jueves, 11 de marzo de 2010
Mordechai Vanunu no quiere el Premio Nobel
12-03-2010
Rannie Amiri
CounterPunch
Traducido del inglés por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
«Él [Vanunu] nos escribió cartas este año, y también el pasado, en las que señala explícitamente que no quiere ser candidato al Premio Nobel de la Paz. La razón que ha dado es que Simon Peres, que recibió el Premio, fue el padre de la bomba atómica israelí. Y Vanunu no quiere que le asocien con Peres de ningún modo» (Geir Lundestad, Director del Instituto Noruego del Nobel y secretario del Comité Noruego del Nobel, 24 de febrero de 2010).
Por primera vez en la historia del Comité Noruego del Nobel ha habido una petición con derecho preferente para retirar una nominación, presentada por el propio candidato.
La semana pasada salió a la luz que en una carta dirigida al Comité Mordechai Vanunu pidió que se revocase su candidatura. Fue bastante inusual para Geir Lundestad siquiera admitir que se había recibido una nominación, menos aún desvelar públicamente la petición de Vanunu. Pero para Vanunu —un hombre al que se debería haber galardonado con el Premio de la Paz hace mucho tiempo— se trataba de mantener la dignidad, la integridad y la naturaleza inflexible de alguien con quien el mundo tiene una gran deuda.
Mordechai Vanunu, más que un simple informador
Vanunu trabajó como técnico en la central nuclear israelí de Dimona, en el desierto del Néguev desde 1976 a 1985. En una entrevista con The Sunday Times expuso valientemente por primera vez la actividad nuclear clandestina de su país. Una semana antes de la publicación de la entrevista fue atraído con engaños por un agente del Mosad de Londres a Roma, donde fue capturado y llevado a Israel. En un proceso secreto, Vanunu fue acusado de traición, sometido a un juicio sumarísimo y condenado a 18 años tras las rejas. Pasó más de 11 de ellos en régimen de aislamiento.
Vanunu fue liberado de la prisión de Ashkelon’s Shikma en abril de 2004, impenitente y sin disculparse. «Me siento orgulloso y feliz de hacer lo que hice», declaró.
¿Qué hizo para soportar casi veinte años de encarcelamiento?
«Le dije al Shabak [Shin Bet] y al Mosad, ‘no conseguiréis quebrarme, no lograréis que me vuelva loco’».
Las estipulaciones de su libertad condicional le prohibían hablar con periodistas, defensores, o personas no israelíes de ningún tipo. Le vedaron viajar por el país y le prohibieron terminantemente salir del mismo.
En el año 2007 se comprobó que Vanunu estaba violando su libertad condicional en parte, al tratar de viajar de Jerusalén a Belén, lo que le llevó a la cárcel por otros tres meses. El hecho ser un converso al cristianismo y un defensor de los derechos de los palestinos no ayudó en su caso, y sólo sirvió para que aumentase el desprecio acumulado sobre él por sus compatriotas.
Aunque el término «informador» se añade generalmente al nombre de Vanunu, la descripción es débil y poco contundente. Fue más bien como la «sirena» que alertó al mundo sobre las bombas atómicas no declaradas de Israel y la introducción de armas de destrucción masiva en Oriente Próximo.
Simón Peres, el arquitecto del programa atómico de Israel
En 1953 el primer Ministro israelí David Ben Gurion nombró a un joven Simón Peres como Director General del Ministerio de Defensa. Actuando en esta función, Peres ayudó a redactar en 1956 el Protocolo de Sévers (para la activación del ataque británico, francés e israelí a Suez). Aquellos encuentros le llevaron a reclutar la ayuda de Francia para construir el Centro de Investigación Nuclear del Négev.
La crítica implicación de Peres en el desarrollo de la capacidad nuclear de Israel se detalló en Simón Peres; la biografía, del historiador Michael Ben-Zohar. Según Reuters, «el libro divulga nuevos detalles de cómo Peres sirvió como arquitecto entre bastidores del poder militar de Israel obteniendo armas en secreto y comprando un reactor atómico a Francia».
Es precisamente debido a que Peres trazó el rumbo de las armas nucleares de Israel por lo que Vanunu pidió que su nombre se retire de la lista de candidatos al Nobel. No quiere ninguna relación con la supuesta «paloma» que como Ministro de Asuntos Exteriores recibió el Premio Nobel de la Paz de 1994 junto con el Primer Ministro israelí Isaac Rabin y el Presidente de la Autoridad Palestina Yasser Arafat.
Simón Peres, apologista de una masacre
Fue durante la campaña de Israel «Uvas de la Ira» en el Líbano cuando tuvo lugar la masacre de Qana en abril de 1996. En un complejo de las Naciones Unidas cerca del pueblo de Qana, 800 civiles libaneses habían hallado refugio de los combates. Mostrando un completo desprecio tanto por la ONU como por los civiles que protegía la institución, el complejo fue bombardeado por los israelíes matando a 106 inocentes e hiriendo a más de 100.
Israel primero dijo que Hizbulá y no el complejo de la ONU era su objetivo (aunque conocía sus coordenadas exactas). Después dijo que la instalación fue alcanzada accidentalmente debido a «puntería incorrecta basada en datos erróneos» y el uso de mapas anticuados (las explicaciones siempre cambiantes ofrecidas por los israelíes para un ataque deliberado a unas instalaciones de la ONU se repitieron después en la Guerra de Gaza en 2008-2009).
Entonces fue el Primer Ministro Peres quien finalmente justificó el ataque culpando a Hizbulá del mismo usando el cansino, desacreditado y repetitivo pretexto de los «escudos humanos» (otra herramienta que volvió a utilizar el ejército israelí para racionalizar la masacre de civiles en la Guerra de Gaza).
Una investigación posterior de la ONU concluyó que era improbable que el bombardeo del complejo de Qana se hubiera debido a graves errores técnicos o de procedimiento. Una investigación efectuada por Amnistía Internacional halló que el ataque «fue intencional y es condenado». De la misma manera, el informe de Human Rights Watch afirmó, «Declaramos que ésta es una masacre intencionada efectuada con misiles de alta precisión y explosivos».
Lo que el Comité del Nobel y Vanunu deben hacer
Como persona que reveló el programa de armas nucleares de Israel, la concienciación de Vanunu, la posición de principios al solicitar que su nombre se retire de la candidatura al mismo Premio de la Paz que ganó el hombre que engendró dicho programa, es admirable.
Sin embargo el Comité del Nobel no sólo debería seguir considerando a Vanunu, sino otorgarle el Premio de la Paz por ninguna otra razón que desagraviarse a sí mismo como organismo que reconoce hechos, no esperanzas.
Un ignominioso foco se proyectará entonces sobre Israel por impedir a Vanunu viajar a Noruega para aceptarlo, aunque él pudiera aún probablemente rechazar el Premio. Si se le permitiera una conferencia de prensa, se le daría a Vanunu la oportunidad de contar al mundo el vergonzoso papel de Peres en la introducción de armamento nuclear en Oriente Próximo, de hablar de la masacre de Qana que ocurrió bajo su liderazgo, de los crímenes de guerra cometidos en Gaza y de la brutal ocupación de Israel de Jerusalén Oriental y Cisjordania.
Es hora, una vez más, de hacer que suene la sirena.
Rannie Amiri es un comentarista independiente sobre Oriente Próximo. Contacto: rbamiri@yahoo.com
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