viernes, 6 de noviembre de 2009

El Alakrana y sus tristes alternativas: piratas o políticos


Correo Tortuga
Julio Ortega Fraile
6 de noviembre de 2009

Nosotros no somos unos expertos en relaciones internacionales, tampoco pertenecemos al Cuerpo Diplomático y nada tenemos de estrategas militares, no ejercemos de Ministro ni de Juez, pero todo eso es irrelevante porque somos seres humanos, conocemos la diferencia entre los términos "proximidad" y "ausencia" y también la que existe entre "vida" y "muerte".

Con eso nos basta para poder opinar acerca de lo que está ocurriendo con el secuestro de los pescadores del Alakrana, pero es que además, vivimos en un Pueblo en el que la mayoría de los hombres pasan sus días y sus noches en el mar y algo sabemos de lo que eso significa. Conocemos el dolor quedo y resignado de nuestra vecina, una mujer casi anciana que perdió en el océano a su marido y a su hermano, a éste último no pudo ni enterrarlo porque su cuerpo jamás apareció. Una señora que sigue llorando a ambos mientras en cada marea, tiene que despedir a su hijo con una sonrisa forzada en la boca y lágrimas silenciosas en sus ojos, viendo cómo se adentra en las mismas aguas que le arrebataron a los suyos y preguntándose si a éste se lo devolverán también en una caja de zinc, o ni tan siquiera eso.
Los responsables políticos, a los que les gustaría que su mandato estuviese jalonado tan solo de celebraciones, de inauguraciones y de acuerdos con el resto de interlocutores sociales, de vez en cuando se encuentran con "marrones" como éste, en el que no está en juego una candidatura olímpica, ni la conmemoración del aniversario de cualquier acontecimiento histórico y tampoco, el hacerse la foto dándole la mano a un Monarca al que por cierto, nada le hemos oído decir sobre la angustiosa situación que están viviendo los tripulantes del pesquero, la seguridad en Palacio les convierte en ajenos a ese riesgo. En esta ocasión, de su gestión depende que unos hombres sean ejecutados o que regresen a sus casas, al lado de aquellos para los que cada minuto de su existencia se ha convertido en una espera angustiosa, y reventados moral y físicamente por la incertidumbre de un futuro que lamentablemente, está en manos de otros.
Y decimos lamentablemente, porque estos otros, los que disponen de la capacidad para tomar decisiones al respecto, no tienen a su padre o a su hijo embarcados en el Alakrana. Ojalá fuese así, cómo nos gustaría que algún alto cargo político de este País, supiese lo que es hablar un minuto por el teléfono con su hermano cuando los piratas así lo permitiesen porque éste, formase parte de los secuestrados. Estamos convencidos de que de ser esas las circunstancias, en este momento no habría tres marineros apresados en tierra y viendo cómo se va agotando el plazo para ser asesinados si no se atiende al requerimiento de sus captores.
Éstos solicitan que los dos piratas que permanecen en España a la espera de ser juzgados les sean entregados. Señores del Gobierno, Señores Jueces, nosotros comprendemos que resulta muy difícil admitir una derrota y más cuando como en su caso, están bastante endiosados en razón de sus cargos. Pero no les queda más remedio que admitirlo: este asunto se les ha escapado de las manos, los secuestradores somalíes, por muy delincuentes que sean, les han echado un pulso y ustedes lo están perdiendo. Sus nudillos están a punto de tocar con la mesa y cuando eso ocurra, lo espantoso es que los cuerpos de unos hombres también tocarán la tierra sin que exista, a partir de ese instante, la opción de rectificar.
Si la amenaza se cumple ya les vemos venir: declaraciones solemnes de dolor, sus condolencias a las familias con el rostro muy compungido, trajes oscuros en las comparecencias públicas para informar sobre lo acontecido, la promesa firme de encontrar y juzgar a los responsables del crimen y claro, una indemnización económica a sus deudos para como siempre, restañar las heridas de los muertos y de los vivos con monedas. Pero no es así, claro que no, porque no hay billetes que puedan devolver la vida a quien se la arrebataron de un disparo en la cabeza o cortándole el cuello de un machetazo, ni tampoco que cicatricen la desesperación y la rabia infinita por haber perdido para siempre a un ser querido, sabiendo que su muerte era un hecho anunciado y que se pudo haber evitado.
Pero Ustedes, en el colmo de la infamia y de la indignidad, nos explican que la entrega de los piratas retenidos en España a un tercer País, supondría el inicio de un proceso muy complicado y largo. ¿De verdad pretenden que eso nos valga como excusa?, ¿se han vuelto locos o es que su desprecio por los ciudadanos es ya una cuestión patológica?. Esos hombres van a morir si no entregan inmediatamente a esas dos personas y nos trae sin cuidado si eso significa sentar un precedente - no sería la primera vez que atienden a las exigencias de unos malhechores, aunque no lo admitan públicamente, ni tampoco en la que se saltan la ley para lograr un fin - pero sin llegar a eso, las normas están redactadas por hombres y no son inmutables, al igual que tampoco lo son sus sueldos. Y eso es lo único que importa ahora; si es necesario modificar la legislación, háganlo, si tienen que violar la reglamentación, pues la violan, si es obligatorio saltarse trámites, se los saltan, pero dejen de jugar a los dados porque esto no son amarracos, están apostando con vidas. Y si su preocupación es tan sincera como aseguran ante las cámaras, pueden proponer un trueque a los piratas e intercambiar a treinta y seis políticos de primera fila por los otros tantos pescadores que permanecen como rehenes. Ya veríamos si en ese caso, las normas, los plazos y los entramados legales, son tan sagrados como predican en este momento.
Continuamente, vemos salir de las cárceles españolas a criminales con condenas firmes por asuntos muy graves; normalmente son individuos que entraron en prisión con trajes muy caros y a los que a su salida, les aguardan vehículos de alta gama con los cristales tintados para llevárselos, dentro de los cuales les espera un abogado de minutas millonarias cuya "habilidad jurídica", consiguió librarles del cumplimiento de la condena íntegra. Así que no nos vengan ahora con remilgos ni con formalismos, nos da exactamente igual que esos dos piratas no sean encarcelados en nuestro País, por nosotros como si al llegar a Somalia los reciben como héroes nacionales, porque en estos instantes, la vida de esos marineros está por encima de sus Señorías (sean jueces o diputados), y lo que tienen que hacer, es reconocer errores y establecer las medidas adecuadas para que en el futuro, no nos veamos inmersos en una tragedia como esta.
Esperamos que no ocurra, pero si uno solo de los tripulantes del Alakrana regresa cadáver a España, para nosotros, y esperamos que para muchos ciudadanos, Ustedes serán los únicos responsables y como tales, exigiríamos su inmediato procesamiento y entrada en prisión. Hemos visto a pilotos ser condenados, por tomar una decisión aparentemente equivocada y poner en peligro la vida de los pasajeros. Qué está pasando aquí, ¿que los políticos son la casta intocable?. Cobran y mucho por hacer no bastante poco, pero si bastante mal, así que lo justo es que si su negligencia, su soberbia y su estupidez deja viudas y huérfanos, a Ustedes tampoco les puedan tener en casa su mujer, su marido o sus hijos y deban de ir a visitarles a la prisión. Y no se quejen, porque les quedarían los vis a vis, que con los muertos, es imposible comunicarse.
Pilar Izquierdo Teruel

Julio Ortega Fraile

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