Publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL,
26 de abril de 2010
Este artículo señala la falta de cambios en la judicatura española, y muy en especial en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo (así como en el Tribunal Constitucional) resultado del enrome dominio que las fuerzas conservadoras tuvieron en el proceso de transición de la dictadura a la democracia y el gran poder que tales fuerzas continúan teniendo en el aparato del Estado Español.Escribe tu resumen aquí.
Uno de los pilares del régimen dictatorial fue la judicatura que aplicaba las leyes de aquel régimen, uno de los sistemas más represores que han existido en la Europa occidental durante el siglo XX. Tal como constaba en el mandato establecido en la Escuela Judicial (donde se formaban los jueces), el cuerpo judicial debía ser “una milicia del Derecho, siempre dispuesta e identificada con las firmes ideas del Estado Nacional, que el Caudillo está construyendo” (citado en el excelente libro El TOP. La represión de la libertad 1963-1977, escrito por Juan José del Águila). Sus prácticas judiciales mostraron su clara militancia durante aquella dictadura.
Los tribunales especiales y consejos de guerra tuvieron especial responsabilidad en la dimensión represora durante la dictadura, así como también los Tribunales de Responsabilidades Políticas de la Masonería y Comunismo, todos ellos muy activos durante el periodo 1936-1963, siendo en 1963 cuando se creó el Tribunal de Orden Público o TOP, que dirigió la represión judicial en contra de los adversarios al régimen. La rama del estado que hacía la labor sucia (incluyendo torturas) era la Policía Política, la Gestapo española, llamada la Brigada Político Social, cuyos miembros nunca fueron sancionados o apartados del cuerpo cuando la democracia se estableció en España. En realidad, una de las dimensiones poco conocidas del pacto de silencio entre la nomenclatura del Estado dictatorial, liderada por el Rey, y la oposición democrática, era que, además del silencio sobre el pasado, se permitiera la continuidad en sus puestos de los personajes que habían protagonizado la represión política, manteniéndolos en los cuerpos y niveles de autoridad. Los hermanos Creix, jefes de la odiada Brigada Política Social en Barcelona, continuaron en sus puestos, aún cuando fueron desplazados al País Vasco.
La lealtad al régimen que éste exigía a los jueces, explica que la gran mayoría de jueces, fueran miembros del bando vencedor del conflicto civil (o hijos del bando vencedor) y, por lo tanto, profundamente conservadores. De ahí que la judicatura, en general, fuera profundamente conservadora y muy próxima, cuando la democracia se estableció, al Partido Popular. La transición, mal llamada modélica, no significó la transformación de la judicatura, con cambios de personal, sino la posibilidad de abrir el sistema judicial a jueces nuevos, algunos con vocación democrática, que para poder avanzar su carrera necesitaron el apoyo de jueces profundamente conservadores. Un ejemplo de ello es el juez instructor del caso Garzón, el juez Varela, que ascendió en la carrera judicial con el beneplácito y soporte de algunos de los miembros del Tribunal Supremo más conservadores (término excesivamente generoso para definir a jueces ultraderechistas, simpatizantes del golpe militar de 1936) que dieron su beneplácito y apoyo al nuevo juez Varela.
La mayoría de la judicatura y magistratura –sucesores de los vencedores de la Guerra Civil- permaneció callada frente a las enormes violaciones de los derechos humanos, acaecidos durante aquel régimen. Nunca denunciaron al TOP y nunca ayudaron o han ayudado a las víctimas del fascismo. Es ofensivo e insultante para las víctimas de aquella represión que el juez Varela se refiriera a la labor de los jueces en apoyo a las víctimas de la represión dictatorial como encomiable. Es difícil alcanzar niveles tan altos de falsedad, pues además de no haber ninguna evidencia de tal apoyo, la decisión de enjuiciar al juez Garzón ha tenido como efecto la interrupción de todos los procesos de ayuda a los familiares de los desaparecidos, que el juez Garzón había iniciado, cuando éste delegó en otros jueces para que ayudaran a las familias a encontrar los cuerpos de sus familiares, y que se ha paralizado como consecuencia del temor que se ha creado por continuar este proceso.
A diferencia de otros países en los que el nazismo y el fascismo se derrotaron, en nuestro país el fascismo no fue derrotado. Y el caso Garzón es un ejemplo de ello. Lo que estamos viendo ahora es como las derechas están utilizando el fascismo para hacer el juego sucio (como ocurrió durante la dictadura), eliminando a Garzón y prohibir que se mire al pasado para corregir el presente.
Una consecuencia de esta situación y de la manera tan inmodélica como se hizo la transición, es que la derecha española, en general, carece de una cultura democrática y su homólogo en Europa es la ultraderecha. Los mayores medios de la derecha democrática europea han condenado la persecución del juez Garzón. No así en España, donde la derecha la apoya, promueve y dirige. De ahí se deriva que el abanico político español esté tan sesgado, de manera que los medios de información llaman centroderecha a las fuerzas políticas, como el PP, que, en términos europeos se corresponden con la ultraderecha, mientras que se define como centro a las pocas derechas democráticas que tenemos. Es un enorme coste de la transición inmodélica el hecho de que estemos en una cultura política tan sesgada hacia las derechas.
Una última observación. En otro artículo que publiqué recientemente en Público “Los jueces y las víctimas” 22.04.10, indiqué que si estuviéramos en Alemania (país que sufrió un régimen semejante a la dictadura española) la Falange estaría prohibida, los jueces del Tribunal de Orden Público habrían terminado en la cárcel y al juez del Tribunal Supremo que ha declarado su apoyo al mayor defensor del golpe militar de 1936, se le habría expulsado del Cuerpo Judicial. Ese artículo estimuló una respuesta negando que ello ocurriera en Alemania. Repito, sin embargo, que hoy cualquier alabanza al Partido Nazi está prohibida en aquel país, como lo está también tal partido. El Tribunal de Nuremberg condenó a prisión a las máximas autoridades judiciales responsables de la represión durante la dictadura nazi. Y, por último, cualquier expresión de simpatía por el gobierno nazi, además de estar prohibida, es causa de inhabilitación en cualquier cargo público de la Administración. Todo ello no implica que existan jueces que hayan ocupado cargos judiciales durante aquella dictadura. Pero en lugar de estar orgullosos de ello, éstos lo mantienen en silencio, porque saben las sanciones que ello acarrea. No así en España, en la que, además de estar en puestos de gran poder, no tienen ninguna vergüenza de haber sido parte de aquel horrible régimen o tener simpatías por él.
martes, 27 de abril de 2010
Las derechas, el fascismo y la judicatura
El caso de Mumia entra en su fase decisiva
El periodista fue condenado en un juicio, a pesar de las múltiples irregularidades que lo rodearon
25-04-2010
Manuel Tabernas / Alsi Canales
Diagonal
La Fiscalía de Pensilvania ha recurrido el respaldo que el Tribunal de Apelación del Tercer Circuito (TATC) dio hace dos años al dictamen que, en 2001, supendió la pena de muerte al activista y periodista Mumia Abu-Jamal.
El 19 de enero de este año, la Corte Suprema de EE UU ha tomado una decisión que podría terminar con la reimposición de la pena de muerte para Mumia Abu Jamal. En marzo de 2008, el Tribunal de Apelaciones del Tercer Circuito (TATC) respaldó el dictamen de diciembre de 2001 promulgado por el Juez Yhon que revocó la condena a muerte por el asesinato de un policía en 1982, pero confirmó los cargos y reafirmó la culpabilidad de Mumia.
Si la Corte Suprema hubiese aceptado la petición de la Fiscalía, ésta podría haber ejecutado a Mumia casi inmediatamente. Por el contrario, si la hubiese rechazado, la Fiscalía no tendría más remedio que aceptar la cadena perpetua en vez de la pena de muerte, o convocar una nueva audiencia y pedir otra vez la pena capital. Esta decisión hubiese sido, dentro de lo que cabe, más favorable para Abu Jamal que la que finalmente tomó de reenviar el caso a un tribunal menor (de nuevo el TATC) para que reconsidere el caso a la luz de las nuevas circunstancias. Las nuevas circunstancias son que la misma Corte Suprema, reimpuso la pena de muerte en otro caso totalmente opuesto al de Mumia –el de un dirigente neonazi que alardeó de cometer tres homicidios en una ‘fiesta de caza’ con el objeto de “limpiar” Cleveland–. En esta situación, si el TATC considera que la decisión de la Corte es aplicable también al caso de Mumia es muy posible que le sea restaurada la pena de muerte.
Un juicio irregular
El 9 de diciembre de 1981, Mumia Abu Jamal fue detenido, acusado de disparar y matar a un policía. Fue condenado a muerte al año siguiente. Desde el principio las irregularidades y los componentes racistas del caso fueron evidentes para su defensa y los grupos de apoyo de este integrante de Panteras Negras. Mumia era presidente de la Asociación de Periodistas Negros de Philadelphia. Gran parte de su trabajo era denunciar y criticar la brutalidad y corrupción policial de Philadelphia, cuyas fuerzas del orden tienen el raro honor de ser consideradas las segundas más corruptas del país (las primeras son las de Los Angeles). El juicio lo llevó a cabo el juez Sabo, quien tiene el récord de haber condenado a más afroamericanos a muerte de todo EE UU. Del jurado popular se excluyó, expresamente y a petición del fiscal, a todos los afroamericamos. Incluso, el juez declaró que iba a hacer todo lo posible por “freír a ese negrata”. Con estas premisas, la condena no podía ser otra que la pena capital.
Preso por sus opiniones
Mumia lleva casi 30 años en una celda del corredor de la muerte de la que sólo puede salir una vez a la semana. En ese tiempo se han desvelado muchos detalles de su caso. Sí había una pistola al lado de Mumia que era de su propiedad, pero ésta no fue disparada y tampoco le hicieron las pruebas para detectar si tenía pólvora en las manos con las que se hubiese demostrado si disparó o no algún arma. La confesión fue “recordada de repente” por la Policía varios meses después y dicen que se hizo en el Hospital mientras se recuperaba del disparo en el pecho. Cinco testigos que afirmaron haber visto huir de la escena del crimen a una tercera persona fueron desestimados. En cambio, otros testigos declararon haber sido presionados por la policía para testificar en falso y varias personas han sido obligadas también por la policía a dar falso testimonio. Se manipuló la escena del crimen, se ocultaron pruebas y se entregaron a los tribunales materiales alterados.
Y aún hay más, en junio de 1999, un asesino a sueldo llamado Arnold Beverly, se confesó autor del asesinato del policía por el que había sido condenado Mumia. Asimismo, confesó que le habían contratado policías y mafiosos para liquidar a ese agente que estaba investigando precisamente una trama de corrupción. Numerosos grupos de ultraderecha están haciendo campañas y boicots para pedir la muerte de Beverly.
Pese a todas estas evidencias todas las apelaciones y peticiones de la defensa de Abu Jamal han sido sistemáticamente rechazadas. ¿Por qué? Sencillo. Porque, como dicen sus familiares y amigos, no está preso por el asesinato de un policía, sino por sus opiniones y conducta política. Por su compromiso social, porque, como dicen sus grupos de apoyo, siempre ha defendido la libertad real para los afromericanos y un mundo antirracista en Estados Unidos. Mumia se ha convertido, denuncian, en un chivo porque informa de la corrupción y la brutalidad policial; porque denuncia su total impunidad si las víctimas son jóvenes afroamericanos; porque les dice que son prepotentes y salvajes y están al servicio del Estado y el Capital. Por las incómodas verdades contra el sistema del país que se proclama el más libre del mundo y tiene el 25% de la población reclusa del mundo.
