martes, 27 de abril de 2010
¿Contratistas o mercenarios?
27-04-2010
Leyla Carrillo Ramírez
Rebelión
El ser humano requiere habilidades especiales para discernir entre la semántica y el significado histórico, político, económico o social de una palabra. A medida que se agudiza la tendencia a utilizar las normas y los vocablos establecidos por los países ricos, se torna más difícil precisar las diferencias. Tal es el caso de la palabra “contratistas”, que esconde la raíz de “mercenarios”.
¿Qué es un mercenario? Podríamos zambullirnos en la Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el establecimiento de mercenarios aprobada por la Organización de Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1989. La reticencia de muchos países que hoy financian a los mal llamados “contratistas”, demoró durante un decenio la ratificación del documento por un mínimo de 20 Estados. En la actualidad la cifra no excede los 35. Las razones son visibles: a los países poderosos del planeta no les conviene comprometerse a combatir el mercenarismo.
La Convención define que MERCENARIO es una persona especialmente reclutada localmente o en el extranjero para combatir en un conflicto armado, animada esencialmente por el deseo de obtener un provecho personal para derrocar a un gobierno o socavar el orden constitucional de un Estado o su integridad territorial. En 2003 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos exhortó a todos los Estados “a ejercer la máxima vigilancia contra todo tipo de reclutamiento y además a prohibir a esas empresas intervenir en conflictos o acciones armadas para desestabilizar a los regímenes constitucionales con impunidad”.1
El grupo de trabajo sobre la utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos analizó que “el reclutamiento de guardias de seguridad privada es un fenómeno global que no ocurre solamente en América Latina y el Caribe, sino también en otras regiones”.2 En septiembre del propio año, treinta países suscribieron en la ciudad suiza de Montreux, un documento que intentaba enmarcar jurídicamente la actividad de las sociedades militares privadas (SMP), con vista a garantizar “el respeto al derecho internacional humanitario y de los derechos humanos cuando actúen en los conflictos armados”. Para los no entendidos, la negociación realmente intentó legitimar la fuerza privada de los “contratados”, es decir, aprobar una especie de Convención adicional, que edulcoraría la violación de las Convenciones de Ginebra.
Sin embargo, el enfoque sobre la guerra “privatizada” no es idéntico para anglosajones y galos. El coloquio internacional celebrado el 18 de marzo de este año en la Escuela Militar de París mostró algunas diferencias entre los defensores del estilo estadounidense y de las SMP, que intentan conservar las funciones reguladoras del Estado sobre la privatización de los soldados.
Entre los primeros mercenarios europeos estuvieron los belgas, durante la guerra nacional-liberadora del Congo. Hoy los “contratados” trabajan para compañías transnacionales registradas legalmente, exportando sus servicios, lo que evidencia los vacíos jurídicos que existen en la mencionada Convención. Los mercenarios carecen de fronteras, siendo el lucro su principal motivación.
Las guerras lideradas por Estados Unidos en Afganistán, Irak y Pakistán son respaldadas por un centenar de “empresas” que acometen el trabajo sucio y administrativo. Los mercenarios son cada vez más eficaces: acometen matanzas, genocidio y torturas; además, practican oficios tales como: guardaespaldas, técnicos, agentes para la protección de edificios y de personalidades, la seguridad de organizaciones no gubernamentales, las escoltas de los convoyes, el desminado del terreno.
El secretismo que ampara al mercenarismo resulta virtualmente indescifrable. No es fácil determinar cuántos “contratistas privados” operan en las actuales guerras, cuántos responden directamente a empresas estadounidenses o a sus filiales y cuántos a los europeos. De los supuestos 13 mil “soldados de fortuna” los provenientes de la Unión Europea, son “integrantes de una sociedad pública-privada”. Decididamente su denominación no es semántica.
