sábado, 12 de diciembre de 2009

AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS, AUTOR DE LIBROS CRÍTICOS CON EL REY JUAN CARLOS


“Cuando coronen al príncipe volveré a salir a la calle, pero con el uniforme de campaña”

Coronel en la reserva, apartado del ejército por decir que esta institución “no servía para nada” y acicate de la figura del rey Juan Carlos, Amadeo Martínez Inglés lleva más de 20 años cuestionando los mitos de La transición.

Rebeca Quintáns
10 de diciembre de 2009.

AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS. El coronel en la reserva firma uno de sus libros en su casa de Alcalá de Henares (Madrid).
DIAGONAL.: Para los que todavía no le conozcan, el coronel Amadeo Martínez Inglés empieza a ser un militar ‘peculiar’ cuando fue detenido por apoyar el movimiento por la insumisión.
AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS: Yo estaba a favor de hacer un ejército profesional, pero aquello me costó la carrera. De un plumazo me pasaron a la reserva. A finales de los ‘80 la mili no servía para nada, y además morían todos los años más de cien jóvenes suicidados. A mí se me ocurrió contestar a un periodista que me llamó y me pilló con ganas… Y largué. Me sacaron en titulares: “El ejército español no sirve para nada”. Inmediatamente fui arrestado, pero la bola de nieve siguió creciendo, porque los periodistas se volcaron y yo seguí hablando y enviando artículos a la prensa. Me pasé cinco meses en la prisión militar de Alcalá, rodeado de insumisos… Y allí también, conocí al general Milans del Bosch, que estaba por lo del 23-F.
D.: Otra de sus salidas del tono habitual castrense fue su participación en una multitudinaria manifestación contra la guerra de Iraq: se plantó en la Castellana con el uniforme de coronel para unirse al millón de personas que se habían concentrado allí, ¿cómo fue aquello?
A.M.I.: Tuve un montón de aplausos. Fue más que nada por incordiar un poco... y porque estaba contra la guerra, claro. Pero, otra vez, acabó la cosa en los tribunales, para ver si yo tenía o no derecho a ponerme el uniforme. El juez me dio la razón, que conste: sigo siendo militar y coronel.
D.: Ha asumido un poco el papel de provocador…
A.M.I.: Es que ahora ya no siento ataduras de ninguna clase, y escribo lo que quiero. Hombre, y si puedo, doy caña. Pero a los de arriba, a las altas instancias.
D.: No sólo escribiendo, porque si hay ocasión, sale a la calle... ¿Qué intentaba realmente hacer cuando se coló en la boda del príncipe, otra de sus aventuras más sonadas?
A.M.I.: Yo dije que quería probar la seguridad, pero en el fondo yo lo que iba era a cargarme la boda. Lo planifiqué todo muy bien, me conocía la catedral por dentro mejor que Rouco. Pero me detectaron ya dentro, porque llevaba el uniforme de gala (que es caqui), no el de etiqueta (que es azul). Daba la nota allí en medio. Pero la idea era que cuando Rouco empezara a hablar de los anillitos y esas cosas, acercarme como fuera al micrófono –al lado del rey, al lado del altar, con las cámaras allí–, y soltar un speech republicano de 20 segundos que tenía preparado. Sabía que no me iban a dar tiempo a más: ¡Abajo la monarquía! ¡Viva la república! ¡El pueblo tiene derecho a elegir a los representantes del Estado!… Ese tipo de cosas.
D.: Pues hubiera estado muy bien… Pero ¿no se cansa de seguir intentando segar la hierba bajo los pies de la monarquía? En abril de 2008 hizo llegar un escrito al Congreso de los Diputados en el que pedía que se investigase al rey. Entre otras lindezas, usted, y cito textualmente, le acusa de “golpista”, “pagador de chantajes sexuales”, “terrorista de Estado”, “corrupto”, “presunto asesino”… ¿De dónde le viene este espíritu republicano? ¿Cuándo empieza esta inquina contra Juan Carlos?
