UU. .No queremos pelearnos con nadie. Pero tampoco le vamos a entregar lo nuestro a nadie.(…) No habrá aquí revoluciones de colores, queridos míos, no habrá. Mientras yo sea presidente, no habrá revoluciones de esas. Y nadie se prepara aquí a disparar contra su propio pueblo. Nuestro pueblo no es tan tonto como para después de recibir dinero desde el exterior, comenzar a asaltar y saquear. No lo va a hacer, no es esa la situación. Ni se puede dar aquí esa situación, aunque tuviéramos que comprar a Rusia, a precios internacionales, todo lo que necesitásemos.

Bielorrusia ya ha pasado ese punto, cuando se nos podía poner de rodillas. Por muchas patadas que nos den , no van a conseguir ponernos de rodillas. Soy el presidente de un país, elegido con 10 millones de votos de su pueblo, y nadie va a lograr que incline la cabeza, porque eso sería una humillación para el pueblo, cuando el presidente va arrastrándose de rodillas ante quien sea”.

Fuentes: http://www.belta.by/ru/news/president?id=519680

http://www.belta.by/ru/news/president?id=519680

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