40 AÑOS DE MILITANCIA
1968 Con 14 años ingresa en los Panteras Negras (fundado dos años antes en Oakland por Huey Newton y Bobby Seale).
DICIEMBRE DE 1981 Es acusado de disparar y matar al agente de policía Daniel Faulkner y es juzgado por un tribunal absolutamente ‘blanco’.
1999 La Fraternal Order of Police llama a hacer un boicot económico a quienes hubiesen apoyado alguna vez a Mumia. En junio, un asesino a suelo (Arnold Beverly) se confiesa autor del asesinato de Faulkner.
DICIEMBRE DE 2001 El dictamen del juez William Yohn revoca la pena de muerte de Mumia. En marzo de 2008, el Tribunal de Apelaciones respaldó dicho dictamen.
ENERO DE 2010 La Fiscalía de Pensilvania apela a la Corte Suprema el respaldo al dictamen del juez Yohn y ésta devuelve el caso al TATC que podría reimponer la pena capital a Mumia.
EL CASO DE LEONARD PELTIER
Leonard Peltier fue condenado a dos cadenas perpetuas, acusado de matar a sendos agentes del FBI. La mayor prueba la aportó Myrtle Poor Bear, una testigo ocular de lo sucedido, que después se retractaría. Su presencia en el juicio, a petición de la defensa de Peltier, no fue permitida. Tampoco diferentes documentos que prueban la inocencia de este activista del American Indian Movement.
“Dadas las dudas existentes sobre su posicionamiento y dado el hecho de que se han agotado los posibles recursos ante el Tribunal y que Peltier ha pasado más de 32 años en la cárcel, pedimos a la autoridad competente que reconsidere su decisión”, explica Angela Wright, de Amnistía Internacional. Además, según reclama Peltier de acuerdo a la legislación por la que fue condenado “deben concederme la libertad bajo palabra. Pero por lo que hemos aprendido del pasado, no podemos estar seguros de nada”.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-caso-de-Mumia-entra-en-su-fase.html
¿Contratistas o mercenarios?
27-04-2010
Leyla Carrillo Ramírez
Rebelión
El ser humano requiere habilidades especiales para discernir entre la semántica y el significado histórico, político, económico o social de una palabra. A medida que se agudiza la tendencia a utilizar las normas y los vocablos establecidos por los países ricos, se torna más difícil precisar las diferencias. Tal es el caso de la palabra “contratistas”, que esconde la raíz de “mercenarios”.
¿Qué es un mercenario? Podríamos zambullirnos en la Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el establecimiento de mercenarios aprobada por la Organización de Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1989. La reticencia de muchos países que hoy financian a los mal llamados “contratistas”, demoró durante un decenio la ratificación del documento por un mínimo de 20 Estados. En la actualidad la cifra no excede los 35. Las razones son visibles: a los países poderosos del planeta no les conviene comprometerse a combatir el mercenarismo.
La Convención define que MERCENARIO es una persona especialmente reclutada localmente o en el extranjero para combatir en un conflicto armado, animada esencialmente por el deseo de obtener un provecho personal para derrocar a un gobierno o socavar el orden constitucional de un Estado o su integridad territorial. En 2003 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos exhortó a todos los Estados “a ejercer la máxima vigilancia contra todo tipo de reclutamiento y además a prohibir a esas empresas intervenir en conflictos o acciones armadas para desestabilizar a los regímenes constitucionales con impunidad”.1
El grupo de trabajo sobre la utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos analizó que “el reclutamiento de guardias de seguridad privada es un fenómeno global que no ocurre solamente en América Latina y el Caribe, sino también en otras regiones”.2 En septiembre del propio año, treinta países suscribieron en la ciudad suiza de Montreux, un documento que intentaba enmarcar jurídicamente la actividad de las sociedades militares privadas (SMP), con vista a garantizar “el respeto al derecho internacional humanitario y de los derechos humanos cuando actúen en los conflictos armados”. Para los no entendidos, la negociación realmente intentó legitimar la fuerza privada de los “contratados”, es decir, aprobar una especie de Convención adicional, que edulcoraría la violación de las Convenciones de Ginebra.
Sin embargo, el enfoque sobre la guerra “privatizada” no es idéntico para anglosajones y galos. El coloquio internacional celebrado el 18 de marzo de este año en la Escuela Militar de París mostró algunas diferencias entre los defensores del estilo estadounidense y de las SMP, que intentan conservar las funciones reguladoras del Estado sobre la privatización de los soldados.
Entre los primeros mercenarios europeos estuvieron los belgas, durante la guerra nacional-liberadora del Congo. Hoy los “contratados” trabajan para compañías transnacionales registradas legalmente, exportando sus servicios, lo que evidencia los vacíos jurídicos que existen en la mencionada Convención. Los mercenarios carecen de fronteras, siendo el lucro su principal motivación.
Las guerras lideradas por Estados Unidos en Afganistán, Irak y Pakistán son respaldadas por un centenar de “empresas” que acometen el trabajo sucio y administrativo. Los mercenarios son cada vez más eficaces: acometen matanzas, genocidio y torturas; además, practican oficios tales como: guardaespaldas, técnicos, agentes para la protección de edificios y de personalidades, la seguridad de organizaciones no gubernamentales, las escoltas de los convoyes, el desminado del terreno.
El secretismo que ampara al mercenarismo resulta virtualmente indescifrable. No es fácil determinar cuántos “contratistas privados” operan en las actuales guerras, cuántos responden directamente a empresas estadounidenses o a sus filiales y cuántos a los europeos. De los supuestos 13 mil “soldados de fortuna” los provenientes de la Unión Europea, son “integrantes de una sociedad pública-privada”. Decididamente su denominación no es semántica.
La imbricación entre los mercenarios de Estados Unidos y Europa se amplió durante el último trienio mediante la poderosa Halliburton, que instaló filiales en Austria, Liechtenstein, Luxemburgo y Suiza.3 En Austria, la llamada Treuhand “certifica” el tránsito aduanal de las inversiones y las ganancias acumuladas, operaciones respaldadas por el código 1002, que autoriza la representación por un notario de los “contratados”, registrando sus nombres en una corporación. Esto asegura los derechos y emolumentos en el banco austriaco Bawag, en el UBS suizo y en bancos de Liechtenstein (acusados por Alemania de amasar fortunas libres de impuestos). También hay paraísos fiscales establecidos en países eurorientales.4 En varios Estados miembros de la UE han proliferado las “corporaciones privadas militares”, especialmente de Reino Unido, España, Italia, Alemania y Francia.
Las contratistas británicas son las más florecientes. Mark Thatcher (hijo de la exprimera ministra) está acusado de intentar un golpe de Estado contra Zimbabwe y de vender armas a Guinea Ecuatorial. El boyante BAE Systems Bofors ocupa el cuarto lugar mundial en la comercialización de la guerra. Cifras conservadoras señalan una ganancia de aproximadamente 1 600 millones de dólares en Irak para varias entidades británicas o estadounidense-británicas, tales como Vinnel Corp, Custer Batle, Armor Group, Krol Security Internacional, Global Risk Strategic, Meteoric Tactical Solutions, Trig Guard Risk y Globo Risk. A pesar de la actual crisis mundial, el departamento británico para la Ayuda Internacional al Desarrollo (DAID) demostró cuán decisiva es la seguridad de su personal en Irak, al desembolsar 278 millones de libras esterlinas (500 millones de dólares). Otra de las “motivaciones” aplicadas por la industria mercenaria es la concesión del derecho de residencia a los “gurkhas”5 que hayan auxiliado al ejército británico en India, Hong Kong y Las Malvinas.6
Resulta interesante seguir las huellas de la transnacionalización armamentista, que a la vez provee a los mal llamados contratistas. Tal es el caso del mencionado BAE Systems, fusionado con Aerospatiale para crear la Compañía de Defensa Aeronáutica y Espacial (EADS), a la que se unió la española CASA desde 1999; con un conglomerado anglo-germano. La interrelación se extiende a la italiana Marconi Electronic; lo que representa un emporio paramilitar de cuatro, o tal vez de más nacionalidades.
Las compañías militares españolas parecen ocupar el segundo lugar en competitividad, integradas primordialmente por ex militares, con mano de obra más barata que las británicas. Los títulos en otros idiomas esconden su origen, por ejemplo: Hallmark Security Solutions (HSS), con “oficinas” en la calle Antonio López de Santander (desde 2006 ha participado en operaciones militares en Jordania, Irak y Haití junto a contratistas estadounidenses). El Servicio Global de Seguridad e Inteligencia (SGSI) está presente en Irak, Israel, Guinea Ecuatorial y Nigeria (en esta última contratada por los consorcios Exxon y AGIP). Es la primera compañía militar privada ibérica, fundada en 1995, y la principal financiera ubicada en el Peñón de Gibraltar, que según la OCDE7, se halla entre los 35 mayores paraísos fiscales del mundo. SGSI también integra el grupo sionista israelí, Hyzanami bajo el registro mercantil SGSI GROUP 2007 Sl, con domicilio social en Málaga. Con tal asociación es previsible que los mercenarios españoles se encuentren en cualquier “oscuro rincón” del Medio Oriente.
Desentrañar la comercialización bélica francesa e italiana resulta más difícil aún. La primera, debido a la alta sofisticación de sus redes de inteligencia. Hay juicios pendientes sobre el tráfico de armas y hombres en Angola durante los años 90 (involucrados el ex ministro del Interior, Charles Pascua y el hijo del expresidente, François Miterrand). Entonces los servicios secretos franceses se apoyaron en la “sociedad” eslovaca, ZTZ Osos, que legalizó sus acciones.8 Decenios antes empresas y mercenarios actuaron en las Comores y Haití. Proyectos más osados fueron impulsados por los franceses en diciembre de 2009, que imitan la “comunidad de inteligencia del aliado estadounidense, a modo de paraguas de todas las agencias de inteligencia y seguridad. El nombre adoptado para la entidad fue Conseil de Défense et de Sécurité Nationales (CDSN).9 El hallazgo sobre el empresariado-militar italiano resulta más difícil aún, porque su capital inversionista es menor, lo que lo lleva a asociarse con otros países. No obstante, DTS Security Limited “protege” al personal de una multinacional para la reconstrucción administrativa iraquí, bajo la categoría de guardaespaldas, con un salario de 6 000 dólares mensuales, elevado a 9 mil cuando custodia a los estadounidenses.
Dinamarca, con menos dinero, cuenta con un centenar de hombres, contratados por la compañía Ferris, mejor apertrechados en Afganistán que los llamados soldados de cuartel. Igualmente el informe anual emitido por la Agencia Nacional de Seguridad búlgara ha revelado la influencia sobre organizaciones delictivas, de algunos ministros y agencias estatales, empeñadas en acciones antiterroristas.
¿Hasta dónde llegarán los contratados europeos? No puede predecirse, como tampoco delimitarse si responden a empresas mercenarias o a instituciones. Venezuela y Bolivia, por ejemplo, han sido objeto de intentos de magnicidio y de atentados en los que han estado involucrados mercenarios de origen español, croata, húngaro, checo, montenegrino, francés e irlandés….La reacción inmediata gubernamental de los países de procedencia ha sido negarlo, desde luego.10
Los mecanismos establecidos para deslindar la responsabilidad gubernamental de la privada resultan eficaces cuando trascienden las acciones subversivas o la participación militar en escenarios “no convenientes” en cualquier parte del mundo o para defender a los aliados. Pocos mencionan que el creciente mercenarismo viola el Derecho Internacional y los derechos humanos. Basado en la confianza del cliente y en el ánimo de lucro, sustituye el protagonismo estatal sobre la defensa, modificando la estructura de sus ejércitos.
Este modus operandi convierte la impunidad en una divisa, extiende sus tentáculos a cualquier escenario bélico o que difiera de lo que desearían los gobiernos de países ricos para los tercermundistas, mitiga el presupuesto público destinado a la guerra, esconde los fallecidos durante las guerras de agresión y las torturas contra los agredidos. Todo ello nos obliga a retomar la esencia de una palabra, no de su escritura. ¿Contratistas o mercenarios? La respuesta nos pertenece sólo a quienes sufrimos sus efectos.
