jueves, 27 de mayo de 2010

EE.UU. expande acciones militares secretas en Oriente Próximo

27-05-2010
Mark Mazzetti
New York Times/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El máximo comandante estadounidense en Oriente Próximo ha ordenado una amplia expansión de la actividad militar clandestina en un esfuerzo por desestabilizar a grupos combatientes o contrarrestar amenazas en Irán, Arabia Saudí, Somalia y otros países en la región, según funcionarios de la defensa y documentos militares.

La directiva secreta, firmada en septiembre por el general David H. Petraeus, autoriza el envío de soldados de Operaciones Especiales estadounidenses a naciones amigas y hostiles en Oriente Próximo, Asia Central y el Cuerno de África para recolectar información y establecer vínculos con fuerzas locales. Funcionarios dijeron que la orden también permite a realización de tareas de reconocimiento que podrían formar parte de preparativos para posibles ataques militares en Irán si aumentan las tensiones por sus ambiciones nucleares.

Aunque el gobierno de Bush había aprobado algunas actividades militares clandestinas lejos de zonas de guerra designadas, la nueva orden tiene el propósito de que tales esfuerzos sean más sistemáticos y a largo plazo, dijeron los funcionarios. Sus objetivos son construir redes que puedan “penetrar, desestabilizar, derrotar o destruir” a al-Qaida y a otros grupos combatientes, así como “preparar el entorno” para futuros ataques por fuerzas militares estadounidenses o locales, dice el documento. La orden, sin embargo, no parece autorizar ataques ofensivos en ningún país específico.

Al ampliar sus actividades secretas, los militares de EE.UU. también han tratado en años recientes de romper su dependencia de la Agencia Central de Inteligencia y otras agencias de espionaje para obtener información en país sin una presencia significativa de tropas estadounidenses.

La orden del general Petraeus tiene que ver con pequeños equipos de soldados estadounidenses para colmar brechas de información sobre organizaciones terroristas y otras amenazas en Oriente Próximo y más allá, especialmente respecto a grupos emergentes que conspiren para realizar ataques contra EE.UU.

Pero algunos responsables del Pentágono se preocupan de que ese papel expandido involucre riesgos. Las actividades autorizadas podrían afectar las relaciones con gobiernos amigos como Arabia Saudí y Yemen –que podrían permitir las operaciones pero ser renuentes a reconocer su cooperación– o incitar el enojo de naciones hostiles como Irán y Siria. Muchos en las fuerzas armadas también están preocupados de que a medida que soldados estadounidenses asuman roles muy alejados del combate tradicional, arriesgarían ser tratados como espías si son capturados y que se les negarían las protecciones de la Convención de Ginebra que obtienen detenidos militares.

No es claro cuáles son las operaciones precisas que autoriza la directiva, y lo que los militares han hecho para cumplir con la orden. El documento, una copia del cual ha sido vista por The New York Times, suministra pocos detalles sobre misiones continuadas u operaciones de recolección de información.

Varios funcionarios del gobierno que describieron el alcance de la orden estuvieron dispuestos a hablar sólo bajo condición de anonimato porque el documento es confidencial. Portavoces de la Casa Blanca y del Pentágono se negaron a comentar para este artículo. The Times, respondiendo a preocupaciones sobre la seguridad de los soldados expresadas por un funcionario en el Comando Central de EE.UU., la central militar dirigida por el general Petraeus, no dieron a conocer detalles sobre cómo estos serían desplegados en ciertos países.

La directiva de siete páginas parece autorizar operaciones específicas en Irán, probablemente para reunir información sobre el programa nuclear del país o identificar a grupos disidentes que podrían ser útiles para una futura ofensiva militar. El gobierno de Obama insiste en que por el momento, está comprometido a castigar a Irán por sus actividades nucleares sólo con sanciones diplomáticas y económicas. No obstante, el Pentágono tiene que preparar anticipadamente planes de guerra detallados, en caso de que el presidente Obama llegue a autorizar un ataque.

