martes, 9 de marzo de 2010

En apoyo del Tribunal Russell


09-03-2010
Carlos Sanchis
Rebelión
Revisado por Caty R.

La semana pasada, del 1 al 3 de marzo, tuvo lugar en Barcelona la primera sesión internacional del Tribunal Russell sobre Palestina dedicada a juzgar el comportamiento de la UE y sus Estados miembros con respecto a las violaciones de la legalidad internacional en Israel y Palestina. El tribunal carece de poder para ejecutar su sentencia pero es un referente moral y jurídico para muchos ciudadanos e instituciones. En esta línea se expresaba Julio Cortázar, que formó parte del tribunal, cuando afirmaba que “política y moral son indisolubles aunque la práctica tienda a mostrar otra cosa”.

En 1967, el filósofo Bertrand Russell impulsó este tribunal civil para juzgar los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos en Vietnam. En 1974 se reunió de nuevo e hizo lo propio con las dictaduras de Latinoamérica, logrando un considerable impacto en la opinión pública mundial.

Actualmente representa un enérgico rechazo a las repetidas y numerosas violaciones del derecho internacional. No nos cabe duda alguna de que el objetivo del fundador del tribunal sigue vigente y ha sido el que ha inspirado al jurado, de un elevado perfil moral y una gran calidad intelectual (compuesto por la ex congresista de Estados Unidos Cynthia McKinney, el magistrado emérito del Tribunal Supremo español José Antonio Martín Pallín, la ex ministra de Cultura de Mali Aminata Traoré, el abogado británico Michael Mansfield, la activista francesa Gisèle Halimi, el actor español Alberto San Juan, el ex ministro sudafricano y líder contra el apartheid Ronald Kasrils, la Premio Nobel de la Paz 1976, Mairead Corrigan-Maguire y Stéphane Hessel, corredactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). El fallo de este tribunal señaló que, ante las repetidas violaciones del derecho internacional por parte de Israel, la UE ha fracasado en su elemental obligación de velar por el cumplimiento de las normas básicas del derecho internacional y «exige utilizar todas las vías del Estado de derecho e ir más allá de las simples declaraciones de condena». Para ello se reclama a la UE que «imponga las sanciones diplomáticas, comerciales y culturales necesarias para poner fin a la impunidad con la que actúa Israel desde hace decenios».

Las conclusiones a las que llega el tribunal tras examinar los informes y trabajos aportados por los comités de expertos y las comparecencias de testigos están fundamentadas en hechos precisos y constatables de los que se derivan unas responsabilidades jurídicas concretas. Entre estos hechos pueden citarse la venta de armas a Israel por algunos estados de la UE que se emplearon en la última gran ofensiva contra Gaza, la pasividad ante dicho ataque, la falta de cumplimiento de sus obligaciones legales con respecto al fallo de la Corte Internacional de Justicia referente a la construcción del muro israelí en Cisjordania y las que se derivan de las numerosas convenciones y convenios internacionales. Hechos como estos han motivado que el Tribunal Russell concluya que la UE es corresponsable de las violaciones del derecho Internacional cometidas por Israel, al otorgarle una asistencia ilícita y legitimar sus actos. Recordemos que el Consejo de Seguridad de la ONU ha emitido nada menos que 79 resoluciones que son directamente críticas con Israel por violaciones de resoluciones de la ONU, de la Carta de las Naciones Unidas, de las Convenciones de Ginebra, terrorismo internacional u otras violaciones del Derecho Internacional.

Nuestro país acaba de aprobar un importante recorte de la jurisdicción universal y otros países están recibiendo presiones para que lo hagan. Estas modificaciones legislativas, garantizarán la impunidad, incluso, de presuntos criminales de guerra. Estamos en un momento en el que algunos Estados están tratando de cambiar los principios y estipulaciones del derecho internacional para acomodarlo abiertamente a sus propios intereses; aunque con ello se lleven por delante los derechos de personas y comunidades enteras. Así pues, vemos que el derecho internacional se aplica con dos varas de medir: una para estados pobres y con escasa influencia y otra para los que gozan de recursos, poder y notoriedad para eludir el peso de la ley. Por todo eso es de una importancia capital que iniciativas como el Tribunal Russell tengan un amplio apoyo y vean garantizada su continuidad. Ésa es, sin duda, la intención y el compromiso del amplio, plural y cualificado Comité de Apoyo Internacional. Este Comité cuenta con prestigiosos juristas, políticos, artistas e intelectuales de todo el mundo entre los que se hallan Boutros-Ghali, Noam Chomsky, José Saramago, Eduardo Galeano, Jonathan Cook, Susan George, John Dugard, Costa Gravas, Juan Goytisolo, Naomi Klein, Illan Pape Vandana Shiva o Ken Loach; por citar unos pocos de una larga lista que encabezan el presidente de la Fundación Bertrand Russell para la Paz del Reino Unido, Ken Coates; el Premio Sajárov por la libertad de pensamiento 2001, el israelí Nurit Peled, y la Delegada general de Palestina en la Unión Europea, Bélgica y Luxemburgo, Leila Shahid.

Cualquier ciudadano preocupado por la justicia y la dignidad de las personas, cualquier contribuyente con un mínimo sentido de la solidaridad, cualquier persona que desee que los derechos humanos universales se apliquen a todos por igual, puede tener la seguridad de que esos valores guían al Tribunal, al comité de expertos, a los voluntarios, equipos técnicos y, si se me permite, organizaciones e instituciones que tanto han trabajado para que las sesiones fueran posibles.

El próximo mes de octubre se celebrará en Londres otra sesión de este Tribunal para juzgar las responsabilidades de las empresas multinacionales en el conflicto, más tarde, en Nueva York y Sudáfrica, se examinarán las de otras instituciones como la ONU o la Liga Árabe.

La embajada de Israel en España ha reaccionado al fallo con descalificaciones personales a cuantos han participado en este juicio, que ha calificado de «tribuna de linchamiento». En este sentido hay que dejar muy claro que lo que ha juzgado el tribunal ha sido el comportamiento de la UE, aunque es bien conocido que un buen número de actos cometidos por Israel han sido calificados por las Naciones Unidas como actos ilegales. Por consiguiente, según el tribunal y acogiéndose al derecho internacional público, algunos vínculos entre la UE con Israel son igualmente ilícitos.

Como viene siendo habitual en ocasiones parecidas, alguna que otra pluma acólita y vergonzosamente servil a la que se da pábulo en los medios de comunicación, se ha afanado en repetir el mensaje del embajador israelí casi sin variar una coma, al más puro estilo de los papagayos amaestrados de uno de esos parques de loros para turistas. Se trata de un intento chabacanamente obsceno de justificar lo injustificable y de insultar la inteligencia de sus lectores tratando de que lo negro parezca blanco, los opresores oprimidos y los verdugos víctimas. Ese intento será en vano porque los ciudadanos de todo el mundo recuerdan con claridad las imágenes de violencia desproporcionada, la destrucción aterradora y la humillación despiadada que impone la ocupación israelí. Recordarán también que en la ofensiva contra Gaza del pasado invierno perdieron la vida 1.434 palestinos de los cuales 960 eran civiles desarmados y 288 eran niños. A estas víctimas no las citan esos desinformadores. A ellos les recuerdo estas palabras de Cortázar:

«Las máquinas de escribir de los hombres libres deben abrir su fuego de palabras contra la violencia y el desprecio de tanto déspota empobrecido».

Carlos Sanchis es vicepresidente de Acsur Catalunya

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