Leyla Carrillo Ramírez. Centro de Estudios Europeos
La Habana, 23 de abril de 2010
Notas:
1 DIAGONAL, LUCHAS MARCO. “Los nuevos mercenarios made in Spain”. En: www.rebelion.org.
2 7mo período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, Ginebra. A/HRC/7/7 add , 5 de marzo de 2008.
3 Todos con paraísos fiscales, favorecidos mediante la exención de impuestos derivados de los Acuerdos Schengen.
4 BENETT JODY RAY. “Dinero escondido, operaciones encubiertas”. International Relations and Security Netwerk (ISN). http://www.isn.ethz.ch/sn/Current-Affairs/Security-Watch/Detail.
5 Ghurkas: minoría nepalesa.
6 SMITH, JACQUI. Declaraciones de la Ministra del Interior, 21 de mayo de 2010. http://www.guardian.co.uk
7 OCDE: Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
8 AFP, París, 11 de febrero de 2010
9 LICHFIELD, JOHN “Sarko creará una escuela para espías”. The Independent, Londres. 12 de enero de 2010. http://www.pagina12.com.ar/diario/el mundo
10 ALLARD, JEAN GUY ALLARD y GOLINGER, EVA. “LA AGRESION PERMANENTE”. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información. Caracas, oct 2009.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Grecia no es la causa principal de la crisis del euro
27-04-2010
Vicenç Navarro
Sistema Digital
La visión que se está transmitiendo, por la mayoría de medios de información en España, sobre la crisis del euro es que esta crisis está causada por el comportamiento irresponsable del gobierno griego, que ha gastado en exceso en su estado del bienestar, creando un déficit y una deuda pública que no son sostenibles y que han generado dudas sobre si el gobierno podrá pagar sus deudas, con lo cual la moneda que utiliza Grecia –el euro- quedará muy afectada.
Ejemplo de esta lectura del euro es el artículo de Sala i Martín en La Vanguardia (17.02.10), en el que critica a Grecia (y a otros países de la eurozona mediterránea, incluyendo España) de ser responsables de la crisis de la moneda europea, debido a un excesivo gasto público, derrochado –según él- en exuberantes beneficios sociales y laborales (ver mi artículo “La crisis, ¿qué debería hacerse?” Sistema 05.03.10). En este contexto, aparecen frecuentemente los pensionistas griegos, muchos de los cuales pueden ya jubilarse a la temprana edad de 55 años. De esta lectura se deriva que la solución es que los griegos (así como los españoles, portugueses y otros mediterráneos -aunque incluyen también a Irlanda- inclinados a excesos en sus gastos públicos) se aprieten el cinturón recortando su gasto público y reduciendo sus exuberantes beneficios sociales y laborales, tal como instruyen el Banco Central Europeo (máxima autoridad monetaria de la Eurozona) y el Pacto de Estabilidad.
Hasta aquí el dogma liberal. Veamos ahora los datos. En realidad, la economía griega en los últimos quince años (hasta 2009) había sido altamente exitosa. Su crecimiento económico (medido en el PIB per capita) creció más rápidamente que el promedio de la UE. Es cierto que ahora su déficit es elevado (13% del PIB), y su deuda es también elevada (113%), aunque no mucho más elevada que la deuda que se proyecta para el 2011 para el promedio de los países de la OCDE y mucho menor que la deuda de Japón (192% del PIB). Lo que ha ocurrido en Grecia, y en la mayoría de países de la OCDE, es que la disminución de los ingresos del estado, consecuencia del descenso muy marcado de la actividad económica, ha causado el crecimiento del déficit. Lo que los liberales olvidan es que el problema del déficit se basa más en el déficit de ingresos al estado (impuestos), que en la exuberancia del gasto.
Grecia es un país pequeño (que además tiene un fraude fiscal enorme), y el gobierno conservador anterior prefirió más conseguir dinero de los bancos extranjeros que aumentar los impuestos de la gente más pudiente y así corregir el fraude fiscal. El 95% del dinero que consiguió, vendiendo bonos, fue a bancos europeos. En otras palabras, el 95% de la deuda del estado griego la tienen los bancos europeos (y muy en especial los alemanes). Estos bancos compraron los bonos griegos en masa y a precios muy reducidos. Tiene millones de euros en bonos. Estos bonos los tienen asegurados en lo que se llama Credit Defaults Swaps (CDS); lo cual quiere decir que el aseguramiento de los bonos no se basa en su precio real, sino en un precio ficticio, resultado de la especulación. De ahí las campañas de los bancos y de los hedge funds (fondos de carácter especulativo) a fin de inflar el precio de los bonos que generan un interés exorbitante de un 7% por año. Y se están forrando como consecuencia de ellos. De esto, los liberales ni hablan.
Pero este crecimiento exuberante de los intereses de los bonos lo tiene que pagar el ciudadano griego a base de ajustarse el cinturón. Y ahí está el Pacto de Estabilidad, el instrumento por antonomasia de rectitud monetaria. Lo que al ciudadano griego se le dice es que tiene que ser más austero, vivir con menos transferencias y servicios públicos y reducir sus beneficios sociales y laborales. Todo ello para que se puedan pagar a los bancos sus escandalosamente altos beneficios bancarios, basados en mera especulación. Y los bancos tienen sus propias agencias de certificación (que están en su bolsillo), que catalogan los bonos de los estados según la voluntad de los gobiernos de seguir las instrucciones de los bancos (que se llaman los mercados financieros).
Ahora bien, este descenso del gasto público está creando un enorme problema, pues acentúa más la recesión y dificulta la recuperación en todos los países de la eurozona y no sólo en los países mediterráneos (e Irlanda), sino también en los países centrales, incluida Alemania. La austeridad de gasto público (iniciada ya con las reformas Schroeder) en Alemania, junto con la falta de crecimiento de los salarios en aquel país, hace que la escasa demanda interna esté imposibilitando el estímulo económico necesario para salir de la crisis. De ahí que los círculos liberales y conservadores que gobiernan en Alemania intenten basar la recuperación económica en el crecimiento de las exportaciones. Pero el problema es que la gran mayoría de exportaciones en Alemania (2/3 partes) van a los países de la Eurozona que no están importando por las mismas razones: las prácticas de austeridad (bajada de gasto publico y de salarios), que están imposibilitando que se importen los productos alemanes. De ahí que el comercio alemán y europeo se está paralizando. En realidad, en Irlanda, donde más se han aplicado las recetas de austeridad (al igual que en Lituania), el PIB ha disminuido nada menos que un 8% (en 2009), desembocando aquel país en una profunda recesión. Un tanto igual ocurrirá en Grecia (y puede ocurrir en España si las políticas de austeridad no cambian). El paquete de ayuda de la UE a Grecia que el presidente Zapatero, Presidente de la UE, ha organizado, es una medida necesaria pero profundamente ineficiente, pues la solución a la crisis de Grecia pasa por cambios más profundos de lo que la UE está considerando, pues se necesita un giro de 180º en sus políticas, pasando de políticas liberales a políticas keynesianas de estímulo de la demanda. Cuando se creía que la crisis presente (generada por las políticas liberales) significaría el fin del neoliberalismo, resulta que, paradójicamente, estamos viendo como la mayoría de gobiernos de la UE, alentados por sus instituciones (tanto el BCE como la Comisión Europea y el Consejo Europeo) están reincorporando tales políticas.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University.
www.vnavarro.org
Por qué EE.UU. no se va de Afganistán o Iraq: Sí, EE.UU. podría… ¡irse!
27-04-2010
Tom Engelhardt
Tom Dispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Sí, podríamos irnos. No es una broma. Realmente podríamos retirar nuestros masivos ejércitos, que ahora llegan en su conjunto a 200.000 soldados, de Afganistán e Iraq (y eso ni siquiera toma en cuenta a nuestro ejército oculto de contratistas privados, de casi igual tamaño, que ayudan a disimular el verdadero tamaño de nuestras dobles ocupaciones). Indudablemente los podríamos retirar razonablemente rápido y razonablemente sin dolor.
Es algo que no sabríais al escuchar los debates en Washington o al ver las noticias de los medios dominantes. En ellos, la retirada, cuando hablan de ella, parece ser una empresa que va más allá de lo imaginable. Sólo en Iraq, todas esas bases que desmantelar y millones de piezas de equipamiento que enviar a casa en una operación digna de años de esfuerzo intensivo, es el tipo de operación que hace que la desesperada evacuación británica de Dunquerque en la Segunda Guerra Mundial parezca un paseo dominical por el parque. Y representa sólo el aspecto técnico del problema.
Luego existe la convicción de que cualquier cosa que no sea una retirada lentísima se parecería a la liebre de la fábula de Esopo –por lo menos dos años en Iraq, entre cinco y diez en Afganistán–, pondría en peligro al propio planeta, o por lo menos a su país más importante: el nuestro. Sin nuestra mano eternamente estabilizadora, iraquíes y afganos, se toma por entendido, se verían perdidos. Sin la ayuda de fuerzas estadounidenses, por ejemplo, ¿hubiera podido anunciar el gobierno de Maliki la muerte del jefe de al-Qaida en Iraq? No es probable, mientras que EE.UU. ha eliminado dos veces a su dirigencia, primero en 2006, y de nuevo, evidentemente, la semana pasada.
Desde luego, antes de que la entrada de nuestros soldados a Bagdad en 2003, y del comienzo de la ocupación estadounidense de ese país, no había al-Qaida en Iraq. Pero eso pertenece al pasado distante, del que no vale la pena hablar. Y olvidad también que nuestras invasiones y guerras han resultado ser estruendosamente destructivas, que han causado caos, miseria y muerte como secuelas, y convertido, por ejemplo, el sistema de atención sanitaria de Iraq, que otrora fue considerado un país avanzado en el mundo árabe, en una zona de desastre (que –sobra decirlo– sólo nosotros, estadounidenses, estamos ahora equipados para reparar). De la misma manera, mientras matamos regularmente civiles afganos en puntos de control en sus carreteras y en sus casas, en sus celebraciones y en su trabajo, ignoramos el hecho de que nuestra invasión y ocupación abrió el camino para la transformación de Afganistán en la primera nación agrícola con cultivos enteramente dependientes de la droga, y de esa manera, en la primera narco-nación del planeta. No es sólo que el país tenga ahora un monopolio casi total del cultivo de amapolas de opio (por lo tanto heroína), sino según el último informe de la ONU, ahora está copando también el mercado del hachís. Y hablamos de diversificación.
Es un récord del que se puede depender y que, evidentemente, hay que mantener e incluso expandir. Somos como el famoso invitado que vino a cenar, se quebró una pierna, no se fue y rápidamente se hizo cargo de las vidas de toda la familia. Sólo que en nuestro caso, llegamos, le quebramos la pierna a otra persona, y luego insistimos en quedarnos para quebrar muchas piernas más, por temor a que el mundo se convirtiera en un sitio mucho más terrible.
En Washington se sabe y acepta que si nos fuéramos de Afganistán precipitadamente, el talibán se haría cargo, al-Qaida volvería en forma y de inmediato, y que luego otros de nuestros edificios gigantes obviamente morderían el polvo. Y sin embargo, mientras más nos quedamos y mientras más aumentamos nuestras fuerzas, más ha reaparecido el talibán, más territorio es dominado por esa insurgencia minoritaria. Si nos quedamos lo suficiente, podremos, de hecho, crear la insurgencia mayoritaria que pretendemos temer.