“No es posible que se coja desprevenido al Departamento de Defensa”, dijo un funcionario del Pentágono informado de la orden del general Petraeus.

La directiva, la Orden Ejecutiva de Fuerza de Tareas Conjunta de Guerra Inconvencional, firmada el 30 de septiembre, también ayudó a establecer un fundamento para el aumento de la actividad militar estadounidense en Yemen que comenzó tres meses después.

Soldados de Operaciones Especiales comenzaron a trabajar con militares de Yemen para tratar de desmantelar a al-Qaida en la Península Arábiga, afiliados a la red terrorista de Osama bin Laden basada en Yemen. El Pentágono también ha realizado ataques con misiles desde barcos de la Armada contra presuntos refugios de combatientes y planifica gastar más de 155 millones de dólares para equipar a tropas yemeníes con vehículos blindados, helicópteros y armas portátiles.

Funcionarios dijeron que numerosos altos comandantes, entre ellos el general Petraeus, han propugnado una interpretación expansiva del rol de los militares en todo el mundo, argumentando que las tropas tienen que operar más allá de Iraq y Afganistán para atacar mejor a grupos combatientes.

La orden, que según un funcionario fue preparada en estrecha coordinación con el almirante

Eric T. Olson, oficial a cargo del Comando de Operaciones Especiales de EE.UU., prevé actividades clandestinas que “no pueden ser o no serán realizadas” por operaciones militares convencionales o “actividades inter-agencias”, una referencia a las agencias de espionaje estadounidenses.

Aunque la CIA y el Pentágono han tenido frecuentemente diferencias de opinión sobre la expansión de la actividad militar clandestina, más recientemente sobre recolección de información por contratistas del Pentágono en Pakistán y Afganistán, no parece haber habido una disputa significativa respecto a la orden de septiembre.

Un portavoz de la CIA se negó a confirmar la existencia de la orden del general Petraeus, pero dijo que la agencia de espionaje y el Pentágono tienen una “relación estrecha” y generalmente coordinan las operaciones en el terreno.

“Hay más que suficiente trabajo a realizar”, dijo el portavoz, Paul Gimigliano. “La verdadera clave es la coordinación. Eso generalmente funciona bien, y si se presentan problemas, son resueltos.”

Durante el gobierno de Bush, el secretario de defensa Donald H. Rumsfeld apoyó las operaciones militares clandestinas, con el argumento de que las tropas de Operaciones Especiales pueden ser tan efectivas como los espías tradicionales, si no más.

A diferencia de acciones clandestinas emprendidas por la CIA, una actividad clandestina semejante no requiere la aprobación del presidente o informes regulares al Congreso, aunque funcionarios del Pentágono han dicho que cualquier iniciativa de importancia será aprobada por el Consejo Nacional de Seguridad. Los soldados de Operaciones Especiales ya han sido enviados a una serie de países para realizar misiones de reconocimiento, incluyendo operaciones para reunir información sobre pistas de aterrizaje y puentes.

Algunas de las iniciativas del señor Rumsfeld fueron controvertidas, y encontraron la resistencia de algunos en el Departamento de Estado y en la CIA que interpretaron las tropas como un intento encubierto del Pentágono de ejercer influencia más allá de las zonas de guerra. En 2004, uno de los primeros grupos enviados al extranjero fue sacado de Paraguay después de matar a un asaltante armado de pistola que los había atacado cuando salían de un taxi.

Una orden del Pentágono durante ese año dio autoridad a los militares para ataques ofensivos en más de una docena de países, y soldados de Operaciones Especiales los realizaron en Siria, Pakistán y Somalia.

En contraste, la orden de septiembre del general Petraeus se concentra en la recolección de información –por tropas estadounidenses, hombres de negocios extranjeros, académicos y otros– para identificar a militantes y suministrar “una persistente percepción situacional”, mientras forjan lazos con grupos indígenas locales.

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Thom Shanker y Eric Schmitt contribuyeron reportajes.

Copyright 2010 The New York Times Company

http://www.informationclearinghouse.info/article25533.htm

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