lunes, 1 de marzo de 2010

Comentario de Cuarenta hadices -LVII


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Décimo hadíz - y IV
Sobre la condena de las esperanzas ilimitadas

1- Las esperanzas ilimitadas provocan el olvido de la otra vida.

Sabe que la primera morada de las moradas propias de la condición humana es la morada de la vigilia vigilante (yaqdá), tal y como han mencionado los maestros de la gente de la senda espiritual (sulúk) al hablar de las moradas de los viajeros espirituales (sálekín). Estas moradas, según ha dicho el gran maestro Sheyj Shah Abadí, son diez. Nosotros no poseemos aun una posición que nos permita hablar de ellas, pero aquello que aquí es necesario mencionar es esto:

Segunda estación:
Mientras la persona no sea consciente de que es un viajero que tiene ante sí una jornada de la que no puede escapar y una meta a la que debe dirigirse inevitablemente, no podrá mostrar la determinación necesaria para alcanza su objetivo. Cada uno de estos asuntos necesita de una explicación y aclaración demasiado larga para que podamos ocuparnos de ello ahora.
Debe saberse que uno de los grandes impedimentos para esta vigilia vigilante y este mantenerse despierto, y que provoca el olvido de la meta y el olvido de la necesidad del viaje y que mata la voluntad y la determinación de la persona, es la creencia de que siempre hay tiempo para prepararlo y que si hoy no se pone en movimiento para alcanzar la meta, mañana podrá hacerlo; que si este mes no lo inicia, podrá iniciarlo el mes que viene. Tal estado de esperanza y de suposición de que su vida será eterna, hacen que la persona se despreocupe de su meta, que es la otra vida, y le inhibe la necesidad de emprender el viaje en esa dirección y la necesidad de aferrarse al Amigo y caminar la senda. Se olvida totalmente de la otra vida y de la meta.
No permita Dios que la persona se vea frente a un largo, lejano y peligroso viaje y disponga de poco tiempo para preparar las numerosas provisiones que le serían tan necesarias y no disponga de nada y que con todas estas cosas se olvide del objetivo fundamental que es alcanzar esa meta.
Es evidente que de producirse ese olvido, no pensará en preparar las provisiones necesarias para el viaje y cuando llegue el momento de partir, el pobre estará inevitablemente perdido, caerá y sucumbirá en mitad del camino sin haber podido llegar a ningún lugar.

2- Las provisiones para la larga jornada

Por tanto ¡Oh querido! Sabe que tienes por delante un viaje inevitable lleno de peligros y que las provisiones necesarias para el camino son el conocimiento y las buenas acciones. No sabemos cuánto tiempo nos falta para el viaje, es posible que dispongamos de poco tiempo y que perdamos la oportunidad. No sabemos cuando sonará la señal que nos indica que debemos partir. Toda esa esperanza que tú y yo tenemos en que nos quede mucho tiempo, son el resultado del egocentrismo y de la mayor de las trampas del maldito Satanás, y de tal manera nos impiden prestar atención a la otra vida que no pensamos en hacer nada en ese sentido. Y si nos encontramos con los peligros del viaje y los impedimentos para ponernos en movimiento, y no nos volvemos arrepentidos hacia Dios para que nos ayude a superarlos ni nos procuramos las provisiones necesarias para el viaje, la campana de salida sonará inesperadamente y nos pillará sin estar preparados y aprovisionados para él. No dispondremos de buenas acciones ni del conocimiento útil, y los medios de subsistencia en el otro mundo giran sobre esas dos ruedas, de las cuales no nos hemos aprovisionado previamente.
Si hemos realizado alguna obra no habrá sido pura y desinteresada. Estará contaminada de mil defectos que la harán inaceptable y si hemos adquirido algún conocimiento, será un conocimiento que no da frutos ni resultados y que, o bien en si mismo no sirve para nada o bien representa un gran obstáculo en el camino hacia la otra vida. Si esas acciones y conocimientos nuestros fuesen útiles, deberían haber provocado en nosotros, que hemos pasado años y años ocupados en ellos, un efecto evidente y haber producido cambios evidentes en nuestro comportamiento y moral ¿Qué ha sucedido que nuestros conocimientos y acciones de cuarenta o cincuenta años han causado el efecto contrario en nuestros corazones y los ha convertido en una piedra más dura que el granito? ¿Qué es lo que hemos obtenido de la oración, que es el viaje celestial del creyente? ¿Dónde ha ido ese temor de Dios que el conocimiento torna necesario? Si, Dios no lo quiera, nos llega la orden de partir en el estado en que nos encontramos, habremos de soportar enormes y abundantes dificultades que no habrán de tener fin.