Es sabiduría común en EE.UU. que, antes de retirar nuestros militares, Afganistán, como Iraq, debe ser afianzado como un aliado suficientemente estable, así como por lo menos una frágil democracia joven, lo que consigna la verdadera partida a un horizonte lejano. Y ese sentido del tiempo puede ayudar a explicar el deseo de responsables estadounidenses de obstaculizar los intentos del presidente afgano Hamid Karzai de negociar ahora con el talibán y otras facciones rebeldes. Washington, parece, prefiere un “proceso de reconciliación” que dure años y que sólo comience después que los militares de EE.UU. logren dominar en el campo de batalla.
La realidad que no se atreve a revelar su nombre en Washington es: no importa lo que pueda suceder en un Afganistán sin nosotros –sea que (como en los años noventa) las diversas facciones en el país se ataquen entre ellas, o que el talibán establezca un control significativo, aunque (como en los años noventa) no sobre todo el país– los riesgos para los estadounidenses serían menores. Lo que no significa que alguien que importe vaya a decir algo semejante.
Veamos, ¿qué tipo de interés pueden tener realmente los estadounidenses en uno de los países más empobrecidos del planeta, tan distante geográfica, cultural y religiosamente? Sin embargo, como para desafiar el sentido común, hemos estado combatiendo allí –mediante sustitutos y directamente– de forma intermitente durante 30 años interminables en perspectiva.
La mayoría de los estadounidenses siguen estando evidentemente convencidos que ese “refugio” fue la clave para el éxito de al-Qaida, y que Afganistán era el único lugar donde esa organización podría haber planificado el 11-S, aunque la verdadera planificación haya tenido lugar en Hamburgo, Alemania, que no bombardeamos ni invadimos.
En un futuro en el cual nuestros crecientes ejércitos realmente tuvieran éxito en el control de Afganistán e impidieran el acceso de al-Qaida, ¿qué pasaría con Somalia, Yemen, o, en realidad, Inglaterra? Ahora se olvida convenientemente que el primer intento casi exitoso de derribar una de las torres del World Trade Center en 1993 fue planificado en el campo en Nueva Jersey. Si el gobierno de Bush hubiera prestado la más mínima atención el 10 de septiembre de 2001, o hubiese tomado precauciones razonables, incluyendo el cierre de las puertas de las cabinas de los pilotos, el 11-S y por lo tanto la invasión de Afganistán habrían sido relegados a la trama fantástica de alguna novela de Tom Clancy.
Vietnam y Afganistán
¿Habéis notado, a propósito, que siempre hay algún obstáculo en el camino de la retirada? Ahora mismo, en Iraq, son las secuelas de la elección del 7 de marzo, saludada como prueba de que hemos llevado la democracia a Oriente Próximo y que por lo tanto, sean cuales sean nuestros errores, hicimos lo correcto. Lo que pasa es que la elección, como muchos predijeron entonces, ha llevado a una parálisis potencialmente explosiva y todavía no llega cerca de resultar en una nueva coalición gobernante. Al aumentar la violencia, se nos dice, la retirada planificada de las tropas estadounidenses para agosto al nivel de 50.000 está en peligro. El proceso, a pesar de repetidas promesas, parece avanzar lentamente.
Y sin embargo, la idea de que después de todos estos años una retirada estadounidense debiera depender de eventos entre iraquíes, parece curiosa. Siempre hay algún motivo para dudar –y nunca tiene que ver con nosotros. Indudablemente la retirada sería un rompecabezas mucho menos complicado si Washington simplemente se comprometiera de lleno a irse, y si dejara de convencerse de que la presencia de militares de EE.UU. en países lejanos es esencial para un mundo mejor (y, claro está, para tener una posición de control en el planeta Tierra).
Los anales de la historia están repletos de países que invadieron y ocuparon otras tierras y luego se fueron, a menudo sin gloria y bajo intensa presión. Pero lo hicieron.
Vale la pena recordar que, en 1975, cuando el ejército sudvietnamita colapsó y en esencia huimos del país, abandonamos inmensas cantidades de equipamiento. Helicópteros fueron empujados por sobre los bordes de portaaviones para ganar espacio; barriles de dinero fueron quemados en la embajada de EE.UU. en Saigón; bases militares tan grandes como cualquiera que hemos construido en Iraq o Afganistán cayeron en manos norvietnamitas; y aliados sudvietnamitas fueron abandonados en el pánico del momento. Sin embargo, cuando no quedaba otra alternativa, nos fuimos. No de manera elegante, ni agradablemente, ni reflexivamente, ni servicialmente, pero nos fuimos.
Hay que recordar que, también entonces, se predijo el desastre para el planeta si nos retirábamos precipitadamente –incluyendo la arrolladora toma comunista de un país tras el otro, la pérdida de “credibilidad” para la superpotencia estadounidense, y un baño de sangre asesino en el propio Vietnam. No sólo fueron predichos por los Casandra de Washington, sino citados interminablemente durante los años de la guerra como razones para no irse. Y no obstante vino el choque de que algo semejante no se registró entre todas las así llamadas lecciones de Vietnam: nada de eso sucedió después.
Hoy en día, Vietnam es un país razonablemente próspero con relaciones amistosas con su antiguo enemigo, EE.UU. Después de Vietnam, no cayó ninguna otra “ficha de dominó” y no hubo un baño de sangre en ese país. Por cierto, podía había sido diferente –y en otros sitios, a veces, lo ha sido. Pero incluso cuando los cielos locales se oscurecen, el mundo no se acaba.
Y esa es la verdad del asunto: el mundo no se acabará, no en Iraq, ni en Afganistán, ni en EE.UU., si terminamos nuestras guerras y nos retiramos. El cielo no se caerá, incluso si EE.UU. se va relativamente rápido, incluso si después se derrama sangre y las cosas no van bien en ninguno de los dos países.
Llevamos a nuestras tropas con una rapidez extraordinaria. Somos bastante capaces de sacarlas a un ritmo parecido. Podríamos, quiero decir, irnos. Hay, sin duda, maneras mejores y peores de hacerlo, maneras que castigarían aún más a las sociedades que hemos invadido, y maneras que les podrían ser de cierta utilidad, pero en todo caso, podemos irnos.
Una breve historia de retiradas estadounidenses
Evidentemente, existe un pequeño problema. Toda la evidencia indica que Washington no quiere retirarse –no realmente, ni de una región ni de la otra. No tiene interés en privarse del negocio del control y de la influencia globales, o del tinglado del poder militar. No es demasiado sorprendente, ya que estamos hablando de una gran potencia imperial y del control (o por lo menos del control imaginario) sobre las regiones petrolíferas estratégicas del planeta.
Y además existe otro factor que hay que considerar: el hábito. Con el pasar de las décadas Washington se ha acostumbrado a quedarse. Hace tiempo que EE.UU. se especializa en llegar, pero no tanto en partir. Después de todo, 65 años después, cantidades impresionantes de fuerzas estadounidenses siguen acantonadas en las dos principales naciones derrotadas en la Segunda Guerra Mundial: Alemania y Japón. Todavía tenemos cerca de tres docenas de bases militares en la relativamente pequeña isla japonesa de Okinawa, y ahora mismo estamos luchando encarnizadamente, en términos diplomáticos, para no ser obligados a abandonar una de ellas. La Guerra de Corea fue suspendida por un armisticio hace 57 años y, de nuevo, cantidades impresionantes de soldados estadounidenses siguen acantonados en Corea del Sur.
De la misma manera, algunas décadas más tarde, después de la campaña aérea contra Serbia a fines de los años noventa, EE.UU. expandió el enorme Campo Bondsteel en Kosovo con su perímetro de once kilómetros, y seguimos allí. Después de la Primera Guerra del Golfo, EE.UU. construyó o expandió bases militares y otras instalaciones en Arabia Saudí, Kuwait, Qatar, Omán, y Bahréin en el Golfo Pérsico, así como la isla británica de Diego Garcia en el Océano Índico. Y nunca ha dejado de reforzar sus instalaciones en toda la región del Golfo. En este sentido, abandonar Iraq, en la medida en la que lo hacemos, no es un asunto tan significativo como se imagina a veces, en términos estratégicos. No es como si los militares de EE.UU. se fueran a Dubuque, Iowa.
Una historia de las retiradas estadounidenses sería ciertamente un libro muy breve. Fuera de Vietnam, los militares de EE.UU. se retiraron de las Filipinas bajo la presión del “poder popular” (y un volcán local) a comienzos de los años noventa, y de Arabia Saudí, en parte bajo la presión de Osama bin Laden. En ambos países, sin embargo, ha retenido o recuperado un punto de apoyo en los últimos años. El presidente Ronald Reagan retiró a los soldados estadounidenses del Líbano después del devastador atentado del camión suicida en 1983 contra un cuartel de los marines, y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, expulsó funcionalmente a EE.UU. de la Base Aérea Manta en el año 2008 cuando se negó a renovar su convenio. (“Renovaremos la base con una condición: que ellos nos permitan instalar una base en Miami –una base ecuatoriana,” dijo astutamente). Y hubo unos pocos sitios como la isla de Grenada, invadida en 1983, que simplemente importaban demasiado poco como para que Washington se quedara.
Por desgracia, sea cual sea el gobierno, el afán por quedarse parece ser una constante. Está evidentemente implantado en el ADN de Washington y arraigado profundamente en la política interior en la que seguras acusaciones de “retirada apresurada” e imputación por “perder” Iraq o Afganistán atemorizarían a cualquier gobierno. No es sorprendente, que al considerar los principales artículos noticiosos sobre Iraq y Afganistán, se puedan ver señales de la presión para quedarse en todas partes.
En Iraq, mientras el presidente Obama se ha comprometido a retirar las tropas estadounidenses antes de fines de 2011, queda mucho terreno para manipulaciones. New York Times ya informa que el general Ray Odierno, comandante de las fuerzas de EE.UU. en ese país, presiona a Washington para que establezca “una Oficina de Cooperación Militar dentro de la embajada estadounidense en Bagdad para sostener la relación después… del 31 de diciembre de 2011.” (“Tenemos que mantenernos comprometidos a esto después de 2011,” citan a Odierno. “Creo que el gobierno lo sabe. Creo que tiene que hacerlo para seguir adelante hasta terminar. Es importante que se reconozca que sólo porque los soldados de EE.UU. se van, Iraq no ha terminado.”)
Si deseáis una verdadera medida de la retirada estadounidense, prestad atención a las megabases que el Pentágono ha construido en Iraq desde 2003, especialmente la gigantesca Base Aérea Balad (ya que los iraquíes no tendrán, a fines de 2011, una verdadera fuerza aérea propia), y tal vez Campo Victory, la vasta, mal bautizada base y centro de comando contigua al Aeropuerto Internacional de Bagdad en las afueras de la capital. Prestad atención también a la embajada de EE.UU., de 42 hectáreas, construida a lo largo del río Tigris en el centro de Bagdad. Actualmente, es la mayor “embajada” del planeta y representa algo nuevo en la “diplomacia,” ya que es esencialmente una base militar combinada con un centro de comando y control para la región. Evidentemente no se irá a ninguna parte, retirada o no.
En los hechos, informes recientes indican que en el futuro cercano el personal de la “embajada”, incluyendo a entrenadores de la policía, funcionarios militares relacionados con esa Oficina de Coordinación, espías, asesores estadounidenses vinculados a diversos ministerios iraquíes, y gente semejante, podría ser más que duplicado del actual impresionante nivel de personal de 1.400 a 3.000 o más. (La embajada, a propósito, ha solicitado 1.875 millones de dólares para sus operaciones en el año fiscal 2011, y eso fue sobre la base de sólo 1.400 empleados.) Visto de manera realista, mientras una embajada semejante permanezca en Zona Cero Iraq, no nos habremos retirado de ese país.
