Al-Manar
31/12/2009
El año 2009 ha resultado ser el “más sangriento para las tropas de ocupación en Afganistán.” Ocho norteamericanos, posiblemente empleados de la CIA, y cinco canadienses murieron en dos ataques separados.
Los norteamericanos murieron el miércoles por la tarde, cuando un atacante que llevaba un cinturón de explosivos se voló a sí mismo en la base operativa de Chapman, en la provincia de Jost, cerca de Pakistán, dijo el portavoz del Pentágono, teniente coronel Almarah Belk.
Un antiguo responsable de la CIA que estuvo estacionado en la base dijo que una combinación de oficiales de la agencia y mercenarios privados operaban en el exterior en puestos remotos en cooperación con el Ejército y otras agencias.
Un portavoz del grupo talibán afirmó el jueves que uno de sus miembros llevó a cabo el ataque.
En otro incidente que tuvo lugar el martes, cinco canadienses murieron en un ataque en la provincia sureña de Kandahar pocas horas después del primer ataque.
Los miembros del grupo, que estaba compuesto de cuatro soldados canadienses y un periodista que les acompañaba, fallecieron cuando su vehículo blindado fue alcanzado por una bomba, dijo el Ministerio de Defensa canadiense. Las muertes elevaron hasta los 138 el número de soldados canadienses fallecidos desde la invasión de 2001.
Los ataques se producen en un momento en que el número de soldados de la OTAN va a crecer en el país desde los 113.000 a los 150.000, debido sobre todo al envío de más de 30.000 nuevos soldados de EEUU.
La tasa de muertos norteamericanos este año ha alcanzado los 319, casi el doble de la del pasado año. El total de muertes de soldados extranjeros este año ha subido hasta las 520 en comparación a las 295 de 2008.
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