miércoles, 10 de febrero de 2010
“El periodismo de los mass media agoniza”
OLGA RODRÍGUEZ, PERIODISTA QUE HA TRABAJADO COMO CORRESPONSAL EN AFGANISTÁN, EE UU, EGIPTO, IRAQ O PALESTINA
Charlamos con una de las mayores especialistas en la información de Oriente Próximo sobre qué es ‘buen periodismo’ y la forma en que los grandes medios tratan los conflictos bélicos.
Héctor Rojo Letón
Diagonal
Martes 9 de febrero de 2010.
DIAGONAL: En tu libro aprovechas historias personales para contar realidades mucho más amplias. ¿Por qué has huido de los grandes datos?
OLGA RODRÍGUEZ: No huyo de los grandes datos; los acontecimientos históricos más importantes están en el libro. Pero los explico a través de ejemplos concretos, porque si hablamos tan solo de cifras y estadísticas, sin poner nombre ni rostro a las víctimas, estamos fomentando una visión cínica y deshumanizada de la actualidad.
Por eso cuento historias personales y también las historias de los padres y abuelos de los protagonistas; de ese modo aparecen los acontecimientos políticos y socioeconómicos más relevantes del último siglo en la región. Y así nos encontramos con paralelismos muy interesantes: por ejemplo, con la vida de Yaser Alí, que ha formado parte de la resistencia armada iraquí contra la ocupación militar angloamericana. Conociendo su vida se pueden entender las causas que le llevaron a decidir empuñar un arma: la opresión, la tortura, la ocupación. Pues bien, su abuelo Faruk, 86 años antes, luchó, al igual que él ahora, contra la ocupación, en ese caso, británica. Los británicos en 1920 atacaron Faluya y emplearon gas mostaza contra población civil. 84 años después los estadounidenses atacan Faluya y emplean fósforo blanco. La historia se repite.
D.: ¿Cómo explicas que una periodista que trata habitualmente temas de Oriente Próximo escriba un libro sobre el mismo tema porque en sus artículos no puede contarlo?
O.R.: En mis crónicas no he podido contar buena parte de lo que veo porque los medios de comunicación de masas exigen cada vez reportajes más breves y en clave nacional; pero sí es cierto que de vez en cuando he podido hacer buen periodismo, en Gaza, en Afganistán o en Irak, por ejemplo. Siempre se guarda la esperanza de tener otra oportunidad para informar en primera línea, es decir, para ser testigo directo de la actualidad y, de ese modo, poder hacer un buen trabajo. Es una cuestión muy personal: algunos colegas de profesión se mantienen en los grandes medios simplemente por una cuestión económica, necesitan llegar a final de mes; otros creen que ése es todo el periodismo que se puede hacer, están satisfechos; otros albergan la esperanza de que de vez en cuando puedan realizar un trabajo verdaderamente útil y sentir así que sí compensa; y otros ya son incapaces de aguantar más y deciden abandonar la empresa. Es una decisión valiente, renunciar a un contrato fijo, un buen sueldo, una seguridad económica para intentar ejercer el periodismo como free lance o en medios alternativos. Y sin embargo, no son pocos los que lo hacen. Eso indica que, aunque el periodismo de los mass media esté agonizando, no lo está el deseo de muchos periodistas de mantener vivo el periodismo entendido como servicio público, como suministrador de información real, base de las sociedades libres.
D.: Hoy el periodismo se centra en “la última hora”...
O.R.: Si sólo se cuenta el aquí y el ahora es imposible explicar cómo las grandes potencias occidentales suelen aliarse con regímenes corruptos o de carácter fundamentalista con el único objetivo de perpetuar sus intereses en la zona. O cómo han abortado importantes iniciativas políticas en la región por la misma razón. O cómo las víctimas son doblemente víctimas: no solo sufren la violencia, la opresión, el abuso, sino que además son silenciadas porque son la constatación de que nada es como debería. Hay una obsesión por la inmediatez que impide contar el día a día, la cotidianidad, a través de la que se pueden entender tantas cosas… También hay fijación con ser el primero en contar algo; lo importante no es ser el primero, sino bien.
D.: Una de las máximas del ‘buen periodismo’ es la objetividad, sin embargo, hablas de cínico desapego en el tratamiento de guerras como la de Israel contra el pueblo palestino...
O.R.: Una cosa es la objetividad y otra cosa es la equidistancia; sin embargo, hay periodistas que las confunden a menudo y gabinetes de instituciones o gobiernos que hacen todo lo posible para que así sea. En mi opinión, es esencial que los periodistas seamos objetivos y rigurosos, pero debemos alejarnos de la equidistancia.
No se puede estar ante un crimen de guerra y tratar de presentarlo como una cuestión de discrepancias entre dos bandos enfrentados a los que presentamos al mismo nivel. Hay ocupantes y ocupados, opresores y oprimidos, víctimas y verdugos, y eso hay que contarlo como tal. No hay tantas verdades como personas. Esa idea posmoderna es absurda. Una mesa es una mesa, no una nave espacial, aunque haya miles de personas que digan que es una nave espacial. No hay relatividad que valga, no se pueden poner las cosas patas arriba y decir que eso depende de cómo se mire. Toda indiferencia es criminal, al igual que el miedo a llamar a las cosas por su nombre. Lamentablemente, sí, en el periodismo es habitual encontrarse con cierto temor al compromiso, a la denuncia. Creo que esto se debe no sólo a causas ideológicas, sino también a la ignorancia que hay en torno a ciertos temas de actualidad: si un periodista no sabe demasiado de un asunto determinado, opta por seguir los mensajes institucionales por temor a equivocarse. Y sin embargo, a pesar de ello, es cada vez más habitual que los directivos de los medios se muestren reacios a fomentar la especialización de los periodistas, lo que es terrible.
“EE UU no dejó filmar la toma de Bagdad” D.: Cuando EE UU bombardeó el hotel Palestina, estabas en la planta superior en la que estaba José Couso ¿En qué situación se encuentra la denuncia? O.R.: Soy una de los tres testigos que declaramos ante la Audiencia Nacional. Yo misma sufrí una lesión en el oído por ese ataque. Sigo estando junto a la familia Couso en la lucha por conseguir un juicio contra los presuntos culpables. Estoy convencida de que no es casualidad que atacaran en el plazo de menos de 3 horas los 3 centros de prensa independientes de Bagdad, matando a tres periodistas, hiriendo a algunos más y consiguiendo que nadie filmase las batallas de la toma de Bagdad. Y fui testigo de cómo las tropas estadounidenses habían visto en el hotel Palestine a periodistas identificados como tales ya un día y medio antes del ataque. Cuando el Gobierno español estaba en la oposición apoyó las reivindicaciones de la familia Couso Permuy y de los periodistas que exigíamos justicia para garantizar la libertad de información. Sin embargo, cuando llegó al poder ha ido desentendiéndose poco a poco. Ha pesado más la voluntad de quedar bien con EE UU que su obligación de hacer justicia a un ciudadano español. Por tanto, su actuación ha sido, cuanto menos, decepcionante.
COMPROMISO Y HASTÍO Periodista y escritora especializada en Oriente Medio, ha desarrollado mayoritariamente su carrera profesional en PRISA. Conocida especialmente por su cobertura para la Cadena SER de la guerra de Iraq en 2003, que le llevó a resultar herida por el ataque de EE UU a la prensa internacional por el que fallecieron José Couso y el ucraniano Taras Protsyuk. Además ha sido reconocida con premios como el Pluma de la Paz (2006). Últimamente por diferentes motivos personales se encuentra alejada de los medios.
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