Al-Manar
26/05/2010
El periodista Ron Ben-Yishai ha analizado para el periódico israelí Yedioth Aharonoth la humillante retirada israelí del Sur de Líbano en 2000.
“Hasta este día, tiemblo de vergüenza cuando recuerdo esa noche de Mayo de 2000. No puedo olvidar al soldado del Cuerpo Acorazado gritar a su teléfono móvil: “Mamá, estoy fuera.” No puedo olvidar el jefe regional cerrando la puerta de la Buena Cerca detrás de él con una expresión congelada; no puedo olvidar a un grupo de miembros del grupo Cuatro Madres (que pedían la retirada israelí de Líbano) celebrando su victoria política en una conferencia de prensa (extraña, por no decir otra cosa) con el jefe del Ejército y el jefe del Mando Norte. Frente a estas imágenes, no puedo olvidar a (Sayyed) Nasrallah, que durante esas mismas horas ultimaba su famoso discurso de la “tela de araña.” Él sabía ya que la retirada de la zona de seguridad era el inicio de un nuevo capítulo en lugar del final de la sangrienta lucha,” escribió Ben Yishai.
Él señaló que los niveles militar y político de Israel tenían dos opciones en el momento en el que el Ejército del Sur de Líbano (ESL), formado por colaboracionistas, se colapsó. “Llevar (a Líbano) fuerzas de la reserva que tomarían las posiciones y las mantendrían hasta que el gobierno decidiera sobre la retirada y hasta que los miembros del ESL fueran evacuados a nuestro territorio de una manera ordenada -una acción que habría impedido que se diera la imagen de una retirada apresurada-, pero esto podría haber significado la muerte de muchos soldados israelíes, o de forma alternativa, preparar una temprana y rápida evacuación de las tropas israelíes de la zona de seguridad, en línea con un plan y sin bajas. El Mando Norte del Ejército estaba preparado para poner en práctica la retirada, incluyendo la demolición de los puestos del Ejército. El gobierno de Barak escogió la segunda opción.”
Ben Yishai continuó diciendo: “Al mismo tiempo, Hezbollah entró en los puestos del ESL y se apoderó de los equipos y los tanques que encontró. Estas escenas quedaron grabadas en la memoria colectiva del mundo y también en la nuestra, reforzando así la noción de que la retirada de la zona de seguridad supuso una victoria para (Sayyed) Nasrallah y sus hombres.”
El autor sugiere que el escenario podría haber sido diferente si “Ehud Barak y sus ministros hubieran escuchado a aquellos que le recomendaron que la retirada tuviera lugar una vez que el colapso de la moral del ESL comenzó a ser visible. Habría sido posible llevar a cabo la retirada rápidamente y en una noche en marzo o abril de 2000, con el Ejército israelí y el ESL operando juntos, bajo la cubierta de fuego de artillería pesada contra las posiciones y sitios de lanzamiento de Hezbollah. Hezbollah habría probablemente respondido lanzando cohetes contra la Galilea. Sin embargo, el bombardeo del Ejército israelí habría creado un efecto disuasorio. Sin embargo, no se hizo así. De este modo, quedamos con la vergüenza (de la huida), que fue cubierta por los medios y hemos pagado un alto precio por ello.”
Ben Yishai añade que “la Segunda Intifada estalló cinco meses después debido, hasta un notable extremo, al aliento que Arafat y Hamas obtuvieron de los hechos que rodearon a la retirada israelí de Líbano. Nueve días más tarde, Hezbollah tendió una embocada y mató a varios soldados israelíes, capturando a tres de ellos en Monte Dov. Esto fue cuando se produjo el segundo error, que fue peor que el primero. En lugar de responder “muy dentro de Líbano”, como Barak había prometido después de la retirada si Hezbollah continuaba atacando, dimos una respuesta tibia. Barak explica que esto respondió a su deseo de evitar una guerra intensa en dos frentes. Él no deseaba abrir un frente libanés mientras que el Ejército y la Policía israelíes trataban de contener la intifada palestina, que acababa de estallar, y se habían producido choques violentos con los árabe-israelíes en el área de Wadi Ara.”
“El respaldo internacional que Israel podría haber utilizado -debido a la retirada de Líbano- para conseguir una dura respuesta contra Hezbollah fue desperdiciado en lugar de ser utilizado. Estos hechos y la contención mostrada por el gobierno de Sharon, que siguió al de Barak, reforzaron aparentemente la visión de que Israel es un tigre de papel entre Nasrallah y sus hombres y supuso el fin de nuestra capacidad de disuasión,” señaló Ben Yishai.
Ben Yishai expresó su preocupación por la posibilidad de ver a la entidad sionista bajo los misiles de Hezbollah en el futuro y sugirió que Israel debería buscar una solución a este “problema” en Damasco y Teherán con la ayuda norteamericana. “Sin embargo, si esto falla la otra opción sería una campaña militar bien planificada, que sería lanzada antes de que los misiles empiecen a explotar en nuestro territorio,” concluyó.
jueves, 27 de mayo de 2010
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