Del mismo modo, tenemos una gigantesca embajada de EE.UU. en Kabul (que está siendo expandida) y otra mega-embajada que está siendo construida en la capital paquistaní Islamabad. No representan, es seguro, señales de partida. Tampoco el hecho de que en Afganistán y Pakistán, todo lo que tiene que ver con la guerra está aumentando, incluso de maneras que a menudo no son aparentes. La decisión del “aumento” del presidente Obama ha sido descrita sobre todo en términos de esos 30.000 soldados adicionales que está enviando, no en términos del ejército fantasma de 30.000 o más contratistas privados adicionales que cumplen diversos roles militares (y que mueren sin ser registrados en cantidades impresionantes); ni el contingente adicional de tipos de la CIA y la escalada de la guerra de drones que están supervisando en las zonas tribales fronterizas de Pakistán; ni el aumento al doble de las unidades de Operaciones Especiales asignadas para perseguir a la dirigencia talibán; ni los funcionarios adicionales del departamento de Estado para el “aumento civil”; ni, por ejemplo, la “caja” adicional de 10 millones de dólares de fondos que podrían estar pronto a disposición de 120 fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU., que ya se encuentran en esas zonas fronterizas entrenando al Cuerpo Fronterizo paramilitar paquistaní, para gastarlos en “ganar corazones y mentes.”
Tal vez sea históricamente exacto si se dice que las grandes potencias generalmente parten del país, se van a otros sitios armadas hasta los dientes, y luego sienten la necesidad de quedarse. Con nuestras guerras de más de un billón de dólares, y un presupuesto anual de seguridad nacional de más de un billón, hay mucho en juego para quedarse, e indudablemente en librar dos, tres, muchas guerras de Afganistán (e Iraq) en los años por venir.
Tarde o temprano, nos iremos de Iraq y Afganistán. Es demasiado tarde en la historia de este planeta para ocuparlos para siempre y un día más. Más vale que sea antes.
………..
Tom Engelhardt, es co-fundador del American Empire Project, dirige el Nation Institute’s TomDispatch.com. Es autor de “The End of Victory Culture”, una historia sobre la Guerra Fría y más cosas, así como una novela: “The Last Days of Publishing”. En junio se publicará su último libro: “The American Way of War” (Haymarket Books).
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175238/tomgram%3A_engelhardt%2C_the_urge_to_stay/#more
Fuerzas Israelíes Matan a un Líder de Hamas en Cisjordania
Al-Manar
26/04/2010
Las fuerzas de ocupación israelíes mataron el lunes a un dirigente de Hamas que se había encerrado en su vivienda al sur de Cisjordania, dijeron la policía y testigos.
Un equipo de policías fronterizos israelíes, soldados y miembros del servicio de seguridad interna Shin Bet “eliminaron a Ali Suweiti, un líder terrorista,” dijo un portavoz de la policía de ocupación israelí. Fueron oídos disparos después de que las fuerzas de seguridad rodearan la casa de Suweiti, en Beit Auwa, cerca de Al Jalil, donde él se había atrincherado.
Los residentes de la localidad llevaron consigo el cuerpo de Suweiti y se produjeron choques entre ellos y las fuerzas de ocupación israelíes.
Suweiti, de 42 años, era miembro de la rama militar de Hamas, las Brigadas de Ezzeddin al Qassam, en Al Jalil (Hebrón) y había estado siendo buscado por las fuerzas israelíes de ocupación desde 2002 por su participación en las operaciones contra la ocupación. Entre otras cosas, Suweiti fue responsable de una operación militar que causó la muerte de un oficial israelí en 2004.
Hamas culpó el lunes a Israel y a las fuerzas leales al presidente palestino, Mahmud Abbas, respaldado por Occidente, del asesinato, que ha sido “el repulsivo fruto de la coordinación de la AP con Israel en el terreno de la seguridad.”
“El asesinato de este jefe militar de Al Qassam, es un peligroso crimen que se produce en un contexto en el que la ocupación está mostrando una determinación para eliminar a las fuerzas de la resistencia y especialmente las Brigadas Al Qassam en Cisjordania,” dijo el portavoz de Hamas, Sami Abu Zuhri, refiriéndose a la rama armada del movimiento.
“El mártir fue atacado por las fuerzas de Abbas del mismo modo que por las fuerzas de la ocupación sionista,” dijo Hamas en una declaración desde la Franja de Gaza.
Por otro lado, las fuerzas de ocupación sionistas arrestaron a cinco palestinos en la Cisjordania ocupada el domingo por la noche. Un portavoz militar israelí dijo que todos los detenidos habían sido llevados a dependencias militares para ser interrogados.
Cabellos velados, miradas veladas
El de la chica del 'hiyab' de Pozuelo es otro caso de tremendismo al abordar los asuntos islámicos. Entretanto, España tiene pendiente una tarea crucial: la completa separación del Estado y la Iglesia católica
Javier Valenzuela
26/04/2010
El pasado 7 de abril, los ministros de Interior y Justicia presentaron una encuesta de Metroscopia sobre el estado de ánimo de los inmigrantes musulmanes en España. El resultado no podía ser más positivo. El 89% de los encuestados declaraba que es posible ser a la vez buen musulmán y buen español; el 87% que el islam es compatible con la democracia y los derechos humanos, y el 83% que el Estado debe ser neutral en el terreno religioso. Una gran mayoría se felicitaba porque en España haya más libertad y tolerancia y menos discriminación de la mujer que en sus países de origen. La conclusión era que los inmigrantes musulmanes se están integrando a buen ritmo en los derechos y deberes de nuestra democracia.
¿Recuerdan haber leído esa información? Probablemente no, apenas ocupó espacio en los periódicos.
En febrero, con un acto en la Casa de la Panadería y una feria en Lavapiés, se celebraron en Madrid unas jornadas de divulgación de las actividades de las comunidades musulmanas españolas. Políticos del PSOE y del PP, representantes de la sociedad civil y portavoces musulmanes coincidieron en hablar de un islam instalado en España para quedarse, un islam respetuoso del marco laico y democrático.
¿Les suena? Lo más seguro es que no. En estas páginas de Opinión, el teólogo católico Juan José Tamayo glosó esas jornadas el 12 de marzo, pero poco más.
Y sin embargo, los medios llevan días destacando la noticia de la expulsión de un instituto público de Pozuelo de una alumna musulmana que pretendía acudir a clase con el cabello cubierto por un pañuelo. Las tertulias le han dado ya cien vueltas al caso y la mayoría de los comentarios se han inclinado por condenar la actitud de la chica y satanizar el hiyab.
Como en el resto de Occidente, el rechazo a esa prenda amalgama en España una amplia coalición de ideas y sentimientos. Las feministas la consideran un funesto signo de discriminación de la mujer; los laicistas, una intolerable manifestación de religiosidad; los ultraderechistas, otra muestra de que España está siendo reconquistada por los sarracenos; los xenófobos, la prueba de que los inmigrantes se niegan a adoptar las costumbres carpetovetónicas. Aquí como en otras partes, el resultado de tal amalgama es la islamofobia, convertida en el sucesor de lo que durante siglos fue el antisemitismo: el catalizador del rechazo al que es diferente y la expresión de toda suerte de miedos y angustias.
Conviene también desvelar las miradas. Así que vayamos por partes:
1. Un argumento muy escuchado estos días reza así: si los progresistas proponen eliminar los crucifijos de las aulas de las escuelas e institutos públicos, ¿cómo podrían tolerar que en ellas hubiera alumnas con hiyab? La comparación es grosera: el aula en sí es un espacio público, pagado con el dinero de todos los contribuyentes, gestionado por representantes del Estado y en el que trabajan profesores y alumnos de creencias muy diferentes. Y se supone que nuestro Estado no es confesional. No debería, pues, haber símbolos de religión alguna en ninguno de sus ámbitos.
En cuanto a llevar un hiyab, un crucifijo o una kipá judía, esto pertenece a la esfera individual. Es la expresión estrictamente personal de una pertenencia religiosa (un pariente de cosas como llevar la camiseta de tal o cual equipo de fútbol o la ropa de tal o cual moda o tribu urbana).
En Estados Unidos el aula es completamente aséptica, pero los alumnos son libres de llevar los símbolos de identidad -religiosos o de otro tipo- que deseen. En Francia, por el contrario, los alumnos no están autorizados a llevar muestras de identidad, deben ser tan asépticos como las aulas. Uno y otro país representan tanto modelos diferentes de laicismo, de separación de religión y Estado, como de integración de la diversidad cultural.
Así que, para empezar, dejemos sólidamente asentado el principio de neutralidad del ámbito público en un Estado democrático y discutamos a continuación los límites, si los hay, de la libertad individual de expresión de una identidad religiosa.
2. El velo es una manifestación de discriminación y opresión de la mujer, se dice mayoritariamente. No voy a discutir que los monoteísmos -judaísmo, cristianismo e islam- tienen un fuerte componente original misógino. El dios de Abraham es duro con las mujeres. Interpretado de modo tradicional y/o fundamentalista, les impone un papel secundario: el de esposa fiel, madre y ama de casa abnegada y creyente modesta y piadosa. Aún hoy, el catolicismo de las epístolas de San Pablo, oportunamente recordadas por el filme Ágora, impide a las mujeres ser sacerdotes.
Pero, bueno, si el hiyab (al que se confunde con esas auténticas cárceles que son el burka y el niqab) es una intolerable muestra de segregación de la mujer, ¿por qué no aplicamos ese mismo razonamiento a las monjas católicas? Ellas también cubren sus cabellos con tocas. Incluso en lugares públicos pagados por todos los contribuyentes como las aulas o los hospitales.
3. También se escucha este argumento zafio: puesto que a las españolas se les obliga a cubrirse el cabello en los países musulmanes, nosotros debemos hacer lo contrario en nuestra patria. Amén de que responder a una barbaridad con otra no parece propio de gentes civilizadas, los que esto dicen ni tan siquiera se han bajado al moro más cercano: Marruecos. Allí nadie obliga a las españolas a cubrirse.
Y es que ni siquiera está claro que el islam establezca la obligatoriedad del hiyab. A favor de la misma pueden citarse varias aleyas del Corán, pero muchos pensadores musulmanes creen que lo que de ellas se desprende es más bien una recomendación. Como del Antiguo y el Nuevo Testamento, de El Corán puede efectuarse una lectura literal o una lectura racional.
Hay países musulmanes que imponen a las mujeres distintas variedades del velo, tal es el caso de Arabia Saudí e Irán. Pero hay otros en que esto no ocurre: Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Siria... En Marruecos el hiyab no es obligatorio desde que Mohamed V, el abuelo del actual monarca, así lo decidió en su condición de Amir al Muminin o Príncipe de los Creyentes. No lo llevan ni la esposa del rey ni las princesas. Lo mismo en Jordania. ¿No han visto ustedes a Rania con el cabello descubierto en la portada de ¡Hola!?
4. Se argumenta que la prohibición del hiyab en el instituto de Pozuelo es fruto de un reglamento interno. Dicho así, suena indiscutible. Pero supongo que no estamos aceptando a priori que pueda haber reglamentos contrarios a la Constitución y las leyes españolas sobre educación y libertad religiosa y a la Declaración Universal de Derechos Humanos. No sé si es el caso de Pozuelo, lo apunto sólo para señalar el terreno de la discusión. Lo que lleva a pensar que sí que hay un principio superior a cualquier reglamento interno: el derecho -y la obligación- de todo niño y adolescente español, o residente en España, a recibir educación, a ser escolarizado. Máxime si se trata de un centro público, esto es, pagado con el dinero de los contribuyentes. Es lo que sobre este caso ha dicho el siempre razonable ministro Gabilondo.
