sábado, 2 de enero de 2010

Es más fácil ser violada en Irak por un compañero que morir por un disparo»


Consejos de guerra para las soldados embarazadas en Irak

ANNA GRAU
29-12-09

“Una mujer soldado en Irak tiene más posibilidades de ser violada por un compañero de armas que de morir bajo el fuego enemigo”. Esta tremenda frase, pronunciada por la congresista demócrata por California Jane Harman en una sesión del Congreso de este año, podría complementarse con otra información no menos terrible: es más fácil que una mujer soldado se vea ante un consejo de guerra si se queda embarazada en Irak –así lo ha propuesto el general al mando- que ver ante un consejo de guerra al hombre que la ha violado.

De los 2.171 sospechosos de violación que fueron investigados durante el año fiscal que acabó en septiembre de 2008 –esos son los datos disponibles más recientes-, sólo 317 llegaron a comparecer ante una corte marcial. Otros 515 se escaparon con castigos administrativos y con la expulsión del ejército. Cerca de la mitad de las investigaciones concluyen que no hay bastantes pruebas para condenar.
Casi 3.000 denuncias por violación en un año
Y sin embargo las denuncias no paran de crecer. Según cifras recogidas por "The New York Times". Las denuncias totales que se presentaron en el último año del que se tienen datos fueron 2.908, un 8 por ciento más que el año anterior, cuando se presentaron 2.688. Los incrementos más fuertes se registran en las zonas de combate más caliente. En Afganistán fue del 44 por ciento. En Irak no llegó a tanto pero se pasó de 112 a 143 denuncias. Teniendo siempre en cuenta que esa es sólo una fracción del total, ya que muchas de las agredidas optan por callar.
¿Por qué? Si a veces en el mundo civil las víctimas de violación o de cualquier otro grado de acoso o asalto sexual ya encuentran difícil hacer explícita su situación, en el mundo militar deviene mucho más complicado. Los soldados viven en una sofocante falta de intimidad. No hay a dónde ir. Hay mujeres que han dejado de beber agua a partir de las siete de la tarde para no tener que ir al baño durante la noche, atravesando en soledad el campamento hasta las letrinas. A una su agresor la estuvo esperando a la puerta durante tres horas.
Un infierno donde la violada conoce a su violador
Hablamos de un infierno kafkiano donde la violada conoce a su violador, con el que a veces puede haber tenido incluso una relación sentimental en el pasado. Costó pero el ejército ya matiza que eso no equivale a un consentimiento para relaciones sexuales de futuro. Muchas veces el asalto proviene de un ex novio despechado que no acepta la ruptura.
Alguna se ha encontrado con que al denunciar el ataque de que había sido objeto se encontraba ella y no el agresor bajo el foco de la culpa: por ejemplo, podía ser acusada de adulterio, que para los militares es delito. O de haber desatendido su arma y su puesto si por ejemplo la violación se produjo cuando la soldado se había escapado sola a fumar un cigarrillo.
Las denunciantes se quejan de que los mandos a veces prefieren mirar para otro lado, más cuando está en juego la moral de la unidad en plena guerra o su propio prestigio. Con lo cual el problema, lejos de solucionarse, sigue creciendo. Y aunque es un problema que afecta sobre todo a las mujeres, no es sólo a ellas. Un 10 por ciento de los atacados son hombres. En general, por otros hombres.
Éstos pueden llegar a tenerlo peor que las mujeres para soportar los daños colaterales de las denuncias: si a ellas las acusan de “golfas”, a ellos se les cuestiona la orientación sexual. Hay que tener en cuenta que todavía hay quien cuestiona el papel de las mujeres en las fuerzas armadas y que cuesta aceptar el de los homosexuales.
Cabe recordar que el presidente Barack Obama prometió (durante la campaña electoral) apoyar a los militares homosexuales y revertir la ley promulgada durante el gobierno de Clinton, que establece que los homosexuales pueden servir en las Fuerzas Armadas mientras no lo muestren (la famosa "no preguntes, no lo digas", por la que el Ejército no pregunta sobre la orientación sexual de su personal y los militares tampoco lo confiesan).

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