06-11-2009
Alan Hart
ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El lunes 12 de octubre, el Primer Ministro Netanyahu inauguró la sesión de invierno de la Knesset [Parlamento israelí] arremetiendo contra el Informe Goldstone que acusa a Israel de cometer crímenes de guerra y prometiendo que nunca permitirá que israelíes sean juzgados por haberlos cometido. Pero ése no fue su mensaje principal. Fue un llamado, presentado – pensé – con cierta desesperación, a la ‘dirigencia palestina', presumiblemente a la dirigencia del “presidente” Abbas y a sus compinches de Fatah, dirigentes que son considerados por numerosos, si no por la mayoría de los palestinos, como títeres estadounidenses e israelíes en el mejor de los casos, y como traidores en el peor.
Netanyahu volvió a llamar a esa dirigencia a aceptar el reconocimiento de Israel como Estado judío, diciendo que era, y sigue siendo, la llave para la paz. Y siguió dale que dale con el mismo tema.
“Durante 62 años los palestinos han estado diciendo ‘no’ al Estado judío. Una vez más llamo a nuestros vecinos palestinos – decid ‘sí’ al Estado judío. Sin el reconocimiento de Israel como el Estado de los judíos no podremos lograr la paz… Un tal reconocimiento es un paso que requiere coraje y la dirigencia palestina debería decir la verdad a su pueblo – que sin ese reconocimiento no puede haber paz… No hay alternativa a que los dirigentes palestinos muestren coraje reconociendo el Estado judío. Ha sido y sigue siendo la auténtica llave para la paz.”
Como señaló Ha’aretz en su informe, la demanda de Netanyahu de la aceptación palestina de Israel como Estado judío es para él “un modo de asegurar el reconocimiento del derecho de Israel a existir, a diferencia del simple reconocimiento de Israel”. Es, como agregó Ha’aretz, el reconocimiento que Netanyahu y muchos otros israelíes ven como el verdadero núcleo del conflicto israelí-palestino.
En nombre del pragmatismo, la disposición a “simplemente reconocer” a Israel – queriendo decir aceptar y vivir en paz con Israel dentro de sus fronteras previas a junio de 1967 – ha sido hace tiempo la posición formal palestina y panárabe. ¿Por qué no llega a reconocer el “derecho a existir” de Israel, y por qué, realmente, es tan importante para el sionismo que los palestinos reconozcan ese derecho?
La respuesta es la siguiente:
Según la historia, tal como la escribió el vencedor, el sionismo, Israel recibió su certificado de nacimiento y por lo tanto su legitimidad mediante la Resolución de Partición de la ONU del 29 de noviembre de 1947. Se trata de un disparate propagandístico.
En primer lugar, la ONU sin el consentimiento de la mayoría del pueblo de Palestina, no tenía derecho a decidir la partición de Palestina o a asignar parte alguna de su territorio a una minoría de inmigrantes extranjeros para que ellos establecieran su propio Estado.
A pesar de eso, por el más estrecho de los márgenes, y sólo después de una votación amañada, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución para dividir Palestina y crear dos Estados, uno árabe, y otro judío, sin que Jerusalén formara parte de uno de ellos. Pero la Resolución de la Asamblea General fue sólo una propuesta – lo que significa que no podía tener ningún efecto, no podía convertirse en política, a menos que fuera aprobada por el Consejo de Seguridad.
La verdad es que la propuesta de partición de la Asamblea General nunca llegó al Consejo de Seguridad para ser considerada. ¿Por qué no? Porque EE.UU. sabía que, si era aprobada, sólo podría ser implementada por la fuerza en vista del grado de oposición árabe y otra musulmana; y el presidente Truman no estaba dispuesto a utilizar la fuerza para dividir Palestina.
Por lo tanto el plan de partición estaba invalidado y la cuestión de qué diablos hacer respecto a Palestina – después de que Gran Bretaña había hecho un lío y se había ido, rindiéndose efectivamente ante el terrorismo sionista – fue devuelta a la Asamblea General para más discusión. La opción favorecida y propuesta por EE.UU. era un fideicomiso temporal de la ONU. Mientras la Asamblea General estaba discutiendo qué hacer, Israel declaró unilateralmente su existencia – desafiando efectivamente la voluntad de la comunidad internacional organizada, incluido el gobierno de Truman.
La verdad en aquel entonces era que el Estado sionista, que llegó a ser sobre todo como consecuencia de la limpieza étnica pre-planificada, no tenía derecho a existir y, es más, no podría tener derecho a existir A MENOS… A menos que fuera reconocido y legitimado por los que fueron desposeídos de su tierra y sus derechos durante la creación del Estado sionista. En el derecho internacional, sólo los palestinos podían dar a Israel la legitimidad que ansiaba.
Y esa legitimidad era lo único que los sionistas no podían y no pueden arrebatar a los palestinos por la fuerza.
No es de extrañar que el primer ministro Netanyahu esté más de un poco preocupado al respecto.
Los dirigentes de Israel siempre han conocido esa verdad. Es hora de que el resto del mundo lo sepa.
….