5. El libre arbitrio, la autonomía personal, es la base de la civilización democrática occidental. Su único límite es ese momento en que empieza a dañar a los demás. Y resulta difícil ver en qué puede dañar a otros alumnos el que una chica lleve tal o cual prenda, sea el hiyab o un look a lo Lady Gaga. Ah, dicen muchos, es que la chica de Pozuelo, de 16 años, se ve forzada a llevar el hiyab por su padre. Pues, bien, preguntémoslo. Sólo los que no tienen hijos de esas edades pueden pensar que en un país como la España actual los padres pueden imponerles algo. Pero, en fin, nunca se sabe. En todo caso, cabe recordar que la carga de la prueba recae siempre en el acusador.
Podemos, pues, optar por el modelo estadounidense o por el francés. Pero en uno y otro caso, no debería haber crucifijos en las escuelas y, permitidos o prohibidos, el crucifijo y la kipá deberían acompañar el hiyab. Y si el problema de esta última prensa es su condición de humillante para la mujer, entonces seamos coherentes y empecemos prohibiendo que las monjas católicas se cubran la cabeza en ámbitos públicos.
En cuanto a los musulmanes, se trata de que terminen siendo ciudadanos españoles. Eso sí, de la España democrática, la que dice no tener una religión oficial, la que dice garantizar las libertades y derechos de todos. No de la España nacionalcatólica.
Una última reflexión: ¿por qué importamos de Francia polémicas como ésta, como si en España no tuviéramos ya suficientes problemas? ¿Por qué, puestos a importar debates foráneos, no lo hacemos, por ejemplo, sobre la ecotasa?
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Asociaciones musulmanas llaman a la unión contra la prohibición del 'hiyab'
I. CEMBRERO / P. ÁLVAREZ
Las asociaciones de musulmanes residentes en España han decidido hacer causa común contra la prohibición del uso del hiyab (velo islámico) en las escuelas. Miembros de diferentes colectivos han distribuido un argumentario entre las asociaciones para lograr "una actuación conjunta de todos los musulmanes de España". Pedirán a todos los imanes de las mezquitas españolas que el viernes 30 de abril dediquen el sermón a hablar de hiyab como precepto religioso. Quieren evitar que el asunto parezca "una guerra entre moros y cristianos" e implicar a intelectuales laicos en la causa.
La movilización surge tras el rechazo de un instituto madrileño a dejar entrar a clase a una alumna con hiyab. El caso de Najwa Malha, alumna del instituto Camilo José Cela (Pozuelo de Alarcón), sienta "un precedente peligroso y trágico", según el argumentario al que ha tenido acceso EL PAÍS, en el que los colectivos manifiestan el temor a que otros colegios, institutos y universidades sigan "el mismo ejemplo". Hasta la fecha, la hoja de ruta cuenta con el respaldo de 37 asociaciones islámicas de distintos puntos de España, entre las que hay siete de mujeres musulmanas. Todas se comprometen a "dejar de lado" sus diferencias internas" para hacer frente común.
Para evitar que cunda el ejemplo, las asociaciones están dispuestas a plantar batalla hasta el Tribunal Constitucional. Proponen abrir "una caja de solidaridad" con fondos para que la familia agote la vía judicial "sin que el dinero sea un obstáculo". "El hiyab no es un símbolo ni religioso ni machista, forma parte de la práctica religiosa de la mujer musulmana", manifiestan. Y así lo dirán también en las mezquitas. "Existe un gran desconocimiento del velo islámico que a veces afecta a los propios musulmanes", señala Amparo Sánchez Rosell, miembro del Centro Cultural Islámico de Valencia y una de las promotoras de la hoja de ruta. "El hiyab no es un símbolo, es un precepto, una obligación religiosa", según Sánchez Rosell que, como musulmana, promete ser la primera en combatir que el hiyab se imponga a la fuerza. "Si una musulmana se pone el velo contra su voluntad, el precepto no serviría de nada", añade.
Los colectivos musulmanes temen además que el asunto se politice. Aluden al enfrentamiento de posturas entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre (PP), partidaria de que el velo no entre en clase, y el ministro de Educación, Ángel Gabilondo (PSOE) que pide que prevalezca el derecho a la educación. Consideran que si el asunto del velo se convierte en un arma electoral "puede suponer un adiós a la libertad religiosa". "No podemos permitir que esto aparezca como una guerra entre moros y cristianos y que unos partidos defiendan a los españoles cristianos y otros partidos defiendan a los moros 'invasores", según el texto.
El caso de Najwa es "una prueba" enviada por Dios "para comprobar quiénes estamos realmente por Alá en defensa del Islam y de los musulmanes y quiénes en defensa de intereses personales y partidistas".
Las asociaciones musulmanas buscan el respaldo de colectivos laicos -movimientos sociales, ONGs, universidades, intelectuales, ...- y al mismo tiempo proponen "alejar la cuestión de los medios de comunicación" con argumentos que se centren en la Constitución, a la libertad religiosa y al derecho a la educación y a la propia imagen.
Najwa Malha, española de 16 años, fue apartada de clase en el instituto Camilo José Cela por ponerse el velo y contravenir las normas del centro que impiden cubrirse la cabeza en clase. La semana pasada se quedó en casa, mientras el Consejo Escolar de su centro aprobó por 15 votos a dos mantener el reglamento como hasta ahora, con el respaldo de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Pero la alumna vuelve hoy al instituto, según Said Bourhim, amigo y portavoz de la familia.
El padre de la alumna, Mohamed Malha, que preside el Centro Cultural Islámico de Pozuelo y la asociación musulmana que regenta la mezquita local de Al Gohfran, rechaza la solución adoptada por el centro y la propuesta de traslado a un instituto cercano, tal como ha comunicado al director del Camilo José Cela. Najwa no tendrá hoy problemas para estar con el resto de sus compañeros. Su clase sale de excursión. El reglamento no prohíbe cubrirse la cabeza en las actividades extraescolares.
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Otro instituto cambia sus reglas para dejar fuera a Najwa y su velo

La menor Nawja a su llegada esta mañana al IES Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón- CARLOS ROSILLO
Najwa Malha, de 16 años, regresó ayer a su instituto, con capucha y velo, pero no para asistir a clase sino para participar a una excursión. Fue, probablemente, su última actividad en el instituto Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Su madre, Fátima, le dio ayer de baja. La Consejería de Educación había anunciado ya en días previos un posible traslado a otro centro, el instituto San Juan de la Cruz, pero ayer cambió de forma urgente su normativa para impedir que se pueda dar clase con la cabeza cubierta, es decir, dejaron a la chica y a La Consejería de Educación anuncia que si persiste en su actitud puede ser expulsada definitivamente
AGENCIA ATLAS
Con una celeridad inhabitual la Consejería de Educación notificó, ayer mismo, el traslado de la alumna de cuarto de la ESO al Instituto Gerardo Diego, cuyo reglamento interno permite el uso del hiyab. Fue la propia consejería la que confirmó la reunión del consejo escolar en el centro San Juan de la Cruz. El cambio, que sorprendió a la administración, tuvo una respuesta tímida. Educación prepara una resolución para impedir a partir del próximo septiembre que los centros cambien sus reglamentos con el curso ya empezado.
La decisión del San Juan de la Cruz no sólo sorprendió a la consejería. "No sé qué argumento pueden esgrimir para hacer esta modificación ahora", señalaba anoche Mario López, portavoz de la Asociación de Directores de Instituto de Madrid (Adimad). "Esta decisión va a resultar muy difícil de explicar", admitía.
Los padres de la adolescente han aceptado el traslado para "no convertir a Najwa en una mártir", según Said Bourhim, amigo de la familia. Pero emprenderán acciones judiciales. La familia se reunió el viernes con Iván Jiménez-Aybar, de 38 años, abogado zaragozano de extranjería. Tiene experiencia en la materia. Aspectos institucionales del estatuto jurídico del islam en España fue el título de su tesis doctoral.
Hace ya tres años una treintena de comunidades islámicas de Valencia se dirigieron a él tras constatar que la renovación del DNI era denegada a mujeres que entregaban fotografías con hiyab o, en el mejor de los casos, se les pedía, para aceptarlas, una certificación de la mezquita de que eran musulmanas.
Antes incluso de que el asunto llegase a los tribunales, el Defensor del Pueblo emitió un informe tras recibir una queja de Jiménez-Aybar. El pronunciamiento de Enrique Múgica incitó, a su vez, a la Dirección General de la Policía a rectificar.
En una circular enviada a las comisarías ordenó que se dieran por válidas las fotos con hiyab siempre y cuando se viera el óvalo de la cara, desde el mentón hasta el nacimiento del cabello. "Aquella batalla se ganó sin ruido", recuerda el letrado. "Por culpa de la mediatización Najwa, en cambio, ha dejado ya de ser un caso para convertirse en una causa", añade. "Eso encrespa los ánimos y dificulta alcanzar acuerdos", sostiene.
El primero paso es un recurso de alzada contra la decisión de la Consejería de Educación que refrenda la actuación del colegio. Paralelamente será necesario recurrir al Defensor del Pueblo. Si la consejería ratifica de nuevo la decisión del centro, irá entonces al contencioso-administrativo. "Estamos dispuestos a llegar al Constitucional", recalca. Para entonces, Najwa ya podría estar realizando su sueño de estudiar la carrera de matemáticas en la universidad para convertirse en profesora.
REFLEXIONES SOBRE EL ISLAM Y LA VIDA MODERNA (I) [1]
Seyyed Hossein Nasr [2]
Revista Alif Nun
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA81%20Abr.10/IslamVidaModerna.htm
Pocos temas despiertan más pasión y debate entre los musulmanes de hoy en día que el encuentro entre el Islam y el pensamiento moderno. Por supuesto, el asunto es amplio y abarca campos que van desde la política hasta el arte sagrado, cuestiones cuyo debate a menudo provoca una explosión de emociones y pasiones que difícilmente conduce a un análisis objetivo de las causas y a una visión clara de los problemas planteados. Tampoco ayuda mucho el hecho de que muchos musulmanes y estudiantes del Islam, tan absorbidos como están por este debate, no sean capaces de definir claramente los términos del mismo ni de comprender las verdaderas fuerzas que están involucradas en el proceso. Toda la discusión también se ve paralizada por un sentido de inferioridad y una sensación de debilidad frente al mundo moderno que impiden a muchos musulmanes modernizados valorar de un modo crítico la situación y exponer la verdad al margen de si ésta es o no popular o si resulta o no aceptable para la opinión pública actual. Permítannos ahora definir lo que entendemos por pensamiento moderno.
Resulta increíble la gran cantidad de matices de significado que se le ha asignado al término “moderno”: desde “contemporáneo” a simplemente “innovador”, “creativo”, o “acorde con la marcha de los tiempos”. La cuestión de los principios y, de hecho, la verdad misma de la modernidad casi nunca se consideran cuando se debate sobre modernismo. Casi nunca nos preguntamos si tal o cual idea, forma o institución de la modernidad responden a algún aspecto de la verdad. La única pregunta es si es moderna o no. La ausencia de claridad, precisión y nitidez en los contornos mentales y estéticos que caracteriza al mundo moderno parece dominar el modo en que el musulmán contemporáneo entiende el modernismo, tanto si desea adoptar sus principios como si reacciona contra ellos. La influencia del modernismo parece haber debilitado esa lucidez y oscurecido esa transparencia que caracterizan al Islam tradicional en sus manifestaciones artísticas e intelectuales [3] .