Por tanto, el olvido de la otra vida, es una de las cosas que el gran amigo de Dios, Emir al-Muminín, la paz sea con él, tiene razón en temer para nosotros. Eso y lo que es la causa directa de eso, que son las grandes esperanzas en una larga vida.
Y ¿Qué calamidades no habrá de soportar y que desgracias no habrá de sufrir la persona que, no debiendo tener ni un instante de descanso y teniendo que ocuparse en cada estado de preparar sus provisiones, sin sentarse ni un minuto a descansar, se olvida del otro mundo y se queda dormido y no comprende que tal mundo también existe y que tiene ese viaje por delante?
Sería bueno que pensásemos por un instante en el estado de Emir al-Muminín y del Mensajero de Dios, las bendiciones de Dios sean con él y con su familia, que son los seres más nobles de la creación y a los que Dios ha librado de cometer cualquier clase de error, olvido o rebeldía, para que podamos entender en que posición nos encontramos y ellos en que posición se encuentran. El conocimiento que ellos poseían de la importancia de ese viaje y sus peligros les impedía tomarse un momento de respiro, mientras que nuestra ignorancia nos hace olvidarnos de todo ello.
El Sello de los Profetas se sometía a tal disciplina y dedicaba tantas horas a rezar, manteniéndose en pie ante su Señor, que sus nobles pies se le hinchaban y Dios tuvo que enviarle el noble versículo que dice:
Ta ha. No hicimos descender el Corán sobre ti para crearte molestias.
Y otro tanto le sucedía a Emir al-Muminín, la paz sea con él, cuyos estados espirituales, la intensidad de su adoración y su temor de Dios Altísimo, son bien conocidos.
Por tanto, sabe que el viaje está lleno de peligros y que ese olvido y descuido que nosotros padecemos y esas esperanzas ilimitadas son consecuencias de las trampas del ego y de Satanás.
Así pues, despierta del sueño y presta atención y vigilancia. Sabe que eres un viajero y que tienes una meta. Tu meta es la otra vida y que, quieras o no quieras, serás llevado de este mundo. Si estás preparado para partir y has hecho provisión de aquello que vas a necesitar en ese viaje, no caerás agotado en mitad de él ni te extraviarás, ni habrás de sufrir en él. De lo contrario te encaminas hacia una desgracia que no irá seguida de felicidad, una humillación que no dará paso al honor, una pobreza tras la cual no viene riqueza, un castigo que no da un respiro, un fuego que no se apaga, una presión que no cesa, una pena y una tristeza que no dan paso a alegría alguna y un arrepentimiento y un remordimiento que no tienen fin.
¡Oh querido! Observa lo que nuestro maestro Emir Al-Muminín ruega a Dios en su conversación íntima con Él (munayát), conocida como Du’a Kumail:
Tú conoces mi debilidad ante la más pequeña adversidad de este mundo y sus sufrimientos y ante las calamidades que padecen quienes viven en él, a pesar de que son adversidades y sufrimientos que duran poco, que pronto desaparecen, que no se alargan demasiado.
¿Cómo podré entonces soportar las adversidades del otro mundo y la severidad de sus padecimientos? Una adversidad que dura eternamente, una morada permanente en la que sus gentes no recibirán ningún alivio, ya que no están allí sino por haber provocado Tu disgusto, Tu venganza y Tu cólera, que son tan grandes que los cielos y la Tierra no pueden soportarlas.
¿Qué clase de castigo será ese que los cielos y la Tierra no tienen capacidad de soportar y que ha sido preparado para ti?
¿Cómo es posible que, a pesar de ello, no te mantengas vigilante y que cada día te tornes más olvidadizo, distraído y adormilado?
¡Oh alma distraída! ¡Despierta y prepárate para el viaje a la otra vida!
¡La llamada que os convoca para el viaje ha sonado!
Los ayudantes del Santo Israíl están activos y te dirigen en cada instante hacia la otra vida y tú todavía sigues descuidado e ignorante.
¡Oh Dios! En verdad te pido que me libres de la morada de la ilusión y me ayudes a regresar a la morada de la felicidad y que me ayudes a prepararme para la muerte antes de que ésta llegue.

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