martes, 5 de enero de 2010

Joseph Fischer: De la extrema izquierda a la extrema prudencia




Joseph ('Joschka') Fischer
Vicecanciller federal y ministro de Exteriores de Alemania

Duración del mandato: 27 de Octubre de 1998 - 22 de Noviembre de 2005

Nacimiento: Gerabronn, Schwäbisch Hall, Baden-Württemberg , 12 de Abril de 1948

Partido político: Die Grünen

Profesión: Librero, taxista y obrero

Hijo de un carnicero alemán que en 1946 tuvo que abandonar Budapest, donde su familia había residido durante generaciones, no concluyó la educación secundaria y se unió al movimiento contestatario, al principio en los grupos más radicales que defendían la violencia como arma política. Así, en 1967, con 19 años, ingresó en la Fuerza Revolucionaria, cuyos miembros eran más conocidos como spontis, y a consecuencia de un enfrentamiento con la Policía durante una manifestación en Frankfurt contra la guerra de Vietnam, sufrió una estancia en prisión de seis semanas acusado de "resistencia contra el Estado".


BiografíaEn esta época se ganaba la vida con trabajos como traductor al alemán de literatura pornográfica o vendedor de libros. La lectura de los autores socialistas le proporcionó el bagaje intelectual que guió su práctica revolucionaria, convirtiéndose en uno de los más activos dirigentes de los spontis en el papel de "ministro de defensa" de la organización. A principios de los años setenta compartió su piso en Frankfurt con Daniel Cohn-Bendit, el famoso dirigente estudiantil del Mayo de 1968 francés.

En 1976 Fischer fue acusado de haber herido gravemente a un policía en una de las manifestaciones que siguieron a la controvertida muerte en prisión de Ulrike Meinhoff, cofundadora de la terrorista Fracción del Ejército Rojo, y luego de un arresto de 36 horas quedó en libertad. Aquel mismo año se empleó como obrero en la factoría de la Opel, pero su liderazgo de una huelga le supuso el despido fulminante, viéndose obligado a probar suerte como taxista. Hacia el final de la década evolucionó hacia posiciones pacifistas y de respeto al orden legal, e incluso hizo un alegato en favor del final de la violencia que practicaba la guerrilla urbana de la extrema izquierda.

En 1982, siguiendo el rumbo de otros antiguos revolucionarios desencantados con los métodos extremistas, se unió a Los Verdes, partido de ideario pacifista y ecologista creado en 1980 por, entre otros, Petra Kelly y August Haussleiter. En 1983 fue uno de los diputados que el movimiento verde consiguió llevar al Bundestag tras su éxito electoral. Fischer y sus compañeros encabezaron las grandes movilizaciones populares de estos años contra el despliegue de los euromisiles de la OTAN en suelo alemán, la permanencia de las bases militares de Estados Unidos y el impacto sobre el medio ambiente de la actividad industrial.

El 12 de diciembre de 1985 se convirtió en ministro de Medio Ambiente y Energía en el Gobierno de Hessen que presidía el socialdemócrata (SPD) Holgar Börner, la primera experiencia de coalición roji-verde en un gobierno estatal, labor que desempeñó simultáneamente a la de diputado suplente en el Bundesrat o cámara alta federal. El 9 de febrero de 1987 la coalición se rompió y Los Verdes abandonaron el ejecutivo.

Fischer pasó a presidir el grupo de diputados en el Parlamento del estado y cuando en abril de 1991 se reconstruyó la coalición a instancias del nuevo ministro-presidente Hans Eichel, del SPD, Fischer recuperó su antigua cartera, con la competencia añadida de Asuntos Federales. Tres años después se repitieron los acontecimientos de 1987. En las elecciones al Bundestag de octubre de 1994 Fischer ganó el acta de diputado, tras nueve años de ausencia en la cámara, con lo que no retornó al ejecutivo regional a pesar de que Eichel consiguió recomponer la coalición en abril de 1995.

En el cuatrienio siguiente, Fischer cobró popularidad como principal rostro de Alianza 90/Los Verdes, la nueva denominación del partido, en calidad de portavoz del grupo parlamentario, pese a no ocupar, ni entonces ni en ningún otro momento antes o después, el puesto de coportavoz del partido, una suerte de presidencia bicéfala que se renueva cada dos años. Fiel a su ideario antisistema, combativo y brillante, Fischer fue un parlamentario heterodoxo que despreciaba los preceptivos traje y corbata en favor de una indumentaria más juvenil e informal (incluidas las zapatillas de deporte), que empleaba un lenguaje inusual en la cámara y que llegó a ser expulsado de la misma por insultar a su presidente.