A.M.I.: Cuando conocí a Milans del Bosch en la cárcel, y me di cuenta, con lo que me contó, de la clase de persona que era el rey. Milans me hizo revelaciones sobre el 23-F que me llevaron a la conclusión de que Juan Carlos no salvó nada aquel día… más que su propio puesto en la Zarzuela. Y después, dejó a los suyos tirados.
D.: ¿Qué va a aportar de nuevo La conjura de mayo sobre la participación del rey en el 23-F?
A.M.I.: Que, en 1981, el rey organizó un golpe para parar otro golpe. Algo que no es admisible en ningún país. El rey era jefe supremo de las Fuerzas Armadas y, al enterarse del golpe de Estado que estaban preparando los militares ultraderechistas del colectivo Almendros, tendría que haberlos llamado a capítulo, ponerse el uniforme militar y decir: “¡Usted y usted, ¡a la cárcel militar! ¡Que los procesen por golpistas!”. Y poner otros. Pero no lo hizo. En lugar de eso, montó la tristemente famosa “solución Armada” y, cuando fracasó, por chapuceros, se desentendió del asunto.
D.: ¿Cuáles cree, por los testimonios que tiene, que pueden haber sido sus motivaciones para actuar de esa manera?
A.M.I.: Juan Carlos le tiene mucho miedo al ejército. En aquella ocasión, como en otras, tendría que haber tenido mano dura. Pero no se atrevió: pensó que si los arrestaba tendría los tanques en la Zarzuela al día siguiente. Y sus únicos principios está claro que son mantenerse en la corona, poner a su hijo en el trono tras él, aumentar su fortuna… y sus juergas.
D.: Pero ¿se considera usted republicano, o sólo anti-juancarlista?
A.M.I.: Republicano, sin ninguna duda. Pero estamos en una monarquía porque este hombre se aprovechó de la situación en La transición. Dijo: “Si me admitís a mí –la banderita, la coronita, los alabarderos, el tachíntachán…–, os doy unas libertades. ¡Ojo! las que yo quiera, ¿eh?”. Y montaron este tinglado. Pero lo peor es que ahora resulta muy difícil cambiar las cosas. El pueblo votó la Constitución porque les dijeron que era o esto o el golpe militar. Votó con miedo. Pero nadie les dijo: ¡Ojo!, ¡que viene el tontorrón éste con una corona…! ¡Y viene blindado! Porque la Constitución lo ha divinizado: es irresponsable, nadie puede hablar de él, él puede robar, matar a la mujer, a los hijos… ¡Hemos puesto un dios!
D.: ¿Estamos entonces condenados a soportar la monarquía?
A.M.I.: Es que ya no se le puede echar. Hace falta mayoría absoluta en las Cortes, disolverlas, nueva mayoría absoluta… Está blindado. Pero nos quedan oportunidades históricas. Yo, el día que quieran coronar al príncipe, volveré a salir a la calle con el uniforme de coronel… ¡pero con el de campaña!
D.: Corre el rumor de que también es usted el autor de Un rey golpe a golpe, firmado con el pseudónimo de Patricia Sverlo.
A.M.I.: No, no es verdad. Patricia Sverlo no soy yo. Ese libro lo hizo la editorial vasca de Pepe Rei. Con el propio Pepe Rei hablé varias veces, y si me pedían alguna colaboración lo hacía con mucho gusto. Pero mi línea no tiene nada que ver con la de ellos. Nos llevábamos muy bien, y todos estábamos en contra de la mili, pero desde puntos de vista muy distintos: yo quería un ejército profesional eficaz; ellos no querían ningún ejército.
“Espasa Calpe me la ha jugado” D.: ¿Qué está pasando con su último libro, La Conjura de mayo? A. M. I.: Pues que Espasa Calpe me la ha jugado. A través de mi agente negociamos la publicación hace unos meses. Estaban muy interesados e insistieron en tener el original en exclusiva. Decían que iba a ser “una bomba”. Pero hace unas semanas anularon el compromiso, con la excusa del supuesto informe de un historiador que no se sabe quién es. En fin, era de esperar: Espasa Calpe es del grupo Planeta, de José Manuel Lara, con título nobiliario de Marqués de Pedrosa Lara concedido por el rey en 1993, así que se deberán favores mutuos. Pero el libro acabará saliendo. Hay otras editoriales.

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