jueves, 18 de febrero de 2010

Habrá manifestaciones contra la guerra en el séptimo aniversario del asalto del Pentágono contra Irak


Protesta del 20 de marzo

18-02-2010
Workers World

En el año desde que el Presidente Barack Obama llegó a ser el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Estados Unidos, las ilusiones de millones de personas que ya no querían más guerras — tanto en el Medio Oriente como en otras partes — se han ido al suelo.
Tantas pancartas y marionetas que se llevaron en las manifestaciones contra la guerra antes de las elecciones, se enfocaron en la personalidad del Presidente George W. Bush como la razón de las brutales e ilegales invasiones y ocupaciones que sin piedad abatían a la resistencia en Irak y Afganistán. A Bush se le veía como listo pero obtuso — la guerra como un terrible error cometido por un hombre bruto, egoísta y sin principios, de horizontes estrechos. Y por supuesto, siempre estuvo la figura siniestra del vicepresidente Dick Cheney.

Ahora hay un equipo presidencial muy diferente en la Casa Blanca. Pero las guerras continúan como antes, aún si la justificación que se da es más refinada y la jerga patriótica no es tan obvia. De hecho, la administración democrática está poniendo más dinero aún en los bolsillos del complejo militar-industrial-banquero y ha ampliado sus guerras para incluir a Somalia, Pakistán, Yemen y una gigantesca armada alrededor de Irán.

Una elección nunca ha detenido una guerra. Fuerzas mucho más poderosas que unos simples oficiales electos están detrás de la gigantesca máquina del Pentágono. Debemos recordar que fue Richard Nixon, quien no era ningún liberal, el que finalmente presidió en la terminación de la Guerra de Vietnam. Como Bush, este criminal en la Casa Blanca había tratado todos los trucos para permanecer en el puesto y justificar la guerra. Pero durante su presidencia las manifestaciones estaban suplementadas con deserciones, rechazo a pelear en la guerra y acciones masivas militantes por jóvenes y soldados activos.

Los vietnamitas continuaron luchando heroicamente, el mundo estaba indignado y la clase gobernante de Estados Unidos finalmente decidió que no podía ganar. Entonces Nixon se convirtió en el “estadista” que presidió sobre la retirada final de las tropas.

Ha tomado mucho tiempo — tiempo en el que decenas de miles de personas han muerto — para que se entienda la realidad de que el cambio de administraciones no va a traer el fin de la guerra en Irak. En este período, los/as trabajadores/as en Estados Unidos han sido golpeados/as con la peor recesión capitalista desde la década de los treinta — una en la que una corta recuperación del mercado de valores no produjo ninguna recuperación del mercado de trabajos, a pesar de los colosales rescates para los bancos y las firmas financieras por parte de la administración de Obama.

Mientras las guerras continúan, los empleos en el sector público están desapareciendo conforme los estados enfrentan grandes recortes en sus presupuestos. A nivel federal, el presupuesto está siendo balanceado en las espaldas de los/as trabajadores/as aún cuando Obama libera a la máquina militar de cualquier congelamiento en sus gastos.

Las guerras en el exterior y la miseria económica aquí no pueden verse de manera separada. Son las dos caras de la misma moneda. En ambos casos, la clase depredadora de los explotadores súper ricos está usando el estado para proteger y garantizar sus monstruosas ganancias mientras espera que los/as trabajadores/as en uniforme o en ropa civil pongan su dinero y su vida en peligro.

Las manifestaciones contra la guerra que se han programado en Washington y otras partes para el 20 de marzo — el séptimo aniversario del asalto del Pentágono contra Irak — será un barómetro importante para saber si el movimiento ha podido recuperar el impulso en el nuevo ambiente político.

El Partido Workers World/ Mundo Obrero apoya las acciones del 20 de marzo y participará en éstas en todo el país.

Fuente original: http://www.workers.org/mo/2010/20_de_marzo_0225/

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