Las experiencias roji-verdes en los gobiernos de Hessen, Berlín, Baja Sajonia y Bremen desde mediados de los años ochenta acabaron con ruptura en la mayoría de los casos, pero sirvieron para ensayar una hipotética coalición a nivel federal. La oportunidad histórica se planteó tras las elecciones del 27 de septiembre de 1998, que supusieron la derrota de la CDU de Helmut Kohl y dieron la mayoría relativa al SPD de Gerhard Schröder, el dirigente socialdemócrata con mayor experiencia de gobierno con Los Verdes al frente del ejecutivo de Baja Sajonia. Fischer y sus compañeros habían desarrollado una campaña electoral nada sobrada, según sus detractores, de la retórica ecologista tradicional y propusieron una impopular subida del litro de gasolina a cinco marcos como tasa ecológica, lo que no repercutió apreciablemente en sus resultados en las urnas (47 escaños, dos menos que en 1994).

Al día siguiente de las elecciones Fischer aceptó la propuesta de Schröder de un gobierno de coalición que aportara una mayoría absoluta de 345 escaños. Tras unas negociaciones, iniciadas el 2 de octubre, no exentas de dificultades, ambos líderes presentaron el 19 de octubre el documento Salida y Renovación, cuyas líneas principales consistían en un Pacto Nacional por el Empleo, una rebaja de la fiscalidad y la introducción de un impuesto ecológico (de menos de un marco) sobre los combustibles y la electricidad, la flexibilización de la ley de nacionalidad, la continuidad en política exterior y de seguridad y el objetivo de abandonar la energía nuclear, aunque sin precisar plazos.

Con este programa Los Verdes veían satisfecha una parte considerable de sus exigencias, pero a cambio renunciaban a cuestionar el papel de Alemania en la Unión Europea (UE) y la OTAN. En el congreso extraordinario del partido del 24 de octubre, la militancia aprobó abrumadoramente el pacto de Gobierno y tres días después Schröder era investido canciller federal con los votos de Alianza 90/Los Verdes, que recibieron tres carteras en el Gobierno: Asuntos Exteriores, más la Vicecancillería, para Fischer; Medio Ambiente y Seguridad Nuclear, para Jürgen Trittin, y Sanidad, para Andrea Fischer.

Aunque convertido al posibilismo y a la moderación, Fischer causó sensación a las pocas semanas de iniciar sus funciones por sus propuestas en política exterior, que se enmarcaban en el deseo de cambio hacia un nuevo estilo expresado por el propio Schröder y que, según el ministro, se caracterizarían por la "continuidad y la discontinuidad". Así, declaró que la OTAN debería revisar su doctrina y renunciar al uso del arma atómica en caso de un ataque convencional, ya que el Pacto de Varsovia había dejado de existir y los rusos no tenían dinero "ni para llenar los depósitos de sus tanques". La propuesta de Fischer, defendida por Schröder, causó desconcierto entre los aliados occidentales y terminó estrellándose en el Consejo Atlántico de Bruselas del 8 de diciembre ante la firme negativa de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, a la sazón potencias nucleares las tres.

No obstante, Fischer insistió en todo momento que la permanencia de Alemania en la OTAN quedaba fuera de discusión, reconoció el papel central de Estados Unidos en la seguridad del continente (pero sin descuidar la dotación de capacidad militar a la UE) y posteriormente justificó la intervención militar contra Yugoslavia (marzo de 1999) durante la crisis de Kosovo aduciendo razones morales.

Cómo cumplir las responsabilidades de gobierno sin traicionar sus principios parecía resumir el dilema de Fischer, que tan sólo unos meses después de llegar al ejecutivo era testigo del malestar creciente entre sus compañeros de filas. Aunque la primera prueba de fuego de la voluntad continuista roji-verde fue superada ya el 16 de octubre de 1998 con la aprobación por el Bundestag de la participación del Ejército en una eventual misión de la OTAN en Kosovo (incluso sin el mandato de la ONU), su llamamiento para la revitalización del partido y la asunción de postulados más realistas encontraba serias resistencias.

