sábado, 17 de octubre de 2009

Preguntad a Awal Khan por el premio de Obama


La casa equivocada

17-10-2009
Brendan Cooney
Counterpunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Dar a Obama el Premio Nobel de la Paz es como darle a alguien el premio de literatura a la espera de que escriba algunos libros buenos.
Ni siquiera tiene que aspirar a ser escritor. Decir que Obama aspira a la paz es ignorar la escalada de la ocupación de Afganistán.

Podrá ser un chiste, pero los noruegos han contado otros más morbosos: Roosevelt en 1906 y Kissinger en 1973 tenían ambos historiales mucho más sanguinolentos que cualquier cosa para la cual le haya alcanzado el tiempo a Obama.
Pero ha tenido tiempo para hacer impacto en gente como Awal Khan, quien podría opinar sobre el premio de Obama.
Khan estaba sirviendo como comandante de artillería en el Ejército Nacional Afgano lejos de su casa en la provincia oriental de Khost el 8 de abril, cuando fuerzas estadounidenses golpearon a su puerta. En un caso de “casa equivocada,” mataron a su hija de 17 años, Nadia, y a su hijo de 15, Aimal. También mataron a su mujer, una maestra de escuela que daba clases gratuitas a los aldeanos. Mataron a su hermano e hirieron a otra hija.
Después de que pensó que la situación se había despejado, la mujer del primo de Khan salió de la casa. Estaba embarazada de nueve meses. Recibió cinco tiros en el estómago. Su feto murió, pero ella sobrevivió. Tal vez tiene sus propias ideas sobre Obama como hombre que “creó un nuevo clima,” como afirmó el comité del Nobel.
El portavoz militar de EE.UU., coronel Greg Julian dijo que la familia masacrada no tenía conexión con enemigos de EE.UU. “Fue un desafortunado conjunto de circunstancias,” dijo.
Khan, acongojado, dijo a Agence France-Presse: “La coalición (internacional) tiene que detener esta crueldad y su acción brutal.”
No es probable que Obama satisfaga el deseo de Khan. Incluso en su anuncio de que aceptaría el premio, Obama recurrió a palabras belicistas: “Soy el comandante en jefe de un país que… trabaja… para enfrentar a un adversario implacable que amenaza directamente al pueblo estadounidense y a sus aliados.”
Eso es una osadía. En el peor de los casos, la amenaza al pueblo estadounidense de los talibanes es indirecta. Y sea cual sea el riesgo de retirarse, es algo con lo que tenemos que vivir. Decir que la posible reducción de un riesgo indirecto para los estadounidenses vale miles de civiles muertos tiene sentido sólo en el deforme cálculo nacionalista en el cual una vida estadounidense vale muchas vidas extranjeras. Un premio de la paz debería ir a alguien que crea en la cuenta: 1 vida humana = 1 vida humana.
Tal vez el único motivo por el cual conocemos el nombre de Awal Khan sea que es coronel del ejército. El Consejo Provincial de Khost cerró sus oficinas durante un mes en señal de protesta. Los consejos provinciales de Laghman, Logar y Zabol han cerrado sus oficinas para protestar por otras muertes de civiles. Y Obama sigue escuchando a asesores militares que hablan de cómo el secreto de la contrainsurgencia es conquistar corazones y mentes.
Podríamos entrevistar a miles de personas menos “importantes” que Khan. Podríamos hablar con las familias de 95 niños muertos en un ataque de EE.UU. el 4 y el 5 de mayo en la provincia occidental Farah. Una lista de los muertos, con nombres y edades, fue compilada por una comisión del gobierno afgano sobre la base del testimonio de aldeanos, dijo Obaidullah Helali, legislador de Farah y miembro del equipo de investigación gubernamental.
Para ver cómo se ven las cosas desde una perspectiva afgana, ¿por qué no leer el periódico independiente Cheragh? Tal vez Obama devolvería su medalla si leyera el editorial del 7 de mayo sobre “el asesinato de tantos seres humanos, cuerpos despedazados sin ataúdes, y los niños huérfanos y las viudas. En realidad, las voces y los murmullos están ahogados por el dolor, y las plumas no pueden escribir al respecto.”
Compárense esas palabras con la voz de Obama sobre el tema. ¿Tiene algo que ver una persona que califica la ocupación de Afganistán de “guerra de necesidad” y que envía decenas de miles de soldados más con “la abolición o reducción de los ejércitos permanentes,” que estipuló Alfred Nobel en su testamento?
