viernes, 12 de marzo de 2010

El FMI dispone, Rumania abdica


Traian Basescu

EL FONDO MONETARIO CONDICIONA CRÉDITOS A UN RECORTE DE LOS GASTOS SOCIALES

JÉRÔME DUVAL de Patas Arriba Valencia, miembro del CADTM
Traducido por Griselda Pinero
Viernes 12 de marzo de 2010.

En diciembre de 2009, la reelección como jefe de Estado del presidente Traian Basescu (del Partido Demócrata Liberal, PDL) supone el fin de una crisis política que duraba ya más de dos meses. Durante ese período, Rumania, encaminada hacia una seria recesión, estuvo gobernada por un ejecutivo provisorio. El primer ministro Emil Roc, también reelegido, acaba de constituir un nuevo Gobierno liberal. Rumania está integrada en la OTAN desde 2004 y es uno de los Estados más pobres de la Unión Europea, a la que se adhirió en 2007.


Es evidente que el acuerdo concluido en marzo de 2009 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE), el Banco Mundial y otros prestamistas para una ayuda de 20.000 millones de euros no servirá para que la población pobre se libere de la crisis financiera que sufre el país.

Como es habitual, cada vez que el FMI concede un préstamo, esta institución se inmiscuye en la política económica del país, en este caso para reformar el sistema de pensiones y reducir los salarios de los funcionarios públicos, impidiendo cualquier acto soberano del Gobierno. Para conseguir esto, asfixiando aún más una economía maltrecha, el FMI bloquea junto a la UE una parte del préstamo, de 2.500 millones de euros, que Rumania debía recibir desde noviembre de 2009. De igual modo y en el mismo momento que en el caso de Ucrania, el FMI, despreocupándose de los efectos de la crisis económica que afectan a los más desfavorecidos, ejerce este bloqueo para presionar en las negociaciones sobre la satisfacción de sus exigencias neoliberales.

Presiones
Ya en el mes de agosto, Jeffrey Franks, responsable del FMI y en ese momento en plenas conversaciones sobre el futuro económico del país, anunciaba que las autoridades deben reducir la masa salarial del sector público del actual 9% del PIB hasta llegar a un 6% del PIB en cinco años. Franks calcula entonces que las condiciones impuestas a Rumania son “ambiciosas pero realistas” y “adaptadas al país”. Pero esto no parece ser la opinión de la población, que realizó una importante movilización: el 7 de octubre de 2009, salieron a la calle millares de personas para manifestarse en contra de las medidas de austeridad del Gobierno. Y aparecen otros frentes de movilización, como en el seno de Alcatel Lucent, donde los asalariados decidieron crear su primer sindicato y comenzar una huelga para defender sus derechos. La multinacional, presente en Rumania desde hace 18 años, prevé transferir el 30% de sus empleos hacia el subcontratante indio Wipro.

Como era necesario facilitar las negociaciones en curso con el FMI, el presidente Traian Basescu nombró primer ministro, el 15 de octubre de 2009, a Lucian Croitoru, ex representante del FMI en Rumania, que trabajó también en el Banco Mundial. A fines de diciembre, Sebastian Vladescu, el próximo ministro de Finanzas del nuevo Gobierno de Emil Boc, confirma el sometimiento a la institución financiera al comprometerse a suprimir 100.000 puestos de funcionarios durante el año 2010, o sea, el 7,5 % de la función pública. Las condiciones del préstamo del FMI serán respetadas por el nuevo Gobierno. Aunque una gran parte de los puestos de trabajo serán reducidos al no ser sustituidos los empleados que se acogen a la jubilación, es inconcebible aceptar un plan que forma parte de una estrategia cuyo objetivo es reducir a la mitad la masa salarial de la función pública. El FMI y la UE, en misión en Bucarest el 14 de diciembre de 2009, intervienen directamente en la elaboración del presupuesto de 2010, lo que es una condición para conseguir el préstamo.

Además de la supresión de 100.000 puestos de trabajo, las medidas impuestas por el FMI, e incluidas en el presupuesto, pasan por una congelación de las pensiones y de los salarios con un mantenimiento del salario mínimo mensual de 600 lei (145 euros). Y a cambio de esto, Rumania podría recibir el 17 de febrero una “ayuda” de 2.300 millones de euros del FMI.

El rescate del FMI La crisis financiera, en la que el FMI tiene una gran responsabilidad, no ha frenado el dinamismo de la institución sino todo lo contrario. En estos últimos años, varios países habían reembolsado anticipadamente sus deudas con el FMI y, por consiguiente, el Fondo vio cómo se reducía su cartera de préstamos de cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2000 a 17.000 millones justo antes de la crisis de 2007, mientras que su único préstamo fue para Turquía. En ese momento interviene el G-20, que, reunido en Londres el 2 de abril pasado, pidió a los Estados (o sea, a los contribuyentes) insuflar a la institución casi un billón de dólares. De este modo, el G-20 promueve ante el público un FMI desacreditado y despreciado por los movimientos sociales, sujeto a graves problemas de corrupción y debilitado por sus problemas de liquidez.

Sin embargo, el FMI puede continuar con su política lucrativa de préstamos hacia toda una serie de nuevos países en dificultades (Islandia, Ucrania, Letonia, Hungría, etc.) y Dominique Strauss- Kahn, como un banquero entusiasmado por encontrar nuevos clientes, explicaba: “El Fondo está allí, fue creado para eso, y estamos listos para suministrar a los países que lo deseen la liquidez necesaria”. Desde entonces, los negocios recomienzan y la institución anuncia unas ganancias en alza de cerca de 700 millones de dólares para el ejercicio 2009-2010, sin contar los 4.700 millones de dólares de beneficio generado por la venta de casi 212 toneladas de oro de su stock.

En forma similar a la crisis de 1982, el FMI llega como prestamista de última instancia acompañado de sus funestas consecuencias, llamadas vulgarmente ajustes estructurales. El economista Bernard Maris, aparentemente reconciliado con el FMI de su director gerente Dominique Strauss-Kahn, afirmaba el 7 de octubre de 2009: “Es cierto que con Strauss-Kahn y sus intervenciones puntuales, sin contrapartidas estructurales en Hungría, Irlanda, Polonia, Ucrania, etc., el FMI se reconcilió con su modestia y su filosofía original. Y es por ello por lo que Strauss-Kahn es unánimemente elogiado”. ¿Puede ser un economista tan ciego hasta el punto de no ver en los recientes préstamos del FMI la imposición de ajustes estructurales devastadores que los acompañan?

El Tribunal Constitucional de Letonia parece, sin embargo, haber detectado correctamente que la disminución de las pensiones de jubilación estaba condicionada por el préstamo de 7.500 millones de dólares del FMI y de la UE, ya que en diciembre de 2009 declaró la medida anticonstitucional y ordenó el reembolso a los jubilados de las sumas correspondientes a la reducción de sus pensiones.

Al contrario de lo que decía Michel Camdessus –ex presidente del FMI desde 1987 hasta 2000–, nosotros no pensamos que es necesario “adaptar el capital” a un mundo en crisis para preservarlo mejor, sino más bien atacar el problema de manera radical, es decir, ir a la raíz del sistema capitalista mortífero y promover un igualitario reparto de la riqueza.

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