sábado, 13 de febrero de 2010

La curiosa solidaridad con Grecia de la UE



12-02-2010
Editorial de Gara
Gara

La ayuda de la Unión Europea a Grecia para hacer frente a la abultada deuda pública de este país se concreta en una declaración de apoyo que contemplaría medidas adicionales «si fuera necesario». A cambio de esa «clara señal a los mercados» de la UE, Grecia, como ya había anunciado, se comprometió a tomar todas las medidas necesarias para reducir su enorme déficit público, concretadas en el plan de austeridad que había presentado a la Comisión Europea.

Cuando apenas se ha iniciado la recuperación económica, y no en todos los países de la UE, y los efectos de la recesión siguen siendo notables en las capas sociales más débiles, la misma falta de regulación del sistema financiero causante de la crisis general es la principal causa de la crisis de deuda en Grecia. La especulación que hizo temblar al sistema neoliberal o los paraísos fiscales fueron asuntos que los organismos económicos internacionales y los líderes mundiales colocaron en su agenda cuando dijeron abordar la seria tarea de «refundar el capitalismo». Al parecer, no la tomaron muy en serio.

Hay apoyo al Gobierno griego, y «si fuera necesario» rescate, por miedo a que el hundimiento de la economía de ese país repercuta en toda la zona euro, en cuyo caso es de suponer que antes se activarían medidas de contención. Sin embargo, el presidente permanente de la UE, Herman Van Rompuy, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se refirieron al acuerdo comunitario denominándolo mensaje de «solidaridad». ¿Solidaridad con quién? Las ayudas adicionales tendrían lugar si fuera necesario. ¿Necesario para quién? ¿Para los griegos? No lo aclararon; sin embargo, no parece demasiado aventurado suponer que se refieren a la hipotética necesidad de evitar un mayor debilitamiento del euro.

Mientras tanto, los trabajadores griegos se movilizan en contra de unas reformas que pretenden hacer frente a la difícil situación económica a costa de sus derechos y, como es habitual, no afectan a quienes más tienen. Unas medidas que, sencillamente, no los tienen en cuenta.

Bruselas, 11 de febrero

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca


Una dividida Unión Europea se retractó de lanzar un paquete de rescate para Grecia de miles de millones de euros, y sus líderes intentan discutir una salida negociada a la peor crisis financiera que ha sufrido el bloque en su medio siglo de existencia. El déficit presupuestal de Grecia ha desestabilizado a todo el continente, pero los jefes de Estado y gobierno de la comunidad se limitaron este jueves a emitir una declaración de solidaridad con Atenas.

Prometieron que los estados de la zona del euro adoptarán acciones decididas y coordinadas; de ser necesario, para salvaguardar la estabilidad de la eurozona como un todo. Los griegos no han solicitado apoyo financiero.

Después de una cumbre informal de los líderes de los 27 países comunitarios en la capital belga, cuya celebración se precipitó ante el riesgo de que la situación de los griegos contagiara a otras naciones y amenazara la existencia de la moneda común europea, la canciller federal alemana, Angela Merkel, cuyo país tendrá que pagar la cuenta de ofrecer un rescate a Grecia o a las otras economías más débiles del bloque, afirmó que su nación permanece hombro con hombro con Atenas, lo cual es el deber y compromiso de todos nosotros.

El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy; el presidente permanente del Consejo de Europa, Herman Van Romppuy, y otros expresaron su solidaridad de manera igualmente vigorosa, pero nadie mencionó dinero. Se calcula que serán necesarios 53 mil millones de euros para sanear el déficit griego.

El comunicado destaca, tal y como recalcaron también Merkel y Sarkozy, que Grecia aún no ha pedido formalmente ayuda financiera, pero analistas coinciden que ni Berlín ni París cuentan con un plan de contingencia para cuando llegue el momento de otorgar un paquete de rescate para los griegos.

Una fuente interna de la UE aseguró que persisten profundas tensiones en torno al tema de Grecia, en las que juega un papel importante la presencia de Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, y que la reunión de hoy fue menos útil de lo que se esperaba.

Alemanes y franceses ven el problema de manera muy diferente, y Trichet tiene una visión muy legalista de lo que puede o no hacerse dentro de la UE. Se espera que otras naciones se solidaricen en lo que se refiere a ofrecer préstamos y garantías, comentó el allegado a las pláticas, a condición de permanecer anónimo.

Los mercados parecen tener confianza en la palabra de la UE, al menos por ahora, ya que el valor de la moneda europea se ha mantenido relativamente estable ante otras divisas fuertes.

El gobierno griego se ha comprometido a lograr una reducción radical de su déficit presupuestario, que es el más grande de Europa, proporcionalmente al tamaño de su economía.

Con una deuda equivalente a 13 por ciento de su producto interno bruto (PIB), Grecia ha prometido bajar cuatro puntos porcentuales su déficit durante el año en curso, y en 2012 llegar a una deuda de 3 por ciento de su PIB, que es el máximo permitido para los países de la UE.

Una ola de huelgas en el sector público, incluida la tesorería, ha socavado la ya de por sí endeble fe que se tiene en que el gobierno griego logre implementar sus medidas de austeridad. Para aumentar la confianza de los países comunitarios, Atenas se ha comprometido a entregar un informe mensual de sus finanzas públicas a otros gobiernos europeos y permitir al Fondo Monetario Internacional vigilar sus políticas fiscales. Grecia aceptó también que funcionarios de la Comisión Europea reformen sus sistemas estadísticos.

En todo caso, funcionarios de la Unión Europea prometieron que se concertará el apoyo financiero a futuro de ser necesario, y que éste estará diseñado con el fin de recuperar la confianza de los mercados y evitar que otro tipo de acciones sean necesarias.

La clave está en Alemania. Al margen de las conversaciones, Berlín ha manifestado su disgusto, en el sentido de que considera políticamente imposible para el país simplemente abrir sus arcas. Un estudio legal hecho para el Parlamento Federal alemán sugería que el rescate de Grecia sería anticonstitucional. Asimismo, es técnicamente ilegal bajo el reglamento de la UE, que una nación asuma las deudas de otra, si bien se permite que, en caso de imperiosa necesidad, se opte por desestimar dichos obstáculos legales.

Dado que Inglaterra está fuera de la eurozona, no se espera que esta nación contribuya en cualquier futuro apoyo financiero para los llamados países cerdos de la UE, que son Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

También se presta mayor atención a cuestiones que quedaron estipuladas en los tratados de la UE de manera permanente, sobre medidas que pueden implementarse para prevenir que los problemas de un país miembro acaben hundiendo a toda la eurozona.

Berlín teme que cualquier gobierno europeo económico, semejante a la Tesorería estadunidense, se convierta en un organismo derrochador e irresponsable que amenace la independencia del Banco Central Europeo.

Las reglas originales del Tratado de Maastricht limitaban el déficit nacional a no más de 3 por ciento del PIB, y las deudas nacionales a 60 por ciento. Pero todas estas reglas quedaron olvidadas cuando cada país comunitario trató de combatir, con gasto, sus respectivas recesiones.

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