Cuando empleamos el término “moderno” no nos referimos ni a lo contemporáneo, ni a lo actual ni a la eficaz conquista y dominación del mundo natural [4] . Por el contrario, para nosotros, “moderno” es lo que permanece desconectado de la transcendencia, es decir, de los principios inmutables que en realidad gobiernan todas las cosas y que han sido dados a conocer a través de la revelación, en su sentido más universal. Así pues, el modernismo debe compararse con la tradición ( al-din); esta última se refiere a todo lo que es de Origen Divino, junto a su manifestación y despliegue en el plano humano, mientras que el primero, por el contrario, se refiere a todo lo que es meramente humano –y hoy en día, cada vez más, infrahumano– y a todo lo que está separado y desconectado del Origen Divino. [5]
Obviamente, la tradición siempre ha acompañado a la existencia humana y, de hecho, ha sido una de sus características, mientras que el modernismo es un fenómeno muy reciente. Desde que habita la tierra, el hombre ha enterrado a sus muertos y ha creído en la otra vida y en el mundo del espíritu. Durante “cientos de miles” de años de vida humana en la tierra, el hombre ha mantenido una actitud tradicional y no ha “evolucionado” en lo que respecta a su relación con Dios y la naturaleza, considerada esta última como la creación y la teofanía de Dios. [6]
Comparado con este largo periodo de la historia durante el cual el hombre no ha dejado de celebrar lo Divino ni de cumplir su función como vicario (jalifa) de Dios en la tierra, el periodo de dominio del modernismo, desde el Renacimiento en la Europa del siglo XV hasta la actualidad, parece ser poco más que un parpadeo [7] . Sin embargo, es este efímero periodo el que nos ha tocado vivir; de ahí el claro dominio del modernismo frente al cual tantos musulmanes se retiran impotentes, o bien se unen a él con esa felicidad un tanto superficial que nos acompaña al sentirnos seducidos por este mundo.
También debemos decir algunas palabras sobre el término “pensamiento”, tal y como se entiende en la expresión “pensamiento moderno”. Tal y como se emplea en este contexto, el término “pensamiento” es algo moderno, y no tradicional. El vocablo árabe fikr o el persa andishah, los cuales se emplean como su equivalente, apenas aparecen con el mismo significado en los textos tradicionales. De hecho, lo que correspondería al modo tradicional de entender este término está más cerca del vocablo francés pensée, tal y como lo empleó Pascal; un término que se puede traducir mejor como “meditación”, en lugar de “pensamiento”. De hecho, tanto fikr como andishah están relacionados con la meditación y la contemplación, y no con la actividad mental puramente humana –y, por lo tanto, no divina–, con la cual se asocia habitualmente el término “pensamiento” [8] . No obstante, si usamos el término “pensamiento” es porque nos estamos dirigiendo a un público familiarizado con todo lo que este término implica, viéndonos obligados a usar un recurso y un lenguaje en el que no es posible emplear, sin sentirse un tanto arrepentido, otro término con la misma variedad de significados, que sea capaz de abarcar tantas formas de actividad mental y a su vez carezca de esa limitación en sentido “vertical” que posee el término “pensamiento” en el lenguaje contemporáneo.
Todas estas formas de actividad mental que constituyen el pensamiento moderno y que van desde la ciencia a la filosofía, la psicología e incluso ciertos aspectos de la religión misma, poseen algunos rasgos y características comunes que debemos conocer y estudiar antes de poder ofrecer una respuesta islámica al pensamiento moderno. Tal vez el primer rasgo básico del pensamiento moderno que cabe destacar es su naturaleza antropomórfica. Una forma de pensamiento que niega la existencia de cualquier principio superior al hombre sólo puede ser antropomórfica. Alguien podría objetar que la ciencia moderna no es antropomórfica, sino que son más bien las ciencias premodernas las que deben ser consideradas como antropocéntricas. Sin embargo, a pesar de las apariencias, esta afirmación resulta ser una mera ilusión cuando examinamos de cerca los aspectos epistemológicos implicados. Es cierto que la ciencia moderna describe un universo donde no hay lugar para el hombre en tanto que espíritu, mente e incluso psique, y que un universo así parece “inhumano” y desconectado de la condición humana. Pero no debemos olvidar que, aunque el hombre moderno ha creado una ciencia que excluye la realidad humana de la descripción general del universo [9] , el criterio y los instrumentos de conocimiento que definen esta ciencia son pura y simplemente humanos. Es la razón del hombre y sus cinco sentidos los que establecen esta ciencia. Incluso el conocimiento de las galaxias más lejanas está contenido en la mente humana. Por lo tanto, este mundo científico del que el hombre ha sido eliminado se apoya, sin embargo, sobre una base antropomórfica: el polo subjetivo del conocimiento, es decir, el sujeto que conoce y define lo que es la ciencia.
En contraste, las ciencias tradicionales no eran antropomórficas en absoluto, en el sentido de que, desde su perspectiva, el lugar y el receptáculo del conocimiento no era la mente humana sino, en última instancia, el Intelecto Divino. La verdadera ciencia no se basaba en la razón puramente humana, sino en el Intelecto que pertenece al nivel supra-humano y que, sin embargo, ilumina la mente humana [10] . Si las cosmologías medievales situaban al hombre en el centro no se debía a que fueran “humanistas” en el sentido renacentista del término, de acuerdo al cual el hombre terrenal y caído era la medida de todas las cosas, sino a que permitían al hombre considerar el cosmos como si fuera una bóveda a través de la cual el ser humano debe viajar y la cual debe transcender. Y en verdad no se puede iniciar un viaje desde ningún lugar, excepto desde uno mismo. [11]
Así pues, si encontramos las características del antropomorfismo en la ciencia moderna, éstas resultan aún más evidentes en otras formas y aspectos del pensamiento moderno, como la psicología, la antropología o la filosofía. El pensamiento moderno, cuyo padre y progenitor es, en cierto sentido, la filosofía, se volvió profundamente antropomórfico desde el momento en que el hombre se convirtió en el criterio para conocer la realidad. Cuando Descartes afirmó “pienso, luego existo” (cogito ergo sum), situó la conciencia individual de su propio ser limitado como criterio de la existencia, pues, ciertamente, el “yo” de Descartes no es el “yo” Divino a través del cual Hallay [12] exclamó “yo soy la Verdad” (ana'l-Haqq ), el “yo” Divino que, de acuerdo a las doctrinas tradicionales, es el único con derecho a decir “yo” [13] . Hasta Descartes, el Ser Absoluto, el Ser de Dios, era el que determinaba la existencia humana y los distintos niveles de la realidad. Pero con el racionalismo cartesiano, la existencia humana individual se convirtió en el criterio para conocer la realidad y también la verdad. En la corriente principal del pensamiento occidental, y excluyendo ciertos modelos de menor importancia, la ontología dio paso a la epistemología, la epistemología a la lógica; y por último, a modo de reacción, la lógica se vio enfrentada a esas “filosofías” antirracionales tan comunes hoy en día. [14]
Lo que ocurrió en Occidente en el periodo posterior a la Edad Media es que los niveles más elevados de la realidad fueron eliminados tanto del ámbito subjetivo como del objetivo. No había nada más elevado en el hombre que la razón y no había nada más elevado en el mundo objetivo que aquello que la razón podía comprender con la ayuda de los sentidos. Esto, desde luego, no podría ser de otra manera si recordamos el conocido principio de adecuación (la adaequatio de Santo Tomás de Aquino), según el cual para conocer algo es necesario un instrumento de conocimiento adecuado y conforme a la naturaleza de lo que se desea conocer. Y ya que el hombre moderno rechaza aceptar un principio superior a sí mismo, es evidente que todo lo que produzca su mente y sus pensamientos sólo puede ser antropomórfico.
Un segundo rasgo del modernismo, relacionado muy de cerca con el antropomorfismo, es la ausencia de principios que caracteriza al mundo moderno. La naturaleza humana es demasiado inestable, cambiante y turbulenta para poder servir como principio de nada. Esto es así porque un modo de pensar que no es capaz de transcender el nivel humano y que continúa siendo antropomórfico no puede sino carecer de principios. En el ámbito de los actos, es decir, en el dominio de la moral (aunque la moral no pueda reducirse simplemente a los actos) y, desde otro punto de vista, en el de la política y la economía, todo el mundo percibe esta ausencia de principios. Pero alguien podría objetar que los principios sí existen en lo que a las ciencias se refiere. Sin embargo, también aquí debe afirmarse que ni el empirismo, ni la demostración mediante procedimientos inductivos, ni siquiera la confianza en los datos de los sentidos confirmados por la razón pueden servir como principios en un sentido metafísico. Todos son válidos a su propio nivel, como lo es la ciencia creada por ellos. Pero están desligados de los principios inmutables, al igual que la ciencia moderna, la cual ha descubierto muchas cosas en un cierto nivel de realidad, pero, debido a su separación de los principios más elevados, ha provocado el desequilibrio a través de sus propios descubrimientos e invenciones. Entre las ciencias modernas, sólo de las matemáticas se puede decir que poseen ciertos principios, en el sentido metafísico del término. El motivo es que, a pesar de todo, las matemáticas siguen siendo una ciencia platónica, y sus leyes descubiertas por la mente humana continúan reflejando los principios metafísicos, al igual que la razón misma no puede sino mostrar el hecho de que es un reflejo, aunque sea tenue, del Intelecto. Los descubrimientos de las otras ciencias, en la medida en que se ajustan a ciertos aspectos de la naturaleza de la realidad, poseen sin duda un significado simbólico y metafísico, pero eso no supone que estas ciencias estén unidas a los principios metafísicos ni integradas en una forma más elevada de conocimiento. Esta integración podría tener lugar, pero en la práctica no ha sido así. Por lo tanto, la ciencia moderna y sus derivados, al igual que otros frutos de esa manera de pensar y de actuar que hemos asociado con el modernismo, sufren la ausencia de principios que caracteriza al mundo moderno, una ausencia que se nota aún más cuando la historia de ese mundo queda al descubierto.
Cabe preguntarse de qué otros medios de conocimiento disponían otras civilizaciones antes del periodo moderno. La respuesta está bastante clara, al menos para aquellos musulmanes que conocen la vida intelectual del Islam: la revelación y la intuición o visión intelectual (dhawq, kashf o shuhud). [15] Los intelectuales musulmanes consideraron la revelación como la principal fuente de conocimiento, y no sólo como un medio para aprender las leyes morales relacionadas con la vida diaria. También fueron conscientes de que el hombre puede purificarse hasta que el “ojo del corazón” (‘ayn al-qalb), ubicado en el centro de su ser, se abra y le permita acceder a la visión directa de las realidades celestiales [16] . Por último, aceptaron la capacidad de la razón para conocer, pero esta razón siempre estuvo unida, por un lado, a la revelación, y por el otro, a la intuición intelectual, y de ambas obtenía su sustento. Los pocos en el mundo islámico que cortaron este lazo de unión y proclamaron la independencia de la razón con respecto a la revelación y la intuición nunca fueron aceptados en la corriente principal del pensamiento islámico. Permanecieron como figuras marginales, mientras que, por el contrario, en el Occidente postmedieval, quienes buscaban conservar y defender la dependencia de la razón con respecto a la revelación y el Intelecto fueron marginados, y la corriente principal del pensamiento occidental moderno rechazó la revelación y la intuición intelectual como medios de conocimiento. En los tiempos modernos, incluso los filósofos de la religión y los teólogos rara vez defienden la Biblia como fuente de un conocimiento sapiencial que, al estilo de San Buenaventura, podría definir e integrar la scientia. Los pocos que consideran la Biblia como una guía intelectual suelen estar tan limitados por sus interpretaciones literales y superficiales del Libro Sagrado que, en sus disputas con las ciencias modernas, resulta casi inevitable la victoria de los racionalistas.
Cuando reflexionamos sobre éstas y otras destacadas características del modernismo, llegamos a la conclusión de que, para entender el modernismo y sus manifestaciones, es esencial comprender cuál es su manera de concebir al hombre. Debemos tratar de descubrir cómo se concibe el hombre moderno a sí mismo y a su destino, y cómo se ve con respecto a Dios y al mundo. Además, es fundamental comprender qué es lo que constituye el alma y la mente de los hombres y las mujeres cuyos pensamientos e ideas han moldeado y siguen moldeando el mundo moderno. Pues si hombres como Ghazzali y Rumi o, para el caso, un Erígena o un Eckhardt ocuparan las cátedras de filosofía de las principales universidades de Occidente, no cabe duda de que se produciría otro tipo de filosofía en esta parte del mundo. Un hombre piensa de acuerdo a lo que es o, como dijo Aristóteles, el conocimiento depende del modo del conocedor.
