sábado, 20 de febrero de 2010
Alemania intenta ilegalizar a los neonazis
18/02/2010 | Cameron Abadi | GlobalPost
El Gobierno de Baviera pedirá la ilegalización del Partido Nacional Demócrata, de extrema derecha, a la Corte Suprema del país. A pesar de un gran apoyo popular y de los grandes partidos políticos del país, es poco probable que la iniciativa prospere. El partido de ultraderecha calcula muy bien sus movimientos para que no se le pueda acusar de anticonstitucional y se aprovecha del derecho a la libertad de expresión.
(Berlín, Alemania). El Gobierno de Baviera ha señalado que muy pronto solicitará al Tribunal Supremo alemán que prohíba el Partido Nacional Democrático (NPD) por minar los principios constitucionales. El NPD es el mayor partido de extrema derecha del país. Una gran parte de la ciudadanía aprueba la idea, que ha logrado el apoyo de los dos principales partidos políticos del país.
Sin embargo, es también una aventura que la élite política reconoce que tiene escasas posibilidades de éxito. “Existe una pequeñísima oportunidad de que los tribunales la acepten”, afirma Wolfgang Hoffmann-Riem, ex ministro del Tribunal Constitucional alemán.
No es la primera vez que el Gobierno alemán se posiciona frente a los crímenes del pasado. De hecho, la historia de Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial está repleta de medidas discutibles sobre el legado del nazismo: desde la decisión de Konrad Adenauer en los años 50 de evitar una limpieza rigurosa (de elementos nazis) en su Gobierno, hasta las campañas de una facción del Ejército Rojo en los años 70 para purgar los pecados de la era nazi a través del terrorismo y el asesinato en la entonces Alemania occidental.
La Alemania contemporánea ha actuado básicamente de buena fe para entender y buscar un acomodo ad hoc a su pasado nazi, reconociendo el daño del Tercer Reich y protegiendo a la vez las libertades fundamentales de una democracia liberal. Los símbolos de la era nazi, como la cruz gamada o el saludo de “Heil Hitler”, son ilegales en Alemania. Los grupos de extrema derecha, no obstante, también han tenido derecho a realizar manifestaciones para expresar sus ideas. La negación del Holocausto está castigada con pena de cárcel, pero se toleran los partidos neo-nazis siempre y cuando no manifiesten vínculos explícitos con el régimen de Hitler.
A veces, las normas pueden parecen contradictorias, pero están ahí para mantener un delicado equilibrio que desea reconocer tanto los trágicos orígenes como las décadas de éxito de un Estado alemán, moderno y democrático. Sin embargo, cuando se trata del NPD, muchos alemanes estiman que el Gobierno debería redefinir los límites entre la libertad de expresión y la deferencia histórica. De hecho, los llamamientos para actuar contra el NPD se han hecho más evidentes en los últimos años, una situación que coincide con el creciente éxito electoral del partido, en particular en la antigua Alemania Oriental. El NPD ha logrado escaños en varios parlamentos regionales, ya que ha obtenido más del 5 por ciento en las elecciones (regionales). Esto también le ha otorgado el derecho a recibir financiación del Estado para sus campañas.
Charlotte Knoblauch, directora del Consejo Central de Judíos de Alemania, apoya la nueva campaña para prohibir el partido e insiste en que es inaceptable que la agrupación reciba dinero de los contribuyentes para difundir “propaganda racista”. No obstante, por muy receptivos que se muestren los jueces a estas solicitudes, no pueden hacer nada a menos que el Estado alemán demuestre de manera concluyente que se está subvirtiendo explícitamente la Constitución.
Y no es nada fácil: habría que investigar y documentar que los líderes del NPD pretenden instaurar una dictadura o denigran a las víctimas del totalitarismo. Recopilar tales pruebas en la esfera pública es un proceso exasperante, ya que los abogados del NPD revisan cuidadosamente las declaraciones del partido para evitar que éstas traspasen los límites legales. En el pasado, el Gobierno federal alemán ha intentado otros mecanismos para recopilar pruebas condenatorias contra el NPD, pero sólo han provocado más dificultades. El Gobierno intentó en 2003 prohibir el partido utilizando pruebas recopiladas por sus propios espías dentro del NPD, pero el Tribunal Constitucional declaró que no era posible distinguir entre las observaciones de los espías (sobre las acciones del NPD) y su propia participación y posible instigación en esas actividades.
Los expertos legales, entre ellos Hoffmann-Riem, han indicado que el hecho de que agentes del Gobierno aún estén encubiertos en el NPD significa que cualquier juicio contra el partido nace debilitado. Resulta interesante que sean principalmente políticos de la ex Alemania Oriental, donde el NPD es más fuerte, los que más se han opuesto a los llamamientos para prohibir el partido. Argumentan que la única vía sostenible para combatir el radicalismo neo-nazi es a través de los canales normales de un estado liberal, es decir, un debate abierto y argumentos. “Aunque se prohibiera el NPD, le cambiarían el nombre y volverían a aparecer a la semana siguiente”, afirma Andreas Adammer, residente de Postdam, en el estado de Brandenburgo, donde el NPD obtuvo un éxito importante en las últimas elecciones.
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