Alan Hart es ex corresponsal extranjero de ITN y de Panorama de la BBC, quien cubrió guerras y conflictos dondequiera ocurrían en el mundo y se especializó en Oriente Próximo. Autor de: “Zionism: The Real Enemy of the Jews: The False Messiah (Zionism, the Real Enemy of the Jews).” Tiene su blog en http://www.alanhart.net/
Alan Hart
ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El lunes 12 de octubre, el Primer Ministro Netanyahu inauguró la sesión de invierno de la Knesset [Parlamento israelí] arremetiendo contra el Informe Goldstone que acusa a Israel de cometer crímenes de guerra y prometiendo que nunca permitirá que israelíes sean juzgados por haberlos cometido. Pero ése no fue su mensaje principal. Fue un llamado, presentado – pensé – con cierta desesperación, a la ‘dirigencia palestina', presumiblemente a la dirigencia del “presidente” Abbas y a sus compinches de Fatah, dirigentes que son considerados por numerosos, si no por la mayoría de los palestinos, como títeres estadounidenses e israelíes en el mejor de los casos, y como traidores en el peor.
Netanyahu volvió a llamar a esa dirigencia a aceptar el reconocimiento de Israel como Estado judío, diciendo que era, y sigue siendo, la llave para la paz. Y siguió dale que dale con el mismo tema.
“Durante 62 años los palestinos han estado diciendo ‘no’ al Estado judío. Una vez más llamo a nuestros vecinos palestinos – decid ‘sí’ al Estado judío. Sin el reconocimiento de Israel como el Estado de los judíos no podremos lograr la paz… Un tal reconocimiento es un paso que requiere coraje y la dirigencia palestina debería decir la verdad a su pueblo – que sin ese reconocimiento no puede haber paz… No hay alternativa a que los dirigentes palestinos muestren coraje reconociendo el Estado judío. Ha sido y sigue siendo la auténtica llave para la paz.”
Como señaló Ha’aretz en su informe, la demanda de Netanyahu de la aceptación palestina de Israel como Estado judío es para él “un modo de asegurar el reconocimiento del derecho de Israel a existir, a diferencia del simple reconocimiento de Israel”. Es, como agregó Ha’aretz, el reconocimiento que Netanyahu y muchos otros israelíes ven como el verdadero núcleo del conflicto israelí-palestino.
En nombre del pragmatismo, la disposición a “simplemente reconocer” a Israel – queriendo decir aceptar y vivir en paz con Israel dentro de sus fronteras previas a junio de 1967 – ha sido hace tiempo la posición formal palestina y panárabe. ¿Por qué no llega a reconocer el “derecho a existir” de Israel, y por qué, realmente, es tan importante para el sionismo que los palestinos reconozcan ese derecho?
La respuesta es la siguiente:
Según la historia, tal como la escribió el vencedor, el sionismo, Israel recibió su certificado de nacimiento y por lo tanto su legitimidad mediante la Resolución de Partición de la ONU del 29 de noviembre de 1947. Se trata de un disparate propagandístico.
En primer lugar, la ONU sin el consentimiento de la mayoría del pueblo de Palestina, no tenía derecho a decidir la partición de Palestina o a asignar parte alguna de su territorio a una minoría de inmigrantes extranjeros para que ellos establecieran su propio Estado.
A pesar de eso, por el más estrecho de los márgenes, y sólo después de una votación amañada, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución para dividir Palestina y crear dos Estados, uno árabe, y otro judío, sin que Jerusalén formara parte de uno de ellos. Pero la Resolución de la Asamblea General fue sólo una propuesta – lo que significa que no podía tener ningún efecto, no podía convertirse en política, a menos que fuera aprobada por el Consejo de Seguridad.
La verdad es que la propuesta de partición de la Asamblea General nunca llegó al Consejo de Seguridad para ser considerada. ¿Por qué no? Porque EE.UU. sabía que, si era aprobada, sólo podría ser implementada por la fuerza en vista del grado de oposición árabe y otra musulmana; y el presidente Truman no estaba dispuesto a utilizar la fuerza para dividir Palestina.
Por lo tanto el plan de partición estaba invalidado y la cuestión de qué diablos hacer respecto a Palestina – después de que Gran Bretaña había hecho un lío y se había ido, rindiéndose efectivamente ante el terrorismo sionista – fue devuelta a la Asamblea General para más discusión. La opción favorecida y propuesta por EE.UU. era un fideicomiso temporal de la ONU. Mientras la Asamblea General estaba discutiendo qué hacer, Israel declaró unilateralmente su existencia – desafiando efectivamente la voluntad de la comunidad internacional organizada, incluido el gobierno de Truman.
La verdad en aquel entonces era que el Estado sionista, que llegó a ser sobre todo como consecuencia de la limpieza étnica pre-planificada, no tenía derecho a existir y, es más, no podría tener derecho a existir A MENOS… A menos que fuera reconocido y legitimado por los que fueron desposeídos de su tierra y sus derechos durante la creación del Estado sionista. En el derecho internacional, sólo los palestinos podían dar a Israel la legitimidad que ansiaba.
Y esa legitimidad era lo único que los sionistas no podían y no pueden arrebatar a los palestinos por la fuerza.
No es de extrañar que el primer ministro Netanyahu esté más de un poco preocupado al respecto.
Los dirigentes de Israel siempre han conocido esa verdad. Es hora de que el resto del mundo lo sepa.
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Alan Hart es ex corresponsal extranjero de ITN y de Panorama de la BBC, quien cubrió guerras y conflictos dondequiera ocurrían en el mundo y se especializó en Oriente Próximo. Autor de: “Zionism: The Real Enemy of the Jews: The False Messiah (Zionism, the Real Enemy of the Jews).” Tiene su blog en http://www.alanhart.net/
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