La idea moderna del hombre refleja a un ser “liberado” del Cielo, dueño absoluto de su propio destino, atado a la tierra pero también dueño de ella, ignorante de todas las realidades escatológicas a las que ha reemplazado por un cierto estado de perfección en un tiempo histórico profano, indiferente, por no decir totalmente opuesto, al mundo del Espíritu y a sus demandas, y carente de un sentido de lo sagrado. Un estudio de esta concepción moderna del hombre revelará hasta qué punto han sido y son inútiles los esfuerzos de esos modernos “reformistas” musulmanes que han tratado de armonizar el Islam con el modernismo, tal y como éste lo hemos definido aquí. [17]
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
- René Guenón, El reino de la cantidad y los signos de los tiempos , Paidós, Barcelona, 1997.
- René Guénon, La crisis del mundo moderno , Paidós, Barcelona, 2001.
- Martin Lings , Creencias antiguas y supersticiones modernas , Olañeta, Barcelona, 2003.
- Prof. Douglas Karim Crow, “ Racionalismo e Islam ”, revista Alif Nûn nº 65, noviembre de 2008.
NOTAS.-
[1] Traducción, extracto y adaptación del texto aparecido en Al-Serat, vol. VI, nº 1. Disponible online en: http://www.al-islam.org/al-serat/reflect-nasr.htm
[2] Seyyed Husein Nasr (Teherán, Irán, 1933) es profesor en el Departamento de Estudios Islámicos de la Universidad George Washington. Filósofo y experto en religiones comparadas, sufismo, filosofía de la ciencia y metafísica, ha escrito multitud de libros sobre el Islam, muchos de ellos traducidos al castellano, entre los que pueden destacarse Hombre y naturaleza , Kier, Buenos Aires, 1982; Sufismo vivo , Herder, Barcelona, 1985; Vida y pensamiento en el Islam , Herder, Barcelona, 1985; El corazón del Islam , Editorial Kairós, Barcelona, 2007; Poemas de la vía mística , Mandala Ediciones, Madrid, 2002. Véase también otras de sus obras: “ La Sharî'a: Ley divina, norma social y humana ”, revista Alif Nûn nº 28, junio de 2005; “ El significado espiritual del yihad ”, revista Alif Nûn nº 54, noviembre de 2007; “¿Qué es el Islam tradicional?”, revista Alif Nûn nos 57 (febrero de 2008) y 58 (marzo de 2008); “Ciencia y civilización en el Islam”, revista Alif Nûn nos 62 (julio de 2008) y 63 (septiembre de 2008); “El Islam y la ciencia moderna”, revista Alif Nûn nos 70 (abril de 2009) y 71 (mayo de 2009). (Nota de la Redacción).
[3] El Islam se basa en el intelecto, y el intelecto es luz, tal y como lo expresa el hadiz inna'l-'aqla nurun (“En verdad, el intelecto es luz”). El Islam queda reflejado de manera característica en el patio de la Alhambra, cuyas formas son cristalizaciones de la luz y cuyos espacios quedan definidos por los rayos de esa luz que simboliza el Intelecto Divino en este mundo. (Nota del autor).
Para más información, véase Hasan Bize, “ Fundamentos metafísicos del arte islámico ”, revista Alif Nûn nº 50, junio de 2007; “ La Alhambra de Granada ”, revista Alif Nûn nº 50, junio de 2007; Titus Burckhardt, El arte del Islam , Olañeta, Palma de Mallorca, 1999; Oleg Grabar, La Alhambra: iconografía, formas y valores , Alianza, Madrid, 2003; Antonio Enrique, Tratado de la Alhambra hermética , Port-Royal, Granada, 2005; Mª Elena Díaz Jorge (ed.), La Alhambra y el Generalife. Guía histórico-artística , Univ. de Granada, Granada, 2006. (Nota de la Redacción).
[4] Para más información sobre la forma tradicional de entender la naturaleza, en contraste con el punto de vista moderno, véase Redacción Alif Nûn , “La Naturaleza sagrada ”, revista Alif Nûn nº 35, febrero de 2006 (Nota de la Redacción).
[5] Sobre la tradición y el modernismo tal y como lo entendemos aquí y, de hecho, en todas nuestras obras, véase F. Schuon , Light on the Ancient Worlds , Londres, 1969 [Edición española: Miradas a los mundos antiguos, Olañeta, Palma de Mallorca, 2004] y R Guenon, The Crisis of the Modern World , Londres, 1962 [Edición española: La crisis del mundo moderno , varias ediciones]. Si nos vemos obligados a definir de nuevo estos términos aquí es porque, a pesar de que destacados escritores tradicionales como Guenon, Schuon , A. K. Coomaraswamy, T. Burckhardt, M. Lings y otros han dedicado un número considerable de obras a este tema, para muchos lectores, sobre todo musulmanes, todavía no ha quedado clara la diferencia entre tradición y modernidad. Todavía identifican la tradición con las costumbres y la modernidad con todo lo que es contemporáneo. Muchos estudiosos occidentales del Islam también identifican la modernidad con el avance, el desarrollo y otros conceptos similares, como si el simple paso del tiempo fuese una garantía de mejora. Por ejemplo, C. Leiden, politólogo y estudioso del Islam contemporáneo, escribe: “Igualmente importante es la manera en que el propio término ‘modernización’ puede ofrecer una nueva perspectiva sobre estas cuestiones. Esta no es la primera vez en la historia que algunas sociedades se han visto enfrentadas con otras sociedades más ‘avanzadas’ y han aprendido a adaptarse a ellas. Cada vez que esto ha ocurrido se ha producido, en cierto
sentido, un choque o un contacto con la modernización.” (J. A. Bill y C. Leiden, Politics Middle East , p 63). El autor cita como ejemplo el enfrentamiento de los romanos con los griegos y el de los árabes con los bizantinos y los persas. Sin embargo, a pesar de la decadencia de la cultura griega tardía, ni los griegos ni, por supuesto, la teocracia de los bizantinos y de los persas fueron modernos, de acuerdo a nuestra definición de esta palabra, por lo que ahora sería la primera vez que las sociedades tradicionales se enfrentan al modernismo.
[6] A pesar del carácter absolutamente antitradicional de la perspectiva que domina la antropología moderna, incluso algunos antropólogos han llegado a la conclusión de que, desde un punto de vista metafísico y espiritual, el hombre no ha evolucionado ni un ápice desde la Edad de Piedra. Si en las primeras décadas del siglo XX este punto de vista era defendido por unos pocos eruditos como A. Jeremias y W. Schmidt, en los últimos años ha recibido un mayor apoyo, basado en las amplias evidencias que reflejan los estudios de hombres como J. Servier y, desde el punto de vista de la antropología religiosa, M. Eliade. (Nota del autor).
A este respecto, véanse algunas obras de M. Eliade como Diccionario de las religiones , Paidós, Barcelona, 1999; Historia de las creencias y las ideas religiosas. De la Edad de Piedra a los misterios de Eleusis, Paidós, Barcelona, 2003; Lo sagrado y lo profano , Paidós, Barcelona, 2005. (Nota de la Redacción).
[7] Debe recordarse que incluso durante este periodo relativamente corto de cinco siglos, el mundo musulmán ha seguido siendo tradicional en su mayor parte, y no ha sentido el pleno impacto del modernismo hasta hace un siglo. Véase S. H. Nasr, Islam and the Plight of Modern Man , Londres, 1976.
[8] En el famoso poema persa “Invoca hasta que tu invocación haga surgir la meditación (fikr ) y dé origen a cien mil ‘pensamientos’ (andishah ) puros”, queda clara la relación de la actividad mental en un contexto tradicional con la práctica espiritual y la contemplación.
[9] Recientemente se ha intentado evitar el reduccionismo de la física clásica e introducir factores como la vida e incluso la psique en las descripciones del Universo. Pero el punto de vista habitual de la ciencia moderna sigue siendo el de reducir el espíritu a la mente, la mente a los aspectos externos de la psique, los aspectos externos de la psique al comportamiento de los organismos vivos, y los organismos vivos a las estructuras moleculares. El hombre que conoce y que posee la certeza de su propia conciencia queda reducido así a elementos químicos y físicos que en realidad son conceptos de su propia mente impuestos sobre el dominio de la naturaleza. Véase A. Koestler y J. R. Smythies (eds.), Beyond Reductionism, Londres, 1959, especialmente el artículo de V. E.
Frankl, “Reductionism and Nihilism”, donde escribe: “el peligro actual no reside realmente en que los científicos puedan perder la universalidad, sino más bien en que pretendan y afirmen tener acceso a la totalidad...el verdadero nihilismo de hoy en día es el reduccionismo...el nihilismo contemporáneo ya no utiliza la ‘nada’ o el ‘vacío’ como bandera, sino que se camufla en la creencia de que el hombre no es sino el resultado de las condiciones biológicas, psicológicas y sociológicas (nothingbutness ). De este modo, el fenómeno humano se convierte en un simple epifenómeno.” Véase también el excelente trabajo de E. F. Schumacher, A Guide for the Perplexed, Nueva York, 1977, especialmente el primer capítulo, donde se discute esta cuestión.
[10] Véase F. Brunner, Science et realite, Paris, 1956, donde el autor muestra con claridad que las ciencias tradicionales no poseían un carácter antropomórfico, pues dependían del Intelecto Divino, y no de la simple razón humana.
[11] Con respecto al estudio del cosmos como una bóveda, desde un punto de vista islámico, véase S. H. Nasr, An Introduction to Islamic Cosmological Doctrines, Londres, 1978, capítulo 15.
[12] Para más información sobre la figura de Hallay, véase Mansur Hallay, Diván , Oriente y Mediterráneo, Madrid, 2002; Al-Hallaj, Diván , Olañeta, Barcelona, 2005; Louis Massignon, La pasión de Hallaj , Paidós, Barcelona, 2000; Herbert Mason, “Hallay y la escuela sufí de Bagdad”, revista Sufí nº 2 , Nur, Madrid, invierno de 2001. (Nota de la Redacción).
[13] Veáse S. H. Nasr, “Self-awareness and Ultimate Selfhood”, Religious Studies , vol 13, nº 3, sept. 1977, pp. 319-325.
[14] El estudio clásico de E. Gilson, The Unity of Philosophical Experience , continúa siendo valioso en la medida en que investiga este desarrollo del pensamiento occidental.
[15] Fue sobre todo Sadr al-Din Shirazi quien aclaró, tal vez más que ningún otro filósofo musulmán, la relación entre razón, intuición y revelación, las tres vías disponibles para el hombre en su búsqueda del conocimiento. Véase S. H. Nasr, Sadr al-Din Shirazi and his Transcendent Theosophy, Londres, 1978.
[16] Para una explicación más exhaustiva de lo que significa el “ojo del corazón” (‘ayn al-qalb), véase Martin Lings , El libro de la certeza. La doctrina sufí de la fe, la visión y la gnosis , Olañeta, Palma de Mallorca, 2002. (Nota de la Redacción).
[17] Sin duda, hay muchos hombres y mujeres que viven en el mundo moderno que no aceptarían esta descripción del hombre moderno en lo que a ellos mismos se refiere. Pero estas personas, cuyo número, de hecho, aumenta día a día en Occidente, en realidad son contemporáneas, y no modernas. Las características que hemos mencionado pertenecen al modernismo como tal, y no a
un individuo contemporáneo en particular que puede de hecho oponerse a ellas. Véase Eaton, The King of the Castle, Londres, 1977.
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