Entrevista al cura Enrique de Castro
6 de noviembre de 2009
EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA
BADAJOZ
El Vaticano «no ofrece nada, condena todo y silencia al que se mueve», dice Enrique de Castro López-Cortijo, el cual levanta expectación allá donde va. Cura ’rojo’ en el madrileño barrio de Entrevías, su manera de vivir el Evangelio lo ha enfrentado a la Iglesia oficial, que llegó a plantearse la posibilidad de convertir su parroquia en un centro de Cáritas. Tras la tormenta, llegó la calma, su iglesia siguió siendo templo y Enrique de Castro expone sus pensamientos allá donde lo llaman. «El Vaticano debe desaparecer como Iglesia de poder y de lujo, yo quiero un papa que se vaya a vivir con la gente», dice.
-Así de sopetón, habrá a quien le parezca aberrante.
De la Iglesia oficial vaticanista lo que hay que hacer es olvidarse. No ofrece nada, condena todo, y silencia a quienes se mueven. El Vaticano tendría que desaparecer como iglesia de poder, como lujo. Yo quiero un papa que se vaya a vivir con la gente.
¿Cómo sería su Iglesia?
Yo haría referencia a la Teología la Liberación y a grupos muy identificados con una Iglesia de base. Sería una Iglesia donde podamos estar juntos los ocupas, los inmigrantes, los de la droga, los de la calle, y también esa otra gente de otras clases sociales que se sienten más identificadas con esta manera de vivir.
-La Iglesia de Mérida-Badajoz acaba de prohibir los conciertos profanos en los templos. ¿Lo comparte?
Nuestro templo en Madrid es como un salón grande, con una mesa y bancos alrededor. Es comunitario, ahí hablamos, pero cuando hemos recogido a los expulsados de la Cañada Real, las familias dormían ahí; y cuando hacemos fiesta y baile, lo hacemos ahí; y cuando los marroquíes celebran el fin del Ramadán, lo hacemos ahí todos juntos. No se puede separar lo sacro y lo profano.
-Aborto, matrimonio homosexual, Educación para la Ciudadanía...
En el Evangelio no existe un código moral, lo que hay es una oferta de Jesús: la oferta de la mesa horizontal para todos, liberadora, donde estaba desde el recaudador de impuestos a la prostituta o el borracho. Por eso nosotros, siendo Iglesia, tendríamos que agradecer que haya una ley que no discrimina a los homosexuales. ¡Por lo menos ya no se les mete en la cárcel!
-¿Qué le trae a Extremadura?
Me han pedido que hable de la crisis en nuestros barrios, y lo haré, pero dejaré claro que el factor desencadenante de la crisis actual no ha sido la especulación económica, sino la degradación y la desvertebración social. Hay que rescatar el comienzo de la organización ciudadana, la lucha social, la toma de conciencia, las ganas de participar.
-¿Le preocupa la sociedad de hoy?
En los últimos años hemos ido cambiando libertad por seguridad, el control de la población cada vez es más fuerte. Hoy en día, los servicios sociales entran en nuestras casas como si fueran policías, les quitan la tutela a los niños y se los llevan; los centros de menores cometen auténticas masacres; la policía está metida en las escuelas y en los hospitales; a los emigrantes, que son un factor de desarrollo económico, se les persigue. Si nos hubiéramos solidarizado desde el principio, esto no ocurriría.
-¿Hay tiempo de reaccionar?
Es necesario perder el miedo, rescatar la fe en la creatividad y en el ser humano, encontrarnos de frente con el mundo de la marginación de manera que nos veamos implicados. La prueba de que se puede conseguir está en las mujeres que se han unido para luchar contra la droga, en los jóvenes que no se conforman, en los movimientos de lucha social...
Hoy.es
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