Al Gore, Premio Nobel de la Paz en 2007.
por Thierry Meyssan
17 de diciembre de 2009
DesdeBeirut (Líbano)
Mientras que una gigantesca campaña mediática presenta la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático como la reunión de la última oportunidad para «salvar al planeta», el investigador Thierry Meyssan estima que a pesar de las apariencias, los temas que se debaten en esta cumbre no son de orden ambientalista sino más bien financiero. Según él, no se trata de inventar un nuevo modelo de producción más ecológico sino de relanzar el capitalismo anglo-sajón. En este primer artículo, Thierry Meyssan nos advierte sobre el desprecio existente a la causa inicial de esta cumbre: el medio ambiente, no hay en la ONU, un consenso científico. Simplemente porque no puede haber lugar para ello en un tal sitio.
El anuncio de la participación de 110 jefes de Estado y del gobierno en la Cumbre de Copenhague (Dinamarca) auspiciada por la ONU sobre el cambio climático muestra engañosamente como si existiera un consenso internacional: el clima de la Tierra se calienta y este cambio sería a causa de la actividad industrial.
En vez de discutir sobre la validez de este afirmación, yo quisiera mostrar que ella no tiene una base científica, pero emerge, nace únicamente de un discurso político (o de la política).
Trataré el tema más ampliamente en un artículo que será publicado posteriormente, y allí daré a conocer el perfil de cada uno de los responsables actuales al mando de la lucha contra el recalentamiento climático y sus (verdaderos) móviles.
Para comprender lo que significa los trabajos del Grupo de Expertos Intergubernamentales sobre la Evolución del Clima (GIEC) —la instancia de la ONU que ha elaborado este conjunto de opiniones aceptados actualmente sin ninguna discusión previa, y que ha recibido a pesar de todo el Premio Nobel de la Paz conjuntamente con Al Gore [ex vicepresidente de los EEUU bajo la administración de Bill Clinton]. Hay que observar también, que es la segunda vez que una organización compuesta de expertos designados por los Estados es creada en el seno de la ONU para hablar y decirnos de Ciencia.
IY2KCC
La primera experiencia de este tipo de organización fue el Centro de Cooperación Internacional para el Año 2000 (IY2KCC). Su historia puede enseñarnos mucho sobre lo que está ocurriendo actualmente en Copenhague.
Desde 1996, la idea que los programas informáticos (software) tendrían un fallo en el año 2000 comenzó a circular. El senador republicano [de EEUU] Bob Bennett advirtió a sus colegas sobre las implicaciones dramáticas que esto podría engendrar en los mercados financieros, en una época donde las transacciones bursátiles (en la Bolsa de Valores) están ritmadas por programas informáticos que reaccionan al milésimo de segundo, es decir a la menor variación o cambio de los cursos de valores.
El hecho que el señor Bennett sea una importante y alta personalidad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (más conocidos como «los mormones»), dejaba pensar que el peligro evocado no era más que un simple miedo [religioso] milenarista por el cambio del siglo. Sin embargo, el senador fue rápidamente apoyado por «expertos».
Pronto la Federal Financial Institutions Examination Council (FFIEC), que reagrupa las diferentes instancias federales de EEUU regulando y controlando los mercados financieros, decidió de armonizar sus sistemas informáticos en vista de afrontar el año «bug» o falla informática del 2000.
En noviembre de 1997, Bob Bennett y su colega demócrata Christopher Dodd presentaron e hicieron adoptar el Computer Remediation and SHareholder Protection Act (literariamentel ley sobre la reparación de computadoras y la protección de accionarios [de la bolsa de valores], pero lo importante y curioso es que con estas frases se forma el acrónimo, es decir las iníciales o siglas de: CRASH Protection Act). Ellos escribieron al presidente Bill Clinton para que tome el liderazgo mundial a fin de resolver este problema.
El vice-presidente Al Gore se apodera del caso. Y con él se va a proporcionar la reputación, con razón o sin ella, de un millonario que se ha comprometido a equipar el país con «las autopistas de la información» (es decir de las redes de comunicación dando sobre todo acceso a Internet).
Al Gore instala en la Casa Blanca un Consejo Presidencial para adaptarse al cambio del año 2000 (President’s Y2K Conversion Council) [1].
La dirección fue confiada a un tal Josh Koskinen, hombre hasta entonces encargado de elaborar la política fiscal para la industria informática.
La denominación o equipo de este Consejo utiliza una palabra ambigua «Conversión» (que yo he traducido por «adaptación»). En este contexto de fin de siglo del año 2000, dicha persona evoca también la necesaria conversión que los cristianos fundamentalistas deben operar para conjurar el final de los tiempos.
Simultáneamente, el Senado decide crear una comisión parlamentaria temporal sobre los problemas técnicos del año 2000 [2].
El Consejo de la Casa Blanca exige a cada agencia federal y a cada departamento ministerial que nombre un responsable para la adaptación al año 2000. Pero sobre todo, el Consejo de la Casa Blanca maniobró eficazmente para sensibilizar al Consejo Económico y Social de la ONU, hasta que este, por boca de su presidente de turno, el embajador del Pakistán, señor Ahmed Kamal, deponga una moción [pedido] ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Este texto, que habría inquietado à más de uno si hubiese sido propuesto por Washington, fue adoptado en Sesión Plenaria de la Asamblea el 26 de junio de 1998 [3].