El 7 de febrero de 1999 Los Verdes cosecharon desastrosos resultados en su estado paradigma, Hessen, y ya entonces se observaba una alarmante pérdida de atractivo entre los jóvenes, descontentos con los modos aburguesados e inevitables componendas moderantistas del partido en sus primeros meses de gobierno.

La crisis de identidad abierta por el incierto equilibrio entre el ideario contestatario, alternativo y algo utopista y las responsabilidades de gobierno, se escenificó en el congreso extraordinario de Erfurt. Concluido el 7 de marzo de 1999, supuso la derrota de las tesis de Fischer. Los delegados rechazaron actualizar los conceptos de ecología, pacifismo y Derechos Humanos, y reorganizar la estructura del partido, también juzgada anticuada por Fischer en la actual etapa, proponiendo a cambio un liderazgo unipersonal. A las advertencias de Fischer contra la pérdida del respaldo popular si no se modernizaban, aquellos replicaron que era precisamente el alejamiento de los postulados originales lo que les separaba de su electorado tradicional.

La guerra de la OTAN contra Yugoslavia por Kosovo y la participación en los ataques aéreos de aviones alemanes añadieron nuevos elementos a la crisis interna, como quedó de manifiesto en el transcurso del congreso del 13 de mayo de 1999, muy acalorado (el líder verde incluso fue atacado con pintura roja), aunque las bases terminaron respaldando su actuación al frente del Ministerio. Plenamente alineado con la posición oficial de la OTAN de perseverancia en los bombardeos contra el régimen serbio en tanto no acatase las exigencias internacionales con respecto a Kosovo, Fischer se mostró muy activo en las negociaciones del G-8 para el consenso con Rusia de un documento de paz que sirviera de base a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Igualmente insistió en la necesidad de lanzar un vasto plan de estabilidad y reconstrucción global de los Balcanes que evitase nuevas convulsiones en el futuro. La ambiciosa propuesta encontró eco favorable entre los socios comunitarios y el 29 de junio Bodo Hombach, ministro de la Cancillería, fue designado por los Quince para encabezar el programa. Éste tomó cuerpo en la cumbre de Sarajevo del 30 de julio de 1999, con el nombre de Pacto de Estabilidad para la Europa del Sudeste (PEES). Pero el protocolo suscrito en junio de 2000 por el Gobierno y la patronal para el cierre de todas las centrales nucleares en los próximos 32 años, a pesar de sus imprecisiones, supuso el cumplimiento de una de las promesas electorales y aspiración histórica de Los Verdes.

La elección, el 24 de junio, de una nueva dirección del partido más moderada vino a reforzar la posición interna de Fischer, pero en este momento revoloteaba el fantasma de un cambio de socio cuando le llegara el momento de renovar el Gobierno a Schröder, quien habría hallado en los liberales del FDP, con perspectivas electorales en alza, un aliado más homogéneo.

En las elecciones al Parlamento Europeo del 13 de junio de 1999 la lista de Alianza 90/Los Verdes perdió cinco diputados con respecto a 1994, y en las regionales de Renania del Norte-Westfalia del 14 de mayo de 2000 cayó del 10 al 7% del voto y de 25 a 17 escaños. Estos malos resultados electorales parecieron constatar el desaliento que cundía en el electorado tradicional.

Desde un punto de vista intelectual y teórico, en materia exterior Fischer se revela francófilo, un ardiente defensor del eje franco-alemán tal como lo entendieron Kohl y François Mitterrand y partidario de perpetuar la "contradicción", característica de la política extranjera en las últimas cinco décadas, entre la "fuerza objetiva" y el "potencial estratégico" de Alemania y la "fuerza del recuerdo" del pasado hitleriano.

Así, según él, el país está obligado a la "autolimitacion" y a perseguir sus intereses de "forma indirecta", mediante la integración en una Europa de tipo federal y con inclusión de los países del antiguo bloque del Este. Su concepto de "centro de gravitación" alusivo al papel motriz de Francia y Alemania en la construcción europea, coincide con las tesis del presidente francés Jacques Chirac y responde al modelo, rechazado por algunos socios comunitarios, de una Europa de dos velocidades.

(Cobertura informativa hasta 20/1/2001)

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