En un sondeo de Pew Global Attitudes en junio de 2009, una mayoría relativa o absoluta en cada uno de los 25 países encuestados se opuso al aumento de las tropas en Afganistán. Una abrumadora mayoría de los paquistaníes se opone a los ataques con drones lanzados por Obama. Con la mayoría de los estadounidenses opuestos a la guerra, uno se pregunta por qué Obama no escucha a nadie que argumenta lo que parece ser obvio: que EE.UU. no tiene ningún derecho a estar en Afganistán.
En lugar de escuchar a la izquierda, que en su mayoría sigue pasmada por su etnicidad, Obama quiere aplacar a la derecha. Como una larga fila de liberales antes de él, le preocupa que pueda parecer débil. Ha dudado respecto a Honduras, chachareado sobre Guantánamo y exacerbado Afganistán. Son malas noticias para los que buscan la paz. Como dijera Lou Brock: “Muéstrame a un sujeto que teme verse mal, y te mostraré un sujeto al que puedes derrotar en todo momento.”
Hasta al títere estadounidense Hamid Karzai le bastan los muertos civiles. En 2005 dijo: “No pienso que haya todavía una gran necesidad de actividad militar en Afganistán”. En 2007: “El pueblo afgano comprende que se cometan errores. Pero después de cinco años, de seis años, definitivamente, de modo muy claro, no puede comprender por qué se sige necesitando potencial aéreo.” El 5 de noviembre de 2008, después deque aviones de guerra estadounidenses mataran a 23 mujeres y 10 niños en una boda, dijo: “Esta es mi primera demanda al nuevo presidente de EE.UU.: que se ponga fin a las víctimas civiles.”
Karzai sabe que no es posible. Obama ha sacado la retirada de la mesa, y mientras haya ocupación, matarán civiles. Es probable que Obama sea responsable de las muertes de miles de personas antes de que abandone su puesto.
“Washington sigue bombardeando áreas residenciales en el país sin prestar ninguna atención a las objeciones”, dijo el editorial del 7 de mayo de Cheragh después de la matanza en Farah. Karzai está “sacrificando a la gente a los señores de la Casa Blanca… ¿Puede EE.UU. separar a la gente de los talibanes y de al Qaeda, con la consigna de que ellos son sus asesinos y nosotros sus salvadores? Qué fútil fantasía y ambiciones irrealizables.”
En lugar de perseguir halcones a ciegas, Obama debe escuchar al parlamentario afgano
Shukria Barakzai, quien dijo al Christian Science Monitor que en lugar de enviar 30.000 soldados más, Obama debería “enviarnos 30.000 expertos… o 30.000 ingenieros. Pero no nos envíen más soldados , sólo producirá más violencia.”
Los comités originales del Nobel de los primeros cinco años tuvieron razón. Dieron premios de la paz a gente de la que nunca habíamos oído, pero gente que luchaba por la paz. Noruega era entonces parte de Suecia. Se piensa que Nobel, traficante de armas e inventor de la dinamita, encargó a Noruega que otorgara el premio de la paz porque carecía de aparato de relaciones exteriores, para que su comité pudiera ser neutral. Parecía un reconocimiento implícito de que la nación-Estado y la paz son como un tiburón y una pierna, y que los estadistas no cumplían los requisitos para el premio. Pero luego Noruega logró la independencia y al año siguiente trató de comprar un gran amigo al otorgar el premio a Teddy Roosevelt, abriendo así la puerta al juego político con el premio.
Obama ha dicho que donará los 1,4 millones de dólares a obras benéficas. Como EE.UU. da un pago de condolencia de 2.000 dólares a la familia de cada civil que mata en Afganistán, eso alcanzaría para 700 vidas.
O podría dárselos a la doctora Sima Samar, por nombrar a una de miles de personas más merecedoras. Después de graduarse de la escuela de medicina en Kabul en 1982, ha dedicado su vida a suministrar atención sanitaria a mujeres en Afganistán y, forzada al exilio, en Pakistán. Ha ganado una serie de premios durante los últimos 15 años por su valentía y trabajo, pero no el Nobel. Ha llevado la paz a mucha gente. Y es poco probable que vaya a ocupar algún país.
Brendan Cooney es antropólogo y vive en la Ciudad de Nueva York. Para contactos escriba a: bcooney50@gmail.com
Fuente: http://www.counterpunch.org/cooney10132009.html

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