La imbricación entre los mercenarios de Estados Unidos y Europa se amplió durante el último trienio mediante la poderosa Halliburton, que instaló filiales en Austria, Liechtenstein, Luxemburgo y Suiza.3 En Austria, la llamada Treuhand “certifica” el tránsito aduanal de las inversiones y las ganancias acumuladas, operaciones respaldadas por el código 1002, que autoriza la representación por un notario de los “contratados”, registrando sus nombres en una corporación. Esto asegura los derechos y emolumentos en el banco austriaco Bawag, en el UBS suizo y en bancos de Liechtenstein (acusados por Alemania de amasar fortunas libres de impuestos). También hay paraísos fiscales establecidos en países eurorientales.4 En varios Estados miembros de la UE han proliferado las “corporaciones privadas militares”, especialmente de Reino Unido, España, Italia, Alemania y Francia.
Las contratistas británicas son las más florecientes. Mark Thatcher (hijo de la exprimera ministra) está acusado de intentar un golpe de Estado contra Zimbabwe y de vender armas a Guinea Ecuatorial. El boyante BAE Systems Bofors ocupa el cuarto lugar mundial en la comercialización de la guerra. Cifras conservadoras señalan una ganancia de aproximadamente 1 600 millones de dólares en Irak para varias entidades británicas o estadounidense-británicas, tales como Vinnel Corp, Custer Batle, Armor Group, Krol Security Internacional, Global Risk Strategic, Meteoric Tactical Solutions, Trig Guard Risk y Globo Risk. A pesar de la actual crisis mundial, el departamento británico para la Ayuda Internacional al Desarrollo (DAID) demostró cuán decisiva es la seguridad de su personal en Irak, al desembolsar 278 millones de libras esterlinas (500 millones de dólares). Otra de las “motivaciones” aplicadas por la industria mercenaria es la concesión del derecho de residencia a los “gurkhas”5 que hayan auxiliado al ejército británico en India, Hong Kong y Las Malvinas.6
Resulta interesante seguir las huellas de la transnacionalización armamentista, que a la vez provee a los mal llamados contratistas. Tal es el caso del mencionado BAE Systems, fusionado con Aerospatiale para crear la Compañía de Defensa Aeronáutica y Espacial (EADS), a la que se unió la española CASA desde 1999; con un conglomerado anglo-germano. La interrelación se extiende a la italiana Marconi Electronic; lo que representa un emporio paramilitar de cuatro, o tal vez de más nacionalidades.
Las compañías militares españolas parecen ocupar el segundo lugar en competitividad, integradas primordialmente por ex militares, con mano de obra más barata que las británicas. Los títulos en otros idiomas esconden su origen, por ejemplo: Hallmark Security Solutions (HSS), con “oficinas” en la calle Antonio López de Santander (desde 2006 ha participado en operaciones militares en Jordania, Irak y Haití junto a contratistas estadounidenses). El Servicio Global de Seguridad e Inteligencia (SGSI) está presente en Irak, Israel, Guinea Ecuatorial y Nigeria (en esta última contratada por los consorcios Exxon y AGIP). Es la primera compañía militar privada ibérica, fundada en 1995, y la principal financiera ubicada en el Peñón de Gibraltar, que según la OCDE7, se halla entre los 35 mayores paraísos fiscales del mundo. SGSI también integra el grupo sionista israelí, Hyzanami bajo el registro mercantil SGSI GROUP 2007 Sl, con domicilio social en Málaga. Con tal asociación es previsible que los mercenarios españoles se encuentren en cualquier “oscuro rincón” del Medio Oriente.
