viernes, 7 de agosto de 2009

Ghettos, demoliciones y escasez de viviendas


La realidad del “Jerusalen abierto” de Israel

Por Jonathan Cook

Posiblemente Fawziya Khurd sea la persona más sorprendida por la última declaración de Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, de que Israel lleva a cabo una política de “ciudad abierta” en Jerusalén.

Netanyahu dijo a su gobierno que la anexión por parte de Israel de Jerusalén este tras la guerra de 1967 (lo que él llamó la “unificación” de la ciudad) significaba que todos los residentes, judíos y palestinos por igual, podían comprar propiedades dondequiera que eligieran.

“Nuestra política es que los residentes en Jerusalén pueden comprar pisos en cualquier parte de la ciudad”, dijo. “No está prohibido que los árabes compren pisos en la parte este de la ciudad y no está prohibido que los judíos compren o edifiquen en el oeste de la ciudad”.

Netanyahu estaba tratando de justificar las recientes construcciones en Jerusalén este por parte de organizaciones de colonos desafiando las peticiones de Estados Unidos a Israel de que las detenga. En particular, los altos cargos estadounidenses se oponen a la reciente adquisición de propiedades por parte de colonos tanto en el barrio de Sheikh Jarrah, donde vivía Fawziya Khurd, como en la Ciudad Vieja, Silwan y Ras al-Amud.

Sin embargo, según los expertos, la realidad es que tanto en el aspecto práctico como en el legal la “ciudad abierta” de Netanyahu es una ficción, extensible sólo a los colonos y no a la Sra. Khurd o a los demás 250.000 palestinos de Jerusalén este.

La Sra. Khurd , por ejemplo, ha sido obligada a vivir en una tienda de campaña después de que unos colonos la expulsaran en noviembre de la que desde hace cinco décadas era su casa en Jerusalén este. Tampoco tienen esperanzas de volver a la casa que le quitaron a su familia en Talbiyeh, ahora en Jerusalén oeste, durante la guerra de 1948 con la que se estableció Israel.

Además, las restricciones de movimientos significan que a casi todos los cerca de cinco millones de palestinos de Cisjordania y Gaza se les prohíbe entrar en la ciudad o visitar los Santos Lugares.

Dentro de Jerusalén, lo mismo que en Cisjordania, Israel impone un estricto programa de segregación en detrimento de los palestinos, señala Jeff Halper, del Comité Israelí contra la Demolición de Casas.

Los judíos israelíes tienen libertad para vivir en ambas partes de la ciudad y hay 270.000 que viven en Jerusalén oeste y otros 200.000 más en Jerusalén este en asentamientos que se expanden rápidamente y que reciben muy generosos subsidios del Estado.

Mientras tanto, a los palestinos se les niega el derecho a vivir tanto en Jerusalén oeste como en muchas zonas residenciales de Jerusalén este. Incluso en sus estrechamente controlados barrios en la parte este de la ciudad, al menos 20.000 de sus casas están sujetas a órdenes de demolición, afirmó Mr Halper.

Daniel Seidemann, un abogado de Jerusalén, afirmó que en los 20 años que lleva encargándose de casos de derechos de residencia para palestinos nunca había oído de un palestino que tuviera un documento de identidad de Jerusalén y que viviera en Jerusalén oeste.

La razón, señaló, era que casi toda la tierra dentro de las fronteras de Israel de 1948, incluyendo Jerusalén oeste, ha sido registrada como “tierra estatal” gestionada por un organismo conocido como la Autoridad de las Tierras de Israel.

Esta autoridad no permite ni a palestinos ni a israelíes a comprar propiedades en la tierra estatal. En cambio, los ciudadanos de Israel y cualquier persona autorizada a emigrar a Israel según la Ley del retorno del país (esto es, los judíos) disponen de contratos renovables de arrendamiento a largo plazo.

Los asentamientos en Jerusalén este (que según Seidemann cubren ahora el 35% de la parte este de la ciudad) también están construidos en tierra declarada “tierra estatal” en violación del derecho internacional. De nuevo esto significa que sólo israelíes y judíos extranjeros nacionalizados pueden arrendar tierra ahí.

Como no tienen ciudadanía israelí, los palestinos de Jerusalén este no pueden adquirir propiedades ni en Jerusalén oeste ni en los asentamientos de Jerusalén este.

“Esta extraordinaria situación consiste en que los palestinos a los que se les expropió la tierra para construir el asentamiento de Har Homa [a las afueras de Jerusalén este] no pueden arrendar tierra ahí, mientras que un judío de Londres o París que ni siquiera es ciudadano israelí sí puede”.

Seidemann también señaló que el Tribunal Supremo del país había dictaminado en 1978 que una familia palestina expulsada en 1967 de lo que después se convirtió en el barrio judío de la Ciudad Vieja no tenía derecho a volver a su propiedad.

El tribunal justificó su veredicto basándose en que cada comunidad religiosa debía tener su propio barrio. “Sin embargo, este veredicto no impidió que el gobierno israelí ayudara a los colonos judíos a invadir los barrios musulmanes o cristianos”.

Según informaron los medios israelíes esta semana, varias familias de una organización de colonos, Ateret Cohanim, se habían mudado a un edificio en el centro del barrio musulmán. Ariel Sharon compró la propiedad en los ochenta para afirmar la soberanía israelí en toda la Ciudad Vieja, pero nadie se había mudado a ella.

Halper afirmó que, además, a diferencia de los judíos los palestinos de Jerusalén se enfrentan a políticas municipales diseñadas para hacerles la vida lo más insoportable posible. Las demoliciones de propiedades palestinas son generalizadas. Por ejemplo, desde noviembre la policía ha derribado seis veces la tienda de la Sra Khurd que se enfrenta a varias multas.

“Incluso según cifras israelíes, en Jerusalén este hacen falta 25.000 viviendas para satisfacer las necesidades de alojamiento mínimas de los palestinos”, señaló Halper. “Hay tierra disponible, pero simplemente Israel quiere provocar una grave falta de alojamiento para los palestinos”. [Lo hace con] la esperanza de que se vaya a Cisjordania, añadió.

Seidemann afirmó que unas cuantas familias palestinas (que sufrían esta escasez de viviendas) habían logrado alquilar casa por un corto plazo en los mayores asentamientos de Jerusalén este como Colina Francesa o Pisgat Zeev. Este fenómeno marginal, añadió, se ha pregonado a los cuatro vientos engañosamente como una prueba de la “naturaleza igualitaria” de las leyes de propiedad de Israel.

Según los medios israelíes, puede que el objetivo de la observación de Netanyahu sea distraer a la administración estadounidenses mientras ésta aumenta la presión a Israel para que detenga la construcción de asentamientos en Jerusalén este.

Seidemann afirmó: “El departamento de Estado [estadounidense] comprende este asunto mejor que Netanyahu. No hay ninguna posibilidad de que los comentarios de éste último sean considerados creíbles por ninguno de sus negociadores”.


*Jonathan Cook es un escritor y periodista residente en Nazareth, Israel. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel's Experiments in Human Despair (Zed Books). Su página web es www.jkcook.net.


Fuente Global Research/Rebelion
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

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