El asunto se vio facilitado con la creación —siempre a iniciativa de la Casa Blanca, de un fondo especial del Banco Mundial para financiar la adaptación al año 2000.
En otros términos, asociándose a esta resolución, los países más escépticos al «defecto de software» (computer bug en inglés), no tenían nada que perder y postulaban para recibir las subvenciones financieras y dólares del Banco Mundial destinados a modernizar sus sistemas informáticos.
Mostrando orgullosamente su liderazgo, el presidente Bill Clinton y el vice-presidente Al Gore comunicaron el 14 de julio de 1998 un mensaje alarmista al mundo, durante una sesión de aspecto solemne en la Academia Nacional de Ciencias en Washington.
Una primera reunión de contacto, organizada en la ONU por el embajador Ahmed Kamal, reunió 120 delegaciones. Se decidió entonces de crear una agencia temporaria de las Naciones Unidas, el IY2KCC, cuyo presupuesto fue inicialmente financiado, únicamente y copiosamente por los Estados Unidos, sea indirectamente vía el Banco Mundial, o bien, tomando a su cuenta los gastos. Contrariamente a las costumbres, no hubo discusión sobre el lugar donde tendría sede esta agencia, ni la manera de cómo serían seleccionados sus funcionarios.
El personal era elegido y enrolado por Washington, la Casa Blanca designó su director, el señor Bruce W. McConnell, quien era hasta entonces el encargado de la seguridad informática de la administración Clinton. Su segundo brazo no era otro que Art Warman, un antiguo responsable del USAID.
El éxito del IY2KCC fue tal, que fueron en definitiva 170 países los que se adhirieron a él. Cada uno designó sus expertos. Cada delegación teniendo interés en participar en los trabajos, a la vez para informarse y para recoger el dinero de los subsidios del Banco Mundial, la Asamblea de la ONU sobre el IY2KCC concluyó con un consenso general sobre el peligro del «defecto de software» (computer bug en inglés).
No es necesario seguir explicando ni ir más lejos. Este relato histórico tiene como finalidad de demostrar que un consenso de personalidades científicas en el seno de una Asamblea política, es un consenso de intereses políticos y no tiene nada que ver con la ciencia.
El móvill
Algunos años más tarde, la ONU y el gobierno de los EEUU han hecho desaparecer los sitios internet consagrados al «bug» del año 2000. Pero se puede consultar siempre en las bibliotecas una montaña de informes oficiales sobre el «defecto de software». Casi todos los países y todas las organizaciones intergubernamentales han publicado estos informes. Y el 1ro de enero de 2000 en la mañana, cada uno podía saber que era una farsa o algo inexistente, peligro que nunca se concretizó, ¡El peligro del milenio no era más un monstruo mitológico, muy lejos de nuestra realidad!
En realidad este asunto había sido minuciosamente montado y preparado. El senador Bob Bennett es también un contacto conocido de la CIA, para la cual ha trabajado durante su juventud. Bruce W. McConnell está igualmente ligado a los servicios de inteligencia. Incluso, acaba de ser nombrado por el presidente Obama para supervisar las cuestiones de seguridad de los sistemas de comunicación en el Departamento de Seguridad de la Patria. Su ex-ayudante adjunto, Art Warman, dirige hoy Vega, una estructura permitiendo a la CIA de infiltrar las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) y ofreciendo programas para un «desarrollo verde» y ecológico en el Tercer Mundo.
La fantasiosa historia del año 2000 permitió a Washington imponer una armonización y uniformizar mundialmente los programas informáticos y crear una red global de comunicación entre los Estados y países.
Desde el punto de vista de los administradores a quien este asunto concierne, fueron los esfuerzos del IY2KCC los que permitieron posteriormente de coordinar la lucha anti-terrorista después del 11 de septiembre.
Por otro lado esta armonización ha permitido a los Estados Unidos imponer sus propios programas informáticos y hacer, entre otras cosas, la fortuna de Bill Gates. Estos programas han sido todos validados por la National Security Agency, es decir permeables o que dejan acceder a cualquier intrusión o piratería de los servicios secretos de los EEUU.
Para los inocentes u otros ingenuos que se han dejado manipular, esta operación ha costado según diversas fuentes, entre 300 a 600 billones de dólares, pero solamente menos de 40 han sido a cuenta de los Estados Unidos. ¡Una hermosa estafa!
Al Gore, el GIEC y Copenhague
La prensa comercial no tiene memoria. A nadie se le ha ocurrido preguntar al Premio Nobel de la Paz, señor Al Gore, si sus alertas sobre el recalentamiento climático son más sinceras que sus alertas sobre el año 2000.
Nadie tampoco ha preguntado al GIEC (co-laureado del Premio Nobel de la Paz) sobre su verdadera naturaleza. La presencia de algunos climatólogos en medio de diplomáticos no hacen de esta conferencia política una academia científica.
Thierry Meyssan
Analista político francés. Fundador y presidente de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).
viernes, 25 de diciembre de 2009
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