Desentrañar la comercialización bélica francesa e italiana resulta más difícil aún. La primera, debido a la alta sofisticación de sus redes de inteligencia. Hay juicios pendientes sobre el tráfico de armas y hombres en Angola durante los años 90 (involucrados el ex ministro del Interior, Charles Pascua y el hijo del expresidente, François Miterrand). Entonces los servicios secretos franceses se apoyaron en la “sociedad” eslovaca, ZTZ Osos, que legalizó sus acciones.8 Decenios antes empresas y mercenarios actuaron en las Comores y Haití. Proyectos más osados fueron impulsados por los franceses en diciembre de 2009, que imitan la “comunidad de inteligencia del aliado estadounidense, a modo de paraguas de todas las agencias de inteligencia y seguridad. El nombre adoptado para la entidad fue Conseil de Défense et de Sécurité Nationales (CDSN).9 El hallazgo sobre el empresariado-militar italiano resulta más difícil aún, porque su capital inversionista es menor, lo que lo lleva a asociarse con otros países. No obstante, DTS Security Limited “protege” al personal de una multinacional para la reconstrucción administrativa iraquí, bajo la categoría de guardaespaldas, con un salario de 6 000 dólares mensuales, elevado a 9 mil cuando custodia a los estadounidenses.
Dinamarca, con menos dinero, cuenta con un centenar de hombres, contratados por la compañía Ferris, mejor apertrechados en Afganistán que los llamados soldados de cuartel. Igualmente el informe anual emitido por la Agencia Nacional de Seguridad búlgara ha revelado la influencia sobre organizaciones delictivas, de algunos ministros y agencias estatales, empeñadas en acciones antiterroristas.
¿Hasta dónde llegarán los contratados europeos? No puede predecirse, como tampoco delimitarse si responden a empresas mercenarias o a instituciones. Venezuela y Bolivia, por ejemplo, han sido objeto de intentos de magnicidio y de atentados en los que han estado involucrados mercenarios de origen español, croata, húngaro, checo, montenegrino, francés e irlandés….La reacción inmediata gubernamental de los países de procedencia ha sido negarlo, desde luego.10
Los mecanismos establecidos para deslindar la responsabilidad gubernamental de la privada resultan eficaces cuando trascienden las acciones subversivas o la participación militar en escenarios “no convenientes” en cualquier parte del mundo o para defender a los aliados. Pocos mencionan que el creciente mercenarismo viola el Derecho Internacional y los derechos humanos. Basado en la confianza del cliente y en el ánimo de lucro, sustituye el protagonismo estatal sobre la defensa, modificando la estructura de sus ejércitos.
Este modus operandi convierte la impunidad en una divisa, extiende sus tentáculos a cualquier escenario bélico o que difiera de lo que desearían los gobiernos de países ricos para los tercermundistas, mitiga el presupuesto público destinado a la guerra, esconde los fallecidos durante las guerras de agresión y las torturas contra los agredidos. Todo ello nos obliga a retomar la esencia de una palabra, no de su escritura. ¿Contratistas o mercenarios? La respuesta nos pertenece sólo a quienes sufrimos sus efectos.
Leyla Carrillo Ramírez. Centro de Estudios Europeos
La Habana, 23 de abril de 2010
Notas:
1 DIAGONAL, LUCHAS MARCO. “Los nuevos mercenarios made in Spain”. En: www.rebelion.org.
2 7mo período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, Ginebra. A/HRC/7/7 add , 5 de marzo de 2008.
3 Todos con paraísos fiscales, favorecidos mediante la exención de impuestos derivados de los Acuerdos Schengen.
4 BENETT JODY RAY. “Dinero escondido, operaciones encubiertas”. International Relations and Security Netwerk (ISN). http://www.isn.ethz.ch/sn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail.
5 Ghurkas: minoría nepalesa.
6 SMITH, JACQUI. Declaraciones de la Ministra del Interior, 21 de mayo de 2010. http://www.guardian.co.uk
7 OCDE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
8 AFP, París, 11 de febrero de 2010
9 LICHFIELD, JOHN “Sarko creará una escuela para espías”. The Independent, Londres. 12 de enero de 2010. http://www.pagina12.com.ar/diario/el mundo
10 ALLARD, JEAN GUY ALLARD y GOLINGER, EVA. “LA AGRESION PERMANENTE”. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información. Caracas, oct 2009.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario